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Conspiraciones contra la paz |
El conflicto colombiano oscila entre momentos de enorme esperanza y largos períodos de frustración generalizada.
El país ha vivido en guerra permanente desde su independencia formal de España y los momentos de paz resultan excepciones en medio de las confrontaciones bélicas entre liberales y conservadores o en guerras abiertamente revolucionarias.
¿Qué obstáculos hacen tan difícil un arreglo pacífico del conflicto? Probablemente el primero tiene una relación profunda con la cuestión agraria, con la expropiación generalizada de tierras, una práctica muy tradicional en Colombia mediante la cual y al calor de las guerras, la gran propiedad rural ha crecido de forma desmesurada a costa de pequeños y medianos propietarios, colonos y comunidades indígenas y negras. Podría afirmarse que cada guerra ha sido una contrarreforma agraria encubierta.
El latifundio colombiano (el viejo y el nuevo) creció notablemente durante la llamada Violencia (1948-1953) favoreciendo al estamento terrateniente tradicional; la actual (1964-¿¿??) ha concentrando más de seis millones de hectáreas en manos de paramilitares-narcotraficantes, empresas trasnacionales y otros grupos, además de propiciar el cambio de manos de no se sabe cuántos millones más por la vía de la compra "legal" a propietarios desesperados que malvenden sus pertenencias huyendo del acoso y la amenaza.
Afectar el actual sistema de tenencia de tierras en Colombia mediante una verdadera reforma agraria choca entonces con la gran propiedad y al parecer constituye un punto innegociable por parte tanto del gobierno (el presidente Uribe es, él mismo, un gran latifundista) como de la guerrilla izquierdista (obviamente por razones opuestas).
Tampoco parece existir un terreno abonado para una reforma política profunda. La clase dominante se siente muy cómoda con un sistema electoral que la favorece ostensiblemente y deja a la oposición apenas resquicios menores. A esta rigidez institucional se agrega el papel de la violencia de extrema derecha que impide el normal desarrollo de la actividad proselitista y asegura a los sectores afines al régimen una representación decisiva en las instancias legislativas. ¿El 35% de los parlamentarios como declaraba ufano el máximo jefe del paramilitarismo?. Un sistema entonces caracterizado por el clientelismo y la violencia no es precisamente un atractivo para quienes se han alzado en armas.
El cambio radical del sistema electoral es un segundo obstáculo que conspira contra el proceso de negociación. En realidad, una reforma profunda en este campo es una exigencia no solo de la insurgencia sino de la oposición en general y hasta de sectores sensatos de la misma clase dominante. Pero ésta se siente cómoda con un instrumento de dominación tan refinado y que, además, vende a la opinión internacional como un modelo de democracia. Para la oposición armada no parece posible pasar a la legalidad sin garantías de unas reglas de juego equilibradas y transparentes. Por su parte la oposición legal denuncia de forma reiterada todas las limitaciones y trabas que le impiden salir del estrecho espacio que se le permite ocupar. La imagen de Colombia como un país que vota mayoritariamente a la derecha más dura no corresponde tanto al éxito de sus partidos como al complejo sistema de limitaciones, trampas y violencia que tiene a su favor.
El escándalo de la llamada "parapolítica" (vínculos de los políticos del gobierno con el paramilitarismo) pone de manifiesto, entre otras, que en las dos ocasiones en que Uribe gana la presidencia, un buen par de millones de sus votos son el resultado de la acción violenta de la derecha armada.
También conspiran contra un proceso de paz otros privilegios de la clase dominante y a los que parece no estar dispuesta a renunciar. Y uno se destaca en particular: el modelo económico neoliberal que le reporta enormes beneficios mediante una legislación laboral muy restrictiva, un sistema impositivo demasiado complaciente y todo tipo de ayudas. En efecto, apenas pagan impuestos, favorecidos por un entramado muy amplio de estímulos y deducciones fiscales y una legislación laboral que parece sacada del siglo XIX. Y como ocurre con la tierra, a las ventajas institucionales se agrega la acción de la violencia contra los dirigentes sindicales que arroja un balance macabro: de cada cuatro sindicalistas asesinados en el mundo, tres son colombianos (según la oficina de la OIT) al punto que los sindicatos estadounidenses tienen un argumento muy sólido a la hora de pedir que no se apruebe el TLC con Colombia en tanto no cesen estos asesinatos y se castigue a los responsables.
Por supuesto, los obreros no se benefician de un sindicalismo diezmado y sometido al terror cotidiano; los patronos, si.
La insurgencia también exige reformar la estructura del estado no solo en términos de su modernización sino sobre todo de su democratización, y en particular en los ámbitos de la justicia y las fuerzas armadas. El estado colombiano es ciertamente un raquítico instrumento, pasto de clientelismos y corrupción con el cual es muy difícil que un gobierno cualquiera pueda seriamente emprender reforma alguna y concitar a la comunidad nacional a un proyecto de desarrollo y democracia. Y por lo que hace a las fuerzas llamadas "del orden" el problema se agrava porque se han adiestrado bajo la influencia nefasta de la teoría de la "seguridad nacional" de los Estados Unidos, convirtiendo al oponente en el "enemigo interno" a eliminar, en una atmósfera de guerra fría extemporánea pero muy útil para criminalizar la protesta y convertir también a la oposición legal en "enemigos de la patria".
Los vínculos estrechos entre las fuerzas del orden y la extrema derecha armada son ya innegables y el argumento de las autoridades según el cual se trata de actos aislados y no de un sistema ordenado y fomentado desde arriba ya no se sostiene.
Hasta la Alta Representante de Naciones Unidas para los Derechos Humanos lo reconoce ante el cúmulo de desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, violaciones graves del debido proceso, intimidación, persecución y desplazamientos (prácticas que en su conjunto no podrían calificarse más que de terrorismo de estado).
También hay temor y mucho recelo de parte de los guerrilleros por la experiencia amarga de procesos de paz anteriores. De hecho, ha sido relativamente fácil que éstos abandonen las armas, se disuelvan y participen en la contienda política. Pero la experiencia muestra también que muchos de sus líderes han pagado con sus vidas tal decisión. Fue así con las guerrillas campesinas del liberalismo en los años 50; lo mismo ocurre con destacadas figuras del M-19 y otros grupos menores; no se salvaron de la mano misteriosa que asesinaba al guerrillero acogido a la legalidad.
Pero el caso más sangrante es sin duda el de la Unión Patriótica -un intento de participación política de las FARC, acordado con el gobierno- que es sistemáticamente masacrada (se cuentan casi cinco mil cuadros asesinados hasta hoy) y por cuyos crímenes instancias internacionales han condenado al estado colombiano por acción u omisión en reiteradas ocasiones.
Para que haya paz tiene que ser del pasado afirmar que "en Colombia es más fácil organizar una guerrilla que un sindicato"; debe ser del pasado igualmente la expresión impotente del presidente Belisario Betancourt cuando en pleno proceso de paz con las FARC y el M-19 denunciaba a "los enemigos de la paz agazapados dentro de las instituciones"; debe ser del pasado el asesinato de los líderes que dejan las armas y se acogen confiados a la legalidad.
En contraste, no sería obstáculo para la paz el programa político de los grupos insurgentes. De hecho, sus propuestas pueden ser suscritas por cualquier liberal o conservador progresista aunque obviamente admitiendo todo tipo de discrepancias por su pertinencia o realismo pero no porque constituyan un proyecto socialista o comunista que atente contra la propiedad privada, la libertad individual, la religión o cualquiera otro de los principios de la democracia burguesa.
La estrategia actual de la llamada "seguridad democrática" que en esencia significa la guerra como única respuesta, la criminalización sistemática de los insurgentes y el vínculo con las estrategias "antiterroristas" de los Estados Unidos y sus socios, materializa todos estos obstáculos que conspiran contra la paz. Seguramente el abandono de esta estrategia bélica sea el primer paso para comenzar a desmontar pacientemente los demás problemas que impiden a los colombianos y a las colombianas vivir en paz y resolver sus conflictos de manera civilizada.
La reciente propuesta de paz de las FARC ¿tendrá la misma suerte que las anteriores? Este será una de los retos más importantes para quienes aspiran ya a dirigir los destinos de Colombia a partir de 2010 (las próximas elecciones presidenciales) pues Uribe se declara cerrado a cualquier alternativa que no sea intensificar la guerra.
Sería al menos prudente asumir el fracaso real de la estrategia de la "seguridad democrática" así como el cambio de los tiempos.
Sería sensato atender la propuesta de la senadora Piedad Córdoba y de Colombianos y colombianas por la paz. Por desgracia, la prudencia y la sensatez no son precisamente virtudes que Uribe practique con demasiada frecuencia.
(mas...)
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
Juan Diego García

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
Así lo reconoció el embajador de la Casa Blanca en Bogotá, William Brownfield.
El embajador señaló que esas conversaciones se enmarcan dentro de los esfuerzos de los dos países para luchar contra el narcotráfico y el terrorismo.
"No voy a negar que estamos conversando sobre esta posibilidad", dijo a periodistas, tras indicar que ello se debe a "la decisión soberana del gobierno ecuatoriano de cerrar nuestro acceso a su base aérea en Manta".
"Colombia y Estados Unidos estamos colaborando en los esfuerzos contra la droga ilícita, en los esfuerzos contra la delincuencia internacional. Parte de esa colaboración, sin duda ninguna, requiere acceso a instalaciones entre los dos países y requiere un ajuste", añadió para explicar la situación que se le presenta a Washington con la decisión de Ecuador.
Sin embargo, Brownfield aseguró que la operación de las bases aéreas seguirá siendo colombiana.
"La base colombiana, bajo bandera colombiana y mando colombiano, y al final de todo sería una base colombiana", resaltó.
El embajador puntualizó que no se trata de nueva colaboración de Colombia con Estados Unidos, sino que es una colaboración "que hemos tenido y sostenido durante más de diez años", dijo, tras un acto de entrega de ayuda a militares colombianos discapacitados.
Desde 2000 Washington ha contribuido con más de 5.500 millones de dólares en ayuda militar y económica al 'Plan Colombia' con el que Bogotá lucha contra el narcotráfico y los grupos armados ilegales, especialmente las guerrillas izquierdistas.
La declaración del embajador estadounidense se hace eco de una del ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, quien el 5 de marzo ofreció a Estados Unidos "ampliar las facilidades en algunas bases aéreas", tras reunirse en Bogotá con el jefe del estado mayor conjunto estadounidense, almirante Michael Mullen.
Esto, tras el cierre de la base ecuatoriana de Manta.
"La forma como fue Manta allá en este país vecino no va a ser lo mismo en Colombia. Estamos buscando una participación que sea efectiva, contundente, pero en los parámetros del siglo XXI", explicó el máximo comandante militar colombiano en declaraciones a la radio Caracol de Bogotá.
La declaración de Padilla se produjo al día siguiente de que el embajador de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, reveló que los dos países están realizando conversaciones para suplir el cierre de la base antidrogas de Manta.
El fin de las operaciones estadounidense desde esa base se hará efectivo a partir de noviembre próximo por decisión del presidente de Ecuador, Rafael Correa.
Según el general Padilla, el ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia y el Departamento de Estado de Estados Unidos, están realizando esas conversaciones de "forma muy seria" y "muy respetuosa" en cuanto a lo que tiene que ver con la soberanía del país.
Pese a que señaló que aún no está lista la "letra menuda del acuerdo de colaboración" con Washington, como lo definió, indicó que se había autorizado que las aeronaves estadounidenses que actúan en la lucha contra el narcotráfico utilicen "logísticamente" las bases militares colombianas.
De acuerdo con el general, Colombia está buscando "prestar una colaboración", debido a que "va a ver una ausencia de una base que estaba prestando un enorme servicio en lucha contra el narcotráfico, entre otras misiones; y esa ausencia hay que ver la manera de subsanarla", dijo.
La comitiva colombiana dibuja los temas que ambos mandatarios tratarán en el Palacio de Miraflores, sede de la presidencia, y en la lista figuran también los directores antinarcóticos de la Policía Nacional y su similar de Estupefacientes.
El presidente colombiano llegó al Aeropuerto Internacional de Maiquetía, a 32 kilómetros de la capital venezolana, cerca de las 14: 00 horas locales, un par de horas después de lo anunciado oficialmente por las autoridades venezolanas.
Chávez recibió a Uribe en el Palacio de Miraflores y luego de los honores militares sostuvieron una reunión privada para tratar una agenda económica y política, iniciada a mediados de este año en Colombia.
La agenda que discutirán Chávez y Uribe fue adelantada por los cancilleres de las dos naciones vecinas, Nicolás Maduro, de Venezuela, y Jaime Bermúdez, por Colombia, el pasado 18 de marzo, cuando ambos diplomáticos sostuvieron en Caracas una reunión de trabajo.
El encuentro entre los dos diplomáticos fue producto de la reunión sostenida por Chávez y Uribe el pasado 24 de enero en la ciudad colombiana de Cartagena de Indias en la que ambos mandatarios nombraron oficialmente nuevos embajadores.
En aquella oportunidad ambos mandatarios acordaron normalizar las relaciones bilaterales diplomáticas afectadas desde el 21 de noviembre de 2007 cuando Uribe canceló la mediación que llevaba a cabo Chávez para un canje de rehenes por guerrilleros presos.
Luego de la ceremonia de bienvenida, el canciller Maduro calificó "de paz" el contenido de la agenda económica y política que ambos mandatarios discutirán en el Palacio de Miraflores junto con sus más inmediatos colaboradores.
Chávez y Uribe se reunen por décima cuarta vez y en lo que va de año por segunda ocasión y finalizan definitivamente una crisis diplomática provocada por la guerrilla colombiana desde mediados de noviembre de 2007.
En ocasiones, Chávez se dirigió con adjetivos insultantes a Uribe quien por su parte lo amenazó con demandarlo ante el Tribunal Internacional de la Haya por utilizar el territorio venezolano como aliviadero y financiar a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El 1 de marzo de 2008 la situación se agravó tras el bombardeo efectuado por el Ejército colombiano a un campamento guerrillero de las FARC en territorio de Ecuador.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, rompió relaciones diplomáticas con Colombia el 3 de marzo por violación a la soberanía del territorio ecuatoriano.
Venezuela movilizó tropas a su frontera con Colombia y ordenó retirar a todo el personal diplomático.
Durante la Cumbre del Grupo de Río, 7 de marzo 2008, en República Dominicana, Chávez y Uribe coincidieron en Santo Domingo.
A iniciativa del presidente Leonel Fernández ambos mandatarios se dieron la mano en medio de aplausos de los jefes de Estado y asistentes.
Desde entonces Chávez y Uribe se reunieron en trece ocasiones y finalmente lograron reestablecer las relaciones diplomáticas pese a las críticas que últimamente ha hecho el mandatario venezolano contra el ministro de la Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, por su posición en contra de las FARC.
Luego de su reunión con el presidente Chávez, el mandatario colombiano viaja este mismo martes a Brasil donde mañana miércoles 15 se reunirá con su colega Luiz Inácio Lula da Silva.
Uribe intervendrá en la sesión plenaria inaugural del Foro Económico Mundial, que reunirá en Río de Janeiro a medio millar de expertos y líderes políticos.
Chávez y Uribe tienen previsto concretar un fondo financiero binacional de 200 millones de dólares para el sector privado de pequeñas y medianas empresas de los dos países.
También avanzar en un acuerdo comercial que sustituya la salida de Venezuela, principal socio comercial de Colombia, de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).
Otro tema en la agenda, es discuir las restricciones comerciales que afectan las exportaciones como consecuencia de la crisis económica global y revisar varios acuerdos bilaterales en los sectores energético, de biocombustibles, oleoductos y poliductos.
En materia energética, ambos mandatario reanudarán la activación del gasoducto transguajiro "Antonio Ricaurte", inaugurado por ambos mandatarios el 12 de octubre de 2007, en la región de la Guajira colombiana de Punta Ballena, acto al que también asistirá el presidente de Ecuador.
El gasoducto es una obra de 222,2 kilómetros que transportará 250 millones de pies cúbicos de gas por día desde Colombia a Venezuela, hasta el año 2011.
Luego el proceso será a la inversa. Este es el segundo encuentro que Chávez y Uribe sostienen en lo que va de año. De acuerdo a cifras oficiales, Colombia registró durante 2008 un superávit comercial de 4.951 millones de dólares con Venezuela.
Las exportaciones de Colombia marcaron un registro por más de 6. 000 millones de dólares en contraste a las importaciones de 1.140 millones de dólares, según datos suministrados por la Cámara de Comercio Colombo-Venezolana.
Ambos países sudamericanos comparten una frontera de 2.219 kilómetros.
Chávez y Uribe se volverán a encontrar en los próximas horas en la ciudad de Puerto España, capital de la República de Trinidad y Tobago, donde se realizará la Quinta Cumbre de las Américas, del 17 al 19 de abril.
(Xinhua)
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