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¿Qué es el Sionismo? |
Una doctrina política, nacionalista y colonial, tales son las tres características que definen al sionismo tal y como triunfó en el Congreso de Basilea, en agosto de 1897. Desde 1896 sionismo se refiere al movimiento político fundado por Théodore Herzl. Es una doctrina nacionalista que no ha nacido del judaísmo sino del nacionalismo europeo del siglo XIX. Herzl, fundador del sionismo político, no apelaba a la religión:
“No obedezco a un impulso religioso”. (Herzl, 1958, Diaries)
Por último, el sionismo es una doctrina colonial. A este respecto Herzl no oculta sus objetivos: como primera etapa, realizar una Compañía a la carta. Por ello se dirige a quien se había revelado como el maestro en este tipo de operaciones: el traficante colonial Cecil Rhodes, que, de su Compañía a la carta, supo hacer una África del Sur, dando a una de las regiones su propio nombre: Rhodesia. Herzl le escribió, el 11 de enero de 1902:
“Le ruego que me envíe un texto en el que diga que ha examinado mi plan y que lo prueba. Si se pregunta por qué me dirijo a Vd., Sr. Rhodes, le diré que es porque mi programa es un plan colonial”. (Herzl, Tagebuch. Vol. III, p. 105)
En 1938 Albert Einstein condenó la orientación del sionismo expresando:
“Sería más razonable alcanzar un acuerdo con los árabes sobre la base de una vida común pacífica que crear un Estado Judío. La conciencia que tengo de la naturaleza esencial del judaísmo tropieza con la idea de un Estado judío dotado de fronteras, con un ejército, y con un proyecto de poder temporal, por modesto que sea. Temo los perjuicios internos que el judaísmo sufrirá en razón del desarrollo en nuestras filas, de un nacionalismo estrecho. Nosotros no somos ya los judíos de la época de los Macabeos. Volver a ser una nación, en el sentido político del término, equivaldría a apartarse de la espiritualidad de nuestra comunidad que hemos recibido del genio de nuestros Profetas”. (Rabbin Moshé Menuhin,The Decadente of judaism in our time, 1969)
SIONISTAS CONTRA ASIMILACIONISTAS
Cuando comenzó la guerra contra Hitler, la casi totalidad de las organizaciones judías se pusieron al lado de “los aliados” e incluso algunos de sus más destacados dirigentes, como Weizmann, tomaron posición a favor de los aliados, pero el grupo sionista alemán, que en aquella época era minoritario, adoptó una actitud contraria y de 1933 a 1941 estuvo vinculado a una política de compromiso e incluso de colaboración con Hitler. Las autoridades nazis al principio, al mismo tiempo que perseguían a los judíos, arrojándoles, por ejemplo, de la función pública, dialogaban con los dirigentes sionistas alemanes y establecían un trato preferencial distinguiéndoles de los judíos [asimilacionistas] a quienes se les perseguía.
Los dirigentes sionistas dieron pruebas, en la época del fascismo hitleriano y mussoliniano, de un comportamiento que iba del sabotaje de la lucha antifascista a la tentativa de colaboración. De esta coalición existen pruebas evidentes. La Federación Sionista de Alemania dirigía al Partido nazi el 21 de junio de 1933 un memorando en el que expresamente se declaraba:
“En la fundación del Nuevo Estado, que ha proclamado el principio de la raza, deseamos adaptar nuestra comunidad a las nuevas estructuras nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía nos permite establecer relaciones claras y sinceras con el pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque nosotros no queremos subestimar estos principios fundamentales, es por lo que también nos pronunciamos contra los matrimonios mixtos y a favor del mantenimiento de la pureza del grupo judío. Los judíos conscientes de su identidad, en el nombre de los cuales hablamos, pueden encontrar sitio en la estructura del Estado alemán, pues están libres del resentimiento que los judíos asimilados deben experimentar; creemos en la posibilidad de relaciones leales entre los judíos conscientes de su comunidad y el Estado alemán. Para alcanzar sus objetivos prácticos, el sionismo espera ser capaz de colaborar incluso con un gobierno fundamentalmente hostil a los judíos. La realización del sionismo no está molesta más que por el resentimiento de los judíos en el exterior, contra la orientación alemana actual. La propaganda para el boicot –actualmente dirigida contra Alemania- es por definición no sionista”. (Dawidowicz, Lucy. A Holocaust reader)
La organización sionista de los judíos alemanes tuvo una existencia legal hasta 1941. (Leibowitz, Israel y Judaísmo). En compensación por su reconocimiento oficial como únicos representantes de la comunidad judía, los dirigentes sionistas se ofrecieron para romper el boicot que pretendían hacer todos los antifascistas del mundo. Así en 1933 iniciaron la colaboración económica y fueron creadas dos compañías: la Haavara Company en Tel-Aviv y la Paltreu en Berlín. El mecanismo operativo era el siguiente: un judío que deseará emigrar depositaba en el Wasserman Bank de Berlín o en el Warburg Bank de Hamburgo, una cantidad mínima de 1.000 libras esterlinas. Con esta suma los exportadores judíos podían comprar mercancías alemanas con destino a Palestina y pagaban el valor correspondiente en libras palestinas, en la cuenta de la Haavara, en la Banca Anglo-Palestina en Tel-Aviv. Algunos primeros ministros de Israel participaron en la empresa de la Haavara, concretamente Ben Gurion, Moshé Sharret (que entonces su apellido era Shertok), Golda Meir, que la apoyó desde Nueva York y Levi Eshkol, que era su representante en Berlín. (Gurion y Shertok en Black: El acuerdo de la Havaara)
La operación era ventajosa para ambas partes, los nazis conseguían así romper el bloqueo; los sionistas, por su parte, hacían fortuna vendiendo mercancías alemanas incluso a Inglaterra y, al mismo tiempo, realizaban una inmigración selectiva tal como deseaban. Solamente podían emigrar los millonarios (cuyos capitales permitirían el desarrollo de la colonización sionista en Palestina). De acuerdo con los fines del sionismo era más importante salvar de la Alemania nazi los capitales judíos, permitiendo el desarrollo de su empresa, que la vida de los judíos pobres o incapacitados para el trabajo o para la guerra, lo que hubiera supuesto una carga. Esta política de colaboración duró hasta 1941.
En conclusión, resultó que desde el principio hasta el final, los dirigentes sionistas no pensaban más que construir un Estado fuerte en Palestina, llevando para ello un recurso humano utilizable y, subsidiariamente, a judíos menos eficaces, pero en ningún momento pensaron en las responsabilidades que incumbían a toda la comunidad de la resistencia al régimen nazi.
María Linares

Mi compañero de mesa, por lo que pude entender oyéndole hablar del asunto, simpatizaba claramente con Israel y, de pronto, estalló:
“Oye Manuel, si yo estuviera en lugar del primer ministro judío, ordenaría que mis aviones lanzaran unas cuantas bombas atómicas sobre esos cochinos árabes y, los que sobrevivieran ¡Que comieran arena!”.
Me sorprendió la pasión que mi viejo compañero puso en tal afirmación, pero como la cosa no me interesaba mucho, callé.
Días después le conté el caso a otro amigo. Este se sonrió y dijo:
“Mira Manuel, durante los años que estuviste fuera, aquí las cosas han cambiado mucho. Ese señor del que hablas, es judío y ahora puede, y lo hace, vanagloriarse de lo que siempre ha ocultado. Ahora se siente vencedor. Antes, cuando la monarquía archicatólica y luego con un Franco prepotente y fascista se guardaba muy bien, así como algunos otros de airear sus orígenes. Pero ahora no”.
¡Vaya!, ¡Vaya! ¿Con que es judío?
Pues mira tú que jamás lo pensé.
Yo no sabía que aquí, en esta zona, había judíos:
“Hay más de los que tú crees. Hay y hubo, y por supuesto, han sido siempre los que mejor han vivido”.
Las expulsiones de judíos plenan la Historia de Europa, Oeste de Asia y Norte de África:
Antes de Cristo son expulsados de Egipto por el faraón de turno. Los asirios los sacan de Palestina poco después. El emperador romano Vespasiano los vuelve a expulsar. Los almohades (musulmanes norafricanos) los sacan de Al Andalus en el siglo XIII. Castilla los expulsa de la Península Ibérica en 1492. A partir de 1882, los progroms rusos provocan una masiva emigración judía. Por último, en los campos de concentración nazis termina cometiéndose un genocidio deplorable y bárbaro, de cualquier manera que se le mire. Genocidio que no solamente tuvo como víctimas a los judíos, sino que allí fueron asesinados millones de rusos y miles y miles de hombres, mujeres y niños de países más o menos cercanos a la Alemania nazi.
Ahora bien, cuando la ministra de relaciones exteriores israelí, Tzipi Livni, anuncia ante sus congéneres en las Naciones Unidas que se reanudarán los bombardeos sobre Gaza, caso de que los palestinos lancen sobre Israel uno solo de esos cohetes (que más que cohetes parecen triquitraques), está mostrando el más olímpico desprecio por los palestinos y por todo el mundo.
Durante sus declaraciones, la cara de la ministra era todo un poema de insensibilidad, prepotencia y veneno.
Para conocer un poco la historia judía no hace falta ojear el Pentateuco: zarzas que ardiendo no se queman; la cuna-canasta de Moisés o el Nilo retirándose de su cauce.
Basta y sobra mirar detenidamente la bestial deshumanización del rostro de la señora ministra, para comprender un poco el problema judío y el no menos terrible problema de un mundo que, a lo largo de los siglos, ha venido soportando la tiranía interminable de un pueblo que pareciera que no sabe o no puede convivir con los demás.
Los holocaustos o genocidios no se dan por gusto o por sadismo colectivo.
En estos casos, son la respuesta a siglos de opresión socavada por parte de minorías endiosadas y dueñas del más allá.
Ninguna persona sale a la calle a matar judíos porque sí.
Estudiemos las causas y podremos comprobar como un pueblo, por arte de birlibirloque representa a Dios, se apropia de Dios y lo tiene secuestrado.
Dios, el Dios de todos, habla por boca judía.
Estudiemos y corrijamos las causas y pondremos remedio a las matanzas y los exterminios. Así, será posible que la señora ministra de Israel aprenda a sonreír bondadosamente, humanamente ¡Como debe ser!
La ministra Tzipi Livni ¿Podría decirnos a cuántos palestinos es necesario matar y cuántas ciudades hay que bombardear y destruir para que los israelitas queden satisfechos y conformes?
No, Israel actuará siempre como le parezca, haciendo caso omiso de opiniones amigas o enemigas, para destrozar y eliminar a Gaza o a cualquier otro país que considere adversario real o potencial.
¡No!, dice la Livni, tenemos nuestras leyes y nuestras normas para imponer nuestra voluntad a quien sea, donde esté y cuando nos apetezca. Israel, pues, se desliga de toda ley, regla u obligación internacional que, de alguna manera, estorbe a sus intereses.
En concreto: mataremos con o sin permiso de personajes u organizaciones internacionales y no permitiremos a nadie que nos condene o nos censure... ¡Toda una joya!
Regresando a mi tierra: Parece que nuestros paisanos judíos llevaban más de cuatrocientos años ocultando su procedencia, bautizándose y asistiendo a misas dominicales pero, como dije anteriormente, las cosas cambiaron.
Visto esto, tomé interés en el caso: conseguí los tres tomos de la obra “Historia de Muros y su Distrito”, escrita a principios del siglo XX, cuyo autor lucía un segundo apellido a todas luces judío; por otra parte, me dediqué a recorrer las calles enlosadas del pueblo, andar y desandar aquellos recodos, mirar las viejas fachadas de piedra berroqueña asentadas sobre estrechos soportales.
Adentro, largos zaguanes con su mostrador lateral que se perdía en la penumbra abarrotado de telas, zuecos, alpargatas y otras mercancías; la vendedora, ojos grandes y negros, nariz afilada, ojeras amoratadas y palidez de cera en el resto de la cara...
¡Aquí están los judíos del cuento!, me dije.
Siguiendo mi recorrido pude admirar una antigua capilla en cuya fachada, y grabado en altorrelieve el escudo de la Santa Inquisición.
¿Por qué la Inquisición?, pensé, y ¿Por qué esta gente ha podido vivir aquí cerca de cinco siglos sin integrarse o integrada a medias, buscándose entre sí, casándose entre sí y considerando al “otro” sólo como cliente o consumidor?
Ahí está la casa del médico Don Juan Loxo, judío de origen portugués. Más allá el boticario Iglesias y el secretario de no sé que cosa Malvárez.
Clases medias pueblerinas, profesionales de pluma unos, de medicina otros y, los demás de mostrador.
Como bien decía un clérigo del siglo XVI:
“Es difícil encontrar un judío cavando en los huertos o empuñando la mancera labradora. Prefieren el cómodo asiento del burócrata o del comerciante así como el interminable regateo del prestamista”.
Regresando ahora a lo más general, diríamos que el israelí no tiene interés alguno en judaizar al no judío.
No es este su problema, como sí lo fue para la mayoría de las religiones.
Considera que su doctrina y su dogma forman parte de un pueblo único, un pueblo exclusivo y por lo tanto exclusivista.
Importa sólo la procedencia y la raza, por más que en sus históricas aventuras y desventuras haya sido penetrada con frecuencia.
El judío no fue ni es el resultado de un proceso de catequización, sino del ayuntamiento carnal entre una pareja judía o, algo muy buscado, la unión interesada entre judío de raza y noble rico o rica.
La nobleza española está y estuvo toda ella penetrada, por más que pasó años y siglos tratando de ocultarlo. Y ahí se quedaron los judíos actuando como cuña dentro de las sociedades cristianas, acaparándolo todo, desde la cúpula de la sociedad feudal hasta los altos cargos de la Iglesia (El primer inquisidor general, Don Tomás de Torquemada, provenía de familia judía).
En cuanto a la Alemania, nazi orgullosa y vencida, arrastraba un mortal resentimiento contra quien, siendo del mismo país, anteponía sus intereses de raza y credo al amor a la patria teutona y, de la misma manera que habían actuado en otros países y en otras épocas, los judíos se consideraron siempre judíos, no germanos, siendo su conducta la resultante de esa preferencia.
Por más que los medios internacionales de publicidad, de una u otra manera, estuvieron y siguen estando en manos judías, los pueblos han venido rechazando los permanentes y tercos intentos de apropiación de tierras y riquezas patrias. Y es éste, y no otro el motivo de la malquerencia y la desconfianza que se les tiene.
No se puede protagonizar de manera sórdida y a contrapelo toda la Historia en casi todo el mundo sin que los excluidos se den por aludidos y golpeados.
No se puede abusar de instrumentos sacralizados, más o menos creíbles y casi siempre grotescos, para quedarse con bienes y patrias ajenas.
La Historia puede ser, y de hecho lo es, la acumulación de trágicas tonterías cuyo único fin es explotar y servirse del prójimo.
Las razones histórico-religiosas que los judíos nos han venido enrostrando como pueblo elegido y cosas por el estilo, han venido sirviendo como razón cumbre a la rapiña.
Ese Dios, absolutamente parcializado, que acepta sin pestañear el asesinato de 400 niños palestinos allá en Gaza y que sigue dispuesto a avalar mayores infanticidios siempre y cuando los niños hayan sido paridos por madre no judía, no puede ser el Dios de nadie.
El tormento y la muerte durante el Holocausto de los años 40, es un horror que clama al cielo, pero parece que los asesinatos con fósforo blanco y bombas de racimo en la Franja de Gaza son sólo daños colaterales.
La semántica es un arte que los judíos dominan a perfección aunque no sea la propia, o precisamente por eso.
Traje a colación a este artículo un pequeño trozo de la historia de mi pueblo gallego porque, en líneas generales, y en relación al judaísmo universal, los resultados de la invasión por goteo del israelí en mi tierra chica ocasionó parecidos fenómenos a los que en mayor escala se produjeron en los grandes países: Entronización y poder para los que llegaron con las agallas abiertas, miseria y dependencia para el originario.
Menos mal que la modernización producida en los últimos 50 años tuvo la virtud de potenciar otros grupos y, a estas alturas, lo judío está terminado o, por lo menos, ya no se nota.
Las clases y capas sociales tienen ahora nuevos componentes.
Ojalá sean menos retorcidos y complicados.
Manuel da Roura
Ante todo, la expresión "semita", para los fanáticos biblicos, deriva de la mítica bíblica "Tabla de las Naciones" y los descendientes míticos de Noé, Sem, Cam y Jafet.
Esto es completamente infundado.
El término no tiene ninguna base histórica, linguistica, arqueológica ni etnológica.
La primera vez que aparece el término es en una proposición para las lenguas del Medio Oriente que tienen características comunes, a saber: hebreo, árabe, arameo, siriaco, etc.
La proposición hecha por August Ludwig Schlozer, en 1871, pretendía clasificar las lenguas en familias por sus similitudes gramaticales y léxicografía.
Es importante destacar que el término "semita" se utilizaba para designar a los parlantes de éstas lenguas, pero en ningún momento para designar "raza".
Una simple mirada a los parlantes actuales del árabe, desde Sudan Hasta Siria y desde el Atlantico hasta el Golfo Pérsico o Arábigo, e inclusive los hebreo-parlantes, es suficiente para mostrarnos la enorme diversidad de los tipos raciales.
Y ¿qué decir de la diversidad religiosa?
¿Cuántas religiones son practicadas por éstos "semitas"?
Están los practicantes de las tres religiones monoteístas, con sus respectivas divisiones.
Hay otras práticas religiosas y, tambien, agnósticos así como ateos entre los "semitas".
De manera que ninguno de éstos grupos tiene derecho a monopolizar el término, ante todo porque no le pertenece y segundo sería negar el otro, o los otros, y ésto constituye una base fundamental del fascismo.
Como son los sionistas, y los que les creen, los que utilizan el término semita como si fuera sinónimo de judío y de sionista, vamos a tratar de definirlos para demostrar que son diferentes.
Es lógico que ésta distinción no gusta a los sionistas porque es su mejor arma propagandistica y que la usan contra cualquiera que no esté de acuerdo con su conducta.
SIONISMO: Según el Minsiterio de Relaciones Exteriores de Israel, en su página Web:
El origen de la palabra "Sionismo", es el vocablo bíblico "Sión", frecuentemente empleado como sinónimo de Jerusalén y de la Tierra de Israel (Eretz Israel).
Sionismo es una ideología que expresa los anhelos de los judíos de todo el mundo hacia su patria histórica - Sión, la Tierra de Israel.
Comienza con que es un "vocablo bíblico", es totalmente falso, porque "Sión" es un vocablo del pueblo cananeo, originario de ésa tierra, que significa "colina o altura".
El ministerio reconoce éste hecho, aunque no lo expresa, al decir "frecuentemente" lo que equivale a "no es" pero por costumbre lo mantenemos porque nos es útil.
(La costumbre no hace la ley)
Por lo tanto, "Sión" no tiene relación alguna con Jerusalem, ciudad fundada por los antepasados de los palestinos, los cananeos, siglos antes del nacimiento del judaísmo, y mucho menos, tiene que ver, con la "Tierra de Israel".
Debemos recordar que Israel fué un reino que duró un poco más de 200 años, tenía como capital Samaria.
Así que el reino de Israel no estaba relacionado con Jerusalem, que fué capital del Judea, reino que duró unos 500 años, y que por cierto, estuvo en constantes guerras con el reino de Israel.
Es por ésta razón, dentro de su desinformación y malinformación, los sionistas no se atreven a llamarlos por sus verdaderos nombres; Judea e Israel, sino que utilizan el nombre de un reino y la capital del otro; Judea y Samaria.
Continuando con la definición del Ministerio, tenemos que el Sionismo es una "ideología que expresa los anhelos de los judíos de todo el mundo hacia su patria histórica - Sión, la Tierra de Israel".
Si nos guiamos por las palabras del padre del sionismo, Theodore Herzl, al escribir en su diario:
"No obedezco a un impulso religioso ... soy un agnóstico"
Nos está diciendo que el sionismo no es una expresión de los anhelos de los judíos sino de los agnósticos, si vamos a considerarlo desde el punto de vista religioso.
En realidad, el sionismo es un movimiento político internacional, inspirado en el nacionalismo europeo, de la época, del cuál surgieron, tambien, el nazismo en Alemania, el fascismo en Italia, el falangismo en España, etc.
El objetivo es crear un pueblo judío, una nación judía y dotarla de un territorio para fundar un estado exclusivista con una lengua común que sería el hebreo y así convertirlos en semitas.
(Jesús que era judío hablaba el arameo y no el hebreo)
El escoger Palestina es solamente por razones tácticas y lo dice el propio Herzl en su libro "El Estado Judío" (Die Judenstadt), cuando escribe:
"Palestina es nuestar inolvidable patria histórica ... su simple nombre será una poderosa llamada a la unión de nuestro pueblo ... La cuestión judía no es para mí una cuestión social, ni una cuestión religiosa ... es una cuestión nacional".
Lo que da a entender que el judaismo es un medio para lograr los objetivos del sionismo, pero lo que no nos dice, Herzl, es una vez lograda la meta, ¿cuál sería el destino del judaísmo como fe religiosa?
JUDAISMO: Es una religión cuya fe se fundamenta en un sólo dios. Es la más antigua de las tres religiones monoteístas. Las otras dos son el cristianismo y el islam. En dicho principio éstas dos derivan de la primera.
Considerar a Dios, como dios de éstas tres religiones, como el creador del universo y todo lo que hay en él, implica que son religiones universales, que no pueden ser limitadas sino infinitas, igual que el universo.
Por lo tanto, ninguna de éstas tres religiones puede ser limitada a un grupo de personas, un pueblo, un estado, etc., así que la idea del sionismo de un pueblo judío viola un principio básico de la fe judía y lo haría, tambien, si alguien pensara en un pueblo cristiano o musulman.
Por otro lado, hay sionistas que hablan de raza judía, término utilizado por los nazis, y demás fascistas, para justificar la supuesta supremacía de las supuestas razas, que inevitablemente, conducen a la discriminación de los demás.
Cualquiera que sea el término utilizado, raza, nación o pueblo, los sionistas lo hacen como si se tratara de una raza superior, al igual cuando discriminan los no-judíos, cuando justifican la expulsión de los no-judíos de su tierra, la de sus antepasados como tambien cuando consideran que los judíos del mundo tienen derecho a ésa tierra, independientemente de sus origenes.
En todos éstos actos, y otros más, se ve claramente la explotación de la religión judía.
Por ello el grito de los judíos del mundo debe ser como el nombre de un movimiento de judíos anti-sionistas:
"NO EN MI NOMBRE".
Si vamos a considerar que la religión es la base para fundar un pueblo, entonces estamos en la obligación de considerar a los cristianos como un pueblo, los musulmanes tambien y no podemos dejar fuera los budistas, los taoistas, los brahmanistas ... y los ateos.
Si no es así, no se puede justificar el uso de la expresión "pueblo judío". Existen pruebas que demuestran lo que estamos diciendo:
# Los judíos yemenitas, convertidos al judaismo en el siglo IV de la Era Cristiana, pero que son originarios del reino Himayar.
# Los judíos de la Europa Oriental y la ex-Unión Soviética, Ashkenazim, convertidos en el siglo VIII EC, tienen su origen en el reino Khazarí, entre el mar Negro y el mar Caspio, y los Eslavos que huyeron hacia el Este.
# Los judíos del Norte de Africa y España, Sefardim, adoptaron la religión judía en el siglo VI EC, descendientes de los Bereberes.
# Los Karaim o Karaitas, no son judíos, solamente adoptaron el alfabeto hebreo para su lengua túrcica. Ahora se sienten dueños, tambien, de Palestina.
Según el Prof. Shlomo Sand, historiador de la Universidad de Tel Aviv, el exilio de los judíos de Palestina, en tiempos del imperio romano, nunca ocurrió, no hay pruebas de ello aparte que era imposible llevarlo a cabo.
Los romanos nunca practicaron la expulsión.
Además alega que dicho exilio es un mito cristiano que lo inventaron para decir que es un castigo divino por haber rechazado a Jesús como el Mesías.
Otros historiadores y arqueólogos israelíes tambien niegan éste acontecimiento.
Ben Zion Dinur, padre de la historiografía israelí, describió a los Khazaríes como el origen de los judíos de Europa Oriental y Khazaria como la "Madre de dicha Diáspora" judía.
Nos quedamos con éstos puntos para no alargar mucho el texto, los cuales consideramos suficientes para demostrar que lo planteado por los sionistas sobre el "derecho" de los judíos a "RETORNAR" a Palestina por ser su tierra ancestral, es totalmente FALSO y con el tiempo se ha convertido en algo criminal que da origen a las masacres, genocidios, destrucción y discriminación cometidos por los sionistas desde su llegada a Palestina, y que se pretende legitimar con la creación, a través de la ONU, de un estado judío, colocando al judaísmo como autor de las violaciones al derecho internacional y derechos humanos más esenciales.
SEMITISMO: Como ya lo habíamos mencionado antes, es un intento de agrupar las lenguas en familias con características comunes.
Por ello tenemos, como lenguas semíticas, el hebreo, el árabe, el arameo, el etíope, etc. (pero no el ruso, el alemán, el francés, el español, etc), que tienen en común características entre las cuales podemos mencionar:
# No hay diferenciación entre mayúsculas y minúsculas.
# El verbo tiene una raíz de tres consonantes.
# el verbo se conjuga en masculino y femenino.
# Se utiliza el singular, dual y plural.
Como podemos ver, el pertenecer o adoptar uno de los tres "ismos", (judaismo, sionismo, semitismo) no implica ser de los tres al mismo tiempo:
# Ser Antisionista, no implica ser Antijudío ni Antisemita, como es el caso de muchos en el mundo, hoy en día, inclusive judíos y semitas.
Cada día seremos más, a medida que se desenmascara el sionismo.
# Ser Antjudío, no implica ser Antisionista ni Antisemita, como es el caso de los nazis que tuvieron buenas relaciones con los sionistas.
# Ser Antisemita, no implica ser Antisionista ni Antijudío, como es el caso de los sionistas por su odio hacia los árabes que conforman la abrumadora mayoría de los semitas en la actualidad.
Hay un extracto del diario de Theodore Herzl, padre del sionismo judío y considerado padre fundador de Israel, que vale la pena mencionar:
"Los Antisemitas serán nuestros más leales amigos. Las naciones Antisemitas serán nuestros aliados".
Reflexión Final:
ATACAR A LOS JUDÍOS ES LA MEJOR FORMA DE AYUDAR A LOS SIONISTAS
Georges Zade
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