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Bolivia al borde de un ataque de nervios |
El referéndum autoconvocado por las autoridades de la Provincia de Santa Cruz pone en jaque las posibilidades del Estado multi-étnico y con pluralismo jurídico defendido tanto por el gobierno de Evo Morales como por su oposición social. El punto de confluencia de todos en la tierra de Tupac Katari, es la Constituyente que rompe con el Estado oligárquico colonial. Esta Constituyente fue definida en un acuerdo con la ausencia de la derecha, de los empresarios cruceños y de la Media Luna.
Esa mitad de Bolivia tiene la mitad de PBI. No es mucho, pero Santa Cruz de la Sierra posee más del 30% del mismo. Este peso inclina la balanza hacia el lado de los latifundistas y los empresarios asociados a las transnacionales y a la soja brasilera.
El discurso fundamentado en “Cambas versus Collas” es muy forzado.
Las raíces populares cruceñas son anti-oligárquicas, pero el discurso de la derecha es ahora abiertamente secesionista y defiende el “origen guaraní” de los latifundistas blancos y de origen inmigrante.
Algunas alternativas posibles para el gobierno de Evo y su oposición social -por la izquierda- frente a la oligarquía de la Media Luna con los dueños de Santa Cruz al frente:
· No se puede confiar en las Fuerzas Armadas bolivianas, menos todavía en el Ejército de Bánzer, Barrientos y otros narcotraficantes, para defender el gobierno electo de Morales. Un golpe de estado o una “salida” cívico-militar es algo que tiene que ser tenido en cuenta.
· Tampoco es posible creer que esas mismas Fuerzas Armadas van a tolerar la división territorial del país. Por lo tanto, el chantaje político empuja a La Paz a encontrar una solución al problema.
· Una intervención del Gobierno Nacional a la Provincia de Santa Cruz es todo lo que la oligarquía quiere, para elevar el conflicto de calle y la violencia de masas.
· Es muy difícil contener al movimiento social de Bolivia, que va más a la izquierda que el MÁS y el gobierno de Morales. Es la oportunidad de traspasar el proceso de gobernabilidad y la adhesión de Evo a la alianza continental capitaneada por Chávez. Traspasar ese límite va a implicar la constitución de un doble poder y una lucha frontal contra la oligarquía.
· La fuerza de Santa Cruz es fundamental para la economía boliviana y todavía más importante para afirmar un Estado pluri-étnico, sobre todo sin quebrar la unidad territorial del país. La oposición social dentro de la provincia dominada por la oligarquía es una alternativa, pero inviable en el corto plazo. Atacar las bases racistas de los “autonomistas” es una vía rápida para la unidad contra la herencia colonial. La defensa de los hidrocarburos es un interés estratégico tan importante como la definición ideológica del territorio boliviano.
· Si hay un impasse, obligando a Evo a retroceder, estarán explotando la conflagración y el conflicto interno en Bolivia, exacerbando la ira de las masas y llegando a una escala de mayor violencia.

Etiquetas: conocimiento, monopolios, multitud, politica, violencia.
La guerra por el control del Estado
¿Porqué se pelean Morales y la oligarquía?
Hay una respuesta básica: Evo Morales y la oligarquía se pelean por dinero y por el control del aparato del Estado boliviano.
El discurso de confrontación político-ideológico es sólo un disfraz (para movilizar y exacerbar a las masas de ambos lados): El gobierno "indígena-burgués" de Morales se enfrenta con la oligarquía vernácula por dos razones fundamentales: Control del aparato gubernamental boliviano y manejo de los fondos y activos estatales.
El gobierno de Morales, ha concentrado en su corta gestión, un gran poder político-burocrático compuesto por políticos y funcionarios del partido gobernante, el MAS, que han utilizado fondos del Estado para construir una red "clientelista" asalariada entre los sectores pobres, indígenas y políticos-sindicales (su base de movilización callejera).
Utilizando el "asistencialismo" y los subsidios entre los sectores más pobres, la burocracia política que rodea a Morales consolidó una red de "movilización popular" (incluidas fuerzas de choque como los "ponchos rojos") que utiliza para sus enfrentamientos callejeros con las fuerzas de choque de las oligarquías de las provincias ricas que controlan los recursos energéticos.
Y hay un tercer factor gravitante de discordia: Si bien la administración de Morales respeta a rajatabla los intereses del capitalismo transnacional (no expropió las empresas y los recursos energéticos siguen bajo control de las multinacionales), la actual Constitución que aprobó unilateralmente el gobierno afecta intereses concretos de la oligarquía tradicional y de la burguesía comercial (socias locales del poder económico transnacional).
Y esto implica una primera definición: Morales no está enfrentado a EEUU y al poder económico transnacional (que sigue controlando la estructura económico productiva de Bolivia), sino que está en guerra con su socio local (el establishment burgués-oligárquico) por el control del aparato del Estado.
Con un agregado: esa guerra (entre el gerente y los socios económicos del Imperio) es perjudicial para los intereses transnacionales ya que desacomoda la gobernabilidad y la "alternancia democrática" establecida por la estrategia del control norteamericano en la región.
El nuevo escenario de conflicto
En junio de 2005, el jugador imperial (EEUU) movió la pieza Evo Morales en el tablero para dividir la protesta social-sindical que tenía paralizada a Bolivia y amenazaba con extenderse afectando intereses económicos estratégicos de las petroleras, empresas y bancos transnacionales.
Presentado mediáticamente como un "cuco" (enemigo de paja), Morales con su partido, el MAS, se propusieron como "salida alternativa" y dividieron y desinflaron la gigantesca protesta popular aceptando participar en las elecciones convocadas para "salvar a Bolivia de la guerra civil".
Hay que aclarar que el fantasma (o los rumores) de la "guerra civil", manipulados mediáticamente, es una herramienta que utiliza recurrentemente el Imperio norteamericano para desactivar y/o dividir las protestas populares por medio del miedo al "derramamiento de sangre".
Morales emergió como "opción electoral" en el 2005 dentro de un escenario dominado por el miedo a la "guerra civil" preparado por la propia embajada norteamericana y las cadenas mediáticas imperiales con la CNN a la cabeza.
El ingreso de Morales a la presidencia de Bolivia (léase gerencia de enclave del poder económico transnacional) implicó la pérdida histórica del control del aparato estatal para la oligarquía que comenzó a conspirar para derrocarlo.
En los últimos días, la "revolución democrática" de Evo Morales, y la oligarquía "autonómica" opositora del oriente boliviano, radicalizaron sus discursos, compitieron con manifestaciones multitudinarias en La Paz y Santa Cruz, desoyeron los llamamientos a la moderación, y todo indica que están dispuestas a medir sus fuerzas en una confrontación callejera violenta que se tornaría inevitable.
La "gobernabilidad" en peligro
Morales, al igual que Chávez, busca la consolidación institucional de su poder político imponiendo su propia carta constitucional, y el poder oligárquico ya le respondió con la puesta en marcha de estatutos que, de hecho, separan a las cuatro provincias más ricas de Bolivia del gobierno central.
En la práctica, y como afirma la agencia boliviana Econoticias, en Bolivia hay dos gobiernos. Uno, el legal, del presidente indígena Evo Morales, tiene masivo apoyo campesino y el control del altiplano (La Paz, Oruro y Potosí). El Ejército y la Policía responden sólo formalmente a su mando, y una partede los sindicatos y las clases medias lo apoyan, aunque sin mucho entusiasmo.
En los valles y llanuras del oriente y sur del país, pesa más, en cambio, la oligarquía latifundista y la burguesía financiera-comercial, que cuentan con la adhesión militante de una porción de las clases medias y la sumisión de sectores sindicales y organizaciones cívicas y populares.
En seis de las 10 más grandes ciudades bolivianas gobierna de facto la oligarquía. Allí, nadie respeta a Evo Morales y emerge con fuerza el racismo, el separatismo y las bandas armadas ultraderechistas. Allí, la izquierda indigenista no tiene discurso ni consignas y está arrinconada y perseguida.
En este escenario Bolivia se encuentra técnicamente en una situación de "ingobernabilidad" y al borde de la ruptura institucional, es decir, exactamente en las antípodas del objetivo buscado por la estrategia regional de EEUU y a contramano de los intereses del poder económico transnacional, que nuevamente -como en el 2005- ve sus negocios amenazados por la falta de "paz social".
El paso al costado de Morales
La situación de "ingobernabilidad", a su vez, es el más claro síntoma de que la estrategia "democrática-constitucional" con Morales (pensada para salir de la rebelión popular en 2005) está tocando su fin, y el presidente "indio" está tironeado y aprisionado entre los que quieren ir a un enfrentamiento con la oligarquía y los que proponen una negociación para retomar el control constitucional del gobierno del MAS.
Morales -según la información que emerge de su propio entorno- intenta mantenerse "prescindente" proponiendo vías de negociación que son sistemáticamente rechazadas por la oposición oligárquica que tiene a la partición de Bolivia como principal instrumento de presión.
El ejército y la policía boliviana, en los hechos, no juegan ni para Morales ni para los sectores oligárquicos sublevados contra el poder constitucional, y sus jefes, como ya es histórico, sólo van a actuar siguiendo órdenes de la embajada y de las delegaciones locales de la CIA y del Comando Sur de EEUU.
Las fuerzas armadas bolivianas, están galvanizadas en el marco institucional de la "gobernabilidad democrática" y sus jefes solo responden a ese lineamiento donde no existe posibilidad de "éxito" con un golpe de Estado o salidas represivas-militares, no autorizadas por la embajada norteamericana.
Y, curiosamente, esta vez el gran jugador (EEUU y el poder transnacional) se encuentran aprisionados en su propia telaraña, y ahora no se enfrentan a una "rebelión popular" como en el 2005, sino a una guerra por el poder entre aliados que pone en riesgo toda la maquinaria de dominación en Bolivia.
En el entorno de Morales se destacan claramente un sector "combativo" (partidario de profundizar la guerra por el control del poder) y un sector "dialoguista" encabezado por el vicepresidente García Linera, una especie de carta "comodín" que tiene ubicada la embajada norteamericana en el entorno presidencial (Linera es el nexo de Morales con la delegación estadounidense en Bolivia).
Como dicen los expertos en Bolivia: García Linera es la pieza clave que ya empezó a jugar el Departamento de Estado para darle una salida a la crisis dentro de los parámetros de "gobernabilidad democrática" y sin romper el proceso constitucional.
La "carta Linera"
La oligarquía sublevada no negocia con Morales, pero si negocia con el vicepresidente Linera: Sobre la base de este axioma funcional el jugador (EEUU y el poder transnacional) están articulando una nueva movida de piezas en el tablero boliviano.
Hay tres escenarios previstos: la "renuncia histórica" (en función de la "unidad de Bolivia" de Evo Morales), la asunción de García Linera como presidente, y una nueva rebelión popular protagonizada por las organizaciones y sindicatos combativos del Altiplano que actualmente mantienen un apoyo crítico a Morales y al partido gobernante, el MAS.
De producirse la renuncia de Morales (como producto de la "ingobernabilidad" de Bolivia), las organizaciones que protagonizaron las tomas de rutas y huelgas de 2005 repetirían esa experiencia callejera contra un hipotético gobierno de Linera, que es rechazado por los sectores combativos y populares que se articulan alrededor de Morales.
La "carta Linera" (tenido como interlocutor válido por las fuerzas oligárquicas) ya estaría pensada dentro de un arreglo "pacifico" con el establishment de poder local (y bendecido por la embajada USA) que incluiría un llamado consensuado a nuevas elecciones (como en el 2005).
En ese plan (de retoma del control institucional en Bolivia), la única pieza que no encaja es la rebelión popular generalizada (prevista) que se desataría como consecuencia de una unidad funcional de las organizaciones y sindicatos del Altiplano y sectores escindidos del MAS (partido gobernante) que no comulgan con Garcia Linera.
El escenario que se aproxima
En el escenario de división del gobierno que se proyecta tras una hipotética renuncia de Morales (operación que la embajada ya tendría en marcha), el sector burocrático que acompaña a Linera (funcionarios, políticos y punteros enriquecidos que manejan una porción importante de poder de movilización popular) intentaría una política de división y enfrentamiento entre los protagonistas de las protestas y movilizaciones contra el "acuerdismo" del sucesor de Morales.
En la nueva hipótesis de conflicto (emergente tras una hipotética salida de Morales), en Bolivia ya no habría una guerra por el control del Estado entre dos aliados de EEUU y el poder transnacional, sino una nueva guerra popular contra el gobierno (sin Morales) y contra los sectores oligárquicos nuevamente en control de aparato del Estado a través de Linera.
Y hay un punto que traza la diferencia entre este cuadro proyectado a futuro inmediato y lo que está sucediendo en estos momentos: Sin Morales como factor de contención, las fuerzas armadas y policiales tendrían que reprimir en forma violenta a las protestas populares.
Y, a diferencia de lo sucedido en el 2005, la embajada (el gran jugador USA) ya no contaría con la pieza emblemática Evo Morales para desactivar y dividir las protestas populares, enfrentándose a la peligrosa opción de tener que controlar Bolivia por medio del poder militar.
Lo que implicaría una ruptura del "orden constitucional" y una primera derrota histórica de la estrategia con el "dominio democrático" (en curso) que puede extenderse a otros países de la región que ingresen a la conflictividad social.
Esa es la paradojal amenaza que contiene el proceso boliviano (el tablero y las piezas) para el jugador imperialista capitalista dominante en la región: Bolivia (sin Evo Morales) puede marcar el regreso de los militares como dispositivo de control político y social en América Latina.
A ese nuevo paso, ya previsto por los estrategas del Departamento de Estado, se le denomina "democracia blindada".
“Como un baldazo de agua fría recibieron los prefectos de la media luna la sanción repentina de la Ley de Revocatoria de Mandato Popular el 8 de mayo en el Senado, controlado por Podemos, y su promulgación como Ley Nº 3850 el 12 de mayo”, reseña el texto.
Los líderes regionales aseguran no temerle al escrutinio popular, pero sus reacciones iniciales indican lo contrario.
Según el prefecto de Santa Cruz, Rubén Costas, el referendo “tendencioso y prefabricado” no soluciona la crisis política.
Para el prefecto de Beni, Ernesto Suárez, un “mecanismo distraccionista no merece atención”.
Por su parte, al prefecto de Pando, Leopoldo Fernández, le parece que sólo se está buscando quién es “el más machito”. Los liderazgos más frágiles; Manfred Reyes, de Cochabamba, y José Luis Paredes, de La Paz, afirman que la consulta favorece al Gobierno.
Concejales y ex prefectos de las regiones interpretan que Podemos “traicionó el proceso autonómico” al aprobar sin modificaciones la Ley de Revocatoria de Mandato Popular redactada por el Poder Ejecutivo, una verdadera “estupidez política”.
“Podemos le hizo un flaco favor al proceso autonómico” porque ha puesto en un segundo plano el estatuto autonómico, reclamó el concejal de Santa Cruz Oscar Vargas, del Movimiento de Unidad Popular (MUP).
De acuerdo con el ex prefecto de Santa Cruz, Carlos Hugo Molina, el referendo es una “estupidez política” porque el Presidente será ratificado.
El ex vicepresidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Jaime Santa Cruz, evalúa que el Senado hizo un “mal cálculo político” sabiendo el gran apoyo que aún tiene el presidente Evo Morales. En su opinión, el referendo será un gran gasto porque reafirmará ciertos liderazgos y no solucionará el problema de raíz.
El senador tarijeño de Podemos, Roberto Ruiz, exigirá a los líderes de su partido una explicación del porqué se adoptó en el Senado, “de manera inconsulta”, una medida que traicionó el proceso autonómico.
Otros legisladores de Podemos como el senador Luis Vásquez pidieron a sus críticos que no le tengan miedo al voto y recordaron a los prefectos, que fueron ellos quienes exigieron el referendo revocatorio. Los prefectos son políticos, por lo tanto que no se escondan, que no tiren la piedra y escondan la mano, respondió el presidente de la bancada cruceña de Podemos, Pablo Klinsky.
Otros podemistas propusieron aprobar una ley complementaria a la Ley de Revocatoria de Mandato Popular. “En el curso de esta semana se estará viendo de qué manera se pueden incorporar leyes, o una ley ampliatoria o complementaria para subsanar las observaciones de las autoridades departamentales, políticas y también entendidos en la materia que no están de acuerdo con algunos puntos de la ley”, declaró el jefe de bancada en el Senado, Tito Hoz de Vila.
El senador disidente del MAS, Guido Guardia, anticipó que el Prefecto de Santa Cruz perderá su mandato porque “defender una autonomía no es lo mismo que defender a Rubén Costas; en vez de defenderlo, los mismos partidos políticos van a buscar cómo emboscarlo por cuestiones políticas. Ellos buscarán la silla prefectural, que les corresponde y con todo el derecho”.
En una posición desesperada, el presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, Branco Marinkovic, propuso adelantar elecciones generales para Presidente, Vicepresidente, prefectos y Congreso Nacional. “El que decida el gran pacto nacional será el pueblo boliviano a través del voto, y podremos ingresar en un proceso constituyente nuevo”, afirmó.
Curiosamente, el mismo órgano legislativo la resucitó e hizo aprobar la semana pasada, horas después del adverso resultado obtenido por el ilegal y manipulado referendo separatista de Santa Cruz, cuando ya se preveían un desenlace peor en las farsas semejantes por venir en Beni, Pando y Tarija.
En virtud de una ley electoral concebida para mantener el dominio oligárquico, el Senado está dominado por PODEMOS, partido ultraneoliberal encabezado por Jorge Tuto Quiroga, compinche del dictador Hugo Bánzer, actor cimero en la entrega de los recursos de Bolivia y luego de los planes para derrocar a Evo.
Tuto ha sido cómplice de las demandas “autonómicas” de sus semejantes oligárquicos que amagan, en realidad a la secesión de las zonas más ricas del país. Es muy difícil imaginar de este personaje una movida como la de resucitar ahora el referendo sin contar con la luz verde de Washington, quien tira los hilos de la conspiración contra Morales a través de su embajador Phillip Goldberg, ¡oh casualidad!, actor protagónico en el descuartizamiento de Yugoslavia.
El presidente y su equipo, trenzados en la batalla contra el separatismo disfrazado de autonomía de los departamentos habían descartado el referendo como solución en este momento, lo que tal vez llevara al imperialismo y al poderoso sector oligárquico representado por PODEMOS a una lectura y cálculo erróneos sobre la conveniencia de reflotarlo. No hay duda, implica un esfuerzo adicional enorme para un gobierno que no ha descansado un instante en trabajar para el pueblo en uno de los países más pobres de América Latina.
En poco más de dos años y bajo permanente hostigamiento ha hecho avanzar el rescate por el Estado de los recursos hidrocarburíferos, de las comunicaciones, la defensa de la soberanía nacional y popular, la educación, la salud, el reconocimiento de los pueblos indígenas como actores políticos de primera línea y ha impulsado la nueva Constitución consagrando estos logros como derechos y erigido a Bolivia en un referente de dignidad y auténtica democracia en el mundo.
Pero en la coyuntura actual, un referendo revocatorio puede ser transformado en una consulta sobre el rumbo revolucionario del país, que hará crecer dentro y fuera de Bolivia el apoyo a Evo y al proceso de cambios.
Por otra parte, al menos por el momento, ha dividido a la oligarquía pues los prefectos separatistas temen o dan por seguro, según el caso, el rechazo de los votantes.
A la vez, pocos ponen en duda la ratificación del presidente y su vice Álvaro García Lineras en un terreno donde son insuperables.
No es probable que el imperialismo haya desechado la carta separatista, sólo la ha archivado en su escalada subversiva multidireccional.
En todo caso, a Evo y su pueblo les queda por delante otra gran batalla que necesitan ganar abrumadoramente.
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