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Industria carnica desata una nueva plaga |
Influenza porcina: un sistema alimentario que mata
México se encuentra sumido en una repetición infernal de la emergencia de la gripe (o influenza) aviar en Asia, aunque con un mayor grado de mortalidad. Una vez más, la respuesta oficial de las autoridades llega demasiado tarde y plagada de falsedades. Y otra vez más, la industria mundial de la carne es el centro de la situación y fabrica todo tipo de desmentidos a medida que se acumula evidencia sobre su papel en la crisis. Sólo cinco años después del inicio de la crisis de gripe aviar causada por el virus H5N1 y luego de otros tantos años de una estrategia mundial contra las pandemias de influenza coordinada por la organización Mundial de la salud (OMS) y la Organización Mundial de la Sanidad Animal (OIE), el mundo está atónito con el desastre provocado por la gripe porcina. La estrategia global ha fracasado y debemos reemplazarla con un sistema público de salud en el que la población pueda confiar.
Lo que sabemos de la situación en México es que oficialmente han muerto más de 150 personas debido a una nueva variante de gripe porcina que, en realidad, es un cóctel genético de los virus de las cepas de influenza porcina, aviar y humana. El nuevo virus ha evolucionado hasta convertirse en una forma que se transmite fácilmente de persona a persona y es capaz de matar gente que hasta el momento era perfectamente saludable. No sabemos con exactitud dónde se produjo la evolución y recombinación genéticas, pero el sitio obvio para buscar su origen está en los criaderos industriales de México y Estados Unidos.[1]
Los expertos han alertado por años que el aumento de criaderos industriales en gran escala en América del Norte ha creado las condiciones perfectas para el surgimiento y dispersión de nuevas formas de influenza altamente virulentas. “Debido a que los sistemas de alimentación tienden a concentrar grandes cantidades de animales en muy poco espacio, facilitan la rápida transmisión y mezcla de los virus”, dijeron investigadores del Instituto Nacional de Salud (NIH) de Estados Unidos en 2006.[2]
Tres años antes, la revista Science advirtió que la gripe porcina evolucionaba una vez más en fase rápida por el aumento en el tamaño de los criaderos industriales y al uso generalizado de vacunas en estos establecimientos.[3]
Se repite la historia de la gripe aviar. Las condiciones insalubres y de hacinamiento de los criaderos hacen posible que con mucha facilidad el virus se recombine y desarrolle nuevas formas. Una vez que esto ocurre, el carácter centralizado de la industria garantiza que la enfermedad se disemine a lo largo y ancho, ya sea por las heces fecales, el alimento, el agua, o incluso las botas de los trabajadores.[4]
Sin embargo, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos “no existe un sistema nacional de monitoreo que determine cuáles son los virus que prevalecen en la población porcina de Estados Unidos”.[5]
La situación es la misma en México.
Las comunidades en el epicentro
Algo que sí sabemos acerca del brote de gripe o influenza porcina en México es que la comunidad de La Gloria en el estado de Veracruz estuvo intentando que las autoridades respondieran a un brote virulento de una extraña enfermedad respiratoria que los afectó en los últimos meses. Los habitantes de La Gloria tienen la certeza que la enfermedad está relacionada con la contaminación provocada por el gran criadero de cerdos recientemente instalado por Granjas Carroll, una subsidiaria de la empresa estadounidense Smithfield Foods, el mayor productor de cerdos del mundo.
Después de innumerables esfuerzos de la comunidad por lograr la ayuda de las autoridades —esfuerzos que fueron respondidos con el arresto de varios líderes comunitarios y con amenazas de muerte contra quienes hablaran contra las instalaciones de la empresa Smithfield— a fines de 2008 algunos funcionarios locales de salud decidieron investigar. Las pruebas revelaron que más del 60% de la población de 3 mil personas estaban infectadas con una enfermedad respiratoria, pero las autoridades no confirmaron de qué enfermedad se trataba. Smithfield negó cualquier conexión de la afección con sus instalaciones. Apenas el 27 de abril de 2009, días después que el gobierno federal mexicano anunciara oficialmente la epidemia de influenza porcina, la prensa reveló que el primer caso diagnosticado en el país fue el de un niño de 4 años de la comunidad de La Gloria, el 2 de abril de 2009. El secretario de Salud de México dice que la muestra que le tomaron al niño fue la única de esa comunidad que las autoridades conservaron. Ello a pesar que una firma privada de evaluación de riesgos estadounidense, Veratect, había notificado a funcionarios de la OMS en la región de los brotes de la potente enfermedad respiratoria en La Gloria desde principios de abril de 2009.[6]
Cuando a la muestra obtenida del niño se le hicieron pruebas de laboratorio, se confirmó que era influenza porcina.[7]
El 4 de abril de 2009, el periódico mexicano La Jornada publicó un artículo sobre la lucha de la comunidad La Gloria con la foto de un niño en una manifestación sosteniendo una pancarta con un dibujo de un cerdo y la leyenda: “Peligro, Granjas Carrolls”.[8]
Sobre las pandemias de gripe en general, sabemos que la proximidad de criaderos industriales de cerdos y pollos aumenta los riesgos de recombinación viral y el surgimiento de nuevas cepas virulentas de gripe. Se sabe, por ejemplo, que los cerdos criados cerca de las granjas industriales de pollos en Indonesia tienen altos niveles de infección del virus H5N1, la variante mortal de la gripe aviar.[9]
Los científicos del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos han advertido que “el número cada vez mayor de criaderos de cerdos en las cercanías de criaderos de aves podría promover aún más la evolución de la próxima pandemia”.[10]
Aunque no se ha informado mayormente al respecto, en la región aledaña a la comunidad de La Gloria hay también muchos otros grandes criaderos de pollos. En septiembre de 2008, hubo un brote de gripe aviar en la región. En ese momento, las autoridades veterinarias le aseguraron al público que sólo era un brote local de un tipo de virus poco patógeno que afectaba a las aves de corral. Pero ahora sabemos, gracias a la información que brindó el presidente de la Comisión Ambiental del Estado de Veracruz, Marco Antonio Núñez López, que también hubo un brote de gripe aviar en un criadero industrial ubicado a unos 50 kilómetros de La Gloria, propiedad del mayor productor de aves de México, Granjas Bachoco, brote que no fue dado a conocer por temor a lo que podría implicar para las exportaciones mexicanas.[11]
No hay que olvidar que un componente común en el alimento industrial de cerdos es la gallinaza, una mezcla de todo lo que se acumula en el piso de los gallineros industriales: heces fecales, plumas y cama animal.
¿Podría haber una situación más ideal para el surgimiento de una pandemia de influenza que un área rural pobre, llena de criaderos industriales propiedad de empresas transnacionales a los que les importa un bledo el bienestar de la población local? Los residentes de La Gloria han intentado resistirse por años al criadero de Smithfield. Y durante meses intentaron que las autoridades hicieran algo en relación a la extraña enfermedad que los afecta. Siguen ignorados. Sus voces no lograron hacer llegar ni una sola señal al radar del sistema mundial de detección de enfermedades emergentes de la Organización Mundial de la Salud. Los brotes de gripe aviar en Veracruz tampoco detonaron una respuesta de la Organización Mundial de Sanidad Animal. Las noticias surgieron solamente de fuentes privadas.[12]
Y a esto se le llama monitoreo mundial.
Mañas empresariales
No es la primera ni la última vez que los criaderos industriales ocultan brotes de enfermedades y ponen en peligro la vida de la gente. Es la naturaleza de su negocio. Hace unos dos años en Rumania, Smithfield se negó a que las autoridades locales entraran a sus criaderos de cerdos luego que la población local se quejó de la fetidez proveniente de cientos de cadáveres de puercos que durante días dejaron pudrir en los criaderos. “Nuestros doctores no pudieron acceder a las instalaciones de la empresa estadounidense para efectuar inspecciones de rutina”, dijo Csaba Daroczi, director adjunto de la Autoridad de Higiene y Veterinaria de Timisoara. “Cada vez que lo intentaban, los guardias los alejaban. Smithfield propuso que firmáramos un acuerdo que nos obligaría a avisarles de cualquier inspección con tres días de anticipación”.[13]
Más tarde se supo que Smithfield había estado ocultando un brote de grandes proporciones de fiebre porcina clásica en sus criaderos en Rumania.[14]
En Indonesia, donde la gente aún muere de gripe aviar y donde muchos especialistas creen que va a surgir el virus de la próxima pandemia, las autoridades aún no pueden entrar en algunos grandes criaderos industriales sin el permiso de las empresas.[15]
En México, las autoridades rechazaron los llamados a investigar Granjas Carroll y acusaron a los residentes de La Gloria de diseminar la infección por “usar remedios caseros en vez de ir a los centros de salud para curarse de la gripe”.[16]
Los criaderos industriales son bombas de tiempo que pueden detonar epidemias mundiales. Sin embargo, aún no hay programas para enfrentarlos, ni siquiera programas independientes de monitoreo de posibles enfermedades. A nadie en las alturas parece importarle, y probablemente no es una coincidencia que estos criaderos tiendan a instalarse en las comunidades más pobres, las que sufren mucho por intentar que se sepa la verdad. Peor aún, es ya una proporción tan grande de nuestra alimentación la que proviene de este sistema, que la principal tarea de los sistemas gubernamentales de seguridad alimentaria parece ser la de aplacar los temores y mantener a la gente comiendo. Smithfield tiene problemas financieros y apenas la semana pasada negociaba su venta con COFCO, la mayor agroindustria china.[17]
Mientras tanto, la industria farmacéutica está lucrando en grande con la crisis. Por la emergencia, el gobierno de Estados Unidos abrió un hueco en su sistema de autorización para permitir que antivirales como Tamiflu y Relaxin sean utilizados más ampliamente en quienes sufran de gripe que lo autorizado hasta ahora. Esto es una excelente noticia para Roche, Gilead y Glaxo SmithKline, quienes tienen el monopolio de estos fármacos. Lo más importante, es que las acciones cambiarias de varios otros productores de vacunas más pequeños subieron de precio en forma dramática.[18]
Novarax está intentando convencer a los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y al gobierno mexicano que pueden fabricar una vacuna contra la influenza porcina en no más de 12 semanas si se relajan las reglamentaciones para efectuar pruebas.
Un cambio radical
Es claro que el sistema global para lidiar con los problemas de salud provocados por la industria alimentaria transnacional está totalmente de cabeza. Su sistema de monitoreo es un fiasco, los servicios de salud pública y de atención veterinaria situados en el frente de batalla están en ruinas, la autoridad para impartirlos se puso en manos de la iniciativa privada, y sus intereses obedecen a la lógica del status quo. Entretanto, a la gente se le dice que se mantenga en casa y que cruce los dedos para que funcione el Tamiflu o para que surja una nueva vacuna a la pueden o no tener acceso. Ésta no es ya una situación tolerable; se requieren acciones que nos lleven a un cambio radical, ahora mismo.
En el caso específico de la influenza porcina en México, el cambio podría comenzar si se impulsa una meticulosa investigación independiente sobre los criaderos industriales de puercos y pollos en Veracruz, por todo el país y en Estados Unidos. Es necesario que el pueblo de México conozca la fuente del problema, de tal modo que pueda tomar las medidas adecuadas para cortar la epidemia desde sus mismas raíces y se asegure de que no vuelva a ocurrir.
En el nivel internacional, es importante frenar y comenzar a revertir la expansión de los criaderos industriales. Son éstos los caldos de cultivo de la pandemia y lo seguirán siendo mientras existan. Es inútil hacer un llamado a que haya un viraje total en la estrategia global conducida por la OMS, puesto que la experiencia con la gripe aviar demuestra que ni la OMS ni la Organización Mundial de Sanidad Animal, ni la mayoría de los gobiernos van a asumir una línea dura contra los criaderos industriales. De nuevo, es la gente la que tiene que tomar la delantera y protegerse a sí misma. Por todo el mundo, hay miles de comunidades que luchan contra las granjas fabriles. Estas comunidades están al frente de la lucha por la prevención pandémica. Es necesario que las resistencias locales contra los criaderos industriales se conviertan en un movimiento mundial para abolirlos.
Pero el desastre de la influenza porcina en México tiene que ver también con un problema de salud pública mucho más grande. Las amenazas a la salud del consumidor que son inherentes al sistema alimentario industrial, se combinan con una tendencia global a privatizar por completo el sistema de atención a la salud, lo que ha destruido la capacidad de los sistemas públicos de responder a las crisis. Se combinan también con las políticas que promueven la migración a las mega-ciudades donde las políticas de salubridad y de salud pública son patéticas e inadecuadas. (El brote de influenza porcina golpeó la ciudad de México, una metrópolis de más de 20 millones de habitantes, justo cuando el gobierno realizó cortes de agua en muchos barrios de la ciudad, lo que afecta, sobre todo, a las zonas más pobres.) El hecho de que la detección de los brotes de la enfermedad tengan que venir de las firmas privadas de consultoría, que los gobiernos y las agencias de Naciones Unidas se queden callados sin hacer nada ante tal información y el hecho de que tengamos que depender de un puñado de farmacéuticas para producir remedios no totalmente probados pero sí patentados a fondo, nos dice que las cosas fueron ya muy lejos. Requerimos sistemas de salud pública y de alimentación que de veras tengan un programa que no sólo responda a los intereses de la gente. Necesitamos sistemas que rindan cuentas.
Para ir más allá
Silvia Ribeiro, “Epidemia de lucro”, La Jornada, 28 de abril de 2009: (mas...)
Edward Hammond, “Indonesia fights to change who rules on flu vaccines”, Seedling, abril de 2009: (mas...)
Mike Davis, “The swine flu crisis lays bare the meat industry's monstrous power”, The Guardian, 27 de abril de 2009: (mas...)
R G Wallace, “The Agro-Industrial Roots of Swine Flu H1N1”, 26 de abril de 2009
(mas...)
Ver la página de recursos de GRAIN sobre la gripe aviardonde se encuentran los siguientes artículos (mas...)
GRAIN, “Bird flu in eastern India: another senseless slaughter”, Against the grain, febrero 2008, (mas...)
GRAIN, “Germ warfare-Livestock disease, public health and the military–industrial complex”, Seedling, enero de 2008, (mas...)
GRAIN, “Viral times-The politics of emerging global animal diseases”, Seedling, enero de 2008, (mas...)
GRAIN, “La gripe aviar: una bonanza para el 'gran negocio del pollo'”, A contrapelo , marzo de 2007, (mas...) (también disponible en Bahasa, Indonesia)
GRAIN, “Gripe aviar: imponiendo las políticas globalmente”, A contrapelo , abril de 2006, (mas...)
GRAIN, “Jugando al gallito ciego: el papel central de la industria avícola en la crisis de la gripe aviar”, Documentos de análisis , febrero de 2006, (mas...)
Referencias
(1) La industria porcina en México, al igual que sus contrapartes en Estados Unidos, no desean que a la enfermedad se le llame “gripe porcina”, aduciendo que no la transmiten los cerdos, sino que se transmite directamente entre las personas. Su preocupación, por supuesto, es el mercado de la carne de cerdo, que rápidamente ha colapsado producto del estigma. Algunas autoridades mexicanas, como el gobernador de Veracruz, están diciendo que la enfermedad viene de China, aunque no hay ninguna evidencia al respecto.
(2) Mary J. Gilchrist, Christina Greko, David B. Wallinga, George W. Beran, David G. Riley and Peter S. Thorne, “The Potential Role of CAFOs in Infectious Disease Epidemics and Antibiotic Resistance", Journal of Environmental Health Perspectives, 14 de noviembre de 2006.
(3) Bernice Wuethrich, “Chasing the Fickle Swine Flu”, Science, vol. 299, 2003
(4) Iniciativa de políticas pecuarias en favor de los pobres. La producción pecuaria industrial y sus riesgos para la salud mundial. FAO, 2007. (mas...)
(5) CDC, 21 de abril, 2009 / 58 (Dispatch);1-3: (mas...)
(6) Dudley Althaus, “World’s queries have no answers”, Houston Chronicle, 27 de abril de 2009.
(7) Andrés T. Morales, “Cerco sanitario en Perote, tras muerte en marzo de bebé por gripe porcina”, La Jornada, 28 de abril de 2009: (mas...); Tracy Wilkinson y Cecilia Sánchez, “Mexico tries to focus on source of infection”, Los Angeles Times, 28 de abril de 2009.
(8) Andrés Timoteo, “Alerta epidemiológica en Perote por brote de males respiratorios”, La Jornada, 4 de abril de 2009.
(9) David Cyranoski, “Bird flu spreads among Java's pigs”, Nature 435, 26 mayo de 2005.
(10) Mary J. Gilchrist, Christina Greko, David B. Wallinga, George W. Beran, David G. Riley and Peter S. Thorne, “The Potential Role of CAFOs in Infectious Disease Epidemics and Antibiotic Resistance”, Journal of Environmental Health Perspectives, 14 de noviembre de 2006.
(11) Piden cerco sanitario ante epidemia, SPI/ElGolfo.Info, 24 de abril de 2009: (mas...)
(12) Tom Philpott difundió primero la posible conexión entre el brote de la influenza porcina y las instalaciones de en Veracruz desde su blog con sede en Estados Unidos, el 25 de abril de 2009: (mas...)
(13) Mirel Bran: “Swine Plague: Romania Criticizes American Group’s Attitude”, Le Monde, 15 de agosto de 2007, traducido por Leslie Thatcher (Truthout).
(14) GRAIN, “Viral times —The politics of emerging global animal diseases”, Seedling, enero de 2008
(15) Ver Recuadro 2. “Bird flu in Indonesia and Vietnam” (GRAIN) en Edward Hammond, “Indonesia fights to change WHO rules on flu vaccines”, Seedling, abril de 2009: (mas...)
(16) “Afectados por extraña enfermedad, 60% de pobladores de La Gloria”, La Jornada 27 de abril de 2009: (mas...)
(17) “Is Smithfield on the market?”, Farming UK, 26 de abril del 2009.
(18) “Smaller drug firms gaining from swine flu”, Reuters, 27 de abril de 2009: (mas...)
(mas...)

Robándole protagonismo a nuestro último asesino oficial, el virus H5N1, este virus porcino representa una amenaza de ignota magnitud. Parece menos letal que el SARS [Síndrome Respiratorio Agudo, por sus siglas en inglés] en 2003, pero, como gripe, podría resultar más duradera que el SARS. Dado que las domesticadas gripes estacionales de tipo A matan nada menos que a un millón de personas al año, incluso un modesto incremento de virulencia, especialmente si va combinada con una elevada incidencia, podría producir una carnicería equivalente a una guerra importante.
Ello es que una de sus primeras víctimas ha sido la consoladora fe, inveteradamente predicada por la Organización Mundial de Salud (OMS), en la posibilidad de contener las pandemias con respuestas inmediatas de las burocracias sanitarias e independientemente de la calidad de la sanidad pública local. Desde las primeras muertes por H5N1 en 1997, en Hong Kong, la OMS, con el apoyo de la mayoría de administraciones nacionales de sanidad, ha promovido una estrategia centrada en la identificación y el aislamiento de una cepa pandémica en su radio local de brote, seguidos de una masiva administración de antivirales y –si disponibles— vacunas a la población.
Una legión de escépticos ha criticado ese enfoque de contrainsurgencia viral, señalando que los microbios pueden ahora volar alrededor del mundo –casi literalmente en el caso de la gripe aviar— mucho más rápidamente de lo que la OMS o los funcionarios locales puedan llegar a reaccionar al brote original. Esos expertos han observado también el carácter primitivo, y a menudo inexistente, de la vigilancia de la interfaz entre las enfermedades humanas y las animales. Pero el mito de una intervención audaz, preventiva (y barata) contra la gripe aviar ha resultado valiosísimo para la causa de los países ricos que, como los EEUU y el Reino Unido, prefieren invertir en sus propias líneas Maginot biológicas, antes que incrementar drásticamente la ayuda a los frentes epidémicos avanzados de ultramar. Tampoco ha tenido precio este mito para las grandes transnacionales farmacéuticas, enfrentadas en una guerra sin cuartel con las exigencias de los países en vía de desarrollo empeñados en exigir la producción pública de antivíricos genéricos clave como el Tamiflu patentado por Roche.
La versión de la OMS y de los centros de control de enfermedades, de acuerdo con a cual ya se está preparado para una pandemia, sin mayor necesidad de nuevas inversiones masivas en vigilancia, infraestructura científica y regulatoria, salud pública básica y acceso global a fármacos vitales, será ahora decisivamente puesta a prueba por la gripe porcina, y tal vez averigüemos que pertenece a la misma categoría de gestión “ponzificada” del riesgo que los títulos y obligaciones de Madoff. No es tan difícil que falle el sistema de alertas, habida cuenta de que, sencillamente, no existe. Ni siquiera en la América del Norte y en la Unión Europea.
Tal vez no sea sorprendente que México carezca tanto de capacidad como de voluntad política para gestionar enfermedades avícolas y ganaderas, pero ocurre que la situación apenas es mejor al norte de la frontera, en donde la vigilancia se deshace en un desdichado mosaico de jurisdicciones estatales y las grandes empresas pecuarias se enfrentan a las regulaciones sanitarias con el mismo desprecio con que suelen tratar a los trabajadores y a los animales. Análogamente, una década entera de advertencias de los científicos fracasó en punto a garantizar transferencias de sofisticada tecnología viral experimental a los países situados en las rutas pandémicas más probables. México cuenta con expertos sanitarios de reputación mundial, pero tiene que enviar las muestras a un laboratorio de Winnipeg para descifrar el genoma de la cepa. Así se ha perdido toda una semana.
Pero nadie menos alerta que las autoridades de control de enfermedades en Atlanta. De acuerdo con el Washington Post, el CDC [siglas en inglés del Centro de Control de Enfermedades, radicado en Atlanta; T.] no se percató del brote hasta seis días después de que México hubiera empezado a imponer medidas de urgencia. No hay excusa que valga. Lo paradójico de esta gripe porcina es que, aun si totalmente inesperada, había sido ya pronosticada con gran precisión. Hace seis años, la revista Science consagró un artículo importante a poner en evidencia que, “tras años de estabilidad, el virus de la gripe porcina de la América del Norte ha dado un salto evolutivo vertiginoso”.
Desde su identificación durante la Gran Depresión, el virus H1N1 de la gripe porcina sólo había experimentado una ligera deriva desde su genoma original. Luego, en 1998, una cepa muy patógena comenzó a diezmar puercas en una granja de Carolina del Norte, y empezaron a surgir nuevas y más virulentas versiones año tras año, incluida una variante del H1N1 que contenía los genes internos del H3N2 (causante de la otra gripe de tipo A que se contagia entre humanos).
Los investigadores entrevistados por Science se mostraban preocupados por la posibilidad de que uno de esos híbridos pudiera llegar a convertirse en un virus de gripe humana –se cree que las pandemias de 1957 y de 1968 fueron causadas por una mezcla de genes aviares y humanos fraguada en el interior de organismos porcinos—, y urgían a la creación de un sistema oficial de vigilancia para la gripe porcina: admonición, huelga decirlo, a la que prestó oídos sordos un Washington dispuesto entonces a tirar miles de millones de dólares por el sumidero de las fantasías bioterroristas.
¿Qué provocó tal aceleración en la evolución de la gripe porcina? Hace mucho que los virólogos están convencidos de que el sistema de agricultura intensiva de la China meridional es el principal vector de la mutación gripal: tanto de la “deriva” estacional como del episódico “intercambio” genómico. Pero la industrialización granempresarial de la producción pecuaria ha roto el monopolio natural de China en la evolución de la gripe. El sector pecuario se ha visto transformado en estas últimas décadas en algo que se parece más a la industria petroquímica que a la feliz granja familiar que pintan los libros de texto en la escuela.
En 1965, por ejemplo, había en los EEUU 53 millones de cerdos repartidos entre más de un millón de granjas; hoy, 65 millones de cerdos se concentran en 65.000 instalaciones. Eso ha significado pasar de las anticuadas pocilgas a ciclópeos infiernos fecales en los que, entre estiércol y bajo un calor sofocante, prestos a intercambiar agentes patógenos a la velocidad del rayo, se hacinan decenas de millares de animales con más que debilitados sistemas inmunitarios.
El año pasado, una comisión convocada por el Pew Research Center publicó un informe sobre la “producción animal en granjas industriales”, en donde se destacaba el agudo peligro de que “la continua circulación de virus (…) característica de enormes piaras, rebaños o hatos incremente las oportunidades de aparición de nuevos virus por episodios de mutación o de recombinación que podrían generar virus más eficientes en la transmisión entre humanos”. La comisión alertó también de que el promiscuo uso de antibióticos en las factorías porcinas –más barato que en ambientes humanos— estaba propiciando el auge de infecciones estafílocóquicas resistentes, mientras que los vertidos residuales generaban brotes de e scherichia coli y de pfiesteria (el protozoo que mató a mil millones de peces en los estuarios de Carolina y contagió a docenas de pescadores).
Cualquier mejora en la ecología de este nuevo agente patógeno tendría que enfrentarse con el monstruoso poder de los grandes conglomerados empresariales avícolas y ganaderos, como Smithfield Farms (porcino y vacuno) y Tyson (pollos). La comisión habló de una obstrucción sistemática de sus investigaciones por parte de las grandes empresas, incluidas unas nada recatadas amenazas de suprimir la financiación de los investigadores que cooperaran con la comisión.
Se trata de una industria muy globalizada y con influencias políticas. Así como el gigante avícola Charoen Pokphand, radicado en Bangkok, fue capaz de desbaratar las investigaciones sobre su papel en la propagación de la gripe aviar en el sureste asiático, es lo más probable que la epidemiología forense del brote de gripe porcina se dé de bruces contra la pétrea muralla de la industria del cerdo.
Eso no quiere decir que no vaya a encontrarse nunca una acusadora pistola humeante: ya corre el rumor en la prensa mexicana de un epicentro de la gripe situado en torno a una gigantesca filial de Smithfield en el estado de Veracruz. Pero lo más importante –sobre todo por la persistente amenaza del virus H5N1— es el bosque, no los árboles: la fracasada estrategia antipandémica de la OMS, el progresivo deterioro de la salud pública mundial, la mordaza aplicada por las grandes transnacionales farmacéuticas a medicamentos vitales y la catástrofe planetaria que es una producción pecuaria industrializada y ecológicamente desquiciada.
Traducción para www.sinpermiso.info de Marta Domènech y María Julia Bertomeu.
Mike Davis
The Guardian
José Luis Martínez, un residente de La Gloria, de 34 años, dijo que supo de qué se trataba en cuanto se enteró de la gripe porcina por las noticias y sus síntomas: fiebre, tos, dolor en las articulaciones, jaquecas intensas y, en algunos casos, vómitos y diarrea. "Cuando lo vimos por televisión, nos dijimos: 'Esto es lo que tenemos'", dijo el lunes.
A estas sospechas populares se ha sumado una consultora estadounidense dedicada a biovigilancia, Veratect Corporation, la cual ha identificado el inicio del brote del nuevo virus de influenza en una comunidad de Perote.
Es en Perote, una localidad del estado de Veracruz, donde se encuentra Granjas Carroll, una multinacional que pertenece en un 50% a Smithfield Foods, Inc., con sede en Virginia (USA). No opera dentro de USA porque fue sancionada por la contaminación que provocaron sus criaderos de cerdos. Granjas Carroll de México, S de RL de CV, inició sus operaciones en Perote en 1994 y anualmente produce alrededor de ochocientas mil cabezas, lo que la sitúa como una de las tres principales productoras de cerdo en la República Mexicana.
En un informe de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Cámara de Diputados del Congreso de México se describe una serie de anomalías de la empresa porcina, entre las que destacan las siguientes:
1. Las áreas de eliminación de desechos no están lo bastante alejadas de las fuentes de agua;
2. El agua se extrae indiscriminadamente de los pozos para lavar los residuos;
3. Las lagunas de tratamiento no cuentan adecuadamente con geomembranas, filtros y fosas de tratamiento biológico;
4. El aire de la localidad presenta un aumento de amoniaco y otras sustancias debido a que las lagunas de oxidación están mal gestionadas;
5. Los suelos están totalmente erosionados;
6. Los olores fétidos ponen en entredicho la calidad del aire;
7. El consumo del agua en las granjas supera al de todas las poblaciones de la región.
La situación de contaminación ambiental provocada por las granjas y el consiguiente problema para la salud humana fueros denunciados por un grupo de ecologistas. En enero de 2007, diferentes vecinos de Perote se manifestaron contra la contaminación ocasionada en el Valle de esta localidad por la empresa Granjas Carroll México S.A. El 8 de abril de 2008, miembros de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) detuvieron al campesino Guadalupe Serrano Gaspar en cumplimiento de una orden judicial por el presunto delito de ataques a las vías generales de comunicación durante las manifestaciones contra la contaminación de Granjas Carroll. Después de prestar fianza por importe de 8.500 pesos, pudo recuperar su libertad, pero a un año de su encarcelamiento el proceso penal sigue abierto en el juzgado primero de distrito, con sede en Puebla. Los directivos de esta empresa también han presentado denuncias penales contra los ciudadanos que se han manifestado para defender el medio ambiente, como es el caso de Verónica Hernández Argüello, Bertha Crisóstomo y Margarita Hernández Burgos.
Además, estos cinco ciudadanos están denunciados por un delito de difamación contra la empresa. Margarita Hernández Burgos declaró:
“Protestar porque nos están envenenando es temer siempre que nos vaya a suceder algo; aquí, Granjas Carroll es la que manda, aún sobre las autoridades”.
Uno de los ambientalistas recordó que en 2008, cuando se abrió un nuevo proceso en su contra por difamación ante la agencia del Ministerio Público de Perote, el encargado de la oficina les recomendó:
“No se metan con empresas que manejan dólares, ustedes están muy pobres para poder con ellos”.
Los activistas han denunciado el desastre ecológico causado por las lagunas de oxidación donde se vierten excrementos y residuos químicos a cielo abierto y sin membranas ecológicas que impidan la filtración de líquidos a los mantos freáticos. En esas balsas se reproducen nubes de moscas que facilitan la transmisión de agentes patógenos. Al parecer, esa contaminación habría sido la causante de un brote de infecciones respiratorias ocurrido recientemente en La Gloria, cuando muchos habitantes enfermaron de neumonía. Tan sólo en este poblado de la Gloria, las brigadas de salud atendieron más de 400 consultas por enfermedades respiratorias del 23 al 27 de marzo pasado.
La Secretaría de Salud de Veracruz, que negó anteriormente la existencia de casos de gripe en esa comunidad, reconoció este domingo que, al menos, le constaban dos casos positivos, uno de tipo B, la infección estacional y, el segundo, del niño Édgar Hernández Hernández, afectado con la cepa del virus H1N1 de la gripe porcina.
La empresa ha desmentido que el brote tenga nada que ver con sus instalaciones y ha publicado que no cuenta con registro de brotes de gripe porcina en ninguno de sus 907 trabajadores ni en sus más de 500.000 cerdos en desarrollo en los estados de Veracruz y Puebla.
Con independencia de la directa responsabilidad de la granja denunciada, es evidente que las condiciones insalubres de las explotaciones ganaderas en países en vías de desarrollo han sido en gran medida causantes de las mutaciones de los virus de las gripes aviar y porcina y de su posterior contagio a los humanos. Se ha demostrado que trasladar este tipo de instalaciones contaminantes a un estado con menos exigencias medioambientales no es ninguna solución. Como podemos comprobar, la ecología y la salud humana no conocen fronteras. Permitir condiciones insalubres de trabajo en cualquier parte del globo acaba afectándonos a todos, aún cuando los más damnificados son siempre los más débiles, ya lo sean física o económicamente.
Carlos Martínez
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