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Uribe no devolverá el dinero estafado |
El presidente colombiano Álvaro Uribe dijo que los miles de colombianos, incluidos 2 mil 500 efectivos de las Fuerzas Militares, no percibirán el reintegro del monto invertido en las llamadas pirámides, organizaciones ilegales que percibieron cientos de millones de dólares.
El mandatario aseguró este martes que su gobierno no devolverá el dinero a las miles de personas que fueron estafadas por invertir en diferentes firmas ilícitas de captación de dinero ofreciendo a sus inversionistas una ganacia incluso de más del cien por ciento por el monto dispuesto.
Semanas atrás, esta situación produjo diversos disturbios y protestas en distintas ciudades de Colombia, donde los manifestantes bloquearon vías de acceso y prendieron fuego a vehículos y motocicletas del Estado.
Ante este escenario, la votación de la propuesta de referendo preliminar, que pretendía la reelección del presidente Uribe a partir de 2010, se vio empañada, debido a las presiones que recibieron tres legisladores conservadores, por parte de sus representados en los departamentos más afectados por la estafa, ocasionada por las empresas de captación ilegal de dinero conocidas como "pirámides".
"Nos toca enfrentar este problema en todas sus aristas, lo que no podemos, apreciados compatriotas, es entrar a devolver el dinero que perdieron allí los que allí los pusieron, crearíamos un precedente muy grave", dijo Uribe en un acto de gobierno.
"Sería un precedente gravísimo que el gobierno, por resolver presiones de coyuntura, aceptara devolver dineros que se perdieron en actividades ilegales, el gobierno no puede hacerlo", explicó.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, medios, monopolios, multitud, politica.
A Gaviria se le conoce en Colombia como uno de los asesores más cercanos del presidente Álvaro Uribe, de quien ha sido muy cercano colaborador por más de 10 años.
También se le conoce como uno de los ideólogos de extrema derecha de la administración Uribe, ultraconservador casi, ala hacia donde giró en los últimos años cuando en los 70 se le conoció como un hombre muy identificado con ideas de izquierda por haber militado en el movimiento Firmes de Gerardo Molina.
Improvisación. “Estamos viviendo el invierno más crudo de los últimos setenta años”. “Medio país está bajo el agua”. Declaraciones oficiales. Al mismo tiempo, los reportes televisivos muestran extensas regiones rurales y semiurbanas cubiesrtas por el agua hasta los techos de las viviendas.
Imágenes crudas. Sí. Pero que parecen sacadas, tanto éstas como las declaraciones de los funcionarios públicos, de alguna grabación de hace uno u varios años.
En efecto, Colombia vive año tras año dos intensas temporadas de lluvia (abril –junio; octubre– principios de diciembre), y tras cada una de estas se repiten inundaciones, deslizamientos, derrumbes. Parece un cuento de terror, pero además uno de esos malos que hacen en Hollywood, con parte 2, 3. 4 y hasta más, donde el teleespectador, una vez observadas las primeras imágenes ya sabe toda la trama.
En Colombia, sí que sabemos lo qué va a suceder, quién va a padecer, quién propicia los desastres, etcétera.
Cubierto por innumerables ríos, el país goza de agua por doquier. Algunos de ellos, como el Magdalena y el Cauca, cruzan por lo que ahora son importantes ciudades, construidas en medio de una intensa lucha por el suelo. En sus periferias, al borde de los ríos, terminan siempre los más pobres. Aruñan su supervivencia. Arriesgan su vida para poder vivir.
Igual sucede en otras ciudades, que a pesar de no estar cruzadas por corrientes de agua, sí han sido construidas en medio del intenso desplazamiento que ya cuenta con más de cincuenta años, fruto del duro conflicto que no pareciera tener fin. Y como en las otras ciudades, en sus periferias terminan hacinados los más pobres. Al borde de peñascos, en terrenos deforestados, miles de familias tratan de superar la indiferencia oficial y el “destino”.
Llega el invierno, sin excepción, año tras año, los reportes son iguales: “muertas familias al deslizarse el terreno donde vivían”, “el río Magdalena supera su cota e inundó las sabanas de ….”, “miles de colombianos no tienen a donde ir, el río Cauca ha inundado sus casas”, etc., etc.
Y este 2008 no es diferente. Ahora nos dicen que el invierno que estamos soportando es el más intenso de los últimos setenta años. Puede que sí, puede que no. Ese no es el punto. El elemento central es porque en Colombia no existe una política de prevención de desastres, que considere dentro de su plan estratégico los dos inviernos anuales, además de la realidad de pobreza y exclusión que sin esfuerzo de doctores en geología o similares se detecta en cualquiera de las ciudades.
Inexistencia de tal política, aún más incomprensible, si tenemos en cuenta que el programa central del actual Gobierno tiene por nombre “Seguridad Democrática”. ¿Seguridad para quién?
Trágica realidad
Sin excepción, cada año el invierno causa estragos en Colombia. Las cifras lo confirman. Mientras que en el año 2000 hubo 29.451 familias afectadas, en el 2006 se reportaron 41.365. En el 2007, fue un año suave, solamente salieron damnificadas 871 familias.
Otros datos. En el 2000 se presentaron 60 muertos, 42 heridos y 12 desaparecidos, mientras que en el 2007 los decesos se redujeron “solo” a 34, heridos 134 y desaparecidos 17. Este año la naturaleza no da tregua: 558.417 personas están hoy damnificadas.
Tragedia que no respeta año, y sin embargo la previsión oficial brilla por su inexistencia. Ni en los departamtentos de Córdoba, Sucre, Magdalena, Atlántico, donde siempre se sale de cauce el río Magdalena existen espacios especialmente construidos para trasladar en época de invierno a los habitantes de decenas de municipios. Tampoco en el Valle del Cauca, Antioquia y Córdoba, donde se sale de su curso el Cauca, o en el Chocó donde le sucede lo propio a ríos como el Atrato. Esto por solo mencionar un aspecto, pero la verdad es que tampoco existe política integral de vivienda, por no decir de habitat, ni de empleo, ni de producción de alimentos, por no extender más el despropósito.
Realidad trágica, pero que desnuda la inseguridad en que viven cientos de miles de colombianos. Año tras año un importante porcentaje de estos termina trepado en las ramas de frondosos árboles, en los techos de sus casas, o durmiendo en inmensos charcos que rodean sus viviendas. Cada año se quejan de que “lo perdieron todo”. Y así continúan sus vidas. Entre el sueño, el dolor y la realidad del desgobierno.
La solución que tiene a la mano el Gobierno es suplicar la solidaridad ciudadana. Llamar a efectuar aportes en ropa, colchonetas, alimentos no perecederos, dinero, etc. Y cada año, multinacionales como almácenes Éxito, Caracol, Kellogg´s, fungen de “buenos samaritanos”, hacen eco al llamado, abren bódegas para recibir los aportes, difunden los mensajes oficiales, y luego aparecen en los municipios como “benefactores”, como empresas “que saben redistribuir ganancias”. ¿Habrá mayor felonía y mayor desgobierno?
Entre lo inmediato y un manejo real de los terrenos
También recepciona la Cruz Roja colombiana. En el 2006 se recaudaron 65´051.302 millones de pesos para fines de solucionar en parte la situación de los damnificados, 34 toneladas de ayuda en las principales ciudades del país, 227 millones de pesos fueron donados por el gobierno italiano, entre otros. Este año, no es la excepción, y ya se informa que los colombianos han donado más de trescientas toneladas de comida y enseres, además de muchos millones. Por su parte el Gobierno, presionado por gobernadores y alcaldes que en reciente reunión evaluaron la difícil situación por la que atraviesan sus gobernados, destinó3,1 billones de pesos provenientes del Fondo Nacional de Regalías para paliar la crisis. Es decir, un corcho para tapar una represa.
Soluciones no sólo insuficientes sino de escaso corte coyuntural. Por ninguna parte se siente el largo plazo, es decir, las políticas para remediar de una vez y por todas estas tragedias, que si bien son propiciadas por la naturaleza lo cierto es que en mayor parte lo son por la inexistencia de una política de Estado que de verdad haga del ser humano el factor fundamental para cualquier gobierno, y de la seguridad una constante integral: empleo, alimentación, ingresos, información, manejo del medio ambiente, vivienda, etc, y no sólo una razón militar para el control y el domino.
“Espero sus ordenes”, le dice el Cónsul a Gaviria.
José Obdulio Gaviria no es el canciller colombiano. No hace parte del gobierno. Es un asesor externo pagado con dineros del PNUD, tiene oficina en el palacio presidencial y es quien lee y escribe por Uribe. Es el autor de la famosa frase de que Uribe era una inteligencia superior y abstracta. Se dice que es el Montesinos del muy fujimorista Uribe. Maneja el aparato de propaganda, lleva las relaciones con los servicios secretos y es quien más cerca le habla al presidente. Ahora se ha comprobado porqué. Es primo hermano del abatido jefe mafioso Pablo Escobar.
José Obdulio obviamente ha minimizado el asunto. Pero la cosa es bastante grave. O mejor, bastante clara. El pobre Canciller colombiano quien se ve que es solo un muñequin en lugar de reaccionar porque desconocen su autoridad anuncia una nota de protesta contra Venezuela. Es algo característico del régimen mafioso colombiano. Una treta que utilizan los ladronzuelos cuando son pillados y los persiguen en la calle. Ellos mismos gritan “cójanlo… cójanlo… ladrón! Para despistar. Algo que el primo de José Obdulio practicaría muy bien cuando era un ladronzuelo mucho antes de ser un connotado y multimillonario jefe mafioso.
La pirámide uribista se sigue lentamente doblando.
También solicitó que, rindan su versión los abogados Jaime Bernal Cuéllar, ex procurador general; Jorge Armando Otálora, ex vicefiscal y Jaime Granados.
Igualmente, serán citadas otras personas expertas en publicidad, cercanas a los movimientos de DMG y proveedores de la firma.
El fundador y cerebro de DMG es asistido por Gustavo Salazar, conocido por haber llevado casos de importantes narcotraficantes, quien descartó por completo llegar a un preacuerdo con la Fiscalía, luego de advertir que llamará a varios funcionarios del Gobierno a declarar en desarrollo del juicio en contra de su cliente.
Tres de los socios de DMG, William Suárez, Margarita Pabón y Daniel Ángel aceptaron los cargos por lavado de activos que les hizo la Fiscalía y negociaron sus penas con la Justicia, pero Murcia no aceptó negociar con la Fiscalía para obtener rebajas a su pena y tendrá que sustentar las acusaciones que en su contra presentará la Unidad de Lavado de Activos del ente judicial.
De acuerdo con la fiscal del caso “desde el mismo momento de la constitución de la empresa, se inicia una práctica de lavado. Si se confronta la parte contable con los registros bancarios no existe una igualdad en las cifras”.
Murcia insiste en su inocencia mientras que su esposa, Johanna Ivette León se encuentra detenida en Uruguay por el mismo caso, a la espera de su extradición a Colombia.
Salazar manifestó la necesidad de un aplazamiento con el argumento de que la Fiscalía no ha develado en su totalidad las pruebas, el juez del caso no aceptó y explicó que sí se han conocido, pero que el problema es que David Murcia Guzmán ha cambiado más de tres veces de defensor.
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