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¿Qué son las corporaciones transnacionales? |
El nombre es nuevo, pero su estructura y funciones datan del siglo XIX y aún más atrás, cuando comenzaron a conformarse los grupos de poder en torno al acero, los ferrocarriles, el petróleo y las comunicaciones telegráficas. Un ejemplo es la Casa Havemeyer, que llegó a dominar la compra-venta de azúcar en el mundo, incluida Cuba, en la segunda mitad del 1800 y controlar la transmisión inalámbrica a lo largo de las áreas de producción y comercialización. También estaba incluida su base industrial, que transformó la economía cubana desde esa época.
Hablamos del surgimiento de los monopolios, que muy pronto iniciaron la concentración financiera, comercial y crediticia, acumulando una enorme capacidad en la producción y los servicios. Desde entonces el petróleo fue un sector dominado por las llamadas ¨siete hermanas¨, cuatro de ellas norteamericanas, con la Standard Oil a la cabeza. Su poder era tan grande que iniciaban y terminaban guerras y cambiaban reyes y presidentes, según sus intereses.
Una de sus mayores operaciones fue la de consolidar y repartir los yacimientos de lo que es hoy Irán e Iraq, facilitado por la hábil manipulación del financiero Gulbenkian, cuya inmensa fortuna constituye la base de un valioso museo y enorme centro de conferencias en Lisboa, Portugal. Su colección de monedas de oro griegas es una de las más notables del mundo, lo mismo que antiguos tapices persas, óleos de la escuela impresionista francesa y las esculturas en cristal tallado de Lalique, de quien era amigo personal. En las empresas de bolsa, en particular la de Londres, era conocido como ¨Mr. 5%¨.
Otro tanto puede decirse de Vanderbilt y de Morgan sobre el acero, la expansión de Estados Unidos hacia el Oeste a partir de las líneas férreas y las casas de banca. Por su parte, puede atribuirse a la Royal Dutsh Shell y a Sir Henry Deterding, la influencia de Inglaterra sobre los destinos del mundo en la primera mitad del siglo XX, incluida la guerra del Chaco, tan costosa para Paraguay y Bolivia. Gracias a estos consorcios monopolistas la influencia del inglés y el francés ha perdurado en Africa durante más de siglo y medio. Aún hoy tienen más ascendencia que el Swahili, verdadera lengua madre del continente.
Un nombre que es un engaño
Desde hace unos treinta años la Organización de las Naciones Unidas cuenta con el Centro de Estudios sobre las Corporaciones Transnacionales. Pues bien, los órganos de poder de Estados Unidos y países europeos jamás se refieren a este título por constituir una definición política, una categoría que intentan desideologizar, por lo que sólo se refieren a ella como ¨corporaciones multinacionales¨ con el propósito de confundir y neutralizar su valoración política.
Se trata de implicar a los grupos monopolistas y estructuras de poder que dominan el espacio financiero y comercial desde hace casi dos siglos con ascendencia globalizadora sobre el sistema. El secreto está en que ¨multinacional¨ expresa la idea de múltiples países, lo que no existe, pues intereses de uno solo controlan su estructura financiera y económica, mientras que ¨transnacionales¨ indica que operan en numerosas naciones y a través de ellas, lo que les da un carácter indicativo al sistema. Tres partes del mundo utilizan un título que refleja la verdad del sistema mientras que el resto mantiene su intención de adulterar el concepto. Es lo mismo que sucede con las diferencias entre ¨embargo¨ y ¨bloqueo¨, que Estados Unidos y sus aliados europeos se niegan a reconocer.
Los grupos de poder son los mismos que dieron origen a los monopolios, presentes en todas las actividades económicas, como es el caso de AOL-Warner-CNN en relación con los medios de información y comunicación, el cual maneja ingresos anuales por valor de más de 100 000 millones de dólares. Otro tanto ocurre con la corporación Fox, de Rupert Murdoch, dueño de centenares de periódicos, revistas, agencias de publicidad y estaciones de radio y televisión. Está de más llamar la atención sobre el peso que ejercen en la opinión de los diversos países, de acuerdo a un sistema fácil de seguir, el cual consiste en criticar y mentir sobre los derechos de las causas sociales y progresistas, y la imposición de criterios torcidos sobre los consorcios y monopolios. No hay que decir hacia dónde se inclina la balanza.
El truco de las piezas integradas
Una característica general de los consorcios es la diversificación de sus inversiones e intereses. De este modo, una empresa puede estar identificada con una producción determinada de acuerdo a su perfil típico, como el acero, la electrónica, la especulación en bienes raíces o las comunicaciones y transporte, pero al mismo tiempo tener participación en firmas ajenas a su identidad tradicional. Un ejemplo es la fabricación de bienes complejos, lo que le permite tener ¨nichos¨ comerciales que le dan una participación estratégica en ciertos productos que pasan a estar cubiertos por una filiación remota pero efectiva en lo que concierne a mercados globales.
Se puede citar el caso de elementos que antes formaban parte individual e independiente de un equipo y que ahora aparecen integrados de modo articulado a un sistema o subsistema. Todos los años Estados Unidos y un reducido número de países desarrollados adquieren empresas especializadas en una función específica, en general ignorada o poco conocida que después pesa en la discusión de derechos y pertenencias.
Es el caso de equipos sofisticados que incluyen un reducido número de componentes de Estados Unidos que no es conocido y que se revela en el momento de operaciones que incluyen represalias políticas o de mercado las que se aplican con todo rigor. Así ha ocurrido con Cuba, que no ha podido adquirir un cierto producto porque tiene componentes norteamericanos integrados, no conocidos o poco visibles, muchas veces comunicado a último minuto cuando la compra está a punto de cerrarse. Así actúan algunos consorcios y corporaciones, con evidente intención de daño.
Globalización, diversificación y control de mercados, son aspectos inconfundibles de los grupos monopolistas modernos que llaman corporaciones multinacionales para esconder algunas de las fuerzas negativas del sistema que se apoya de modo natural y a veces muy efectivo en la mentira, la malversación y el fraude, como revelan los acontecimientos de los últimos diez años en Norteamérica.
Enrique González-Manet
Qué fácil hubiera sido limitar los premiados a las empresas de Wall Street cuando preparábamos la lista de las 10 peores corporaciones del 2008 para Multinational Monitor [Observatorio de las Multinacionales].
Pero el resto del sector tampoco es que haya tenido un buen comportamiento durante el 2008, y no queremos que escapen a nuestro ojo escrutador.
Así que, manteniendo nuestra tradición de arrojar luz sobre las diversas formas de fechorías corporativas, incluimos en esta lista a sólo una compañía financiera.
Hete aquí, presentadas en orden alfabético, las 10 peores corporaciones del 2008:
AIG: dinero a cambio de nada
Seguramente no se puede culpar a un único responsable por la crisis financiera mundial que está desarrollándose. Pero si se tuviera que escoger a una sola compañía, esa sería muy probablemente American International Group (AIG), que se ha chupado ya más de 150 mil millones de dólares en ayudas pagadas con dinero de todos los contribuyentes. Mediante los "credit default swaps", AIG básicamente iba recogiendo primas de seguros mientras aseguraba, ridículamente, que jamás padecería una bancarrota, y no digamos ya el desplome del mercado todo que estaba asegurando. Cuando la realidad se presentó a las puertas de la compañía, el techo se les vino encima.
Cargill: especulando con los alimentos
Cuando los precios de los alimentos alcanzaron sus máximos a finales del 2007 y principios del 2008, países enteros y consumidores pobres se vieron a merced del mercado mundial y los gigantes corporativos que lo dominan. A medida que aumentaba la hambruna y estallaban disturbios en todo el mundo, Cargill vio como subían sus beneficios, llevándose solamente en el segundo cuatrimestre del 2008 más de mil millones de dólares. En un mercado competitivo, ¿haría increíbles beneficios un intermediario en el comercio del grano? ¿Ampliaría su margen de beneficios con el alza de precios? Pues bien, el comercio mundial del grano no es competitivo, y las normas legales de la economía mundial -creadas a la medida de Cargill y compañía- asegura que los países pobres sean dependientes, y estén a merced de, los comerciantes mundiales de grano.
Chevron: "no podemos permitir que los países pequeños estorben a las grandes compañías"
En el 2001 Chevron se comió Texaco. Estaba feliz, porque se llevaba con ella sus flujos de ingresos. Lo que no estaba tan dispuesta era a cargar con la responsabilidad de Texaco en su violación de los derechos humanos y el medioambiente.
En 1993 treinta mil indígenas ecuatorianos presentaron una demanda conjunta en los tribunales estadounidenses, alegando que, durante más de veinte años, Texaco había envenado las tierras en las que viven y los ríos de los que dependen, permitiendo que se viertan miles de millones de litros de petróleo en ellos, y dejando cientos de fosas repletas desechos abandonadas al descubierto, sin protección alguna. Chevron consiguió que los tribunales estadounidenses rechazasen el caso con el argumento de que debía ser litigado en Ecuador, más cerca de donde ocurrieron los daños alegados. Pero ahora el caso no le está yendo bien a Chevron en Ecuador, donde puede que acabe teniendo que pagar más de 7 mil millones de dólares. Así que la compañía está cabildeando en la Cámara de Comercio Estadounidense para imponer sanciones comerciales a Ecuador si el gobierno ecuatoriano no archiva el caso.
"No podemos dejar que los países pequeños estorben a las grandes compañías como la nuestra, compañías que han hecho grandes inversiones en todo el mundo", declaró un miembro del lobby de Cheveron a Newsweek el pasado mes de agosto. (Poco después Chevron afirmó no aprobar sus comentarios.)
Constellation Energy: operadores nucleares
Aunque es muy peligrosa, muy cara y está demasiado centralizada como para ser útil como fuente energética, la energía nuclear no desaparece del mapa gracias a que los fabricantes de equipos e instalaciones nucleares encuentran el modo de hacer que la población les siga pagando.
Constellation Energy Group, el operador de la planta nuclear de Calvert Cliffs, Maryland, -una compañía parcialmente involucrada en un increíble esquema, parcialmente desbaratado, para extorsionar a los consumidores de Maryland- planea construir un nuevo reactor en Calvert Cliffs, el primero construido en los Estados Unidos después de que el reactor nuclear de Three Mile Island tuviese a punto de sufrir una fusión accidental en 1979. CE ya se ha puesto en fila para obtener una posición ventajosa en los préstamos garantizados por el gobierno estadounidense para la construcción de nuevas centrales nucleares, disponibles bajo los términos de la Ley de la Energía de 2005. La compañía reconoce que no continuará con la construcción sin la garantía del gobierno.
CNPC: alimentando la violencia en Darfur
Sudán ha sido capaz de reírse de las sanciones existentes y las que amenazan con presentarse por la carnicería que ha perpetrado en Darfur gracias al enorme apoyo que recibe de China, canalizado sobre todo a través de la relación del país con la Chinese National Petroleum Corporation (CNPC).
"La relación entre la CNPC y Sudán es simbiótica", observa la organización Human Rights First, con sede en Washington D.C., en "Invirtiendo en la Tragedia", un informe de marzo del 2008. "No sólo la CNPC es el mayor inversor en el sector petrolífero sudanés, sino que Sudán es el mayor mercado para las inversiones a ultramar de la CNPC." Los petrodólares han alimentado la violencia en Darfur. "La rentabilidad del sector petrolífero en Darfur se ha desarrollado cronológicamente al mismo paso que la violencia en Darfur", escribe Human Rights First.
Dole: la acidez de la piña
La reforma agraria filipina de 1988 demostró ser todo un fraude. Los terratenientes ayudaron a redactar la ley e inventaron maneras de sortear sus objetivos declarados. Los trabajadores de Dole están entre quienes pagaron el precio. Con la reforma agraria, las tierras de Dole fueron divididas entre sus trabajadores y otros que tenían derechos sobre la tierra antes de la aparición del gigante productor de piñas. Los terratenientes ricos, sin embargo, maniobraron para tomar el control de las cooperativas y los sindicatos, según explica International Labor Rights Forum (ILRF), con sede en Washington D.C., en su informe del pasado mes de octubre. Dole ha despedido a la que hasta ahora era su fuerza de trabajo y la ha reemplazado con trabajadores contratados. Estos trabajadores reciben un salario inferior al sistema de cuotas, y ganan aproximadamente 1'85 dólares a diario, de acuerdo con ILRF.
General Electric: contabilidad creativa
En junio, el antiguo reportero del New York Times David Cay Johnston informó de la aparición de documentos internos de General Electric que parecían demostrar que la compañía llevaba desde hacía tiempo intentando evadir impuestos en Brasil. En un detallado informe de Tax Notes International, Johnston informó de la existencia de un esquema empresarial, subsidiario de GE, para facturar ventas sospechosamente elevadas de electrodomésticos en regiones del Amazonas escasamente pobladas. Estas ventas evitarían el pago del IVA en los estados urbanos, donde se esperaba que las ventas fuesen mayores.
Johnston escribió, basándose en los documentos internos que había consultado, que la cantidad de dinero que había evadido en impuestos era de menos de 100 millones de dólares, pero especulaba que, teniendo en cuenta todo el esquema contable, la cantidad tuvo que ser mucho mayor.
Johnston no identificó a la fuente que le proporcionó los documentos internos de GE, pero GE ha declarado que se trató de una antigua abogada de la compañía, Adriana Koeck. GE despidió a Koeck en enero de 2007 alegando como motivo su "comportamiento".
Imperial Sugar: 14 muertos
El 7 de febrero una explosión sacudió la refinería de Imperial Sugar en Port Wentworth, Georgia, cerca de Savannah. Días después, cuando se extinguió por completo el fuego, y se habían completado las operaciones de búsqueda y de rescate, se conoció la cifra definitiva de víctimas: 14 muertos, y docenas de trabajadores heridos con quemaduras graves.
Como ocurre con casi todas las catástrofes industriales, resulta que esta tragedia se hubiera podido evitar. La causa fue la acumulación del polvo procedente del azúcar que, como otro tipo de polvo, es altamente combustible.
Un mes después de la explosión en Port Wentworth, inspectores de la Occupational Safety and Health Administration (OSHA) acudieron a otra factoría de Imperial Sugar en Gramercy, Louisiana. Descubrieron acumulaciones de polvo de hasta dos pulgadas en la maquinaria y el cableado eléctrico. En los suelos de las factorías descubrieron hasta 48 pulgadas de acumulación de polvo.
Imperial Sugar, obviamente, sabía de las condiciones en estas factorías. De hecho, había tomado algunas medidas para limpiarlas antes de la explosión. La compañía encargó a un nuevo vicepresidente las operaciones de limpieza en noviembre del 2007 y tomó algunas medidas importantes para mejorar las condiciones. Pero no fueron las suficientes. El vicepresidente explicó al comité del Congreso que la dirección le había dicho que moderase sus peticiones para emprender una acción inmediata.
Philip Morris International: liberándose de los grilletes públicos
La vieja Philip Morris ya no existe. En marzo, la compañía se dividió formalmente en dos entidades separadas: Philip Morris USA -que forma parte de la familia de la compañía Altria- y Philip Morris International. Philip Morris USA vende Marlboro y otros cigarrillos en los EE.UU. Philip Morris International va por ahí pisoteando al resto del mundo. Philip Morris International ya ha mostrado señales de sus primeros planes para invertir los avances en las políticas para reducir el tabaquismo y las muertes relacionadas con su consumo (que alcanzan los 5 millones anuales). La compañía ha anunciado planes de desplegar por todo el planeta una nueva batería de productos, paquetes más atractivos y otros esfuerzos de marketing. Todos ellos diseñados para socavar las normas de puestos de trabajo libres de humo, derrotar los impuestos sobre el tabaco, segmentar mercados con productos específicos, ofrecer cigarrillos con sabores lo suficientemente atractivos para atraer a la juventud y superar las restricciones actuales del mercado.
Roche: "salvar vidas no es nuestro negocio"
La empresa suiza Roche fabrica un abanico de medicamentos para tratar el VIH. Uno de ellos es enfuvirtid, que vende con el nombre de Fuzeon. Fuzeon proporcionó a Roche 266 millones de dólares en el 2007, a pesar del declive general en sus ventas. Roche cobra a los estados 25.000 dólares al año por proporcionarles Fuzeon. Y no ofrece ningún descuentos a los países en desarrollo.
Como la mayoría de los países industrializados, Corea mantiene un mecanismo de control sobre los precios: un programa nacional de sanidad fija los precios para las medicinas. El Ministro de Sanidad, Bienestar y Asuntos Familiares puso Fuzeon en la lista a un precio de 18.000 dólares al año. El ingreso per capita de Corea es prácticamente la mitad que el de los EE.UU. En vez de proporcionar Fuzeon al precio estipulado por Corea y obtener beneficios, Rocher rechazó ofrecer el medicamento a Corea.
Activistas coreanos informan de que el presidente de Roche Corea les respondió lo siguiente: "No estamos en este negocio para salvar vidas, sino para hacer dinero. Salvar vidas no es nuestro negocio".
Robert Weissman
Traducción: Àngel Ferrero
www.sinpermiso.info
Según el economista mexicano Andrés Barreda, estamos en una crisis de brutal sobreacumulación capitalista: gigantesco vómito de quienes creyeron que se podían tragar al mundo, pero no pudieron digerirlo.
Largamente acuñadas, las crisis actuales tienen un contexto de concentración creciente del poder corporativo, apropiación de recursos naturales y desregulación o leyes a favor de las empresas y especuladores financieros, que ha aumentado sin pausa en las últimas décadas.
En el 2003, el valor global de fusiones y adquisiciones fue 1,300,000 millones de dólares (1,3 billones).
En 2007, llegó a 4,48 billones de dólares.
En la industria alimentaria, el valor de las fusiones y compras entre empresas se duplicó del 2005 al 2007, llegando a 200 mil millones de dólares.
La debacle financiera terminó con algunas empresas, favoreciendo oligopolios aún más cerrados.
¿Qué significa esto para la gente común? El informe del Grupo ETC “De quién es la naturaleza”, ofrece un análisis en el contexto histórico de la concentración corporativa de sectores claves en las últimas 3 décadas.
Desde entonces el Grupo ETC ha seguido las maniobras de mercado de las autodenominadas “industrias de la vida”, (biotecnología en agricultura, alimentación y farmacéutica).
En el nuevo informe, se agregan las empresas detrás de la convergencia de biotecnología con nanotecnología y biología sintética, que promueven nuevas generaciones de agrocombustibles y más allá: intentan generar un economía post-petrolera basada en el uso de carbohidratos y vida artificial.
El sector agroalimentario sigue siendo uno de los ejemplos más devastadores, por ser un rubro esencial: nadie puede vivir sin comer.
Es además, el mayor “mercado” del mundo.
Por ambas razones, las transnacionales se lanzaron agresivamente a controlarlo.
En las últimas 3-4 décadas, pasó de estar altamente descentralizado, fundamentalmente en manos de pequeños agricultores y mercados locales y nacionales, a ser uno de los sectores industriales globales con mayor concentración corporativa.
Para ello fue necesario un cambio radical en las formas de producción y comercio de alimentos.
Gracias a los tratados de “libre” comercio, la agricultura y los alimentos se transformaron de más en más en mercancías de exportación, en un mercado global controlado por una veintena de transnacionales.
Según un informe de la FAO sobre mercados de productos básicos, a principios de la década de 1960, los países del Sur global tenían un excedente comercial agrícola cercano a los 7000 millones de dólares anuales.
Para fines de la década de 1980 el excedente había desaparecido.
Hoy todos los países de Sur son importadores netos de alimentos.
En la década de 1960, casi la totalidad de las semillas estaban en manos de agricultores o instituciones públicas.
Hoy, 82 por ciento del mercado comercial de semillas está bajo propiedad intelectual y diez empresas controlan 67 por ciento de ese rubro.
Estas grandes semilleras (Monsanto, Syngenta, DuPont, Bayer, etc) son en su mayoría propiedad de fabricantes de agrotóxicos, rubro en el cual las diez mayores empresas controlan 89 por ciento del mercado global.
Que a su vez están representadas entre las diez empresas más grandes en farmacéutica veterinaria, que controlan 63 por ciento de ese rubro.
Los 10 mayores procesadores de alimentos (Nestlé, PepsiCo, Kraft Foods, CocaCola, Unilever, Tyson Foods, Cargill, Mars, ADM, Danone) controlan el 26 por ciento del mercado, y 100 cadenas de ventas directas al consumidor controlan el 40 por ciento del mercado global.
Parece “poco” en comparación, pero son volúmenes de venta inmensamente mayores.
En el año 2002, las ventas globales de semillas y agroquímicos fueron 29,000 millones de dólares, las de procesadores de alimentos 259,000 millones y las de cadenas de ventas al consumidor 501,000 millones.
En el 2007, esos tres sectores aumentaron respectivamente a 49,000 millones; 339,000 millones y 720,000 millones de dólares.
Sigue siendo el supermercado WalMart, la empresa más grande del mundo, siendo la número 26 entre las 100 economías más grandes del planeta, mucho mayor que el Producto Interno Bruto (PIB) de países enteros como Dinamarca, Portugal, Venezuela o Singapur.
De las semillas al supermercado, las transnacionales dictan o pretenden dictar qué plantar, cómo comerlo y dónde comprarlo.
Frente a las crisis nos recetan más de lo mismo: más industrialización, más químicos, más transgénicos y otras tecnologías de alto riesgo, más libre comercio.
No es extraño, ya que todas están entre los que más han lucrado con el aumento de precios y hambrunas: obtuvieron ganancias que van hasta 108 por ciento más que en años anteriores.
También la disparidad de ingresos individuales en el mundo creció.
La riqueza acumulada de los 1125 individuos más ricos del mundo (4,4 billones de dólares) es casi equivalente al PIB de Japón, segunda potencia económica mundial después de Estados Unidos.
Esta cifra es mayor que los ingresos sumados de la mitad de la población adulta del planeta.
50 administradores de fondos financieros (hedge funds y equity funds), los grandes especuladores que provocaron la “crisis”, ganaron durante el 2007 un promedio de 588 millones de dólares, unas 19,000 veces más que el trabajador estadunidense típico y unas 50,000 veces más que un trabajador latinoamericano medio.
El director ejecutivo de la financiera Lehman Brothers, ahora en bancarrota, se embolsó 17,000 dólares por hora durante todo el 2007 (datos de Institute for Policy Studies).
Resumiendo, una absurda minoría de empresas y unos cuantos multimillonarios que poseen sus acciones, controlan enormes porcentajes de las industrias y los mercados básicos para la sobrevivencia, como alimentación y salud.
Esto les permite una pesada injerencia sobre las políticas nacionales e internacionales, moldeando a su conveniencia las regulaciones y los modelos de producción y consumo que se aplican en los países, que a su vez son causantes de las mayores catástrofes alimentarias, ambientales y de salud.
Así pudo avanzar la privatización y conversión del sistema agroalimentario, hasta hace pocas décadas descentralizado y basado mayoritariamente en semillas de libre acceso, agua, tierra, sol y trabajo humano, para convertirlo en una máquina industrial petrolizada, que exige grandes inversiones, maquinarias caras, devastadoras cantidades de agroquímicos (mejor llamados agrotóxicos) y semillas patentadas controladas por unas pocas empresas.
Aunque se produjeron mayores cantidades de algunos granos, no solucionó el hambre en el mundo tal como prometían, sino que aumentó.
El saldo de erosión de suelos y biodiversidad agrícola y pecuaria, junto a la contaminación químico-tóxica de aguas, no tiene precedente en la historia de la humanidad.
Todo acompañado, por si fuera poco, por una creciente crisis de salud humana y animal (que también es negocio para las mismas empresas).
El paradigma más significativo de esta “involución verde”, son los transgénicos, semillas patentadas adictas a los químicos de las empresas, promovidas como panacea para resolver los actuales problemas de hambre que el propio modelo creó.
Otro ingrediente del mismo modelo, ahora empujado con más fuerza, es el altísimo requerimiento de fertilizantes, que por su nombre parecería menos dañino que el resto de los agrotóxicos.
Pero el uso de fertilizantes industriales, en lugar del equilibrio de nutrientes naturales de los modelos anteriores de agricultura, también provoca adicción y dependencia y está en manos de un cerrado oligopolio trasnacional.
Tal como el petróleo, se basa en el uso de productos finitos y no renovables: según datos de PotashCorp, la primera empresa global de fertilizantes, las reservas de fósforo, ingrediente fundamental de los fertilizantes, disminuyen a ritmo acelerado.
Globalmente, el consumo industrial de fertilizantes aumentó 31 por ciento entre 1996 y 2008, debido al incremento de la ganadería industrial y la producción de agrocombustibles. Y con las crisis, el precio se disparó más de 650 por ciento entre enero de 2007 y agosto del 2008.
Mosaic, la tercera empresa de fertilizantes a nivel global (55 por ciento propiedad de Cargill) aumentó sus ganancias más de 1000 por ciento en ese período.
Pese a que las trasnacionales pretenden controlar todo, 1200 millones de campesinos y campesinas en el mundo, siguen teniendo sus propias semillas.
Aunque WalMart sea la empresa más grande del mundo, el 85 por ciento de la producción global de alimentos se consume cerca de donde se siembra –la mayoría en el mercado informal.
Urge, por el bien de todos y para parar las amenazas al ambiente que nos sostiene, el cuestionamiento profundo del modelo de agroalimentación industrial y corporativo, incluyendo la crítica radical a los que en nombre de las crisis alimentarias y climáticas quieren imponernos más del mismo modelo con transgénicos y agrocombustibles.
Las soluciones reales ya existen y son diametralmente opuestas: soberanía alimentaria, como propone La Vía Campesina, a partir de economías agrícolas descentralizadas, diversas, libres de patentes, basadas en el conocimiento y las culturas campesinas, que son quienes por más de diez mil años han probado su capacidad de alimentar sustentablemente a la humanidad.
Basado en el informe del Grupo ETC “De quién es la naturaleza - El poder corporativo y la frontera final en la mercantilización de la vida”, disponible en www.etcgroup.org/es
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