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Combustible en vez de pan |
A pesar de las airadas protestas, la Canciller Federal Angela Merkel suscribió el miércoles en Brasil un controvertido acuerdo sobre el comercio de biocombustibles. De este modo, Berlín y Brasilia desestiman las exigencias de las organizaciones sociales, de la Iglesia católica y de las Naciones Unidas, quienes abogan por reducir la producción y el consumo de agrocombustibles en vista de la crisis alimentaria mundial, que va para largo.
En las últimas semanas, en varios estados pobres se han dado protestas y revueltas por el hambre, tras un aumento fulminante de los precios de los alimentos de primera necesidad. Los expertos lo atribuyen, en parte, al aumento de la demanda de "materias primas renovables" para la producción de biocombustibles, a la cual ha contribuido Berlín.
Además, los ecologistas observan que el incremento de la producción de combustibles trae consigo un aumento en la tala de las selvas, por ejemplo en la Amazonia brasileña, con consecuencias ecológicas catastróficas. Berlín fomenta la producción de biocombustibles con fondos destinados al desarrollo y sigue apostando por aumentar el consumo en Alemania, a pesar de todas las objeciones.
"Se cumplen los criterios"
El nuevo acuerdo entre Alemania y Brasil, que la Canciller Federal Angela Merkel va a suscribir al principio de su viaje de una semana por Latinoamérica, lo preparó a finales de abril el ministro federal de medio ambiente Sigmar Gabriel, durante su estancia en Brasil. Según Gabriel, este acuerdo garantiza una producción de biocombustibles defendible desde un punto de vista ecologista ("sostenible"). En su opinión, el acuerdo ya cumple los criterios que se están elaborando en Bruselas al respecto ("criterios de sostenibilidad"). Por tanto "no hay problemas con Alemania y Europa sobre la importación de etanol brasileño". Brasil es, después de USA, el segundo mayor productor mundial de biocombustibles.
Se ignoran los reparos
Tanto los ecologistas como la Iglesia católica de Brasil han protestado de forma contundente. Según ellos, Gabriel ha ignorado, muy a la ligera, unos reparos serios: "asegurar, sin fundamento, que los biocombustibles no van a suponer un riesgo de roturación de la selva ni de hambruna ha sido suficiente para quitar de en medio todos los hechos e informes en sentido contrario".
De hecho, desde mediados del año pasado la destrucción de la selva, en particular, se ha acelerado. De acuerdo con los datos del Instituto de investigación Imazon, datos que se dieron a conocer cuando Gabriel aún se encontraba en Brasil, en los estados federales brasileños de Mato Grosso y Pará, de enero a marzo de 2008, a pesar de la temporada de lluvia, se habían talado un mínimo de 214 kilómetros cuadrados de selva, el triple que en los tres primeros meses del año anterior.
Las organizaciones sociales resumen el desarrollo del siguiente modo: "Para poder exportar aún más agrocombustible a Alemania, está previsto explotar nuevas áreas de cultivo". La rapiña de la selva tiene además como consecuencia que cada vez se fija menos dióxido de carbono. De ello se derivan unas emisiones de CO2 que convierten a Brasil en el tercer país del mundo en cuanto a liberación de gases de efecto invernadero.
Totalmente falsas
Además, también se planta cada vez más caña de azúcar para producir combustible donde antes había pastos. La consecuencia es que la ganadería que antes se practicaba en estas zonas ahora se ve forzada a desplazarse a otras regiones (por ejemplo a la selva); o a plantaciones en las que antes se cultivaban alimentos. Así lo demuestran varios nuevos estudios, según la "Comisión Pastoral de la Tierra" (CPT) de la Iglesia católica de Brasil. Los ministros de medio ambiente de Brasil y Alemania han hecho declaraciones en sentido contrario, que el secretario de la CPT rechaza calificándolas de "totalmente falsas".
1.200 millones de hambrientos
También las Naciones Unidas han instado a la UE y a los EEUU a limitar sus programas de biocombustibles. "En los EEUU, este año un tercio de la cosecha de maíz va a parar a los depósitos de gasolina, lo cual supone un duro revés para las reservas mundiales de alimentos". A su vez, la UE decidió el año pasado, ante las presiones de Alemania, aumentar hasta 2020 y a un 10 por ciento la proporción de agrocombustibles dentro del consumo total de gasolina.
Ya en estos momentos la población de un gran número de países pobres no puede pagar los precios de los alimentos de primera necesidad, puesto que en los últimos meses han experimentado un fuerte incremento debido al boom de los biocombustibles. Por ejemplo, una tonelada de arroz (alimento básico en Asia, África y Latinoamérica) ha pasado de unos 400 dólares USA a principios de año a más del doble, 900 dólares, a principios de abril.
En las últimas semanas las revueltas por el hambre se han extendido de Latinoamérica (Haití) a países africanos (Egipto, Burkina Faso, Costa de Marfil, Mauritania, Mozambique, Senegal, Somalia) y a Asia (Indonesia). "El número de los hambrientos se eleva en 16 millones por cada punto porcentual de subida de los alimentos de primera necesidad" afirma un estudio del año 2003 a cargo de dos economistas de EEUU. "Esto significa que en el año 2025 podrían estar pasando hambre 1200 millones de personas: 600 millones más de lo que pronosticamos en 2003".
Expulsados
Además, la codicia de terreno de los grandes consorcios, europeos entre ellos, agudiza aún más la situación ya precaria de muchas personas. Debido al boom de agrocombustibles, los que explotan refinerías de gasoil y etanol agrícola buscan terrenos productivos, y presionan a sus propietarios para que los vendan o arrienden. En la mayoría de los casos, las indemnizaciones que reciben los agricultores no son suficientes para poder ganarse la vida. Muchas veces, a los pequeños arrendatarios se los expulsa sin más, cuando ya no pueden pagar los intereses por unos terrenos cuyo valor aumenta.
Seguimos igual
Los responsables de esta evolución son sobre todo los EEUU y la Unión Europea, con Alemania a la cabeza. Mientras la UE, bajo la presidencia alemana del Consejo, ha decidido que de aquí al año 2020 la gasolina llevará un 10 por cien de biocombustibles, el gobierno federal incluso aspira a un porcentaje del 20 para Alemania; y quiere seguir importando agrocombustibles. En este sentido, Brasil tiene una importancia clave para Alemania, y Berlín incluso le dedica fondos denominados de ayuda al desarrollo.
Por ejemplo, la Sociedad de Cooperación Técnica (GTZ, siglas alemanas) en 2005 comenzó a participar en un proyecto que puede abrirles a las empresas alemanas el acceso al sector; participa "Brasil Ecodiesel", el líder del mercado brasileño, con más del 50 por cien del mercado, del cual el Deutsche Bank adquirió, a través de una filial estadounidense, casi la mitad de los títulos poco después de iniciarse el proyecto de la GTZ. El acuerdo sobre biocombustibles que se va a suscribir hoy con Brasil parte de aquí y continuará en esa línea a pesar de todas las protestas.
Etiquetas: conocimiento, inteligencia, monopolios, multitud, politica.
Esta es la novena conferencia que realizan los países miembros de la Convención de la ONU sobre la Diversidad Biológica (CDB) adoptada en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro, para desacelerar de forma significativa antes de 2010 el espantoso ritmo actual de empobrecimiento de la biodiversidad.
"Vamos por mal camino y, si seguimos así, no lograremos nuestro objetivo", agregó Gabriel, porque "el índice actual de extinción de las especies es de cien a mil veces más elevado que el de su extinción natural".
Así, están actualmente amenazados uno de cada cuatro mamíferos, una de cada ocho aves, un tercio de los anfibios y el 70% de las plantas.
El empobrecimiento de la diversidad de la vida en la Tierra proseguirá "desde el momento en que será más fácil sacar ganancias de la destrucción de la naturaleza que de su protección", remarcó el ministro del país anfitrión de la conferencia.
La desaparición de especies animales y vegetales cuesta al año un 6% del Producto Nacional Bruto (PNB) mundial, es decir, 2.000 millones de euros, según el estudio 'La economía de los sistemas ecológicos y de la biodiversidad' del que el semanal Der Spiegel publicó varios extractos este lunes.
Este peso es especialmente duro para los países pobres porque generalmente no sacan beneficio alguno del uso de sus recursos y de los conocimientos de sus comunidades indígenas por parte de los grandes grupos industriales para sus productos comerciales o nuevas medicinas.
Uno de los objetivos de la Convención de la ONU es definir reglas de reparto del uso de esos recursos genéticos.
Se debe encontrar "un reparto más equitativo" de esos recursos, abogó Gabriel. Para este último, "los países industrializados deben reconocer que hay que compartir los recursos naturales con quienes los salvaguardan".
"Los países en vías de desarrollo hablan justamente de 'biopiratería' cuando las naciones industriales usan sin autorización sus recursos sin devolverles un céntimo", subrayó.
Gabriel precisó que sobre este tema, en Bonn se harán "progresos significativos".
La conferencia de Bonn -que se celebrará hasta el 30 de mayo- debe establecer una 'hoja de ruta' para concluir antes de 2010 la negociación de un conjunto de reglas obligatorias sobre el acceso a los recursos genéticos y el mayor reparto de los beneficios de su utilización.
Asimismo, la desforestación también estará presente en la conferencia, además de su relación con el clima, ya que ese fenómeno acentúa aún más el efecto invernadero generado por la emisión de gases contaminantes.
"Cada año se pierde una superficie forestal equivalente a tres veces la de Suiza", subrayó Gabriel.
Las selvas tropicales -las más amenazadas- acogen alrededor del 80% de la biodiversidad del mundo, según la CDB.
Cuando el Norte sufre las consecuencias de su propio sistema productivista/desarrollista, cambio climático, desertización, agotamiento de energías baratas, desigualdades sociales y territoriales, etc., y países del Sur emulan el modelo del Norte (China, India…) y también quieren “comer filete”, no encuentra mejor respuesta que externalizar dichas consecuencias a los de siempre, es decir al Sur, a cientos de países empobrecidos por su barbarie y criminalidad.
Ahora, y sin ruborizarse tan siquiera, sino desde la más fría racionalidad de la lógica económica, van a causar una nueva crisis alimentaria a más de treinta y tres países y serán los causantes del hambre de cien millones de personas. ¿Por qué más barbarie? Pues sencillamente porque hay que seguir llenando el depósito de gasolina de los del Norte y enchufar el aire acondicionado, ante el calor que parece que hace, y mucho.
Nuestro planeta (es un decir, porque los verdaderos dueños son cuatro: las multinacionales, los grupos financieros de inversión, los militares OTAN y políticos, entre ellos la Iglesia Católica), es finito y limitado: el 70 % de la superficie es agua y el 30 % tierra.
El agua como fuente directa de alimentos solamente proporciona el 6 % de las proteínas consumidas y un 2 % de las calorías. Algo más del 90 % del suministro de alimentos humanos proviene de los pastos y la tierra cultivada, que representa menos del 10 % de la superficie terrestre. Tanto los efectos de las fuerzas naturales (bien inducidas, bien deducidas), como los efectos de la actividad humana (modelos energéticos, modelos de producción, modelos de transporte, modelos de vida, etc.), reducen de forma exponencial el área de la tierra cultivable; la desforestación de los bosques reduce el área de vegetación y sus efectos negativos son directos en pastos, cultivos y medio.
Conclusión obvia: cuando la tierra es escasa, su explotación intensiva y productivista (máquinas) y se le angosta con mierda química (pesticidas, fertilizantes), la producción de alimentos disminuye, y además se produce de forma desigual y se reparte en función del poder, y, de éste, el Norte tiene mucho o todo, según vengan dadas . Y en última instancia, se invaden los territorios con nuestra “santa alianza democrática” (como en Irak).
Ni tan siquiera la denominada “revolución verde” (producir mucho por medios genéticamente modificados) ha resuelto nada del problema. Al revés, se ha especializado en monocultivos con búsqueda de rendimientos muy altos en dinero y no en cubrir necesidades, ha contribuido a la destrucción de la biodiversidad biológica y hace dependientes a los agricultores de grandes monopolios farmacéuticos propietarios de las patentes de semillas.
La Unión Europea decide que para reducir las emisiones y hacer algo contra el calentamiento hay que dedicar una parte de la tierra para la producción de plantas como base de los biocarburantes. Para el 2020 el objetivo es alcanzar el 10 % de uso de éstos en transporte. Y sus políticas comerciales, causantes del empobrecimiento de las agriculturas de los países del Sur (subvenciona a agricultores propios y financia la exportación de los excedentes agrícolas), siguen la senda de la profundización de la brecha entre quienes deben “llenar el depósito de gasolina todos los días”, los menos (el Norte), y quienes ni siquiera llenan el estómago, los más (el Sur), aunque si andan vivos, entre residuos sólidos y gaseosos y artilugios militares, seguro que lo llenan.
Los precios de los alimentos se han disparado por la acción del Norte: sus crisis financieras, sus mercados de divisas que juegan a la ruleta con las monedas “pobres”, sus multinacionales que roban, matan y roban más y matan mejor, sus productos agrarios desviados para producir energía barata, sus relaciones comerciales injustas, monopolistas e imperialistas, son las causas que explican que una masa de población de cien millones de personas vuelva a entrar en una crisis de hambre a muy corto plazo.
Si lo sumamos a la crisis de desnutrición permanente de 1.000 millones de personas, más las crisis de agua potable, infraviviendas, etc., nos encontramos con un mundo de desigualdad y horror que hace complicado seguir llenando el depósito de gasolina y encender el aire acondicionado, como si no pasara nada.
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