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El verdadero rostro del capitalismo

"Tras 1989, los poderosos han dejado de tener miedo: Todo lo que hizo que la democracia occidental mereciera ser vivida por su gente (la seguridad social, el Estado del bienestar, unos ingresos altos y aumento para sus asalariados y su consecuencia natural, la disminución de la desigualdad social y las oportunidades de vida) fue el resultado del MIEDO".

ROBEN BLAKBURN: Después de la caída. El fracaso del comunismo y el futuro del socialismo. Ed. Critica. Barcelona 1993.

LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS NO BENEFICIAN AL HOMBRE SINO AL SISTEMA

El capitalismo ha sido para el planeta como un virus que lo ha ido infectando poco a pocoa partir de los primeros focos infecciosos en Europa. En capitalismo el ingenio humano, el avance tecnológico, el dominio de la naturaleza sirven por extender su área de influencia y someter y aniquilar cualquier opositor. Las cañoneras, el terror tecnológico, el expolio tecnológico y la explotación tecnológica han sido los embajadores de la llegada del capital en cualquier parte del planeta.

En capitalismo, el ahorro de trabajo que permiten las nuevas tecnologías no se traduce nunca en más ocio o más relajación sino en más angustia e insatisfacción. El ahorro de trabajo sólo quiere decir más paro y miseria para una gran mayoría de la población. No es extraño que la nueva maquinaria a menudo haya despertado justificada desconfianza entre los trabajadores. El sistema sólo admite en determinadas circunstancias excepcionales relajar la presión sobre limitados grupos de trabajadores como consecuencia de la resistencia organizada de aquellos, o como compensación transitoria de su colaboración en la conquista, anexión o saqueo de otros países, en la explotación de otros trabajadores, en la destrucción de otras culturas, de otras civilizaciones.

LAS CRISIS SON ENDÉMICAS

El sistema capitalista funciona a bandazos. Los avances tecnológicos permiten producir más, pero la apropiación de la mayoría de la riqueza por parte de muy pocos provoca que buena parte de la producción se quede sin vender. Son las crisis de superproducción que hacen quebrar las empresas menos "competitivas" abocando más y más trabajadores al paro con lo cual las ventas caen todavía más. Se producen espirales depresivas que no se rompen fácilmente. En estos remolinos los grupos limitados de trabajadores que vivían con cierta decencia, acaban cayendo también dentro el agujero de la recesión.

Para salir de las crisis hacen falta estímulos externos al sistema que rompan el círculo vicioso. Mientras las crisis eran pequeñas los estímulos externos guardaban proporción con ellas. A menudo se superaban a través de una expansión adicional del sistema. Pero a medida que la infección capitalista se ha ido extendiendo por el planeta el sistema se ha globalizado, las crisis son cada vez más serias (la gran depresión de los años treinta) y los remedios cada vez más escasos y drásticos. Cuando la expansión ya no es posible el sistema sólo es capaz de salir de la depresión mediante fórmulas de destrucción masiva (guerras mundiales). Durante los años treinta los capitalistas se apiñaron a cubierto de estados patriarcales para lanzarse a una orgía de destrucción y admitiendo ciertas concesiones a los trabajadores "nacionales" que daban su sangre "por la patria".

EL MIEDO DEL CAPITAL: EL CAPITALISMO CON ROSTRO HUMANO

Tras los grandes desastres de la 2a guerra mundial, el capitalismo, que ya apuntaba directo al pecho del planeta, se puso a la defensiva. El socialismo avanzaba por todas partes frente los entuertos del sistema. De la primera guerra mundial había surgido la revolución en Rusia. De la segunda la destruida Europa estaba madura para otra revolución. El capital se puso a la defensiva. Se disfrazó. Se vio apremiado a admitir regulaciones que frenaban la acumulación exclusiva de toda la riqueza en sus manos. Empezó la etapa del Estado del Bienestar. La seguridad del puesto de trabajo, la medicina y la escuela pública, el sistema de pensiones... que sido la bandera del socialismo, mira por dónde, se conseguían sin necesidad de acabar con el sistema capitalista.

El capital, bajo la amenaza del socialismo se disfrazaba de una clase de capitalismo con rostro humano y se avenía a frenar su irrefrenable voracidad cediendo una parte limitada de la riqueza a los sectores más peligrosos de la clase trabajadora. Paradójicamente gracias a esta presión del socialismo el sistema experimentará la más larga etapa de estabilidad global de su ajetreada historia. La redistribución de la riqueza que el miedo al socialismo hizo posible, generaba un flujo constante de demanda que suavizaba las crisis de superproducción. El Estado (del bienestar) mismo actuaba como un consumidor gigantesco capaz de devorar todo excedente que fuera capaz de generar el mercado. Los sectores obreros beneficiarios del Estado del bienestar miraban a otra parte mientras el sistema continuaba sus desmanes en el resto del mundo.

LA COEXISTENCIA SOCIALISTA

El pensamiento y la acción socialista optó mayoritariamente por la coexistencia con el capitalismo. El estalinismo pretendió hacer del socialismo una mecánica por acelerar el crecimiento y el poder económico de una nación para ponerse a la altura del rival capitalista. Intentaron sustituir los sutiles mecanismos de la explotación capitalista por complicados sistemas de explotación planificada y totalitaria. Fracasados, desprestigiados, los países del "socialismo real" han caído como las fichas del domino frente el modelo que, debido a su propia existencia, habían contribuido a disfrazar y reforzar. Atrás dejan campos agotados, ciudades y centros industriales contaminados, lagos desecados y polucionados, corrupción, terror, el gulak, poblaciones desilusionadas, alcoholizadas, desorientadas y, sobre todo, la sensación tremenda del fracaso del socialismo que ha caído como una enorme losa sobre la tradición de defensa socialista frente al capitalismo.

LA CAÍDA DEL SOCIALISMO Y EL FIN DEL DISFRAZ.
EL CAPITAL HA PERDIDO EL MIEDO.
LAS MULTINACIONALES "PASAN" DE SUS PAÍSES DE ORIGEN.


El capital se ha internacionalizado. Las multinacionales campan libremente por todo el planeta. Durante los años de la coexistencia pacifica y la guerra fría el capital fue diseñando varios mecanismos para escapar al control de los gobiernos a menudo demasiado inclinados al control de sus operaciones. Hoy en día, eliminado el peligro rojo, el capital está en condiciones de penalizar a cualquier nación que intente poner pegas a su operativa.

No es extraño que muchos americanos se están dando cuenta de que las multinacionales USA están dejándoles sin trabajo y sin sueldo. Ralph Gomory, antiguo ejecutivo de IBM y W. Baumol, que fuera presidente de la American Economic Association, en su libro "Global Trade and Conflicting National Interest" publicado en el 2000, denuncian que la globalización inducida por las multinacionales, americanas incluidas, ha tenido un impacto destructivo en la prosperidad del pueblo americano. Se les ponen los pelos de punta cuando Apple, Cisco y Microsoft montan réplicas del Silicon Valley en la India o China se convierte en el núcleo global de producción de semiconductores. ¿En qué va a quedar la "hegemonía americana"?.

Las multinacionales disponen de potentes departamentos de lobbying para influir en la decisiones de los gobiernos y sobre todo sobre las agencias internacionales para que legislen a su favor, desregulen a su gusto y hagan la vista gorda a sus desmanes. La UE, las agencias de la ONU, la OCDE, el BM y el FMI, la Organización Internacional de Comercio, ect. se han convertido en títeres de las multinacionales.

Las nuevas tecnologías permiten al capital unos niveles de volatilidad (deslocalización, control centralizado a escala planetaria, opacidad, paraísos fiscales, ...) que hacen imposible su control.

Además, el capital ya no está dispuesto a pagar impuestos. Se va a los países dónde sólo los pagan los obreros, se le facilitan infraestructuras y subvenciones y garantías de sumisión de la fuerza laboral, para que se decida a aterrizar y se le asegure la casi inexistencia de controles a su operativa.

Toda una red de paraísos fiscales uniformemente distribuidos por todo el orbe permiten ocultar segura y fácilmente el botín acumulado.

El capital, amo y señor del planeta, está hoy pasando factura a los obreros que tanto miedo le provocaron durante los años de la posguerra. A estos obreros de 1a les está recordando que existen obreros de 2a y de 3a que están dispuestos a trabajar 16, 18 horas, y que los niños también trabajan, por una vigésima parte de lo que se cobra en el primer mundo.(Wal Mart lo sabe muy bien). El capital puede presumir de ser más igualitarista que los socialistas. Porque debe ganar más un obrero alemán que uno de polaco o uno de chino?

En la fase actual la presión ideológica en pro del individualismo del consumidor frente a la solidaridad de los productores es apabullante. Y ya tenemos el día del consumidor (15 de marzo).

EL CAPITAL YA NO TEME A LA GRAN DEPRESIÓN

En estas condiciones no es extraño que el capital no tema demasiado las posibles consecuencias (levantamientos, huelgas, revoluciones políticas. etc.) de la depresión. Se tratará de protestas aisladas y localizadas frente a su dominio global del planeta. Además la depresión es un medio ideal por hacer grandes negocios. Superados los primeros sustos.

La crisis es consustancial al funcionamiento del sistema. El paro rompe la resistencia obrera y nadie es más feliz "combatiente el paro" que los representantes del capital ofreciendo "contratas basura" a la juventud. La quiebra de los competidores es el mecanismo de acumulación más rápida que tiene un sistema que tiene como única consigna: acumular y acumular.

Se pueden producir pánicos enormes, caídas descomunales pero este es el medio dónde el mundo se hace más y más capitalista, donde los fuertes canibalizan a los competidores debilitados. Entonces las bolsas suben 10 puntos por cada 100.000 desempleados adicionales. Se ha acuñado el término "despido bursátil" que indica a los mercados que los beneficios se mantendrán a toda costa. Durante 1993 los analistas financieros comprobaban que las bolsas registraban las subidas más fuertes cuando más hondas eran las perspectivas económicas de los países. en España precisamente, durante las semanas previas a la huelga general del 27 de enero, se registraban sucesivos máximos históricos mientras el índice de paro se cercaba a los 3 millones.

Depresión quiere decir paro y el paro puede generar beneficios por que rinde a los obreros. Hoy día el “crecimiento” es un indicador estadístico de una creciente desigualdad. Para el capital se trata de producir para los ricos dejando a la gran mayoría de la poblaciónen la miseria. Los mercados interiores de los países están siendo abandonados en favor de la producción para consumidores de lujo. Tendremos pues beneficios con depresión, beneficios con paro y beneficios con miseria generalizada.

LAS PERSPECTIVAS

Lo que más desanima es que a pesar de la enorme e irreparable magnitud de los daños que ha infringido el capitalismo al planeta y a la humanidad, el sistema se ha rejuvenecido y ataca con más voracidad que nunca. El sistema se está cargando literalmente al planeta y someterá brutalmente a la mayoría de sus habitantes a la miseria más absoluta. Estamos asistiendo a la fase más salvaje de su corta historia porque difícilmente este planeta puede aguantar alguna agresión peor.

Durante el final del siglo XX todos los indicadores económicos, sociales, ecológicos y demográficos estaban en números rojos y hoy siguen estándolo. Pero el peor de todos es el estado de los anticuerpos socialistas. Desde el principio las tareas que se marcó el socialismo fueron las de reparar los males provocados por el capitalismo. Pero predominó la tendencia a enmendarlo sin superarlo. Cómo hemos visto esta opción resultó fatal. Hoy la enorme magnitud de los daños es ya irreparable.

La mentalidad de los primeros socialistas era la de conseguir el mejor de los mundos posibles. Pero para muchos el capitalismo se consideraba incluso como una fase necesaria de la historia de la humanidad que habría contribuido al desarrollo económico que los socialistas se encargarían de racionalizar.

Tras más de un siglo de lucha contra el sistema, este no ha hecho más que crecer y crecer, corrompiendo hasta el último reducto del planeta. La coexistencia, la reforma, no han hecho más que reforzarlo para que en el momento adecuado coja más empuje. La desorientación es hoy tremenda. La socialdemocracia actual recula una y otra vez frente la prepotencia del capital y en numerosos casos (España, Portugal, Francia, Grecia, Polonia, ...) se está prestando a actuar como un eficaz instrumento de autoliquidación de las conquistas históricas de la clase obrera, como si un virus neoliberal reconvirtiera la estructura genética de organismos creados para la defensa de la clase obrera, para que trabajen en su autodestrucción.

¿Que hacer?

Debemos tener claro que la depresión en qué estamos cayendo será la GRAN DEPRESIÓN del siglo. Los niveles de paro y de miseria en los próximos años no tendrán equivalente con ninguna experiencia histórica. Sin ideología socialista los desempleados pronto pasan a ser marginados incapaces de reaccionar y la capacidad de resistencia de los que todavía trabajan será cada vez más exigua a medida que se vayan liquidando las conquistas sociales del siglo XX.

Las nuevas tecnologías permiten crear mundos virtuales dónde los pocos que escapan a la miseria pueden traer una vida despreocupada en el que creen que es el mejor de los mundos posibles.

En Brasil y en general a toda Sur-América ya se vive así. Distritos de ricos rodeados de vallas electrificadas, perros y guardas de seguridad, permiten a unos cuántos privilegiados darse la gran vida dónde justo a unas pocas calles los "meninos da rua" (de 12 a 13 millones sólo en Brasil) arrastran su corta existencia hasta que alguien los mate para extraerles las córneas o algún órgano que necesita alguien del otro lado de la valla.

Lo único que puede frenar esta peligrosa pendiente por la que estamos cayendo es el resurgimiento de los ideales socialistas sobre las cenizas de la estalinismo y de la socialdemocracia. Sólo el socialismo libre de cualquier tipo de concesión al capitalismo podrá poner algo de orden en este planeta. Sólo la conciencia generalizada de que la enfermedad que nos afecta a todos es el capitalismo autodestructivo permitirá preparar el antídoto antes de que este virus acabe con todos nosotros.

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  Anónimo

domingo, 15 junio, 2008  

  Anónimo

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