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Osama Bin Laden y el perro de Pavlov |
El 11-S no solamente instaló un nuevo sistema de control social por medio de la manipulación mediática con el "terrorismo", sino que además inauguró un "nuevo orden internacional" (sustitutivo de la "guerra fría") basado en la "guerra contraterrorista" que sirve de justificación a las nuevas estrategias expansionistas del imperio norteamericano y de las trasnacionales y bancos sionistas. Como el perro de Pavlov, los norteamericanos y europeos (y el mundo colonizado mediáticamente) segregan adrenalina y consumen "terrorismo condicionado", como si fuera verdadero gracias al sistema de inducción mediática montado por las cadenas sionistas a escala planetaria.Todo el proceso de "terrorismo mediático" con Al Qaeda y Bin Laden, desde el 11-S en adelante, se desarrolla en los medios de comunicación, principalmente en las cadenas televisivas, que trasmiten en vivo las imágenes de destrucción que a través de un ida y vuelta -feed baack- generan masivamente la psicosis terrorista a escala planetaria.
Sin la "globalización de la imagen", a Washington y a la CIA les hubiera sido imposible crear la figura de Bin Laden como el mítico "enemigo número uno de la humanidad" tras la voladura de las Torres Gemelas, iniciando así la era de la utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de manipulación y control social.
Bin Laden y la red Al Qaeda fueron fabricados de acuerdo a las necesidades del "nuevo enemigo", que el imperio necesitaba (tras la caída de la URSS) mostrar a la sociedad después de los atentados del 11-S, y que la inteligencia norteamericana utilizó para conseguir consenso local e internacional a sus nuevas políticas de invasión militar.
Los intelectuales y los periodistas rentados se encargaron de construirle un "perfil" a tono con los gustos consumistas de la opinión pública, y sin mostrar las redes vinculantes de su biografía con la CIA y con las políticas colonizadoras de EEUU en el mundo árabe y musulmán.
La impunidad y el uso intensivo del "terrorismo mediático" se posibilita y potencializa por la complicidad de la prensa del sistema y de sus "analistas" que sólo difunden las noticias y la "versión oficial" de las amenazas y los atentados terroristas desde el 11-S hasta aquí.
Además, el aparato mediático sionista de la prensa internacional y local silencia sistemáticamente las investigaciones y testimonios que prueban la relación histórica de Bin Laden y Al Qaeda con la CIA, además del carácter de "autoatentado" que revistió el ataque contra las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001.
En este contexto (y sin ningún análisis que le otorgue comprensión totalizada) una noticia sobre terrorismo sólo puede ser tapada con otra noticia sobre terrorismo.
La "psicosis terrorista" es alimentada a su vez, y como si fuera una novela de espionaje, por rumores de nuevos ataques de Al Qaeda, cacería de supuestos culpables, e imaginarias "pistas árabes" o "conexiones islámicas" salidas de misteriosos archivos "secretos" de los servicios de inteligencia.
Los niveles de comprensión masiva sobre el "terrorismo de Al Qaeda" son pobres y lamentables: los analistas y periodistas del sistema comentan los acontecimientos según los principios y explicaciones de la "investigación oficial" de turno.
Repiten como monos parlantes lo que la CIA, el FBI, el M-16, Scoltland Yard y las usinas mediáticas de Washington les trasmiten a través de las "fuentes" y los comunicados oficiales.
Así como los atentados del 11-S en EEUU sirvieron para argumentar y justificar las invasiones de Irak y de Afganistán, el 11-M español y el 7-J británico sirvieron -en distintas etapas- para frenar caídas abruptas de la imagen de Bush, tanto en la campaña electoral para su reelección en 2004 como cuando se ha encontrado acorralado por denuncias y cuestionamientos a la ocupación militar de Irak.
Esta situación particular del "terrorismo mediático" como arma de manipulación política y social determina que sus causas y objetivos sólo puedan ser leídos en el plano mediático, y no en el marco del análisis político o estratégico convencional.
Esta manipulación, ha generado la dinámica política de la administración imperial (la de Bush, y también lo hará con la que le siga) que ha convertido el uso mediático del "terrorismo" en herramienta estratégica de Estado orientada a legitimar la conquista militar de países y de recursos estratégicos en nombre la "guerra contraterrorista".
En términos estratégicos, con la leyenda mediática de Bin Laden y el peligro del "terrorismo internacional" a partir del 11-S el Imperio norteamericano (potencia locomotora unipolar del capitalismo) define dos aspectos claves de su supervivencia como Estado imperial:
A) Lanzamiento de nuevas conquistas militares de mercados justificadas en la "guerra preventiva contra el terrorismo" y en la nueva doctrina de seguridad de EEUU emergente tras los atentados del 11-S.
B ) Aplicación de una nueva lógica represiva y de control político y social (sustitutiva de las "dictaduras militares" setentistas) en los países dependientes bajo el argumento del "combate contra el terrorismo".
En otras palabras, en un planeta sin "comunismo", sin golpes de estado militar ni guerras ínter-capitalistas, la leyenda mediática de Bin Laden y el "terrorismo internacional" sirven de justificación para el desarrollo expansivo de la industria militar y de las trasnacionales y bancos capitalistas que extraen su principal tasa de rentabilidad comercial de las guerras y los conflictos armados.
Osama y el perro de Pavlov
En la agenda de la inteligencia militar estadounidense Bin Laden obedece a dos tipos de construcciones.
Una verdadera, asociada con las redes secretas del terrorismo, y otra fabricada para consumo mediático.
En la primera, se indica que su formación de soldado terrorista proviene de los sótanos históricos de entrenamiento de la CIA.
Y en la segunda, las evidencias lo señalan como un espectro fantasmal sobre el cual se montan las campañas de la prensa sionista internacional con el "terrorismo mediático".
En consecuencia, Bin Laden, un producto "terrorista" salido de los laboratorios de la CIA tomó consistencia "mediática" a partir de su difusión masiva y planetaria repetida hasta el cansancio desde el 11-S hasta aquí.
Desde el punto de la comunicación estratégica, el líder de Al Qaeda fue fabricado de acuerdo a las necesidades del "nuevo enemigo", que el imperio necesitaba (tras la caída de la URSS) mostrar a la sociedad después de los atentados del 11-S, y que la inteligencia norteamericana utilizó para conseguir consenso local e internacional a sus nuevas políticas de invasión militar.
Bin Laden representa el producto acabado de la acción psicológica mediática orientada a direccionar conducta colectiva con fines políticos y de control social que los halcones de la Casa Blanca utilizaron en los momentos que la imagen de Bush decaía o que los problemas políticos estrangulaban a su administración.
Este costado mediático de la "leyenda Bin Laden" no fue suficientemente analizado o explorado por la prensa alternativa ni por los intelectuales críticos, más obsesionados por la figura "terrorista" de Bin Laden que por el uso mediático que hicieron EEUU, Europa y sus trasnacionales capitalistas de su leyenda y de las apariciones de Al Qaeda posteriores al 11-S.
El uso mediático-político de la figura de Osama por parte de la CIA, lo convirtió en la estrella de la psicosis de terror montada masivamente alrededor de su figura y de la "Red Al Qaeda" en los años que siguieron a los atentados del del 11-S.
A lo máximo que han llegado los críticos y analistas de Bin Laden y del 11-S es a lanzar acusaciones o a deslizar sospechas sobre el aprovechamiento político (y/o la participación como ejecutora) de la administración Bush en los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono.
Si bien el objetivo esencial de esos ataques fueron la invasión a Irak y Afganistán, Bin Laden y la "guerra contraterrorista global" sirvieron luego para un rediseño estratégico de las políticas de conquista militar de mercados y obraron como un nuevo marco de expansión y ganancias para los bancos y trasnacionales del sistema capitalista en su conjunto.
Tras el 11-S las "reapariciones" periódicas de Osama Bin Laden "amenazante" fueron un clásico en la prensa internacional.
Sus modus operandi fueron siempre los mismos:
Aparece, amenaza a Europa y a Estados Unidos con la guerra santa, promete atentados, asesinatos en masa con armas químicas y biológicas, y luego desaparece tan misteriosamente como había llegado.
Su imagen, recreada hasta el cansancio por las pantallas de TV., ya resulta tan "familiar" como la del Che o la de Jesucristo.
Sus "apariciones" en videos de dudoso origen, y en cadenas falsamente opositoras a EEUU como Al Jazzeera, siempre generan inquietud y estados de "alerta rojo" en EE.UU. y en las metrópolis europeas.
El desarrollo secuencial de sus apariciones tras el 11-S siempre obedecieron a un mismo patrón.
Al Jazeera muestra los videos con sus comunicados y amenazas, las cadenas estadounidenses y europeas los difunden por todo el mundo, y la CIA -con el resto de los servicios de inteligencia de las potencias centrales- anuncia todo tipo de catástrofes terroristas en ciernes, principalmente en Estados Unidos o Europa.
Después sólo hay que "relacionar" el recuerdo real de las masacres explosivas del 11-S, el 11-M, o el 7-J con la "imagen terrorista" de Bin Laden puesta en la pantalla.
Salvo excepciones (11-M y 7-J), ya casi no se necesita mostrar las huellas sangrientas del terrorismo real en vivo y en directo.
La sola presencia mediática del hombre del turbante (como ya se demostró en los comicios presidenciales de 2004 en EEUU) alcanza para producir los efectos psicológicos buscados.
Tras el 11-S la verificación material de los atentados, es sustituida por el temor a los atentados producido por los videos con la imagen de Osama Bin Laden o los íconos mediáticos de la "Red Al Qaeda".
Como el perro de Pavlov, los norteamericanos y europeos (y el mundo colonizado mediáticamente) segregan adrenalina y consumen terrorismo condicionado, como si fuera verdadero gracias al sistema de inducción mediática con Bin Laden y Al Qaeda que taladra constantemente en sus cerebros.
Si bien en Europa, se había manifestado un cierto "escepticismo" respecto de Bin Laden y Al Qaeda, los atentados en Londres del 7 de julio de 2005, sirvieron para avivar el temor a la presencia real del terrorismo en el mundo.
En el mundo real no hay datos precisos de la existencia o de la muerte de Bin Laden, y todavía nadie reveló como pudo escapar del cerco militar y de los misiles en Afganistán.
No hay quien se interrogue por qué la CIA, con sus infinitas redes de infiltración dentro del terrorismo islámico, no lo haya podido detectar ni asesinar. Porqué Osama desapareció sin dejar rastros, a pesar de que oficialmente lo buscan noche y día todos los servicios de inteligencia del mundo.
Los videos difundidos por Al Jazeera son de dudoso origen, y la mala calidad de su imagen y su audio no permiten determinar su veracidad ni la fecha de su filmación, no obstante la CIA y las cadenas mediáticas le otorgan veracidad difundiendo los comunicados sin ningún análisis.
Esta falta de análisis estratégico sobre el uso mediático-terrorista de la imagen de Osama, no se debe ni a la inocencia ni a la casualidad.
La tácita complicidad de la prensa internacional con las operaciones de la CIA, es un hecho que se revela en la dinámica de su propia estructura empresarial.
Sus intereses y negocios están asociados -por medio de complejos vasos comunicantes- a las transnacionales y a los megagrupos financieros que operan en Wall Stret y en el Complejo Militar-Industrial.
Los grandes diarios, las grandes cadenas televisivas de EE.UU. y de Europa, forman parte del exclusivo club de las 200 multinacionales que se benefician de las conquistas militares-capitalistas por todo el planeta.
La leyenda terrorista-mediática de Bin Laden esta construida a la medida de la nueva lógica expansiva del capitalismo transnacional.
Detrás de ese nuevo mito, Estados Unidos desarrolla su estrategia de conquista militar en Asia, Africa, América Latina y Medio Oriente.
Bin Laden -como ayer lo fue el comunismo soviético- es el nuevo legitimador social de las políticas de conquista militarista emergentes de la Nueva Doctrina de Seguridad norteamericana.
Manuel Freytas

Etiquetas: inteligencia, medios, mentiras, multitud, politica, violencia.
Según una percepción generalizada en la prensa norteamericana, la actual obsesión de Bush y de Cheney es no abandonar el poder sin antes atacar a la "cabeza de la hiedra" conformada por Irán y Siria, que, a juicio de ambos, promueven y le dan sustento logístico a los grupos armados que atacan a las fuerzas norteamericanas en Irak.
Llamativamente, en las últimas semanas el lobby neoconservador que funciona en la Casa Blanca y el Congreso reverdeció las operaciones propagandísticas orientadas a fundamentar un ataque militar a Irán antes de que finalice el mandato de Bush.
Además, los últimos movimientos en la cúpula militar del Pentágono parecen consolidar una orientación bélica con jefes militares claramente alineados con la posición de Bush y de Cheney, impulsores viscerales de operaciones militares contra Irán y contra Siria.
También, algunos analistas estadounidenses advierten de razones geopolíticas estratégicas (por ejemplo, el control del petróleo euroasiático) que esgrimirían algunos jefes militares del Pentágono que consideran que Bush, antes de expirar su mandato, debería ejecutar el "trabajo sucio" de atacar Irán.
El ataque a Irán, en un contexto de guerra electoral y de batalla por el control de la Casa Blanca en noviembre, parecería, a simple vista, politica y socialmente suicida para Bush y los republicanos.
Los planes militares en existencia para atacar Irán, fueron revelados por la mayoría de los más influyentes medios norteamericanos así como también los denunciaron los principales medios y analistas europeos que describieron, incluso, un comité especial del Pentágono para ejecutarlo.
El propio jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, el almirante Mike Mullen, volvió a reinstalar la cuestión de un conflicto militar con Irán afirmando que el Pentágono tiene listos planes opcionales para lanzar una guerra contra la nación islámica.
Pero si bien está lo suficientemente probado que existe un "plan" (o varios alternativos) para atacar militarmente a Irán, lo que también existe probadamente es un "plan permanente" de operaciones psicológicas orientado a crear el clima internacional y el consenso social para lanzar acciones militares contra esa nación islámica.
Ese plan se desarrolla sistemáticamente a partir de dos frentes: A) La campaña mediática permanente de involucramiento de Irán y de Siria con el "terrorismo islámico internacional", y B) la denuncia, tambien permanente, de planes y amenazas "terroristas" que ejecutan principalmente EEUU, Gran Bretaña e Israel, además de otros países europeos aliados de la "guerra contraterrorista".
Un nuevo informe Departamento de Estado reactualizó, a principios de mayo, la "vigencia" de Irán como el "mayor exportador de terrorismo" y de Al Qaeda como la "mayor amenaza terrorista", en un escenario caracterizado por crecientes versiones de operaciones militares israelíes en gran escala en Medio Oriente.
Los halcones y el uso del "terrorismo"
Para los expertos (que no leen formalidades informativas sino guerra de Cuarta Generación), los halcones han demostrado históricamente, desde el 11-S, que manejan una estrategia de guerra psicológica con el "terrorismo" que los demócratas todavía no han podido neutralizar.
En términos técnicos, un plan de guerra psicológica consiste en armar la crisis, y luego dar la "solución". Armar un conflicto y luego crear la "alternativa" de salida.
El 11-S en EEUU fue el detonante del conflicto, y la "guerra contraterrorista" posterior , y las invasiones a Afaganistán e Irak, fueron parte de la alternativa de solución.
¿Cuál, exactamente, es el objetivo estratégico central de una operación de guerra psicológica con el terrorismo?
Para los halcones de la Casa Blanca, una operación de guerra psicológica con el terrorismo consiste en crear un conflicto, nivelado planetariamente por los medios de comunicación, que acapare la atención mundial y desplace el centro de atención de los problemas que aquejan a Bush.
Esto es tapar la realidad con un conflicto inducido artificialmente.
Aquí es dónde se respondería la pregunta ¿Para que sirven Bin Laden y Al Qaeda?, inventados y entrenados por la CIA para luchar contra los soviéticos en Afganistán en la década del ochenta.
Por ejemplo, a fines del 2003 y al principios del 2004, en plena campaña por la presidencia de EEUU, los demócratas y sus usinas mediáticas (The New York Times, The Washington Post, NBC, ABC, etc) habían puesto en marcha un plan para demoler la imagen de Bush mediante las denuncias y apariciones de fotografías de presos torturados en Irak.
Bush superaba en las encuestas por más de 15 puntos a Kerry. En febrero, y como consecuencia de esa acción sistemática y coordinada la imagen de Bush había descendido en los sondeos a niveles parecidos a los de ahora.
Se decía, igual que ahora, que Irak había terminado con Bush. Lo que, en los sondeos, era cierto. Bush, como ahora, parecía terminado.
Pero nadie, y este es el punto central, contaba con la aparición oportuna de Al Qaeda y el "terrorismo islámico".
El 11-M en España, que muchos interpretaron como una operación para favorecer al gobierno de Aznar que salió al revés, no fue realizado con ese fin, sino que su verdadero objetivo era favorecer a Bush.
Fue una operación detonada a distancia, fuera de EEUU, pero el gran beneficiario fue Bush. Después del 11-M, y luego de la consecuente psicosis de "miedo al terrorismo" que se desató en Europa y en el resto del mundo, Bush superó nuevamente a Kerry en las encuestas.
Estratégicamente, los operadores de la guerra psicológica ya no necesitaron de otros ataques de Al Qaeda. Sólo bastó recrear el 11-S (las imágenes del "terror" grabadas en la psicología colectiva) con denuncias de "nuevas apariciones de Al Qaeda", esta vez en territorio de EEUU.
Dos meses antes de las elecciones, Cheney y los principales funcionarios de inteligencia y de la Casa Blanca, denunciaron un plan de ataque "terrorista" a los centros financieros de Nueva York.
Bush apareció varias veces en cadena durante la campaña electoral reforzando las denuncias de "ataque" y poniéndose en comandante en jefe de la "guerra contraterrorista".
Una aparición de Bin Laden en un clásico video difundido por Al Jazeera, horas antes de los comicios, bastó para que Bush ganara apretadamente las elecciones.
Informaciones confidenciales indicaban, por esos días, que la inteligencia de los halcones había evaluado que no hacía falta una operación a distancia, como el 11-M, las proyecciones señalaban que con la "recreación psicológica" del "peligro terrorista" alcanzaba.
Operaciones psicológicas del "objetivo Irán"
Hoy se vive la misma situación. Bush se encuentra acorralado por las denuncias y las campañas del aparato mediático pro-demócrata en su contra y su imagen superó en decadencia a la de cualquier presidente USA de la historia.
En este contexto, la lógica indica que un ataque militar a Irán no contaría con la aprobación masiva de la sociedad norteamericana, y menos aún, de la opinión publica internacional sensibilizada en el "anti-Bush" colectivo.
Pero los expertos de los halcones, tras el 11-S, nunca le hicieron caso a la "opinión pública" coyuntural fabricada por sus enemigos, que, como está demostrado, se puede modificar en pocas horas a partir de un conflicto inducido por las operaciones psicológicas que fabriquen otra "opinión pública".
A partir del 11-S los halcones no miran "opinión pública" fabricada por el aparato mediático de los demócratas, sino que se dedican a fabricar su propia "opinión pública" a través de las operaciones con el "terrorismo" de Al Qaeda.
Tras cada operación, realizan sondeos, mediciones de opinión pública, para verificar y ajustar la siguiente operación. Luego vuelven a hacer medición, y cuando han moldeado su "propia opinión pública" (favorable a sus objetivos) lanzan la operación final.
Los que en el presente observan y "analizan" los acontecimientos políticos y sociales en forma superficial, no ven las operaciones subterráneas en curso, por las cuales los estrategas de la Casa Blanca buscan "legitimar" y justificar un ataque militar contra Irán.
Por ejemplo, no notaron ni le dan importancia a un "detalle" que revelan todos los sondeos: la sociedad estadounidense desaprueba a Bush en toda el área de su gestión, menos en el de la "guerra contra el terrorismo".
Todos los sondeos realizados últimamente indican que dos tercios de la población norteamericana apoya un ataque militar a Irán. ¿Los fundamentos? La mayoría de los entrevistados justifica su apoyo a un ataque militar a Irán diciendo que esa nación islámica es el "mayor peligro terrorista" que afronta EEUU y el mundo. Y agrega: Irán está "detrás de todos los ataques terroristas" en el planeta.
La fabricación del "miedo a Irán"
¿Que repite esa "opinión pública" norteamericana cuando apoya un ataque militar a Irán?
Repite lo que el aparato de inteligencia de los halcones (las unidades de guerra psicológica) ha moldeado en su psicología a partir de operaciones con el "miedo al terrorismo", que tienen a Irán y al mundo islámico como sus protagonistas centrales.
Las apariciones periódicas de ataques demoledores del "terrorismo" (como acaba de suceder en la India), las denuncias de "vínculos terroristas" de Irán y Siria (como la que sucedió recientemente con Corea del Norte), y las alertas y denuncias permanentes de ataques terroristas en EEUU y Europa, forman parte de una misma estructura funcional destinada a alimentar y justificar operaciones militares contra el mundo islámico.
En ese sentido, la clave del ataque o no ataque a Irán, la decisión final que adopte Bush antes de finalizar su mandato, residirá en lo que le indiquen, como proyección, los sondeos de sus estrategas.
El detalle de que el ataque se lleve a cabo, más que en la situación internacional, está en esos dos tercios de estadounidenses que -según Gallup- apoyan en estos momentos un ataque militar a Irán, y que confía solo en Bush para librar la "guerra contra el terrorismo", a pesar de que su imagen, en general, es rechazada por mayoría abrumante.
La clave que decidirá por sí o por no un ataque a Irán antes de que Bush abandone la Casa Blanca es la "opinión pública" (siempre latente) fabricada tras el 11-S en EEUU, y reforzada, principalmente en Europa, con los ataques terroristas del 11-M en España y el 7-J en Gran Bretaña.
Esa "opinión pública", construida con el "miedo" al terrorismo" inducido mediante las operaciones de guerra psicológica, y que los halcones sacan de la galera cuando quieren, es el factor fundamental, la carta decisiva, que Bush y sus funcionarios van a jugar para lanzar un ataque militar a Irán.
Los demócratas, que controlan el aparato mediático del Imperio, no han conseguido ni la fórmula, ni la explicación, ni la acción para neutralizar las operaciones de los neocons con el "terrorismo".
Por eso, cuando se concreta el "hecho consumado" de un ataque o de una "amenaza" terrorista, optan por replegarse sin denunciar la maniobra.
Sucedió en el 11-S, en el 11-M, en el 7-J, y puede suceder con la nueva operación de guerra psicológica que ya está en curso para justificar el ataque militar a Irán.
En el curso de la preparación de los planes militares para atacar las centrales nucleares de Irán, se diseñaron y ejecutaron dos operaciones de guerra psicológica para fabricar, y luego "testear", los justificativos de un ataque militar a Irán.
A través de la primera operación, la inteligencia judeo-norteamericana fabricó y luego testeó el "peligro nuclear iraní " y el "peligro violencia islamica" controlado por Irán.
Por medio de una segunda operación, testeó la reacción de las potencias, aliadas y no aliadas, frente a un ataque militar de EEUU a Irán.
La primera se ejecutó con la publicación de las caricaturas de Mahoma, y la segunda se implementó con la "primicia" periodística de The New Yorker y The Washington Post (usinas habituales de operaciones de la inteligencia norteamericana) adelantando el ataque militar de EEUU a Irán.
Al Qaeda y Bin Laden: comodines del ataque a Irán
Hay algo que los estrategas de Bush (a partir de su experiencia con el "terrorismo" desde el 11-S) saben claramente: para ejecutar un plan de operaciones militares contra Irán con consenso social mayoritario (tanto de la sociedad norteamericana como de la mundial) hay que crear un conflicto que supere al miedo a la guerra.
Un "peligro" inducido (una fabricación de "opinión pública" sustitutiva) que haga olvidar el "anti-Bush" (inducido por los fabricantes de "opinión pública" del Partido Demócrata), y concentre sus energías en un peligro acechante inmediato que amenaza a la supervivencia de la humanidad.
Y ese peligro, es el "peligro nuclear".
Cuando la inteligencia judeo-norteamericana lanza el anuncio (a través del Yorker y del Post) de un ataque con armas nucleares tácticas de "alcance reducido", lo hace con la finalidad de preparar el terreno (en la "opinión pública" fabricada) para la aceptación del "mal menor".
¿Qué quiere decir esto?
Esto quiere decir, lanzar pequeñas explosiones nucleares concentradas en un blanco (las usinas nucleares) para evitar el "mal mayor" de una cabeza nuclear iraní lanzada indiscriminadamente sobre la población civil.
Ese es el punto estratégico central del plan de guerra psicológica orientado a justificar el ataque militar a Irán.
Paradojalmente, el propio presidente de Irán, con sus bravuconadas con el "gran ejercito iraní que cortará las manos al enemigo", con sus llamados a "borrar a Israel del mapa", y con su reciente anuncio del "Irán Nuclear", es el principal alimentador de esta estrategia basada en presentar a Irán como el "peligro nuclear" que acecha a la humanidad.
No obstante, los expertos de Bush saben que tienen que reforzar la estrategia de "preparación de terreno" con otro componente: la "violencia terrorista islámica" qué demuestre a que grados puede llegar Irán en posesión de la bomba nuclear.
Y aquí es donde ingresa el soldado de la CIA, Bin Laden, y sus bombarderos "terroristas" de Al Qaeda.
En estos momentos, potencialmente, puede decirse que Bin Laden y Al Qaeda cumplen el rol de "comodín" dentro del tablero estratégico de operaciones contra Irán manejado por el Pentágono.
Su utilización o no, va a depender de la evaluación del resultado de "preparación de terreno" para el ataque, realizado hasta ahora.
El ingreso del "terrorismo" de Al Qaeda (si es que el Pentágono decide utilizarlo) va a estar orientado a demostrar que Irán no tendrá ningún escrúpulo en utilizar la bomba nuclear contra sus enemigos.
Para ello hay que dar una "demostración": ataque terrorista (o ataques simultáneos) de Al Qaeda a blancos situados en Europa en defensa de la "causa islámica iraní", que EEUU, Israel y el eje "franco-germano" van a denunciar como una alianza estratégica de Al Qaeda con el régimen de Teherán para destruir al mundo occidental.
La pregunta inducida por esta acción psicológica-terrorista es: ¿Qué se puede esperar de Irán con una bomba nuclear?
A esto se le debe sumar el plan de "amenazas": Bin Laden y su "segundo" (Ayman al-Zawahri) amenazando con "ataques terroristas" a los que condenen el plan nuclear iraní.
De acuerdo a lo que se puede verificar hasta ahora, los planes de "amenazas" de la CIA-Al Qaeda son constantes y regulares con las apariciones de videos y cintas difundidos por el canal Al Jazeera, pantalla encubierta de la CIA en el mundo árabe.
Las "amenazas" y sus técnicas repetitivas tienen dos objetivos bien definidos:
A) recreación psicológica masiva del "peligro terrorista" a nivel planetario.
B) Operaciones de evaluación testeo sobre blancos posibles de ataques reales y medición de las reacciones que produciría en el nivel local e internacional.
Si la inteligencia judeo-norteamericana decide jugar a Al Qaeda en tablero del ataque militar a Irán (siguiendo los mismos patrones anteriores) va a lanzar una plan de evaluación y testeo con amenazas concretas de ataques inmediatos a blancos europeos, por ejemplo Italia, Francia, Gran Bretaña, Alemania, y, posiblemente España.
Se va a tratar (si es que repiten los modus operandi anteriores) de operaciones de detección del blanco (país) más estratégico para generar consenso internacional a un ataque, incluso nuclear limitado, a las centrales nucleares de Irán.
Esto es, en que país (países de Europa), y bajo que modalidad y/o circunstancia un ataque de Al Qaeda puede generar el mayor nivel de impacto y de consenso a una operación militar contra Irán.
El objetivo central de un ataque terrorista real en Europa, en el contexto de la crisis Irán-EEUU, tendría como objetivo conseguir el "ablandamiento" de la masa resistente a un ataque militar a Irán entre la población y los gobiernos europeos.
EEUU y Gran Bretaña, por medio de la "psicosis terrorista" disparada con nuevos "alertas", dispositivos de seguridad en aeropuertos, y denuncias de atentados en aviones, o de planes descubiertos antes de ejecutarse, mantienen la vigencia del "peligro terrorista islámico" como neutralización a sus derrotas en Medio Oriente y afianzamiento de nuevos planes de ataque a Gaza, Siria, Libano e Irán.
Gran Bretaña, el gran aliado de Bush en el uso y aprovechamiento de la "amenaza terrorista" dio una dimensión continental a la amenaza del terrorismo islámico, denunciando amenazas y complots que tratan de demostrar que Europa en su conjunto enfrenta un riesgo "real" y "persistente" de un ataque devastador, incluido las armas nucleares.
Si se cumplen los patrones operativos, un posible ataque militar a Irán va a empezar con un plan sincronizado y persistente de "amenazas" de Al Qaeda y/o Bin Laden a EEUU y a Europa, que no será el mismo que se ejecuta en épocas "normales" en la prensa internacional.
La operación, como siempre, va estar garantizada por el bombardeo mediático y por la ignorancia y/o complicidad de los analistas, periodistas y comentadores del aparato de la prensa masiva del sistema.
Los demócratas y su aparato de inteligencia (que incluye un sector de la CIA y de la inteligencia oficial "anti-Bush" ), harán un paso estratégico al costado esperando una nueva oportunidad para demolerlo a Bush y apoderarse de la Casa Blanca.
Si se cumplen los patrones habituales, mediante esta operación de "amenazas terroristas", la inteligencia seleccionará el "blanco" (objetivo de ataque) y lo tendrá en carpeta si es que se decide utilizar el o los ataques terroristas reales antes de la operación militar contra Irán.
Como siempre, todo los elementos serán evaluados, y, como sucede en todo plan de guerra psicológica, la decisión final de ejecutar o no el ataque terrorista real, se va a tomar con los números de los sondeos (mediciones secretas) que revelarán el resultante en los niveles de la "opinión pública" de un ataque militar contra Irán.
Manuel Freytas
La localidad de Damadola, en el distrito de Bajaur, fue objeto de un ataque similar con misiles por la aviación de Estados Unidos en enero de 2006 que causó 18 muertes.
Durante el sepelio de las víctimas, se produjeron furiosas demostraciones antinorteamericanas cuando centenares de personas corearon "!Muerte a Estados Unidos!" y " Muerte a Bush", reportaron medios periodísticos paquistaníes.
El portavoz del movimiento Tehrik-i-Taliban Pakistan, Maulvi Omar, declaró a la televisión Geo que sin lugar a dudas el ataque aéreo se perpetró por Estados Unidos, "que pretende sabotear los gestiones de paz en las zonas tribales".
Sin embargo, el portavoz militar paquistaní, general Athar Abbas, indicó a medios informativos que aún permanece sin determinar el origen de la explosión y aseguró que el ejército nacional no está implicado.
Abbas admitió que existe un número indeterminado de muertos y heridos y afirmó que se investiga si lo ocurrido fue "un combate, una explosión o un ataque con misiles".
Pero, el ataque en Bajaur se ejecutó horas después de que rebeldes y autoridades paquistaníes realizaron un intercambio de prisioneros como paso previo a la firma de un acuerdo de paz en el vecino distrito tribal de Waziristán del Sur.
En ese canje, el gobierno excarceló a 32 insurgentes a cambio de 12 integrantes de las fuerzas de seguridad capturados en los últimos seis meses en la Provincia Frontera Norooccidental y en la región tribal.
Los insurgentes del movimiento Talibán de Pakistán, liderado por Baitullah Mahsud, han mantenido en jaque a los militares y lograron resistir sus intentos de limitar su actividad en la región fronteriza con Afganistán.
La fragilidad de la coalición gubernamental agrava aun más las dificultades para negociar con los talibanes.
El lunes, el dos veces ex primer ministro Nawaz Sharif (1990-1993, 1997-1999), líder de la Liga Musulmana de Pakistán-N, socio del Partido del Pueblo de Pakistán (PPP) en el gobierno elegido el 18 de febrero, anunció que se retiraba de la coalición.
Sharif explicó que lo hacía a causa del incumplimiento, por parte de la administración, de reponer en sus cargos a 60 jueces removidos por el presidente Pervez Musharraf cuando impuso el estado de emergencia a principios de noviembre de 2007.
Dirigentes de la coalición negaron que el gobierno, que entró en funciones hace seis semanas, enfrente el riesgo de un colapso, pero analistas políticos estiman que la inestabilidad política irá en aumento y podría fortalecer a los partidos que apoyan a Musharraf, que habían sufrido una dura derrota en los comicios.
Nueve ministros que responden a Sharif presentaron sus renuncias este martes. Un asesor del primer ministro Yousuf Raza Gilani, del PPP, dijo que antes de aceptarlas aguardaría el regreso del líder del partido, Asif Ali Zardari, esposo de la asesinada ex primera ministra Benazir Bhutto (1953-2007), quien se encuentra en el exterior.
Tanto Sharif como Zardari declararon que pensaban continuar trabajando conjuntamente mientras buscaban saldar sus diferencias respecto de la restitución de los jueces en sus cargos.
La crisis agrava el escepticismo de quienes consideran poco probable llegar a una solución negociada con los insurgentes islamistas.
"¿Con quién va a dialogar el gobierno? No existe un liderazgo claro en esos grupos, ni una autoridad establecida para hacer cumplir un eventual acuerdo de paz", dijo Hussain, quien recordó cómo su familia debió abandonar su hogar ancestral en Waziristán a causa de los constantes bombardeos en las montañas vecinas a la aldea en la que vivían. Ahora están instalados en una improvisada choza en las afueras de Islamabad.
"Los cohetes caían en nuestra aldea cuando los aviones y helicópteros artillados los disparaban contra los combatientes que se ocultaban en las montañas", señaló Hussain.
"Además hay extranjeros entre ellos, particularmente de Uzbekistán, que se han multiplicado en los últimos años. Son impiadosos y no siguen el liderazgo de nadie", agregó. Su tío fue asesinado por uzbekos cuando se negó a brindarles refugio.
Hussain se encuentra en los miles de desplazados forzosos de las áreas tribales de Pakistán, quienes sufren una precaria situación económica alejados de sus hogares, en un momento en que el país está afectado por tasas de inflación y desempleo sin precedentes.
"Mi padre y yo ganamos un par de cientos de dólares al mes, que son insuficientes para pagar nuestras necesidades. Mis pequeños hermanos y hermanas ni siquiera pueden ir a la escuela", relató Hussain, de 22 años, quien está casado y tiene un hijo.
Aunque quiere retornar a su hogar en Waziristán no cree que sea posible en el corto plazo. Sus escasas esperanzas se han visto aún más erosionadas por el fracaso, la semana pasada, de las conversaciones del gobierno con los talibanes.
"No habrá diálogo si no se retiran las tropas de todas las regiones tribales", dijo un portavoz de la milicia islamista, citado por la prensa. Formuló esa declaración días después de que el Talibán dejó sin efecto el cese del fuego que había anunciado a fines de marzo, cuando el nuevo gobierno ofreció un diálogo a todos los grupos insurgentes.
Dos días más tarde, un atentado suicida con bombas destruyó un cuartel policial en Bannu, una ciudad en la frontera de Waziristán. Se considera que fue un mensaje de los talibanes, remarcando que tenían la capacidad de crear inseguridad en cualquier parte y en cualquier momento.
Para el gobierno, "retirar las tropas de las áreas tribales es impensable. Es una precondición de los talibanes demasiado dura de aceptar", señaló un funcionario del Ministerio del Interior.
En 2007, más de 750 personas fueron asesinadas en Pakistán en 56 ataques suicidas, entre ellas la ex primera ministra Bhutto. Los servicios de inteligencia culparon de esos ataques al grupo talibán liderado por Baitullah Mahsud.
Analistas creen que la expectativa del gobierno de controlar rápidamente la insurgencia a través de un diálogo con los talibanes estuvo basada en una visión equivocada. "Quieren establecer un sistema basado en su propia rama de la fe musulmana y expandir su influencia a tantas áreas como sea posible", dijo Sarwar Bari, activista por los derechos humanos, de Islamabad.
Los editoriales en la prensa sugieren que los talibanes se muestran inflexibles, mientras la dirigencia política asume una actitud como de disculpa en su aproximación hacia ellos.
Argumentan, asimismo, que las operaciones militares pueden haber sido "políticamente incorrectas" y no haber alcanzado los objetivos, pero que la presencia del ejército en las áreas tribales era una necesidad luego de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington.
Los insurgentes son agresivos "porque ven que Pakistán negocia desde una posición de debilidad. Esto requiere un cambio de táctica y estrategia por parte del gobierno y el ejército", señaló The Daily Times.
Los talibanes han sido activos no sólo en las áreas tribales sino también en los centros urbanos de la Provincia de la Frontera Noroccidental, limítrofe con Afganistán. El fin de semana, emitieron un decreto disponiendo que todos los hombres se dejen crecer la barba en un plazo de dos meses.
Poco antes, habían enviado una carta a todas las peluquerías de Peshawar ordenándoles que dejen de afeitar a las personas, ya que, según los talibanes, esa práctica es contraria a las enseñanzas del Corán.
Muddassir Rizvi
El nuevo complejo carcelario, previsto para albergar a alrededor de mil 100 presos, tendrá una extensión de unas 24 hectáreas y un costo que rondará los 60 millones de dólares, de acuerdo con el reporte del Times.
“Nuestra capacidad actual para mantener a detenidos se está deteriorando. Parece que ha llegado el momento de construir un nuevo complejo”, indicó Sandra Hodgkinson, responsable del Pentágono para centros de internamiento.
Según el New York Times, Estados Unidos se había mostrado dispuesto a reducir su implicación en las detenciones en Afganistán, y pensaba transferir a la mayoría de sus prisioneros a una cárcel de alta seguridad a las afueras de Kabul, bajo custodia de soldados afganos.
No obstante, las autoridades de Estados Unidos señalaron que esta nueva prisión no tiene capacidad suficiente para absorber en el futuro a todos los prisioneros.
Asimismo, el diario indicó que tampoco tendría cabida, para la nueva oleada de detenidos que se esperan por el recrudecimiento de la lucha contra Al Qaeda y los talibanes, derrocados a finales de 2001, tras la invasión de Estados Unidos a la nación.
Funcionarios del ejército han mostrado preocupación por los problemas con la permanencia de la prisión en Bagram. Después que fue acondicionada a principios de 2002, se convirtió en el principal centro a donde eran trasladados los prisioneros capturados durante combates.
Crueles métodos de interrogación y la privación del sueño fueron utilizados de manera común, y como consecuencia dos detenidos afganos murieron en ese lugar en diciembre de 2002, después de haber sido golpeados por soldados estadunidenses.
Asimismo, el ejército de Estados Unidos reconoció que existen serios riesgos a la salud tanto para los detenidos como para el personal militar que labora en la prisión.
Además, el nuevo centro de detención incorporará a algunas de las lecciones aprendidas por Washington en su aventura en Irak. Se construirán aulas para entrenamiento vocacional y discusiones religiosas y habrá más espacios de recreación y para visitas familiares, agregó el Times.
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