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Israel: Es más fácil matar al mensajero |
Las fuerzas de seguridad de Israel tienen muchas explicaciones que dar tras el ataque al corresponsal de IPS Mohammed Omer, pero no están haciendo un buen trabajo al respecto.
Omer fue obligado a desnudarse y luego golpeado por personal de seguridad israelí en la frontera entre Jordania e Israel, en el trayecto de regreso a su hogar en la franja de Gaza.
El periodista volvía de un viaje a Europa, donde expuso a parlamentarios sobre la situación en Gaza. En Londres recibió el Premio Martha Gellhorn de Periodismo 2008, compartido con otro corresponsal de IPS, Dahr Jamail.
Omer relató que el personal de seguridad lo insultó, lo registró a punta de pistola y lo golpeó. Luego, debió ser hospitalizado con costillas fracturadas.
Funcionarios israelíes negaron que el periodista hubiera sido maltratado. Argumentaron que Omer "perdió el equilibrio" luego de ser registrado "ante la sospecha de que estaba contrabandeando artículos ilegales".
Los funcionarios no pudieron explicar cómo fue que Omer, quien aún se encuentra hospitalizado, "perdió el equilibrio", se fracturó las costillas y recibió golpes en uno de sus brazos en la "caída".
Tampoco aclararon qué artículos ilegales podría haber estado contrabandeando. El periodista fue atacado luego de que sus pertenencias fueran registradas dos veces y colocadas en un aparato de rayos X. Los funcionarios israelíes sólo dijeron que continuarían investigando.
La agresión que sufrió Omer no es inusual. Organizaciones de derechos humanos internacionales e israelíes han acusado a Israel de abusar y maltratar sistemáticamente a palestinos, en puestos fronterizos y durante arrestos.
Reporteros sin Fronteras condenó "la conducta abusiva de los agentes de seguridad israelíes hacia los periodistas palestinos que se trasladan por los territorios de Gaza y Cisjordania o vuelven de viajes al exterior".
La organización señaló que había registrado "cinco incidentes de arresto arbitrario en los últimos 10 días. Un periodista continúa detenido, mientras que otro debió ser hospitalizado tras recibir un trato brutal y humillante en un puesto de control israelí, a manos de miembros del Shin Bet", el servicio de seguridad interna.
Lo que convirtió al caso de Omer en un problema para la maquinaria israelí de relaciones públicas fue la amplia atención que le brindaron los medios de prensa locales e internacionales. Los diarios londinenses The Guardian y The Independent informaron extensamente sobre los abusos sufridos por el periodista.
Además, el pedido del Ministerio de Relaciones Exteriores holandés de una investigación sobre el episodio representó una presión adicional sobre el gobierno israelí, que mantiene buenas relaciones con el país europeo.
El gobierno de Israel realiza grandes esfuerzos para ganar los corazones e influir en las mentes del público internacional y, más importante aún, sus gobiernos, especialmente en Estados Unidos.
Por esta razón no observa con simpatía a las organizaciones o individuos que muestran al Estado judío bajo una luz crítica. Días atrás impidió que una delegación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) visitara los territorios palestinos.
"Las autoridades israelíes no ofrecieron ninguna explicación, porque no recocieron nuestro mandato", dijo Prasad Kariyawasam, líder de la delegación de la ONU.
No fue la primera vez. También se negó la entrada a Richard Falk, profesor emérito de derecho internacional de la Universidad de Princeton y relator especial sobre Derechos Humanos de la ONU en los territorios ocupados.
Su predecesor, el sudafricano John Dugard, también es persona no grata. Trazó paralelismos entre el tratamiento de los palestinos por parte de Israel y el que recibía la mayoría negra de su país durante el régimen de segregación racial institucionalizada conocido como apartheid, vigente hasta 1994.
El obispo sudafricano Desmond Tutu debió ingresar a Gaza desde Egipto, con el fin de conducir una investigación para la ONU sobre el asesinato de una familia palestina a manos de israelíes, en dudosas circunstancias.
El trabajo de Omer sobre la situación política y humanitaria en los territorios palestinos es una amenaza para los esfuerzos israelíes de relaciones públicas.
La experiencia vivida por Omer es parte de un patrón más amplio y que se mantiene en el tiempo. Para la organización de derechos humanos israelí B'Tselem, las fuerzas de seguridad se han visto envueltas regularmente en el asesinato indiscriminado de civiles palestinos.
"Hemos pedido a la Corte Suprema que pida a las fuerzas de seguridad la investigación de todas y cada una de las muertes de civiles palestinos, cosa que ahora no ocurre porque Israel define la situación como un conflicto armado en el que 'daños colaterales' ocurren", dijo a IPS la directora de B'Tselem, Jessica Montell.
Activistas de derechos humanos acusan a Israel de fomentar una actitud de impunidad en sus fuerzas de seguridad.
Raramente los responsables de los abusos son llevados ante la justicia y cuando eso ocurre reciben sentencias leves, en comparación con las impuestas a palestinos que cometen actos de violencia contra israelíes.
En los últimos años, la organización de derechos humanos israelí Yesh Din ha ayudado a palestinos a presentar cargos contra colonos judíos y militares en Cisjordania.
"La tasa de condenas es de alrededor de 10 por ciento, a causa de lo que nosotros consideramos investigaciones no profesionales", dijo a IPS el director de investigaciones de Yesh Din, Lior Yavne.
El personal de seguridad israelí tiene una enorme libertad en el tratamiento de las personas que cruzan la frontera. Y, a causa de las legítimas preocupaciones por la seguridad, pueden hacer un uso abusivo de esos poderes, incluso con personas que consideran que podrían representar mala publicidad, según periodistas que han sido víctimas de malos tratos.
"Los israelíes me castigan por el trabajo que realizo", dijo Omer a IPS desde el hospital en el que está internado. "Pero no van a quebrarme. Tan pronto me mejore volveré a informar sobre lo que está ocurriendo. Han logrado que mi determinación sea ahora mayor que nunca", afirmó.
Etiquetas: conocimiento, memoria, multitud, politica, violencia.
En el ataque de miércoles, Hussam Dwayat, de 30 años, condujo una cargadora sobre ruedas de grandes proporciones en contra de vehículos y peatones, volcando un autobús, aplastando automóviles y lesionando a peatones. Tres personas murieron antes que elementos de seguridad israelíes lo mataron a disparos.
La policía dijo creer que Dwayat actuó solo y que no tiene relación con ningún grupo de milicianos palestinos.
Aunque las autoridades de la ciudad no revelaron ningún posible motivo del atacante, confirmaron que en 2005 se emitió una orden para demoler la casa de Dwayat porque la construyó ilegalmente.
Dwayat ganó un amparo en la corte, pero se le ordenó pagar decenas de miles de dólares en multas. Muchos palestinos construyen ilegalmente en Jerusalén, alegando que es muy difícil para ellos obtener permisos de las autoridades israelíes.
El líder palestino Mahmoud Abbas condenó el jueves el ataque, al decir: ``Queremos soluciones pacíficas a través de negociaciones''.
El ataque ocurrió en una zona de Jerusalén donde se construye un nuevo sistema de trenes. El proyecto ha convertido muchas partes de la ciudad en zonas de construcción.
Hussam Duwiyat, residente en la aldea de Tzur Baher, arremetió ayer con una excavadora contra una multitud en el centro de Jerusalén antes de ser ultimado a balazos por la policía.
El vicejefe del gobierno propuso dar el mismo tratamiento a los vecindarios de Yabel Mukaber y Tzur Baher, y a otros enclaves en esa área, que a las ciudades cisjordanas de Ramallah, Belén, Jenin y Naplusa, sometidas a restricciones y hostigamientos constantes.
Más de 500 puntos de control dispersos en toda Cisjordania y la construcción desde 2003 de un muro de separación de más de tres metros de alto y 650 kilómetros impiden el libre movimiento de sus habitantes dentro y hacia Israel.
La medida –según Ramón- debe extenderse también a los residentes de Yabel Mukaber, de donde provinieron los asaltantes que dieron muerte en marzo a ocho estudiantes de un colegio de rabinos.
El primer ministro, Ehud Olmert, indicó ayer a sus ministros y asesores estudiar la posibilidad de demoler la vivienda del palestino atacante con la excavadora y suspender a la familia los beneficios de la seguridad social.
Olmert recordó el ataque de marzo pasado contra una escuela talmúdica en Jerusalén perpetrado por un palestino que vivía en la parte oriental, y que dejó ocho muertos. "El terrorista venía del interior de Israel (...) y no es como los atentados perpretrados por palestinos que logran atravesar el muro de seguridad (...) no pensábamos que tendríamos que preocuparnos de la población que está de nuestro lado del muro", sostuvo.
Unos 250.000 palestinos viven en Jerusalén este ocupada y anexada por Israel en 1967. Tienen documento de identidad israelí que les otorga diversas facilidades como libertad de circulación en Israel, subsidios familiares y seguro médico.
Las autoridades israelíes estudiaban el jueves la posibilidad de demoler la casa del palestino que el miércoles atacó el centro de Jerusalén conduciendo una excavadora, con la cual mató a tres israelíes e hirió a una cuarentena, antes de ser abatido por un policía de élite.
El fiscal general del Estado y responsables políticos y militares discutían la generalización de una sanción de esa índole, tal como le solicitó el gobierno.
"Tras un pedido del gobierno, el fiscal general del Estado, Menahem Mazuz, examinaba el jueves los problemas legales que plantearía la destrucción de viviendas en Jerusalén", indicó el portavoz del ministerio israelí de Justicia, Moshé Cohen.
Precisó que luego, las recomendaciones serán presentadas al gobierno.
En 2005, el general Moshe Yaalon, un ex jefe de estado mayor, había ordenado el fin de esta práctica, pues una comisión investigadora militar había llegado a la conclusión de que en lugar de ser disuasiva, conducía a los palestinos a perpetrar atentados.
El autor del atentado del miércoles en la calle Jaffa, la principal arteria comercial de Jerusalén, Hossam Dwayyat, de 30 años y padre de dos niños, vivía en Sur Baher, una aldea situada en Jerusalén este. Según el comandante en jefe de la policía israelí, Dudi Cohen, tenía antecedentes penales y probablemente actuó "en forma aislada", ya que no estaba vinculado a ninguna organización palestina armada.
Obedeciendo a las órdenes de la policía israelí, su familia desarmó la tienda de campaña de duelo que había instalado en Sur Baher, frente a la casa de su tío, que fue detenido, constató un periodista de la AFP.
El ministro israelí de Asuntos Sociales, Yitzhak Herzog, suprimió los subsidios familiares que recibía la familia de Dwayyat, indicó a la AFP uno de sus colaboradores.
Las formaciones de oposición de derecha inmpulsan seis proyectos de ley para privar a las familias de los terroristas de la ciudadanía israelí y de los derechos que la misma conlleva.
El número dos del gabinete israelí, Haim Ramon, declaró a los periodistas que "sería justo que la casa del terrorista con la excavadora fuera destruida, pero eso no impedirá el siguiente atentado".
De acuerdo con Meir Margalit, portavoz del Comité contra las Destrucciones de Casas, esa medida, heredada de las leyes de emergencia del mandato británico sobre Palestina, constituye "un castigo colectivo".
El palestino de 30 años vivía en Sur Baher, en la parte este, y había trabajado con compañías de construcción israelíes durante 15 años. Ayer condujo la excavadora contra un micro en medio de la ciudad, antes de que un policía de civil y un soldado lo abatieran.
Si bien los funcionarios israelíes describieron al incidente como acto terrorista, la policía cree que Dwaith actuaba solo y que no estaba afiliado a ningún grupo islámico. Su familia reforzó esa idea.
Aunque se había casado y tenía dos hijos pequeños, su familia reveló que estaba loco de amor por una mujer joven que vivió con sus padres un mes. Pero un día, un grupo radical israelí al que pertenecía la encontró y la devolvió a su familia. Poco después Hussam Dwaith era encarcelado por tenencia de drogas, pero la pérdida de la muchacha lo dejó peor aún.
Cuando salió de la prisión estuvo siempre solo, se lo vio confuso y nervioso. Ese día había desayunado con su familia y luego sucedió el ataque. De esta manera, se rechaza que en realidad fuera responsabilidad de las Brigadas de Liberación de la Galilea, una facción armada de palestinos con ciudadanía israelí, que ayer reclamó autoría.
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