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Preparan la gran pinza en Euskadi |
El Coordinador de la Red de Municipios por la Tercera República, Antonio Romero, ha remitido una carta abierta al líder del PSE, Patxi López, en referencia al posible pacto de éste con Rajoy y Rosa Díez en Euskadi.
"Zapatero le ha dejado a usted las manos libres en Euskadi para pactar con el PP, mientras el sigue haciendo teatro en su enfrentamiento con Rajoy en Madrid"
"Prepara usted la gran pinza en Euskadi pagando peajes a Rajoy y a Rosa Díez, a lo más rancio de la derecha en el campo económico y social y en el modelo de Estado", señala Romero, para quien "el pueblo vasco se ha pronunciado en las urnas", mientras que a Lopez "le salen las cuentas, hace una operación matemática, pero ignora las cuentas políticas que representan la verdadera voluntad de la ciudadanía vasca, 100.000 votos nulos, más del 9% se han quedado sin expresión parlamentaria configurándose un parlamento amañado por la Ley de Partidos".
"Sr. López usted quiere vender un cambio, de la mano de la derecha, que define como democrático, pacifista y progresista y ello como todo el mundo sabe casa perfectamente con la posición del PP sobre la condena del régimen franquista, la guerra de Irak, el decretazo, la memoria histórica y el respeto a las lenguas maternas, etc.… así que no pretenda usted que nos traguemos estas ruedas de molino", señala Romero.
"En Andalucía, como usted sabe, la semana santa tiene arraigo, y a las imágenes se le suelen cantar saetas, quiero citarle la letra de una en la época franquista:
Virgen de los Dolores
que mal acompañá vas
si malos son los de alante
más malos son los de atrás.
En esta comparación usted seria la virgen de los dolores y el PP y Rosa Diez la legión y la guardia civil".
Romero recuerda "la campaña mediática, de descalificación y acoso que el PSOE lanzó contra Izquierda Unida en la época de Julio Anguita, basada en algunas coincidencias en votaciones parlamentarias con el PP. Aunque nunca en Andalucía se acordó un gobierno con la derecha cuando las matemáticas lo hacían posible".
"Es una vergüenza que los medios que antes se desgañitaban contra IU ahora presenten como un acuerdo democrático, de cambio, de bocanada de aire fresco, su investidura como lendakari con el apoyo del PP y de UPyD. La existencia de dos varas de medir, de una ley electoral ventajista, fraudulenta y canalla y de un rey nombrado sucesor por Franco hacen que le llamen Democracia cuando no lo es", denuncia el Coordinador de la Red de Municipios por la Tercera República.
"Zapatero le ha dejado a usted las manos libres en Euskadi para pactar con el PP, mientras el sigue haciendo teatro en su enfrentamiento con Rajoy en Madrid, y en las cuestiones importantes, intentando salvar la banca, el capitalismo de la crisis estructural que sufren", señala el líder comunista, quien dice a López que para acceder al poder se tienen que dar tres condiciones: "Acceder a el democráticamente. Ejercerlo de acuerdo con las reglas democráticas. Aplicar con lealtad el programa ideológico y político contratado con la ciudadanía". Para Romero no se cumplen ninguna de estas tres condiciones.
"Todos tenemos que lamer nuestras heridas, en IU por el fracaso electoral y ustedes por la traición política que están fraguando. Por otra parte felicidades de un andaluz por el resultado del Athletic de Bilbao en la copa, que espero no tardará mucho en ser la copa de la Presidencia de la Tercera República", finaliza Romero.

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, medios, memoria, multitud, politica.
Si al PSE se le ocurriera renunciar a la presidencia, el resto de legislatura de Zapatero se convertiría en un auténtico infierno mediático, con un desgaste que, añadido al ocasionado por una crisis más dura y duradera de lo deseable, puede terminar en tragedia. Esa primera decisión, pues, está más en manos del PP (que ya ha anunciado su veredicto), que en las de López. Pero, lo que es más importante, las que vengan después también. El chantaje va a ser permanente, vocinglero y mediático, más preocupado por utilizar el terrorismo y el antinacionalismo como armas políticas en su beneficio, que por la acción de gobierno; y todo para servir al interés del PP en Madrid, que no es otro que desalojar a Zapatero de la Moncloa. Un papelón el que tiene por delante Patxi López: ser el peón de una estrategia para que el PSOE pierda el poder. Y, como digo, lo mejor de todo es que no puede elegir. Es un títere cuyos hilos son manejados, de momento, por Basagoiti. Que haya o no consejeros del PP es lo de menos. El primer peaje ya está sobre la mesa: la Diputación de Álava. Vendrán más. Y López tendrá que tragar y otorgar. ¿Quién es entonces el verdadero ganador de la elecciones del 1 de marzo? Por no mencionar la posibilidad de que necesite el voto de UPyD, la formación que, como es sabido, defiende con más ahínco el régimen fiscal vasco.
A ello hay que añadir los malabarismos que debe hacer el PSOE (tampoco le costará mucho, habida cuenta de la buena dotación de cinismo con que parece contar esa organización), para cohonestar los argumentos ahora empleados con los aplicados, por ejemplo, en Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía o Navarra, claramente opuestos a aquéllos.
Sea casualidad (un capricho de la historia) o algo buscado, el caso es que el PSOE se ha convertido en el magma que la derecha precisa para auparse a los gobiernos. Experimentó en Cantabria y ha seguido por territorio de misión, Euskadi y Navarra, dando lugar a monstruos producto del sueño de la razón de Pepe Blanco (está claro que el incienso coloca y ocasiona daños permanentes): PPSE (PP-PSE, en sus primeros balcuceos) y UPSN (UPN-PSN, ya talludito). Veremos qué sigue. Diría que está configurando una especie de Frente Nacional (español, por supuesto), si no fuera porque las apetencias diferenciadoras de sus socios cántabros y navarros lo asemejan más a una confederación de derechas autónomas…
Juan Carlos Longás
Es el caso del protagonista de la mayor parte de los chistes acerca de los vascos (bastante malos, por cierto), en los que casi siempre brota un tal Patxi, cuya inteligencia resulta bastante dudosa, aunque no así su constancia y simpleza. Parece que la excepción confirma la regla, y algo que me parecía una solemne memez, como los chascarrillos sobre la gente de esa villa tan hermosa como Lepe o los dedicados a polacos, irlandeses y belgas, sostiene algún viso de realidad cuando el héroe (dicho sea con toda la ironía) se llama Patxi López, que sin reconocer que el partido al que representa ha recibido muchos menos votos que el comandado por Ibarretxe, se emperra en superar las estupideces de su hermano gemelo (el de los chistes), para conducir a Euskadi por el camino de la sinrazón, la soberbia, el españolismo casposo y el desprecio a toda sensibilidad nacionalista o abertzale. Patxi, como el de las bromas, cuando repasa una guía telefónica, no sólo lee sino que razona.
Es sabido que la soberbia suele ser mala consejera, y más aún si desde el exterior se anima al animal que cree haber llegado a la tierra prometida para conquistarla, eso sí, conculcando todas las leyes naturales. Como Cristóbal Colón cuando arribó al nuevo mundo, creyendo que estaba en las Indias, Patxi sabe que su ascenso electoral le podría legitimar para presentarse a lehendakari, si admite a priori tres incontestables verdades: la primera, que Ibarretxe y su PNV, como ya dije, ha sido el partido más votado; la segunda, que sólo con el apoyo del Partido Popular, es decir, de los neo franquistas que jamás condenaron el terrorismo, podría darse el desastre de que ocupara el cargo; y la tercera, que si se diera tamaña artimaña, sería producto de una enorme mentira: la que niega que más de 100.000 ciudadanos vascos votaron a la ilegalizada (que no ilegitimada) formación D3M, cuyos siete diputados (válidos en un verdadero estado de derecho), bastarían para impedirlo.
Patxi, cuyo éxito electoral no es otro que haber conseguido que los votantes del PP, se pasaran a la piscina del PSOE (en Euskadi son casi los mismos), olvida que está muy claro que entre un partidario de aquellos y uno de los suyos, media la misma distancia ideológica que entre Fraga Iribarne y Rosa Díez. Conoce, pero le importa un comino (como a su correligionario aragonés Belloch), que sus hermanos del Popular aplaudan cuando ven en la pantalla el bombardeo de Guernika, cuando se enarbola la bandera del águila imperial, cuando se enaltece la memoria de un obispo pedófilo o cuando se tortura a un sospechoso.
Con su soberbia decisión de no pactar con el PNV, Patxi va a provocar más dolor, más saña, más lágrimas, más injusticia, en unos tiempos en los que la recesión económica golpea a los ciudadanos vascos y españoles. Un marco ideal para un chiste lúgubre. Patxi se ríe así de las decenas de miles de muertes provocadas por el golpe militar del infame Caudillo, al que siguió una larga y cruenta represión, que golpeó a concejales/as, alcaldes/as y diputados/as, así como al conjunto de los republicanos y republicanas con la muerte, cárcel, depuración, humillación y exilio. El PP se negó en el parlamento europeo a condenar esos hechos. Patxi será lehendakari, pero con los votos de quienes apoyaron y aún no han condenado el terror franquista, la incultura, la venganza, el odio y la represión sistemática.
Y es que Patxi López es, sin duda, un chasco, una cuchufleta negra, una burla a la democracia. Y el PP, su mejor aliado.
Carlos Tena
A quienes nos preocupa la salud democrática general de nuestra sociedad, así como la concreta de las instituciones, no podemos evitar fijarnos continuamente en el conflicto vasco, pues es en él donde se manifiesta una verdadera disidencia activa contra el estado español, y es este el tema que ocupa, sin lugar a dudas, más tiempo en el caro espacio televisivo español. Es, en situaciones de disidencia, de enfrentamiento con las minorías, de resolución de este tipo de conflictos, donde claramente se pone de manifiesto la salud democrática de un país.
Gobierno, jueces, partidos políticos y medios de comunicación han conseguido, con todo tipo de medidas, que el voto de todos los vascos no se vea reflejado en el número de escaños del nuevo Parlamento. Ha sido éste un objetivo político (no un imperativo legal ni ético) por el que han trabajado todos, unos más legítimamente que otros, pero todos. Y todos se dedican ahora a celebrarlo.
Los artificios electorales y los posibles pactos, de apariencia contra-natura, pueden posibilitar que el lehendakari nacionalista, al que estábamos tan acostumbrados, sea, por primera vez, desbancado y sustituido por uno “constitucionalista” (más apropiado sería denominarlo “españolista”, para distinguirlo, pues el PNV, en la práctica, también es constitucionalista). ¿Qué va a cambiar con todo esto? ¿Sólo el nombre del lehendakari? ¿Dejará Ibarretxe el asiento? Para el PNV van a cambiar muchas cosas. Ciertamente. Pero, los demás ¿qué cambios de fondo proponen? ¿Va a haber más libertad en Euskadi? ¿Para quién?
Para quienes eso celebran, no es el cambio de lehendakari lo importante. Han logrado su verdadero objetivo, dejar fuera del Parlamento a la izquierda independentista y, así, desvirtuar los resultados electorales. ¿Es esta su victoria definitiva? ¿Cuántas victorias “definitivas” contra el independentismo vasco nos quedan por escuchar? ¿Cuántas desarticulaciones de comandos, de cúpulas terroristas nos han anunciado y cuántas les quedan por anunciar? ¿Cuántas prohibiciones de actos políticos y suspensiones cautelares faltan para que llegue la paz a Euskadi? ¿Van a dejar de prohibir? ¿Van a dejar que actúe la democracia sin que sean ellos los únicos que impongan las reglas de juego?
El balance inicial de estas elecciones es el resultado de toda una estrategia pacientemente urdida y que nada tiene de democrática. Las otrora presiones de todo tipo para que los independentistas de la izquierda abertzale hiciesen política, se han convertido ahora en prohibiciones, también de todo tipo, para impedirles que lo hagan. Descalificaciones, ilegalizaciones, detenciones, controles, escuchas telefónicas, embargos de cuentas, suspensiones cautelares, cierres de periódicos, persecuciones varias, han dado como resultado que más de cien mil votos no hayan sido contabilizados en estas elecciones, porque las listas a que iban destinados no han podido concurrir legalmente. Quienes, por experiencia, sabemos lo que es luchar por el voto en clara desventaja, en una contienda electoral, sabemos bien lo que esos votos anulados valen.. No son cuatro, ni diez, ni cien. Son cien mil votos, que supondrían 6-7 escaños, y echarían por tierra toda la aritmética actual sobre posibles mayorías. La salud de esta democracia se encuentra en estado crítico. Quienes han perpetrado todos estos atropellos cantan victoria. Y muchos les aplauden.
Cantan victoria. Pero se les ve el plumero. A todos en general, pero a unos más que a otros. Para alcanzar su objetivo han empleado todo tipo de argucias. Teniendo el poder, no es difícil hacerlo. Lo de la democracia es pura verborrea para ellos, y el estado de derecho una clara estratagema.
Se le ve a uno el plumero cuando se le descubre sus verdaderas y ocultas intenciones.
Se les ve el plumero a todos los que siempre usan la aritmética a su favor, exigiendo grandes mayorías a los otros, cuando quieren cambiar las cosas, y consideran un gran cambio que ellos ganen por la mínima.
Se les ve el plumero al Tribunal Supremo y al Constitucional cuando basan sus sentencias en estrictas “convicciones jurídicas” (deberían decir conveniencias políticas) y no en pruebas materiales y objetivas en que deben basarse, de acuerdo con su propio ordenamiento jurídico.
Se le ve el plumero al juez Garzón, cuando apoya sus instrucciones sumariales en declaraciones obtenidas en situación de incomunicación de los detenidos, y cuando da valor de prueba a meras “conjeturas policiales”.
Se le ve el plumero a Rajoy que pone el grito en el cielo por una supuesta persecución del juez Garzón contra su partido ”, cuando su “entorno”, el del PP, y algunos de sus cargos electos aparecen salpicados de todo tipo de corrupciones y, a la vez, aplaude al mismo juez por su teoría de que “todo es ETA”, de que la izquierda abertzale es el entorno de ETA, y si es su entorno, también es ETA. ¿Me incluirán en ese entorno por escribir esto?
Se les ve el plumero a quienes no han sido capaces de condenar tajantemente, sino que han “comprendido la reacción humana” (aunque violenta) del joven del mazo de Lazkao, y aplauden su puesta en libertad, a la vez que siguen exigiendo machaconamente a la izquierda independentista que pronuncie la palabra “condena”, refiriéndose a la violencia de ETA, como “prueba del algodón” para darle el carnet de demócrata. Está claro que, para ellos, hay unas violencias más democráticas que otras.
Se le ve el plumero a Rubalcaba, que se permite anunciar de antemano que los jueces van a resolver las cuestiones en un sentido determinado, cuando todavía ni siquiera se han reunido, y afirma, al mismo tiempo, que los jueces no siguen las directrices del Gobierno.
Se le ve el plumero cuando sigue defendiendo, no ya la inocencia, sino los propios hechos en que están envueltos quince guardias civiles encausados por un juez de San Sebastián por presuntas torturas a dos detenidos independentistas.
Se les ve el plumero a todos los que silencian (incluidos periodistas) los informes del Relator de Derechos Humanos de la ONU, en los que denuncia la Ley de Partidos española como un peligro para la democracia, y propone que se elimine la incomunicación de los detenidos en comisarías, para que desaparezcan las sospechas sobre torturas y malos tratos.
Y, lógicamente, se le ve el plumero a Zapatero, el del distinto talante, que es quien elige a sus ministros, y el que está convirtiendo su segundo mandato en “la legislatura de las cacerías democráticas”, de la permanente caza, sin licencia, del disidente, y levanta la bandera del record guiness de encarcelados por trimestre.
Se les ve el plumero, en fin, a todos los palmeros del poder, mande quien mande, porque a ellos les va de cine tal como están las cosas, y les preocupa que puedan cambiar.
Quienes defienden que España es Una, tienen todo el derecho a hacerlo. Pero se les ve el plumero si niegan el mismo derecho a quienes no les importa que España sea una, dos o veinticinco, pero afirman que hay una parte que no es España.
Y si, en democracia, los conflictos, ocasionados por disparidad de pareceres, se resuelven mediante el diálogo y, en último extremo, cuando las disparidades son insalvables, por votación, ¿por qué no permitir en Euskadi, o donde sea, que todos voten? Es más, ¿por qué no facilitar, procurar y promover que todos voten? ¿Lo contrario no es miedo a la democracia?
José María Gruber
Se trata, repito, de decencia; o mejor aún, de indecencia. Acudamos al diccionario:
«Indecencia.- Falta de decencia o de modestia. Dicho o hecho vituperable o vergonzoso».
¿Quién puede sostener, a la vista de los hechos cotidianos e incluso con el resultado electoral en la mano que el nacionalismo ya no constituye el corazón de Euskadi? Sumemos los sufragios y el Euskadi nacionalista supera al Euskadi conformado por capas que ahora analizaremos. Añadamos, además, a esos sufragios más de cien mil ciudadanos que han sido eliminados del recuento por tribunales adversos a la vasquidad, por leyes inicuas y vacías de Derecho, por instituciones represivas que operan ya sin careta moral alguna. Sumémoslo todo y llegaremos a más de un 60% de vascos que respiran nacionalismo y que sueñan con la libertad de su pueblo. Ante este hecho terminante ¿acaso no es indecente jugar a un españolismo liberador, sobre todo dando a ese españolismo un aura de vasquidad?
Los expertos reales en estos estudios habrán de encuadrar su reflexión en términos de una verdadera psicología política. Me refiero a la vasquidad de no pocos votantes socialistas y de casi todos los votantes «populares». ¿No habrá un votante socialista que íntimamente no se resigna a ser plenamente vasco tras su asiento en Euskadi, donde él o sus antecesores plantaron su tienda de campaña para mejorar la escasa calidad de vida que tenían en su tierra de origen? A veces sucede que la mejora social alimenta una dolida carcoma de origen, algo parecido a un resentimiento acallado en la relativa plenitud que se adquiere. Si este análisis vale y lo suscito como ponderación del hecho electoral ¿estamos ante un voto vasco o ante un españolismo resucitado a la sombra de una democracia previamente falsificada y embutida de españolismo?
Tentación posible de trabajadores.
Respecto a los vascos del Partido Popular ¿son gente de amor vasco o vascos de Corte y baile en Capitanía? La riqueza suele tender a la cortesanía. Ser alguien ante el rey ajeno abrillanta al que quiere cambiar la paternidad original por la colonial. El Imperio británico manejó esta suerte de habilidades con un éxito indudable. Cuántos hindúes o nativos africanos vistieron las casacas imperiales concedidas por Londres. Es más, cuántos de esos hindúes o africanos levantaron fortunas a la sombra del menosprecio hacia su origen. Tentación posible de brillantes cortesanos.
Sí, tentaciones posibles.
Pero los votos son los votos. Lo que hace falta es que no se cuenten como en intendencia: dos y dos son cinco y me llevo uno.
Euskadi es profundamente nacionalista. Una señora nacionalista de boina azul me confesaba en un aeropuerto que había prohibido a su marido asistir a un encuentro de la derecha vasca afinada por Madrid porque le molestaba profundamente la permanente ofensa española a la nación euskaldun, cuya sangre circulaba por sus venas. Uno aprende mucho de esos encuentros, en cuyo marco trabajan los expertos en microhistoria, tan necesaria para no extraviarse en los grandes decorados. Pero para aprender eso hace falta que el que aprende no espere que le premie el cuerno de la abundancia. Es un saber austero, de cínico griego sólo aspirante al rayo de sol interferido por el monarca.
Y ahora ¿qué hacer? De momento hagamos cuentas, que siempre es útil.
Gobierno de PSE con PP, aunque sea con el apoyo externo de los «populares». ¿Pueden los socialistas presentar eso en la calle, aunque sus seguidores hayan renunciado a la O de obrero? ¿Otra vez Indalecio Prieto enredando con su oratoria obrera para acabar renunciando en el exilio a su pasado pseudorevolucionario?
¿Otra vez un redondismo en la entrega definitiva? ¿Qué Euskadi nuevo generará realmente una falsificación tan antigua? Quizá algunos donativos de Madrid serán echados en el triste cepillo político, pero ¿con eso va a conseguir el pueblo vasco la plena decisión sobre sí mismo? ¿Es que los vascos solamente pueden mejorar si funciona la pipeline de un Madrid ya tan desnudo?
¿Gobierno del PNV con los socialistas? Esa solución equivaldría a morder la manzana envenenada por la madrastra. Y ya sabemos lo que lloraron los enanitos ante final tan desgraciado. Además, no cabe engañarse: el lehendakari Ibarretxe ganó esas elecciones, a pesar de que en su familia política molestaron los hijos pródigos, que ahora precisarán agradecerle al padre el buey cebado y las sandalias doradas.
Gobierno en minoría. Que es el camino a la nueva convocatoria de elecciones, urgente si el Gobierno es socialista; más sosegado si es de Ibarretxe.
Algo que en estos cálculos ha de anotarse en la columna del «debe»: hay que rescatar para la recta gobernación de Euskadi la libertad del abertzalismo de izquierda. En esa tarea habrán de estar los comunistas, sin más compromiso que el debido a la nación vasca que aspira a un futuro realmente socialista. En esa tarea han de imponerse las bases del PNV. En esa tarea ha de recomponerse EA. En esa tarea ha de entrar, sin encajes teóricos, Aralar. En esa tarea han de estar, como están ya con visión política, los dos poderosos sindicatos abertzales, porque el sindicalismo vasco precisa el suelo nacional vasco.
Hay que formularse con honradez la pregunta íntima en cada ciudadano: ¿constitucionalismo o nacionalismo? Más simplemente: ¿vasquidad o españolismo? Las aguas enturbiadas por los manejos de los aparatos políticos hay que clarificarlas con una voluntad de poder social. El nacionalismo significa la capacidad para construir una estructura alimentada continuadamente por la nación. Lo otro, el constitucionalismo, seguirá siendo la náusea vasca, el suscitador de su violencia y de las otras violencias. Los números siguen saliendo nacionalistas. Sólo hace falta que todos los riachuelos acaben en el gran río. A mi me sale así la lectura de los resultados electorales. Las otras interpretaciones, de un imperialismo de guardarropía, me suenan a hurto o, cualificado con la violencia, a robo; pero siempre es complicado que roben las fuerzas del poder ocupante, porque esto produce un escándalo moral estruendoso. Hay que ser decentes.
Antonio Álvarez-Solís
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