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McCoy vs MrConde - Primer asalto

Evocando con vino al amado, bebimos hasta embriagarnos, cuando aún la viña estaba por crear. Es un vino amargo que complace beberlo y que puede permitir la muerte en vida, el “vivo sin vivir en mí”.


Mis noventa minutos con Mario Conde

Mario Conde es todo un personaje. En su doble acepción de figura de relevancia social, pretérita o presente, y de impostura, de ficción artística que desempeña un papel estudiado de antemano. Esa es la sensación que me quedó del encuentro que mantuvimos el jueves pasado con él en la redacción de El Confidencial, diario que pretende ser la casa de todos. Una persona cuya exuberante inteligencia, que se prueba en una oratoria retórica, amena, vibrante y gestual, ya fue su condena. Demasiado lejos, demasiado rápido. Y el sistema, como hemos comentado hasta la saciedad, no perdona: tolera a los listos, destruye a los que se creen los más listos. Una experiencia interesante, marcada por el ritmo que él quiso imponer, sudoroso en extremo, adicto al café y lejos del patetismo televisivo reciente. Podría creer que venía a vendernos su libro, una historia premeditada cualquiera. Pensando sinceramente y revisando mis notas, no se me ocurre cuál es. Quizá únicamente persiga estar ahí; volver a ser alguien en un mundo en el que la meditación trascendental logra serenar las almas pero no controlar los egos. De ser así, no seré yo quien le niegue tal satisfacción, justificación del artículo de hoy. Tic-tac, tic-tac, cronómetro en marcha.

El discurso de Conde, que se envuelve en un cierto halo de misterio y alardea de la prodigalidad de unos contactos que recorren todo el estrato social, es contradictorio. Su pesimismo sobre el entorno macro que afecta a España, y las posibles consecuencias políticas y sociales que del mismo se pueden colegir, choca con una renovada carrera empresarial que, como él mismo señala, pretende aprovecharse de la ineficiencia de esos bancos y cajas que han hecho tabla rasa con sus clientes y apenas distinguen las empresas solventes de aquellas que no lo son, al menos al nivel del presionado director de sucursal. El gallego de Tuy -que considera el crédito como un la sangre del sistema y un valor social, cuestión más que discutible, toda vez que participa de las dos características principales que al mismo lo definen, según su criterio: uniformidad y necesidad- está dispuesto a jugar un papel relevante a la hora de ayudar a aquellos negocios hoy viables pero necesitados de financiación. Tenga o no éxito en su misión, uno no puede sino recordar en este modo de actuación cómo se han construido parte de las grandes fortunas de este país.

Quizá el elemento más diferencial de su línea de pensamiento sea el salto que da desde el concepto de eficiencia económica al de eficiencia social. No creo que pueda considerarse una idea novedosa aunque para servidor resultó, conceptualmente y dentro de mis limitadas posibilidades intelectuales, original. El ex presidente de Banesto considera la primera (eficiencia económica) como una argucia más de esa ortodoxia formal que, pese a perseguir lo teóricamente correcto desde un punto de vista económico, ha permitido la creación de la mayor burbuja financiera de la Historia, cuyo estallido ha traído importantes y negativas consecuencias para el conjunto de la sociedad. Una ficción de actividad y riqueza, juicio que comparto con él, llena de acrónimos ingleses, que ha dejado hace tiempo de corresponderse con la economía real que inicialmente la sustentaba y le daba fundamento y utilidad. Con la paradoja adicional de que se vuelve a depositar en los guardianes de dicha ortodoxia, los que hicieron negocio de ella, la corrección del desastre que, por acción u omisión, contribuyeron a generar. Correcto.

De ahí que para él -no se olviden, éste es su minuto de gloria no solicitado en Valor Añadido, tic-tac, tic-tac- el cambio de modelo sea una especie de consuelo colectivo que no ataca la raíz del problema. El objetivo último no ha de ser tanto la mejora de la estructura productiva o de demanda, sino la consecución de una eficiencia social. Un concepto complejo que incluye tanto la condición de los propios ciudadanos como agentes económicos y factores de producción no suprimibles como el impacto que, sobre el conjunto de los mismos, su riqueza y bienestar, se deriva de las actuaciones públicas y privadas dentro del esquema económico fijado de antemano. Un nuevo paradigma que sólo cobra sentido encuadrado en un factor igualmente recurrente de su disertación: el necesario resurgir de la sociedad civil. Movimiento revolucionario, de cambio de las decrépitas instituciones públicas nacionales, que si no surge a tiempo corre el riesgo de convertirse en asambleario, con todo lo que esto implica, especialmente en términos de xenofobia. Conde parece olvidar aquí que es precisamente la condición humana, su pánico, su ambición, la que termina por distorsionar la bondad de los distintos poderes del estado, hace este concepto de eficiencia social inviable a medio plazo y provoca que su propuesta anide, probablemente, en el árbol de la utopía.

¿Es posible que tal fenómeno de rebeldía social se produzca? Dependerá de lo que se prolongue en el tiempo la crisis y lo que dure la desconexión entre las prioridades de los gobernantes, que se centran en el rescate de la banca, y las necesidades de sus votantes. Una Administración desorientada que dispersa sus esfuerzos frente a una colectividad doliente que está sufriendo en sus carnes la falta de recursos, de tipo de interés o de cambio, para salir del hoyo por el que actualmente transita y que contempla cómo la única solución posible pasa por un ajuste real de los precios y de sus salarios. Con el problema adicional de no ver una salida a corto plazo pese al mensaje oficial. Empieza el ex banquero a percibir un clamor social por el cambio. Quién lo canalizará es otro cantar aunque él no ofrece formalmente su candidatura. Banca y ciudadanía. Pero, ¿no era importante el crédito? En efecto. Pero, novedad no tan novedosa de Conde, ha de ser tutelado lo que implica asignarle una función social no especulativa que condicione, a su vez, una actividad bancaria que ha de volver a su función primigenia de canalización del ahorro a la inversión. Como si fuera posible.

Mario Conde está de vuelta. De mucha más calidad que sus intervenciones televisivas es su blog donde realiza numerosos devaneos intelectuales acerca de lo divino y de lo humano. Merece la pena una visita. El que fuera considerado como ángel caído vuelve de las cloacas del infierno del poder para enfrentarse con él con la fuerza de quien ha sido víctima de sus propios excesos y quiere ser verdugo de su pasado. Emerge Mario Conde de sus cenizas. Por más que me lo pregunto, no sé muy bien para qué. Él sabrá. Pero está ahí. Un tipo brillante, divertido y listo de verdad. Esperemos que esta vez, sepa medir no sólo sus fuerzas sino, sobre todo, las de los demás. Tic-tac, tic-tac, se cumplió el tiempo. Volvemos el lunes. (mas...)

S. McCoy


Finanzas y sonrisas

Antes de mi entrada en Banesto conocí a un periodista de El País, palentino de origen, de buena planta, listo, consumidor de algunos de los inevitables tópicos de quienes laboraban en aquella casa, muy herida financieramente dicen al día de hoy. Se llamaba Jesus Cacho. Un poco, pero poco, mayor que yo. En edad, me refiero. Y al cabo de unos días, segun él me relató en la visita que hice a sus oficinas, apareció en mi vida, o yo en la suya, que tanto monta, JA Sanchez, que venía directamente de El Diario 16, ya fallecido.

Hoy entre ambos soportan un producto periodistico en internet, un confidencial, que creo que es de lo mas leído en este pais, el nuestro, no el de Cebrián, me refiero. Ellos dicen que tienen dos millones de lectores influyentes. No sabía que eran tantos. Los influyentes, me refiero, porque decir que en este país hay dos millones de lectores de lo que sea -aparte de los deportivos- suena a coña. Aqui no lee casi nadie casi nada. Porque no queda tiempo material, entre los toros, el futbol, el alcohol, la droga, el botellón, los programas del corazón y alguna que otra protesta contra el Sistema envueltos en un progresismo de nuevo cuño, con componentes mítico-solidarios por arriba y palabrería hueca por abajo.

El jueves pasado charlé con ellos en sus oficinas. Bueno, mas que oficinas es un pedazo de casa, como diría Eustaquio, el de la Puebla del Río, solo al alcance de ricos de la construccion o accionistas de burbujas financieras. Y ellos, que yo sepan, ni construyen ni tienen esas aficiones burbujeras, pero si cada hombre es una incognita, dos juntos son un galimatias…

Buena charla. No puedo ocultar mi afecto por ambos. Ni quiero taparlo con palabras de esas que sirven para confeccionar monumentos a la ridiculez. Es viejo mi afecto. Ha fermentado. Demasiados trozos de vida colgados de las perchas de nuestras existencias, de nuestro caminar, para que subsistan sin que se cementen con afecto. Por pequeño que sea. Miedos, egoismos, sustos…Normal. Al cabo de un transcurso vital queda la experiencia como recuerdo y el afecto como vivencia. Lo demás es calderilla del espiritu humano.

Me presentaron a algunos de la redacción. Otros no. Saludé a uno jovencito que dijo en el confidencial, a propósito de mi entrevista en la Noria, la segunda, que yo perdía tiron porque solo llegue a 4.500.000 espectadores a las 12.30 de la noche después de dos horas de entrevista. Si ese baremo se lo aplica a los politicos, no es que no tengan tiron, es que no tienen ni bolso para pegarle el tironazo callejero. Muy delgado lo vi… Pero ya estaba antes de saber que yo iba a verles…

María, por ejemplo, no pudo estar, y hubiera gustado comentar con ella lo de las ayudas los bancos americanos y la nueva unidad “banestos”, como lo fue en el franquismo aquella unidad que llamaban los “suancios”, y es que los extremos -incluso los imaginarioss- se tocan.Conoci a otros, entre ellos a S Mccoy que escribe en este periodico digital sobre el árido mundo financiero bancario. A veces cuando le leo me da la sensación de que tengo que sentarme con papel y lapiz a tomar notas, pero luego cuando le vi, me di cuenta de que eso era un espejismo. Charlamos distendidamente. Nos reimos. McCoy menos porque da la sensación de que está tan ocupado con sus cosas de las finanzas que no le queda tiempo para una sonrisa. Un consejo: las finanzas, bien vistas, son sencillitas. El hombre, bien conocido, es complejo, pero complejo de verdad. Así que, como no hay finanzas sin hombres, y sí que existen hombres sin finanzas, es mejor conocer al hombre que a los balances, a los sentimientos humanos que a los flujos de caja. Lo dicho, McCoy: enseña mas una sonrisa que un estudio de cualquier analista financiero de esos que si lleva apellido extranjero -sin necesidad de ser escocés- parece mas creible que uno que se llame Gutiérrez y tenga una casa colgante en Cuenca, por ejemplo, o un piso en Palencia, que con lo de la despoblacion eso empieza a ser elegante de verdad. Y el palentino a lo mejor aprende mas tomando un café en el bar de su pueblo que un experto en wall street leyendo no se que estupidez escrita en inglés. Por lo menos, lo que los expertos financieros han hecho con este mundo, ya lo sufrimos. Asi que es mejor dejarles el turno a los palentinos, conquenses, lucenses y demás gente de buen vivir.

No estaba previsto el encuentro ni como entrevista ni como nada. Bueno, en realidad yo iba a a ver a los dos de entonces, a los del tiempo, a los de los afectos viejos. Pero aparecieron en una mesa cuadrada, en la que cabe un regimiento de periodistas, financieros, inspectores del Banco de España, analistas de bolsa, fontaneros, peritos agrícolas o expendedores de loterías. Me encanta esta profesión Expendedor de Loterias, no solo por el nombre, mucho mas bonito que product manager, por ejemplo sino, además, porque como no nos toque a este país la lotería creo que…

Bueno pues McCoy se ha arreado un comentario hoy en ese diario. Es joven. Serio. Tiene aspecto de estar preocupado al cien por cien por la inmediata evolucion del mundo financiero, adivinar sus claves secretas, su esoterismo iniciático… Navega bien por las aguas financieras de la banca. Conoce como se calculan rumbos, las derivas, las estimas, algo de la posición de los astros… Pero, como sabe Jesus Cacho, que es marino, todo eso está bien, pero cuando el viento casi no te deja respirar y las olas, las putas olas que decía Manoliño, el la Fox, en Baiona, miden mas de diez metros, se te olvida la teoría y comienza la humanidad. He visto llorar a profesionales del mar por un mistral de 60 nudos en el golfo de Génova. Y eso que venía de aleta… No se si Jesus los vio. Yo si.

Con esto quiero decir que la clave de un barco se encuentra bajo el agua. En la quilla. Y ahi no viven números ni teorias. La quilla de nuestro navegar son los hombres, no los cuadros. Por eso, McCoy, mas atencion a la sonrisa, que para analistas de cuadros ya se encarga la escuela de El Sistema que salgan como churros (y como merinos, que diría el otro). (mas...)

Mario Conde


Nota de S. McCoy:

Mario Conde alude a este encuentro en un post de su blog de hoy. No puedo por menos que adjuntarlo. Mi juicio sobre su persona es subjetivo, punta de iceberg. Como el suyo sobre la mía. Excusa para próximas citas. El elemento discursivo de Conde que dejó, voluntariamente o no, poco espacio para el elemento humano que reclama, se ha tratado de recoger con la mayor objetividad por el interés de los lectores. Una retórica difícil de seguir y más de reflejar, aun con una sonrisa. En cualquier caso, para el barco que no sabe dónde va, cualquier rumbo es el correcto, a vela o a motor.


Nota de Mario Conde:

Hombre es que la verdad es un poco mediopensionista, como si tuviera miedo a decir lo que piensa, sea bueno o malo. Es como si nadas y guardas ropa, que decía mi abuela que, por cierto, nunca se bañó en la playa y que yo sepa jamás se quitó la ropa en público. McCoy es claro que lo pasó bien en la tertulia y no tambien al escribir. Otra cosa es que le guste mas o menos eso que le dije: escribes sobre como conseguir mejorar la eficiencia de un sistema financiero que… ya no va a existir como era antes, asi que mejor ponernos a diseñar los nuevos actores que acicalar a fallecidos que, por mucho que queramos, no van a poder bailar por la cosa esa de la rigidez mortuoria.

A nosotros nos gusta discrepar. Mejor dicho, nos gusta analizar los asuntos desde diferentes ángulos. Los que somos aficionados a la fotografia sabemos que el ángulo del encuadre es determinnante. El mismo lugar desde diferentes posiciones de enfoque parece distinto. Pero es el mismo. Así que esa diferencia de puntos de encuadre enriquece todo debate. A veces la gente se queda con uno solo y parece que en ese enfoque hay unanimidad. Y la hay. Otra cosa es que existirían diferentes puntos de vista.


Nota:

Este espacio es intencionadamente dejado en blanco.








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