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Ganancias en las empresas alimentarias |
Mientras las organizaciones y autoridades mundiales del capitalismo como el Banco Mundial, el FMI o la ONU forman "comités de crisis" para combatir la crisis alimentaria que ya se cierne sobre las áreas más empobrecidas de planeta, los consorcios trasnacionales del negocio de la alimentación se dan un banquete capitalista con ganancias siderales producidas por la disparada de los precios. Mientras las mayorías empobrecidas ya no tienen acceso a los alimentos, los pulpos hegemónicos como Nestlé, Danone y ADM acumulan ganancias siderales aprovechando la alta demanda.
Según informa The Wall Street Journal este miércoles, mientras el alza en los precios de los alimentos golpea a los países pobres, las ganancias de las empresas que procesan granos, venden fertilizantes, fabrican maquinaria agrícola y proveen semillas a los agricultores se han disparado.
Algunos fabricantes de alimentos procesados tampoco se pueden quejar, añade el diario.
Estas trasnacionales, que hegemonizan su rubro a escala mundial, cosechan los beneficios de un aumento del precio y de la demanda global de alimentos y granos en momentos en los que los suministros apenas satisfacen la demanda y las mayorías empobrecidas del mundo periférico se ven impedidas de adquirirlos.
Según el Journal, la señal más reciente de esta bonanza para las empresas de alimentos provino de Archer-Daniels-Midland Co. (ADM).
El procesador estadounidense de granos divulgó el martes un salto de 42% en sus ganancias del tercer trimestre fiscal, incluyendo la septuplicación de las utilidades de la filial que almacena, transporta y comercia granos como trigo, maíz y soya.
"La volatilidad en los mercados de materias primas presenta oportunidades sin precedentes", dijo al Journal Patricia Woertz, presidenta ejecutiva de la compañía.
Monsanto Co., que produce semillas y herbicidas, aseguró al Journal que sus ganancias en el último trimestre se duplicaron con creces. Sus rivales DuPont Co. y Syngenta AG acaban de revisar al alza sus predicciones de ganancias.
El fabricante de maquinaria agrícola Deere & Co. registró un aumento de 55% en sus ingresos del último trimestre. Las ganancias netas del productor de fertilizantes Mosaic Co. en el tercer trimestre se multiplicaron por 12.
Woertz, la máxima ejecutiva de Archer-Daniels-Midland, dijo que comprende el descontento de los consumidores que están pagando más por sus alimentos, pero atribuyó la culpa al alza en los precios del combustible, no a los granos y los biocombustibles. "Alejarse de los biocombustibles es una insensatez", manifestó.
El incremento en los costos de los ingredientes ha afectado a varias compañías estadounidenses de alimentos procesados, como Kraft Foods Inc. E
En Europa, sin embargo, la inflación de los alimentos ha propulsado las ganancias de dos de los mayores productores de alimentos del mundo, la suiza Nestlé SA y la francesa Groupe Danone SA. Ambas han traspasado las alzas de precios a los consumidores sin resentir sus ganancias.
Al igual que muchas compañías europeas, Nestlé no reveló sus ganancias del primer trimestre.
No obstante, las ventas crecieron 6%, frente al primer trimestre del año anterior, para ascender a los 25.700 millones de francos suizos (US$24.800 millones).
Al eliminar los efectos cambiarios, de adquisiciones y retiros de capital, las ventas subieron 9,8%, un gran salto para una empresa de tal envergadura.
"Este desempeño es sin precedentes", dijo el director de relaciones con los inversionistas de Nestlé, Roddy Child-Villiers, en una conferencia con analistas el 21 de abril. Nestlé planea elevar sus márgenes de ganancia este año, una señal de que ha logrado traspasar sus mayores costos a los consumidores sin afectar sus ganancias.
Las compañías que trabajan más estrechamente con los agricultores derivan los mayores beneficios de los altos precios de los alimentos, mientras que las que se encuentran más abajo en la cadena alimenticia, como el productor de carne Tyson Foods Inc., no pueden tras pasar todos los incrementos a los consumidores.
Los agricultores, que desde hace años no tenían los bolsillos tan llenos, están pagando más dinero por semillas, fertilizantes y maquinaria para cumplir con la mayor demanda.
El aumento de sus precios ha reducido las ventas de la leche, los yogures y otros productos lácteos de Danone, pero eso no ha afectado el crecimiento de los ingresos.
La empresa parisina dijo al Journal que produce un quinto de los productos lácteos frescos del mundo. Los mayores costos de los concentrados para animales han encarecido la cría de vacas, disparando los precios de la leche al por mayor.
Los pulpos engordan y la ONU pide limosna
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, anunció el martes un nuevo plan para "combatir la crisis alimentaria" mientras crecen las advertencias de que las medidas proteccionistas adoptadas por algunos exportadores agrícolas podrían provocar una mayor alza de los precios.
Ban, un agente de Washington y la trasnacionales en la ONU, dijo que la inmediata prioridad de la comunidad internacional debe ser "alimentar a los hambrientos", y urgió a los países a financiar "de manera urgente y cabal" el Programa Mundial de Alimentos (PAM).
"Sin un financiamiento total de estos requerimientos de emergencia, corremos otra vez el riesgo de una hambruna generalizada, malnutrición y disturbios sociales en una escala sin precedentes", alertó Ban.
Pero, lo más absurdo es la cifra que pide el secretario de la ONU para "combatir la pobreza".
El PAM ha indicado que necesita 755 millones de dólares adicionales para alimentar a los más hambrientos debido al aumento de los precios de la comida.
"Tenemos promesas por 471 millones (de dólares), pero sólo 18 millones son en efectivo en la mano. No podemos comprar comida hasta que no tengamos el efectivo", dijo a periodistas la jefa del PAM, Josette Sheeran.
Para ejemplicar el absurdo de estas cifras destinadas a "combatir el hambre" comparadas con la masa de dinero que mueven y comercializan las trasnacionales de la alimentación obsérvese estos dos ejemplos:
A) Los 755 millones de dólares pedidos por la ONU para "alimentar a los más hambrientos" equivalen al 3% solamente de la facturación de Nestlé en un trimestre (US$24.800 millones). Si la comparación se hiciese con la facturación anual de los diez primeros consorcios de la alimentación, lo destinado a "alimentar a los más hambrientos" por la ONU sería menos que una moneda de limosna en una iglesia.
B) Los 755 millones de dólares pedidos por Ban para "luchar contra el hambre", equivalen, a su vez, al 0,68% de las fortunas juntas de Warren Buffett y Bill Gates, el primer y segundo hombre "más rico" del mundo, según el ranking de Forbes.
La prensa del sistema publica estas cifras absurdas manejadas por los representantes de las trasnacionales, como la ONU o el Banco Mundial, sin analizarlas en el marco general de la masa de dinero descomunal que manejan los pulpos del negocio de la alimentación a escala mundial.
Que, como dice The Wall Street Journal, viven la crisis alimentaria como una "bonanza".
Etiquetas: conocimiento, medios, monopolios, multitud, politica.
Otros factores claves de incidencia en el precio del petróleo como detonante de una crisis mundial -según los analistas económicos- se motorizan por medio de la especulación bursátil con las acciones energéticas, la sobredemanda de energía, y el escenario siempre latente de conflictos geopolíticos y militares que se se cierne sobre regiones petroleras estratégicas en Asia, Africa y Medio Oriente.
A este panorama desestabilizador de los mercados se sumó, la semana pasada, un informe de la Reserva Federal de EEUU advirtiendo sobre una desaceleración de la economía estadounidense en todos sus niveles.
El sondeo de la Reserva Federal -elaborado con base en la información suuministrada por sus 12 bancos regionales- encontró una desaceleración en las empresas de servicios en la mayoría de sus distritos, mientras que en la mitad de las regiones encuestadas se evidenció un enfriamiento del sector manufacturero.
El informe del banco central estadounidense se hizo eco de los comentarios realizados previamente por el secretario del Tesoro de EE.UU., Henry Paulson, quien manifestó que la economía estadounidense se había desacelerado "considerablemente".
Estas apreciaciones son coincidentes -en general- con las proyecciones del FMMI, el Banco Mundial, el G-7 (potencias capitalistas centrales), el G-10 (los 10 bancos centrales más importantes del sistema), que indican un proceso recesivo a escala global con epicentro en la crisis financiera de EEUU, la depreciación del dólar y la espiral alcista del petróleo, que genera como emergente inmediato una escalada mundial del precio de los alimentos.
Los datos decisivos en esta caída generalizada de los mercados y su efecto inmediato acechante: la estanflación mundial (combinación de recesión con inflación), continúan siendo -según coinciden la mayoría de los analistas- el derrumbe del dólar, la escalada de los precios del petróleo y su impacto desestabilizador sobre los mercados y la economía global.
Según los expertos, sí las "turbulencias" en los mercados bursátiles se juntan finalmente con la escalada de los precios del petróleo, la baja del dólar, y un desenlace de los conflictos geopolíticos-militares latentes, este cóctel se pueden convertir en dinamita recesiva para la economía mundial liderada por el Imperio estadounidense.
Pero, por ahora, lo que ya se visualiza claramente (a nivel de acción-reacción) es el impacto de la escalada del costo del petróleo y de la energía en los precios de los alimentos a escala global.
En 2007 el precio global de los alimentos registró un aumento del 40%, y como su efecto más inmediato se está incrementando el número de personas que pasan hambre en el mundo, acaba de advertir la agencia de Naciones Unidas responsable de la ayuda alimentaria a los países pobres.
Entre los factores causales se encuentran el aumento del petróleo y la suba del maíz por la producción de biocombustibles.
La repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según los expertos- puede ser una escalada mundial (como ya está sucediendo) de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y el transporte.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los productos más consumidos del mundo, como pan, carne, azúcar, maíz y arroz se tornan cada vez más caros debido al desarrollo de energías alternativas basadas en cereales, ricino y caña de azúcar (biocombustibles).
Pero ese proceso de suba gradual puede incrementarse a niveles imprevisibles si continúa la suba sostenida de los precios del crudo que ya han superado su propio récord en los mercados internacionales.
El precio del petróleo, por su incidencia en la cadena de precios, afecta directamente a los alimentos de mayor demanda de consumo en el mundo, como pan arroz, papas, azúcar, carne, leche, huevos y manteca, esenciales en la cadena alimentaria de cualquier familia.
En ese sentido, aclara la FAO, la disparada récord del precio del petróleo no afecta sólo a los automovilistas y transportistas, sino que también empuja el alza del precio de los alimentos cuya fabricación y transporte depende fundamentalmente de los combustibles.
Es por eso que, como repercusión más inmediata de la suba récord de los precios del petróleo -según se verifica- ya se desató una escalada mundial de los precios de los alimentos de consumo diario, esenciales para la supervivencia, debido a la alta incidencia de los combustibles en sus costos, principalmente en el sistema de producción y comercialización y en el transporte.
La suba de los alimentos de consumo esencial, a su vez, actúa como principal disparador de la tasa de inflación y del consecuente proceso de recesión económica que conlleva lo que los expertos denominan estanflación.
En este escenario, EEUU, la principal potencia económica-financiera imperial se encamina (y arrastra consigo a todo el sistema capitalista) hacia la estanflación (recesión con inflación), cuyo pronóstico (todavía en estado larval) lo viene vaticinando la propia Reserva Federal de EEUU con sus anuncios sobre que habrá una reducción del crecimiento de la economía estadounidense con posibles brotes inflacionarios.
El petróleo es el elemento clave y (el motor de todos los motores) para mantener una ecuación equilibrada del "modelo" de explotación capitalista vigente que tiene en el boom de las exportaciones de materias primas controlado por las trasnacionales en los "países emergentes" (pagando salarios africanos y eludiendo impuestos), y en el boom industrialista de los mercados asiáticos controlado por las trasnacionales (pagando salarios africanos y eludiendo impuestos) y en la "burbuja financiera" controlada por los grandes consorcios financieros sionistas (desde la Reserva Federal y los bancos centrales europeos y asiáticos), sus motores de crecimiento y expansión a escala global.
La preocupación de las autoridades del capitalismo mundial, según un informe de The Wall Street Journal, es que el inmenso castillo financiero construido sobre los cimientos del mercado de bienes raíces se está derrumbando, lo que ya comenzó a desacelerar la economía estadounidense con un efecto dominó recesivo sobre la economía global, tal como lo vienen anticipando el FMI, la Reserva Federal y el Tesoro norteamericano, además de las autoridades monetarias y principales gurúes (Greenspan, entre ellos) de los países centrales.
Y en esta dialéctica interactiva petróleo-crisis financiera-conflictos geopolíticos, el oro negro (por su incidencia sobre el precio de los alimentos) ya se ha convertido en el eje estratégico de una potencial crisis global del sistema capitalista que puede estallar en este 2008, según vaticinan un conjunto de especialistas.
En suma, y según la visión de los expertos en Wall Street, la conjunción del "dólar débil" y del incremento en la demanda, alimentan la escalada del precio del petróleo (el motor de las economías centrales y emergentes) con el consecuente peligro de desatar un proceso inflacionario con retracción de la economía y del consumo a escala global.
Otro factor a tener en cuenta es que, debido a que la mayoría de los commodities, incluyendo el petróleo, se cotizan en dólares, y a los productores se les paga en esa moneda, los precios de las materias primas y de los alimentos aumentan a medida que el dólar se deprecia, según explica un informe del diario The Wall Street Journal.
El factor dólar débil-petróleo alto afecta en primer término a las "economías centrales" de EEUU y Europa, y se cierne como un fantasma sobre China, la llamada "fábrica del mundo", y mayor demandante global de petróleo y materias primas, que comienza a experimentar los primeros síntomas inflacionarios-recesivos en su economía.
Como consecuencia más inmediata, ante un dólar débil (la moneda de transacción comercial del petróleo) los productores (para mantener sus ganancias) seguirán -según los especialistas- aumentando los precios con el peligro de desatar un proceso inflacionario con retracción (recesión) de la economía y el consumo a escala global.
En este escenario, con EEUU en proceso de una "recesión anunciada" (todavía en estado larval), con la crisis financiera-subprime pendiendo como una espada de Damocles y con el precio del crudo tocando los US$ 110, algunos de los principales países productores de petróleo ya estudian cómo desprenderse de su histórica dependencia de la divisa estadounidense y decretar su funeral como "moneda de transacción petrolera".
Pero la "dolarización" que rige el actual modelo de economía capitalista globalizada lleva a que las reservas de las principales potencias capitalistas (así como la mayoría del mercado financiero y las transacciones comerciales a escala global) estén atadas a la divisa estadounidense, y que desprenderse de ella implique un riesgo de descalabro financiero, no solamente para EEUU, sino para todo el sistema capitalista en su conjunto.
Resumiendo el cuadro: La actual crisis en desarrollo del "modelo globalizado" de economía capitalista (que amenaza, en primer lugar, al Imperio estadounidense) tiene tres actores-detonantes centrales:
A) El derrumbe del dólar (por ahora, la moneda patrón de las transacciones mundiales),
B) la crisis subprime-financiera de EEUU (que desequilibra los mercados mundiales),
C) la escalada de los precios del petróleo (que la mayoría de los especialistas ve como el desencadenante clave de un proceso recesivo a escala mundial raíz de su incidencia en el aumento del precio de los alimentos).
En la resolución de este peligroso cóctel se resume el futuro inmediato del planeta gobernado por el sistema capitalista sionista con sede central en Wall Street.
Tal simplista filosofía fue característica de la era Greenspan. Bastaba alterar la tasa de interés para que la Fed no tuviera que “pensar”, no tuviera que regular los mercados, no tuviera que plantear exigencias de niveles mínimos de reservas en los préstamos bancarios, y lograra alimentar una inflación de precios de los activos que la Fed confundía con real “creación de riqueza”. No tenía que regular los préstamos subprime o intervenir en el extendido fraude financiero. Todo lo que tenía que hacer era subir los tipos de interés, cuando eso daba a los bancos oportunidad de cargar más e incrementar sus ingresos, o recortar las tipos para rebajar el coste de los préstamos concedidos por la Fed a los bancos.
Lo cierto es que ni siquiera la ideológicamente obnubilada Reserva Federal puede ya imaginar que un problema estructural –la incipiente depresión inducida por el favoritismo de la propia Fed hacia un sector bancario resuelto a promover la desindustrialización de la economía— puede resolverse bajando otra vez los tipos de interés. Aunque la Fed rebaja su tipo de préstamo a los bancos, esos bancos no transmiten a sus clientes las rebajas de tipos. Los tipos de interés de las tarjetas de crédito están subiendo, y rimeros interminables de penalizaciones varias están incrementando la tajada que se llevan los bancos. Las tasas hipotecarias siguen altas, de modo que los mercados inmobiliarios siguen sin levantar cabeza. Sencillamente, los bancos no hacen préstamos.
Lo que hacen es especular, sobre todo contra el dólar. Emulan así lo que hicieron los bancos japoneses tras el estallido de la burbuja financiera nacional en 1990. Los bancos japoneses se convirtieron en los agentes más activos del carry trade internacional, que consiste en tomar préstamos a muy bajo interés en una divisa débil (el yen, después de 1990; el dólar, hoy) para prestar a prestatarios con elevados intereses, preferiblemente con monedas fuertes o al menos estables (como a Islandia, antes de que, apabullada por la deuda, comenzara a colapsarse su moneda el año pasado; como, hoy, a los prestatarios europeos en euros).
Así pues, el crédito fiduciario estadounidense está ahora orientándose hacia Europa. Los bancos estadounidenses crean o toman a préstamo crédito al 2%, y lo prestan al 6% o más. Logran así una ganancia especulativa con la moneda extranjera, fundada en el hecho de que el euro sigue subiendo en relación con el dólar.
El propósito es, evidentemente, el mismo que en Japón después de 1990. Muchos bancos bordean la insolvencia a resultas de los préstamos inmobiliarios tóxicos contabilizados en sus libros de balances. Rescatarlos (para no tener que nacionalizarlos como, recientemente, tuvo que hacer Inglaterra con el Norhern Trust) es ayudar a los bancos “a lograr una vía de salida de la deuda”, y esa vía es realizar préstamos gananciosos.
Pero el préstamo y la rentabilidad bancarios se han desacoplado por mucho de la economía. Los bancos no están prestando para financiar tangibles inversiones de capital y nuevas contrataciones. Ayudarles, pues, no ayuda a sacar a la economía estadounidense de una depresión que día a día se hace más honda. (Una recesión es corta, y le sigue una recuperación. La depresión que asoma hoy en el horizonte se aproa a una suerte de expropiación general, a una transferencia masiva de propiedad de los deudores a los acreedores.)
El efecto último de eso es hinchar el poder de las finanzas, del crédito y de los bienes raíces en relación con los salarios del trabajo y con el capital industrial. No es ése el camino para estimular nuevas inversiones tangibles. Es justamente lo opuesto al keynesianismo. No es apuntar a la “eutanasia del rentista”; es conferir más poder a las finanzas y decretar la eutanasia del trabajo y de la industria.
Y en lo atinente a Europa, yo añadiría lo siguiente. La decisión de la Fed de subsidiar el préstamo de los bancos estadounidenses a Europa contribuirá a elevar la tasa de cambio del euro en relación con el dólar. Eso será una bendición para los especuladores de divisas. Y contribuirá a mantener el precio del petróleo y de los alimentos relativamente bajo para los consumidores europeos. Pero también incrementará en Europa el precio del trabajo asalariado y otros costes (incluido el coste de los bienes raíces, que está jugando un papel creciente en el presupuesto de los trabajadores en todo el mundo). Eso tenderá a hacer que las exportaciones europeas resulten cada vez más caras en los mercados globales, incluidos el Airbus, para satisfacción de Boeing, y los automóviles europeos, para satisfacción de General Motors y Ford. (No es de extrañar que Kirk Kirkorian haya comenzado a comprar de nuevo acciones en la industria automovilística estadounidense.)
En los años 30 del siglo pasado, los países competían unos con otros oponiendo a los rivales murallas arancelarias y barreras comerciales no-arancelarias (encabezados por los EEUU), así como devaluaciones de la propia moneda destinadas a “depauperar al vecino” (también encabezados aquí por los EEUU). Pero los dirigentes del Banco Central europeo andan ahora tan ofuscados con la moderna ideología monetarista de la Escuela de Chicago –y tan olvidadizos de la historia económica de su propio continente—, que lo que se proponen es poner de rodillas a la inflación interior elevando los tipos de interés. Eso no hace sino acrecer tanto más el valor de su moneda, atrayendo aún más préstamos carry trade foráneos. (Los economistas llaman a eso una “curva de demanda con pendiente negativa”, y la consideran una “anomalía”, como anómalo les parece el grueso de la realidad económica de nuestros días). De modo, pues, que mientras la política monetaria estadounidense contribuye a subsidiar al sector bancario en detrimento del sector industrial y del trabajo asalariado, la política monetaria europea está ungida al uránico universo paralelo del pensamiento actual y socava su propia industria.
Una víctima inocente de la depreciación del dólar inducida por las decisiones de la Fed serán los países del Tercer Mundo deficitarios en alimentos cuyas monedas están ligadas al dólar. América Latina, el grueso de África y Asia se encontrarán con que, en sus monedas, el precio de las materias primas denominadas en euros se incrementará. Pero los salarios y otras fuentes de ingresos de su población distan por mucho de subir. La mordaza salario/precio seguirá apretando, y se calla por sabido que sus oligarquías se sumarán al torrente especulativo orientado a las divisas fuertes, moviendo sus fondos al exterior.
Concretamente, el aceite de girasol refinado ha liderado el ranking de alimentos que más han subido, con un aumento del 40,65%, seguido de la harina de trigo (28,37%), la leche esterilizada (23,57%) y los espaguetis (20,27%), en un escenario marcado por la subidas de las materias primas agrícolas a nivel internacional.
Además, el futuro a corto y medio plazo tampoco ofrece buenas perspectivas. De hecho, tal y como ha advertido hoy el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha señalado hoy que, "desgraciadamente", la presión de los precios de los alimentos en Asia "sigue siendo muy importante" y que, a corto plazo, no dejarán de crecer, por lo que seguirán impulsando los niveles de inflación de las economías mundiales, también la española.
Ademas, el gobernador ha precisado que estas presiones, unidas al encarecimiento del petróleo, están teniendo un efecto negativo a escala global, "no en un sólo país", en referencia a España.
En este sentido, Fernández Ordóñez ha explicado que el efecto de ambos factores se está dejando ver en los niveles de crecimiento mundiales, al suponer un menor nivel de renta en los bolsillos de las familias y, por tanto, una menor demanda. Con todo, ha precisado que este efecto adverso está siendo, "felizmente", más intenso en EE UU que en Europa.
En la misma línea, el vicepresidente económico, Pedro Solbes, ha admitido hoy que la persistencia de la carestía del petróleo, que hoy a vuelto marcar un máximo histórico sobre los 119 dólares, aleja la posibilidad de cerrar el año con una inflación por debajo del 3% como estaba previsto.
Solbes ha reconocido que será "muy difícil" conseguir que la tasa de inflación se reduzca al 3% al final de año si "se consolidan" las subidas internacionales de los precios de los alimentos. Además, también ha admitido que la subida de los precios de consumo, además de que "nos hace la vida más difícil a todos", puede tener "efectos negativos" sobre el crecimiento económico al tiempo que "detrae la renta de las familias más necesitadas", a las que "se les pueden plantear mayores problemas".
Suben los limones, bajan los tomates
Volviendo a los datos hechos públicos hoy por el Ministerio, por lo que respecta al apartado de alimentos frescos destacan los aumentos de precio de los limones, con un alza del 38,45% en los últimos doce meses, el plátano de Canarias (19,47%), la naranja (14,51%), la carne de pollo fresca (12,93%) y los huevos (10,74%).
Por el contrario, algunos productos frescos como los tomates para ensalada han registrado descensos, del 16,6% concretamente, lseguidos de las patatas (7,51%), cebollas (7,37%), zanahorias (5,16%) y lechugas (4,37%). Además, también han bajado en abril el aceite de oliva (un 5,9%) y el café soluble (un 1,53%).
Si se compara el precio de abril respecto al mes anterior, los productos que más han subido han sido el pimiento verde (7,48%), el chocolate con leche (3,85%), el arroz (2,79%), el conejo de granja (2,59%) y las naranjas (2,47%), mientras que han registrado aumentos menores la mantequilla (2,46%) y la pescadilla (2,43%), entre otros.
Por el contrario, se han abaratado más en abril respecto a marzo las anchoas (con un descenso del 4,85%), las gambas congeladas (un 4,34%), la bacaladilla (un 4,42%), la acelga (un 3,19%) y la cebolla (1,86%).
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