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Soja transgénica es contaminación |
CAMPAÑA: LUCHA CONTRA EL HAMBRE
EN DEFENSA DE LA SEGURIDAD Y LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
LA FAO, ¿SOLUCIÓN O PROBLEMA?
A lo largo de los años 90, se ha extendido el cultivo de soja transgénica en muchos países. La soja Roundup Ready (RR) de Monsanto, el cultivo transgénico más extendido en el mundo, no tiene mejor rendimiento que la soja convencional como afirma la multinacional que la promueve. Está demostrado que estos cultivos tienen una productividad entre un 5-10% menos que las variedades convencionales.
Un informe publicado el 13 de febrero de 2008, en Asunción(Paraguay) / Bruselas(Bélgica) desvela que la introducción de los cultivos transgénicos está provocando un incremento en el uso de plaguicidas tóxicos en los principales productores de cultivos biotecnológicos. En EE.UU, los datos del departamento de agricultura (USDA), demuestran que los cultivos RR, han hecho que aumente 15 veces el uso de glifosato, herbicida que destruye los organismos primarios de los ecosistemas. Esto supone una seria amenaza para las cadenas tróficas y las comunidades que dependen de ellas.
En América Latina, los principales países productores de soja RR, han incrementado el uso de glifosato y se ha desarrollado la resistencia de las malezas a dicho herbicida. En Brasil, el uso de glifosato llega al 80%. En 2007 en Argentina, la maleza resistente al glifosato (sorgo de alepo) invadió más de 120.000 hectáreas. Para poder enfrentarlas se estima que serán necesarios unos 25 millones de litros de otros herbicidas, lo que significa un incremento en los costes de producción de entre 160 a 950 millones de dólares por año. La industria de cultivos transgénicos, sin embargo, continúa asegurando de forma engañosa que los cultivos transgénicos reducen el uso de plaguicidas y sirven para eliminar la pobreza y el hambre.
En Argentina, el cultivo de soja ha pasado de 800.000 hectáreas a 13 millones en los últimos siete años. La industria algodonera ha sido desmantelada y el cultivo convencional de algodón ha sido sustituido por la soja transgénica. También se han despejado bosques y sabanas, así como tierras dedicadas a pastos o cultivos alimentarios como sorgo, maíz, girasol o judías, para dedicarlo a la producción de soja RR, eliminando así la biodiversidad, el cultivo tradicional y con ello, la producción de alimentos para la población argentina. La soja transgénica además, agota la fertilidad del suelo porque como leguminosa da un aporte mínimo de nutrientes al suelo y, sin embargo, extrae el doble que el maíz. En el año 2002, 30 millones de toneladas de soja acabaron con 900.000 toneladas de nitrógeno, 140.000 toneladas de azufre y 200.000 toneladas de fósforo. El fósforo es una sustancia no renovable y cuando desaparece del suelo hay que reponerlo de forma artificial.
Este ritmo de desnutrición de la tierra no puede durar muchos más años.
Argentina es el segundo país productor de soja en el mundo, después de EE.UU. El 30% de lo que produce lo exporta como grano y el 70% restante en forma de aceite y de piensos para animales de Europa y para alimentación humana en países donde no existe obligación de etiquetar los productos transgénicos. La presión de los consumidores europeos ha conseguido que la industria alimentaria retire los ingredientes transgénicos de sus productos o bien que los etiquete, pero la presión, más fuerte de la industria transgénica ha conseguido que queden fuera de ésta obligación los productos de animales alimentados con transgénicos (leche y derivados, carne y huevos). De este modo, los transgénicos continúan siendo vendidos para consumo humano en países donde no hay legislación que lo regule, incluso sin estar etiquetados, pero en países donde existe regulación y obligación de etiquetado, también se cuelan en nuestros platos vía alimentos de origen animal.
Argentina produce actualmente piensos para exportar alimento y dar de comer a la misma cantidad de ganado que producían ellos antes. De 1990 a 2002, doce establecimientos de agricultura tradicional cierran por día. En el norte del país, con el cambio de cultivo del algodón a la soja, 6 de cada 10 personas se han quedado sin trabajo y migran a las ciudades donde perciben, por estar desempleados, subsidios de 150 pesos mensuales (unos 36€), que no cubren las necesidades básicas familiares, sólo da para comer durante 10 días al mes.
Con el crecimiento de la extensión de tierra para el cultivo de soja, en la Región del Chaco, se ven atacadas tanto la tierra como los animales que la habitan. Estos últimos al tener cada vez menos espacio donde vivir, abandonan sus áreas y acaban en peligro de extinción, como el Tatú Carreta (documental “Hambre de Soja”. Icaro Producciones, Marcelo Viñas y Jorge Casal año 2005)
El Chaco, es un claro ejemplo de indigencia, desnutrición y pobreza causadas por el cultivo de soja. En Resistencia, capital de El Chaco, en el interior de la región, los profesores se han movilizado para denunciar que los alumnos se les duermen de hambre en un país conocido por su producción masiva de alimentos. Hasta el año 2007, los niños comían en las escuelas públicas de la zona pero, por falta de presupuesto, los centros dejaron de dar almuerzo y sólo dan el desayuno. El absentismo escolar se ha multiplicado desde entonces. Los niños acuden a los comedores comunitarios donde el alimento principal es la soja RR, exportada a los países europeos exclusivamente para el consumo de animales y regalada por las multinacionales a los comedores. Comen soja 2 ó 3 veces por semana. Para que la soja esté bien cocinada y no dañe al organismo, debe de cocerse una hora pero por desconocimiento y la necesidad de ahorrar energía, en éstos comedores se cuece sólo unos minutos, lo que supone que en lugar de nutrientes a los niños, les aporte tripsina, isoflavonas, etc, siendo peligrosa, especialmente para los menores de 2 años, porque no aporta hierro, vitaminas, zinc, calcio. Lo ideal es que se tome a partir de los 2 años y como un alimento más.
Nunca fue un alimento de la dieta argentina. El gobierno argentino no controla lo que comen en los comedores sociales, no se hacen análisis para medir la cantidad de glifosato y endosulfán (insecticida) que hay en el grano. En Europa se comercializa como pienso para aves de corral y cerdos, entre otros animales. La leche de soja que dan a la población, extraída de las llamadas vacas mecánicas (máquinas expendedoras), no es, de ninguna manera, un alimento completo y provoca desnutrición en los niños.
El argumento de las multinacionales (Singenta, Nidera, Monsanto) es que con la soja se palia el hambre. Estas empresas provocan el cambio de la calidad de producto por la cantidad, el trabajo por el desempleo y la seguridad alimentaria por la dependencia tecnológica.
Los cultivos transgénicos no han contribuido en nada a reducir el hambre y la pobreza en el mundo, por el contrario, han favorecido la desnutrición, en particular de los niños argentinos de las regiones pobres.
Una sola compañía, Monsanto, domina con su tecnología el 90% del área mundial cultivada con transgénicos y cinco compañías fabrican prácticamente el 100% de las semillas transgénicas que hay en el mercado mundial.
Las multinacionales poseen patentes conseguidas gracias al esfuerzo y al trabajo de varias generaciones de agricultores que ahora se ven perseguidos por las grandes compañías cuando guardan o comparten la semilla con sus vecinos, sobre cultivos como el algodón, el fríjol, la soja, la mostaza o el arroz basmati. En varios países ya hay agricultores amenazados o demandados por Monsanto. Éste es el caso de los agricultores canadienses Percy y Louise Schmeiser. La semilla patentada por la corporación contaminó su parcela. Aunque ellos no sembraron esta semilla, el polen transgénico voló desde campos vecinos hacia sus parcelas y contaminó sus cultivos legalmente.
LA RESPONSABILIDAD DE LA FAO
Investigaciones hechas por la FAO demuestran que pequeñas fincas pero con biodiversidad pueden producir muchos más alimentos que los grandes cultivos industriales. La diversidad, además de dar más alimentos, es la mejor estrategia para prevenir la sequía y la desertificación. Sin embargo, el informe de la FAO de 17 de Mayo de 2004 (Roma) sobre el “Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación”, demostró su descompromiso con la Soberanía Alimentaria y las necesidades de los campesinos del mundo.
En lugar de recomendar el fortalecimiento del papel de los agricultores de pequeña escala en el manejo de su diversidad agrícola, la FAO promueve el desarrollo transgénico de la yuca, la papa, el garbanzo, el mijo y el teff (cereal parecido al mijo pero de semilla más pequeña y con gusto amargo). Y afirma que los cultivos transgénicos han dado enormes beneficios económicos para los agricultores y han servido para reducir el uso de plaguicidas.
Para esta afirmación la FAO utilizó estudios realizados en la India, por el propio Monsanto en el 2001, ignorando la información recolectada por los agricultores, los gobiernos y otros investigadores sobre el cultivo del algodón Bt.
El incremento de esta tecnología, como recomienda la FAO en su informe de 2004, aumentará el control monopólico de las multinacionales sobre las reservas alimentarias del planeta. Los países empobrecidos son forzados a aceptar patentes, contratos y regímenes comerciales que debilitan su capacidad nacional para luchar contra el hambre.
A pesar de que en el año 2000 la FAO estaba contra la esterilización genética de semillas, este informe apoyó el uso de “Terminator”, una tecnología que produce esterilidad en las semillas impidiendo que los agricultores guarden la semilla cosechada y la reutilicen para la siembra siguiente, poniendo en riesgo la alimentación de 1.400 millones de personas que dependen de la semilla conservada de su cosecha. La FAO rompió el compromiso que tenía con las ONGs y las organizaciones campesinas y publicó dicho informe sin consulta previa.
La FAO respalda la propiedad intelectual de las multinacionales a pesar de que los recursos genéticos provienen del trabajo de mejoramiento que han hecho los agricultores durante miles de años.
En el mundo considerado “desarrollado” y “avanzado”, sumido en un descomunal consumismo, 866 millones de personas son totalmente analfabetos, 2 millones no disponen de electricidad y 56 millones de personas pasan hambre.
En el mundo “subdesarrollado” a causa del modelo de desarrollo de los países ricos más de 1.000 millones de personas viven con un dólar al día y más de 3.000 millones se arreglan con 2 dólares diarios. La carencia de atención médica afecta a 2.000 millones y 20.000 personas mueren cada día a causa de la pobreza. Dos tercios de la población que vive en condiciones de extrema pobreza, son menores de 15 años y el 70% del total son mujeres y niños. El 80% de la población mundial no tiene acceso a las formas básicas de telecomunicaciones. En Manhattan, ciudad de Nueva York, hay más líneas de teléfono que en toda el África Subsahariana y la tasa de teléfonos móviles es de 1 por cada 3 habitantes del planeta.
¿COEXISTENCIA CON TRANSGÉNICOS?, ¡NO, NO Y NO!
NI CONSUMIDOS, NI IMPORTADOS, NI PRODUCIDOS. ¡PROHIBICIÓN!
CAMPAÑA DE LOS GRUPOS AUTOGESTIONADOS DE KONSUMO – GAKs
Los daños producidos por la globalización y mercantilización de la agricultura, los alimentos y los servicios sociales, se intensifican.
El hambre, las enfermedades producidas por desnutrición, comida basura y toxicidad de los alimentos industrializados, crecen paralelas al cambio climático, las catástrofes naturales, la pérdida de biodiversidad, el despoblamiento del campo, las migraciones, la precariedad, la privatización de la protección social, la exclusión, la violencia competitiva y la violencia armada.
Las multinacionales violan impunemente derechos humanos, constituciones de los estados y acuerdos internacionales. Sus instrumentos son las instituciones del capitalismo internacional, la complicidad de los gobiernos y la impotencia de la ONU, en este caso la FAO. Cuando el mercado nos sume en la inseguridad y la guerra y los políticos son impotentes o cómplices, se impone la intervención social en forma de movimiento popular constituyente.
Ante la “Reunión de Alto Nivel sobre Seguridad Alimentaria para Todos” presidida por el Secretario Gral de la ONU, Ban Ki Moon, y el Presidente del Gobierno español J. L. R. Zapatero.
Concentración
Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid.
Plaza de Joan Miró (Castellana, 99)
Lunes 26/I//09. 17:45.
Colectivos Firmantes:
GRUPOS AUTOGESTIONADOS DE CONSUMO (GAK's) DE MADRID
LA GARBANCITA ECOLÓGICA (Madrid)
COLECTIVO AGROECOLÓGICO CEFARES (Productores ecológicos de Extremadura)
FORO SOCIAL DE SEGOVIA
ALGAMAR (Productores ecológicos de Galicia)
ASSI (Acción Social y Sindical Internacionalista – Zaragoza)
ECOMEDITERRÁNIA (Productores ecológicos de Valencia)
ASOCIACIÓN CULTURAL CANDELA (Madrid)
BIOPRASAD (Productores y elaboradores ecológicos de Cataluña)
BIO NATURA (Productores ecológicos Cataluña)
ASOCIACIÓN DE PRODUCTORES ECOLÓGICOS NATURA BIO (de Aragón y Cataluña)
AIGUACLARA (Productores y Consumidores Agroecológicos de Valencia)
ATENEO REPUBLICANO DE VALLEKAS
SECCIÓN DE MEDIO AMBIENTE DEL ATENEO DE MADRID
ASOCIACIÓN DE CULTURA POPULAR ESTRELLA ROJA (Madrid)
COLECTIVO CAMBALACHE (Oviedo-Asturies)
UJC-MADRID
CAES (Madrid)
GRUPO DE CONSUMO "LOS ESPIGADORES" (Mataelpino. Madrid)
SOLDEPAZ-PACHAKUTI (Asturies)
UNION DE UNIONES DE AGRICULTORES Y GANADEROS
PLATAFORMA TRANSGENIC ZERO (País Valencià)
PLATAFORMA DE CIUDADANOS POR LA REPÚBLICA
PCE (M-L)
COLECTIVO DE CONSUMIDOR@S DE ABC (Madrid)
ECOPORTAL.NET (Argentina)
ÁREA FEDERAL DE ECOLOGÍA Y MEDIOAMBIENTE DE IU
ASOCIACIÓN STOP IMPUNIDAD (Solidaridad Internacional Madrid)
ATENEO LIBERTARIO "AL MARGEN" (Valencia)
RADIO VALLEKAS (Madrid)
COORDINADORA ECOLOXISTA D'ASTURIES
ALTERNATURA - EL RINCÓN DE LOS CEREZOS (Productor@s Agroecológic@s de Extremadura)
COLECTIVO DE COLOMBIANOS REFUGIADOS EN ASTURIAS "LUCIANO ROMERO MOLINA"
ALTERNATIVA SÍ SE PUEDE POR TENERIFE (Movimiento Ciudadano de la Isla)
PROYECTO CULTURAL "LA TERTULIA" (Getafe-Madrid)
GRUPO DE ESTUDIOS AGROECOLÓGICOS (GEA)
ACCIÓN CULTURAL CRISTIANA (Madrid)
CLUB DE AMIGOS DE LA UNESCO DE MADRID (CAUM)
ASOCIACIÓN DE VECINOS DE ZARZAQUEMADA (Leganés-Madrid)
SINDICATO DE OBREROS DEL CAMPO Y DEL MEDIO RURAL (SOC)
COORDINADORA ECOLOGISTA I VEÏNAL D'ALDAIA (Valencia)
CORRIENTE SINDICAL DE IZQUIERDAS DE ASTURIAS (CSI)
CENTRO DE ESTUDIOS RURALES Y DE AGRICULTURA INTERNACIONAL (CERAI)
ASOCIACIÓN CANARIA DE ECONOMÍA ALTERNATIVA
COLECTIVO MANOTERAS (Grupo de Consumidor@s-Madrid)
PCPE
COLECTIVO FEMINISTA LAS GARBANCITAS (Madrid)
ASOCIACION ECOLOGISTA LOBO CERVAL
ECOLOGISTAS EN ACCIÓN GRANADILLA
CJC
COMITÉ ESTATAL DE SOLIDARIDAD CON CUBA (CESC-Madrid)
COLECTIVO 26 DE JULIO (Solidaridad con Cuba)
(mas...)

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, medios, monopolios, multitud, politica.
Documentos filtrados de la Comisión Europea demuestran que “el único país europeo que cultiva transgénicos a gran escala no quiere que se evalúen sus impactos”, según denunciaron Amigos de la Tierra, Greenpeace y la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG).
La Unión Europea, a iniciativa de la Presidencia francesa, está revisando el proceso para evaluar los riesgos de la introducción de cultivos y alimentos transgénicos. En el seno de estas discusiones, el Gobierno español intentó bloquear la evaluación de los riesgos socioeconómicos.
Finalmente, los representantes españoles no consiguieron frenar la iniciativa. De hecho, el Gobierno tuvo que aceptar la investigación, además de un paquete de medidas aprobadas por el Consejo europeo “en las que se enfatiza la necesidad de mejorar las investigaciones y los estudios sobre los peligros para el medio ambiente del cultivo o el uso de los OMG con la participación de científicos independientes”, según informaron las organizaciones antitransgénicos a finales de diciembre.
No más autorizaciones
La COAG, Greenpeace, Amigos de la Tierra, Ecologistas en Acción y Plataforma Rural, celebraron esta decisión en un comunicado de prensa en el que “exigen a las autoridades comunitarias que se suspendan todas las autorizaciones de nuevos transgénicos en Europa hasta que la Comisión europea y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, en sus siglas en inglés) no apliquen correctamente estas nuevas medidas”. De los 27 Estados miembro de la Unión, el español es el único que produce cultivos transgénicos de forma masiva. De hecho, menos del 2% de la superficie total del maíz cultivado en la UE está modificado genéticamente, y cinco países han prohibido ya la producción de este maíz, según datos de la campaña por la defensa de la biodiversidad y la soberanía alimentaria Semillas de Identidad. Francia, por ejemplo, que era el país con un mayor aumento de superficie cultivada con maíz transgénico en 2007, prohibió su cultivo en 2008.
Sin embargo, el Gobierno español, en el que hay cargos políticos vinculados a la industria de los transgénicos, como comenta un representante de Amigos de la Tierra, presiona para que la UE no profundice en los posibles inconvenientes del cultivo de transgénicos. Y la producción en el Estado suma y sigue, con más de 80.000 hectáreas de maíz transgénico que invade los campos de cultivo, como denuncian las organizaciones ecologistas.
La retórica tecnocientífica que atraviesa a la agrobiotecnología nos viene a decir que los cultivos transgénicos tan sólo son un modelo agrario que podría coexistir con los cultivos convencionales y ecológicos ya existentes.
Sin embargo, los transgénicos por razones agronómicas, por el sistema de producción agrícola y por su posterior entrada en la cadena alimenticia (no olvidemos que los principales cultivos transgénicos, soja y maíz, atraviesan en forma de piensos y derivados gran parte de la producción de alimentos) parecen asemejarse a un fluido que atraviesa barreras, que se precipita sobre los otros modelos agrícolas.
A modo de ejemplo, decir que la producción de maíz ecológico en Cataluña y Aragón, debido a su contaminación con maíz transgénico, está prácticamente al borde de su desaparición.
Ante esta presencia de fluidos transgénicos, se nos dice que habrán de fijarse umbrales que posibiliten legalmente la presencia de transgénicos en esos otros modelos.
Pero la presencia de un umbral legitima ya de facto el modelo agrobiotecnológico, un modelo que no se caracteriza por coexistir sino por un progresivo precipitarse más allá de sí mismo descuidando las consecuencias que esto ocasiona.
Cabe afirmar, por ello, que quizás la cuestión no sea negociar umbrales sino reivindicar la posibilidad misma de negar este modelo y, en consecuencia, de poder construir zonas libres de transgénicos, zonas ajenas a un modelo agrícola que ha emprendido una inquietante mercantilización de la naturaleza.
Mitos de la tecnociencia
La continua remisión a un futuro transido de seguridad en donde la tecnociencia dictaminará una supuesta inocuidad de los transgénicos conlleva, por una parte, la preocupante asunción de que los actuales cultivos transgénicos no se han desarrollado una vez que el principio de precaución ha sido establecido.
Primero fueron los transgénicos y después un sistema de control que debe reconstruirse a medida que los problemas afloran: la agrobiotecnología no espera (el primer maíz transgénico cultivado en España está hoy prohibido) y la coexistencia deberá regularse en un contexto marcado ya por la contaminación transgénica.
Por otra parte, la experiencia de los cultivos transgénicos ha sido ya lo suficientemente amplia como para que se continúe pidiendo informes sobre seguridad, obviando la problemática ambiental y social que la transgenia ha comportado: pérdida de biodiversidad, contaminaciones por transgénicos, aparición de malas hierbas y de resistencias a los insumos agroquímicos, creciente deforestación en países como Argentina y Brasil para plantar la soja transgénica que alimenta el ganado occidental, mercantilización del comercio de semillas que impide su reutilización y que socava conocimientos y prácticas agrícolas de carácter local sobre las que habría de fundamentarse la soberanía alimentaria.
La ignominia del discurso que justifica la agrobiotecnología sobre la base de una mayor productividad, que vendría a ayudar a paliar el problema del hambre y la falacia de la promesa de una reducción de insumos agroquímicos, vienen a enmascarar lo que subyace a la agrobiotecnología, que no es sino una reactualización del viejo sueño moderno de convertirnos en dueños y señores de la naturaleza.
La reducción del debate a la búsqueda de una irrefutable seguridad tecnocientífica contribuye a ocultar el debate en torno al modelo de naturaleza y sociedad que reproduce la agrobiotecnología.
Ignacio Mendiola
Se demuestra también como la industria de los transgénicos truca las cifras para dar la sensación de que sus productos son cada vez más aceptados.
Todo esto casi un año después de la publicación de una evaluación de la ONU que concluye que los cultivos transgénicos no suponen una solución para aliviar el hambre ni la pobreza.
El nuevo informe de la Federación Amigos de la Tierra Internacional ¿Quién se beneficia de los cultivos transgénicos? muestra como la subida de los precios de los alimentos básicos por la crisis alimentaria mundial ha permitido a las multinacionales como Monsanto acumular beneficios record, aumentando de forma exponencial el precio de las semillas transgénicas y de los agroquímicos que venden a los agricultores.
Monsanto anunció en Enero que sus beneficios del último trimestre se habían casi triplicado, y que su beneficio neto está previsto que se triplique desde los 984 millones de dólares en 2007 hasta los 2960 millones en 2010.
“Los cultivos transgénicos son para alimentar a los gigantes de la industria biotecnológica, no a los pobres” afirmó Nnimmo Bassey, Director Ejecutivo de Amigos de la Tierra Nigeria y Presidente de Amigos de la Tierra Internacional.
“La semillas transgénicas y sus pesticidas asociados son excesivamente caros para los pequeños campesinos de África. Los promotores de esta tecnología en los países empobrecidos están totalmente fuera de contacto con la realidad”.
Monsanto es la mayor empresa mundial de semillas, y prácticamente ostenta el monopolio de la tecnología transgénica.
Las semillas modificadas genéticamente cuestan entre dos y cuatro veces más que las semillas convencionales. Monsanto también comercializa el Roundup, el herbicida más vendido en el mundo.
“Gracias en gran medida a Monsanto, los agricultores estadounidenses están afrontando incrementos dramáticos en los precios de las semillas transgénicas y en los químicos asociados” afirmó Bill Freese, del Centro por la Seguridad Alimentaria de EE.UU.
“Los agricultores de países del Sur que se acojan a esta tecnología de Monsanto y otras multinacionales no pueden sino esperar la misma suerte, incrementos brutales del precio de las semillas y de los pesticidas, y un descenso radical en la disponibilidad de semillas no transgénicas”.
El coste de las semillas transgénicas no es el único problema.
Los cultivos transgénicos no se cultivan ni están diseñados para aliviar la pobreza.
La inmensa mayoría son soja y maíz destinados a alimentación del ganado y producción de agrocombustibles en países desarrollados.
EE.UU. produce más del 50% de los cultivos transgénicos a nivel mundial. Y cerca del 90% del área global cultivada con transgénicos está en 6 países americanos (EE.UU., Canadá, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), países con un sector agrícola altamente industrializado y orientado a la exportación.
En Europa, donde el cultivo de transgénicos supone una parte marginal de la agricultura, las multinacionales inflan las cifras para maquillar la realidad.
El único cultivo autorizado es un maíz, que supone tan solo el 0,21% de la superficie agrícola en la UE.
España es el único país europeo que lo cultiva a gran escala, con más de 80.000 hectáreas en 2008. Siete países europeos han prohibido el cultivo de este maíz por sus impactos ambientales e incertidumbres sobre la salud.
El lobby de la industria europea, EuropaBio, alega un 21% de incremento en la superficie de transgénicos en Europa respecto a 2007, cuando en realidad se ha producido un 2% de descenso.
El truco es tan simple como eliminar de los cálculos a Francia, el último país en prohibir el cultivo de transgénicos.
“Los transgénicos no están haciendo nada por solucionar los problemas de los pequeños agricultores, ni en el Sur ni en Europa. Y es bochornoso utilizar la lucha contra el hambre para promocionar un negocio multimillonario, con graves impactos ambientales y sociales, y alarmantes riesgos para la salud” añadió David Sánchez, de Amigos de la Tierra España.
A pesar de más de una década de propaganda, la industria no ha introducido ni un solo cultivo transgénico que incremente los rendimientos, que sea más nutritivo, resistente a la sequía o a la salinidad.
Los transgénicos disponibles hoy en día siguen siendo en un 80% resistentes a un herbicida, lo que ha disparado el uso de agroquímicos en los países productores.
El resto son resistentes a insectos.
La apuesta por los transgénicos ha oscurecido el gran potencial de la agricultura agroecológica, de bajo coste, para la producción de alimentos y aliviar el hambre.
Un esfuerzo de cuatro años por parte de la ONU, la “Evaluación Internacional del Papel del Conocimiento, la Ciencia y la Tecnología en el Desarrollo Agrícola” (IAASTD en sus siglas en inglés), que implico a 400 expertos de múltiples disciplinas, gobiernos y multinacionales, recomendó una apuesta por los métodos agroecológicos, que ofrecen incrementos en la productividad sin semillas ni químicos caros, y una reforma de las injustas normas de comercio internacional.
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