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El número de republicanos crece

Por más que algunos –hasta de partidos supuestamente republicanos– intenten satanizarlos y reprimirlos, el número de republicanos crece. Porque, después de más de 30 años de la muerte del dictador, afloran serenos sus argumentos: fundamentalmente, razón, legitimidad histórica y eficacia.

La República es la forma de estado lógica que surge de la razón. Hoy, cuando nadie en su sano juicio se atrevería a defender que hay seres humanos superiores a otros, ¿cómo puede mantenerse la anacrónica institución monárquica amparada en el otorgamiento automático, por herencia, a una familia de nada menos que la jefatura del estado con múltiples privilegios? No tiene sentido que la democracia termine a las puertas de Palacio. El Jefe del Estado también tiene que ser elegido democráticamente. O sea, como Presidente de una República.

La República es lo que se corresponde con la legitimidad histórica española. La Segunda República llegó democráticamente –tras la renuncia o dimisión, ni siquiera abdicación, de Alfonso XIII– y fue eliminada mediante un golpe de estado fascista seguido de una cruel represión. La Monarquía, y el rey actual fueron impuestos por el golpista jefe. Se pretende una cierta legitimación de la monarquía actual en el seno de la Constitución del 78; pero la verdad es que ésta fue fruto de un tiempo de permanente amenaza militar con riesgo de involución (ruido de sables). Hoy puede decirse que los españoles no fueron del todo libres en el 78, pues la opción era: o la democracia que os dejamos con Monarquía o vuelta atrás a la dictadura. La importancia de la forma del Estado merecía y merecen un pronunciamiento específico, esto es, un referéndum. Referéndum con garantías democráticas de igualdad de oportunidades y con una pregunta clara: ¿Monarquía o República?

Curiosamente, todavía hoy muchos partidarios de la Monarquía siguen agitando el miedo como fantasma protector de sus posiciones. Si se cuestiona la Monarquía, amenazan, podrían volver la división de España, la violencia, el odio entre hermanos, la guerra… Por favor, menos paternalismo. Al día de hoy la sociedad española ha alcanzado la suficiente madurez como para soportar un cambio de régimen sin inmutarse. Con todos los matices que se quieran, lo que realmente marca diferencias y distancias entre los españoles, es lo que separa a los que sufren la crisis y no pueden pagar su hipoteca de los que pueden enriquecerse con ella. Tampoco hoy la Monarquía desempeña ningún papel de arbitraje o equilibrio. Por el contrario, algunas actuaciones suponen un auténtico problema, o bochorno. Baste recordar la lamentable actuación del Rey ante el Jefe de Estado de Venezuela –este sí elegido democráticamente– o las recientes declaraciones públicas de la Reina cuestionando algunos avances legales recientes, como el matrimonio homosexual y el aborto, desde posiciones ultraconservadoras.

Para el final, otro argumento no menos importante en estos tiempos. La República saldría más barata. Como aporta Antonio Romero en su libro ¿Por qué no me callo?, en 2008 se presupuestaron 8,6 millones de euros para los gastos de la Casa Real. A ello hay que sumar otros 5,9 millones en concepto de “apoyo a la gestión administrativa de la Jefatura del Estado”. Si sumamos los gastos de sus viajes, llegaríamos a los 25 millones de euros. Además, el mantenimiento de sus palacios y residencias. Según la prensa belga, al Rey se le calcula un patrimonio de 1.700 millones de euros, la tercera fortuna de las casas reales europeas. Todo ello con una falta de control inadmisible en un sistema democrático. Sí, la República saldría más barata y sería más eficaz, justa y racional. En lugar de reprimirlo y callarlo, debería facilitarse el debate sobre la fórmula del Estado. Solo con esto, y la reparación de la memoria histórica, podrá darse por terminada la transición.

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