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La ayuda militar de EEUU a Israel |
En estos días de crisis económica, exceso de gastos presupuestarios, asignaciones, y rescates multimillonarios en dólares, cuando se obliga a los estadounidenses a apretarse sus propios cinturones, una de las asignaciones más automáticas –un rescate por donde se mire– va a un gobierno extranjero, pero es incomprendida por la mayoría de los estadounidenses. La ayuda militar de EE.UU. a Israel es dosificada en incrementos anuales de miles de millones de dólares, pero prácticamente no es cuestionada mientras otros desembolsos fiscales son drásticamente recortados.
EE.UU. e Israel firmaron en agosto de 2007 un Memorando de Entendimiento en agosto de 2007, comprometiendo a EE.UU. a dar a Israel 30.000 millones de dólares en ayuda militar durante la próxima década. Es un subsidio, pagado en efectivo al comienzo de cada año fiscal. La única estipulación impuesta al uso de ese regalo en efectivo a Israel es que gaste un 74% en la compra de bienes y servicios militares de EE.UU.
La primera donación bajo este acuerdo fue hecha en octubre de 2008, para el año fiscal 2009, por una suma de 2.550 millones de dólares. Para llevar el monto total de 10 años a 30.000 millones de dólares, las cantidades en los próximos años aumentarán gradualmente hasta llegar a un nivel anual de 3.100 millones de dólares por año en el año fiscal 2013. Así continuará hasta el año fiscal 2018.
Israel es de lejos el mayor receptor de ayuda al extranjero de EE.UU. Desde 1949, EE.UU. ha suministrado a Israel 101.000 millones de dólares en ayuda total, de los cuales 53.000 millones de dólares han sido ayuda militar. Durante los últimos más de 20 años, Israel ha recibido un promedio de 3.000 millones de dólares por año en subsidios; hasta ahora ha sido una mezcla de ayuda económica y militar.
Israel recibe su ayuda bajo condiciones mucho más favorables que algún otro receptor. Egipto, por ejemplo, recibe 2.000 millones de dólares al año en ayuda económica, pero es un préstamo y deben ser reembolsados. Arabia Saudí también tiene equipamiento militar de EE.UU. en su arsenal, pero compra y paga por ese equipamiento, y no es un regalo como en el caso de Israel.
Se puede decir que la ayuda a Israel beneficia a EE.UU. porque lo gasta para comprar equipamiento fabricado en ese país. Pero ese reciclaje de dineros fiscales a la industria de armamentos no es la manera más sabia de estimular la recuperación económica general. En los hechos, en medio de una crisis financiera, incurrir en una obligación a largo plazo de esta magnitud es extremadamente irresponsable.
Cuando Israel ataca a los palestinos, como lo hizo durante el reciente ataque contra Gaza, sus instrumentos de destrucción son jets de caza y helicópteros de ataque estadounidenses, misiles estadounidenses, fósforo blanco hecho en EE.UU., aplanadoras Caterpillar hechas en EE.UU. Toda esta destrucción hecha en EE.UU. es claramente identificable para las audiencias de televisión en todo el mundo árabe y musulmán, donde los televidentes reciben una dieta continua de noticias que muestran a civiles palestinos muertos por armas hechas en EE.UU. Terroristas como Osama bin Laden logran encontrar reclutas en esa vasta población, que siente afinidad con los palestinos y se siente atacada por EE.UU.
La Ley de Ayuda al Exterior de EE.UU. estipula que no se puede suministrar ayuda a un país que se involucra en un patrón permanente de violaciones del derecho internacional de derechos humanos. Israel ha sido acusado por organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch precisamente por tales violaciones durante el ataque contra Gaza y en ataques pasados. Israel también viola la Ley de Control de las Exportaciones de Armas, que estipula que las armas de EE.UU. deben ser utilizadas sólo para la “seguridad interior.”
Este paquete de armas, además debilita seriamente la misión de los mediadores de paz de EE.UU. como la del ex senador George Mitchell, recientemente nombrado por el presidente Obama como enviado a Oriente Próximo. Mientras Israel pueda sentirse seguro de que se le garantiza un paquete anual de armamento de miles de millones de dólares, no tendrá incentivo alguno para prestar atención a los esfuerzos de mediación de Mitchell, para hacer las concesiones territoriales necesarias para llegar a un acuerdo de paz, para dejar de construir asentamientos y otra infraestructura en los territorios palestinos ocupados, o para detener sus ataques contra palestinos.
Al comprometerse a este paquete de armas, EE.UU. debilita con una mano el mismo acuerdo de paz que trata de promover con la otra.
Estas deformaciones de los intereses nacionales de EE.UU. deben terminar.
(mas...)
Kathleen y Bill Christison
Han estado escribiendo sobre Palestina e Israel durante varios años. Kathleen es autora de dos libros sobre la situación palestina y la política de EE.UU. al respecto, mientras Bill ha escrito numerosos artículos sobre política exterior de EE.UU., en su mayoría para CounterPunch. Han escrito conjuntamente un libro, que será publicado en junio por Pluto Press, sobre la ocupación israelí y su impacto sobre los palestinos, con más de 50 fotografías propias. Hace treinta años, fueron analistas de la CIA. Son miembros de la Stop $30 Billion Coalition en Albuquerque, NM. Para contactos escriba a: kb.christison@earthlink.net.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
La infame Rice realizó 24 visitas a la Ramala ocupada y al Jerusalén ocupado, balbuceando sobre el "proceso de paz" y la visión de George Bush de dos estados, uno al lado del otro, Israel y Palestina, viviendo en paz.
A la larga, sin embargo, se demostró más allá de cualquier duda que era una emisaria mentirosa, representando a un jefe aún más mentiroso.
Por lo tanto, uno puede preguntarse si Hillary Clinton volverá a representar el mismo absurdo espectáculo, las mismas mentiras, el mismo engaño.
Durante su reciente visita a la Palestina ocupada, la ex senadora por Nueva York, que ya había demostrado ser un sumiso peón al servicio de los círculos sionistas, reiteró los mismos tópicos sobre el compromiso de EE.UU. con respecto a la solución de los "dos estados".
Sin embargo, no se atrevió a pronunciar palabra en contra de la expansión definitiva de colonias judías en Cisjordania.
No es necesario señalar que la incesante construcción intensiva de colonias exclusivas para judíos ha hecho que la perspectiva de un estado palestino viable sea totalmente irreal, si no francamente imposible.
Incluso los partidarios incondicionales pro israelíes, gente como Bob Simon de la CBS, han llegado a reconocer que la solución de los dos estados está muerta y que el tiempo para ello ya ha pasado.
Si es así, ¿cómo podría el gobierno de Obama estar verdaderamente comprometido con la solución de los dos estados cuando el mismo gobierno sigue apoyando a Israel para construir cada vez más colonias en los territorios ocupados? El silencio, en este caso, significa respaldo, y tanto el mono estadounidense como el organista israelí lo saben perfectamente.
Lejos de llamar a las cosas por su nombre, la Sra. Clinton afirmó el leal compromiso de EE.UU. con la seguridad de Israel, como si el régimen nazi de apartheid, que posee cientos de cabezas nucleares y tiene uno de los ejércitos más fuertes del mundo, estuviera enfrentándose a amenazas creíbles.
Clinton fue bastante silenciosa sobre la reciente agresión genocida en Gaza, que dejó la mayor parte del territorio costero completamente destruido y más de 6.000 hombres, mujeres y niños muertos o mutilados, gracias a las armas de muerte fabricadas y suministradas por Estados Unidos que Israel desató en contra de la hambrienta e indefensa población de Gaza.
Ese silencio sólo refuerza la impresión de que Clinton no es capaz de comportarse con honestidad, un sine qua non para contar con la capacidad de lograr una paz justa y duradera. Después de todo, ella pertenece a una generación políticamente promiscua de políticos estadounidenses en cuyo léxico palabras como la honestidad, la moralidad y la justicia en realidad no existen.
Examinemos algunas otras declaraciones pronunciadas por la Sra. Clinton. Mientras se encontraba en Jerusalén, dijo que Israel tiene derecho a defenderse y que ningún país podría tolerar que se dispararan cohetes sobre sus centros de población.
Bueno, esta es una verdad a medias, lo que es peor que una gran mentira.
Y es así porque ella insensiblemente hizo oídos sordos al hecho de que los "cohetes" fabricados con chatarra eran en realidad el grito desesperado de un pueblo que se consume bajo un asedio criminal sin precedentes en su dureza desde el sitio del Ghetto de Varsovia en 1942-43.
Así las cosas, se podría preguntar a la Sra. “Inocente en el Extranjero” ¿cómo pensaba que la población presa atormentada de Palestina debería actuar mientras Israel convertía su enclave en un verdadero campo de concentración? ¿Morir sin hacer ruido? ¿O simplemente aceptar el status de talladores o aguadores con respecto a los Übermenschen, los Escogidos?
¿O simplemente escuchar otra de sus repugnantes declaraciones mientras mantiene una amistosa conversación con el Primer Ministro israelí designado Benjamín Netanyahu, quien ha declarado repetidamente que no permitirá la creación de un verdadero estado palestino soberano en Cisjordania?
Clinton señaló que iba a trabajar con cualquier gobierno elegido por el pueblo de Israel.
Entonces ¿por qué se niega a tratar con cualquier gobierno elegido por el pueblo palestino?
¿Acaso piensa que los palestinos son "hijos de un Dios menor" que aún no han alcanzado la mayoría de edad, si es que alguna vez lo hagan?
Es más, ¿quién se cree que es esta señora al negar a nuestro pueblo el derecho natural de elegir a nuestro propio gobierno?
Hace unas semanas, los israelíes eligieron un nuevo Knesset [parlamento israelí] cuyos miembros son en su mayoría auténticos fascistas, muchos de los cuales exigen descaradamente la limpieza étnica de los no judíos. Otros abogan por el genocidio contra la comunidad palestina en Palestina, cuya existencia es anterior en miles de años a la llegada de los inmigrantes jázaros de Europa del Este.
Pero no oímos nada ni de Clinton, ni de Obama, ni de otros prostituidos políticos de Washington D.C., ni en el pasado ni en el presente; su acercamiento unilateral al conflicto árabe-israelí es responsable del derramamiento de sangre y opresión continuos en esta parte del mundo.
La Sra. Clinton puede ser tentada a pensar que el dinero manchado de sangre que prometió para la reconstrucción de Gaza y el apuntalamiento del Judenrat palestino en Ramala induzca a los palestinos a elegir un gobierno que entregaría o comprometería los derechos inalienables de nuestro pueblo a regresar a sus hogares y ciudades en lo que es ahora Israel. No; esto no ocurrirá pase lo que pase.
Esto no ocurrirá porque lo que está en el corazón queda en el corazón, y tanto colaboracionistas como traidores –da igual cómo se les llame– serán a la larga aplastados.
Y ahora unas palabras dirigidas a aquellos ingenuos dirigentes palestinos y árabes que barajan las mismas falsas esperanzas cada vez que una nueva administración estadounidense llega al poder.
Es hora de que se den cuenta de que sin una verdadera revolución en Washington, una que libere al gobierno y al pueblo estadounidenses del dominio sionista, no hay ninguna posibilidad de que los Estados Unidos puedan contribuir a la paz en Palestina.
En estos momentos, Israel controla estrechamente al gobierno estadounidense, incluyendo el Congreso y los medios de comunicación, especialmente aquellos medios que fijan las agendas políticas. Además, los dirigentes israelíes se jactan de la influencia de Israel en la vida política de Estados Unidos.
“No pedimos a nuestros amigos estadounidenses que hagan tal o cual cosa, les ordenamos que lo hagan”, sugirió un dirigente israelí recientemente.
Esto significa que mientras Israel continúa llevando la voz cantante en Washington D.C. y dirigentes como Hillary Clinton continúan temblando por temor a contrariar al poderoso lobby sionista, que explota a Estados Unidos y sus recursos con el propósito de conseguir la expansión territorial judío-sionista en el Próximo Oriente, confiar en Estados Unidos para traer la paz a la zona raya en soñar despierto.
Un país que está prácticamente esclavizado por el dinero y poder israelíes no es libre para conseguir la paz.
Tal estado podría llamarse los “Estados Unidos de Israel” y no los “Estados Unidos de América”.
En los últimos años y meses, algunos políticos estadounidenses han advertido que la subordinación descomunal de Estados Unidos a Israel podría tener graves consecuencias.
Se le atribuye a Michael Scheuer, antiguo analista de la CIA y ahora asesor de la CBS, haber dicho “nuestro apoyo incondicional a Israel fue la principal causa del 9/11”.
Anthony Zinni, el primer enviado de George Bush al Próximo Oriente, declaró que “los Estados Unidos invadieron Iraq por Israel y petróleo”.
Ahora Israel acosa a la administración Obama para atacar a Irán con el fin de afianzar la supremacía militar de Israel en Oriente Próximo y más allá.
Algunos dirigentes gubernamentales estadounidenses reconocen este acoso en privado, pero no lo denuncian por miedo a perder su empleo.
Pero lo que sí es evidente es que el abrazo de Estados Unidos al colonialismo y criminalidad de Israel imposibilitará cualquier oportunidad de paz en Palestina.
En resumen, USA necesita a políticos que sean más honrados que temerosos de la ira del lobby judío.
Sin embargo, esto no ocurrirá hasta que la opinión pública mayoritaria de Estados Unidos no descubra el papel desastroso que Israel y sus agentes representan en la vida de su país.
Merece ser tomado en serio, tanto por lo que dice como por lo que omite.
Especialmente significativa es su primera declaración de fondo sobre asuntos exteriores, el 22 de enero, en el Departamento de Estado, en la presentación de George Mitchell, quien servirá como su enviado especial para la paz en Medio Oriente.
Mitchell centrará su atención en el problema entre Israel y Palestina, a raíz de la reciente invasión de Estados Unidos e Israel a Gaza.
Durante el asalto criminal, Obama se mantuvo en silencio, más allá de repetir algunos lugares comunes, porque, dijo, sólo hay un presidente, un hecho que no le impidió hacer declaraciones sobre muchas otras cosas.
En su campaña, sin embargo, repitió su afirmación de que "si los misiles estuvieran cayendo donde duermen mis dos hijas, haría todo lo posible para detener esto".
Él se refería a los niños israelíes y no a los cientos de niños palestinos asesinados por las armas de EE.UU., sobre los cuales no podía hablar, porque sólo había un presidente...
El 22 de enero, sin embargo, Barack Obama ya era presidente y podía hablar libremente sobre estos asuntos, evitando, sin embargo, el ataque a Gaza, que se suspendió, convenientemente, justo antes de su toma de posesión.
En sus declaraciones, Obama hizo hincapié en su compromiso para una solución pacífica del conflicto. Sus comentarios fueron un cuanto tanto ambiguos, pero hizo una propuesta concreta:
"La iniciativa de paz árabe contiene elementos constructivos que podrían ayudar a avanzar en estos esfuerzos. Ahora es el momento de que los Estados árabes actúen para lograr el cumplimiento de dicha iniciativa mediante el apoyo al gobierno palestino del Presidente Abbas y el Primer Ministro Fayyad, adoptando medidas para normalizar las relaciones con Israel y defendiéndose del extremismo que nos amenaza a todos".
Obama no está directamente falseando la propuesta de la Liga Árabe, pero el engaño cuidadosamente formulado es instructivo.
La propuesta de paz de la Liga Árabe llama, en efecto, a la normalización de las relaciones con Israel en el contexto, repito, en el contexto, de una solución de dos estados en los términos del consenso internacional, que vienen de largo tiempo atrás y que los EE.UU. e Israel han bloqueado desde hace más de 30 años, en total aislamiento internacional.
El núcleo de la propuesta de la Liga Árabe, como Obama y sus asesores sobre Medio Oriente saben muy bien, es un llamamiento para un arreglo político pacífico en los términos antes mencionados, que son bien conocidos y reconocidos por ser la única base para una solución pacífica, a la que ahora Obama pide que se comprometan.
La omisión de ese hecho fundamental no puede ser accidental e indica claramente que Obama no prevé alejarse del rechazo habitual de los EE.UU. a esta propuesta.
Su llamamiento a los estados árabes para actuar en el corolario de su propuesta, mientras que los EE.UU. ignoran incluso la existencia de su contenido central, que es la condición previa para el corolario, supera todo cinismo.
Los actos más importantes para socavar una solución pacífica son las acciones [israelíes] diarias en los territorios ocupados, respaldadas por los Estados Unidos, todas reconocidas por ser de índole criminal: la apropiación de tierras y recursos valiosos y la construcción de lo que el principal arquitecto del plan, Ariel Sharon, llamó "bantustanes" para los palestinos, una comparación injusta, porque los bantustanes eran mucho más viables que estos fragmentos de tierra que se les han dejado a los palestinos bajo la concepción de Sharon.
Sin embargo, los EE.UU. e Israel siguen oponiéndose a una solución política incluso por escrito, más recientemente, en diciembre de 2008, cuando los EE.UU. e Israel (y unas pocas islas del Pacífico) votaron en contra de una resolución de la ONU para apoyar "el derecho del pueblo palestino a la libre determinación". (aprobada por 173 votos a 5, con la oposición de EE.UU. e Israel, con pretextos evasivos)
Obama no tuvo nada qué decir acerca del asentamiento y desarrollo de infraestructuras en Cisjordania y las complejas medidas de control de la existencia palestina misma, destinadas a socavar las perspectivas de una solución pacífica de dos Estados. Su silencio es una sombría refutación a su floreciente oratoria al respecto de que:
"Mantendré un compromiso activo para buscar que dos Estados vivan lado a lado, en paz y seguridad".
Tampoco se menciona la utilización por parte de Israel de armas de EE.UU. en Gaza, en violación no sólo con la legislación internacional, sino en clara violación también con la legislación estadounidense. O el envío de Washington de nuevas armas a Israel en el momento más álgido del ataque de EE.UU. e Israel, algo seguramente no desconocido por los asesores de Medio Oriente de Obama.
Obama fue firme, sin embargo, en que el contrabando de armas a Gaza debe detenerse.
Él respalda el acuerdo de Condoleezza Rice y la canciller israelí, Tzipi Livni, de que la frontera de Gaza y Egipto debe cerrarse, un notable ejercicio de arrogancia imperial, como señaló el Financial Times:
"...mientras en Washington se felicitan mutuamente, ambas funcionarias parecieron olvidarse del hecho de que estaban llegando a un acuerdo sobre el comercio ilegal que se lleva a cabo en la frontera de otro país: Egipto, en este caso. Al día siguiente, un funcionario egipcio describió el memorando como 'ficticio' ".
Las objeciones de Egipto fueron ignoradas.
Volviendo a la referencia de Obama sobre la "constructiva" propuesta de la Liga Árabe, tal como indica el texto, Obama insiste en restringir el apoyo al partido derrotado en las elecciones de enero de 2006, la única elección libre en el mundo árabe, a la que los EE.UU. e Israel reaccionaron instantánea y abiertamente, castigando con severidad a los palestinos por oponerse a la voluntad de los amos.
Un tecnicismo menor es que el mandato de Abbas finalizó el 9 de enero y que Fayyad fue nombrado Primer Ministro sin la confirmación del Parlamento palestino (muchos de ellos secuestrados y en cárceles israelíes).
Ha'aretz describe a Fayyad como "una persona poco común en la política palestina. Por una parte, es el político palestino más apreciado por Israel y Occidente. Por otro lado, sin embargo, no tiene poder electoral ni en Gaza ni en Cisjordania".
El informe también hace notar "la estrecha relación de Fayyad con el poder en Israel," sobre todo su amistad con el extremista asesor de Sharon, Dov Weiglass. Aunque carece de apoyo popular, se le considera un político competente y honesto.
Esta no es regularmente la norma de aquellos sectores políticos respaldados por los Estados Unidos.
La insistencia de Obama en que sólo existen dentro de la política palestina Abbas y Fayyad encaja con el desprecio constante de Occidente por la democracia, a no ser que esté bajo su control.
Obama dio las razones de costumbre para ignorar al gobierno electo dirigido por Hamas:
"Para formar parte de quienes están en favor de la paz el cuarteto [EE.UU., Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas] ha dejado claro que Hamas debe cumplir con condiciones más que claras: reconocer el derecho de Israel a existir, renunciar a la violencia y acatar acuerdos anteriores".
No se menciona, también como de costumbre, el pequeño inconveniente de que los EE.UU. e Israel se oponen firmemente a las tres condiciones.
En pleno aislamiento internacional, no sólo bloquean la solución de dos estados, uno de ellos un Estado palestino, sino que, por supuesto, no renuncian a la violencia y rechazan la propuesta central del cuarteto de la "hoja de ruta".
Israel la aceptó oficialmente, pero con 14 reservas que eliminan efectivamente sus contenidos (y es tácitamente respaldado por los EE.UU.)
Es el gran mérito del libro de Jimmy Carter, Palestine: Peace not Apartheid (Palestina: Paz no Apartheid), el haber traído estos hechos a la atención publica por primera vez... y única vez en los grandes medios de comunicación.
De ello se deduce, por razonamiento elemental, que ni los EE.UU. ni Israel forman "parte de quienes están en favor de la paz".
Pero eso simplemente no puede ser.
Esto ni siquiera es una frase existente en el idioma inglés.
Tal vez sea injusto criticar a Obama por este nuevo ejercicio de cinismo, porque es una práctica casi general, a diferencia de su escrupulosa eliminación de los principales componentes de la propuesta de la Liga Árabe, que es su propia y novedosa contribución.
Una práctica casi universal son también las típicas referencias a Hamas: una organización terrorista, dedicada a la destrucción de Israel (o quizás dedicada a la destrucción de todos los judíos), etc.
Se omiten los hechos un tanto incómodos de que Israel y los EE.UU. no sólo se dedican a la destrucción de cualquier Estado palestino viable, sino que aplican sin cesar dichas políticas. O que, a diferencia de la negativa de EE.UU. e Israel, Hamas ha pedido públicamente, en repetidas ocasiones y explícitamente, una solución de dos estados en los términos del consenso internacional.
Obama empezó diciendo:
"Permítanme ser claro: Estados Unidos está comprometido con la seguridad de Israel. Y siempre vamos a apoyar el derecho de Israel a defenderse contra amenazas justificadas".
No dijo nada sobre el derecho de los palestinos a defenderse contra las amenazas, mucho más extremas, como las que ocurren a diario, con el apoyo de los EE.UU., en los territorios ocupados. Pero esto, una vez más, es la norma.
También es normal la enunciación del principio de que Israel tiene derecho a defenderse. Eso es correcto, pero vacío: todo el mundo tiene ese derecho. Pero en este contexto el cliché es peor que vacuo: es un engaño cínico.
La cuestión no es si Israel tiene el derecho a defenderse, como todo el mundo lo tiene, sino si tiene el derecho a hacerlo por la fuerza.
Nadie, incluido Obama, considera que los Estados gozan de un derecho general para defenderse por la fuerza: es necesario en primer lugar demostrar que no existen otras alternativas pacíficas.
En este caso, seguramente las hay.
Una estrecha alternativa para Israel sería respetar un alto al fuego, por ejemplo, el alto al fuego propuesto por el dirigente político de Hamas, Khaled Misal, unos días antes de que Israel lanzara su ataque, el 27 de diciembre.
Mishal llamó a restablecer el acuerdo de 2005.
Este acuerdo pedía que se pusiera fin a la violencia y que se abrieran de manera ininterrumpida las fronteras, así como que Israel garantizara que los bienes y las personas pudieran circular libremente entre las dos partes de la Palestina ocupada, Cisjordania y la Franja de Gaza.
El acuerdo fue rechazado por los EE.UU. e Israel unos meses más tarde, después de las elecciones libres de enero de 2006, cuando los palestinos tomaron "el camino equivocado".
Hay muchos otros casos de gran relevancia.
La más amplia y más importante alternativa sería que los EE.UU. e Israel abandonaran su rechazo extremo y se unieran al resto del mundo, incluyendo a los estados árabes y a Hamas, en apoyo a la solución de dos Estados de acuerdo con el consenso internacional.
Cabe señalar que en los últimos 30 años ha habido una excepción a la oposición de EE.UU. e Israel: las negociaciones de Taba en enero de 2001, que parecían estar a punto de llegar a una solución pacífica, cuando Israel pidió que éstas se suspendieran prematuramente.
No sería, entonces, descabellado que Obama llegara a un acuerdo para unirse al resto del mundo, incluso en el marco de la política de EE.UU., si estuviera interesado en hacerlo.
En resumen, la contundente reiteración de Obama sobre el derecho de Israel a defenderse es otro ejercicio de engaño cínico, aunque, hay que admitirlo, no es exclusivo de él, sino que es una práctica casi general.
El engaño es especialmente llamativo en este caso debido a que se dio en lo que fue el nombramiento de Mitchell como enviado especial a Medio Oriente.
El principal logro de Mitchell ha sido su destacado papel en la solución pacífica en Irlanda del Norte.
Hizo un llamamiento para que se pusiera fin al terrorismo del IRA y a la violencia británica.
Es el reconocimiento implícito de que, si bien Gran Bretaña tenía el derecho a defenderse del terror, no tenía derecho a hacerlo por la fuerza, porque había una alternativa pacífica: el reconocimiento de los legítimos reclamos de la comunidad católica irlandesa, que fueron las raíces del terrorismo del IRA.
Cuando Gran Bretaña adoptó esta sensata postura, el terror terminó.
Las medidas a tomar en la misión de Mitchell con respecto a Israel y Palestina son tan evidentes que no necesitan ser explicadas detalladamente. Y la omisión de las mismas es, de nuevo, un sorprendente indicio del compromiso de la administración de Obama con el rechazo y la oposición a la paz, a menos de que sea en sus términos extremistas.
Obama también elogió a Jordania por su "constructivo papel en la formación de fuerzas de seguridad palestinas y por haber fomentado sus relaciones con Israel", lo cual contrasta con la negativa de los EE.UU. e Israel para tratar con el gobierno libremente elegido de Palestina, mientras castiga a los palestinos por elegir a dicho gobierno, con pretextos que, como se ha señalado, no soportan el más mínimo escrutinio.
Es verdad que Jordania se sumó a los EE.UU. para armar y entrenar a las fuerzas de seguridad palestinas, a fin de que pudieran reprimir violentamente cualquier manifestación de apoyo a las desgraciadas víctimas del asalto de EE.UU. e Israel en Gaza, así como para lograr la detención de los partidarios de Hamas y del destacado periodista Khaled Amayreh, mientras organizaba sus propias manifestaciones en apoyo a Abbas y Fatah, en la que la mayoría de los participantes "eran funcionarios públicos y niños de escuelas que fueron designados por la Autoridad Palestina para participar en el rally", según el Jerusalem Post. Ése es nuestro tipo de democracia.
Obama hizo un comentario más de fondo:
"Como parte de un alto al fuego duradero, los cruces fronterizos de Gaza debe ser abiertos para permitir el flujo de la ayuda y el comercio, con un régimen de vigilancia adecuado..."
No mencionó, por supuesto, que los EE.UU. e Israel habían rechazado el mismo acuerdo justo después de las elecciones de enero de 2006 y que Israel nunca ha cumplido posteriores acuerdos similares sobre las fronteras.
No ha habido tampoco ninguna reacción al anuncio de Israel de que rechazaba el acuerdo de cese al fuego, de modo que las perspectivas para que sea "duradero" no son prometedoras. Como se informó a la vez en la prensa:
"El Ministro del gabinete israelí, Binyamin Ben-Eliezer, quien toma parte en las deliberaciones de seguridad, dijo el jueves a la Army Radio (Radio del Ejército) que Israel no dejaría reabrir los pasos fronterizos con Gaza sin un acuerdo para liberar a [Gilad] Schalit..." (AP, 22 de enero)
"Israel mantendrá cerrados los cruces fronterizos de Gaza... El funcionario dijo que el gobierno tiene previsto utilizar la negociación por la liberación de Gilad Shalit, el soldado israelí en poder del grupo islamista desde el 2006..." (Financial Times, 23 de enero)
"A principios de esta semana, el Ministro de Relaciones Exteriores israelí, Tzipi Livni, dijo que los progresos para poner en libertad al cabo Shalit serían una condición previa para la apertura de los cruces fronterizos que han sido mayoritariamente cerrados desde que Hamas arrebató el control de Gaza en 2007 a la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania..." (Christian Science Monitor, 23 de enero)
"...un funcionario israelí dijo que sería difícil cualquier levantamiento del bloqueo, pues se vincula con la liberación de Gilad Shalit..." (FT, 23 de enero)
...entre muchos otros.
La captura de Shalit es un tema prominente en Occidente, otra muestra de la criminalidad de Hamas.
Independientemente de lo que se piense, es incontrovertible que la captura de un soldado del ejército agresor es un delito mucho menor que el secuestro de civiles, exactamente lo que hicieron las fuerzas israelíes el día anterior a la captura de Shalit, quienes invadieron la ciudad de Gaza y secuestraron a dos hermanos, a quienes se llevaron a través de la frontera y desaparecieron en el complejo penitenciario israelí.
A diferencia del caso mucho menos grave de Shalit, este crimen prácticamente no fue informado y se ha olvidado, así como se olvida la práctica habitual de Israel durante décadas de secuestrar civiles en el Líbano y en alta mar y enviarlos a cárceles israelíes, a menudo durante muchos años, como rehenes.
Sin embargo, la captura de Shalit dificulta un cese al fuego.
Las declaraciones de Obama sobre Oriente Medio en el Departamento de Estado se refirieron también al "deterioro de la situación en Afganistán y Pakistán... el frente central en nuestra permanente lucha contra el terrorismo y el extremismo".
Unas horas más tarde, aviones de EE.UU. atacaron una aldea remota de Afganistán, con la intención de matar a un comandante talibán.
"Ancianos de la aldea, sin embargo, dijeron a los funcionarios de la provincia que nunca hubo talibanes en la zona, la cual describieron como una aldea poblada principalmente por pastores. Entre los 22 muertos se encontraban mujeres y niños, de acuerdo con Hamididan Abdul Rahmzai, el jefe del consejo de dicha provincia..." (Los Angeles Times, 24 de enero)
El primer mensaje del presidente afgano Karzai a Obama después de ser elegido en noviembre fue una petición para poner fin a los bombardeos de civiles afganos, lo cual repitió horas antes del juramento de Obama.
Esto se consideró tan importante como la convocatoria de Karzai para fijar un calendario para la salida de los EE.UU. y de las demás fuerzas extranjeras.
Los ricos y poderosos tienen sus "responsabilidades".
Entre sus responsabilidades, el New York Times informó, se encuentra la de "garantizar la seguridad" en el sur de Afganistán, donde "la insurgencia local está creciendo y es autosustentable".
Todo lo cual nos resulta muy familiar.
Es como en el periódico Pravda, en la década de 1980, por ejemplo.
Noam Chomsky
Traducido por Carlos F. Diez Sánchez
Revisado por Felisa Sastre
(mas...)
Israel nuclear
Se empezó a especular sobre la posesión de armas nucleares por parte de Israel en los años sesenta, cuando entró en funcionamiento el reactor nuclear construido en Dimona, situado en el desierto de Negev. Aunque en realidad el proyecto nuclear israelí surge en 1948, al poco tiempo de la creación del Estado hebreo. Y, si pudo hacerse tangible, fue gracias a la asesoría técnica brindada por Francia a finales de los años cincuenta.
Quien dio pruebas irrefutables de la aventura nuclear de Israel fue Mordechai Vanunu, técnico que trabajaba en la central de Dimona. En 1986 entregó documentos y fotografías al periodista Peter Hounam del periódico británico The Sunday Times.
Según la BBC:
La evidencia brindada por Vanunu llevó a varios expertos a calcular que Israel tenía al menos unas 100 ojivas nucleares, y posiblemente hasta más de 2000. Como referencia se pueden utilizar los ejemplos de India y Pakistán, los dos miembros más recientes del "club nuclear", a los que se les atribuyen unas 20 ojivas nucleares.
Mordechai Vanunu fue secuestrado por el Mosad en Roma. Pasó 18 años en prisión, de los que 12 fueron en confinamiento solitario. Al mismo tiempo, recibía numerosos premios en Europa. En 2001, la universidad noruega de Tromso le otorgó un doctorado honoris causa. Nominado al premio Nobel de la Paz en reiteradas ocasiones, organizaciones como Amnistía Internacional lo han considerado un prisionero de conciencia.
Como siempre, Robert Fisk saca a luz datos reveladores:
Nadie puede negar la convicción de Vanunu. Nacido en 1954 en una familia judía religiosa en Marruecos, emigró a Israel a los nueva años, hizo el servicio militar a mediados de los años setenta y comenzó a trabajar en Dimona en noviembre de 1976 mientras completaba cursos de grado en Filosofía y Geografía. Tal vez fuera durante sus viajes a Tailandia, Birmania, Nepal y Australia que decidiera que tenía la obligación moral de hablar de las armas nucleares de Israel.
Preocupado por el creciente poderío nuclear de Israel se dirigió a un periódico británico en septiembre de 1986 con la esperanza de contar la verdad de Dimona. Se acercó primero al Daily Mirror de Robert Maxwell. Le pasó fotografías de la planta con la esperanza de recibir una respuesta. Sin que Vanunu lo supiera, Maxwell mandó las fotos a la embajada israelí en Londres, supuestamente para que "las vieran" y "confirmaran" si la historia era cierta. Parece que Maxwell tenía otro motivos que la integridad periodística para traicionar a Vanunu. Después de su muerte en el mar en 1991, Maxwell, que había robado millones de fondos de pensión, recibió un funeral oficial en Israel, en el que Shimon Peres alabó sus "servicios" al Estado.
En 1991, otro grandísimo reportero de investigación, Seymour Hersh, publicaba el libro The Samson Option, fruto de tres años de investigación que descubría los entresijos de la estrategia nuclear israelí: en caso de estar acosado, contra las cuerdas, lanzar un ataque masivo contra sus vecinos árabes.
La pantomima americana
En 2006, Robert Gates, actual Secretario de Defensa, señaló a Israel como uno de los estados nucleares que rodean a Irán. Una vez en el gobierno afirmó que esas declaraciones las había hecho a modo de “ciudadano”.
Pero existe una reciente admisión pública de la realidad nuclear de Israel mucho más relevante, según señala Bryant Jordan en Defense Tech:
Oficialmente, EEUU tiene una política de "ambiguedad" con respeto a las capacidad nucleares de Israel. Esencialmente, practica el juego por el que no reconoce ni niega el poder nuclear de Israel.
Pero un estudio del pasado año del Departamento de Defensa podría ser el primer documento desclasificado que admite que Israel es una potencia nuclear. En la página 37 del informe del U.S. Joint Forces Command, el ejército incluye a Israel en el "creciente abanico de potencias nucleares que van desde Israel en el oeste pasando de un emergente Irán a Pakistán, India, y hasta China, Corea del Norte y Rusia al este.
Las tres claudicaciones de Obama
El pasado 9 de febrero, Helen Thomas, corresponsal en la Casa Blanca, preguntó al presidente si sabía de algún país en Oriente Próximo con armas nucleares. Barack Obama eludió una respuesta, “Israel”, que podría haber significado un punto de inflexión en la historia.
Para quienes esperaban un cambio en la nueva administración al frente de la Casa Blanca, otra decepción. Primero fue el silencio de Obama ante la masacre de Gaza (silencio que no guardó en temas económicos, aunque tampoco era presidente en aquellos momentos).
Después vino la historia de Charles Freeman, nominado para el puesto de director de Consejo Nacional de Inteligencia. Antiguo embajador en Arabia Saudí, había dicho cosas tan ciertas como que la “ocupación israelí es profundamente violenta” o que “Israel no pretende la paz con los palestinos”.
Uri Avnery describe así lo sucedido:
Naturalmente, elegir a semejante persona fue visto con gran alarma por el loby proisraelí en Washington. Decidieron responder con un ataque abierto. Nada de negociaciones sutiles entre bambalinas, sino una completa demostración de poder al comienzo de la era Obama. Una denuncia pública se puso en marcha, con senadores y diputados empujados a actuar, y una movilización de la prensa. Se puso en cuestión la integridad de Freeman, con el "descubrimiento" por parte de los medios de sombrías conexiones con intereses financieros árabes y chinos. Dennis Blair intentó defender a su candidato, pero fue en vano.
Tres oportunidades que Obama para demostrar que cumpliría con su palabra de una nueva política para Oriente Próximo. Tres oportunidades desperdiciadas para tratar de terminar con la política de expulsión y represión de los palestinos en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental.
Una política que no empezó con los Kassam, ni con los atentados suicidas, sino hace sesenta años, como bien enfatiza Fisk al recordar que los habitantes de la franja vivían antes en sitios como Ashkelón. Y una sola gran decepción.
Hernán Zin
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