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El nuevo sindicato vertical |
La irrupción humanitaria de las ejecutivas de CCOO y UGT para sofocar la huelga de los funcionarios de Justicia tras más de 62 días de conflicto evidencia la fachada oligárquica de los llamados sindicatos representativos en España. Nada diferente, por otro lado, del sesgo antidemocrático que van tomando sus respectivos referentes partidistas, PSOE e IU, que juntos y revueltos muestran un panorama retro propio de otros tiempos. Es como si la democracia orgánica del sistema político franquista y su sindicato vertical hubieran vuelto por sus fueros.
El rasgo común en ambos casos es ningunear a las bases, pobriños. O sea, utilizar el voto de los representados para obtener el escaño o el puesto sindical y luego si te he visto no me acuerdo. Patrimonializando la soberanía en las cúspides de las formaciones, el partido de turno y su correa de transmisión laboral, juegan las cartas que benefician a sus intereses como casta y maniobran para aumentar su poder económico estratégico. Lo que significa tarifar los conflictos con la patronal para hacer caja y aprovechar las cuantiosas subvenciones que el Estado y los fondos europeos procuran a sus voraces aparatos. Todo al precio de traicionar a sus representantes en aquellas cuestiones de fondo que puedan poner en peligro su estatus. De victoria en victoria hasta la derrota total.
Hoy nuestros sindicatos mayoritarios han secuestrado la voluntad de los trabajadores. Como hiciera el sindicato vertical nacionalsindicalista otrora, sus dirigentes constituyen una nueva clase que interpreta las reivindicaciones de la población asalariada como una oportunidad de negocio gracias al mecanismo legal que les hace tutores exclusivos de sus reclamaciones. CCOO y UGT son estructuras mastodónticas que poseen inmobiliarias, aseguradoras, residencias vacacionales, acciones y otros muchos activos, pero su credibilidad ante la opinión pública y sus afiliados es inversamente proporcionalidad a su ingente crecimiento burocrático.
Que episodios como el bochornoso descubrimiento de la fortuna oculta de María Jesús Paredes, la secretaria general de la Federación de Banca de Comisiones Obreras, no hayan hecho saltar todas las alarmas entre las huestes de Fidalgo, sino todo lo contario, es un signo evidente de hasta donde ha llegado la degradación y el autismo moral en sus crápulas cúpulas. Claro que en el pecado llevan la penitencia. Algo estará pasando bajo las flamantes candilejas cuando los tinglados mediáticos de control, fidelizados por CCOO y UGT, no consiguen silenciar el goteo de huelgas de carácter asambleario (“salvajes”, llamaba el verticalismo franquista a plantes de acción directa como el de los conductores de autobuses de Barcelona) que cada vez se prodigan más. Incluso, los intentos de reventarlas recurriendo al sucio expediente de mostrar a sus promotores como la kale borroka del movimiento sindical, como hizo torticeramente Telemadrid con la de la limpieza en el metro de la capital, han tenido en ocasiones un efecto bumerang.
Habrá que estar atentos a la forma en que maniobren las ejecutivas de cocos y ugetistas, ¡caretas fuera, culo en pared!, ante el estallido de la crisis del sector inmobiliario presentada hasta ahora casi como un resfriado pasajero sin consecuencias. Cuando el desplome del ladrillo, industria auxiliar y servicios, con su secuela de parados de larga duración, emigrantes a la deriva y descenso brusco de la capacidad adquisitiva familiar se junten con la implosión del pago usurero de unas hipotecas por inmuebles quebrados vendrá el momento de la verdad. Ahí se verá la catadura real de un sindicalismo nacido de aquellos Pactos de La Moncloa del 77 que instauró el modelo vigente de contención salarial por debajo de la inflación y los beneficios salariales y que, como en el caso del saqueo de Banesto por Mario Conde, cuando más encumbra a los jefes más despeña a los trabajadores. Como Robin Hood, pero al revés.
El Vaivén de Rafael Cid
Etiquetas: conocimiento, mentiras, monopolios, multitud, politica, sabiduria.
Se comienza a hablar de crisis, de recesión, etc. Y esto nos recuerda el pasado de estos últimos 30 años. Precisamente en la reforma política y económica. Conviene analizar si una no estaba ligada a la otra, es decir que a la muerte del Dictador los movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos se movilizaban por el cambio: cada uno el suyo (eso está claro hoy). Es un hecho que los trabajadores en general se sumaban y luchaban por él, pero con una reivindicación también evidente y no sólo política sino también económica (mejorar sus condiciones de vida). El empresariado español, anclado en el proteccionismo de la Dictadura, acostumbrado a recoger beneficios y pocas inversiones, no está en condiciones de competir con la Europa global que se avecina, de ahí el interés de un sector importante de este empresariado, de antiguos franquistas sin duda (la banca fundamentalmente), de la necesidad de la reforma política.
Los primeros años de esta reforma para el MO son de reorganización de sus sindicatos. Las reivindicaciones son inmediatas: subida de salarios, fuera las horas extras, menos horas de trabajo, amnistía... El MO organizado es fuerte y no está controlado por los que están gestando la reforma política. Necesitan crear algo que controle ese movimiento. No sólo les valía CCOOPCE y UGT-PSOE fundamentalmente ya que eran desbordados en las asambleas de fábrica. Los partidos políticos PCE-PSOE y los reformadores franquistas gestan los Pactos de la Moncloa donde se planifica por donde van a ir los derroteros del cambio económico y político del país. Una parte fundamental sería como controlar al MO y a los sindicatos al margen de CCOO y UGT, es decir a la CNT. En los Pactos se crea y prepara la colaboración de clases (concertación social), y para ello se copia a Alemania y su socialdemocracia.
Nacen los comités de empresa (sindicalismo de nuevo tipo) nefastos para la lucha no sólo en lo económico, sino también en lo organizativo y unitario como clase, parcializando las luchas empresa por empresa, cuando las luchas y las reivindicaciones eran globales. Reforma o ruptura con el franquismo es un tema fundamental que seguimos pagando. La CNT lo tuvo claro, luchó frontalmente y en solitario contra esta reforma, contra los Pactos de la Moncloa y sus comités de empresa. No les pudimos pero nunca es tarde.
Tras estos pactos que prepararon el terreno llegaron los acuerdos para concretar la reforma económica en sí misma, y adaptarla a la economía de las empresas para competir en Europa con las reconversiones: acero, textil, astilleros y ese largo etcétera que todos conocemos. Los Pactos de la Moncloa no vienen solos, nos traen muchos más que llevaron a 4.000.000 de trabajadores al paro y a la miseria. Las pérdidas de poder adquisitivo real las vemos en los pactos de la época: AMI (Acuerdo Marco Interconfederal) del 5 de enero de 1980. Las peticiones de subida salarial de 1978 a 1980 han sido del 20 al 22% mientras que tras este pacto bajan al 13-16%.
A este pacto le sigue el ANE (Acuerdo Nacional de Empleo) del 9 de junio de 1981. Aquí se bajan las peticiones de subida salarial al 11%. En 1984 nos trajeron el AES (Acuerdo Económico y Social) del 9 de octubre. Los salarios se negociaron entre el 5,5 y el 7,5%. En todos los casos, es decir en todos los pactos, todas las empresas que decidían tener pérdidas se descolgaban del convenio, o lo que es lo mismo: no lo aplicaban. Cuando analizamos estos pactos observamos que la pérdida real del poder adquisitivo al año 2008 ronda el 28-30% ya que los precios nunca se estancaron, como sucedía con los salarios. Decir que esto a muchos les sorprenderá puesto que es evidente que tenemos más cosas y mejores que antes, pero no es menos cierto que tenemos nuestras vidas hipotecadas para 50 años a través de los créditos de todo tipo. El hecho de tener más cosas no significa ni por supuesto ser más libre ni mucho menos ser más rico ya que partimos de la realidad de que lo que tenemos es del banco.
Si la reforma política hubiera ido por otros derroteros y los salarios hubieran ido subiendo de acuerdo a los primeros convenios de los años 1978-1980, hoy sí que tendríamos más cosas pero nuestras y no del banco (otra cuestión es si necesitamos muchas de ellas). Si realmente el sindicalismo de nuevo tipo serviría y la llamada concertación social fuera real, después de la crisis, en los años de la abundancia se repartirían beneficios. ¿Alguien los ha visto? ¿O más bien hemos asistido a las pequeñas luchas de paros de 24 horas para conseguir en el mejor de los casos medio punto más en convenio? Con la recesión, o crisis que más da, se avecinan nuevos pactos (ya han sido anunciados durante las elecciones por Zapatero) que evidentemente irán contra los trabajadores. Si hay crisis la pagaremos los de siempre: la clase obrera. El empresariado y la banca quizás ganen algo menos. Por lo que sólo queda volver a retomar viejas fórmulas pero que siempre sirvieron: asambleas de tajo para tomar conciencia todos juntos de cómo solventaremos nuestra crisis y no la del capitalismo.
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