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Sarkozy y su reforma del capitalismo |
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, quien inicia una visita oficial a Brasil, defiende una reforma "urgente" del capitalismo ante la crisis global y destaca en ese sentido el papel de economías emergentes como la del país suramericano, publica hoy la prensa local.
En entrevista al diario brasileño Folha de Sao Paulo, Sarkozy manifiesta que nadie resuelve los problemas de hoy sin la India, China y Brasil, y en su concepto de "refundación del capitalismo" aclara que el problema no es el sistema como tal sino la importancia dada en él al especulador sobre el emprendedor.
"La reforma de la gobernación mundial no es una opción. Se trata de una necesidad, una urgencia y ¿quién puede imaginarse hoy poder resolver los problemas del mundo sin países como China, la India y, es claro, Brasil?", subraya.
Sarkozy agrega que "el capitalismo no es la ley de la selva, no es la irresponsabilidad generalizada, no es la prioridad de la especulación. La crisis no es el del capitalismo sino de un sistema que fue progresivamente dando prioridad al especulador sobre el emprendedor".
"La crisis es de un sistema que se distanció de los valores más fundamentales del capitalismo y llevó a los agentes económicos a asumir cada vez más riesgos inconsecuentes. Una crisis que dejó a los bancos especular en los mercados, por eso debemos reconstruir un capitalismo donde los bancos cumplan su papel", resalta.
El jefe de Estado francés propone un capitalismo "fundado en transparencia y no en opacidad", y hacia ese objetivo valora el cambio hace un mes en Washington del G-20, grupo que reúne a las mayores veinte economías del mundo.
El mandatario defiende también las medidas adoptadas por los diferentes bancos centrales del mundo, que a pesar de no reflejar los resultados esperados "permitieron evitar que el sistema financiero mundial se desmoronase totalmente".
"Con la quiebra del Lehman Brothers pasamos de una grave crisis financiera a lo que los economistas llaman crisis ´sistémica´, una crisis de confianza generalizada en el sistema financiero y un riesgo de quiebras en serie de las instituciones financieras", recuerda.
Sarkozy valora la unidad del bloque europeo para hacer frente a la crisis y resolver problemas como el diferendo entre Rusia y Georgia, "que posibilitó avances históricos", tanto en la lucha contra el calentamiento global como en las áreas de defensa e inmigración.
"Europa tiene hoy consciencia de que nunca es tan fuerte como cuando está unida", sentencia.
Junto al presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, Sarkozy participará este lunes en Río de Janeiro de la Cumbre Brasil-Unión Europea y de un foro empresarial, además lanzarán el programa cultural "El año de Francia y Brasil" y firmarán una serie de acuerdos de cooperación bilateral.

Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, politica.
Durante la conversación, que fue realizada antes de la conferencia realizada el lunes en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (Uerj), Bensaïd apuntó las contradicciones de los líderes europeos de derecha que hablan de un “nuevo acuerdo de Bretton Woods” y afirmó –aún sin saber el resultado de las elecciones– que el liderazgo de los Estados Unidos sufre un declive irreversible y que la hegemonía norteamericana solo se sustenta actualmente gracias al poderío militar y político del país.
Célebre teórico trotskista, Bensaïd hizo también duras críticas a la socialdemocracia europea y apuntó la falta de un proyecto de izquierda en Europa.
El francés afirma no conocer muy bien la situación en América Latina, pero piensa que los gobiernos de izquierda de la región pueden constituir una alternativa local a la crisis.
Afirma también que llegó la hora de decir qué “otro mundo posible” realmente queremos.
Carta Maior: ¿Cuáles son sus impresiones, en líneas generales, sobre la actual crisis financiera mundial? ¿Estamos ante una crisis terminal del sistema capitalista?
Daniel Bensaïd: El capitalismo no va a acabar por si solo. Esta es una crisis histórica, y no tan sólo una crisis ordinaria, como el capitalismo conoce cada diez o quince años. Esta crisis era también previsible, porque es imposible exigir –como exigen los accionistas– un beneficio sobre sus inversiones del orden del quince por ciento al año frente a un crecimiento que de media, en el caso de los países desarrollados, es de dos o tres por ciento al año. Algunos dicen que la crisis financiera puede llegar a la economía real, lo que es una fórmula un poco absurda porque las finanzas forman parte de la economía, no son irreales, efectivamente. Por detrás de esta crisis financiera ya había una crisis de producción. Al menos para los países europeos –yo no conozco las estadísticas sobre Brasil– la división del valor agregado entre salario y trabajo se trasladó un diez por ciento a favor del capital, es decir, a la ganancia del capital en detrimento del trabajo, lo que provoca una crisis incontrolable. Para continuar vendiendo –porque si existe el producto es necesario venderlo– hubo un aumento totalmente loco del crédito, y no tan solamente del crédito inmobiliario en los Estados Unidos. También aumentó el crédito al consumo, el crédito a las empresas, etc. La crisis, desde este punto de vista, era previsible.
Por otro lado, no es simplemente una fatalidad, es el resultado de decisiones políticas que se habían acumulado en veinte años, porque la desregularización de las bolsas, la libre circulación de capitales, el desarrollo de las ganancias del capital no fiscalizadas, todo esto fue precedido por una serie de medidas legislativas tomadas por los diferentes parlamentos en Inglaterra, en Francia, en Alemania, etc. En lo concerniente a Europa, esto fue sistematizado por los diferentes tratados de la Unión Europea, desde Maastricht en 1992 hasta el Tratado de Lisboa el año pasado, que codificaron el libre mercado europeo. Por lo tanto, esta era una crisis previsible y es muy grave porque es globalizada, este es su carácter inédito. Pero, por detrás de todo esto, yo creo que el capitalismo podrá restablecerse, ya resistió otras crisis. El problema es saber a qué precio y quién va a pagar el precio, pues esta es, a fin de cuentas, una crisis más profunda. En la jerga marxista, podemos decir que la ley del valor actualmente funciona muy mal. Hoy, no podemos medir mediante el tiempo del reloj un trabajo social muy complejo, que cada vez moviliza más conocimiento acumulado, como no podemos tampoco medir la crisis ecológica por la fluctuación de las bolsas de valores.
CM: ¿La crisis ambiental, con el problema del calentamiento global, vuelve la crisis financiera aún más grave? ¿Estamos viviendo una crisis de la humanidad?
DB: Sí, y la crisis ambiental no es un problema cualquiera. Cuando pensamos en las consecuencias, que aparecerán durante siglos o tal vez millares de años, del stock de basura nuclear, de la destrucción de los bosques, de la polución de los océanos y, ahora, de los cambios climáticos, vemos que todos estos problemas no podrán ser controlados simplemente por los mecanismos del mercado que, por definición, son mecanismos que arbitran a corto plazo o de manera instantánea. Está en el centro de lo que llamamos organización social por la práctica de medir toda riqueza, toda relación social, e incluso la relación de la sociedad humana con la naturaleza, por el único criterio del tiempo de trabajo abstracto.
CM: Los países de Europa han tomado la delantera contra la crisis con medidas proteccionistas y fuerte presencia del Estado. El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, afirmó que los países deben caminar hacia un nuevo Bretton Woods. ¿Cómo analiza usted la posición europea?
DB: Existe una contradicción en una crisis como esta. Como la globalización está ahí y es, en parte, irreversible, todo el mundo hoy, e incluso los antes fanáticos antiguos liberales, piensa que es necesario establecer una regulación y nuevas reglas de juego. Todo el mundo habla de una regulación a escala mundial, un nuevo Bretton Woods, o al menos a escala continental como, si tomamos el ejemplo de Europa, la creación del Fondo Soberano Europeo. Estas son las intenciones. Al mismo tiempo, dentro de una crisis grave como esta, cada uno intenta jugar de forma solitaria, y nosotros observamos desde el inicio de la crisis intereses diferentes como, por ejemplo, en Alemania y en Irlanda, que quisieran proteger sus propios capitales y sus propios bancos.
Es demasiado pronto para decir quien va a llevar la mayor parte o si habrá una especie de solidaridad entre capitalistas suficientemente fuerte para crear mecanismos de control de la crisis y de solución para nuestros problemas. O si, por el contrario, vamos a asistir a una agravación muy fuerte de la competencia intercapitalista, interimperialista o entre los grandes bloques. Una crisis como la actual crea también tendencias centrífugas muy fuertes.
CM: ¿Usted piensa que esta crisis consolida el declive de los Estados Unidos como potencia hegemónica mundial?
DB: Desde el punto de vista económico, el declive del imperio americano comenzó hace mucho tiempo, en gran parte, debido a su poderío militar, que representa el 60% de los armamentos y de los dispendios de armamentos en todo el mundo. Y, actualmente, existe un efecto perverso, pues la deuda americana había sido neutralizada por el traslado de capitales de los países productores de petróleo y de China a los EEUU bajo la forma de Obligaciones del Tesoro, es decir, en dólares. Si esos capitales se retiran, hacen caer el dólar y EEUU pierde de todas las maneras. Por tanto, desde el punto de vista económico, existe una especie de mecanismo que deja a los EEUU en la condición de rehén. Mientras EEUU mantenga la hegemonía militar, el escenario actual puede durar, pero se ve muy bien hoy, y se veía incluso antes de la crisis, que el euro –o incluso el yen, pero sobre todo el euro– puede volverse la moneda de reserva en lugar del dólar, que aún guarda su papel de moneda de cambio internacional mucho más por la potencia militar estadounidense que por la solidez de la economía de los Estados Unidos. Por eso, yo creo que hoy el declive de los EEUU es irreversible.
CM: ¿Cuál es su apreciación sobre el posicionamiento de la izquierda frente a la crisis financiera? ¿Piensa usted que los gobiernos de izquierda de América Latina pueden tener un papel importante en la búsqueda de soluciones para la crisis?
DB: Yo no conozco muy bien el contexto de América Latina. No sé cuál va a ser, por ejemplo, la capacidad de Venezuela si el precio del petróleo continua cayendo, por tanto es incluso posible que los efectos de la crisis sean más duros para países como Bolivia o Venezuela que para Brasil, que tiene una exportación más diversificada. Creo que la crisis se hará sentir también en Brasil, pero tal vez con menos fuerza. Ahora, si la reacción a la crisis va a comenzar a partir de un polo bolivariano o a partir de la tentativa del Banco del Sur para volverse autónomo en relación al dólar, si va a ser creada una solidaridad energética y alimentaria entre los países de América Latina, si todo eso va a avanzar o no, la pregunta está aquí y la respuesta está aquí. Yo no tengo respuesta.
CM: Y en Europa, ¿existe un proyecto de izquierda?
DB: La socialdemocracia, que es la mayor fuerza de izquierda en Europa, viene destruyendo metódicamente en los últimos veinte años los mecanismos del Estado-providencia y del Estado de Bien Estar Social. Actualmente, ante la brutalidad de la crisis, vemos a dirigentes del Partido Socialista en Francia hablar nuevamente de nacionalización. Lo que hizo Sarkozy no fue ninguna hipótesis de nacionalización de los bancos. Lo que hizo fue dar a los bancos la seguridad del Estado sin solicitar incluso el derecho a voto en los consejos de administración, fue meramente un auxilio a los bancos.
Algunas voces de izquierda piden el relanzamiento de una política de aumento de salarios, pero eso exigiría una política seria a escala europea, porque existe el desafío de hacer a nivel europeo lo contrario de lo que habían hecho los partidos socialistas en los gobiernos nacionales en los últimos veinte años, o sea, reconstruir los servicios públicos europeos, armonizar la fiscalización europea, desarrollar una fiscalización fuertemente progresiva y retomar el poder de compra. Eso significa destruir todos los tratados sobre los que fue construida la Unión Europea desde 1992. No creo que exista ni la voluntad política de hacer eso ni la fuerza social para realizarla. Por una razón, pues a través del proceso que atravesó la socialdemocracia europea perdió mucho de su apoyo popular. Por otro lado, se integró muy fuertemente en la cima, en las empresas privadas y en las finanzas globalizadas. El símbolo de eso es la presencia de dos socialdemócratas franceses como personas de confianza del capital al frente de la OMC (Dominique Strauss-Khan) y del FMI (Pascal Lamy). Eso resume un poco la situación.
CM: El economista François Chesnais afirma que esta crisis es la primera etapa de un proceso muy largo y que no sabemos como va a acabar. Usted siempre fue un crítico contumaz tanto del capitalismo y de la globalización financiera como de los regímenes socialistas constituidos bajo la óptica estalinista. ¿Usted piensa que la humanidad está preparada para construir una tercera vía?
DB: La tercera vía no pasa ni por la gestión estatal y burocrática que quebró en los países del Este de Europa, fundamentalmente en la Unión Soviética, ni por el liberalismo. Muchas personas dicen hoy en día que la crisis no fue causada por el capitalismo en sí, sino por los excesos y abusos cometidos. No, la crisis fue causada fundamentalmente por la propia lógica del capitalismo. Pienso que pasamos de la fase de los slogans simpáticos de los foros sociales. Si otro mundo es posible, llegó la hora de decir cuál. Salimos de un siglo que terminó, bajo mi punto de vista, con una derrota histórica de las esperanzas de emancipación. Entramos en el siglo XXI con mucha menos ilusión que nuestros ancestros entraron en el siglo XX, sobre todo los socialistas, que creían en el fin de las guerras y de la explotación.
El problema actual es que estamos en el inicio de una larga reconstrucción, pero, al mismo tiempo, en una carrera contra el reloj, más que nunca, pues vivimos una crisis de destrucción no solamente social, sino también ecológica. Para mí, hay sólo una alternativa: oponer a la competencia y a la lógica de todos contra todos una lógica del bien común, de los servicios públicos y de la solidaridad. Podemos llamar a eso socialismo, comunismo o democracia autogestionaria. Es necesario intentarlo. Si no intentamos cambiar el mundo, nos aplastará.
Traducción directa desde el portugués de José André Lôpez Gonçâlez.
(mas...)
Se trata del primer viaje de Sarkozy a un país de América Latina (anets había estado en la Guyana francesa) desde que asumió la presidencia francesa en mayo de 2007 y, según analistas, persigue objetivos claros, tanto comerciales como estratégicos. Entre ellos, ayudar a Brasil en la construcción de un submarino nuclear.
Se espera que los temas dominantes en la cumbre -a la que también asistirá el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso- sean la crisis financiera y el cambio climático.
Alianza
El viaje de Sarkozy apunta a "reconocer la fortaleza creciente de Brasil en el campo internacional", explicó Georges Couffignal, director del Instituto de Altos Estudios de América Latina en la Universidad de la Sorbona, en diálogo con BBC Mundo.
Couffignal señaló que 2009 fue elegido como el "año de Francia en Brasil" y dijo que eso se traducirá en diversos acuerdos de cooperación bilaterales.
"Francia está poco a poco descubriendo que entre los grandes países emergentes, Brasil, Rusia, India y China, Brasil puede ser el asociado más interesante", afirmó Alfredo Valladao, director de la cátedra Mercosur del Instituto de Estudios Políticos de París.
Según Valladao, que se encuentra en Río para asistir a la cumbre, una alianza con cualquiera de las otras naciones emergentes supone para Francia obstáculos por motivos políticos o estructurales a los que Brasil escapa.
"Y para Brasil, Francia es un gran aliado con relación a los otros europeos porque está dispuesto a dar más tecnología", agregó.
Contratos
Sarkozy y Lula se aprestan a firmar acuerdos para que Francia venda a Brasil cuatro submarinos convencionales y le ayude a construir otro a propulsión nuclear, según anticiparon ambos países.
Brasil también podría comprar medio centenar de helicópteros para transporte de soldados y operaciones de rescate en combate, y avanzar en la adquisición de 36 aviones caza.
Según la prensa brasileña, los contratos entre los dos países pueden ascender a US$3.000 millones.
Esto se enmarca en un plan nacional de defensa impulsado por Lula, que incluye nuevos equipos para las fuerzas armadas y el desarrollo de la industria militar brasileña.
"Para Brasil hay un aspecto geopolítico: modernizar sus fuerzas cuando tiene cada vez más un papel de liderazgo en América del Sur y quiere ser un protagonista global", dijo Valladao.
Brasil y Europa
Lula también quiere aprovechar la cumbre de Río con la UE para conseguir un apoyo claro de Europa a su deseo de que Brasil integre el Consejo de Seguridad de la ONU como miembro permanente.
La idea es vista con buenos ojos por Francia, Reino Unido y Alemania, pero genera reticencia de otros países europeos y latinoamericanos, explicó una fuente cercana a las negociaciones.
"Es una cosa muy delicada; hasta último minuto las dos partes estaban negociando el lenguaje que tenía que tener el comunicado final", dijo la fuente.
Europa y Brasil resolvieron el año pasado en Portugal iniciar una asociación estratégica y la cumbre de Río, la ultima que celebre la UE bajo la presidencia francesa, servirá para revisar el desarrollo de esa relación.
Se estima que en los primeros 11 meses de este año el comercio entre Brasil y la UE aumentó 26% en relación al mismo periodo del año pasado, para llegar a US$77.000 millones.
En la agenda de Río figuran otros temas como el cambio climático y la crisis económica, así como el diseño de una nueva arquitectura financiera global en la que tengan más peso países emergentes como Brasil.
'Si queremos un mundo en paz tenemos que cuidar primero de nuestra casa, y el Mercosur y Latinoamérica son nuestra casa y, como tal, tenemos que cuidarlos con cariño', agregó.
La II Cumbre Brasil-Unión Europea, celebrada el lunes en Río de Janeiro, y la visita oficial a Brasil de hoy de Sarkozy tuvieron lugar justo una semana después de que Lula reuniese a todos los países de la región en la I Cumbre de América Latina y el Caribe.
Lula rechazó una supuesta declaración de empresarios brasileños según los cuales la insistencia de Brasil en fortalecer el Mercosur y la futura entrada de Venezuela a este bloque pueden afectar las relaciones comerciales con la Unión Europea.
'Esa afirmación tiene una buena carga del prejuicio que conseguimos derrotar al fortalecer las relaciones de Brasil con los países de América Latina', dijo el mandatario.
'En Brasil hay personas que les gustaría que tan sólo mirásemos a Europa, Estados Unidos o Japón, y que no mirásemos a Suramérica, que actualmente es la región con la que tenemos el mayor flujo comercial', agregó.
Según el gobernante, Brasil tiene que entender que tanto el Mercosur como Suramérica y Latinoamérica son muy importantes económica y políticamente para Brasil.
Agregó que Brasil no puede privilegiar en sus relaciones a los países ricos debido a que cuenta con vecinos a los que tiene que ayudar para evitar que surjan problemas que le puedan afectar.
'Nuestro país tiene fronteras con países pequeños, con países más pobres que Brasil, con países con menor potencial tecnológico, y tenemos la obligación moral, económica, política y ética de ayudarlos a desarrollarse', dijo.
De no hacerlo, agregó, 'vamos a tener migración, miseria, guerrilla y convulsión social'.
Lula tuvo un rapto de lucidez. Ayer dijo, con todas las letras, que es una "obligación política, económica, moral y ética" mantener el Mercosur. Y agregó que "no queremos ni debemos debilitar el bloque". Agigantado, señaló: "Un país como Brasil, Francia o EE.UU., tiene que cuidar con cariño a los países que todavía no consiguieron desarrollarse". Y agregó: "Nuestro país tiene fronteras con países pequeños, más pobres que Brasil y tenemos la obligación política, económica y moral de ayudarlos".
Quiera o no el gobierno de Cristina Fernández, para Lula la Argentina entra dentro de la categoría de "país pequeño" que es preciso cuidar. La lectura real es otra: Brasil no podría, en modo alguno, haber introducido a Francia en el escenario de la venta y producción de armas de la región si no tuviera atrás el respaldo de los "vecinos pobres y pequeños".
En el acuerdo militar suscripto ayer, hay 50 helicópteros de transporte militar y cuatro submarinos convencionales que se llevan la parte del león. Pero esa es una parte de la historia. La otra incluye toda la infraestructura para montar la fabricación de ambos "equipamientos" en Brasil.
La suma en juego es de tal tamaño que supera las inversiones automotrices comprometidas para los próximos años.
Los contratos fueron firmados ayer, segundo día de visita de Sarkozy y de su esposa Carla Bruni. Durante el primer día de estadía en la capital carioca se vio obligado a oficiar de presidente de la Unión Europea, un cargo que ejerce pro tempore pero que no le redituó mayores negocios, al menos en esta oportunidad.
Los 50 helicópteros, con tecnología de la empresa Eurocopter, serán construidos en conjunto con la industria brasileña. Ya existe la base: la empresa fabricante de aeronaves Embraer. Y el precio total del negocio asciende a 2.800 millones de dólares. El ministro de Defensa Nelson Jobim no quiso revelar toda la magnitud de los acuerdos. Pero estos ya habían trascendido a la prensa y según los diarios brasileños es mucho más profundo de lo imaginado, sobre todo por los competidores rusos y norteamericanos. Prevé, por ejemplo, la adquisición de misiles Exocet SM39 y torpedos MU90.
Hay dos datos que no pueden ser soslayados cuando se intenta analizar qué fue lo que dio vía libre para tamaño convenio militar. Por empezar, hace menos de una semana Lula consiguió que la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) le votara por unanimidad el Consejo de Defensa de América del Sur que tiene entre otras misiones la de crear una industria de armamentos regional. Habrá que ver si la palabra "regional" queda restringida al estatus de "nacional". Muchos, de cualquier manera, querrán recibir una parte del paquete por pequeña que será esa porción. Siempre es mejor algo que nada.
La segunda cuestión, del mismo orden de importancia, es que el gobierno de Lula acaba de presentar hace apenas una semana un nuevo plan de defensa estratégica. Este esquema cambia el enfoque del Ejército, centrado hasta ahora en el Amazonas, para algo de valor incalculable para un mundo que, se quiera o no, marcha inevitablemente hacia el final de los combustibles fósiles como fuente esencial de energía. Para ser claros: Lula quiere que sus FF.AA. custodien, controlen y defiendan las nuevas gigantescas reservas petroleras descubiertas en la plataforma submarina. Sin duda, estas existencias son tan grandes que superan a las de Venezuela en el Orinoco o a las de varios países árabes. Encima, se trata de petróleo de la mejor calidad.
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