«« | »» |
“Los hermosos anhelos” |
En junio del año pasado, yo pisé por primera vez el suelo tibetano. El ambiente natural de allí no ha sufrido ninguna contaminación, el cielo azul me conmovió ilimitadamente. A pesar de un fuerte soroche, valió la pena mi viaje pues experimenté en carne propia lo que son los hermosos paisajes naturales.
El grado de desarrollo de Lhasa, aún cuando no puede compararse con el de Beijing y Shanghai, sobrepasó en mucho mis imaginaciones pues se trata de una ciudad situada en varios miles de metros sobre el nivel del mar. Allí, no hay problema sobre las señales de teléfono celular, no hay problema de conectarse con la Internet, y son bastante buenas también las condiciones higiénicas. Visitamos hogares de pastores en las afueras de Lhasa: ellos viven en casas recién construidas, cuentan con agua potable limpia y tienen motocicletas cuando salen. Yo tomé su rico té con mantequilla. Se ve que los pastores están muy satisfechos con su vida. Los tibetanos son muy laboriosos y optimistas. Son entusiastas y sencillos, al igual que la gente de mi tierra natal.
Durante mi estancia en el Tíbet, se celebró la ceremonia de relevo de la antorcha de la Olimpiada de Beijing en Lhasa. En la plaza frente al Palacio Potala se veía un mar humano: los tibetanos, vestidos de trajes nacionales, ofrecieron danzas tradicionales; muchos eran aldeanos provenientes de aldeas lejanas. Allí me topé con varias estudiantes tibetanas. Lo que me sorprendió es que ellas también ven telenovelas surcoreanas y saben lo que es “corriente surcoreana”, lo que me dio una sensación muy cariñosa. Estas estudiantes son vigorosas y tienen gran vitalidad y hermosos anhelos por el futuro.
Chang Sejeong
Director de la Oficina en China del diario “JoongAng Ilbo” de Corea del Sur, 10 de marzo en Beijing.
(Pueblo en Línea)
¡Qué lindo es el Tíbet!
En particular, los espléndidos paisajes del Tíbet me dejaron inolvidables. La cultura peculiar del Tíbet también me dejó una impresión profunda. Me di cuenta de que las tradiciones y la cultura en los monasterios están muy bien protegidas, lo que muestra suficientemente que el gobierno local ha trabajado mucho en este aspecto.
Veinte y tantos años atrás cuando estudiaba en la universidad, mostré vivo interés por China, particularmente por el Tíbet. Yo también estudié en China, pero sólo el año pasado realicé el primer viaje al Tíbet en toda mi vida.
Los cambios operados hoy en el Tíbet son enormes. Allí las carreteras son llanas, la red de electricidad llega a todas partes, los hoteles tienen instalaciones completas, en fin, la realidad es mucho mejor que lo que conocí en los libros.
En el viaje me gustaba conversar en chino con los tibetanos. Tanto pequeños vendedores como patrones de hoteles nos mostraron muy amistosos y dispuestos a conversar libremente con nosotros. Cuando partimos de allá, creía que se podía describir lo que sentí en mi corazón con la siguiente frase: ¡Vale la pena haber hecho este viaje!
Michael Walsh
Profesor asociado de investigación de Asia y religiones del Instituto Vassar de Estados Unidos 11 de marzo en Nueva York
(Pueblo en Línea)
Lhasa es muy hermosa. Bajo el cielo azul en que flotan las nubes blancas, y rodeada por picos nevados, el Palacio de Potala presenta su perfil majestuoso. Estuve completamente captado por la cultura particular del Tíbet: platos exquisitos, hermosos trajes nacionales y canciones melodiosas tibetanas.
Los altos edificios en la ciudad transmiten mensajes de modernización. Parecen decir al mundo que el Tíbet está avanzando hacia adelante. Durante mi estancia en Lhasa visitamos una escuela, que cuenta con todas las instalaciones necesarias como computadoras y biblioteca. Realizamos profundos intercambios con los habitantes locales, recogiendo datos valiosos sobre el desarrollo de Lhasa. El mundo debe comprender la modernización policromada del Tíbet.
Después de esfuerzos de varios decenios, el Tíbet ha logrado éxitos social, económico y medioambiental a la vista de todos.
Por Michael Johnson
Diputado federal de Australia, el 12 de marzo en Camberra.
(Pueblo en línea)
Estuve en muchos lugares de ese país.
El viaje que hice en junio de 2007 al Tíbet me dejó una impresión inborrable en toda la vida. Allí experimenté una cultura particular y llena de encanto.
Recorrí casi todos los monasterios en Lhasa.
Fui testigo de que todas sus construcciones y estaduas budistas son escrupulosamente protegidas y reparadas, y la gente goza de plena libertad religiosa.
Los signos de la cultura particular del Tíbet se componen de los peregrinos al Palacio de Potala, banderines llenos de colorido como despositarios de buenos deseos, aldeas de diferentes estilos arquitectónicos, etc.
Considero que la cultura particular y la tradición religiosa del Tíbet están escrupulosamente conservadas.
Me han dejado una profunda impresión las infraestructuras del Tíbet. Son expeditos los caminos que conducen a los destinos turísticos, y las señales de telefonía móvil están presentes en todos los rincones.
Igual que otros turistas extranjeros, presencié espectáculos tibetanos. Aunque no los entendiera, podía palpar la tradición cultural tibetana.
En mis contactos con los habitantes locales, descubrí que los tibetanos son una etnia laboriosa, hospitalaria y acogedora.
Igual que la etnia Han, los tibetanos esperan gozar de una vida próspera, estable y feliz.
Con anterioridad, para mí el Tíbet era un lugar lleno de misterios.
Las informaciones de Occidente sobre el Tíbet me hicieron escéptico en cuanto a si la cultura tibetana está debidamente conservada.
Pero ahora quiero manifestar ante todos que la cultura tibetana está escrupulosamente protegida.
Por ello, espero que todos los que están interesados en los asuntos del Tíbet hagan una visita al Tíbet para despejar personalmente el enigma en la mente.
Por Siroezhkin, investigador jefe del Instituto de Estrategia del Presidente Kazajo, el 14 de marzo en Alma-Ata.
(Pueblo en línea)
El ambiente del Tíbet es bien protegido. Los paísajes allí son sumamente bellos y quedé deslumbrado por ellos. Las montañas nevadas y los lagos cristalinos son muy espectaculares. Sumado a ellos hay monasterios antiguos. Todo hace que uno viva en pinturas. Con anterioridad había visto los paisajes del Tíbet en fotos, y ahora, después de ver la realidad, empezé a sentir que ninguna pintura puede reflejar la belleza natural de ese lugar.
Visité el Palacio de Potala. El edificio es bian cuidado, y ví a obreros trabajando para mantenerlo. En Lhasa tuve contactos con algunos habitantes locales, fui testigo de que los feligreses budistas conversaban libremente y gozan de plena libertad religiosa.
Al mismo tiempo que se lleva a cabo la modernizaqción del Tíbet, se presta una atención especial a los patrimonios culturales. Esto, a mi juicio, corresponde al ideario de armonia.
Si tengo otras oportunidades visitaré nuevamente al Tíbet.
Por Yevgeny, director de la corresponsalía del Diario Rusia en Beijing, el 19 de marzo en Beijing.
(Pueblo en línea)
En las regiones remotas, sea el este, el sur o el norte, ha trabado amistad con un gran número de amigos, desde ancianos hasta niños. El ambiente tibetano está bian conservado, así como sus patrimonios culturales e históricos.
Ali era una región poco desarrollada, pero hace dos años cuando visitó otra vez su capital, fui testigo de un mercado bian abastecido con toda clase de verduras y frutas. No es fácil conseguir tomates y verduras en la meseta cubierta de nieve. Antes para llegar allí desde Lhasa se necesitaban más de 20 días, pero ahora sólo unos pocos días como consecuencia de un sistema de transporte fluido.
En 2007 conduje a 26 canadienses a visitar el Tíbet. En las afueras de Lhasa visitamos por azar a una familia tibetana, y fuimos acogidos con gran hospitalidad. Las habitaciones estaban en buen orden, limpias y a la altura de todas las normas higiénicas. Era una familia acomodada, y los anfitriones nos recibieron con té de mantequilla y aguardiente de cebada. Los canadienses sentimos extraños, porque no habíamos imaginado que el nivel de vida de los tibetanos ha alcanzado a un nivel tan alto.
En Canada y Europa, realice 10 exposiones fotográficas de gran dimensión para presentar el cambio tibetano. En la exposición realizada en Halifax, mi tierra natal, un matrimonio norteamericano dejó su impresión: Imagenes sumamene conmovedores.
Por Tang Youxin, fotógrafo canadiense, el 20 de marzo en Ottawa.
(Pueblo en línea)
Durante mi estancia en el Tíbet, visité el Monasterio Johkang y otro lugar turístico y una familia de pastor. El nivel de vida de los tibetanos, sobre todo, de los pastores, no se diferencia del nivel de vida de las poblaciones del Suroeste de China. Todos viven felizmente. Los lugares que visité me dejaron una profunda impresión.
Lhasa se ha convertido en una ciudad moderna. El Palacio Potala, recién reparado, es majustuoso. Los tibetanos en otras regiones también han construido una gran cantidad de nuevas casas. Me parece que los tibetanos y los hans viven en gran harmonía en Tíbet. Se han producido gigantescos camibos en Tíbet en los últimos 50 años. Los tibetanos gozan de libertad religiosa, y conservan su religión y su tradición.
Los paisajes naturales del Tíbet son hermosos. El cielo azul, las aguas
cristalinas y la naturaleza particular atraen sobremanera a los turistas.
Mi gran anhelo es volver a visitar el Tíbet
Por Jong-Dae Ha, primer reportero del Diario de Asia Oriental de la República de Corea en Beijing, el 18 de marzo en Beijing.
(Pueblo en línea)
En mi trabajo pude constatar que el Gobierno Popular Central cumplía rigurosamente el Acuerdo de Liberación Pacífica del Tíbet. Y junto con otros periodistas extranjeros tuve una entrevista con Dalai Lama. En la entrevista Dalai me manifestó su agradecimiento al Gobierno Popular Central por la protección de la libertad religiosa en Tíbet.
En aquel entonces, todavía no había realizado la reforma democrática en el Tíbet. Fui testigo ocular de que regía en el Tíbet el sistema feudal de servidumbre, y las tierras agrícolas y los campos de pastoreo estaban en mano de los monasterios y señores feudales. En aquel viaje al Tíbet la impresión más profunda que tuve fue ver la aplicación de torturas en los siervos por parte de sus dueños en plena calle de Lhasa. Además vi en las calles a siervos que habían sufrido el corte de sus orejas y la amputación de sus dedos.
En 1990 hice mi segunda visita al Tíbet. Descubrí que se habían producido grandes cambios en la vida del pueblo tibetano. Gracias a la abolición del sistema feudal de servidumbre, los tibetanos ya gozaban de la libertad verdadera. La población tibetana creció a ritmo acelerado, y se elevó en grandes márgenes su esperanza de vida. Por aquel tiempo, un número de tibetanos comenzaban a realizar actividades comerciales en ciudades como Beijing. La medicina tibetana ha sido cuidadosamente protegida y transmitida. Jóvenes tibetanos podían cursar sus estudios en las grandes ciudades de otras regiones.
Por Sergei Ovchinnikov, primer corresponsal de Pravda en China y conocido sinólogo, el 18 de marzo, en Moscú.
(Pueblo en línea)
Los monjes y monjas tibetanos gozan de total y completa libertad para realizar todo tipo de actividades religiosas.
Lo que no les está permitido por la ley es involucrarse, directa o indirectamente, en actividades políticas secesionistas.
Actualmente, el número de monjes y monjas en las regiones tibetanas es elevadísimo, y ningun país de Occidente cuenta entre su población con una cifra proporcional tan alta de religiosos.
Por poner un ejemplo, es como si en España hubiese más de un millón de religiosos. En las regiones de Kham y Amdo, concretamente en las provincias de Sichuan, Yunnan, Qinghai y Gansu, no existe limitación al número de monjes.
En el distrito de Serta, de la región de Ganzi, visité hace años una universidad monástica ñingmapa donde vivían hasta 8.000 monjes y monjas, y conozco o me han hablado los mismos monjes de bastantes monasterios con 2.000 y 3.000 monjes.
En la actualidad se encuentran activos más de 2.000 monasterios, y los monjes se desplazan con libertad de un monasterio a otro, como peregrinos o para recibir enseñanzas de algún maestro.
La situación ha cambiado a partir del año pasado por razones fáciles de entender, pero aun así, en estos últimos meses he podido comprobar que los monjes en la región de Kham se desplazan como antes, con la única diferencia de tener que registrarse, a veces, al igual que los seglares (tibetanos, han y extranjeros), en algún control de policía.
Aunque algunos monjes bonpos y ñingmapas trabajan junto con sus familias en ciertas épocas del año, la mayor parte de los monjes vive a expensas de sus familias o de las donaciones de los fieles.
En Kham hay monasterios y monjes que tienen pequeñas tiendas (regalos, comestibles, ropa), y no sólo en el recinto del monasterio, sino también en las ciudades vecinas.
En la Región Autónoma del Tíbet (RAT), las autoridades han adoptado medidas que limitan el número de monjes.
Así, por ejemplo, el monasterio de Drepung, en las afueras de Lhasa, llegó a albergar hasta 10.000 monjes, y ahora no se permite que sú numero sobrepase los 1.000.
Además, desde 1998 no se autoriza la entrada en el monasterio hasta no haber acabado la enseñanza obligatoria, hacia los 15 años.
En cambio, en todas las demás zonas tibetanas tales restricciones no existen, y en todos los monasterios se puede oír el griterío de los niños-monjes (algunos de 7 u 8 años) que llenan las escuelas monásticas.
Los monasterios son el 90 por ciento budistas, el resto bonpos. También hay una importante comunidad musulmana (algunos viviendo en el Tíbet desde hace varias generaciones) con sus mezquitas.
Y no faltan pequeñas comunidades cristianas, con sus iglesias, católicas y protestantes.
Lo único que vigilan las autoridades sobre estas últimas es que no vuelvan a servir de vehículo para la penetración política y cultural de Occidente, como ocurrió en el siglo XIX y XX en la China feudal y semicolonial de entonces. Aunque a menudo se cuelan sus misioneros, a través de ONGs y otras organizaciones de ayuda supuestamente humanitaria.
El peligro que amenaza al budismo tibetano, y que sorprendentemente parecen ignorar algunos grandes lamas, viene precisamente de Occidente.
En Ladak, que es una parte del Tíbet ocupada por India (aunque de esto nada dice el Dalai Lama), se han multiplicado en los últimos años las conversiones de los jóvenes tibetanos al cristianismo.
Ello es debido al pertinaz y eficiente proselitismo de los misioneros, sobre todo evangelistas.
Para un joven tibetano, deslumbrado por Occidente y sobre todo por Estados Unidos, hacerse cristiano significa toda una serie de ventajas, empezando por las económicas.
Para terminar, una última consideración: He llegado a pensar que cuando el gobierno tibetano en el exilio afirma que en el Tíbet no hay verdadera libertad religiosa, lo que busca con ello no es sólo justificar los planteamientos políticos radicales del gobierno del Dalai Lama, sino también tener un pretexto para permanecer en el exilio.
Los grandes lamas, empezando por el Dalai Lama, viven en un exilio dorado, en condiciones materiales infinitamente mejores que las que tienen que soportar los grandes lamas que han preferido mantenerse junto a su pueblo, en los monasterios remotos, donde las condiciones de vida son a veces durísmas, como he podido comprobar por mí mismo.
"¿Dónde está vuestro rinpoche (huofo, buda viviente)?", pregunté una vez a unos tibetanos nómadas del distrito de Dege, en Kham.
"Vive desde hace años en Canadá", me respondieron, "alguna vez viene a vernos y nos trae dinero, pero sólo está unos días y en seguida se marcha".
Para los tibetanos, los rinpoches son como padres, y cuando un rinpoche se marcha al exilio, es como el padre que abandona a su familia.
Un día le pregunté al rinpoche del monasterio ñingmapa (hongjiao) de Shechin, en ese mismo distrito de Dege: ¿"Por qué no se ha ido al extranjero, como han hecho otros rinpoches?, a lo que me respondió: " No me he ido ni me iré, porque sé que el rinpoche que va al extranjero cambia".
No hace falta decir que el cambio al que se refería era "cambiar a peor". Igual que el rinpoche de Shechin, son muchos los rinpoches que han decidido seguir con su gente, no abandonarla, pues sus actividades religiosas no encuentran el menor obstáculo por parte de las autoridades.
La gran mayoría de los rinpoches bonpos están en el interior. Son esos grandes lamas los que merecen el mayor de los respetos.
Iñaki Preciado Idoeta
Español, doctor en Filosofía, traductor y tibetólogo.
(Xinhua)
«« | Inicio | »» |