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De terroristas “buenos” |
Que los hay, los hay.
Al menos para el gobierno de W. Bush:
los Mujaidines del Pueblo (MEK, por sus siglas en inglés) pasaron de la lista oficial de terroristas “malos” establecida por el Departamento de Estado a la de los “buenos”.
Son disidentes iraníes que perpetraron atentados terroristas para Saddam Hussein cuando su guerra contra Irán y más que una organización es un culto. Luego de la invasión a Irak, sus miembros se instalaron en los campos de entrenamiento de Ashraf, Habib –en plena Basora– y otros con el conocimiento y el consentimiento de los ocupantes.
Un reciente estudio de Human Rights Watch denuncia a lo largo de 28 páginas las violaciones de los derechos humanos perpetradas por los MEK.
El objetivo es Irán.
A mediados de marzo W. Bush firmó una disposición secreta destinada a expandir “con una amplitud sin precedentes” la ofensiva encubierta ya en marcha contra el régimen de Teherán (www.counterpunch.org, 2-5-08).
Y no se trata sólo de Irán: la directiva presidencial abarca un área geográfica muy extensa, del Líbano a Afganistán, y ensancha el tipo de operativos clandestinos a realizar.
Ahora incluyen las ejecuciones extrajudiciales en las que los servicios israelíes son maestros. Desde luego, hay que financiar esas actividades.
No hubo problema: demócratas y republicanos del Congreso aprobaron a sabiendas y casi por unanimidad una partida de más de 300 millones de dólares a ese efecto.
Fluirán fondos para el MEK y otras organizaciones terroristas, como el sunnita Jundullah o Ejército de Dios, que perpetra atentados en el Beluchistán iraní en la frontera con Afganistán, el Pejak kurdo iraní, los militantes árabes ahwazi del sudeste de Irán, y aun los terroristas sunnitas libaneses aliados de Al Qaida (The New Yorker, 5-3-07).
La directiva incluye más acciones contra Siria: la explosión que sacudió a Damasco en febrero pasado es un anticipo de lo que vendrá y fue una sorpresa para los libaneses, acostumbrados a padecer tales acciones en su país, siempre atribuidas a Siria. La cruzada antiterrorista de la Casa Blanca se ha convertido en el financiamiento de grupos terroristas.
W. Bush es el presidente más impopular de la historia de EE.UU.: logró romper la barrera del 70 por ciento de desaprobación de sus conciudadanos, un índice que ni siquiera le asestaron a Nixon en pleno Watergate.
La razón principal, claro, es Irak.
Una encuesta que la cadena CNN y la Research Corporation Poll llevaron a cabo del 28 al 30 de abril pasado encontró que el 68 por ciento de los interrogados se opone a la guerra y la aprueba sólo el 30 por ciento (www.pollingreport.com, 28/30-4-08). Esa mayoría quiere la retirada parcial o total de las tropas. La falsa presunción de que el aumento de efectivos estadounidenses en Irak ha empezado a calmar la situación es otro rey desnudo. W. Bush no encuentra más salida que la fuga hacia delante.
Los “incidentes” en el Golfo Pérsico se repiten: portaaviones estadounidenses irrumpen en sus aguas “porque el Pentágono ha ordenado a los comandantes militares que desarrollen nuevas opciones para atacar a Irán” (www.cbsnews.com, 29-4-08).
Se espesan las acusaciones de que Teherán arma a los insurgentes iraquíes: “Lo que los iraníes están haciendo es matar a efectivos estadounidenses en Irak”, profirió el jefe del Pentágono, Robert Gates. Autoridades iraquíes pro EE.UU. lo han negado, pero da lo mismo.
Se reitera la técnica que sirvió para invadir Irak. Como reveló la encuesta mencionada, el ciudadano norteamericano corriente está cada vez menos dispuesto a mascar vidrio.
Es posible que los demócratas ganen la presidencia en las elecciones de noviembre próximo. Esto no preocupa mucho a los neoconservadores: Hillary ha insistido en que no había que excluir el uso de bombas nucleares para “combatir al terrorismo” –léase Irán– y la postura de Obama al respecto es evasiva.
El domingo que pasó fue entrevistado por la MSNBC, que había ya informado que existen planes para bombardear Irán, y se le preguntó si los apoyaría en caso de resultar electo el candidato titubeó antes de responder: “Siempre dije que, como comandante en jefe, no descarto ninguna opción militar y creo que es apropiado prepararse para (hacer frente a) todas las contingencias” (www.msnbc.msm.com, 4-5-08).
¿Es decir?
El almirante Michael Mullen, jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas norteamericanas, declaró al canal 10 de la televisión israelí que “sería un reto muy significativo para EE.UU. entrar ahora en un tercer conflicto en esa parte del mundo”.
“El designio del lenguaje político es que las mentiras suenen a verdades, que el asesinato sea algo respetable y sirva para dar una apariencia de solidez a lo que es puro viento” (George Orwell).
Juan Gelman
Etiquetas: conocimiento, medios, mentiras, multitud, politica, violencia.
En un testimonio ante el Congreso legislativo estadounidense hace un mes, el general David Petraeus, comandante de las tropas de ocupación en Iraq, y el embajador de Estados Unidos en Bagdad, Ryan Crocker, señalaron que el conflicto en ese país de Medio Oriente es una "guerra por delegación" para contener la influencia iraní.
Washington y del gobierno de Al-Maliki con frecuencia presentan a Teherán como una fuerza desestabilizadora en Iraq.
Las excursiones militares de las fuerzas iraquíes contra los sadristas, apoyadas por Estados Unidos, son defendidas citando evidencia dudosa de la supuesta influencia iraní.
Pero esto se complica más cuando se añade a uno de los más cercanos amigos de Teherán en territorio iraquí: el Consejo Supremo Islámico de Iraq (ISCI), que, como parte de la coalición gobernante de Al-Maliki, también es uno de los principales aliados de Washington.
Los militares estadounidenses anunciaron haber matado a tres combatientes enemigos en el suburbio bagdadí de Ciudad Sadr el domingo, señalando que los objetivos eran grupos escindidos del Ejército Mahdi que estaban recibiendo entrenamiento y armas de parte de Irán.
La semana pasada, el portavoz del Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos, Sean McCormack, dijo que estaba claro que Irán apoyaba a "milicias que operan fuera del imperio de la ley en Iraq". Muchos temen que el discurso sea parte de un esfuerzo por incrementar las tensiones entre Washington y Teherán.
Pero la constante descarga de críticas contra Irán y contra los llamados "grupos especiales" de Sadr, que todavía pelean contra Al-Maliki y contra las fuerzas de Estado Unidos, tienden a pasar por alto el hecho de que los partidos de la coalición gobernante en Iraq deben en gran medida su existencia a Teherán, y continúan en estrecho contacto con esa república islámica.
No parece haber una sólida explicación sobre el doble discurso de Estados Unidos, que condena a Irán por su influencia en Iraq pero a la vez brinda apoyo y ayuda a uno de los principales beneficiados y aliado de esa influencia: el gobierno de Al-Maliki.
"No estoy seguro si sabemos bien qué diablos estamos haciendo cuando realizamos estas acciones", dijo a IPS el analista Brian Katulis, del Centro para el Progreso Estadounidense, con sede en Washington.
Los dos mayores partidos en la coalición de Al-Maliki, su propio Partido Dawa y el ISCI, son chiitas y vinculados con Teherán.
El ISCI, antes conocido como Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, nació en Irán, y su rama armada, la Brigada Badr, combatió contra los iraquíes en la guerra que enfrentó a ambos países en los años 80.
La Organización Badr fue luego incorporada a las fuerzas de seguridad iraquíes, que recibieron equipos y entrenamiento de Estados Unidos.
Mientras estos grupos vivían en el exilio, el padre de Muqtada al-Sadr estaba construyendo un movimiento chiita dentro de Iraq. Los sadristas son el único bloque político chiita que puede ser considerado propiamente un movimiento local.
El ISCI había inicialmente participado del Congreso Nacional Iraquí, grupo en el exilio liderado por Ahmed Chalabi, a quien los arquitectos neoconservadores de la guerra en Iraq esperaban liderara un gobierno exiliado que pudiera asumir el control del país luego de que fuera derrocado el régimen de Saddam Hussein (1979-2003).
Luego de que fracasara el plan con Chalabi y tras un período de gobierno de la Autoridad Provisional de la Coalición, las elecciones convirtieron al ISCI en el bloque más poderoso en el parlamento. En diciembre de 2006, el líder del ISCI, Abdul Aziz al-Hakim, fue invitado a Washington a reunirse con el presidente George W. Bush en la Casa Blanca.
La visita de Hakim a Washington coincidió con la salida de los sadristas –otrora la pesadilla del primer ministro—de la coalición gobernante. A instancias de Washington, Hakim volcó su apoyo a Al-Maliki para permitirle formar una coalición.
Los recientes combates entre sadristas y el gobierno solamente fortalecieron ese lazo. Las ofensivas del gobierno iraquí en la sudoriental ciudad de Basora y en Ciudad Sadr contaron con el apoyo de Estados Unidos. Esto motivó acusaciones de que Washington tomó partido en lo que es esencialmente un tema político interno chiita.
¡Qué hipócritas!
En la libertad capitalista, George Bush autorizó el control de las comunicaciones sin mandato judicial y abogó porque los satélites espías vigilaran a sus conciudadanos. En Gran Bretaña, una persona puede ser grabada sin su consentimiento, más de 300 veces por cuatro millones de cámaras de vigilancia (en España, se han multiplicado tanto que ni se sabe cuántas hay), y en la mayoría de los países de la Unión Europea, las compañías telefónicas y las que proporcionan acceso a Internet están obligadas por ley, a conservar los datos de conexión de sus clientes, para su investigación si procede.
Lo que ha enojado a las Damas de Verde (como también se las conoce, por su desmedido afán de recaudar dólares), fue que la televisión cubana difundiera un vídeo que demostraba los vínculos que las unen con Ileana Ros-Lehtinen, congresista cubano-americana, defensora de las aventuras criminales de Afganistán e Iraq, partidaria del asesinato de estadistas mundiales, alentadora de políticas belicistas contra Cuba, Venezuela, Bolivia y todo bicho viviente que rechace el fascismo neoliberal. Dime con quien andas y te diré quien eres.
Varios medios alemanes reaccionaron indignados ante las declaraciones del mandatario venezolano Hugo Chávez, efectuadas en respuesta a unos comentarios de Ángela Merkel sobre Venezuela. Chávez dijo que la canciller proviene de la misma derecha que apoyó a Adolfo Hitler. El rotativo Die Weltel títuló: "Chávez ofende a la canciller con una comparación con Hitler", y el Frankfurter Allgemeine bramó que Chávez había ofendido a Merkel.
Ninguno recordó a sus lectores que Merkel fue admiradora del nazi austriaco Jörg Haider, y defendió el experimento que aquel sujeto, aprendiz de Hitler, intentó desarrollar en Austria.
Según ella, el ensayo xenófobo de Haider, era digno de elogio.
Incluso la influencia de Haider se instaló en el partido de la Merkel (CDU) que, hace unos años presentó una propuesta en Renania del Norte-Westfalia, para impedir la inmigración, desde la India, de expertos en informática. La propuesta exigía mejorar la educación para que los informáticos sólo fueran alemanes, y el eslogan elegido fue “Niños en lugar de indios”, pero como sonaba demasiado hitleriano, lo cambiaron por el de “Más educación en lugar de más inmigración”.
Ángela Merkel apoyó aquella maniobra racista. Está claro que para algunos rotativos alemanes, decir la verdad es ofender.
Según determinados medios españoles, ETA mantiene una “tercera reserva” de comandos listos para entrar en acción, en Portugal, Polonia, Alemania y Venezuela.
Si la organización vasca atentara en España con comandos residentes en Venezuela tendría graves problemas, pues al factor geográfico se añadirían los controles a los que son sometidos los ciudadanos extracomunitarios, especialmente rigurosos si aquellos proceden de América Latina o África.
Esta información huele a una burda maniobra que pretende relacionar, de manera sibilina, a un país concreto (Venezuela) con el terrorismo, citando también a otros países -“nada sospechosos”- para simular una información objetiva.
¡Qué extraño que no se hayan acordado de Cuba!
Por otra parte, ha molestado bastante que Martin Scheinin, relator sobre la Promoción y Protección de los Derechos Humanos de la onU, no condenara explícitamente el último atentado de ETA que costó la vida a un guardia civil.
Scheinin desconfía de la bondad democrática del régimen español, ya que cuestiona la existencia de la Audiencia Nacional, a la que considera un tribunal de excepción que se desvía de los procedimientos jurídicos habituales, cuando enjuicia delitos de terrorismo.
Sobre las denuncias de torturas, lamenta que el Gobierno español no las investiga, o lo hace de manera parcializada.
Después de semejante repaso, ¿ seguirá el ministro del Interior denominando a las torturas “lesiones compatibles con la detención”, como hizo cuando fueron detenidos Igor Portu y Martín Sarasola que -según testigos oculares- no ofrecieron resistencia alguna? Allende las fronteras, pocos se fían de esta democracia a la española.
J. M. Álvarez
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