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Manipulación organizaciones humanitarias |
El ejército de Colombia admite alegremente que los militares estudiaron teatro durante semanas para hacerse suplantar por miembros una organización humanitaria, la Cruz Roja Internacional, y que el rescate se llevó a cabo en medio de la selva, los guerrilleros de las FARC entregaron a los secuestrados a una supuesta misión humanitaria internacional, suplantada por el ejército de Colombia, en una flagrante violación del derecho humanitario internacional, que pone en riesgo la vida de cooperantes, y las propias misiones humanitarias de las organizaciones, como ocurrió con Médicos Sin Fronteras, en Afganistán. Ahora han impedido que la Cruz Roja Internacional realice más mediaciones y futuras liberaciones de rehenes.
El periodista suizo, Frederich Blassel, representante de la emisora estatal Radio Suiza Romanda (RSR), reveló este viernes que la operación a través de la cual se logró la libertad de Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes en manos de las FARC, fue signada tras un pago de veinte millones de dólares.
El teatro es ficción, pero la liberación, previo pago es realidad. Al igual que es realidad la negociación humanitaria previa, que el gobierno de Colombia no admite, pero que ha existido. ¿Como iba a admitir alegremente un pago de 20 millones dólares? Ahora entendemos la cara de bufón del ministro de defensa colombiano y su sonrisa sangrienta. ¿También habrá estudiado teatro?
Lo que confirma que el gobierno de Álvaro Uribe se ha negado en todo momento a una salida dialogada al trágico conflicto interno que vive Colombia, más preocupado es su sucesión pseudo-monárquica, y en convertir este asunto en propaganda mediática a su favor, la realidad, es que su gestión es pésima, dado el largo cautiverio sufrido por los secuestrados, de 6 hasta 10 años. Y lo que es más grave, se ha negado a que los intercambios humanitarios se realicen, tal y como demandaban los presidentes de Francia, Suiza y Venezuela. Poniendo en peligro la vida de los mediadores enviados por Francia y por Suiza.
Si bien para la inmensa mayoría de la opinión pública mundial naturalmente noticias como esta son más agradables que la masacre nocturna cometida en territorio de Ecuador contra guerrilleros de las FARC indefensos, pues estaban durmiendo en un campamento, y algunos desarmados ejecutados con un tiro en la nuca, y contra cinco estudiantes mexicanos que se hallaban en el lugar realizando una tesis para la universidad de la UNAM de México. Masacre en la que también fue asesinado el representante y negociador de la paz Raúl Reyes que mantuvo reuniones con enviados de los gobiernos de Suiza, Francia, y con representantes de organizaciones humanitarias. Y hasta con presidentes de Estado en su gira Europea.Masacre que buscaba no tan sólo asesinar a personas, sino, asesinar el proceso de paz. De hecho más de 450 sindicalistas han sido asesinados en Colombia en los últimos años, y esto no parece importar a los grandes medios de comunicación de masas.
Incluso algunos medios tildaban de terroristas a los estudiantes mexicanos, casualmente, no tildan de terroristas a los jefes de estado, y sus enviados , a los periodistas, a los miembros de organizaciones humanitarias, que mantuvieron entrevistas con Raúl Reyes.
La instrumentalización de organizaciones humanitarias no es novedad, ya ha sucedido en Afganistán, donde el ejército de EEUU suplantó a un equipo de rescate de la organización Médicos Sin Fronteras para llevar a cabo una operación bélica que supuso el asesinato de civiles. Estas acciones ponen el peligro la vida de los cooperantes, puesto que para las partes beligerantes en los conflictos, ponen en riesgo su credibilidad, dado que pueden ser atacados al pensar que son militares camuflados, o que son parte de la guerra. En Afganistán fueron asesinados cinco cooperantes de médicos sin fronteras.
La organización española Médicos Sin Fronteras se vio obligada a retirar su ayuda a la población de Afganistán, su máximo responsable afirmó: "La ayuda humanitaria es considerada como parte de la guerra contra el terrorismo", dando como ejemplo las octavillas que lanzaron los estadounidenses sobre zonas tribales y en las que amenazaban con retirar la ayuda si los civiles no delataban a los talibanes. Estos últimos, dice Vila Sanjuán, han hecho suyo el lema del presidente Bush -"En esta guerra, con nosotros o contra nosotros"- al reivindicar el asesinato de cinco cooperantes y acusar a MSF de colaborar con EE UU. "En esta guerra, nosotros no estamos de ningún lado". Lo que confirma que la guerra contra el terrorismo, no ha solucionado nada ni ha aportado paz, ha recrudecido más el conflicto. Ha incrementados las desigualdades sociales. Ha incrementado la pobreza, la exclusión social, e incluso ha arruinado la economía norteamericana, como muestra la actual crisis del sistema financiero internacional. Y los costes económicos de la guerra: de 3 a 5 Billones de dólares según las fuentes (agencia Reuters). Y la guerra continúa (Para paliar la tragedia del huracán Katrina no había apenas fondos...) Y lo más grave, ha supuesto cientos de miles de muertos, en su mayoría población civil ajena a las partes en conflicto. Lo que ha rearmado a las partes beligerantes.
Se puede entender que la guerra y la venta de armas es un negocio fabuloso. Basta con ver las denuncias de ONG internacionales, ver las cifras millonarias de ventas, los países que más venden. Algunas ventas superan incluso la parte de inversión de algunos países en sanidad y educación. Y lo que es peor, que se siga vendiendo impunemente a países que no respetan los derechos humanos, incluido Colombia, según denuncia de Naciones Unidas. Colombia sigue los pasos sangrientos de EEUU en Irak, y en Afganistán.
La paz sólo es posible si existe diálogo y negociación entre las partes como han demostrado varios conflictos en vías de solución como el de Irlanda del Norte; y despejar la vía política para que la sociedad colombiana pueda reclamar sus derechos sin ser represaliados, detenidos ni asesinados. Otro mundo es posible.
Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, mentiras, multitud, politica.
Cinco siglos de colonización intensiva por todo el mundo no han conseguido convertir en cotidiana la presencia de «morenos» en suelo europeo, de la misma forma que trece siglos de presencia ininterrumpida, materializada por cinco oleadas migratorias, no han conferido al Islam el estatuto de religión autóctona de Europa, donde permanece el debate, desde hace medio siglo, sobre la compatibilidad del Islam y la República, así como para conjurar la idea de una integración inevitable a los pueblos de Europa de este grupo étnico y de identidad, el primero de semejante importancia establecido fuera de la órbita europea centrista y judeocristiana.
Estos cuestionamientos son reales y fundados, pero por su constante reiteración (problema de la compatibilidad entre el Islam y la modernidad o entre el Islam y el laicismo), las variaciones sobre el tema parecen, sobre todo, devolvernos al viejo debate colonial sobre la asimilación de los indígenas, bien para demostrar el carácter inasimilable del Islam en el imaginario europeo o bien para disimular las antiguas fobias patrioteras, a pesar de la mezcla genética con los esclavos de ultramar, a pesar del mestizaje en el norte de África y todo el continente negro, a pesar de la mezcla demográfica, especialmente en las antiguas potencias coloniales (Reino Unido, Francia, España, Portugal y los Países Bajos), y a pesar de las sucesivas oleadas de refugiados en el siglo XX, procedentes de África, Asia, Indochina, Oriente Medio y otros lugares.
Más allá de la polémica sobre si «el Islam es soluble en la República o, al contrario, la República puede disolverse en el Islam», la propia realidad se encarga de responder al principal desafío intercultural de la sociedad europea del siglo XXI. Soluble o no, fuera de cualquier suposición, el Islam ya está omnipresente en Europa de una forma estable y sustancial y su composición demográfica apunta a una composición interracial, europea ciertamente, pero también en una proporción menor, árabe-bereber, negro-africana e indo-pakistaní. Con cuatro mil mezquitas y doce millones de fieles, el 2,6 por ciento de la población europea es de origen musulmán según las estadísticas extraoficiales correspondientes a «los 15» países que componían la Unión Europea antes de la adhesión masiva de otros 12 países de Europa central y oriental. Las cifras hablan por sí mismas.
Primer país europeo por la importancia de su comunidad musulmana, Francia es, asimismo, el centro más importante para los musulmanes en el mundo occidental en relación con su superficie y población. Con más de cinco millones de musulmanes, de los que dos millones tienen nacionalidad francesa, Francia tiene más musulmanes que ocho países miembros de la Liga Árabe (Líbano, Kuwait, Qatar, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos, Palestina, Islas Comores y Djibuti). Según estos datos, Francia podría justificar una adhesión a la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), el foro político panislámico que agrupa a cincuenta y dos estados de diversos continentes o, al menos, disponer de un asiento como observadora.
En comparación, con una superficie de 9,3 millones de km2 y una población de 280 millones de habitantes, Estados Unidos cuenta con cerca de 12 millones de musulmanes, de los que 3,5 millones son árabes estadounidenses, y 1.200 mezquitas. La comunidad musulmana en Francia está compuesta por: dos millones de magrebíes; dos millones de nacionalidad francesa, la mayor parte procedente de Argelia y repatriados a Francia tras la independencia del país; 400.000 africanos; 300.000 turcos y 100.000 asiáticos.
En veinte años (1980-2000) se fundaron cerca de tres mil asociaciones y se construyeron mil quinientos lugares de culto, entre ellos cinco grandes mezquitas, de las que tres se encuentran en la región parisina: París, Hevry y Mantes-La-Jolie, además de las de Lyon y Lille.
Base principal de la población inmigrada a pesar de su heterogeneidad lingüística y étnica, con 12 millones de personas de las que cinco millones residen en Francia, la comunidad árabe musulmana de Europa occidental aparece, debido a su efervescencia –eufemismo que enmascara, sin embargo, una realidad- como el vigesimoctavo Estado de la Unión Europea. A todo esto debemos sumar que la admisión de Turquía, Albania y Kosovo en la Unión Europea llevará el número de musulmanes a una cifra cercana a los 100 millones de creyentes, que representarán el 5% de la población del conjunto de Europa y podrían lesionar, según la derecha radical europea, la homogeneidad demográfica, la blancura impoluta de su población y las «raíces cristianas de Europa»; hasta el punto de que el UPM, el partido de Sarkozy, en Francia, ha instituido una cláusula de salvaguardia según la cual debe someterse a referéndum la adhesión de cualquier país cuya población exceda en un 5% al conjunto demográfico europeo.
Para un observador poco informado, el descuento es impresionante: sólo la aglomeración parisina concentra un tercio de los inmigrantes de Francia, el 37% para ser exactos, sin distinción de orígenes (africanos, magrebíes, asiáticos y antillanos) mientras que el 2,6% de la población de Europa occidental es de origen musulmán, concentrada fundamentalmente en las aglomeraciones urbanas.
El diez por ciento de la población de Berlín, Bruselas y Bradford es de origen musulmán, mientras que entre el 5 y el 10% de Colonia y Birmingham también tienen el mismo origen, y se contabilizan más de 4.000 mezquitas en toda Europa, lo que significa que en 20 años los lugares de culto musulmán se han multiplicado por 40. Francia está a la cabeza, con unos 1.500 centros de devoción, seguida por Alemania, en segundo lugar, con 800 mezquitas, y el Reino Unido en tercer lugar con 500 mezquitas. En el cuarto lugar se encuentran los Países Bajos, con 230 sitios de culto, y Bélgica ocupa el quinto puesto con 220 lugares de oración, seguida por Suecia, con 150 mezquitas, Italia (séptima posición) y España (octava), que cuentan con 60 y 50 mezquitas respectivamente. Estas cifras encienden las imaginaciones febriles y suscitan las peores fobias.
La importancia numérica de la comunidad árabe musulmana y su implantación en Europa dentro de los principales países industriales, confieren a esta comunidad un valor estratégico y la convierten en un campo privilegiado de la guerra de influencias que libran las diversas corrientes del Islam y, en consecuencia, también la convierten en el barómetro de las convulsiones políticas del mundo musulmán.
Ignorados durante mucho tiempo, los árabes musulmanes ahora son objeto de una doble atención en forma de competición entre los países de acogida, que preconizan una política de asimilación progresiva, y los países de origen, que emprenden operaciones de seducción en una estrategia cuyo objetivo subyacente es, tanto para unos como para los otros, si no crear barreras al integrismo religioso, por lo menos preparar una esfera de influencia dentro de la población expatriada.
Ya irreversible, el arraigo definitivo de las masas musulmanas en Europa, su escolarización generalizada, su toma de conciencia afirmada de múltiples maneras, así como la irrupción en el escenario europeo de las grandes luchas internas del mundo islámico y las conmociones en el paisaje social y cultural europeo que han suscitado en el último cuarto del siglo XX, han impulsado el comienzo de una profunda reflexión sobre la organización, a largo plazo, del Islam europeo. Las olas de atentados que sacudieron Francia durante dos decenios, la primera entre 1986 y 1987, relacionada con la guerra entre Iraq e Irán, y la segunda en 1995, relacionada con el conflicto argelino, así como los recientes atentados en Europa vinculados a las guerras de Iraq y Afganistán, que han copado la actualidad entre 2002 y 2004 en Madrid, Karachi (bus militar francés), pasando por Ankara (consulado británico) y Marrakech (centro cultural español), relacionados con la persecución de Al Qaeda y la guerra de Iraq, nos recuerdan la vecindad de ambos continentes y sus vinculaciones políticas y humanas.
Sin embargo, debido a la precariedad económica y al crecimiento de las ideas conservadoras, y con el argumento de la lucha contra el terrorismo, toda Europa, y especialmente Francia, han practicado durante el último cuarto de siglo una política de crispación relacionada con la seguridad pública que se comprueba en la sucesión de leyes sobre la inmigración (Debré, Pasqua, Chevènement, Sarkozy, Hortefeux), por las que Francia aparece como uno de los países europeos a la cabeza de la lucha contra la inmigración, al tiempo que su población inmigrante ha descendido el 9% en el decenio 1990-1999. Los laureles en este asunto se los lleva, sin lugar a dudas, Nicolás Sarkozy, autor de más de once leyes represivas durante su gestión del ministerio del Interior (2002 -2007), lo que equivale a un promedio de dos leyes por año. Su galardón se ha enriquecido tras su llegada a la presidencia de la Republica al impulsar una normativa para el seguimiento genético de los inmigrantes y la implantación de una cuota administrativa equivalente a 25.000 expulsiones anuales de extranjeros en situación irregular.
La euforia que embargó a Francia tras la victoria de su equipo en el Campeonato Mundial de Fútbol, en julio de 1998, no ha resuelto los dolorosos problemas de la población inmigrante, especialmente la marginación de hecho que afecta a los inmigrantes de manera cotidiana, el subempleo y una insidiosa discriminación que los convierte en víctimas en los lugares públicos con consecuencias que se convierten en una auténtica marginación social, una exclusión económica y, como consecuencia de la marginalidad que todo esto origina, la reclusión carcelaria.
Los atentados contra EEUU del 11 de septiembre de 2001 relanzaron la xenofobia latente hasta un grado máximo, especialmente durante los grandes hitos de la actualidad, como el atentado de Madrid del 11 de marzo del 2004, que estableció un auténtico clima de arabofobia e islamofobia. Un cuarto de siglo después de la revolución que se operó en los medios de comunicación y diez años después de la «comunión interracial» del Mundial de Fútbol de 1998, los árabes y africanos permanecen en Francia como «indígenas» marginados por la información. Ignorados, en general, en el ámbito de la cultura y el entretenimiento y especialmente en los círculos de decisión política por la razón obvia de que no se les considera productores de ideas o proyectos aunque no se pongan en duda sus capacidades intelectuales.
La importancia de la presencia árabe musulmana en el paisaje francés, así como la profusión de centros de culto y establecimientos culturales, de medios de comunicación comunitarios y hazañas deportivas, efectivamente, no se han acompañado de una apertura de los puestos de responsabilidad del país de acogida para la comunidad inmigrada. Con la llegada a la madurez de la tercera generación descendiente de inmigrantes, naturalmente, se han creado para ellos «centros de excelencia» de deportes, música, literatura, edición o moda, pero no existen puentes entre estas individualidades y una necesaria conciencia colectiva.
II. La inmigración, el «valor añadido» de Francia, tanto en el conjunto mediterráneo, como en el ámbito europeo
«La integración significa una confluencia de aportaciones y no la amputación de elementos que conforman el carácter definitorio de la identidad fundamental de Francia»
A principios del tercer milenio, obviamente, Francia está sufriendo un bloqueo cultural y psicológico marcado por la ausencia de movilidad social. Reflejo de una grave crisis de identidad, dicho bloqueo se encuentra, paradójicamente, en contradicción con la realidad «pluriétnica» de la población francesa, en contradicción con la aportación cultural de la inmigración y en contradicción con las necesidades demográficas de Francia. También está en contradicción con la ambición francesa de hacer de la Francofonía el elemento aglutinador de una constelación «pluricultural», destinada a contrarrestar la hegemonía anglosajona planetaria, y que sería la garantía de la futura influencia de Francia en el mundo.
En el puesto duodécimo del «Hit Parade» cultural de las naciones, la lengua francesa se encuentra muy por detrás de la lengua del Reino Unido (500 millones de hablantes), del español (350 millones), y también detrás de la lengua árabe, en sexta posición, con 250 millones de hablantes, frente a 120 millones de francófonos. Si hacemos una proyección encontraremos, a lo largo del siglo XXI, un aumento de la distancia a favor del inglés, primera lengua de comunicación planetaria en una sociedad de la información y, en segundo lugar, está el español que en Estados Unidos –corazón del principal centro de producción de riquezas y valores de la época actual- tiene una sólida plataforma constituida por un tercio de la población estadounidense hispanohablante, a la que se añade la población del subcontinente latinoamericano; finalmente encontramos la lengua árabe, con sus inmensas reservas humanas, representada por una comunidad de 1.200 millones de fieles musulmanes repartidos en 52 países por todo el mundo y que son potencialmente reciclables lingüística y culturalmente. Para peor, el centro de su nuevo espacio vital, la Unión Europea, tiende a convertirse en una sucursal lingüística de la OTAN, una organización a la que Francia se adhirió a regañadientes a raíz de la Guerra del Golfo (1990-1991)
Se confirma una inversión de la tendencia, seguramente irreversible, en la que el inglés, actualmente, sustituye al francés como lengua de trabajo. El 55% de los documentos de trabajo ahora se redactan en inglés frente a un 40% hace 10 años, cuando el 44% de dichos documentos, se redactaba en francés. Cuando se creó la Unión Europea en 1957, el 80% de los documentos de trabajo interno se elaboraban en lengua francesa, es decir, hay una pérdida del 50% en un decenio aproximadamente.
Naturalmente, la adhesión de los países bálticos y del centro de Europa a la Unión Europea reducirá la proporción de «morenos» en el espacio europeo, pero el envejecimiento previsible de la población europea convierte a la comunidad árabe musulmana en un auténtico objetivo debido a su tasa de natalidad, su dinamismo y su flexibilidad salarial.
La integración significa una confluencia de aportaciones y no la amputación de elementos que conforman el carácter definitorio de la identidad fundamental de Francia. La tercera generación descendiente de inmigrantes, franceses de pleno derecho en virtud del nuevo código de la nacionalidad de 1998, está, por supuesto, extremadamente sensibilizada a su entorno internacional, como demuestran las explosiones de violencia de carácter confesional relacionadas con la Intifada palestina, la Guerra del Golfo (1990-1991), el conflicto de Bosnia (1990-1999), la Guerra de Afganistán (2001-2002) o la Guerra de Iraq (2003).
Y además está claro que dicha tercera generación de descendientes de inmigrantes es portadora de una dinámica intercultural debida a sus orígenes, su perfil cultural y sus creencias religiosas. Por las solidaridades verticales que podría desarrollar con el país de origen y las solidaridades horizontales con el país de acogida, estos descendientes de inmigrantes constituirían un valor añadido para Francia, tanto en el ámbito del Mediterráneo como en la Unión Europea. Pero con la condición, sin embargo, de que se establezcan nuevos cimientos que integren al Islam en la construcción europea y a la República en la multiplicidad cultural. Y con la condición, también, de que se instaure un clima de consenso que supere la visión xenófoba del mundo, en abierta contradicción con la misión universalista de Francia.
Un factor de intermediación sociocultural, los «bougnoles» del pasado («indígenas» en el argot francés para designar despectivamente a los nativos árabes del norte de África NdT), deberían encontrar su desquite en la vocación de asumir un nuevo papel de puente de la Francofonía entre las dos orillas del Mediterráneo, es decir, convirtiéndose en la vanguardia de la «Francofonía cultural árabe», que Francia se esmera tanto en encumbrar, para hacer frente a la hegemonía anglo estadounidense y favorecer un diálogo intercultural que les permita superar su pasado colonial.
Desde 2006 se ha arrestado a millares de migrantes sospechosos de intentar partir desde Mauritania hacia las Islas Canarias (España) con intención de entrar en Europa. Miembros de las fuerzas de seguridad mauritanas han recluido a muchos de ellos en un centro de detención de Nouadhibou, en el norte de Mauritania, conocido informalmente como “Guantanamito” por los habitantes del lugar y los migrantes.
El centro de detención de Nouadhibou es una vieja escuela, cuyas antiguas clases se han llenado de literas para acoger hasta 300 personas al mes, pero sin control judicial alguno. Los migrantes soportan condiciones de hacinamiento y, a veces, malos tratos.
Según el Servicio de Seguridad Nacional, en 2007 fueron recluidas en el centro 3.257 personas, a las que se envió luego a Senegal y a Malí, sin tener en cuenta su nacionalidad ni su país de origen. Se las dejó en la frontera, a menudo sin apenas alimentos ni medio de transporte.
En su informe, titulado Mauritania: “Nadie quiere tener nada que ver con nosotros”. Arrestos y expulsiones colectivas de migrantes a quienes se ha negado la entrada en Europa, Amnistía Internacional expresa también preocupación por el hecho de que, en nombre de la lucha contra la migración irregular, las autoridades mauritanas hayan arrestado a ciudadanos de países de África Occidental que vivían en Mauritania y no parecía que tuvieran intención de marcharse del país. Algunas de estas personas han sido arrestadas en la calle o en sus casas, y a muchas, las fuerzas de seguridad mauritanas les han robado además sus posesiones.
Amnistía Internacional pide a las autoridades mauritanas que garanticen que sus fuerzas de seguridad respetan el derecho internacional.
Asimismo, la organización pide a la UE y a sus Estados miembros, especialmente a España, que asuman la responsabilidad de garantizar que las personas migrantes son tratadas de acuerdo con las normas internacionales de derechos humanos.
“Los Estados de la UE se están sirviendo de países como Mauritania para gestionar los flujos de migrantes que intentan entrar en Europa desde sus territorios. Los han convertido, de hecho, en los ‘policías de Europa’”, ha manifestado Salvatore Saguès.
Información complementaria
El extenso informe Mauritania: “Nadie quiere tener nada que ver con nosotros”. Arrestos y expulsiones colectivas de migrantes a quienes se ha negado la entrada en Europa (AFR 38/001/2008), publicado hoy, es el resultado de una visita de investigación que delegados de Amnistía Internacional realizaron a Mauritania en marzo de 2008, cuando entrevistaron a personas recluidas en el centro de detención de Nouadhibou, migrantes que habían sido acusados de intentar llegar a Europa a través de las Islas Canarias. Los delegados se reunieron también con altos cargos del gobierno mauritano y con representantes diplomáticos de España y Mauritania.
Mauritania, que ha mostrado siempre una actitud acogedora hacia gran número de ciudadanos de los países vecinos, firmó en 2003 un acuerdo con España que le obliga a readmitir en su territorio no sólo a ciudadanos mauritanos, sino también a los de terceros países si se verifica o se sospecha que intentaban viajar a España desde la costa mauritana. Asimismo, Mauritania ha accedido a la presencia en su suelo de un avión y un helicóptero, desplegados en el contexto de una operación emprendida por la UE con objeto de controlar sus fronteras exteriores.
López Garrido aseguró que ya no quedan desacuerdos entre España y Francia sobre el texto.
Confirmó que el borrador ya no menciona el contrato de integración para los inmigrantes legales que París había incluido en su propuesta inicial y que España rechazaba, y que en la lucha contra la inmigración ilegal también se ha resuelto la discrepancia inicial en materia de regularizaciones.
'La lucha contra la inmigración irregular es uno de los principios esenciales del texto. Estamos de acuerdo en que hay una inmigración positiva para los Estados europeos' y en que 'la inmigración debe ser concertada en función de todas las necesidades del mercado laboral', explicó López Garrido.
'Creo que el Consejo europeo de octubre va a aprobar el principio de limitarse a regularizaciones caso por caso, no generales', dentro de 'las legislaciones nacionales, por motivos humanitarios o económicos', afirmó.
Respondió de forma afirmativa al ser preguntado sobre si respalda la concepción defendida por el Gobierno francés de una inmigración escogida en lugar de sufrida y encaminada a favorecer la inmigración laboral a expensas de la reunificación familiar.
'Hay que resolver el tema de la inmigración legal' según 'las necesidades y prioridades y las capacidades de acogida determinadas por cada Estado miembro y enriquecer la integración', dijo López Garrido.
Señaló que el principio de la política de integración en función de 'todas las necesidades del mercado de trabajo' y 'el principio de una política de inmigración concertada' según 'el impacto que puede tener en los otros Estados miembros, es un principio compartido por España y Francia'.
Por otra parte, negó que la polémica directiva europea sobre el retorno, adoptada por el Parlamento europeo y criticada por países latinoamericanos y otros, sea un endurecimiento de las condiciones de expulsión de ilegales y calificó de 'avance' la existencia de 'garantías para todos los procedimientos de expulsión en Europa'.
Señaló que el Gobierno español ha tenido una reunión 'muy positiva' con los embajadores latinoamericanos en Madrid para 'tranquilizarles' sobre el contenido de la directiva, que, a su juicio, ha sido interpretada de forma incorrecta por medios de comunicación.
La directiva, entre otros puntos, permite la retención de inmigrantes indocumentados hasta un máximo de 18 meses.
Preguntado sobre este punto, López Garrido argumentó que 'no es una regresión' y dijo que no se aplica a países como España y Francia que tienen 'procedimientos de expulsión con más garantías'.
'No se puede utilizar la directiva para un endurecimiento de los procedimientos de expulsión', sentenció el secretario de Estado.
Además, invita a los países de la UE a poner en marcha "políticas ambiciosas para favorecer la integración armónica en sus países de acogida de los inmigrantes, con la perspectiva de que se instalen de manera duradera".
Estas políticas, deben descansar en el equilibrio de los "derechos" de los inmigrantes, como el acceso a la educación, al trabajo, la seguridad y a los servicios públicos y sociales, y de sus "deberes", entre los que menciona el respeto a "las leyes del país de acogida".
Comporta también medidas específicas para favorecer "el aprendizaje de la lengua y el acceso al empleo, factores esenciales de la integración" y pondrán igualmente el acento en el respeto a las "identidades" de los Estados miembros de la UE, así como a sus "valores fundamentales", como los derechos humanos, la libertad de opinión, la tolerancia, la igualdad entre hombres y mujeres y la obligación de escolarizar a sus hijos.
Luchar contra la inmigración ilegal
El Pacto refleja la necesidad de luchar contra la inmigración ilegal, básicamente garantizando el regreso de los irregulares a sus países de origen o tránsito y pide cooperación entre los Estados miembros para que los extranjeros en situación irregular abandonen el territorio.
Todo ello se argumenta porque la Unión Europea no tiene los medios para acoger dignamente a todos los inmigrantes y advierte de que una inmigración mal gestionada puede afectar a la cohesión social del país de destino. En este sentido, reclama tener en cuenta las capacidades de acogida del mercado de trabajo, los servicios sanitarios, escolares y sociales.
Recuerda que el comportamiento de un Estado "puede afectar a los intereses de los otros" y que, por tanto, es "imperativo" que cada Estado miembro tenga en cuenta los intereses de sus socios en la definición y aplicación de sus políticas de inmigración, integración y asilo.
Igualmente, resalta que las migraciones internacionales pueden ser una oportunidad porque son "un factor de intercambio humano y económico" y "contribuyen al crecimiento económico" de la UE y de sus Estados miembros.
La directiva permite la expulsión de menores a un país distinto del de origen, aunque no tengan ninguna vinculación familiar. También autoriza las detenciones de hasta 18 meses y la prohibición para los expulsados de entrar en la UE en cinco años. Fue aprobada por 369 votos a favor y 197 en contra, con un amplio apoyo de los conservadores y liberales. Los socialistas votaron divididos, según estuvieran o no en el Gobierno; de ellos, un centenar votó en contra, 49 se abstuvieron y 34 votaron a favor.
El pasado miércoles, una representación de altos funcionarios de la Comisión Europea mantuvo un encuentro con los embajadores latinoamericanos ante la UE para abordar el impacto de la directiva. Jorge Remes Lenicov, embajador de Argentina, que preside el grupo de representantes latinoamericanos, manifestó su sorpresa porque el asunto no se trató en la cumbre de América Latina-UE celebrada en Lima. El embajador apuntó que "todos los organismos latinoamericanos [Grupo Río, Aladi, Sica, Lacan, OEA y Mercosur] habían rechazado la directiva, recordando que se tenían que respetar los derechos humanos, tanto de los inmigrantes legales como ilegales". "La reunión tuvo un final positivo", señaló Remes, "porque los representantes de la Comisión indicaron que la directiva se aplicaría con flexibilidad a los latinoamericanos, debido a que se integraban bien y no significaban ningún problema". Los embajadores agradecieron las explicaciones de los altos funcionarios comunitarios, pero "echaron en falta detalles cuantitativos sobre el impacto de la directiva sobre los inmigrantes que se encuentren en situación ilegal".
De acuerdo con las propias declaraciones de los rescatados en la patera viajaban 37 personas, catorce de ellas habrían caído al mar durante la travesía.
El subdelegado del Gobierno en Granada, Antonio Cruz, ha explicado que los dispositivos de búsqueda desplegados continúan el rastreo y que los inmigrantes son de nacionalidad nigeriana.
Salvamento Marítimo considera prácticamente nulas las posibilidades de encontrar a alguien con vida o algún cuerpo dadas las adversas condiciones del mar, que dificulta las tareas de rescate.
El dispositivo de búsqueda está integrado por el remolcador R-5 y el avión de Salvamento Marítimo Serviola 2, y por la patrullera Río Aragón de la Guardia Civil.
Un centenar de inmigrantes
A los 37 inmigrantes que viajaban en el cayuco que ha naufragado en Granada hay que sumar otras llegadas en las últimas horas. Un cayuco con 65 personas fue avistado desde un avión del Servicio Aéreo de Rescate (SAR) e interceptado por el Punta Salinas, embarcación en la que llegaron al puerto de Los Cristianos, en el municipio de Arona.
Al parecer son todos mayores de edad y se encuentran en buen estado de salud. Con estos suman ya 98 personas que han llegado a las costas españolas en las últimas horas.
El corresponsal de la cadena en Bogotá aseguró que una fuente militar le mostró un vídeo y tres fotografías que demostrarían el uso de estos emblemas durante la llamada 'Operación Jaque'. Según el periodista, esa fuente quiso venderle las supuestas pruebas, pero decidió no comprarlas y tampoco comprobó su veracidad.
Uno de los dos guerrilleros de las FARC que fue detenido durante la operación el pasado 2 de julio aseguró en su comparecencia ante la Fiscalía General de la Nación que parte de su confusión se originó por el uso de los emblemas de una supuesta comisión humanitaria que, en ese momento, no identificó.
De acuerdo con las normas del Derecho Internacional Humanitario, el uso de los emblemas del Comité Internacional de la Cruz Roja en operaciones diferentes a las humanitarias se consideran "perfidia" y una violación de la Convención de Ginebra, que puede ser sancionada en los tribunales internacionales como "delito de guerra".
La cadena añade que en el vídeo que ofreció el Gobierno colombiano con las imágenes del rescate aparece un supuesto militar con un brazalete en el que se puede ver parte de lo que parece el logotipo del Comité Internacional de Cruz Roja.
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