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China crece un 10,6% el primer trimestre |
La economía del gigante asiático creció un 10,6% en el primer trimestre de 2008, lo que supone un ritmo de crecimiento menor que en el último trimestre de 2007. La inflación se dispara al 8,3% en el mes de marzo.
La economía china, aunque mantiene un alto ritmo de crecimiento, se ha visto afectada por las turbulencias financieras y por el menor crecimiento en Estados Unidos. Los últimos datos arrojan un aumento del PIB de un 10,6% en los tres primeros meses de 2008 y la inflación se sitúa cerca de sus máximos de 11 años, con un crecimiento de los precios de un 8,3% en marzo.
La situación del mercado estadounidense afecta a las exportaciones chinas, ya que este es precisamente uno de sus principales mercados. Además, pese a la estricta banda de fluctuación, el yuan continúa revalorizándose. A lo largo de 2008, la divisa china ha obtenido un avance de un 4% en su tipo de cambio con el dólar.
La demanda interna china tampoco presenta síntomas de agotamiento, sino todo lo contrario. El gasto industrial en las zonas urbanas ha crecido en los primeros tres meses de 2008 un 25,9%, frente al 24,3% del trimestre anterior. Las ventas minoristas aumentaron un 21,5% en el mes de marzo, los niveles más altos en al menos una década.
Turbulencias internacionales
China no es inmune a las turbulencias internacionales. La inestabilidad en las Bolsas ha llevado a las acciones que cotizan en el indicador CSI 300 a perder en torno a un 35% de su valor bursátil. Los inversores están preocupados ante la posibilidad de que el Gobierno endurezca su política monetaria para controlar la inflación.

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Las reservas de crudo bajaron 2,3 millones de barriles, a 313,7 millones de barriles, en la semana finalizada el 11 de abril, anunció este miércoles el ministerio, cuando los analistas preveían por el contrario un incremento de 1,8 millones de barriles.
Los stocks de gasolina, muy seguidos ante la aproximación del verano boreal, período de largos viajes en automóvil en Estados Unidos, descendieron en 5,5 millones de barriles, a 221,3 millones de barriles, contra un descenso de solamente 1,8 millones previsto por los analistas.
Por el otra parte, la debilidad del dólar, moneda en la cual se vende el crudo, cayó al nivel histórico más bajo frente al euro: a 1,5947 dólares. De un lado y otro del Atlántico, los precios del petróleo ganaron más de 45 dólares con relación a sus niveles de hace un año.
“Esta subida va a continuar”, estima Eric Wittenauer, analista de Wachovia Securities, y añade que “los 120 dólares son de ahora en más una realidad”.
“El optimismo de China, los temores sobre la oferta y el dólar débil, que hacen afluir los fondos de inversiones a los mercados de materias primas, son todos factores que van a mantener la burbuja”, dicen por su parte los estrategas de BMO Capital.
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Según la OCE, la crisis “será más larga y más intensa que las correcciones de las últimas décadas”. El impago de los préstamos hipotecarios está “lejos de solucionarse y la situación avanza hacia el incipiente impago de créditos empresariales y de consumo que, inevitablemente, aumentará conforme avance la crisis económica internacional” advierte.
1. La situación en EEUU:
La Reserva Federal de EEUU (Fed) ha intensificado su estrategia de expansión de crédito a través de masivas inyecciones de liquidez y sucesivas rebajas de tipos de interés. Tales medidas sólo “intentan proporcionar liquidez de manera coactiva para solucionar presiones a muy corto plazo, con la consecuencia de monetizar mala deuda, envilecer la moneda y generar inflación de precios, tal y como ha venido sucediendo”, señala el informe.
Hay un error de diagnóstico: “no es una crisis de liquidez sino, especialmente, de solvencia”, tal y como avanzó Libertad Digital. Conforme los activos de baja calidad de los bancos comerciales vayan resultando impagados, “la Fed perderá la habilidad de expandir el crédito, a menos que pretenda nacionalizar la mala deuda consolidándola en su propio balance”, añade.
Algo "totalmente indeseable", según los expertos del Observatorio, ya que si la Fed nacionaliza la mala deuda de los bancos “podría verse desprovista de todos sus activos y el billete verde sería repudiado como reserva de valor, dando lugar a hiperinflación y a una redistribución de las pérdidas de capital desde los deudores a los ahorradores”.
Sin embargo, las últimas medidas de la Fed apuntan, precisamente, hacia esta estrategia, con los riesgos que ello conlleva. El Banco Central Europeo (BCE) también ha aumentado el crédito contra activos de mala calidad, “por lo que el euro se envilecerá (no necesariamente con respecto al dólar, sino a los activos más líquidos como las materias primas o la deuda pública)”, señala.
El estudio muestra cómo la rebaja de tipos en EEUU no ha surtido efecto porque “la insolvencia de los bancos les impide prestarse entre sí o al público”. Esta política ha generado un “envilecimiento del dólar y, como consecuencia, una elevación de los costes de las principales materias primas y una reducción de los beneficios de las empresas americanas”.
De este modo, “el riesgo de insolvencia amenaza con trasladarse desde los deudores hipotecarios a la deuda empresarial estadounidense”, según el OCE. Tal situación empeoraría aun más la calidad de los activos de los bancos y, en última instancia, repercutiría en nuevos aumentos del LIBOR (interbancario).
Además, “la deflación inmobiliaria que sufre EEUU no ha hecho más que empezar: la ejecución de hipotecas subprime es sólo la primera parte de un ciclo de ejecuciones que seguirá en de 2009 con la revisión al alza de los tipos de interés de las hipotecas alt-A, y en 2010 con la de las option ARM”, indican el Observatorio.
El OCE afirma que en EEUU existen diversas burbujas de activos que pueden explotar en cualquier momento. La acumulación de deuda afecta a distintos frentes: las hipotecas (subprime, alt-A, option ARM, prime y comercial), la deuda al consumo, la deuda empresarial (en forma de bonos especulativos), así como la propia deuda pública.
A estas burbujas hay que añadir la influencia que en la contracción crediticia podrían jugar los mercados de derivados y, de forma más inmediata, los credit default swaps, cuyo “volumen se ha multiplicado por ocho en tres años”. Buena parte de estos CDS han sido emitidos por las agencias monoline, por lo que “la inevitable degradación de su rating conllevará un hundimiento del valor de los CDS y, por consiguiente, de los activos bancarios, quienes se verán obligados a restringir aun más el crédito”, alerta el OCE.
2. Panorama internacional:
“La contracción crediticia en EEUU afectará al resto de países del mundo, por mucho que algunas voces pronostiquen un desacople en el crecimiento internacional”, señala. Además, el trabajo insiste en que la actual crisis no ha sido causada exclusivamente por los EEUU. “Su origen radica en una serie de malas prácticas bancarias, alentadas por los bancos centrales y el dinero fiduciario de curso forzoso, que también han tenido lugar en Europa y en especial, en España, cuyas cédulas hipotecarias también se verán afectadas debido al estallido de la burbuja inmobiliaria”.
Además, “las economías emergentes serán incapaces de tomar el relevo en el liderazgo mundial de crecimiento, ya que su expansión depende de las exportaciones de bienes de consumo (China e India) o de materias primas (Iberoamerica) a Occidente”. Así, una contracción crediticia en EEUU y Europa provocaría una caída del consumo y la inversión que se dejaría sentir en la demanda y en los precios de esos productos”, según el informe.
3. Perspectivas y conclusiones:
El Observatorio considera “muy probable” un escenario de “deflación con inflación, al mismo tiempo”. Es decir, un impago masivo de deudas y envilecimiento de la moneda, que se traducirá en una mayor contracción del crédito e incremento de los precios, especialmente, de las materias primas y otros activos líquidos como el oro.
Dicho de otro modo, “mientras determinados deudores impaguen sus deudas, otros afrontarán una elevación de costes por encima del aumento de sus rentas, lo que los arrastrará hacia el impago de sus propias deudas”. Un panorama, pues, muy negativo que contrasta con algunas de las últimas previsiones internacionales, que auguran una recuperación económica a partir de 2010.
No obstante, el OCE no desecha por entero un escenario típicamente deflacionista ni uno hiperinflacionista. En el primer caso, “los impagos de deuda serían tan importantes que las pérdidas de los acreedores disminuirían tanto su demanda como para provocar una caída de precios a pesar del envilecimiento de la moneda. En el segundo, la pérdida de calidad del dinero instada por los bancos centrales provocaría su “repudio generalizado” como reserva de valor.
De este modo, “la crisis es inevitable, ya que supone liquidar todas las malas inversiones que se han realizado durante los últimos años”, afirma el boletín. Sin embargo, “ciertas medidas sí pueden facilitar el reajuste y evitar que la crisis sea más grave y prolongada de lo necesario”. Según el OCE, tales propuestas son, en esencia, tres: reducir el tamaño del Estado, flexibilizar los mercados de factores productivos y regresar al patrón monetario oro con las reservas actuales de los bancos centrales.
Con la primera, “el Estado libera recursos que se destinan a repagar la deuda y financiar parte del exceso de inversión anterior; con la segunda, los cambios en la estructura productiva son más rápidos y menos costosos; con la tercera, la moneda detiene su proceso de envilecimiento, de modo que pasa a ser demandada como depósito de valor con cargo a los ahorros extranjeros (entrada de capitales)”, concluye.
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