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Aumento de tropas y gasto en Defensa |
La decisión de la ministra Chacón de ampliar el número de efectivos de las Fuerzas Armadas en misiones en el exterior y pasar de los 3.000 actuales a 7.700 en 2009 no es ninguna sorpresa. Si se observa la última Directiva de Defensa Nacional, así como la actual en trámite de aprobación, se observa un cambio substancial: la definición de un marco estratégico para la seguridad nacional presidido por nuevos riesgos y amenazas.
Señalando como tales el crimen organizado, el terrorismo internacional, la inmigración masiva o el cambio climático, aspectos que difícilmente tendrán solución a través de medios militares, como la misma Directiva señala.
Aunque no deja de ser alarmante que sean objeto de atención.
En cambio, se incluyen otras amenazas no tan peregrinas que sí podrían ser objeto de intervenciones, como la proliferación nuclear, los conflictos regionales, en especial en el área mediterránea, los Estados fallidos donde hay violaciones de los derechos humanos o el acceso a los recursos básicos necesarios para mantener nuestro sistema de vida.
Si se observan por separado, ninguno de esos problemas tiene su solución dentro de las fronteras españolas, sino en el exterior, y ahí radica la necesidad de ampliar el número de efectivos en misiones exteriores.
Ahora recordemos los peligros y amenazas definidos por la OTAN e incluidos en el Informe Solana: Estrategia de Seguridad Europea, de la UE. En ambos se mantienen exactamente las mismas amenazas.
Ahí tenemos otra razón del Gobierno Zapatero: alinearse al lado de los organismos militares internacionales en los que España participa con una mayor presencia militar en el exterior y adecuar el Ejército a esas supuestas amenazas.
La propia OTAN aconseja tener un 8% de fuerzas operativas para su despliegue inmediato. Cuota que se alcanzará con los 7.700 efectivos.
Cierto es que hay otros organismos –ONU y OSCE– con mayor reconocimiento que la OTAN y la PESC de la UE, de los que también se derivan compromisos.
Pero si se observan las misiones militares en el exterior realizadas por España entre 1994 y 2008, tan sólo dos (Líbano y Haití) han estado amparadas por la ONU, tres lo han sido por la UE (Macedonia, Bosnia y Congo) y ocho por la OTAN. Entre ellas, las tres agresiones contra Estados soberanos, en Kosovo, Afganistán e Iraq, las tres realizadas al margen de la legalidad internacional.
Analizando brevemente algunas de las misiones que esas fuerzas deben realizar, la de ayuda humanitaria, en defensa de los derechos humanos o catástrofes naturales, sólo un ingenuo podría creerse que los ejércitos son los cuerpos idóneos para llevar a cabo esas misiones.
¿Desde cuándo las fuerzas armadas pueden jugar un papel de imparcialidad, independencia, neutralidad y universalidad que las víctimas de un conflicto requieren?
Además, para llevar a cabo tales intervenciones son más apropiados cuerpos especiales formados para tal menester, que no soldados pertrechados de armas y más pendientes de su propia seguridad que de la población a la que deben asistir.
Éstas serían, desde luego, mucho menos costosas.
Hoy esas misiones de 3.000 efectivos rondan los 700 millones de euros anuales.
Mayor enjundia tiene la cuestión de los recursos naturales, pues su simple mención nos empuja a pensar que se contempla la posibilidad de lanzar operaciones militares para acceder a recursos que, hay que suponer, son los hidrocarburos.
Otra razón de la ampliación es el deseo del Gobierno actual de ganar peso en los foros internacionales donde se dirimen las grandes cuestiones de nuestro tiempo. Y eso, según el Gobierno, no es posible sin la presencia militar en los conflictos que hoy afligen al planeta.
Pero, desgraciadamente, en lugar de buscar la resolución de los conflictos impulsando medios de seguridad humana, se escoge el camino de la seguridad militar.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, politica, violencia.
Así, a los cerca de 3.000 soldados que se encuentran desplegados en Afganistán (800), Líbano (1.100), Kosovo (600), Bosnia (230), Chad (90) y Somalia (90), se añadirán otros 4.700, lo que superará con creces el tope de 3.600 alcanzado durante el Gobierno de Aznar y conllevará un aumento del gasto destinado a su mantenimiento, que este año ha sido de 688 millones de euros, cifra muy superior a los 17,36 millones presupuestados inicialmente.
Según Jordi Calvo, del Centre d’Estudis per la Pau J. M. Delàs este aumento se explica por “los compromisos que tiene España con la OTAN, ahora que se está profundizando en el llamado ‘nuevo concepto estratégico’ de actuar fuera de sus países miembros, Afganistán, por ejemplo”.
De hecho, a pesar de que Moratinos dijo en noviembre que no habría aumento de tropas españolas en Afganistán, todo apunta a que el Gobierno responderá positivamente a las peticiones de la OTAN y del nuevo Ejecutivo de EE UU de ampliar la presencia militar en el país.
Además, según el investigador José Toribio, aunque enviar el 10% de sus tropas al exterior “no convertirá al Estado español en una potencia militar, es verdad que hay una relación directa entre la cantidad de recursos militares que un país dedica a mantener un determinado estatus y su proyección en alianzas de carácter político y/o económico de relevancia, como el G-20, donde posiblemente se puso como condición para poder asistir el aumento de tropas en misiones militares en el exterior”.
El Estado español, que pretende ser la octava potencia económica, que es la octava potencia en exportación de armas y que, según los cálculos de Alternativa Militarista-MOC, ha dedicado 21.270 millones (10,50% de los presupuestos) al gasto militar (más que los presupuestos de Educación, Cultura, Trabajo, Servicios Sociales y Medio Ambiente juntos).
“Quizá quiera ayudar a esa percepción de que es una potencia mundial con un mayor despliegue de tropas”, según Calvo.
Toribio apunta factores como “el prestigio del Ejército en un contexto en que la crisis está aumentando la afiliación de mercenarios, y los beneficios que algunas empresas hacen en los países en que hay misiones”, empresas como Tecnove, Cobra y Equipos Móviles Arpa, interesadas en construir otra base española en Afganistán.
"Ejército humanitario"
Mientras, la imagen de un Ejército “humanitario” y en “misión de paz” repetida por el Gobierno no se sostiene con los datos: sólo un 1% del presupuesto de las operaciones militares españolas en Afganistán se ha destinado a ayuda humanitaria, y la ministra Chacón ha reconocido que las tropas están allí para combatir a Al Qaeda.
Además, según Calvo, “el Ejército no cumple con los principios básicos de la ayuda humanitaria reconocidos por los convenios, neutralidad, imparcialidad e independencia, pues responde a los intereses del Gobierno al que sirve, y su presencia en Afganistán simplemente está legitimando que las decenas de miles de militares estadounidenses puedan hacer la guerra a su antojo”.
Ya en 2005, un informe de IECAH advertía sobre el uso político de las ayudas humanitarias para ensalzar la labor del Ejército y encubrir el carácter militar de las misiones españolas en el extranjero.
Y hoy, mientras cientos de somalíes mueren en aguas del Golfo de Adén tratando de huir del conflicto de su país, la UE se muestra más interesada en combatir la piratería en Somalia, con una misión de mil hombres que será comandada por el Estado español a partir de abril, hacia la que partirá en enero una fragata española con 200 militares; lo que, sumado a las siete fragatas de la OTAN que patrullan el lugar, hace sospechar al periodista M. K. Bhadrakumar que se lucha por el control de “una de las vías navegables más delicadas para el comercio de petróleo, armas y bienes manufacturados que circula entre Europa y Asia”.
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