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El declive de la clase media alemana |
Es la pesadilla de muchos: un hombre -o mujer- de 45 o 50 años, en una buena situación económica, y que de pronto pierde su trabajo. Aquí en Alemania, según la regulación vigente, conocida como Hartz IV, un parado no se puede negar a aceptar un empleo aunque sea por debajo de su nivel profesional y, por supuesto, con un sueldo muy inferior al del trabajo que perdió. Y, si lo hace, no recibirá ya el subsidio de paro, sino una ayuda social que es similar a la prestación mínima que reciben los pobres de solemnidad: es decir, 345 euros mensuales más ayuda para el alquiler de una casa modesta.
El miedo está ahí, es una realidad cotidiana y está generando en este país todo un debate que se ha definido como “el declive de la clase media”. Como afirmaba recientemente el economista Peter Bofinger en el diario Die Welt, las personas de la clase media tienen el presentimiento de que si pierden su trabajo con 53 años de edad pueden encontrarse al cabo de un año en los niveles más bajos de la sociedad. Se sienten, simple y llanamente, “amenazados”.
Esta situación es especialmente llamativa y sorprendente en este país, porque el milagro de la República Federal Alemana en la posguerra fue crear y consolidar en un tiempo record una burguesía que si por algo se definía era por su confianza en sí misma y en un futuro seguro, para ella y para sus hijos. Ese concepto, seguridad, ya no existe más. Y ese principio calvinista de que trabajando y esforzándose se prospera y se llega más y más arriba tampoco funciona ya como en los viejos tiempos.
Estos miedos se están transmitiendo ya de padres a hijos. Quien tiene medios y ambición, no manda a sus hijos a cualquier colegio público, ni tampoco les tolera sacar malas notas. Existe la conciencia de que el niño estará más preparado para un futuro que se presenta incierto si visita las escuelas y las universidades adecuadas. Se empieza a dar la espalda a un sistema educativo público que hasta ahora tenía prestigio y daba todas las garantías de calidad.
Los pobres malpagados, un sector en alza
Hay un estado psicológico general de inquietud, miedo o pánico, y hay unos datos estadísticos que lo sustentan. El salario medio en este país es de 2.375 euros brutos mensuales. Se considera clase media a aquellos que ganan entre el 70 y el 150% de esa cifra. En el año 2000 suponían el 62% de la población. Hoy son ya el 54%.
Los economistas son unánimes: hasta la aparición de la crisis mundial desencadenada por las hipotecas subprime, en Alemania se hablaba de relanzamiento económico. Lo constataba la macroeconomía, pero no los particulares. Es más, apuntan los expertos que los presupuestos familiares tienen cada vez menos poder adquisitivo y que el sector de población con ingresos de mileurista o inferiores cada vez crece más. Los datos están estos días en la prensa de la RFA: entre los años 1991 y 2007 el poder adquisitivo de los alemanes ha caído en un 6%. Los aumentos salariales acumulados en ese periodo han sido de un 28,5%, pero los precios subieron también un 36,8%. La resta es, pues, claramente negativa.
Lo notan las clases medias, y lo notan los pobres y los que acaban de perder su trabajo. Pero el gobierno se refugia en las estadísticas oficiales y promete sólo considerar descensos de impuestos, lo cual es oportuno si se considera que estamos a quince meses de unas elecciones generales. Incluso desde la socialdemocracia se habla de reconsiderar la actual regulación del subsidio de desempleo. Es verdad, dicen, que ha decrecido en términos absolutos el paro, pero la gente no gana para vivir dignamente. Y, aún peor, en la rica y próspera Alemania, el niedriglohnsektor, el sector de los salarios bajos, es el más amplio de toda Europa, según se ha constatado en Bruselas...y además, esos parados son los que tienen el peor nivel educativo de toda la UE. Parece que hay razones más que de sobra para que la clase media alemana duerma inquieta cada noche.

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, monopolios, multitud, politica.
“No sé si la mayoría de nuestros conciudadanos ignora lo que se está discutiendo en Bruselas sobre el trato legal que debe dispensarse a los inmigrantes “sin papeles” o es que le importa un bledo. Quizá sean las dos cosas.
En Bruselas la UE está debatiendo sobre la posibilidad de internar durante muchos meses en centros que son como cárceles, o peores, a personas que han cometido como mucho una falta administrativa, no un delito, y que no han sido condenadas judicialmente a nada. Igual que en Guantánamo.
Manfred Webber, del Partido Popular Europeo, ha dicho que el internamiento en esos centros puede servir “para hacer presión psicológica a los detenidos”. Si eso no es apología de la tortura, que venga Dios y lo vea.
Nuestros mandatarios están hablando tranquilamente en la capital de la UE incluso sobre la conveniencia de expulsar de Europa manu militari a niños y niñas inmigrantes que están a la mitad de su curso escolar. Alternativamente, hablan de la posibilidad de recluirlos en esas sub-cárceles que son los centros de internamiento. ¡Recluir a menores que no han cometido delito alguno!
Hay representantes de estados europeos que están defendiendo en ese debate que sería mejor dejarse de tanto garantismo jurídico caro y fastidioso y favorecer de una puñetera vez las expulsiones rápidas de los inmigrantes “sin papeles” por vía meramente administrativa, no permitiendo que los jueces –algunos tan impertinentes– metan en ello sus narices.
Claudio Fava, representante socialista, ha afirmado que esa directiva en discusión representa una “degeneración jurídica que trata a los inmigrantes como a una subespecie humana”. Exacto.
El capitalismo salvaje europeo ha convertido a la inmigración en una subespecie humana de usar y tirar. ¿Que necesitamos mano de obra barata para que trepe a los andamios o se deslome en el campo, porque así maximizamos el margen de beneficios? Perfecto. ¿Que llegan las vacas flacas y la construcción no construye y tenemos personal autóctono dispuesto a deslomarse por el mismo precio? Pues, hala, volveos para casa, desgraciados.
A nada que rascas en esta Europa cutre, te topas con Hitler”.
La buena marcha de la economía germana ha devuelto el papel de motor del continente al país, y ha servido también de aliento para la media europea. El crecimiento de la eurozona se situó en el 0,07% para los tres primeros meses del año, por encima del 0,4% del último trimestre de 2007.
Pero detrás del buen dato, los economistas resaltan que existen algunos factores excepcionales, por ejemplo, un invierno templado que ha ayudado a reactivar al sector de la construcción.
Permanecen las dudas
Otros indicadores, como el índice IFO de Confianza Empresarial, también sugieren que el crecimiento de la economía germana será mucho menor en el trimestre actual.
Esta es una de las razones por las que el Gobierno alemán mantiene sus previsiones de crecimiento para este año en el 1,7%, cifra que ha confirmado hoy el ministro de Economía, Michael Glos. El Ejecutivo germano tampoco se ha planteado revisar su estimación sobre el crecimiento del próximo año, que se ubica en un 1,2%.
Más optimista se ha mostrado la canciller Angela Merkel, que se encuentra de gira por Latinoamérica, y que ha dicho que la buena cifra de crecimiento muestra que Alemania se mantiene “fuerte pese a un contexto internacional algo adverso”.
Inflación a la baja
Aunque el crecimiento económico podría reavivar las preocupaciones de Jean Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo (BCE), por la inflación, los datos también aportan tranquilidad en este sentido.
La inflación ha moderado su crecimiento en la eurozona en abril un 0,3%, en relación al aumento del 1% en marzo, por lo que el índice interanual se sitúa en el 3,3%, aún por encima de la tasa deseada por el BCE.
En España, la inflación interanual se sitúa en el 4,2%, por lo que el diferencial con la zona euro bajó a 0,9 puntos porcentuales, en el tercer mes consecutivo en que el diferencial se reduce en una décima.
No hace mucho tiempo, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sostenía que España estaba en condiciones de alcanzar a Alemania en renta per cápita a finales de esta década.
Los datos publicados ayer por Eurostat no dejan lugar a dudas.
Entre el año 2000 y 2007, España ha crecido siempre entre un punto porcentual (años 2000 y 2006) y 2,3 puntos por encima de la media de la zona euro (año 2003), pero en lo que va de año (primer trimestre y en términos anuales) ese diferencial se ha reducido a cinco décimas (2,7% frente al 2,2%), lo que significa que de continuar la tendencia (algo que parece coherente con las previsiones de los principales institutos de coyuntura y los avances trimestrales) el año 2008 se cerrará con una divergencia en términos de renta.
Algo que no ocurría desde la recesión de los primeros años 90.
La causa de tan abrupto cambio de tendencia (España crecía por encima del 4% hace apenas un año) tiene que ver con el hecho de que la economía española no sólo se está viendo afectada por el enfriamiento económico derivado de la crisis de las hipotecas subprime y del menor crecimiento en EEUU, sino que la crisis del ‘ladrillo’ ha hundido la actividad hasta niveles desconocidos en 13 años.
En los países centrales de Europa (Alemania y Francia), por el contrario, el nuevo contexto internacional no les está afectando de forma tan negativa.
Muy el contrario, en Alemania la economía crece ya a ritmos del 2,6% en términos internuales (apenas una décima menos que en España), mientras que en términos trimestrales el avance es de nada menos que el 1,5%, cinco veces más que en España.
En Francia, la economía lleva creciendo dos trimestres consecutivos un 2,2%, la tasa más elevada desde el comienzo de la década (media anual).
En el caso español, lo más preocupante es que se aleja de su potencial de crecimiento, algo que no sucede en Francia o Alemania, donde el umbral es inferior debido a su mayor nivel de desarrollo.
En el Reino Unido, el tercer país de la UE en términos cuantitativos, el crecimiento es, igualmente, similar al de España: un 0,4% en términos trimestrales y un 2,5% en tasa anual.
Italia, por el contrario, continúa creciendo por debajo del 2% (datos del tercer trimestre de 2007).
La parte positiva para España es que de confirmarse los actuales niveles de crecimiento durante los próximos trimestres en los países centrales de la UE, eso puede significa un balón de oxígeno para las exportaciones.
Algo extremadamente relevante en unos momentos en los que la demanda interna (por el pinchazo inmobiliario y la subida de los tipos de interés) se ha desplomado.
Si el sector exterior se comporta de una manera más positiva que lo inicialmente previsto, eso permitirá compensar la caída de la demanda nacional, al menos en parte.
Hacia la UE se dirigen las dos terceras partes de las ventas al exterior de España.
Los datos de Eurostat publicados ayer suponen, en cualquier caso, una recuperación en términos trimestrales respecto de los del periodo inmediatamente anterior (un 0,7% frente al 0,4%), lo que pone de relieve hasta que punto factores externos (como la subida del petróleo o de las materias primas alimentarias) no está afectando de igual manera a los 27.
España es de los países más afectados -junto a Irlanda-, pero por su alto grado de exposición a una crisis en el sector de la construcción.
Sin embargo, con la actual situación del mercado inmobiliario, los extranjeros propietarios o residentes en las zonas costeras españolas se han visto atrapados en el mismo escenario doloroso que el resto de españoles: hipotecas cada vez más caras y precios en caída libre.
En algunos casos, como informa Berian Hanrahan, de la BBC, se trata de británicos que adquirieron una propiedad en España atraídos por su precio asequible y por su buen clima. Sin embargo, lo que parecía poco menos que un sueño, se ha convertido en una pesadilla ya que no sólo no pueden enfrentarse al pago de su hipoteca debido a las recientes subidas de los tipos de interés referenciados al mercado inmobiliario, sino que les resulta imposible volver a su país al no poder vender su propiedad.
Aunque no existen estadísticas oficiales al respecto, lo cierto es que según la BBC se estaría provocando una salida "silenciosa" de residentes británicos de España ante el complicado escenario inmobiliario.
Según informa la cadena de televisión británica, muchos de estos propietarios adquirieron su casa en una época de boom y casi "como si fuera una pensión", confiados en la pujanza de la vivienda.
Propiedades con precios a la baja
Ahora algunos de ellos, ven como sus propiedades se han llegado a devaluar casi un 20%. Según informa uno de los residentes que lleva intentando vender su casa durante los últimos años "se puso a la venta por 495.000 euros y ya va por 360.000 y seguimos sin conseguir venderla"
Para colmo de males, los medios británicos no comparten el 'optimismo' del Vicepresidente segundo y ministro de Economía Pedro Solbes, que afirma que el escenario se recuperará para finales de 2009 y citan al cofundador del portal inmobilario Idealista.com, Fernando Encinar, que afirma que "el sueño español ha terminado".
Aunque lo peor es comprender que todavía no se tienen respuestas a las verdaderas grandes interrogantes que abre esta crisis. O lo que es lo mismo, como se pregunta Encinar: "¿Cuál será el motor de la economía española sin el mercado inmobiliario?"
Los negocios relacionados con la hostelería viven estas noticias con incertidumbre, ya que hay localidades costeras donde vivien del consumo que realizan personas de nacionalidad inglesa.
Los participantes en la marcha desde la Plaza de la Ópera hasta la de la Bastilla corearon: 'si no nos escuchas bajaremos a la calle para gritar', 'Resistencia', o 'estamos hartos de estos payasos que cierran las fábricas y las escuelas'.
'El Gobierno tiene que hacer un gesto para reanudar el diálogo', afirmó el líder de la FSU, Gérard Aschieri, mientras otra dirigente sindical advertía de que 'si el Gobierno quiere romperlo todo, habrá una radicalización'.
El ministro de Educación, Xavier Darcos, aseguró que está 'a la escucha' del mundo docente, en declaraciones a una emisora, pero aseguró que 'sea cual sea la dimensión de las manifestaciones' no modificará ni retirará sus proyectos de reformas.
La afluencia rebasó holgadamente el objetivo inicial de la FSU de congregar en París a unos 10.000 manifestantes de todo el país, sólo tres días después de la jornada nacional de huelga y manifestaciones de funcionarios para denunciar la supresión de puestos en la Administración pública, y en especial en la enseñanza.
De los 22.900 puestos de funcionarios que se suprimirán este año, 11.200 lo serán en la enseñanza, dentro del plan del presidente francés, Nicolas Sarkozy, de reemplazar a sólo uno de cada dos funcionarios que se jubilen en los cinco años de su mandato.
Las manifestaciones del pasado jueves congregaron a entre 300.000 y 200.000 personas en todo el país, incluidas entre 50.000 y 18.000 en París, según las respectivas cifras sindicales y policiales.
Fue al termino de esa jornada cuando Sarkozy anunció que antes del verano se presentará un proyecto de ley para imponer un servicio mínimo de acogida en las escuelas en caso de huelga y obligar a los docentes huelguistas a notificarlo con 48 horas de adelanto.
Es 'una provocación', dijo hoy una manifestante, al insistir en que los docentes ya avisan con varios días de antelación a los padres de alumnos cuando van a secundar una huelga.
Los sindicatos acusan a Sarkozy de 'traspasar la línea roja' al 'limitar' el ejercicio del derecho de huelga, mientras que la oposición de izquierdas dice que el plan no es constitucional.
Los sindicatos de la enseñanza ya han convocado, junto a asociaciones de padres y de alumnos, una jornada unitaria de manifestaciones para el próximo sábado.
Mientras, para el jueves, los asalariados de todo el país están convocados a paros y manifestaciones en protesta contra la reforma de las pensiones impulsada por el Gobierno.
Esa jornada no debería tener mucho impacto en la enseñanza, pero sí en el transporte público, ya que los principales sindicatos de los ferrocarriles, la aerolínea Air France y el transporte urbano de París ya ha llamado a un paro de 24 horas.
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