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Resumen: Al-Qaeda-CIA

Lo que Israel está haciendo en la Franja no puede ser calificado de otro modo: masacre, palabra que significa exterminio masivo de personas que no pueden defenderse.

Masacre.

Israel es uno de los estados mejor preparados militarmente del mundo. Dispone de toda la sofisticación armamentística de los EEUU, su socio y amigo, inseparable y fiel. Tanto más fiel cuanto que la clase financiera, la clase política, los Servicios Secretos norteamericanos, la CIA y el FBI están profundamente infiltrados por los judíos, muchos de ellos, con la doble nacionalidad israelí-norteamericana. Y toda su estrategia de dominación en Oriente Medio obedece a un plan perfectamente preparado por las élites financieras mundiales, el Gran Poder en la Sombra.

Los EEUU son la cabeza visible de un imperio que, tras la caída del socialismo real, se había quedado sin enemigo, sin justificación para sus actos; y tuvieron que inventar mediáticamente una nueva amenaza mundial:

El “terrorismo internacional”.

Nunca un invento fue más desproporcionado y maquiavélico: tomaron toda una serie de atentados aislados, producto de la desesperación de diversos pueblos del mundo, muchos de ellos teledirigidos por el Mosad —lo que los propios norteamericanos denominan false flag terrorism— o cometidos directamente por éste, y los definieron como organizados por una nueva Spectra (como la de Ian Fleming, para su James Bond, 007: Special Executive for Counter-Terrorism, Revenge and Extortion, SPECTRE) que bautizaron, tras el parto, como Al-Qaeda y cuya dirección atribuyeron a un millonario saudí de la familia Bin-Laden, agente de la CIA y organizador de la resistencia de Afganistán contra la invasión soviética, de nombre Osama.

Jugada maestra, aunque tremendamente simplona, dirigida a manipular un mundo idiotizado y acobardado, capaz de tragarse cualquier bulo, con tal de seguir en la inopia, consumiendo y medrando.

Para darle verosimilitud a la desproporcionada magnitud de la amenaza, un grupo especial, con miembros de élite del Mosad y de la CIA probablemente, organizaron, apoyado por Marvin Bush, alto ejecutivo y propietario de la empresa de seguridad de las Torres Gemelas, SECURACOM, el mayor y más mediático atentado de la historia.

Pero el atentado del 11 de septiembre de 2001 tuvo un fallo garrafal: la codicia.

Hicieron participar en él a un financiero judío que adquirió las torres año y medio antes del atentado. Pero éste exigió que las torres fueran derribadas totalmente en el atentado, porque resultaban ya anti-económicas; e incluyó en el acuerdo el derribo de un edificio de 47 plantas, contra el que no se estrelló ningún avión, el WTC 7. Era algo muy arriesgado, porque ya, en el pasado, un jet se había estrellado contra una de las torres, provocando un incendio; pero, tras consumirse el combustible, la torre fue reparada y volvió a prestar servicio perfectamente. Y también innecesario, porque bastaba con el televisado en directo impacto de los dos aviones en las Torres gemelas para justificar la política intervencionista posterior de EEUU. El derribo de las torres fue una estupidez y una prueba comprobable del contubernio.

De hecho, no hay registro en la historia de la construcción en el que un edificio haya colapsado por el fuego. Ni uno.

El atentado causó el efecto esperado en el público —y lo denomino así, porque eso fuimos: público ante un espectáculo—, que asumió todas las tesis sobre su autoría y sobre la guerra preventiva de la marioneta Bush.

Pero no en la élite técnica mundial de físicos, ingenieros y arquitectos, experta en estructuras metálicas y de hormigón armado, que rápidamente comprendió y comprobó científicamente que la caída de las torres a causa del impacto de los aviones y el incendio posterior era imposible, y que se había tratado de un derribo controlado con un explosivo especial para derribo de estructuras metálicas de alta resistencia, llamado Thermite.

Miles de fotografías tomadas in situ lo demuestran así. Y eso lo cambiaba todo: los terroristas musulmanes no pudieron haber realizado los preparativos para tal derribo, antes de estrellarse contra las torres los aviones, sin el contubernio de la empresa de seguridad de las mismas; ni tenía ningún sentido que, caso de haber instalado tales explosivos, se hubieran suicidado los terroristas además en los aviones. Menudo sinsentido. Se evidenciaba que todo era un bluff, un atentado de false flag.

Las posteriores invasiones de Afganistán e Irak y la suspensión de algunos de los más importantes derechos civiles en los EEUU, fueron las primeras consecuencias de los atentados, así como la replicación de los mismos el 11-M en Madrid y el 7-J en Londres, de idéntica autoría, causas y consecuencias.

Con todo, Al-Qaeda se ha convertido en un mito necesario, en el que creen ambos bandos, pero cuya existencia no han demostrdo más que unos cuantos vídeos, algunos de ellos manifiestamente falsos, de un tipo con luenga barba que dice que se llama Osama Bin-Laden; o algunas soflamas de venganza de algún encapuchado, en Al-Yazeera (de corte similar al vídeo que se encontró en Madrid, cerca de una Mezquita, tras el atentado de los trenes del 11-M, demostrado falso).

Y aún hoy en día se puede oír en los noticiarios hablar de escaramuzas de las tropas “de la coalición” contra efectivos de Al-Qaeda en territorio iraquí.

¿Efectivos de Al-Qaeda? ¿Qué significa eso? ¿Quizá guerrilleros de alguna de las facciones musulmanas enfrentadas entre sí que luchan por la supervivencia de su gente y por su cuota parte de poder en Irak? Y mientras, los gobiernos de Oriente medio viven con la expectativa de poder ser declarados “protectores de Al-Qaeda” en cualquier momento, la consecuencia de lo cual sería su inmediata invasión por los marines norteamericanos, el concienzudo saqueo de su país y el genocidio de sus gentes.

Volviendo al inicio, Hamas es un partido ganador de las elecciones legislativas en Palestina, en 2006. Sin embargo, en vez a administrar a su pueblo, quieren hacernos creer que se dedica a lanzar cohetes Khazaam, de cortísimo alcance y menor precisión, contra asentamientos israelíes poco poblados, no habiendo causado con tales agresiones más que un par de heridos.

Dicho de otra manera: hacernos comulgar con la idea de que Hamas se arriesga a tirarle de los pelos del escroto al Diablo, y cuya represalia inmediata está siendo esta masacre.

¡Qué cosa más absurda e increíble!

Porque, visto todo lo expuesto, y los intereses de EEUU en Oriente Medio, ¿quién nos convencerá de que el lanzamiento de cohetes Khazaam —sobre todo, los primeros— es otra cosa que una serie de atentados false-flag?

¿Por qué?

¿Porque sean aplaudidos por el desesperado pueblo palestino como actos de justiciera venganza? También vimos aplaudir a ese pueblo tras los atentados del 11-S como si estos hubieran sido realizados por sus propias fuerzas vengadoras, que castigaban al Demonio Occidental en su propia casa, y se trataba de un espejismo.

Porque, sabedlo, esas manifestaciones populares no implica autoría, sino badajada y asunción litúrgica de que pronto van a ser sacrificados ellos también, los manifestantes, en represalia.

Las cifras cantan: en esta crisis, los muertos los pondrán los palestinos, buena parte de ellos, niños.

Pero ¿qué le importa eso al Gran Poder en la Sombra que siembra la Tierra de conflictos en aras del beneficio?

Publicado por Pause Editar entrada contiene 8 comentarios.
  Anónimo

jueves, 22 enero, 2009  

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