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¡Abajo la Monarquía! ¡Por la Tercera República!

Aunque los ritmos dependerán de la intensidad de la lucha de clases, el régimen español seguirá mostrando su verdadero rostro antidemocrático y antiobrero en el futuro. La república es una aspiración que está en alza e irá a más.¡ABAJO LA MONARQUÍA! ¡POR LA III REPÚBLICA!

Si bien el 14 de abril es recordado porque en 1931 se proclamó la II República, poco a poco se ha ido convirtiendo en una fecha emblemática de repudio de la monarquía y de movilización por la III República, con una creciente participación, sobre todojuvenil,en las manifestaciones que se realizan en diversos territorios del Estado.

La naturaleza de clase de la República

Hace 77 años la II República española surgía como un acuerdo de las élites burguesas para evitar la revolución obrera. España, tras un vertiginoso proceso de industrialización durante la 1ª Guerra Mundial, aún luchaba contra los restos de la vieja sociedad feudal, algunos de cuyos elementos aún persisten, como la escandalosa relación Iglesia – Estado. La clase propietaria prefirió sacrificar la monarquía de Alfonso XIII para salvarse a sí misma. A diferencia de la época de la revolución francesa de 1789 o de la alemana de 1848, la burguesía ya no era una clase revolucionaria y convivía en simbiosis con la aristocracia terrateniente, la nobleza y el clero. Las tareas de la revolución eran democráticas, pero ahora sólo la clase obrera podía llevarlas a cabo.

El primer gobierno de la República fue una alianza de clases entre republicanos de izquierda y el PSOE. El cambio de régimen no cambió sustancialmente las condiciones de vida de las masas. Se mantenía la situación de miseria en el campo y la masa de desempleados superaba el millón. Ante este panorama las masas trabajadoras y campesinas no abandonaron las luchas: huelga general de la CNT, ocupaciones de tierras en Casas Viejas (1933), insurrecciones obreras en octubre de 1934... Para mantener el orden el gobierno reaccionó con la Ley de defensa de la república, la ilegalización de huelgas y la confiscación de periódicos obreros. La República cambiaba la forma de dominación capitalista, pero no su contenido.

Tanto el PSOE como el PCE anteponían la consolidación de la república burguesa a la revolución socialista y alentaban la ilusión en las posibilidades de cambio a través de la democracia burguesa -punto de vista compartido por el Frente Popular de 1936-, mientras las masas desarrollaban un incansable impulso revolucionario, sólo frenado con su aplastamiento definitivo en 1939 y la dictadura franquista posterior.

Diferentes regímenes bajo el mismo Estado burgués

El Estado español ha pasado por distintos regímenes, siempre ajustados a los intereses capitalistas. La actual monarquía es un cambio de régimen en relación a la dictadura franquista: fue el propio Franco quien, en sus propias palabras, dejó “todo atado y bien atado” restaurando la monarquía borbónica a su muerte. Recubierto por un envoltorio democrático, el nuevo régimen fue aceptado por los partidos tradicionales de la clase trabajadora. Desde la transición, con el apoyo también de CCOO y UGT, se institucionalizó la colaboración de clases, con sucesivos pactos sociales a partir de los Pactos de la Moncloa. La constitución aprobada en 1978 consagra este régimen con elementos de democracia burguesa (elecciones, parlamento…), pero manteniendo la continuidad de las viejas estructuras franquistas (las fuerzas armadas, la Audiencia Nacional…).

El gobierno, un instrumento de la burguesía

Pero la pervivencia de los viejos problemas sin resolver aflora una y otra vez. El caso más obvio es el problema nacional. Ante las legítimas aspiraciones de libertad del pueblo vasco, la respuesta del régimen monárquico es un profundo ataque a las libertades mínimas existentes en otras democracias, como la escandalosa ilegalización de ANV y del PCTV. Otro tanto ocurre con los jóvenes que expresan públicamente su repudio a la monarquía (en Catalunya, Galiza…) o con los activistas obreros (casos como los de Cándido y Morala, la represión en autobuses de Barcelona…). En la medida en que crezca el descontento político y social lo hará la represión del régimen y del gobierno contra las aspiraciones de quienes luchan contra el paro, la precariedad, los bajos salarios, la vivienda o los derechos nacionales. Y todo ello en un momento de crisis. Como decía el Manifiesto Comunista hace 160 años: “el gobierno del Estado moderno es el comité de administración de los negocios comunes de la burguesía.” Y el gobierno español administrará la crisis económica en favor de la burguesía.

La vigencia de la lucha por la III República

Aunque los ritmos dependerán de la intensidad de la lucha de clases, el régimen español seguirá mostrando su verdadero rostro antidemocrático y antiobrero en el futuro. La república es una aspiración que está en alza e irá a más. Las tareas democráticas inconclusas como la abolición de la monarquía, el derecho a la autodeterminación o la expropiación de las propiedades de la iglesia no pueden darse en el marco de la reforma del actual régimen. Tampoco la solución a los problemas más elementales de la clase trabajadora (salario, vivienda,…) tienen cabida. Una nueva república, la Tercera, esta vez de los trabajadores, sí que abriría una perspectiva de solución. Luchemos por ella.

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