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Hace cincuenta años ocurrió la rebelión en el Tíbet |
La rebelión del Tíbet contra el Gobierno central de China estalló hace cincuenta años el 10 de marzo de 1959. Dalai Lama, líder espiritual de una de las sectas budistas del Tíbet abandonó su patria hace esos mismos años (17 de marzo) entonces, tenía 24 años, ahora tiene 74.
Transcurrido medio siglo, tanto en el Tíbet como fuera de sus fronteras han cambiado muchas cosas y son varias las generaciones que no saben qué fue lo que ocurrió en esa lejana primavera.
Fueron acontecimientos muy ilustrativos que en esencia, reflejan las contradicciones entre la conservación de las costumbres y tradiciones y los cambios que impone la evolución cultural.
Para empezar, vale recordar cuál fue la actitud del Gobierno comunista que llegó al poder en China en 1949 con respecto a Tíbet.
A propósito, hasta ese momento, el Tíbet era parte de China, más exactamente, desde el siglo XIII bajo el imperio de Kublai Kan, nieto de Gengis Kan y primer emperador chino de la dinastía Yuan que unió a su imperio a China y el Tíbet.
Desde esos tiempos remotos, el territorio chino no ha cambiado mucho, a excepción de la independencia de Mongolia.
Hay que saber muy mal la historia para confundir a Mao Zedong y Kublai Kan.
En conversaciones sostenidas en Pekín en 1951, Dalai Lama no habló sobre la independencia del Tíbet sino sobre las condiciones para conservar su autonomía.
Dalai Lama propuso al nuevo gobierno la misma fórmula que hasta entonces se habían aceptado los gobernantes chinos; Pekín asumía los asuntos de defensa y política exterior sin intervenir en la vida interna y forma de vida de la población del Tíbet.
Y Mao Zedong aceptó. Puede ser porque el nuevo poder chino en esos momentos no contaba con recursos y posibilidades para hacer cambios en esa provincia lejana donde era casi imposible llegar. Todavía existe la polémica sobre si Mao fue un comunista auténtico, pero nadie puede negar que el controvertido líder chino ante todo fue un pragmático.
En 1955, el primer ministro chino permitió al corresponsal del diario soviético Pravda Vsévolod Ovchínikov visitar el Tíbet. Para esos años, fue prácticamente el único extranjero que pudo ver con sus propios ojos ese país desconocido. Ovchínikov escribió dos libros sobre el Tíbet en los que plasmó sus observaciones y juicios saturados de asombro y algunas veces, hasta de horror.
Por lo visto, las autoridades chinas quisieron que el periodista soviético describiera cómo Pekín cumplía las promesas hechas a Dalai Lama en relación a que el Gobierno chino no intervenía en los asuntos internos de la autonomía.
Los reportajes de Ovchínikov testificaron al mundo que en el Tíbet seguía siendo un reducto de feudalismo y esclavismo inalterable desde el siglo XIII.
En sus relatos, el periodista soviético contó por ejemplo, la suerte fatídica de tres esclavos fugitivos castigados con cargar un enorme yugo de madera con tres agujeros para sus cabezas.
Lo macabro ocurría con la muerte de uno de los castigados, ya que los dos reos restantes debían portar el cadáver de su compañero durante varios días hasta que llegara el funcionario de determinado rango con la llave para abrir el único candado que cerraba el yugo.
Además, por las calles de la Lhasa, la capital del Tíbet se veía muchas personas a las que les había cortado la nariz, las orejas o una mano en un castigo por delitos de acuerdo a las leyes que imperaban sólo en la autonomía y sin vigencia en el resto de China.
Entonces, el Tíbet era una región en donde vivían 850.000 vasallos o esclavos y 130.000 monjes libres al servicio de los lamas.
¿Y que podía pensar de esto Dalai Lama, líder de una doctrina religiosa que reconocía la superioridad del rico feudal y la inferioridad del campesino miserable, del monje inferior, del esclavo y finalmente la mujer?
Pues ese era precisamente el orden que establecía el budismo tibetano como resultado ineludible de la sucesión kármica, producto de virtudes o vicios en vidas o reencarnaciones pasadas.
Al respecto de Dalai Lama, Ovchínikov recuerda que durante una exposición industrial en 1954, Dalai Lama causó pánico porque en un momento se apartó de la delegación china y apareció más tarde en un pabellón embelesado observando trenes de juguete.
A propósito, la primera vía de ferrocarril se instaló en el Tíbet apenas el año antepasado.
¿Se puede incriminar al joven líder espiritual budista por querer conservar la forma de vida de sus antepasados?
¿Se puede acusar que Dalai Lama de estar implicado en la rebelión de 1959 que supuso la ruptura de los acuerdos suscritos en 1951?
Muchos se equivocan cuando piensan que los sucesos de 1959 fueron producto del "Gran Salto". (los experimentos ultra comunistas, preludio de la Revolución Cultural en China)
El Gran Salto comenzó mucho después, y Pekín no tuvo tiempo para violar el acuerdo pactado con Dalai Lama.
En el Tíbet, los lamas tenían otros problemas más serios, eran varios centenares de jóvenes que habían recibido educación en las escuelas y centros de capacitación técnicas chinos.
La rebelión ocurrió cuando la élite tibetana comprendió que esto era el síntoma de un cambio a una forma de vida que no cambió por siglos.
Pekín reprimió la insurrección con métodos extremadamente duros, los instigadores escaparon a India, entre ellos, Dalai Lama.
Todavía es complicado establecer si Dalai Lama emigró por su propia iniciativa o fue evacuado por gobiernos "benefactores", como también es difícil establecer hasta qué punto pudo estar implicado en la violencia que estalló durante la rebelión.
La historia de los emigrantes del Tíbet es triste. Esa gente afirma que cuentan con caminos secretos que llegan a la patria para recibir información de sus simpatizantes, pero la mayor parte de esos tibetanos en el exilio, inmersos en la forma de vida occidental, no saben cuál era el Tíbet que había antes y mucho menos cuál es el rostro del Tíbet de hoy.
La gran mentira sobre el Tíbet, al alcance en cualquier parte del mundo por la prensa, los clubes de amistad y fondos de solidaridad rompe todos los récords de desinformación, comparable tal vez con la campaña de desinformación sobre Kosovo o la situación en Timor.
Otro mito es que Dalai Lama sea el líder espiritual de los budistas del mundo. Dalai Lama no representa el budismo chino, ni el de sudeste asiático y el budismo zen en Japón.
En realidad los budistas del Tíbet son el 2% de los budistas del mundo.
Además, en el Tíbet existen cuatro escuelas budistas independientes, y Dalai Lama pertenece a una de ellas, la gelugpa que se distinguen por sus vistosos bonetes amarillos.
En realidad, Dalai Lama es un líder religioso con pocos discípulos religiosos, una cantidad enorme de adeptos políticos y un número todavía mayor de simpatizantes engañados por una acertada estrategia informativa.
Repetir la tesis sobre la opresión del Tíbet y la destrucción cultural de este pueblo es tan absurdo como afirmar que hasta 1949 Tíbet era un país independiente.
Aunque, después del rebelión de 1959, sí hubo cambio en el Tíbet, se abolió la servidumbre y la esclavitud, se expropio la tierra a los monasterios y se repartió a los campesinos para que la trabajaran sin pagar impuestos durante veinte años.
Pekín ha invertido en Tíbet dinero en carreteras, salud y educación. No ha impuesto ninguna asimilación porque todavía los chinos representan menos del 5% de la población que asciende a 3,5 millones de habitantes.
Una población que en cincuenta años se triplicó, más que todo porque aumentó el doble la esperanza de vida, ya que en 1959 el promedio de vida en el Tíbet apenas rozaba los 30 años.
Sin lugar a dudas el Tíbet de hoy no es el mismo al que había hace cincuenta años.
¿Será indispensable lamentarlo como aconsejan muchos?
¿O podemos ser optimistas en el futuro del pueblo tibetano, con o sin budismo?
Dmitri Kósirev
RIA Novosti: LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
NOTA: RedWonder tampoco coincide obligatoriamente con la opinion del autor, pero la respeta.
El Dalai Lama demandó, en su "plan de paz de cinco puntos" en 1987 y en las "nuevas sugerencias de siete puntos" en 1988, que las tropas chinas e instalaciones militares fueran retiradas del Tíbet. Además demandó que la gente del grupo étnico Han dejara de asentarse en el Tíbet, y que los que ya vivían ahí salieran.
En su "plan de paz de cinco puntos" presentado ante los miembros del Congreso de EEUU, el Dalai Lama demandó una "transformación de todo el Tíbet en una zona de paz", y dijo "el establecimiento de una zona de paz en el Tíbet necesitará el retiro de las tropas chinas y de las instalaciones militares... solamente un retiro de tropas chinas podría dar inicio a un verdadero proceso de reconciliación".
Indicó que "para que los tibetanos sobrevivan como pueblo, es imperativo que se detenga la transferencia de población y que los colonos chinos regresen a China", ahí, al decir "chinos" quiso decir "la gente del grupo étnico Han".
Similares demandas fueron mencionadas de nuevo en las "nuevas sugerencias de siete puntos" del Dalai Lama en 1988, cuando trató infructuosamente de hablar en el Parlamento Europeo en Estrasburgo, y solamente habló en el vestíbulo del parlamento.
"El retiro de tropas y de la gente del grupo étnico Han son las doctrinas políticas y los contenidos básicos del "camino intermedio" del Dalai Lama, menciona el comentario.
"Algunos podrían decir que el Dalai Lama quizás ya ha abandonado tales opiniones irracionales y ofensivas después de todos estos años, pero la gente con ese tipo de deseos se sentirá verdaderamente decepcionada, afirma.
El articulista declara que el Dalai Lama y sus seguidores nunca han abandonado sus reclamos, los cuales en realidad piden la "independencia del Tíbet".
La propaganda sobre el material "camino intermedio" difundida en el 2005 por el "gobierno tibetano en el exilio" señala que las propuestas de Estrasburgo fueron presentadas por el Dalai Lama y determinadas de manera democrática por lo que no deben ser alteradas.
Samdhong, el "primer ministro" del "gobierno tibetano en el exilio", dijo a los tibetanos que fueron a la India desde China para asistir a rituales budistas en el 2005, que todo el trabajo debe hacerse con base en los cinco puntos de 1987 y en las propuestas de Estrasburgo de 1988 del Dalai Lama, las cuales son sus guías políticas.
Samdhong también reiteró sus demandas de que las tropas no pueden estar estacionadas en el Tíbet, durante una entrevista en octubre del año pasado, recuerda el comentario.
"La negación de parte del Dalai Lama de los reclamos que ha hecho nos demuestra que en realidad siempre ha mentido a lo largo de los años", señala. Como ejemplo, describió los disturbios en Lhasa, la capital regional autónoma del Tíbet del 14 de marzo del año pasado, como "una petición pacífica".
Este sábado se conmemora un año de los violentos disturbios, que provocaron la muerte de por lo menos 18 civiles y de un policía. También dejaron 382 civilianes y 241 oficiales de policía lesionados, además de provocar saqueos de negocios e incendios de residencias, tiendas y vehículos.
"Pero eventualmente, las mentiras quedarán en evidencia, la verdad surgirá y la justicia prevalecerá", concluye el artículo.
(Xinhua)
Sin embargo, el Dalai Lama ha reiterado recientemente que el "memorándum" coincide con la Constitución y las leyes relacionadas con la autonomía, de acuerdo con Lin, quien añadió que expresiones como "autonomía de alto nivel", "autonomía real", y "significativa autonomía", todos con un significado similar, fueron utilizadas por el monje.
No obstante, el Dalai Lama siempre ha dicho que no respalda la "independencia del Tíbet", según el comentario.
El rotativo señaló que el monje aclaró en el "plan de paz de cinco puntos", en 1987, las " nuevas sugerencias de siete puntos", en 1988, y el "memorándum", el año pasado, que la autonomía "de alto nivel" ha de ser alcanzada a través del concepto "un país, dos sistemas", con el gobierno central encargado de las cuestiones de defensa y diplomáticas del Tíbet, y el gobierno local a cargo de la administración de la educación, la economía, el medio ambiente y los asuntos religiosos.
Lin dijo que el Dalai Lama también propuso establecer órganos ejecutivo, legislativo y judicial separados e independientes en el Tíbet.
"Tal 'país', con poderes ejecutivo, legislativo y judicial separados sería la 'autonomía de alto nivel' ideal del Dalai Lama", sostuvo Lin, y añadió que, "el pretexto de su autonomía es negar la historia y el hecho de que el Tíbet constituye una parte inseparable de China".
"El Dalai Lama aún clama que el territorio de ningún país, incluído China, puede ser exactamente igual a lo largo de toda la historia", dice el texto, de acuerdo con el cual el monje se está preparando para la "independencia del Tíbet" bajo la apariencia de una "autonomía de alto nivel".
El Dalai Lama ha exigido que las tropas e instalaciones militares de China sean retiradas del Tíbet y que el gobierno central permita que el Tíbet establezca "órganos en el exterior" para manejar los contactos del Tíbet con otros países, de acuerdo con el comentario.
Lin dijo que se sobrentiende que las tropas y los órganos diplomáticos son símbolos de un gobierno y de la soberanía nacional.
"El 'Tíbet Mayor' con una 'autonomía de alto nivel' que ha sido soñado por el Dalai Lama es en realidad un Tíbet sin la presencia militar y el control diplomático del gobierno central chino. Entonces, ¿cómo puede China ejercer su 'indiscutible' soberanía sobre el Tíbet?", se pregunta el comentarista.
A lo largo de los últimos meses el Dalai Lama ha venido distribuyendo el "Memorándum" en la arena internacional, presionando al gobierno chino para que tome acciones, de acuerdo con el texto, que añade que los funcionarios chinos ya han respondido al decir que el "Memorándum" sigue pregonando la "independencia del Tíbet", aunque con diferentes expresiones, como "Constitución" y "autonomía regional nacional".
Lin recalcó que China no permitirá un paso atrás hacia "la independencia del Tíbet", ya que esa "ilusa idea" va en contra de la Constitución china y las leyes de autonomía étnica del país, y además atenta contra los intereses de la Nación.
(Xinhua)
El XIV Dalai Lama habló sobre un "levantamiento pacífico" en 1959 nuevamente en un discurso pronunciado el 31 de marzo, pero bastantes testimonios de testigos, documentos escritos y en video han demostrado la "naturaleza violenta" de la rebelión, dice el autor del artículo.
El Dalai Lama no negó la violencia en la rebelión de 1959 en sus memorias y discursos entre las décadas de los 50 y de los 70 del siglo pasado. Fue hasta la década de los 80, especialmente después de que se le otorgara el Premio Nobel de la Paz, que empezó a negar la violencia en los movimientos de "independencia del Tíbet", dice el artículo.
Esto se debió a que "él sabía que su capital político y sus principios de no violencia perderían su base si era involucrado en cualquier tipo de violencia", agrega el artículo.
"Fue correcto que él se mantuviera al margen de la violencia, pero encubrir la violencia que ya ocurrió no ayudará y sólo se convertirá en una prueba de hipocresía".
El articulista señala que el Dalai Lama se crontradijo a sí mismo cuando habló de víctimas entre los tibetanos en la rebelión de 1959.
En el discurso del 31 de marzo, él dijo que "más de 20.000 personas inocentes" murieron "en sólo dos días" durante la rebelión. Sin embargo, apenas medio mes antes, en su discurso del 10 de marzo dijo que "hasta 10.000" personas murieron en "los siguientes meses".
Sin embargo, agrega el artículo, durante los discursos previos del Dalai Lama desde 1960 y hasta el 10 de marzo, las víctimas siempre habían sido calculadas en "varios miles".
Lo que es más escandaloso es la mentira de que "87.000 tibetanos" murieron "de marzo de 1959 a septiembre de 1960 en Lhasa", como dijo a un reportero polaco el 4 de abril de 2007.
El artículo dice que el Dalai Lama atribuyó esa cifra a un "oficial chino", pero no identificó al supuesto oficial. Además, la cifra es irracionalmente alta porque la población de Lhasa era de sólo 37.000 en la década de los 50, de acuerdo con el propio sitio de internet oficial del grupo del Dalai Lama. Incluso si se agregaran los cerca de 10.000 miembros del ejército tibetano y las fuerzas rebeldes, la cifra combinada seguiría estando muy por debajo de los "87.000 muertos", como afirmó.
El autor del artículo también está en descuerdo con el Dalai Lama sobre dos convenciones firmadas entre el gobierno tibetano local y la India británica, la "Convención de Lhasa" y la "Convención Simla".
En su discurso del 31 de marzo, el Dalai Lama puso a las dos convenciones como ejemplos de las estrechas conexiones políticas entre el Tíbet y la India.
Pero los tratados son evidencias de los intentos británicos de agredir al Tíbet que era parte de China, dice el artículo.
La "Convención de Lhasa" fue alcanzada después de que un ejército comandado por británicos invadiera el Tíbet a fines de 1903, ocupara Lhasa en agosto de 1904 y obligara al XIII Dalai Lama a huir.
Representantes tibetanos fueron obligados a firmar el tratado, pero el entonces ministro permanente en el Tíbet, nombrado por el gobierno central en Beijing para supervisar los asuntos tibetanos, se rehusó a firmarlo, dejándolo sin efecto.
Una situación similar ocurrió en la reunión en Simla (ahora Shimla) en la India bajo el régimen colonialista británico entre 1913 y 1914.
En la reunión, funcionarios británicos alcanzaron un acuerdo con representantes del gobierno local tibetano: la parte británica obligaría al gobierno central de China a aceptar la "independencia" del Tíbet y a entregar cerca de un millón de kilómetros cuadrados de tierra de provincias vecinas del Tíbet. A cambio, el Tíbet cedería 90.000 kilómetros cuadrados de terrenos fronterizos a la India británica, basada en la Línea McMahon que fue trazada por la parte británica en la reunión.
El acuerdo fracasó porque el representante del gobierno central se rehusó a firmarlo en la reunión.
En varias ocasiones recientemente, el XIV Dalai Lama dijo abiertamente que la Línea McMahon es legal, dice el artículo, y agrega que estas acciones pueden ser consideradas intentos por buscar legitimidad para su argumento de que el Tíbet era un país soberano cuando se sostuvo la reunión Simla.
"Durante las conversaciones con el gobierno central, los representantes privados (del Dalai) pidieron que se archivara la cuestión de si el Tíbet era o no parte de China en la historia. Creo que existe un truco aquí", dice el articulista. "Si el gobierno central aceptara esa condición, eso significaría que el Tíbet firmó la 'Convención Simla' como un país soberano y que la Línea McMahon es legal. Es por eso que nunca debemos comprometernos sobre esta cuestión en ningún momento y en ninguna ocasión".
(Xinhua)
El artículo revela que antes de 1959, en el Tíbet se aplicó la servidumbre feudal caracterizada por la unión del Estado y la religión. Todos los archivos y objetos históricos y el análisis de los académicos responsables revelan lo atrasado y lo oscuro del Tíbet viejo. Afirma además que el propio Dalai Lama es representante del sistema de servidumbre en el que se fusionan Estado y religión y, al mismo tiempo, el mayor dueño de siervos del Tíbet. Indica que la reforma democrática del Tíbet ha permitido la liberación de más de un millón de siervos tibetanos y resalta que este hecho constituye una nueva página en la historia de la abolición de la esclavitud y la historia de los derechos humanos a nivel mundial.
(CRI)
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