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Israel: Sondeos favorecen a oposición por lo que deciden atacar nuevamente Gaza |
El opositor Benjamín Netanyahu, del conservador partido Likud, encabeza hoy los sondeos previos a las elecciones del día 10, pese a los intentos del gobierno israelí de sacar dividendos políticos a sus ataques diarios contra Gaza.
Según las encuestas, Likud parece emerger como el favorito a título individual para vencer los comicios, mientras el bloque de partidos de derecha y religiosos que lidera se perfila como ganador de la mayoría de los 120 escaños de la Knesset o parlamento.
Todos los sondeos de opinión colocan a la agrupación de Netanyahu por delante del oficialista partido Kadima, que dirige la actual canciller, Tzipi Livni, unos con 12 curules de ventaja (34 a 22) y otros con un mínimo de tres (28-25).
Esa diferencia es teóricamente el margen mínimo suficiente para evitar formar gobierno por la vía de un acuerdo de coalición, según analistas políticos.
De mantenerse las estadísticas, es casi seguro que Netanyahu sea invitado por el presidente Shimon Peres a formar el próximo gobierno.
La última entrega de la encuestadora Maariv concedió hoy 27 escaños al Likud contra 23 para Kadima, mientras el partido Laborista, del ministro de Defensa, Ehud Barak, aparece con 15, aún cuando su líder se autodefine como estratega de la devastadora agresión a Gaza.
Al mismo tiempo, todas las encuestas, sin excepción, otorgan a las fuerzas religiosas y derechistas una ventaja virtualmente inexpugnable, con un rango desde 10 asientos (65-55) hasta 18 (69-51).
La agrupación Israel Beiteinu ocuparía 15 puestos en el hemiciclo legislativo, seguida del ultraortodoxo Shass (10), Meretz y Torah Judaismo, cinco cada uno, y Hogar Judío y Chadash (cuatro cada uno).
La relación otorga a la Unión Nacional y a Ra´am-Ta´al, tres asientos por igual, y a Balad otros dos. El Partido Verde no cuenta con el favor de ningún votante, según el sondeo.
Mientras Livni aboga ahora por cambiar lo que llamó inestable sistema electoral, el líder de Israel Beiteinu, Avigdor Lieberman, desmintió haber sostenido diálogos secretos con los palestinos.
A su vez, el jefe del partido sefardita Shass, Eli Yishai, dijo que apoyará a Netanyahu en un futuro gabinete, si garantiza destinar una partida presupuestaria a los estipendios infantiles, además del compromiso de no negociar Jerusalén con los palestinos.
En medio de la agitación previa a las elecciones anticipadas, el ejército israelí bombardeó el martes, por cuarto día seguido, el sur de Gaza en alegada respuesta al disparo de un cohete que impactó en la localidad sureña de Ashkelon, sin causar víctimas.
La aviación judía atacó la ciudad de Khan Younis, segunda de Gaza, y la zona fronteriza de Rafah con Egipto, con el propósito de destruir túneles subterráneos que Tel Aviv asegura son utilizados para entrar de contrabando armas destinadas a los grupos armados islamistas.
Igualmente, lanchas militares hebreas continúan el patrullaje del litoral de la franja y el martes dispararon contra botes ocupados por palestinos en la costa, relataron testigos.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, memoria, mentiras, multitud, politica, violencia.
Indicaron que los aviones israelíes sobrevolaron el área y luego se escucharon dos enormes explosiones continuas en el área, sin que se reportaran daños o lesionados.
Además, aviones israelíes golpearon un puesto perteneciente a las Brigadas Al-Kassam, ala armada del Movimiento Islámico Hamas, dijeron testigos, agregando que un misil destruyó el puesto. No se reportaron lesionados.
El ejército de Israel continúa advirtiendo a los residentes del pueblo de Rafah en el sur de la Franja de Gaza a través de mensajes de teléfono móvil que deben salir del área cerca de la frontera entre la Franja de Gaza y Egipto.
Aviones israelíes también volaron en el pueblo de Rafah lanzando miles de folletos diciendo que deben salir de las áreas que serán bombardeadas, particularmente el área fronteriza entre Rafah y Egipto.
Los ataques aéreos israelíes contra el sur de la Franja de Gaza ocurrieron horas después de que grupos militantes de Gaza se atribuyeron la responsabilidad de disparar varios cohetes de manufactura casera contra pueblos y comunidades en el sur de Israel.
(Xinhua)
En esa misma zona la Fuerza Aérea lanzó esta tarde miles de panfletos pidiendo a la población que abandone la ciudad ante el inminente bombardeo.
El Ejército de Israel atacó desde el 27 de diciembre del pasado año y por tres semanas consecutivas a la población palestina en la Franja de Gaza, causando la muerte de mil 300 personas y más de 5 mil heridos.
En tanto, el partido de centro, Kadima, al cual pertenecen el actual primer ministro, Ehud Olmert, y la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, busca convencer al público que la pragmática Livni, quien en 2008 se vio activamente involucrada en las negociaciones de paz con los palestinos, y más recientemente en la dramática campaña militar en la Franja de Gaza, tiene la capacidad para conducir al país.
Nueve años más joven que Netanyahu, Livni reemplazó a Olmert como líder de Kadima en septiembre pasado, y perdió la oportunidad de convertirse en la segunda mujer en asumir el cargo de primera ministra de Israel. "Believni", como dice su lema de campaña, también recuerda el estilo de Obama.
Por su parte, Avigdor Lieberman, líder del partido ultra nacionalista Israel Beiteinu, ha llamado más la atención desde la operación militar en la Franja de Gaza, gracias a la cual políticos de línea dura se han visto más fortalecidos en comparación a quienes se inclinan por las negociaciones de paz. Algunas encuestas muestran que el partido de extrema derecha podría sobrepasar al partido Laborista y convertirse en la tercera fuerza política del país en el nuevo parlamento.
A pesar que los números no son prometedores para el líder laborista y actual ministro de Defensa, Ehud Barack se mantiene como un fuerte candidato. Con la seguridad nacional como el tema clave para el electorado, la campaña de Barak se ha enfocado en su experiencia como jefe del ejército, ministro de defensa y ex primer ministro.
En lo que podría interpretarse como una aprobación pública de sus credenciales, las encuestas muestran que más votos irían hacia el partido Laborista después de la operación militar en Gaza.
A su vez, los partidos también han realizado campañas negativas contra sus rivales, especialmente entre Kadima y Likud. Una propaganda señalaba en relación a Livni que el cargo de primer ministro "es demasiado grande para ella". Por su parte, Kadima respodió con una propaganda que señalaba "¿Bibi? no le creo".
En tanto, la comunidad ultraortodoxa, que considera impropio colocar imágenes de mujeres en lugares públicos, estaría ligada al rayado o decapitación de carteles de Livni en Jerusalén, mientras que los candidatos masculinos permanecieron intactos.
Además de los principales cuatro partidos, hay otras 30 colectividades participando en la elecciones, con diversas propuestas que varían desde temas socio económicos hasta la protección medioambiental, incluyendo la legalización del uso del opio. Algunos partidos son nuevos y pequeños, pero gracias a la finaciación estatal, todos pueden acceder a su parte de la publicidad en la televisión los diarios.
(Xinhua)
No por casualidad en ocasión de las elecciones el partido de derecha Unidad Nacional eligió a Marzel como observador en una de las urnas de Um el-Fahem. La reacción de las fuerzas politicas árabes fue de gran indignación y el municipio amenazó con cerrar los accesos a la ciudad, el día de las elecciones, para impedir el ingreso de Marzel.
Hoy el fiscal general, Menachem Mazuz, envió una carta al juez haciéndole presente que, según la policía y el Shin Bet, servicios de seguridad interior, la presencia de Marzel en Um el-Fahem en la jornada electoral puede causar violencia.
El juez sin embargo replicó que es parte de las prerrogativas de cada partido elegir a sus observadores. Si hay problemas de seguridad, concluyó el magistrado, corresponde a la policía tomar las medidas.
A ello valdría la pena añadir la psicosis prefabricada del “latente peligro árabe”, que llevó a prohibir la participación de los partidos árabe-israelíes en la lid, bajo el falaz argumento del nacionalismo.
Las encuestas hablan solas mientras las bombas israelíes siguen cayendo sobre la franja costera, ahora de forma esporádica, tras 22 días de una despiadada ofensiva militar que dejó más de mil 350 muertos y unos cinco mil 300 heridos palestinos.
A juzgar por los sondeos publicados este viernes, último día permitido por ley antes de las votaciones del 10 de febrero, el conservador Partido Likud ganará con estrecho margen a su más cercano rival, el gobernante Kadima.
Por el contrario, el bloque encasillado como derechista, que integra esa agrupación liderada por el ex primer ministro Benjamín Netanyahu, se impondrá fácilmente al autodenominado de izquierda.
Vale aclarar que en el caso israelí, a excepción de los círculos ultraortodoxos, las denominadas derecha e izquierda tienen fuerte identidad ideológica y divergen muy poco en la práctica.
Un sondeo difundido por el diario The Jerusalem Post y la firma Smith indicó que la derecha obtendría 65 asientos de la Knesset, de ellos 26 del Likud y 17 ó 18 de la organización Israel Beiteinu.
El ente legislativo, que consta de 120 curules, reservaría unas 55 a la llamada izquierda, a saber, 23 de Kadima, que lidera la actual canciller judía, Tzipi Livni, y 14 del Partido Laborista, comandado por el ministro de Defensa, Ehud Barak.
Respecto a encuestas de hace apenas una semana, la agrupación gobernante ha conseguido reducir la diferencia respecto a Likud, que perdió tres escaños ganados por Israel Beiteinu, cuyo jefe es el judío de origen ruso Avigdor Lieberman.
Un sondeo publicado por el periódico Globes sitúa a Lieberman con unos 21 asientos en el parlamento, monto que llevó a Netanyahu a advertir a los votantes de la derecha que si muchos favorecen a los partidos “satélites” de Likud, éste terminará perdiendo los comicios. Además de la encuesta de Rosner, las difundidas por el sitio web del Canal 2 de la televisión israelí y el rotativo Haaretz otorgan una diferencia de uno y dos escaños, respectivamente, a Likud y Kadima, mientras la publicación Israel Hayom concede un margen de seis.
En opinión de analistas, en el acercamiento entre ambas fuerzas tiene que ver la persistencia de los bombardeos sobre zonas de Gaza, sobre todo en la frontera sur con Egipto, como “terminando el trabajo” que a decir de Netanyahu quedó incompleto con la bárbara agresión.
Sin embargo, la matanza de palestinos y la devastación de la franja costera no aportaron los dividendos esperados a Livni, como defensora diplomática de los ataques, ni Barak, como estratega de los mismos.
No es fortuito que en el centro del discurso proselitista esté con gran fuerza la ofensiva “Plomo Fundido” sobre el enclave palestino, en el sentido de cuestionar si fue suficiente y efectiva, pero nunca con reproches a la actuación sobre el terreno.
Otro elemento de peso, sin dudas, es la negociación indirecta, por intermedio de Egipto, de un acuerdo de cese del fuego duradero con el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), en la cual se maneja con habilidad electoral la suerte de un soldado judío preso Gilad Shalit. La liberación del militar capturado por milicianos islamistas en 2006 ha estado en la palestra tanto por el oficialismo como por la oposición, concientes de que, de lograrse antes del sufragio, ayudaría con creces a definir quién será el próximo primer ministro.
Obligatoriedad del servicio militar, alabada por Livni, pensiones y nuevos valores para niños, defendidos por Lieberman, y críticas al matrimonio civil que éste propugna, hechas por los ultraortodoxos sefarditas, se unen a las maniobras para posibles alianzas.
Sin embargo, a primera vista parece que a los casi 5,3 millones de electores israelíes importan poco erogaciones e interioridades de los 34 partidos que pretenden conformar la 18 Knesset, proceso que costará el equivalente a unos 51,3 millones de dólares, según datos oficiales.
Las elecciones del martes, las quinta que realizará Israel en una década, tampoco escapan a la supuesta amenaza nuclear de Irán ni a las especulaciones sobre los conocidos nexos entre Siria y el grupo chiita libanés Hizbolah.
Son, a fin de cuentas, la mejor prueba de que la inseguridad es el precio que pagan los habitantes del estado judío por la intransigencia de sus líderes políticos y de que, gane quien gane, la solución del conflicto palestino-israelí parece todavía muy distante.
Al igual que el resto de los aspirantes a reemplazar al jefe de Gobierno, Ehud Olmert, Netanyahu concentra sus discursos en la reciente agresión israelí contra la Franja de Gaza y las estancadas negociaciones de paz con la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
De acuerdo con encuestas difundidas aquí, el más cercano contrincante del Likud es el partido Kadima, que encabeza la canciller Tzipi Livni, a la que se le pronostica entre 23 y 25 escaños en la Knesset o parlamento frente a 25 ó 27 para Netanyahu.
La búsqueda del voto de los indecisos –estimados en un 20 por ciento de los casi 5,3 millones de electores- ha ayudado a Kadima a acortar la distancia con Likud.
Kadima domina la coalición de gobierno saliente en la que está el ministro de Defensa y caudillo de la agrupación Laborista, Ehud Barak, relegado al cuarto lugar en la campaña por el ascenso del ultraderechista Avigdor Lieberman, de la fuerza Yisrael Beiteinu.
La aceptación en Israel del discurso antipalestino y –a la postre- antiárabe quedó manifiesta con la aprobación mayoritaria a los bombardeos contra la franja palestina de Gaza, donde murieron más de mil 300 personas y otras cinco mil 300 resultaron heridas.
En consecuencia, Lieberman logró cautivar a gran parte del público con la exaltación de valores judíos para niños y jóvenes, y el lema de “no lealtad, no ciudadanía”, relativo a retirar la condición de israelí a los árabes residentes aquí considerados traidores.
Su partido aboga por la anexión de los asentamientos judíos en la Ribera Occidental, donde radica la ANP, y el rediseño de las fronteras a fin de que la minoría árabe-israelí (poco más de un millón de personas) quede bajo control del gobierno que preside Mahmoud Abbas.
Netanyahu, sin embargo, reforzó sus promesas de no negociar el estatuto de la ciudad sagrada de Jerusalén, cuya parte oriental es concebida como capital del futuro estado palestino independiente, y de “terminar el trabajo” que cree quedó inconcluso en Gaza.
En los actos efectuados el domingo tomó el lanzamiento de dos cohetes desde el enclave contra el sur de Israel como pretexto para atacar al oficialismo y afirmar que falló en brindar la seguridad prometida a partir de la devastadora operación militar.
Asimismo, descartó devolver a Siria los Altos del Golán, ocupados desde la guerra de 1967, y propuso una “paz económica” con la ANP consistente en incentivar su desarrollo, pero sin ceder territorios ni renunciar a la expansión de las colonias judías.
Livni, por su lado, prometió retomar el diálogo de paz con los palestinos, aún cuando el gobierno de Olmert ha sido el único de Israel en desatar dos guerras contra sus vecinos árabes, a saber la frustrada invasión contra el Líbano, en 2006, y la reciente en Gaza.
Aún así, el estrecho margen con Kadima provocó un desesperado llamado de Netanyahu a sus votantes para que eviten apoyar a pequeños partidos como el de Lieberman, que cuenta con 18 ó 19 curules, pues ello podría traer “un resultado desafortunado”.
El número de indecisos se acercaba al 20% -la tasa más elevada en la historia de Israel, según los sondeos- y los líderes del Kadima y del Likud se esforzaban por atraerlos.
"La victoria está a nuestro alcance", declaró a la radio pública la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, la jefa del Kadima, cuyo objetivo es convertirse en la segunda mujer jefa del Gobierno israelí tras Golda Meir.
"Si el Kadima obtiene tan sólo un mandato más que el Likud, podremos formar una coalición gubernamental porque somos un partido centrista que puede reunir a la derecha y a la izquierda", afirmó.
En el complejo mundo de la política israelí, la persona encargada por el presidente de la tarea de formar una coalición no es forzosamente la que obtuvo más votos, sino la que tiene mayores probabilidades de reunir 61 escaños en el Parlamento unicameral de 120 legisladores (Knesset).
Livni espera que un buen resultado en los comicios del martes atraiga a su bando a partidos más pequeños, alejándolos de Benjamin Netanyahu, un ex primer ministro que dirige al Likud y que parece el mejor colocado para obtener el mayor respaldo.
Netanyahu, quien de acuerdo con los medios locales teme que la pérdida de apoyo signifique que dirigirá un gobierno frágil que durará un año o algo más, insiste en recordar su pasado en materia de seguridad.
Este lunes recorrió las colinas del Golán, prometiendo no ceder jamás ese territorio que el Estado hebreo arrebató a Siria en la Guerra de los Seis Días de 1967 y que anexó unilateralmente en 1981, como parte de un eventual acuerdo de paz con Damasco.
Las últimas encuestas daban entre 25 y 27 escaños en la Knesset al Likud y entre 23 y 25 al Kadima.
El polémico Avigdor Lieberman continuaba su campaña mientras los sondeos pronosticaban que su partido ultranacionalista, Israel Beitenu, podría obtener hasta 19 escaños, convirtiéndose en la tercera fuerza de la Knesset y empujando al veterano Partido Laborista a un cuarto lugar, su peor desempeño de la historia.
Al aumentar el respaldo popular para el partido de este político que construyó su reputación lanzando virulentos ataques contra los ciudadanos árabes del Estado hebreo, Israel Beitenu cambió su cuartel general para la noche de las elecciones, abandonando un pequeño hotel en Tel Aviv para instalarse en uno más grande de Jerusalén, a poca distancia de donde están instalados muchos medios de comunicación internacionales.
El apoyo a Lieberman ha aumentado en las últimas semanas, después de la guerra en Gaza, mientras sus enérgicas posiciones sobre los árabes israelíes y el movimiento islamista palestino Hamas encontraban un terreno fértil entre los votantes preocupados por la seguridad.
El presidente israelí, Shimon Peres, un veterano político galardonado con el Premio Nobel de la Paz, afirmó este lunes en la radio pública que "como jefe del Estado, me preocupa la incitación a la violencia contra una parte del electorado. Los árabes, al igual que todos los otros ciudadanos del país, tienen los mismos derechos y deberes que todos los demás".
“Israel está por cometer un error de juicio tan desastroso y letal como el mismo ataque sobre Gaza”.
Mientras que en los años noventa una parte nada desdeñable de la sociedad hebrea luchó y se manifestó contra la ocupación y la guerra, tanto fuera en Palestina o en el Líbano, lo cierto es que el siglo XXI ha marcado para Israel el comienzo de un evidente retroceso en el que las teorías que dan la espalda al diálogo y la devolución de territorios, que abogan abiertamente por la segregación racial y las opciones bélicas desproporcionadas, no dejan de ganar peso entre los electores.
(En las páginas The Guardian, Peter Beaumont realiza esta semana un recorrido por las ruinas del movimiento pacifista, ahora minoritario y marginal, preguntado a intelectuales y activistas qué ha cambiado en la sociedad israelí).
Fuera del mundo
En este sentido, Israel parece cada día más desvinculada de un mundo que tras ocho años de gobierno neoconservador en Washington está cansado de que las soluciones militares sean la única respuesta a los conflictos de poder, de la propaganda ramplona que apela al miedo al terrorismo para justificar lo injustificable, de la división maniquea y absurda del mundo según Bush en buenos y malos.
Como mayor ejemplo de esta falta de sintonía se podría subrayar que algunos de los candidatos que los israelíes van a votar el próximo martes acaban de ser señalados por organizaciones no gubernamentales, observadores neutrales y líderes políticos de buena parte del planeta, como potenciales criminales de guerra.
Aunque la paradoja de esta historia es que estos presuntos criminales de guerra constituyen las opciones más moderadas y deseables en los comicios. No son ellos sobre los que alertan algunos analistas en la prensa, sino sobre Avigdor Lieberman y Benjamín Netanyahu.
Le Pen en Israel
Avigdor Lieberman, líder del partido de extrema derecha Yisrael Beiteinu, pasaría de 11 escaneos en el parlamento a entre 17 y 19, superando así inclusive al laborismo de Ehud Barak.
Nacido en la Unión Soviética, y residente en una colonia judía situada en Cisjordania, Lieberman se ha hecho famoso por sus comentarios racistas contra los árabes, a los que pretende expulsar del país si no juran lealtad al Estado. En estos momentos está siendo investigado por lavado de dinero y sobornos.
Entre sus frases más destacables figuran:
Cuando hay una contradicción entre valores democráticos y valores judíos, los valores judíos y sionistas son más importantes.
Si fuera por mí, llamaría a la Autoridad Palestina para decirle que todos sus centros de negocio en Ramala serán bombardeados mañana a las diez.
Hoy, Gideon Levy compara en Haaretz la ideología radical del rabino Meir Kahane, que los israelíes rechazaron hace veinte años, con la de Lieberman, a quien considera su sucesor. “Si hay algo que describe las oscuras y vacías elecciones israelíes que terminan pasado mañana, es la transformación del racismo y el nacionalismo en valores aceptados”, afirma.
Bibi contra todos
Con respecto a Netanyahu, que quedaría en el primer puesto de votos, por lo que tendría derecho a formar gobierno, se puede decir que fue uno los principales obstáculos al proceso de paz de los años noventa, y que la viuda de Rabín lo acusa de haber creado el clima de odio que terminó con la vida de su marido (en sus actos políticos la gente cantaba: “Rabín es un nazi”).
Los puntos más importantes de su programa son:
. No sólo se opone al final de la ocupación, sino que alienta “el crecimiento natural” de los asentamientos.
. Nunca negociará Jesuralén con los palestinos.
. Usará la fuerza para acabar de una vez por todas con Hamás en Gaza.
Bibi, como se lo llama, aunque no siempre con cariño, sigue en este sentido las enseñanzas de su padre, el historiador Benzion Netanhyahu, que abogaba por la mano dura con los árabes y por crear un Estado de Israel que incluyese a la actual Jordania.
Otro de los aspectos que hacen temer el ascenso al poder de Netanyahu y de su partido, el Likud - que, por cierto, en sus estatutos niega de forma explícita el derecho a existir de un Estado palestino - es su deseo manifiesto de terminar por la fuerza con el supuesto programa nuclear de Irán.
La relación entre Clinton y Netanyahu fue tensa, hasta tal punto que este último se volvió en un huésped poco bien recibido por la Casa Blanca. Ahora, quizás le toque a Obama lidiar con un Primer Ministro israelí que, al menos de partida, va en contra de casi todo lo que su supuesto proyecto de renovación intenta promover.
No obstante, el resultado es insuficiente para que Kadima tenga garantizada la mayoría para gobernar, que se sitúa en 61 parlamentarios de los 120 que componen la Knéset (Parlamento).
Kadima tendrá 29-30 representantes ante este órgano, mientras que el Likud rondará los 27-28.
La tercera fuerza del país ha pasado a ser Israel Beytenu, una formación tan fascista y racista que entre la amalgama de sádicos fanáticos que ostentan el poder en Israel ellos son considerados los radicales. Esta formación, con sus 15-16 parlamentarios, será clave a la hora de formar gobierno.
Si Israel fuera un país 'al uso' en el reparto típico en las democracias representativas, Kadima sería el partido socialdemócrata, Likud el demócrata-cristiano, y Israel Beytenu un partido de extrema derecha.
Pero si nos atenemos a la costumbre de sus gobiernos de usurpar territorios, bloquear refugiados y bombardear civiles, podemos decir que en lo que a su comportamiento se refiere los tres partidos son ultraderecha en estado puro.
Y como no quiero ser injusto, porque hasta en la ultraderecha hay matices, la conclusión final de estos resultados es la que sigue:
Ultraderecha radical es derrotada por ultraderecha moderada, que tendrá que pactar con ultraderecha fascista para gobernar.
¿Exagero? El tiempo dirá.
Okrim Al Qasal
Hamdan dijo esperar poco de la administración que emerja de las negociaciones que ya se antojan complicadas entre los partidos Kadima y Likud, pues “apenas se diferencian” y el programa electoral de ambas fuerzas es muy similar.
Resultados aún preliminares de los comicios del martes en el estado judío otorgan a la actual canciller, Tzipi Livni, líder del Kadima, 28 escaños en la Knesset o parlamento (de 120).
El conservador Benjamín Netanyahu, jefe del Likud, aparece detrás con 27 asientos, seguido del ultranacionalista Avigdor Lieberman, de Yisrael Beiteinu (15), lo cual hace creer que el futuro ejecutivo lo integrarán los sectores más radicales, por lo general antipalestinos.
En principio, Netanyahu parece que podrá sumar 65 curules a partir de alianzas con ultraderechistas y ultrarreligiosos, mientras Livni alcanzaría sólo 55, si consigue retener a su lado a 11 diputados árabes que le retiraron la confianza tras conocer los resultados.
Por su parte, Barhoum valoró a Gaza como “la primera víctima de la demagogia electoral de los candidatos israelíes”, y aseguró no ver diferencia entre “los partidos sionistas”, término en el que incluyó a Livni, Netanyahu, Lieberman y Ehud Barak, líder de los laboristas.
“Ya los conocemos desde hace muchos años y todos han masacrado al pueblo palestino”, apuntó el dirigente islamista al opinar que todas esas fuerzas se lanzaron a una carrera desmedida “para demostrar cuál era el más extremista con los palestinos a fin de ganar los comicios”.
Mientras ciudadanos en Gaza y Cisjordania vaticinaron que el próximo gobierno israelí será incapaz de traer la paz, Barhoum alertó de que la votación podría tener graves consecuencias en las negociaciones indirectas que tienen lugar en El Cairo.
La capital egipcia es escenario de contactos bilaterales, por separado entre israelíes e islamistas palestinos para conseguir un acuerdo de cese del fuego duradero en Gaza, tras la devastadora ofensiva militar que dejó más de seis mil 600 muertos y heridos.
Entretanto, Saeb Erekat, jefe de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) para las tratativas de paz con Israel, recordó que Netanyahu se opone a la creación de un estado palestino independiente, como prevé la ONU, y sólo habla de ofrecer una ambigua paz económica.
Medios periodísticos palestinos y de otros países árabes destacan la necesidad de acciones para evitar que el proceso de paz en el Medio Oriente se convierta en rehén del desenlace de la consulta israelí.
En opinión de analistas, un gobierno con Kadima sería la opción “menos mala” para rescatar el estancado diálogo con la ANP, pero esa eventualidad se desvanece al recordar que Livni fracasó en octubre pasado en el empeño de formar un ejecutivo de coalición.
Consultado por el canal qatarí Al Jazeera, un experto regional consideró que, aún con su cuota de responsabilidad en la reciente guerra contra Gaza, Livni posee una retórica menos antiárabe y antipalestina que Likud e Yisrael Beiteinu. “Es el mal menor”, dijo.
Si bien no se puede hablar de una nueva era, pues no desea eliminar las colonias judías ni devolver los territorios ocupados, Kadima defiende la solución de dos estados (uno israelí y otro palestino) y la continuidad de las negociaciones, como dice querer Estados Unidos.
De otro lado, la prensa árabe generalmente se mostró clara en que las elecciones fueron dominadas por la extrema derecha y que el real vencedor fue Lieberman, con Yisrael Beiteinu, de ahí que crea razonable esperar una escalada de la tensión regional.
Incluso, rotativos y televisoras libanesas trasmitieron cautela en sus análisis, pero sugirieron no esperar cambios en las relaciones de Beirut con Tel Aviv, menos aún respecto al grupo chiita Hizbulah (Partido de Dios) o a los también islamistas de Hamas.
La preocupación se extiende además a Siria, cuyo gobierno mira con mucho más desesperanza la devolución por Israel de los Altos del Golán, tomando en cuenta lo dicho por Netanyahu y el hecho de que uno de los escasos temas domésticos de la campaña fue la escasez de agua.
En un comunicado, el negociador palestino denunció que Israel ha violado los acuerdos alcanzados y "ha aumentado espectacularmente las actividades de asentamiento" en Cisjordania, así como "la anexión de tierras palestinas y el deterioro de la viabilidad misma de una solución de dos Estados".
Por ello, subrayó que los palestinos quieren "que haya un completo congelamiento de todas las actividades de asentamiento israelíes", incluido Jerusalén Este, conforme con los acuerdos previos y el Derecho Internacional "lo que incluye el desmantelamiento inmediato de todos los asentamientos israelíes construidos desde marzo del 2001".
Por otra parte, Erekat consideró que "la comunidad internacional tiene la obligación de exigir a Israel rendir cuentas por su reincidencia en el incumplimiento de sus obligaciones" y pidió a Israel que respalde la Iniciativa de Paz Arabe, puesto que "ofrece una oportunidad única para avanzar el proceso de paz en base a una paz regional total". "Es una oportunidad que hasta ahora Israel ha desperdiciado", opinó.
En lo que respecta a la Franja de Gaza, el negociador palestino insistió en que "Israel tiene que levantar su asfixiante asedio sobre Gaza" que ha provocado "una crisis humanitaria que no se puede tolerar". En este sentido, pidió que se permita "la entrada de todo material necesario para la reconstrucción de Gaza".
Con el 99,7 por ciento de los votos escrutados, el Kadima de la ministra de Exteriores Tzipi Livni ha conseguido 28 de los 120 escaños que conforman el Parlamento israelí (la 'Knesset'); el Likud de Benjamin Netanyahu, al que los sondeos daban como favorito, ha logrado 27; el ultraderechista Yisrael Beiteinu ha subido hasta los 15 y los laboristas se han debido contentar con 13. El partido ultraortodoxo Shas ha conseguido once escaños.
dpa/Agencias
Un apropiado certificado de muerte para la "izquierda" sionista israelí debe emitirse finalmente; ¡con 61 años de retraso!
He aquí un fracaso de resultados para todos los partidos israelíes, categorizados por grupos conforme a sus respectivas posiciones con respecto a la ley internacional y a los derechos humanos básicos.
Sólo estos criterios universales deben emplearse en Israel, y en cualquier otra parte, para decidir quién es la derecha, quién la izquierda y quién la ultraderecha, etc.
Las comunes clasificaciones israelíes de "izquierda," "derecha" y "centro" para describir a los laboristas, Likud y Kadima , respectivamente, son completamente inexactas e intencionadamente falsas, puesto que se alejan de cualquier criterio objetivo que distinga la izquierda de la derecha.
Todavía, desgraciadamente, estas falsas etiquetas israelíes son, literalmente, repetidas como papagayos, por comentaristas, incluyendo a los progresistas, sin reflexión alguna sobre su exactitud o relevancia.
Por cualquier estándar objetivo, los resultados electorales deben revelar las siguientes categorías “exactas“:
“Ultra Derecha“: (Partidos que abiertamente adoptan plataformas racistas o fascistas, exigiendo la expulsión forzosa, o limpieza étnica, de los ciudadanos palestinos indígenas de Israel, basadas en condiciones diversas que dependen del partidoespecífico en cuestión; justificando y/o cometiendo crímenes de guerra y graves violaciones del Derecho Internacional; rechazo a las resoluciones de la ONU y la ley internacional como el fundamento para una paz justa; rechazo de los tres derechos palestinos básicos consagrados en la ley internacional: (1) Acabar por completo con la ocupación y retirarse a las fronteras de 1967, conforme a la Res. 242 del Consejo de Seguridad de la ONU, incluyendo la retirada de la Jerusalén oriental ocupada; (2) los derechos de los refugiados, sancionados por la ONU, a indemnizaciones y a volver a sus hogares de origen; y (3) el derecho a la plena igualdad dentro de Israel y acabar con el racismo institucional contra todos los ciudadanos "no-judío" del estado):
Yisrael Beitenu: 15 escaños de la Knesset
Unión Nacional: 4
Shas: 11
Hogar Judío: 3
Likud: 27
Kadima: 28
---------------------------
TOTAL (Ultra Derecha): 88 escaños (73% del total de la Knesset o el 80% de los escaños judíos de la Knesset)
“Derecha”: (Partidos que se alinean con los principios de de la Ultra Derecha a excepción de invocar abiertamente a la limpieza étnica como una plataforma política. Hay excepciones, por supuesto, por las que algunos importantes líderes laboristas de vez en cuando, han exigido la limpieza étnica, pero no se ha traducido en parte de su programa o en una política consistente, a diferencia de los partidos de Extrema Derecha de arriba)
Laboristas: 13
Torah Judaísmo Unido: 5
Meretz: 3
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TOTAL (Derecha): 21 escaños (16% del total o el 19% de los escaños judíos )
“Centro”: (Partidos que apoyan un retirada completa los territorios ocupados en 196, pero que se oponen a la igualdad para todos los ciudadanos del estado y al derecho de retorno. Puede ser generoso llamarlos de centro, pero...)
NINGUNO
“Izquierda“: (Partidos que apoyan un retirada plena de los territorios ocupados en 1967, igualdad para todos los ciudadanos del estado, y el derecho de retorno. Estos partidos se comprometen a una solución pacífica de dos estados basada en los principios de la ley internacional y los derechos humanos universales)
Lista Árabe Unida: 4 (Partido completamente palestino; políticamente en la izquierda, pero socialmente en la derecha)
Hadash (comunistas): 4 (advirtiendo que menos del 1% de los israelíes-judíos han votado por él, puede considerarse estadísticamente como un partido palestino)
Balad (demócratas nacionales): 3 (completamente palestino)
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TOTAL (Izquierda): 11 escaños (9% del total)
Es muy importante advertir que, por las noticias iniciales, parece que la mitad del público palestino de Israel boicoteó, semejante boicot es el más amplio de la historia. Esto significa que los partidos palestinos anteriores representan ¡menos de la mitad de los votantes palestinos de Israel!
Principales conclusiones:
(1) El público judío israelí ha votado predominantemente por la Ultra Derecha (incluyendo un gran aumento de apoyo para la derecha fascista)
(2) La izquierda israelí (sionista) no existe (como se predecía) como fuerza política en Israel.
(3) Los únicos partidos de izquierda en Israel son completamente palestinos.
(4) Hay un acuerdo general judío en Israel (con la excepción de algunos individuos valientes y de principios, y diminutos grupos anti-sionistas) contra todas las exigencias básicas para una paz justa como las dispuestas en las resoluciones de la ONU y que poyan la mayoría de los gobiernos del mundo
(5) Por primera vez en la historia de elecciones a la Knesset , se da cuenta que los votantes palestinos han eludido los partidos sionistas a un nivel sin precedentes y optan en cambio por partidos palestinos.
¿Qué se acaba?
Un cambio del paradigma de la difunta, inmoral, y ahora imposible, solución de los dos estados a la democrática solución de un solo estado, se requiere ahora más que nunca. Sólo rechazando todas las formas de racismo, apartheid, etnocentrismo, fundamentalismo religioso y colonialismo, y abrazando la plena igualdad y la democracia, incluyendo el derecho de retorno de los refugiados, podemos crear una paz justa y sostenible.
La invocación a una solución de los dos estados se ha vuelto en una cortina de humo a la verdad para encubrir y legitimar la ocupación continuada, la colonización y el apartheid sionista.
(mas...)
Omar
Ver los resultados electorales en Israel por ciudad y sectores:
Netanyahu
Elecciones de Israel
La intención de Lieberman es que el nuevo gobierno se ensamble entre Kadima, la formación de Tzipi Livni que cuenta con mayoría relativa por una banca, el Likud de Netanyahu y su propio partido, así como otras fuerzas que deseen sumarse.
Livni, en una primera reacción al anuncio de Lieberman, dijo que rechazará apoyar a un gobierno de parálisis política.
En tanto que, Tzahi Hanegbi, otro dirigente de su agrupación anticipó que Kadima pasará a la oposición. Por su parte, el Laborismo de Ehud Barak y la izquierda sionista de Meretz dijeron que no tienen candidatos para recomendar a Peres y que se instalarán como bancada opositora.
En el caso de lograr el apoyo de Israel Beitenu y el de las agrupaciones confesionales y de extrema derecha, Netanyahu podrá contar con al menos 65 diputados en el Parlamento (Knesset), cuatro más que el quórum mínimo para lograr la mayoría.
Lieberman sentó su posición en una conversación con el presidente Peres, quien hoy prosigue las consultas con todos los partidos pertenecientes a la Knesset, antes de decidir a quien conferirá la responsabilidad de formar el próximo gobierno. Las rondas de consultas concluirán esta noche.
Netanyahu, en sus primeros comentarios luego de haber sido nominado como primer ministro, dijo el viernes que deseaba formar un Gobierno de unidad nacional con el centrista partido Kadima que respalda a la ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, y con el izquierdista Partido Laborista.
"He convocado a la jefe de Kadima, Tzipi Livni, y al líder del Partido Laborista, Ehud Barak, y les dije: vamos unidos para asegurar el futuro del Senado de Israel. Convoqué a reunirnos primero para discutir un amplio gobierno de unidad para el bien de la gente y del Estado", dijo Netanyahu.
El partido Likud al que pertenece Netanyahu ganó 27 de los 120 asientos parlamentarios en una elección la semana pasada, apenas uno menos que el partido de centro Kadima.
Para formar un Gabinete de coalición tenían seis semanas. Si no lo lograban, deberían celebrarse nuevas elecciones.
Peres recibió a Netanyahu en la sede de la presidencia en Jerusalén, donde le entregó, siguiendo el uso, una carta en la que le encomienda formar gobierno, misión que fue aceptada a su vez por el líder ultraderechista a través de una carta en la que acepta formalmente la misión.
El presidente de Israel le entregó la misiva, al concluir poco antes la última ronda de contactos con representantes de las doce formaciones que integrarán el Parlamento israelí (Kneset).
Netanyahu, quien ya fuera primer ministro entre 1996 y 1999,d ispone ahora de un plazo de 28 días, prolongable otros 14, para lograr el aval del Parlamento a su gabinete, según estipula la legislación.
Es la primera vez en que el jefe del Estado encarga formar gobierno al dirigente de un partido que no obtuvo el mayor número de diputados en los comicios, celebrados el pasado 10 de febrero, pues el Likud obtuvo un escaño menos que el centrista Kadima, de Tzipi Livni, que logró 28.
Sin embargo, el ascenso de la derecha garantiza a Netanyahu una base sólida de 65 diputados de los 120 que integran la cámara, lo que ha inclinado la balanza a su favor.
El apoyo más pesado que sentenció las posibilidades del jefe del Likud en detrimento del Kadima, fue el del "niño-malo" de la política israelí, Avigdor Lieberman, jefe del ultraderechista Israel Beitenu, quien ayer dio a conocer su respaldo a Netanyahu.
Esa formación, la tercera en importancia con quince escaños, a la que se suman los ortodoxos sefardíes del Shas, con once, y otros partidos menores judíos del ala ultra-nacionalista, garantizan a priori que Netanyahu será el próximo jefe del Ejecutivo.
Sin embargo, el dirigente del Likud no se conforma con esa coalición, que a todas luces -apuntan analistas- chocará con la flamante Administración estadounidense por su rechazo a cualquier tipo de concesión a los palestinos.
En su lugar, busca incorporar a su gobierno al Kadima y al Partido Laborista, cuarta formación en liza que sufrió el peor descalabro de su historia al obtener apenas 13 diputados.
El líder de l a derecha israelí colocó este viernes a Irán en lo más alto de los desafíos a los que hace frente su país. "Israel atraviesa un periodo crucial y debe hacer frente a desafíos colosales. Irán busca dotarse del arma nuclear y constituye la amenaza más grave a nuestra existencia desde la guerra de independencia" de 1948, dijo Netanyahu tras recibir formalmente el encargo del presidente Peres.
"La amenaza nuclear que supone Irán" y la crisis económica actual llaman a formar un gobierno de unidad nacional, argumentó este viernes Netanyahu.
"Emplazo a la dirigente del Kadima Tzipi Livni y al jefe del Partido Laborista Ehud Barak y les dijo: 'Unámonos para garantizar el futuro del Estado de Israel. Pido reunirme con ustedes primero para debatir (la posibilidad de formar) un gobierno de unidad nacional por el bien del pueblo y del estado", manifestó Netanyahu en una conferencia de prensa junto a Peres tras recibir el encargo presidencial.
El jefe del Estado manifestaba poco antes que "Israel necesita un gobierno estable", al justificar su decisión.
Sin embargo, Tipzi Livni ha indicado que no está interesada. Ella misma había solicitado la designación como primer ministra al presidente Shimon Peres, citando la ininterrumpida tradición de que sea el líder de la formación mayoritaria el que reciba el encargo de formar un gobierno.
Peres resolvió designar a Netanyahu para formar gobierno después de que la dirigente del Kadima rechazara sumarse a una coalición de gobierno con Netanyahu, según le manifestó al propio Peres en una reunión esta mañana que puso fin a las negociaciones previas a la designación.
Por su parte, la Autoridad Palestina del presidente Mahmud Abas anunció este viernes que no trataría con el próximo gobierno israelí si éste no se compromete con la paz. "No trataremos con el gobierno israelí salvo si acepta una solución basada en los dos Estados, detener la colonización y respetar los acuerdos pasados", dijo a la AFP el portavoz de Abas, Nabil Abu Rudeina.
Netanyahu, líder del partido nacionalista Likud, tendrá ahora seis semanas para formar una coalición y someterse a la votación del Parlamento. La duda que persiste es si va a buscar una coalición de derecha y ultraderecha o un gobierno con una amplia participación del partido centrista Kadima, de su rival Tzipi Livni.
Su decisión tendrá profundas consecuencias para el alicaído proceso de paz en Medio Oriente, que en enero pasado sufrió un golpe de proporciones con la ofensiva militar israelí contra extremistas palestinos en la Franja de Gaza, para poner fin al lanzamiento de cohetes desde allí hacia el territorio del Estado judío. La ofensiva dejó 1400 muertos y 5500 heridos en la Franja.
"Israel atraviesa un período crucial y debe hacer frente a desafíos colosales. Irán busca dotarse del arma nuclear y constituye la amenaza más grave a nuestra existencia desde la guerra de independencia" de 1948, dijo el líder del Likud, de 59 años, al aceptar la designación, en una declaración en la que no mencionó explícitamente el conflicto con los palestinos. El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas, advirtió que no tratará con el próximo gobierno israelí si éste no se compromete con la paz.
En tanto, en Gaza, Ayman Taha, vocero del movimiento fundamentalista palestino Hamas, definió a "los principales" políticos israelíes como "asesinos", pero dijo que un futuro gobierno de Netanyahu puede ser "el más extremista".
Luego de los comicios de la semana pasada en Israel, Peres se reunió con líderes políticos para decidir qué candidato iba a encargarse de formar una nueva coalición de gobierno. La selección de Netanyahu se hizo evidente anteayer cuando el ultraderechista Avigdor Lieberman, que encabeza el partido Yisrael Beitenu, respaldó al líder de Likud.
Kadima obtuvo en los comicios 28 bancas, contra 27 del Likud. No obstante, esta última agrupación está en mejor posición de formar gobierno, gracias al apoyo de Yisrael Beitenu y otros partidos conservadores.
Yisrael Beitenu, que logró 15 escaños, garantiza a priori que Netanyahu sea el próximo premier. También lo respaldan los ortodoxos sefaradíes del Shas, con 11, y otros partidos menores del ala ultranacionalista. Netanyahu puede ahora formar un gobierno exclusivamente conservador o tratar de atraer a Livni a una coalición que proveería de más estabilidad y ayudaría a Israel a evitar un choque con el gobierno de Barack Obama y gran parte del mundo.
Aunque se reunirá mañana con Netanyahu para negociar una coalición, Livni dijo que ella no se integraría a un gobierno conservador, lo que obligaría a Netanyahu a formar gobierno con partidos que se oponen a la paz con los palestinos.
El jefe de Likud obtuvo 27 de los 120 escaños del Knesset o parlamento israelí, uno menos que la líder del centrista Kadima y aún canciller, Tzipi Livni, pero dada la proporcionalidad del sistema político local salió beneficiado al tener el apoyo de otras fuerzas.
Según analistas, Netanyahu podrá gobernar con el respaldo de al menos 65 legisladores, después de recibir el espaldarazo de Yisrael Beiteinu (15 asientos) y de los partidos ultraortodoxos Shass, Hogar Judío, Unidad Torah Judaísmo y Unión Nacional.
Al hablar en la sede presidencial de Beit Hanassi, Peres afirmó que todos los bloques recomendaron una coalición gobernante amplia, pero fracasó en persuadir a Kadima y Likud para armar un gabinete de unidad con jefatura rotativa o alterna cada dos años.
Livni y el todavía ministro de Defensa, Ehud Barak, que dirige el partido Laborista, optaron por pasar a la oposición bajo el argumento de que la alianza entrante carece de visión política y valor al predominar la línea derechista negada a negociar con los palestinos.
Un gobierno así “no tiene valor y no le serviré de garante”, apuntó la ex agente de los servicios secretos israelíes al defender la solución de dos estados, uno israelí y otro palestino, para conseguir la paz en la zona.
Al agradecer la designación presidencial, Netanyahu dijo aceptarla “con la responsabilidad de establecer la seguridad en nuestro estado y la paz con nuestros vecinos”, pero fue incapaz de emitir una postura más flexible en relación a la paz.
El jefe del Likud hizo énfasis en “la unidad dentro de Israel para enfrentar las amenazas de los enemigos”, a pesar de que su alianza, aunque mayoritaria, será estrecha y tendrá tropiezos diplomáticos.
De acuerdo con el analista Marwan Bishara, Netanyahu chocará con la Unión Europea y Estados Unidos, aunque sin llegar a la ruptura, si persiste en negar las negociaciones de temas medulares con la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
El ex primer ministro conservador rechaza el retorno de los refugiados palestinos, la partición de Jerusalén y la creación de un estado independiente con capital en la parte oriental de esa ciudad sagrada, recordó Bishara en declaraciones al canal Al Jazeera.
Agregó que también se resiste a desmantelar las colonias israelíes en los territorios ocupados y consideró “muy peligrosos y antidemocráticos” los compromisos asumidos con Lieberman.
Netanyahu obtuvo el apoyo del ultraderechista de origen ruso al aceptar sus exigencias de obligar a los árabes residentes aquí a “jurar lealtad al estado de los judíos”, so pena de perder su ciudadanía israelí, entre otros asuntos polémicos.
Entretanto, en Ramalah, sede de la ANP, y en Gaza, territorio controlado por el movimiento islamista Hamas, dirigentes palestinos señalaron que no ven diferencias entre los políticos israelíes.
En virtud de la ley israelí, el primer ministro designado dispone de 28 días, prorrogables por otros 14, para presentar al presidente la coalición gobernante.
Se esperaba que durante la junta, Netanyahu, a quien se le encomendó la tarea de formar el próximo gobierno de coalición de Israel, trataría de convencer a Livni para que se incorpore a una coalición bajo su liderazgo, dijo Ha'aretz.
El establecimiento político israelí estimó que Netanyahu ofrecería a Livni "una sociedad total" en dicha coalición, incluyendo la redacción cooperativa de la Ley Básica, así como las tres carteras ministeriales más altas: defensa, asuntos exteriores y finanzas.
Livni dijo hoy, antes de las conversaciones, que su partido Kadima no estaba dispuesto a comprometerse en su camino por la paz simplemente para incorporarse a la coalición.
En una declaración emitida después de la junta de facciones, legisladores de Kadima dijeron que la aceptación de las políticas centristas del partido sobre paz y asuntos internos "es una condición para participar (el partido) en cualquier gobierno de unidad".
Por su parte, Netanyahu advirtió hoy que no se dejará intimidar para la formación de un gobierno de unidad.
Hoy más temprano, durante la junta semanal de gabinete, el primer ministro israelí saliente Ehud Olmert instó a Netanyahu a formar rápidamente un gobierno de coalición, llamando a las facciones del Knesset (parlamento) a organizar negociaciones para una coalición tan eficiente y rápidamente como sea posible.
(Xinhua)
Dichas declaraciones se dan luego que Netanyahu ante los medios de comunicación hizo un llamado a la líder de Kadima, Tzipi Livni, y al líder del Partido Laborista, Ehud Barak.
“Les urjo, les digo nos demos las manos, que trabajemos juntos para garantizar el futuro del estado de Israel”, dijo Netanyahu de acuerdo a BBC Mundo.
Netanyahu cuenta con el apoyo de otros partidos de derecha y grupos religiosos con los que podría lograr la mayoría de los 120 puestos en el parlamento.
Entretanto los palestinos advirtieron que si Israel no acepta el concepto de dos estados no avanzarán las gestiones de paz.
“No vamos a negociar con un gobierno israelí que sigue con actividades en los asentamientos, que se niega a una solución de dos estados y que no acepta acuerdos ya firmados" señaló Saeb Erekat, asesor del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas.
Paral el movimiento islámico Hamas que controla la Franja de Gaza el nombramiento de Netanyahu es igualmente preocupante.
“Esto confirma que la política sionista va de mal en peor”, dijo el portavoz de Hamas, Fawzi Barnhoum.
Toda una ejecutoria que ha tenido como objetivo el logro de la paz con los vecinos, pagando como peaje histórico la devolución, a palestinos y sirios, de la práctica totalidad de los territorios ocupados desde la guerra de 1967.
Una operación en la que los contenidos más relevantes residen en la restitución de una parte de la Ciudad Santa de Jerusalén y el regreso a la soberanía de Damasco de los Altos del Golán.
Se entiende así la razón de la casi certeza de que Tzipi Livni no se avendrá al apaño de esa fórmula de “unidad nacional” sugerida al jefe del Estado judío –y aceptada por éste– por el ultraderechista Lieberman.
Esa fórmula equivaldría a desandar lo ya caminado, hasta que la instigación iraní al mando de Hamás en la Franja de Gaza, para que se reanudaran los disparos de cohetes sobre territorio judío, cortó el proceso negociador. Un proceso que se encontraba en su fase final con los palestinos y en su prólogo con los sirios.
Además, la apuesta de Livni era y sigue siendo todavía la apuesta de Washington, representada en su arranque por el presidente Bush y representada ahora por el presidente Obama. Y más todavía, esa es la opción por la que se inclinó siempre la influyente minoría hebrea en EEUU.
Por todo ello resulta casi más probable, en fin, la convocatoria a corto plazo de nuevas elecciones que ese apaño de supuesta “unidad nacional” y discordia política efectiva.
La ministra de Exteriores israelí Tzipi Livni, de Kadima, consiguió 28 escaños en el Parlamento, que cuenta con 120, mucho menos de los necesarios para alcanzar la mayoría y sólo un escaño más que el Partido Likud del halcón ex primer ministro Benyamin Netanyahu, en medio de un fuerte resurgimiento de la derecha.
“¿Cómo es posible que una sociedad que aspire a la paz pueda otorgar a un fascista como éste este amplio apoyo, dándole la posibilidad un día de convertirse en el primer ministro de Israel?”, declaró el diario estatal Al Ahram acerca de Lieberman.
Las opiniones sobre Netanyahu, que ha hecho su campaña presentándose como un duro en temas de seguridad y prometiendo derribar a los gobernantes de Hamas en la Franja de Gaza, no son mejores. “Para aquellos que no le conocen, Benyamin Netanyahu cree que los árabes sólo comprenden el lenguaje de la violencia,” manifestó el periódico estatal egipcio Al Yumhuriya. “Diciéndolo simplemente... si el proceso de paz encuentra obstáculos en este momento... con Netanyahu se verá bloqueado por varios miles de minas.”
Durante el período en el que Netanyahu desempeñó el cargo de primer ministro, entre los años 1996 a 1999, él frenó el proceso de paz con los palestinos, autorizando una mayor expansión de los asentamientos israelíes. Sin embargo, él realizó también concesiones a los palestinos bajo presión norteamericana y suscribió dos acuerdos con el fallecido Yasser Arafat, estrechando incluso a mano de un hombre al que en una ocasión calificó de “criminal de guerra.”
“El principal asunto ahora será si Kadima puede liderar una nueva coalición o no,” declaró Imad Gad, un analista del Centro Al Ahram de Estudios Estratégicos, AFP. “Una victoria de Kadima significa una relajación, nueva esperanza, pero al mismo tiempo no será fácil para Tzipi Livni formar un nuevo gobierno”.
“Si Netanyahu es primer ministro habrá grandes problemas entre Egipto e Israel porque tenemos que recordar los años 1996-1999 cuando Netanyahu era primer ministro. Fue un período muy malo en la relación entre Egipto e Israel. Creo que la relación volverá a ser tan mala como lo fue entonces”.
En Jordania, el diario estatal Al Rai dijo que los líderes israelíes tenían opciones “limitadas” “Con independencia de quien tome el timón del gobierno israelí, los líderes israelíes deben comprender que ellos no pueden decidir la agenda de Oriente Medio en línea con sus campañas electorales o con los eslóganes radicales que utilizan para atraer votantes”.
“Israel debe comprender que sus políticas de asesinar palestinos no le han reportado ningún progreso político. Existe todavía una esperanza para la paz y para una solución basada en dos estados. Corresponde a Israel escuchar la lógica de la paz o continuar siendo arrogante”.
El periódico en lengua inglesa Jordan Times señaló que los resultados suponían “poca diferencia” para los árabes. “Mientras los israelíes pueden tener diferencias sobre a quien votar entre los líderes de su país, para los palestinos y los árabes en general, las diferencias entre los candidatos son marginales y tienen pocas o ninguna consecuencia.
Zaki Bani Rsheid, secretario general del partido de oposición Frente de Acción Islámica, dijo que las elecciones “no dejan lugar para el optimismo en lo que respecta a la paz en la región. Las elecciones han puesto de relieve un nivel de extremismo sin precedentes en la sociedad israelí”.
Dalal al Bizri, columnista del periódico panárabe Al Hayat dijo a AFP que las elecciones israelíes “son como entrar en un círculo vicioso de violencia creciente.” “La violencia conduce a más violencia, que lleva a otro tipo más de violencia. Creo que esto es la expresión de una profunda crisis dentro de la propia entidad israelí, que es incapaz de una vez de hacer la paz o la guerra. Ésta es una de las paradojas, ya no queda ninguna esperanza de paz dentro de Israel y los israelíes han entrado dentro de este círculo vicioso. Y creo que nosotros (los árabes) estamos atrapados en el mismo círculo vicioso: cuando más hacemos la guerra, más ponemos a los extremistas a cargo de nuestro programa y nuestra visión política”.
La situación de parálisis que han destapado los resultados de las elecciones refleja la grave crisis que vive el Estado hebreo en este momento y la incapacidad de su elite política para sacarlo de esa crisis por la paz o por la guerra.
Los programas electorales de los partidos que han participado en estas elecciones eran similares, por no decir coincidentes en no hacer a los árabes ninguna concesión en las cuestiones más relevantes. Por ello ha competido el que está a la derecha con el que está todavía más a la derecha y por ello sólo habrá cambios marginales en cuestiones secundarias, ni más ni menos.
No ha habido un bando de halcones y otro de palomas, ni un bando de la izquierda y de la derecha como venía siendo el caso en la mayoría de las anteriores elecciones, sino que se han enfrentado dos alas del Likud, una de ellas disidente (Kadima) y la otra que ha conservado su nombre histórico y un programa más extremista.
El gobierno resultante de estas elecciones será un gobierno débil a la hora de dar pasos positivos en el camino hacia la paz, pero fuerte a la hora de iniciar nuevas guerras en el sur (franja de Gaza) o en el norte (sur de Líbano) o de bombardear el proyecto nuclear y las infraestructuras iraníes. El control de la extrema derecha sobre la Knéset y el gobierno a un mismo tiempo colocará obstáculos ante el proceso de paz, impedirá las concesiones y apoyará cualquier tendencia a la guerra.
Lo sabio es esperar a los resultados finales antes de escribir sobre las elecciones israelíes generales celebradas ayer para hacer un análisis más detallado y objetivo. No obstante, la similitud de los programas electorales y una competencia concentrada entre la derecha y otra derecha más aún a la derecha nos obliga a afirmar que proseguirán las políticas actuales con algunos cambios leves en cuestiones marginales.
Las elecciones han sido una competición entre dos alas del partido de extrema derecha Likud, y no entre la izquierda y la derecha, o entre el bando de los halcones y las palomas como en anteriores comicios. Kadima, liderado por Tzipi Livni, ministra de Exteriores, nació en el seno de la extrema derecha y tiene sus mismas ideas. La divergencia no es una divergencia de programas, sino de personas que compiten por el liderazgo, ya que los programas coinciden en su hostilidad hacia los árabes e insisten en no hacer ninguna concesión en cuestiones esenciales como la Jerusalén ocupada, los asentamientos o los refugiados. Tal vez no exageremos al decir que la victoria del Likud, con su versión original liderada por Netanyahu, tal vez sea mejor para nosotros como árabes y para el mundo entero que la victoria de la «imagen» o de la versión «falsa» que representa el partido Kadima, un partido para el que muchos árabes, y especialmente la Autoridad Palestina en Ramalá, desean la victoria y que forme el próximo gobierno de Israel. Porque la victoria de Kadima significa que los árabes, o algunos árabes, seguirán colgados de los hilos de la fantasía.
Debemos tener presente que aún no se ha secado la sangre de los niños de la franja de Gaza que murieron mártires en la última guerra que puso en marcha el gobierno de Kadima. Debemos recordar que el proceso de paz que se inició hace dos años y medio lideradazo por el dúo Olmert-Livni no se ha movido ni ha avanzado un milímetro, por no decir que ha dado marcha atrás.
La victoria de Netanyahu, de hacerse realidad, tal vez sea más útil para los árabes y los musulmanes a largo plazo porque pondrá en evidencia la naturaleza del pueblo israelí, una naturaleza hostil, de derechas, racista, radical, que rechaza la paz y la convivencia según las premisas de la comunidad internacional y las resoluciones de su sistema. Su victoria podría hacer realidad un milagro si consigue que el bando palestino se una de nuevo y que quienes apuestan por el proceso de paz sean conscientes de que ha llegado el momento de retomar todas sus disparatadas opciones previas, lo que implica la necesidad de hacer una revisión global que incluya la autocrítica y la búsqueda de una estrategia nueva que no descarte ninguna opción, incluida la reanudación de la resistencia en todas sus formas.
Incluso la victoria del partido Israel Beiteinu, liderado por el racista y extremista Avigdor Lieberman, con un gran número de escaños que supere los obtenidos por el Partido Laborista podría ser útil a los árabes dentro de los territorios ocupados y fuera de ellos, porque los despertará de su profundo letargo, de ese soñar despiertos en el que han vivido en los últimos veinte años aproximadamente, durante los que se han convertido en evangelizadores de la paz dispuestos a normalizar relaciones con Israel y a hacer de inmediato todas las concesiones que se les pidan.
Leiberman, que amenazó con bombardear la presa de Asuán en Egipto para ahogar a su pueblo, y con borrar a Gaza del mapa y expulsar a los árabes de los territorios ocupados en 1948; que insultó al presidente Mubarak de una forma racista y altiva acusándole de estar implicado en los túneles de Rafah y en el contrabando de armas a través de éstos diciéndole que «se fuera al infierno»; que es candidato a la cartera de Defensa en el próximo gobierno israelí, esté presidido por Netanyahu o por Livni; tal vez él lleve a los árabes «moderados y opositores», todos juntos, a dar el tiro de gracia a la iniciativa de paz árabe, después de pudrirse en la UCI en la que vive desde su lanzamiento hace al menos siete años.
El próximo gobierno israelí tal vez sea para los israelíes una «copia mejorada» del actual gobierno al ser más extremista, al cambiar de caras que no de políticas ni de principios. No nos sorprendería que llegara un «gobierno de guerra» que termine lo que empezó el anterior en la franja de Gaza y no concluyó en el sur de Líbano en un intento por depurar a la resistencia y hacer prosternarse al mundo árabe imponiendo el verdadero proyecto israelí, es decir, «la paz a cambio de la paz».
La calle israelí está sedienta de muerte y sangre. Como prueba de ello, el espaldarazo de una mayoría aplastante a la guerra de Gaza, su falta de arrepentimiento ante las matanzas cometidas y su incitación a otra guerra contra Irán para destruir su programa nuclear aunque ello suponga sumergir al mundo entero en un baño de sangre.
El proyecto israelí vive un estado de confusión sin precedentes lo que ha tenido un claro reflejo en las últimas elecciones. Los israelíes están poseídos por el miedo y por ello huyen hacia las guerras y apoyan a los caudillos militares y a los líderes políticos que les venden extremismo, sin ser conscientes al mismo tiempo que la mayoría de sus últimas guerras, incluida la de Gaza, no les han dado la victoria. Perdieron en la última de las guerras tradicionales en 1973, no han ganado en ninguna guerra o ataque (en Líbano dos veces, en 1982 y en 2006) y se han visto obligados a retirarse de forma unilateral cuatro veces (dos veces en Líbano y dos veces en Gaza) sin conseguir acuerdos de paz según sus condiciones.
Desafortunadamente, los israelíes tienen la suerte de que los líderes árabes sean corruptos y resignados, de que gocen con su impotencia artificial, de que estén callados por el nudo del miedo, como ellos. Pero su suerte no durará mucho, como la suerte del jugador que rápidamente se desgasta y se destruye con pérdidas aplastantes. Los israelíes no van a ser una excepción.
Solana consideró que "el período de la gestión de crisis ha terminado" y que la UE "debe intentar lo más rápido posible lograr una solución al conflicto". El máximo responsable diplomático de la UE iniciará este martes una gira de una semana por Cercano Oriente, donde visitará Siria, el Líbano, Egipto e Israel, entre otros países.
(DPA/er)
"Emplearé mis contactos en Estados Unidos, Europa y el mundo árabe, junto con mi experiencia y la de otros miembros del Kadima, para conseguir el respaldo de la comunidad internacional contra Irán", señaló la propia Livni.
Netanyahu considera que el Kadima debería formar parte del Gobierno de coalición que él lideraría a pesar de las diferencias con Livni ya que considera que es "crucial" que Israel trate la cuestión nuclear iraní.
No obstante la ministra de Asuntos Exteriores en funciones argumenta que su partido no necesita estar en la coalición para apoyar al Gobierno en lo que a este aspecto se refiere.
A pesar de las intenciones de la líder del Kadima, Tzipi Livni, de acercarse a la oposición, el número dos del partido y ministro de Transportes israelí, Shaul Mofaz, manifestó ayer que lo mejor sería que el Kadima, ganador de las elecciones celebradas en el país, aceptase finalmente formar parte de la coalición de gobierno que pretende formar el líder del Likud, Benjamin Netanyahu.
"El pueblo quiere ver un gobierno de unidad", precisó Mofaz en declaraciones a una emisora de radio recogidas por 'The Jerusalem Post', y añadió que "los ciudadanos (del Estado) no nos dieron 28 mandatos para que ahora nosostros nos pasemos a la oposición", añadió.
"Tenemos grandes retos a los que debemos enfrentarnos y debemos hacerlo desde el gobierno", continuó el ministro israelí, aunque enfatizó que "si al final no alcanzamos el acuerdo que conlleve un cambio en el sistema gubernamental, entonces sí acabaremos en el otro bando".
Desde que el presidente israelí, Simon Peres, encargase a Netanyahu la formación de un gobierno de coalición el pasado viernes, las negociaciones giraron en torno a intentar convencer al Kadima de que se uniera para formar el nuevo ejecutivo que también incluiría a pequeños partidos de derechas, ya que según el líder del Likud, son "compañeros naturales" de su formación y deben estar invitados a la creación del gobierno.
El Likud de Benjamin Netanyahu invitó el miércoles a partidos de derecha a una ronda de negociaciones para formar el próximo gobierno de Israel después de fracasar en el intento inicial de alistar a su principal rival, la centrista Tzipi Livni, para formar una gran coalición.
Los negociadores del Likud tenían previsto una reunión con el partido ultranacionalista Yisrael Beiteinu de Avigdor Lieberman y otras formaciones de derechas en un hotel cerca de Tel Aviv. Según publicaron medios israelíes, Lieberman pedirá ser nombrado ministro de Asuntos Exteriores o de Finanzas.
Un gobierno derechista con los apoyos justos y con un papel importante de Lieberman podría enfrentar a Netanyahu con Estados Unidos, ya que el Gobierno de Barack Obama ha prometido un rápido esfuerzo para lograr un acuerdo de paz entre israelíes y palestinos.
Yisrael Beiteinu, que quedó tercero en las elecciones del 10 de febrero tras el centrista Kadima de Livni y el Likud, se opone a la retirada de Israel de Cisjordania. A cambio es partidario de intercambiar territorio del Estado judío en la que viven la mayoría de los ciudadanos árabes israelíes por los asentamientos judíos en Cisjordania.
En medio de estas negociaciones, la semana que viene Hillary Clinton hará su primera visita a Israel y Cisjordania como secretaria de Estado de EEUU, dijeron responsables israelíes. El enviado de Obama para Oriente Próximo, George Mitchell, tiene previsto llegar este jueves.
Netanyahu, quien a fines de febrero se negó ante la dirigente Tzipi Livni, del mayoritario partido centrista Kadima, a pactar un acuerdo para el establecimiento de dos estados con los palestinos, prometió desde la pasada campaña electoral acabar con Hamas en coincidencia con Avigdor Lieberman, presidente de Israel Beitenu.
Likud también está negociando la formación de gobierno con el ultraortodoxo Shass, el ultranacionalista Unión Nacional y el Partido Laborista de Ehud Barak.
Mientras, el gobierno de Mauritania anunció la expulsión del personal diplomático israelí y cerró su embajada tras congelar los lazos con Tel Aviv por su invasión y masacre en la franja de Gaza, que dejó más de mil 300 muertos en diciembre y enero.
Con su rompimiento, ahora en Medio Oriente sólo mantienen vínculos plenos con Israel los gobiernos de Egipto y Jordania. Tel Aviv confirmó que se retiraba de Mauritania a petición del gobierno de ese país africano, que de hecho había suspendido las relaciones desde el 16 de enero.
La fiscalía general iraní informó que enviará a la Interpol una lista de 100 presuntos "criminales de guerra israelíes implicados en la masacre del pueblo palestino".
El líder supremo de Irán, ayatola Ali Jamenei, exigió la creación de un tribunal internacional para juzgar a los líderes israelíes que ordenaron las operaciones militares en la franja de Gaza.
Lieberman obtuvo 15 escaños en los comicios del pasado 10 de febrero y se convirtió en el “hombre bisagra” del futuro ejecutivo israelí, pues la agrupación derechista Likud, de Netanyahu, sólo consiguió 27 y está obligada a gobernar junto a otras fuerzas.
Aunque Livni fue la más votada, con 28 de las 120 curules del Knesset o parlamento israelí, el presidente Shimon Peres encargó a Netanyahu formar el gabinete en virtud de que contó con el respaldo de la mayoría de los partidos, para un total de 65 asientos.
Likud e Yisrael Beiteinu firmaron una cláusula en su acuerdo que expresa la preferencia mutua por un gabinete de unidad y que la distribución de carteras pudiera cambiar si se concreta la inclusión de otras fuerzas moderadas.
Además del Ministerio de Relaciones Exteriores, Yisrael Beiteinu pretende quedarse con los de Seguridad Interior, Infraestructura, Turismo e Integración de los Nuevos Inmigrantes, precisó la portavoz del Likud, Miri Reihman.
El acuerdo de Netanyahu con Lieberman brinda apenas una coalición estrecha que se prevé traerá tropiezos diplomáticos a Israel con su aliado Estados Unidos, dado el carácter racista del judío de origen ruso y su marcada postura antiárabe y antipalestina.
Durante la campaña electoral, el jefe de Yisrael Beiteinu basó su discurso en mensajes fascistas y en retirar la ciudadanía israelí a los árabes que no demuestren por escrito un compromiso de fidelidad a Israel como Estado judío, recordaron medios noticiosos aquí.
A juzgar por sus propias declaraciones, Lieberman se presenta más radical que Netanyahu, aunque ambos se niegan a negociar la creación de un Estado palestino independiente, la partición de Jerusalén o el retorno de los refugiados.
El primer ministro designado fijó para finales de esta semana la fecha límite para presentar su nuevo equipo de gobierno, aunque la ley le concede una prórroga hasta el 3 de abril.
Los dos partidos negociaban el acuerdo desde que el presidente de Israel, Simon Peres, encargó a Netanyahu formar gobierno tras las elecciones del 10 de febrero y que se retrasaban por discrepancias sobre algunas de las bases de Gobierno y el reparto de carteras.
Esta madrugada, Gideón Saar, jefe del equipo negociador del Likud, comunicó a la prensa que los dos han acordado que el reparto de carteras ministeriales deje en manos de Avigdor Lieberman, el polémico jefe de "Israel Beitenu", la de Asuntos Exteriores, así como otros cuatro ministerios para sus correligionarios.
"Hemos acordado todos los asuntos de principio y el reparto de funciones en el Parlamento y en el Gobierno", aseguró Saar.
Para el político likudista los dos partidos han negociado "de forma agresiva pero con buen espíritu", lo que ha creado "la bases para una buena asociación entre ambos".
El ministerio de Exteriores, o el de Defensa, era una de las demandas centrales de Lieberman, y a las que Netanyahu se mostraba reacio por la repercusión internacional que puede llegar a tener.
El dirigente del Likud teme que por su ideología racista Lieberman sea boicoteado por la comunidad internacional y que sus declaraciones en el pasado contra vecinos árabes -algunos con tratados de paz firmados con Israel- obstaculicen el difícil acercamiento del Estado israelí a los palestinos y a los países de la región.
Netanyahu no oculta que prefiere en Exteriores la cara más amable de la líder del centrista Kadima, Tzipi Livni, que le daría también una pincelada de ideología moderada a su Ejecutivo.
Fuentes políticas del Likud y de "Israel Beitenu" confirmaron que en el acuerdo firmado dejan abierta la posibilidad a la formación de un gobierno de unidad nacional con Kadima.
"En el texto se menciona que los dos partidos queremos un gobierno de unidad nacional, y si llega a ocurrir habrá cambios (en el acuerdo alcanzado)", subrayó Saar.
Con los 15 diputados de "Israel Beitenu", Netanyahu consigue el apoyo de un total de 42 diputados para su futura coalición parlamentaria, a la que deberá sumar ahora nuevos partidos para obtener la mayoría de 61.
Por el momento sus alternativas están todas en la extrema derecha y los partidos ultraortodoxos, pero no se descarta que finalmente Livni pueda llegar a dar el sí a un gobierno de rotación con su rival político, informó la prensa local al dar cuenta de la reunión secreta entre ambos del pasado miércoles.
En el acuerdo de coalición, de 14 páginas, ambos partidos describen asimismo la incorporación del matrimonio civil a la legislación israelí, aunque por el momento únicamente para personas que no sean de confesión judía.
Se trata de un difícil guante que "Israel Beitenu" había levantado para defender a su electorado, de origen ruso y en su mayoría de origen no judío que encontraba serios problemas a la hora de casarse porque en Israel no existe el matrimonio civil.
Lieberman exigió en las negociaciones que el mecanismo de registro civil para parejas se extienda a otros casos que se ven impedidos de contraer matrimonio por la ortodoxia, como los matrimonios mixtos, aunque según el acuerdo de coalición estos serán analizados por una comisión pública antes de resolver si se amplia también a ellos la nueva legislación.
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