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El estado de las cosas

El ruido como instrumento.

El ruido que hacen los obispos y los fascistas, a los que benévola y cortésmente sus adversarios políticos y los medios llaman extrema derecha, no debe confundirnos. Los obispos y los fascistas son muy pocos en comparación con el resto de la España que padece su opresión; como pocos eran los que en el Movimiento arropaban a Franco. Pero son suficientes sus radios y televisiones escan­dalosas para, con la estridencia, el cinismo, la mentira, la desfachatez y la bravucone­ría que a muchos sobrecoge o aco­barda, mantener a raya a la mayoría y a las restantes minorías,...

El marco social del propio ultracapitalismo.

Hágase un balance (el estudio en profundidad es superfluo). Com­párese el número de los que viven opíparamente, de los empresa­rios enriquecidos, de los ejecutivos blindados, de los autónomos desahogados, de los políticos, de los funcionarios y de los pania­guados, con el número de asalariados que viven con el alma en vilo, sujetos a contratos basura, viviendo en precario, en la casa de sus padres o ayudados por ellos, o que no duermen sabiendo que no van a poder pagar la hipoteca. ¿Puede imaginarse a ese innúmero de ciudadanos, de derechas y católicos?

Lo que ocurre es que los institutos de estadística y sondeos es­tán llevados por acomodados que confeccionan resultados que les favo­rece y favorecen el sistema. Por eso envilecen los conteos. Como quienes urdieron esa repugnante Ley de Partidos, que desnaturaliza la voluntad general en que se funda la democracia, sólo para apartar del reparto de poder primero a Batasuna y ahora a ANV...

Sólo valen las estadísticas que han demostrado que un 20% de españoles vive en el umbral de la pobreza. ¿Votará ese 20 por ciento? Y si lo hace, ¿votará a la derecha deseosa de eliminar a los individuos y a los "países que están jodidos", como le dijo Aznar a Chávez en el año 2004 para que se uniera a la causa neocons? En cuanto a las urnas, mejor no hablar. A las urnas van a parar pape­letas de mayores, discapacitados y disminuidos objeto de manipula­ciones y tejemanejes que sería ahora prolijo describir.

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