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La tierra está en peligro |
Los seres humanos estamos presionando la destrucción del hábitat en que vivimos y en que vivirán las generaciones futuras. Es una realidad paradigmática e incomprensible. Pero cierta. Es una demostración palmaria de nuestra irracionalidad y de la antinomia que existe entre proteger el entorno natural o continuar aplicando el modelo predatorio de crecimiento económico que estamos usando desde la Revolución Industrial.
Lo que más sorprendente, es que la reacción de la sociedad en general frente a las amenazas ambientales que se ciernen, es bastante tímida, vaga, difusa y poco comprometida. Es como si lo que está aconteciendo en la casa que habitamos seis mil millones de personas, no nos importara. Pero la realidad nos muestra que los efectos dañinos sobre nuestro entorno nos están tocando y nos está afectando sin ningún tipo de contemplación.
Los que hasta ayer eran problemas ambientales asociados con la pobrería y que ocurrían únicamente en aquellos países marginados, ahora son problemas globales, que están golpeando con especial fuerza a las naciones ricas. Esto quiere decir que estamos al frente de un problema de magnitudes universales.
Sin embargo, es evidentemente claro que los desequilibrios ambientales, así afecten en general a todos los países, las consecuencias más críticas se están concentrando en las naciones pobres, que tienen menores posibilidades de reaccionar y de recuperarse.
Hoy que celebramos el Día Mundial de la Tierra es una oportunidad excepcional para comprender la dimensión del problema ambiental al que estamos enfrentados, y que coincide con una pavorosa crisis económica global. Dos eventos que combinados están profundizando la pobreza, la miseria y la marginalidad, golpeando con especial sevicia, como es obvio, a los habitantes de los países menos desarrollados.
Uno de los problemas centrales de la actualidad, es el hecho de que la Tierra está sitiada por un cambio climático global que amenaza incluso a la propia especie humana, y que es un fenómeno de proporciones épicas, cuyas primeras consecuencias las estamos viviendo con un calentamiento cada vez mayor, que está generando sequias en algunos lugares, lluvias torrenciales en otros, derretimiento de los hielos polares, crecimiento del nivel del mar, aumento de la temperatura de las aguas e intensificación de los huracanes.
A este punto de riesgo climático hemos llegado debido a que convertimos la atmosfera en el recipiente de los residuos de nuestra cada vez más depravada tendencia consumista. Cerca de mil millones de carros lanzan su bióxido de carbono al aire, mientras que la Industria deposita 10.000 millones de toneladas de carbono al espacio cada año. Esto sin contar el uso de otros gases artificiales de efecto invernadero como los clorofluorocarbonos, y aquellos de origen natural como el vapor de agua, el metano, el ozono y los óxidos de nitrógeno, los que se potencian debido a fenómenos como el calentamiento.
Si a esto le sumamos la actividad deforestadora, que le resta cerca de 8 millones de hectáreas cada año a la capa vegetal de la tierra, entonces las posibilidades de que el Planeta pueda sobrevivir se reducen drásticamente.
Una situación ambiental tan crítica como esta a la que estamos asistiendo, obliga a que la sociedad entera despierte y entienda que la Tierra está en peligro, y que por extensión, todos quienes vivimos en ella también lo estamos. Y que movidos, así sea por un acto meramente egoísta, busquemos soluciones posibles para salvar nuestra vida y nuestros bienes desde nuestras propias actitudes consumistas y presionemos soluciones políticas de obligatorio cumplimiento, especialmente sobre el uso de energías contaminantes, y la comercialización de energías limpias, muchas de las cuales ya están probadas científicamente.
La Tierra espera que nosotros actuemos para aminorar los riesgos, porque ella ya está actuando y de qué manera.
www.ecoportal.net
Alberto Arias Dávila
Director General de la Corporación Autónoma Regional del Risaralda
CARDER www.carder.gov.co

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
Sin embargo Oxfam indicó que aún se pueden tomar medidas y citó ejemplos de países que han logrado proteger a la población ante tormentas a pesar de la pobreza.
Tras los huracanes que afectaron Cuba durante el 2008, más de tres millones de personas, de una población total de 11 millones, fueron evacuadas, de modo que sólo siete personas murieron por ese desastre natural.
En Bolivia, luego de las peores inundaciones en cuarenta años, más de 350.000 personas resultaron afectadas en el 2007. Ante esta situación las autoridades locales y Oxfam ayudaron a la preparación de semilleros elevados, conocidos localmente como "camellones", que han permitido que las inundaciones estacionales no destruyan las cosechas.
En su informe "El derecho a sobrevivir", Oxfam afirma que el mundo debe comenzar un proceso de reestructuración sobre cómo responde, se prepara para encarar y previene los desastres.
"El sistema humanitario funciona como si fuera un juego de naipes global que reparte la ayuda al azar, sin detenerse a analizar las necesidades de la gente. La respuesta suele ser inadecuada: demasiado poco, demasiado tarde y de calidad mediocre", dijo Jeremy Hobbs, director ejecutivo de Oxfam Internacional.
"Un gran aumento en el número de personas afectadas lo abrumaría, a menos que una reforma fundamental del sistema dé primacía a los afectados", agregó Hobbs.
Oxfam reunió la información disponible sobre 6.500 desastres relacionados con el clima desde 1980, con lo que pudo estimar que el número de personas afectadas por los desastres climáticos aumentará en 133 millones. Esta cifra no incluye a los afectados por otros desastres, como las guerras, los terremotos y las erupciones volcánicas.
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