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El nuevo paraíso de Swat |
El valle de Swat está controlado por unos 3.000 combatientes del Movimiento para Reforzar la Ley Mahometana que se enfrentan desde hace 14 meses contra unos 12.000 soldados del ejército. La lucha provocó la huída de casi un millón de personas. Una guerra que no pudo ser documentada. No se permite la entrada de periodistas a la zona.
Los talibán encontraron un nuevo paraíso en la Tierra. Es el valle de Swat, en Pakistán. El gobierno del presidente Asif Ali Zardari llegó esta semana a un acuerdo con el líder talibán rebelde Maulana Fazlullah para que se pueda aplicar la dura ley islámica de la sharía en toda esta región ubicada a apenas 160 kilómetros de Islamabad y habitada por unos tres millones de personas.
Siete años después de la invasión estadounidense a Afganistán para terminar con el régimen talibán y los campos de entrenamiento de los milicianos de Al Qaeda, los talibán lograron conquistar un nuevo territorio que ahora se convirtió en autónomo y donde no rige la misma ley que para el resto de los paquistaníes.
El gobierno de Zardari dice haber llegado al acuerdo para no derramar más sangre. El valle está controlado por unos 3.000 combatientes del Movimiento para Reforzar la Ley Mahometana que se enfrentan desde hace 14 meses contra unos 12.000 soldados del ejército. La lucha provocó la huída de casi un millón de personas. Una guerra que no pudo ser documentada. No se permite la entrada de periodistas a la zona.
El gobierno de Islamabad decidió ceder a la fuerza insurgente a pesar de ser cuatro veces menos numerosa y le otorgó al clérigo Maulana Sufi Mohammad, el suegro del jefe rebelde, Fazlullah, el derecho a imponer legalmente la sharía. En realidad, todo se trató de un trámite burocrático ya que desde hace meses en el valle de Swan se cuelga o decapita a cualquier acusado de "pecador". Está prohibida la educación de las niñas y mujeres. Los peluqueros tienen prohibido razurar las barbas. Se obligó a cerrar todos las tiendas de ventas de CD y de DVD. Y ni siquiera se puede escuchar la radio porque aseguran que "distrae del deber de mantenerse concentrados en la adoración a Dios".
Conozco el valle Swat. Me llevó mi traductor hace cuatro años. Es una zona montañosa tapizada de pinos, pequeños ríos, con los picos nevados del Hindu Kush al fondo y una luz azul espléndida. Sus habitantes son pobres campesinos sin mayor evolución en los últimos 1.600 años. Es el lugar perfecto para imponer una ley que tiene la misma antigüedad. Los talibán basan su poder en la ignorancia y en la ausencia del Estado.
Gustavo Sierra
"Anuncio un completo cese del fuego por nuestra parte", dijo Syed Muhammad Javed, un alto funcionario del gobierno en Swat, en una conferencia de prensa.
Javed, comisionado de la División Malakand, de la cual Swat es la ciudad principal, dijo que el gobierno tomará más medidas para restaurar la paz en la región.
Pero agregó que, "no hay un cese del fuego de ambas partes". "El gobierno cumplirá la promesa del sistema islámico."
Emitió órdenes para abrir todas las escuelas desde el lunes, las cuales permanecieron cerradas durante meses después que el Talibán comenzó a volar escuelas, particularmente las escuelas para niñas.
Funcionarios dicen que más de 100 escuelas fueron voladas o incendiadas por el Talibán en la lucha de 18 meses.
Javed dijo que las clases serán iniciadas en tiendas para aquellos estudiantes cuyas escuelas fueron destruidas con explosivos.
"Vamos a dar seguridad completa a los estudiantes", dijo, pero se negó a responder cuando le preguntaron si el Talibán prohibió la educación de niñas en Swat.
Funcionarios dicen que aproximadamente 500.000 personas han huído de Swat como resultado de los combates.
Al preguntarle cómo van a desarmar al Talibán, el funcionario dijo que hay pláticas en marcha con el movimiento Talibán sobre ese asunto.
El 16 de febrero, el Talibán anunció un cese del fuego de 10 días después que el gobierno aceptó la introducción de leyes islámicas en partes del noroeste, incluyendo Swat.
(Xinhua)
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En entrevista con el diario publicada en su página en Internet, Obama dijo que parte del éxito de Estados Unidos en Irak involucró recurrir a fundamentalistas islámicos que habían estado alejados de las tácticas de Al Qaeda.
"Puede haber algunas oportunidades comparables en Afganistán y en Pakistán", dijo. "Pero la solución en Afganistán es, como mínimo, más compleja", agregó.
Obama, quien aprobó el mes pasado el despliegue de 17 mil soldados adicionales en Afganistán, había sugerido como candidato que estaba abierto a dialogar con líderes talibanes moderados.
La violencia rebelde está en su punto más alto en Afganistán desde que las fuerzas lideradas por Estados Unidos derrocaron a los talibanes a finales de 2001.
Obama, quien ve el conflicto en Afganistán como una preocupación más urgente que la poco popular guerra en Irak, está intentando convencer a otras naciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de reforzar los compromisos de tropas para la operación internacional.
Más de lo mismo
El Times dijo que en la entrevista Obama también dejó abierta la opción para operativos estadunidenses para capturar sospechosos de terrorismo en el extranjero aun sin la cooperación de ese país.
"Podría haber situaciones en donde, digamos que tenemos a un conocido agente de Al Qaeda que no aparece muy seguido, aparece en un tercer país con el que no tenemos una relación de extradición o no estaría dispuesto a juzgarlo, pero creemos que es una persona peligrosa", señaló.
"Creo que tendremos que pensar sobre cómo lidiamos con ese escenario de forma que sea acorde a la ley internacional y que siga mi muy clara orden de que no torturemos", agregó.
El nuevo director de la CIA, Leon Panetta, decepcionó a oponentes europeos de las transferencias secretas de sospechosos de terrorismo cuando dijo que Obama mantendría la entrega como opción en la lucha antiterrorista.
El mes pasado, Panetta dijo en el Senado que los sospechosos aún podrían ser enviados a terceros países para ser interrogados, sujetos a garantías de que serían tratados con humanidad.
Los casos de entrega durante el gobierno de Bush provocaron alegatos de grupos de derechos humanos de que los detenidos eran torturados mientras estaban en custodia de terceros países.
El vicepresidente argumentó que, de acuerdo con el enviado especial de Estados Unidos a Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, sólo el cinco por ciento de los talibanes de la región se pueden considerar irrecuperables.
Hasta un 70 por ciento participaría del movimiento extremista por dinero, por lo que Biden consideró que 'vale la pena' intentar un diálogo.
'Corresponde al gobierno afgano determinar cuándo, sin que suponga una desestabilización para ellos', señaló en rueda de prensa en la sede de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Biden está en Bruselas para una serie de reuniones con los aliados con el objetivo, según él, de 'escuchar' sus posiciones a respeto de una posible nueva estrategia para la lucha contra el terrorismo en Afganistán.
Tras reunirse con los representantes permanentes de los 26 países aliados del Consejo del Atlántico Norte, máximo órgano de decisión de la OTAN, el vicepresidente participará de un almuerzo de trabajo con el Alto Representante de la Unión Europea, Javier Solana, y la comisaria de Exteriores, Benita Ferrero-Waldner.
También estarán presentes el secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, y los ministros checos de Exteriores, Karel Schwarzenberg, y de Asuntos Europeos, Alexandr Vondra, cuyo país ocupa la presidencia de turno de la UE.
Además asistirá el ministro de Exteriores de Suecia, Carls Bildt, próximo país a presidir el bloque comunitario.
"Ridículo distinguir moderados y fundamentalistas".
El sábado el presidente de los EEUU, en una entrevista al New York Times, dijo que confiaba en que se abriera una mesa de negociaciones con los talibanes moderados.
"La distinción entre talibanes moderados y fundamentalistas es ridícula -declaró a la agencia de prensa china Xinhua el portavoz talibán Zabilullah Mujahed- pues nosotros somos un movimiento unido liderado por el mulá Omar, que siempre ha dicho que el diálogo no será posible hasta la retirada total de las tropas extranjeras".
"Quienes lideran la insurrección no son los moderados".
Wahid Mozhdah, antiguo asesor del ministerio de Asuntos Exteriores talibán, que luego se recicló en el gobierno Karzai como "experto" en talibanes, hablando ayer con la prensa juzgó como "absolutamente irreal" la propuesta de Obama de acabar con la guerrilla talibana hablando con los moderados", "pues quienes lideran la insurrección no son los moderados sino los fundamentalistas. Y los fundamentalistas están todos en la lista negra de los EEUU. Es con ellos con quienes habría que hablar si se quiere de verdad poner fin a esta guerra".
Involucrar a Irán para detener el narcotráfico.
Otra iniciativa de la administración Obama sí que podría tener mayor impacto en el desarrollo del conflicto: la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, invitó a Irán a participar en la conferencia internacional sobre Afganistán convocada para el 31 de marzo en La Haya, Holanda.
El objetivo es el de detener el comercio del opio y la heroína afganos a través de Irán para atacar el principal recurso financiero de los talibanes (y del actual gobierno Karzai).
Para hacerlo habría que cerrar la vía pakistaní, por donde pasan dos tercios de la droga afgana.
Todo un reto.
(mas...)
"Mi miseria comenzó el año pasado cuando vi mi escuela derrumbarse a escombros, además de que los disturbios en el distrito de Garmsir obligaron a mi familia a abandonar mi ciudad natal en búsqueda de un lugar más seguro", dijo Azir con un tono de desesperanza.
Helmand es una provincia que se encuentra plagada de militantes talibanes, además de ser conocida por el cultivo de amapola, por lo que esta región ha sufrido conflictos sangrientos entre los talibanes y las fuerzas de seguridad durante años recientes.
Recordando su calvario, Azir manifestó que "fue una mañana soleada del año pasado cuando llegué a la escuela junto con compañeros y otros estudiantes para encontrarla destruída con cartas dirigidas que advertían a los profesores que dejaran de enseñar o que se enfrentarían a las consecuencias".
Gopal Sharma, vicedirector de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, siglas en inglés) en Afganistán, declaró el lunes que 292 escuelas fueron atacadas durante 2008, mientras que en lo que va de este año se han registrado 29 ataques contra los centros de enseñanza.
El funcionario de la ONU agregó que 92 maestros y estudiantes fueron asesinados el año pasado y que 169 más fueron lesionados.
De igual manera, Sharma anotó que desde enero de este año 13 profesores y estudiantes han muerto y otros catorce han sido heridos.
El ministro afgano de Educación, Mohammad Farooq Wardak, declaró el cinco de marzo, primer día del ciclo escolar en Afganistán, que los incidentes de seguridan han provocado el cierre de 650 escuelas y han privado de la enseñanza a más de 400.000 estudiantes.
Wardak también ofreció un aspecto que da esperanza al manifestar que 7.2 millones de infantes, incluyendo niñas, tienen acceso actualmente en el país afgano tras su era talibana.
No obstante, el ministro confirmó que 5.3 millones de niños entre siete y dieciocho años han sido privados de la educación.
Aziz, afectado gravemente por la guerra, recordó que "tuvimos tiempos agradables, jugamos fútbol, voleibol y bromeaba con compañeros y amigos en la escuela".
Con un rostro sucio y vestido con ropas hechas jirones, el niño dijo que extraña en todo momento a sus amigos y espera reunirse con ellos una vez que la paz sea restaurada en su ciudad de origen.
Garmsir, en donde Azir y su familia solían vivir, es vislumbrada como el lugar de asentamiento de los talibanes rebeldes y el distrito fue el escenario en donde se llevaron a cabo sangrientas peleas el año pasado entre las tropas dirigidas por Estados Unidos y los militantes.
El infante, quien ahora vive en un campamento improvisado en el oeste de Kabul, dijo que "vivir es miserable", mientras que él y su padre trabajan desde el amanecer hasta el anochecer, sin que ésto sea necesario para alimentar correctamente a su familia.
Los talibanes militantes que pelean contra las tropas afganas e internacionales atacan frecuentemente los centros de educación y a los profesores, en un intento por desestabilizar al país, con fundamento en que consideran que se imparten materias anti islámicas.
La población del área de Haqtash, de la provincia septentrional de Kunduz, dijo a la prensa el lunes que desconocidos hombres armados que se declararon leales a los talibanes, pidieron a la gente no enviar a las niñas a la escuela, lo cual fue una política impuesta por los talibanes durante sus seis años de control sobre Afganistán.
"Mi único sueño es ver que la paz regrese a mi escuela y que yo estudie bastante para llevar a cabo mi sueño, que es convertirme en un ingeniero vial y reconstruir las calles de la provincia de Helmand", concluyó Aziz, quien aunque está cansado aún ríe.
(Xinhua)
Las negociaciones se habían suspendido el lunes, cuando el gobierno lanzó la ofensiva aérea y terrestre bajo la presión de EEUU, preocupado por el avance de los islamistas hasta 100 kilómetros de Islamabad, la capital del país. "Las discusiones entre el maulana (dignatario religioso) Sufi Mohamad y el Gobierno acaban de iniciarse aquí", dijo Ameer Izat Jan, portavoz del clérigo, en declaraciones a la AFP desde Timergara, principal localidad del distrito de Bajo Dir.
"Nos aseguraron que la operación (militar) va a terminar y por eso hemos aceptado la propuesta del gobierno de reanudar las negociaciones", afirmó Jan. Según el portavoz protalibán, el Gobierno está representado por el ministro de Información de la provincia, Mian Itfijar Husain, y por políticos locales que llegaron en helicóptero a Timergara.
Sin embargo, las autoridades provinciales paquistaníes dijeron que este viernes rechazaron la solicitud de Sufi Mohammad de poner fin a la ofensiva contra los combatientes islamistas mientras se reanudaban las conversaciones de paz entre los sectores. "Sufi Mohammad nos pidió que detuviésemos la operación", declaró a la AFP el ministro de la Información de la Provincia de la Frontera Noroccidental, Mian Iftikhar Hussain.
"La operación cesará cuando el pueblo armado deje las armas porque el gobierno debe establecer su orden a toda costa", agregó. No obstante, el portavoz de Mohammad dijo a la AFP que el gobierno había dado garantías de que la operación sería detenida en los distritos de Buner y Bajo Dir.
Por otra parte, el Ejército de Pakistán anunció este viernes que en las últimas 24 horas mató de 55 a 60 talibanes en el marco de su ofensiva contra los insurgentes islamistas en el noroeste del país. Los talibanes sufrieron esas bajas en combates en el distrito de Buner, precisó el portavoz del ejército, el mayor Athar Abas, en una rueda de prensa en el cuartel de Rawalpindi, cerca de Islamabad. "La operación prosigue exitosamente", dijo el oficial.
Antes, la policía paquistaní informó de que militantes talibanes capturaron este viernes a diez hombres de la fuerza paramilitar local en una ciudad del noroeste, en la frontera con el turbulento valle de Swat. El secuestro tuvo lugar en la ciudad de Dir, en el distrito de Dir Superior de Malakand, donde los militares lanzaron esta semana una ofensiva contra los talibanes en los distritos de Dir Inferior y Buner.
Unos 60 talibanes irrumpieron en el cuartel general de los paramilitares locales y se apoderaron de diez hombres alrededor de la 01H00 (19H00 GMT del jueves), declaró a la AFP el jefe de la policía de Dir, Ijaz Ahmed.
En el cuartel general había poco personal porque la mayor parte estaba desplegada en el campo, dijo Ahmed. Atiqur Rehman, jefe de la administración del distrito de Dir Superior, confirmó que más de 50 militantes armados atacaron al cuartel general local de Dir y secuestraron a diez hombres.
Las autoridades alcanzaron un acuerdo de paz en febrero destinado a poner fin a la violencia de militantes en el antiguo valle turístico de Swat, al noroeste de Pakistán, pero los militantes se han rehusado a dejar las armas y avanzaron a distritos vecinos.
La agresión de los talibanes pakistaníes ha causado alarma en Estados Unidos e Islamabad, y esta semana Pakistán envió a sus fuerzas de seguridad en una ofensiva para expulsar a los militantes de los distritos vecinos a Swat.
Los dos funcionarios gubernamentales fueron secuestrados y decapitados el sábado por la noche en Khuwaza Kheil, un pueblo 18 kilómetros al norte de la principal ciudad del valle, Mingora, dijo el jefe de policía local, Danishwar Khan.
Sus cadáveres fueron arrojados al costado de una carretera.
"Decapitaron a los funcionarios. Hemos enviado una ambulancia para recoger los cuerpos", dijo Khan.
El portavoz militante musulmán Khan declaró que las decapitaciones eran represalias por la muerte de dos comandantes talibanes de rango menor ocurridas más temprano el sábado.
El Departamento de Estado de Estados Unidos dijo esta semana que el número de personas muertas en ataques terroristas en Pakistán el año pasado aumentaron en más del 70 por ciento, respecto a la cifra del 2007.
La violencia aumentó los temores sobre los prospectos de un aliado clave de Estados Unidos en sus esfuerzos para estabilizar a la vecina Afganistán.
El presidente Asif Ali Zardari se reunirá el 6 y 7 de mayo en Washington con su pares de Estados Unidos, Barack Obama, y de Afganistán, Hamid Karzai, para discutir formas de eliminar los bastiones de la red Al Qaeda y los rebeldes talibanes en la frontera afgano-pakistaní.
Reuters - MINGORA, Pakistán
Tras los combates de los últimos días, la atención de las fuerzas regulares está ahora concentrada en la localidad de Pir Baba, en Buner, donde según las autoridades, los comandos talibanes están utilizando a unos 2.000 civiles como escudos humanos.
Los talibanes ocuparon inclusive una comisaría.
(ANSA)
El acuerdo de paz alcanzado el pasado febrero entre los talibán y el Gobierno paquistaní para acabar con la violencia en el valle del Swat ha quedado prácticamente en nada y miles de personas tuvieron que huir ayer de Mingora, la principal ciudad de la región, después de que autoridades gubernamentales advirtieran de los enfrentamientos.
Los milicianos ya han tomado varios importantes edificios del Gobierno en la ciudad, situada a sólo 130 kilómetros al noroeste de Islamabad, y están posicionados en los tejados.
Por ello, las autoridades han decretado un toque de queda para que la gente no salga a la calle mientras las fuerzas de seguridad atacaban la ciudad para expulsar a los talibán. "Las fuerzas de seguridad han ocupado las posiciones de los milicianos en una mina de esmeralda y helicópteros de combate también están siendo utilizados para hacer salir a los milicianos de Mingora", explicó un portavoz militar.
Otro miembro del Ejército que pidió no ser identificado rechazó la idea de que estos enfrentamientos lleven a una ofensiva inminente en Swat, pero los vecinos de la zona aseguraron habían visto a las tropas apostándose y un responsable del Gobierno también indicó que están llegando refuerzos.
El Ejecutivo provincial ha advertido de que unas 500.000 personas podrían huir del valle, que tiene una población de casi dos millones. De hecho, cientos de miles ya se han marchado de distintas zonas del noroeste de Pakistán desde el pasado agosto, cuando las tensiones se hicieron cada vez más patentes y se empezaron a suceder los combates.
Ante esta situación de violencia cerca de la frontera que comparten Pakistán y Afganistán, Zardari y Karzai fueron convocados en Washington por Obama, quien les pedirá que pongan a un lado los tiempos de la desconfianza y se unan a él en una alianza contra la insurgencia, según fuentes oficiales norteamericanas.
El portavoz del Ministerio de Exteriores de Pakistán, Abdul Basit, manifestó que el compromiso del Gobierno es inamovible porque el país es el que más está sufriendo el terrorismo. "¿Quién iba a estar más interesado en acabar con esta amenaza?", preguntó.
El conflictivo valle, ubicado a sólo 130 kilómetros de Islamabad y que antiguamente fue un eje de turismo, se convirtió en una prueba de la capacidad de Pakistán para combatir la creciente insurgencia talibana, que ha alarmado a Estados Unidos.
El primer ministro Yusuf Raza Gilani ordenó el jueves al Ejército eliminar a los militantes que dijo estaban intentando mantener al país entero como rehén.
"Aproximadamente 143 militantes han sido reportados muertos en el valle de Swat", dijo el portavoz mayor general Atthar Abbas en los cuarteles centrales del Ejército en Rawalpindi. No hubo confirmación independiente de la cifra.
"Bajo la directiva del Gobierno, el Ejército está ahora comprometido en una operación a escala completa para eliminar a los militantes", añadió. "Ellos están huyendo y tratando de bloquear el éxodo de civiles del área", agregó.
El militar advirtió que la operación era difícil y declinó entregar un fecha estimada sobre el tiempo que tardará despejar el valle.
Previamente, funcionarios militares habían dicho que helicópteros, combatientes y tropas estaban destinadas a las operaciones en Swat del viernes, contra unos 4.000 a 5.000 militantes.
Abbas dijo que hasta 15.000 soldados estaban tomando parte en el operativo.
El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, en conversaciones en Washington esta semana, reafirmó ante el presidente Barack Obama el compromiso para derrotar al Qaeda y sus aliados.
Los esfuerzos de Pakistán contra los militantes instalados cerca de la frontera con Afganistán son vistos como una pieza vital en la batalla por derrotar a la insurgencia afgana.
La violencia protagonizada por grupos militantes en áreas cercanas a Islamabad, como el valle de Swat, ha aumentado las tensiones sobre Pakistán, un país que cuenta con armamento nuclear.
En Ginebra, un portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas expresó preocupación por el millón de personas que se estima han sido desplazadas por los combates. El Comité Internacional de la Cruz Roja dijo que la crisis se estaba intensificando.
La UNICEF ha elevado expresamente su preocupación por los niños en el área que han sido testigos de la violencia, forzados a abandonar sus hogares y no pueden ir a la escuela ni recibir tratamiento médico.
Reuters - RAWALPINDI, Pakistán
Desde hace días, combates esporádicos oponen a los militares y a los talibanes en el valle de Swat, donde los militantes se refugian desde hace dos años.
"Más de 40.000 personas han huído de Mingora desde el martes por la tarde", declaró por teléfono a la AFP Khushhal Khan, alto responsable de la administración en Swat.
"40.000 es el mínimo, y la cifra es sin duda más elecada", confirmó a la AFP un oficial de las fuerzas de seguridad en el terreno, bajo petición de anonimato.
Khushal Khan, responsable de la Oficina de Coordinación en Valle de Swat, en la Provincia de la Frontera Noroeste, pidió a la población abandonar sus casas para garantizar la seguridad ante la creciente violencia en la zona, informó la televisora pakistaní Dawn News.
Khan indicó que se espera la salida de al menos 10 mil personas de Mingora y otros poblados cercanos.
Las localidades de Makan, Qamber y Rahimabad, cercanas a las zonas donde el Gobierno podría lanzar la ofensiva contra los insurgentes pakistaníes, afines al derrocado régimen afgano del Talibán también estaban siendo evacuadas.
Tregua falaz
En febrero Ejército de Pakistán y la insurgencia acordaron un alto el fuego en el Valle de Swat, sin embargo, los atentados, secuestros y actos de violencia de las últimas semanas en varias localidades han dado prácticamente por terminada la tregua.
Ante el aumento de la inseguridad en el Valle, principalmente en el distrito de Buner, que fue tomado por combatientes del Talibán la semana pasada, el Ejército lanzó una ofensiva para controlar la situación, dejando decenas de muertos.
Al menos 50 rebeldes fallecieron el miércoles pasado en una operación militar en Buner, a unos 100 kilómetros de Islamabad, donde la milicia pakistaní tiene una fuerte resistencia gracias al apoyo de grupos remanentes del Talibán afgano.
(Agencias)
“Durante la noche del lunes al martes hubo un gran enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad y los talibanes en nuestro barrio, así que ayer cuando levantaron el toque de queda unas horas, cogí a mi familia y nos metimos en la primera camioneta que salió de Mingora”, explica. Mingora, la principal ciudad del valle de Swat, está a apenas 100 kilómetros al norte de Mardan, pero para el matrimonio Sikhee y sus siete hijos es la diferencia entre la vida y la muerte. Quienes se quedaron están ahora atrapados en el fuego cruzado.
“Aún tenemos mucho miedo y estamos confundidos”, confía Sabasbari, la esposa, bajo el calor sofocante de la lona, pero al abrigo de miradas extrañas. Incluso en estas condiciones, ella y su hija de 14 años siguen manteniendo el purdah, la estricta segregación de las mujeres. De hecho, no se queja de las imposiciones de los fanáticos. “No me dan miedo los talibanes, sino los bombardeos”, declara.
¿Y la educación de sus hijas? “Nuestros mayores son contrarios a que las chicas vayan a la escuela. Yo no lo hice; mi hija fue unos pocos días y lo dejó porque no le gustaba”, afirma mientras la joven se oculta tras el colorido chal que le cubre la cabeza. Lo que llevan encima es todo lo que tienen. “Salimos con lo puesto”, señala la mujer mostrando dos pequeños hatillos de ropa en el suelo, a unos metros de donde duerme su bebé de 10 meses.
Los Sikhee han sido de los primeros habitantes de Swat en llegar a estas instalaciones abiertas a raíz de las operaciones militares en Buner y el Bajo Dir que se iniciaron hace una semana. De hecho, la mayoría de los 1.500 registrados hasta primera hora de la tarde de ayer provenían de esos distritos, situados al este y al oeste de ese valle que todos describen como idílico.
Miles de personas han abandonado Mingora y sus alrededores desde el martes por temor a la inminencia de una operación militar. El Ejército la desmiente y dice que sólo están respondiendo a los ataques de los extremistas. Sin embargo, el comunicado militar de ayer daba cuenta de enfrentamientos en Saidu Sharif, Matta, Mingora y en las minas de esmeraldas próximas a esta ciudad, que dejaron 37 insurgentes muertos. Además, dos soldados murieron por la explosión de una bomba en la localidad de Bahrain.
A la entrada de Mardan, desde la autovía que llega de Islamabad, se hallaba ayer estacionado un convoy militar cuyos soldados iban pertrechados con todo el equipamiento, incluido chaleco antibalas. También lo llevaban los policías destacados en el control de acceso a la ciudad.
Las autoridades de la Provincia de la Frontera Noroccidental esperan una avalancha de medio millón de desplazados y están preparando a toda prisa varios campos como el de Sherkh Shehzad en los distritos colindantes. Formalmente, es el Gobierno provincial el que debe autorizar la intervención militar.
Algunos, como Afshar e Imran Khyste, ni siquiera han esperado a que empiecen los combates. Hace tres días que abandonaron Bidare, una aldea cercana a la localidad de Matta, también en Swat. Ambos hermanos admiten, con el miedo todavía metido en el cuerpo, que huyeron de los talibanes.
“Vinieron a casa y nos pidieron que nos uniéramos a ellos, pero nos negamos, así que no nos quedó otra alternativa que marcharnos”, declara Afshar, el mayor. “No nos gustan los talibanes porque nos obligan a dejarnos la barba y a luchar contra las fuerzas de seguridad”, explica.
Le cuesta hablar. Hay que sacarle las frases una a una. Su trabajo, excavar pozos a mano, revela su extracción humilde. Aún así, los dos jóvenes, que perdieron a su padre hace tres años, lograban mantener a su hermana y a su madre. Ahora, confinados los cuatro en una tienda de campaña, no saben cómo van a arreglárselas. Al menos están aquí. Sus parientes tardaron en decidirse y ahora el toque de queda les impide moverse.
Ángeles Espinosa
Las declaraciones de Gilani ponen fin al acuerdo de paz firmado a mediados de febrero pasado entre Islamabad y los rebeldes a cambio de la instauración de tribunales islámicos en Swat y otros seis distritos en los alrededores.
Las fuerzas Armadas paquistaníes han presentado problemas en los últimos meses para enfrentar a los insurgentes en las áreas tribales cerca de la frontera con Afganistán y en el valle de Swat.
Decenas de miles de civiles se vieron obligados a huir debido a los elevados niveles de violencia y a la crisis humanitaria en la zona.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados expresó su profunda preocupación por la seguridad de los desplazados, que estimó entre 15 mil y 200 mil.
Desde la alianza con Estados Unidos en la llamada lucha antiterrorista en el 2001, Paquistán perdió más de dos mil soldados en las zonas tribales del noreste del país, donde también murieron más mil 800 civiles.
El gobierno suspendió el toque de queda entre las 06H00 y las 14H00 (00H00 a 08H00 GMT) para que la gente pudiese salir de la ciudad de Mingora y de las zonas circundantes de Kanju y Kabal, anunció el ejército.
"La gente se está yendo en grandes números", afirmó Arshad Jan, jefe de la administración local. "Están abandonando sus hogares", agregó, precisando que las autoridades aconsejaron a los civiles que se fuesen.
Desde primera hora, cientos de autobuses, camiones, automóviles y motocicletas cruzaron un puesto de control instalado por ejército en Shaguna Naka, al límite de la zona de combates, comprobó una periodista de la AFP en el lugar.
Sentados en los tejados de los autobuses y en la parte trasera de los camiones, llevando consigo colchones y otras pertenencias, los civiles se dirigían a Mardan, a 30 km de distancia, donde las autoridades instalaron un campo para los desplazados.
"La situación es muy, muy mala. No tenemos esperanza de vida", afirmó un joven que se identificó como Ibrahim.
Poblada normalmente por 300.000 personas, Mingora se han convertido desde hace más de una semana en una ciudad fantasma, privada de electricidad, de agua, de víveres, y con los hospitales cerrados.
Según los testimonios de los habitantes, los talibanes paquistaníes, vinculados a Al Qaida, controlan las calles y comenzaron a cavar trincheras y a minar los principales accesos para dificultar el avance del ejército, pero también, según los militares, para impedir que los civiles logren huir y convertirlos así en escudos humanos.
Pero numerosos desplazados afirmaron asimismo que los bombardeos indiscriminados del ejército mataron a civiles, en Mingora y en otras localidades de los tres distritos donde los militares pasaron a la ofensiva hace 20 días: Swat, Buner y Bajo Dir.
El ejército paquistaní rodea desde hace varios días Mingora, pero asegura que no lanzará el asalto terrestre hasta que haya "elaborado una estrategia" que le permita minimizar los "daños colaterales".
Las autoridades estiman en 200.000 el número de habitantes que siguen atrapados en la ciudad.
Tras 20 días consecutivos de ofensiva, cerca de un millón de civiles han huido de los enfrentamientos en los tres distritos y se hacinan en los campos para desplazados, según Naciones Unidas, que tilda lo que ocurre de "grave crisis humanitaria".
"Desde el 2 de mayo y hasta hoy, viernes 15 de mayo, más de 987.000 personas fueron registradas como desplazados", declaró a la prensa un portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), William Spindler.
En una serie de balances imposibles de comprobar, el ejército paquistaní ha anunciado haber matado a más de 920 talibanes en tres semanas de ofensiva, 55 de ellos en las últimas 24 horas, y haber sufrido solamente 42 bajas. Los medios de comunicación no pueden acercarse a la zona de los combates.
Al Qaida reconstituye desde hace años sus fuerzas en las zonas tribales fronterizas con Afganistán, feudo de los talibanes paquistaníes, que sirven también de base a los talibanes afganos.
Pero el reciente avance de los islamistas más allá del valle de Swat llevó a Estados Unidos a exigir a Pakistán que pasase a la ofensiva.
Esta información no pudo ser confirmada por una fuente independiente, ya que las zonas de combate están cerradas al acceso.
Mingora, hasta ahora en manos de los combatientes islamistas vinculados a Al Qaeda, tiene una población de unas 300.000 personas, pero la ciudad se vació casi en su totalidad en las últimas dos semanas, según el ejército.
El ejército paquistaní lanzó el 26 de abril una vasta ofensiva destinada a expulsar a los islamistas vinculados a Al Qaeda del valle de Swat y sus alrededores, instalados en la región los últimos dos años, zona situada a unos cien kilómetros al noroeste de Islamabad y que era antaño uno de los sitios más turísticos del país.
El general Abas declaró que Mingora ya estaba bajo control pero añadió que los combates continuaban en el distrito montañoso de Swat, en donde la fuerzas gubernamentales se enfrentan a los talibanes. "Hablamos sólo de Mingora. Pero hay aún combates en el valle del Swat", declaró a la AFP el portavoz del ejército.
El lunes, el ejército había estimado que recuperarían la ciudad en siete a diez días.
Al mismo tiempo, la ONU estimaba que la cantidad de civiles desplazados por los combates estaba a punto de alcanzar las 2,4 millones de personas, es decir, un aumento de unos 700.000 desplazados en tres días.
El ejército aseguró que mató a 1.100 talibanes desde que comenzó la ofensiva en los distritos de Bajo Dir, Buner y Swat y que sólo perdió 66 militares. Sin embargo, las autoridades nunca evocan pérdidas civiles y se contentan en decir que hace todo para reducirlas al máximo, pero a veces son "inevitables".
Pero la ofensiva militar provocó una crisis humanitaria mayor, según la ONU.
Las zonas tribales del noroeste, fronterizas con Afganistán, son consideradas como un bastión de los talibanes afganos que cuentan con bases de retaguardia. Pero desde hace dos años, los insurgentes paquistaníes progresaron más allá, en especial en el valle de Swat, a un centenar de kilómetros de Islamabad.
El gobierno paquistaní prometió el viernes una recompensa de 50 millones de rupias (más de 600.000 dólares) por la captura, muerto o vivo, del jefe de la rebelión talibán en el valle de Swat. Hasta ahora, las autoridades de la Provincia de la Frontera del Noroeste, según el portavoz, ofrecían unas cinco millones de rupias por Maulana Fazlulá, dignitario religioso organizador de un levantamiento armado desde hace dos años que busca instaurar la ley coránica.
IAR Noticias/AFP
El portavoz de las Fuerzas Armadas, el mayor general Athar Abbas, declaró a la BBC que el centro de Mingora se encuentra bajo control militar.
Sin embargo, la presencia de los periodistas no está autorizada en la zona, por lo cual es difícil verificar la veracidad de la aseveración del ejército.
Los combates en Mingora se recrudecieron hace una semana cuando el ejército intensificó su presencia en esa ciudad y comenzó a realizar búsquedas de miembros del Talibán casa por casa.
Aunque las fuerzas armadas afirman haber tomado control del centro de Mingora, se estima que aún hay escaramuzas en zonas de la periferia.
Desplazados
Las declaraciones del ejército llegan en momentos en que crece la preocupación por el destino de los habitantes del Valle de Swat, que se han visto desplazados como consecuencia de los enfrentamientos.
Cientos de personas han muerto y más de dos millones han resultado desplazadas desde que se inició la ofensiva contra el Talibán de esa región noroccidental, en la frontera con Afganistán.
La ofensiva contra Mingora es la última fase del operativo de las fuerzas de seguridad para recobrar el control del valle de Swat.
Los combates se iniciaron tras el fracaso de un acuerdo de paz a principios de mes.
Aunque el ejército siempre conservó bases en Mingora, la ciudad se mantenía bajo control Talibán.
En la última semana, el ejército asegura haber retomado intersecciones clave y portavoces militares han dicho que sólo restan pocos días de ofensiva.
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