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Países en quiebra: Ola hacia el este |
No siempre un escepticismo asentado en la consulta asidua de pensadores diferentes y materias varias es lo que hace desconfiar de ciertos vaticinios. La vida misma suele insuflar la duda arraigada.
La vida, sí, que acaba de barrer con recientes predicciones de que los países de Europa del Este estarían mejor posicionados para enfrentar la crisis económica mundial que los de la franja occidental del Viejo Continente.
Ilusos los aún esperanzados con lo que, en su momento, aparentaba el vellocino de oro que a tantos encandilara y que algunos creían haber logrado, a manera de clonados argonautas.
¿Recordará el lector la alegría levantada por las cuantiosas inversiones (no menos de billón y medio de dólares) de la banca de Europa Occidental allí donde se hundieron, estrepitosamente, los Estados obreros y se restauró el capitalismo?
Entonces, seguro habrá notado también la pesadumbre de quienes, al fin y al cabo semicolonias, en la actualidad no atinan sino a criticar entre dientes a las nuevas metrópolis, por auxiliar en primer y casi excluyente lugar a las casas matrices de sus empresas, en detrimento de las filiales en… el oriente, por supuesto.
Sucede que, entre quejas contra una Unión Europea asaz proteccionista mientras exporta la crisis de sus entidades económicas a la región, los sistemas financieros esteeuropeos se van hundiendo con celeridad, sin que los gobiernos dispongan de los recursos ni de la capacidad para sostenerlos. Las publicaciones digitales LIT-CI y Kaos en la Red nos proveen de ejemplos puntuales: “Países como Letonia ya están en una situación de quiebra. En Ucrania, la producción industrial está en caída libre, la inflación ascendió al 22,3 por ciento (la más alta de Europa)…”
Y no es que los más ricos logren evadir el “tsunami”. De sobra se conoce que el derrumbe comenzó en la neoliberal Islandia, hasta hace muy poco presentada como el mejor país del orbe para vivir; que el desempleo en la UE, cuya economía se contraerá no menos de 4 por ciento este año, ascendía en marzo a 8,9 por ciento (20 millones de parados), y que en España “decenas de personas desesperadas están poniendo sus órganos en venta a través de Internet”.
Pero Europa del Este ganó el triste privilegio de recibir los más vigorosos embates. Esa misma Letonia que, “libre” de la URSS, se había adentrado en un profundo proceso de privatización y exhibía índices harto positivos a expensas de gravosas inversiones procedentes del resto del continente y del constante acrecentamiento de su deuda externa, resultó pionera en experimentar un conocido axioma: ante las dificultades, los inversores desaparecen como por ensalmo y, en su defecto, aparecen los acreedores.
Luego llegó el turno a Hungría, cuyo Gobierno resultó el segundo en despeñarse. ¿La causa? El colega Leonardo Montero nos la devela, en Mercosurnoticias: La gestión se le empantanó al gabinete del primer ministro Ferenc Gyurcsány, y la popularidad de este rodó por los suelos. Hiper endeudado con el FMI y la Unión Europea, se vio obligado a abandonar el poder tras una rotunda negativa de los grandes usureros. Y cayó igualmente el ejecutivo de la República Checa, acusado por el Parlamento de incapacidad frente a la crisis.
Como si no bastaran las gotas de cicuta, pues el frasco entero. Los comentaristas suelen incluir a Rumania, Polonia, Estonia, Lituania y Bulgaria en la nómina de los más afectados en el interior de la Unión. Y a la lista le suman extracomunitarios como Ucrania y Croacia. Todos, compartiendo los síntomas: abruptos desplomes de la paridad cambiaria, déficits fiscales, endeudamiento en moneda extranjera y economías en recesión. ¿La “medicina”? Más de lo mismo en un mundo poco original, a pesar de los artificios post-modernos. A la postre, la UE ha duplicado los fondos para refinan-ciar las deudas nacionales –ya se han acordado 50 mil millones de euros, cifra que duplica la anterior-, y el ubicuo FMI negocia préstamos conjuntos con la Unión y el Banco Mundial.
Brebaje este último contraproducente, porque los acuerdos con el “Fondillo” Monetario Internacional continúan teniendo como base la contracción del gasto público, el aumento de la tasa de interés y la reducción salarial, recetas más que venenosas en un con-texto de aprieto global, en el criterio de un experto que no escatima las preguntas candentes: ¿Podrá Europa mantener sus gobiernos en pie si la crisis se sigue profundizando?, ¿podrá detener la furia social?, ¿cómo hará para frenar el efecto dominó que viene?
Tal vez lo único discernible por ahora sea el hecho de que si una vez se mesaron los cabellos, ante el “fracaso de la economía planificada por el Estado de forma central tipo soviético” -al decir del historiador Eric Hobsbawm-, hoy los países del Este europeo sufren en carne propia, con saña multiplicada, las consecuencias de la “totalmente ilimitada e incontrolada economía capitalista del mercado libre”. Y esto no lo afirmamos nosotros; lo afirma la vida, tan escéptica ella misma.
(continue)
Eduardo Montes de Oca

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
Al inicio, Francia en calidad de presidente de la UE, apoyó la iniciativa sueco- polaca, pero otros países como Inglaterra y Alemania acogieron la idea con frialdad.
Pero después ocurrió la guerra de los cinco días entre Rusia y Georgia, que desató en toda Europa la verdadera fobia contra Rusia que fue acusada de intentos de "restablecer el imperio", reforzar su influencia en Eurasia, y de volver a un régimen autoritario.
En esta campaña contra Rusia, Polonia y las repúblicas bálticas desempeñaron un papel destacado. Después vino el reconocimiento unilateral del Kremlin a las independencias de Abjasia y Osetia del Sur, el cambio del estatuto de Rusia en el sur del Cáucaso. Y a consecuencia de todos estos cambios, en Bruselas apareció el documento que determinó las bases y perspectivas de la "Asociación Oriental".
El texto del proyecto de la declaración conjunta que firmarán los países de la "Asociación Oriental" dice que el programa se basará en valores fundamentales como la democracia, la supremacía de la ley, el respeto a los derechos humanos y la legislación internacional, y que todo esto se contrapone a los principios de la política real y la diplomacia del siglo XIX.
Teniendo en cuenta la cantidad de condiciones y obstáculos que la UE plantea a los países socios, en realidad la "Asociación Oriental" es una especie de cursos de preparación que si se aprueba, se puede decir que ese país pasó a la antesala de Europa.
Algunos expertos han comparado la "Asociación Oriental" con el programa que se propuso a Lituania y a Polonia antes de la ampliación de la UE en 2004, sin embargo, es una comparación inadecuada, porque en el programa actual presenta matices y diferencias bastante considerables.
En primer lugar los países postsoviéticos no son invitados a ingresar a la UE, a pesar de que sus líderes de cara a la opinión pública nacional, interpretan la "Asociación" como la apertura total de las puertas de Europa.
Entre tanto, la comisaria de relaciones exteriores de la UE Benita Ferrero Waldner declaró hace meses que, "la Asociación Oriental no prevé el ingreso de los países postsoviéticos a la EU".
En general, la UE como entidad trata de conservar su imagen. Impedida por argumentos de compostura política y consecuencia con su propaganda, la UE no puede rechazar abiertamente a los Estados postsoviéticos.
La actual ideología que pregona la UE recuerda el llamado "progresismo soviético" según el cual, todos los procesos políticos y sociales evolucionan sólo hacia adelante, de lo sencillo a lo complicado, de las bases populares hasta las altas esferas sociales, de lo viejo y hacia lo nuevo".
De esta forma, se puede afirmar que la ampliación de la UE no tiene alternativa. Nadie pone en duda su expansión y sólo se cuestiona los plazos y las formas de su realización. Sobre todo porque muchos miembros de la UE recién admitidos están inculcando en los países socios mucho optimismo con respecto a su membresía en la UE.
Y no se trata de las subvenciones o la financiación que puedan recibir. El debate sobre la pronta integración de esos países en Europa es consecuencia de una forma de pensar de los tiempos soviéticos que tiene raíces en Georgia, Ucrania, Armenia, Azerbaiyán e incluso en la misma Rusia.
El problema es que esta idea, se ha sublimado al nivel de una categoría absoluta, separada de la realidad, sin una reflexión minuciosa y como resultado, en la mentalidad social aparece un mito, con expectativas irrealizables y detonante de serios errores prácticos.
Consecuente con la hermandad euro-atlántica, Georgia emprendió la invasión contra Tsjinvali y el resultado quedó a la vista. Ahora, los tanques rusos se encuentran a 30 kilómetros de la capital de Georgia y prácticamente son nulas las posibilidades de que Osetia del Sur y Abjasia en calidad de autonomías, acepten formar parte de ese país caucásico.
Pero Georgia es el caso extremo, otros países aliados activamente discuten lo que supondrá el "cambio de una era", la renuncia a la integración postsoviética a favor de la integración europea.
Desafortunadamente, hay que reconocer que la Comunidad de Estados Independientes (CEI) es una organización ineficaz, con objetivos poco claros y carente de una visión concreta del futuro.
Y no obstante, esta forma de divorcio civilizado, entre muchas cosas útiles, reconoce a los países miembros sus diplomas y proporciona la posibilidad a sus ciudadanos de viajar sin visado.
La persona que terminó el Instituto Pedagógico de Járkov (Ucrania) o de la Universidad de Chisinau en 1983, tiene posibilidades de trabajar en Rusia y esto es algo real que proporciona la CEI.
Sería interesante saber quién, por ejemplo, en Roma, Milán, París o Frankfurt necesite especialistas con diplomas del Instituto de Medicina de Bakú, Ereván o Minsk, que a juzgar por la UE, como todo lo que provenga de Bielorrusia, necesita una homologación con las normas democráticas europeas.
En resumidas cuentas, en la UE "todo marcha de acuerdo a los planes previstos", y el 7 de mayo se celebrará la cumbre constituyente de la "Asociación Oriental".
Después se celebrarán otras cumbres ordinarias y el programa pasará a la dirección y control de los funcionarios burócratas de Bruselas.
Como ocurre con las cumbres de la OTAN, se leerán informes sobre "nuevos progresos" que difícilmente podrán solucionar el conflicto en Alto Karabaj, hacer que Georgia sea más tolerante con Osetia del Sur y Abjasia y que la región de Transnistria se convierta en otra parte de la Moldavia europea.
Serguei Markedónov
Director del Instituto de Análisis Político y Militar de Rusia.
RIA Novosti
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