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Primer presidente judío de Estados Unidos |
Obama le pregunta a Shimón Peres: “¿Qué puedo hacer por Israel?”
(Haaretz, 17 de noviembre de 2008)
“El Relator Especial de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos (Richard Falk) ha manifestado que las políticas de Israel en la zona son un crimen contra la humanidad… Dijo que las Naciones Unidas debían actuar para proteger a la población palestina de los sufrimientos causados por lo que denominó como “castigos colectivos”… Dijo que el Tribunal Penal Internacional debería también investigar si los dirigentes civiles israelíes y los comandantes militares responsables del asedio contra Gaza debían ser acusados y juzgados por violación del derecho penal internacional”.
(BBC News, 10 de diciembre de 2008)
“Necesitamos avanzar en una política firme aunque directa con Irán, dejándoles muy claro que consideramos inaceptable que desarrollen armas nucleares, que su financiación de organizaciones terroristas como Hamas y Hizbullah y sus amenazas contra Israel van en contra de todo aquello en lo que creemos… Quizá tengamos que endurecer esas sanciones… y plantearles una opción muy clara… y tendrán que aceptarla por las buenas o por las malas”.
(Presidente electo Obama en NBC Meet the Press, 7 de diciembre de 2008)
Introducción
Según Abner Mikvner, importante portavoz sionista nacional, ex congresista, juez federal, consejero del Presidente Clinton durante su época en la Casa Blanca y uno de los primeros patrocinadores de Obama, “Barack Obama es el primer Presidente judío” [en EEUU]. La afirmación de Mikvner refleja tanto el unilateral y largo compromiso de Obama con el Estado de Israel y su lealtad hacia la Configuración del Poder Sionista (ZPC, por sus siglas en inglés) en los Estados Unidos, como el ya algo lejano y exitoso esfuerzo de una red de poderosos sionistas judíos, a nivel financiero y político, para “empotrar’ a Obama en su aparato político de “Ante todo, Israel”. Lo que resulta sorprendente de este último aspecto son las degradantes y arrogantes proclamas hechas por algunos importantes judíos sionistas acerca del “rol fundamental” que han tenido en la creación de la carrera profesional y política de Obama, negándole de hecho al Presidente electo valor alguno por su propio éxito académico o profesional.
(Esto se ha venido reflejando históricamente en las continuas afirmaciones de algunos judíos estadounidenses de haber luchado y ganado en los sesenta la batalla de los derechos civiles en nombre de los afro-americanos, negándoles básicamente a los estadounidenses negros algún papel político independiente en su propia lucha).
Incluso sus halagos personales sobre su “sabiduría”, “brillantez” y “agudeza intelectual” han ido siempre vinculados a su apoyo incondicional al Estado de Israel. Uno puede prever la rapidez con la que sus colegas sionistas sustituirían sus aplausos por los más crudos insultos sobre su inteligencia si llegara a sugerir, por ejemplo, que Israel debe poner fin al asedio devastador de Gaza… Ni que decir tiene que los sionistas conocen bien a su hombre y, como proclaman confidencialmente, es un político cauto y prudente, que mide bien todo lo que dice, especialmente porque ha llenado de fanáticos sionistas la Casa Blanca, los consejos económicos y los aparatos de la seguridad.
La creación y recreación de Obama
El Chicago Jewish News, un órgano importante de propaganda a nivel nacional de los incondicionales de “Ante todo, Israel”, publicó un amplio artículo sobre “Obama y los judíos” de Pauline Dubkin (24 de octubre de 2008), en el que se citaba con ánimo aquiescente a “un antiguo observador judío de la escena política” declarando: “Los judíos fueron quienes le hicieron (Obama). Donde quiera que miren se encontrarán con una presencia judía”.
Esos no son los típicos alardes arrogantes y grandilocuentes de un representante del poder sionista con el que constantemente nos bombardean en tantas cuestiones políticas, sino que refleja una parte importante de lo que Obama ha llegado a ser, sobre todo al haber prosperado tanto con sus últimas ambiciones políticas.
Los promotores sionistas (ZPC), siempre preparados para atribuirse los méritos de cualquier éxito (por muy infame e inmoral que sea): especuladores de Wall Street, profesores de la Liga Ivy, militaristas del Pentágono, gurús culturales e incluso patrocinadores importantes de diversas modalidades del arte como el jazz, están constantemente volviendo a escribir la historia (o la biografía, en el caso de Obama) para maximizar su petulancia en todos los aspectos de la vida estadounidense.
La ZCP evita convenientemente mencionar en sus artículos que la abuela blanca, “gentil”, de Obama le instruyó intelectualmente, le apoyó siempre y solicitó diligentemente para él una serie de becas para que pudiera estudiar en colegios privados de elite, donde obtuvo la base necesaria de capacidades intelectuales para escribir, hablar y razonar como un hombre educado.
La ZPC excluye, en su “revisionista y judaizada” biografía de Obama, la importancia central del Reverendo Jeremiah Wright, quien transformó a Obama de un licenciado en la universidad de elite de Ivy en un eficiente activista social.
Obama pudo participar y se implicó en la organización comunitaria de las barriadas afro-americanas de Chicago gracias a la amplia credibilidad y aval de Wright. Si no hubiera sido por el Reverendo Wright, Obama nunca habría tenido una base social o experiencia organizativa como para comprometerse con la política en Chicago.
Fue sólo tras conseguir Obama todas esas capacidades y atractivo popular que los políticos sionistas se fijaron en él y se acercaron para trabajar su ego y ambiciones, reclutándole para su agencia a favor de Israel y financiando su carrera política.
Curiosamente, a Obama parece no haberle importado que los sionistas hayan reescrito su biografía. A fin de acomodarse a sus nuevos mentores, los ideólogos y patrocinadores de “Ante todo, Israel”, se ha deshecho intencionadamente de sus antiguos mentores, insultándoles, y también de cualquier asesor político actual o colegas políticos que no se hayan adherido a la línea sionista de apoyo incondicional a Israel. Dos casos me vienen inmediatamente a la mente.
Cuando los principales ideólogos sionistas objetaron la presencia de Zbigniew Brzezinksy y Robert Malley entre los asesores en política exterior de Obama, los sionistas del círculo más próximo a Obama los marginaron con rapidez y para ello contaron su aprobación. Cuando el tristemente célebre promotor de la tortura fascista-sionista y profesor de Derecho en Harvard, Alan Dershowitz, empezó a aullar contra el ex Presidente estadounidense Jimmy Carter (un crítico, con principios, de las políticas de apartheid de Israel) al hablar en la Convención del Partido Demócrata (tras una tradición política de siglos honrando a los ex presidentes), los operativos sionistas humillaron desvergonzadamente al anciano Carter negándole incluso un discurso de cinco minutos, también con la aprobación de Obama. El “profesor” Dershowitz alardeó públicamente de su éxito y poder sobre el nominado demócrata Obama cuando censuró al ex Presidente.
La conversión y promoción de Obama como seguidor de “Ante todo, Israel”, es un caso práctico excelente sobre los métodos utilizados por la ZPC para construir una base de poder casi invencible en el sistema político estadounidense. La construcción de Obama por la ZPC no es el resultado de la operación planificada de antemano y centralmente controlada de una camarilla.
La conversión de Obama empezó a través de un bombardeo ideológico a varios niveles: individual, familiar y comunitario.
Como Obama ascendió de la oficina política local a la nacional, la promoción sionista fue evolucionando desde el poder local a otro concertado y organizado a nivel nacional que incluyó campañas de financiación, nombramientos para hacer carrera en los negocios, propaganda pagada y viajes de adoctrinamiento a Israel.
La ZPC ofrece incentivos provechosos a los “probables acólitos” y amenazas de venganza e intimidación a todos aquellos que critican pública y políticamente a Israel, y que se mantienen recalcitrantes y rechazan atenerse a las instrucciones de “Ante todo, Israel”, a través de difamaciones en los medios y de ponerles sistemática y públicamente en la picota, sirviéndose de las organizaciones comunales judías.
El proceso para convertir a Obama en un acólito, según el artículo del Chicago Jews News, comenzó durante sus estudios en la Escuela de Derecho de Harvard, donde fue “detectado” por una profesora sionista, Martha Minow, como un probable acólito “inteligente, prometedor y políticamente ambicioso”.
La profesora relata orgullosamente cómo le facilitó contactos con sus familiares, incluido su padre, un importante corredor de bolsa demócrata, y con compañeros sionistas que dirigían una firma de abogados en Chicago y les recomendó que contrataran a Obama. En resumen, el primer paso en el reclutamiento sionista fue utilizar un puesto académico prestigioso para el contacto inicial, seguido de una promesa de carrera a través de una red de profesionales.
El paso siguiente fue introducir a Obama en una asociación de amigos y vecinos de la comunidad judía, entre los que figuraban importantes patrocinadores financieros sionistas. Los primeros promotores de Obama jugaron un papel fundamental convenciéndole de que su futuro político dependía de tener como aliados a los sionistas y que ese apoyo dependía de su compromiso total con una agenda de “Ante todo, Israel”.
Como los lazos de Obama con sus patrocinadores liberal-sionistas en el Partido Demócrata se iban haciendo más fuertes, sus vínculos con la organización comunitaria negra y su pastor y antiguo mentor, el ministro afro-americano progresista, el Reverendo Jeremiah Wright, se debilitaron.
A finales de la década de 1990, Obama estaba firmemente empotrado en la red sionista liberal del Partido Demócrata y a través de esa red se unió con dos figuras sionistas clave que resultaron vitales para su campaña presidencial: David Axelrod, jefe de la política estratégica de Obama desde 2002 y arquitecto jefe y táctico de su campaña presidencial en 2008, y Bettilu Salzman, hija de Phillip Klutznick, un multimillonario promotor inmobiliario, señor de los tugurios y fanático de “Ante todo, Israel”.
Salzman/Klutznick admite que ella nunca habría financiado y promocionado a Obama únicamente por su “inteligencia” o política liberal si él no se hubiera comprometido con los intereses de Israel. Afirma: “Obviamente no voy a apoyar a alguien que se oponga a Israel y a lo que representa. Acierta en todas las cuestiones relativas a Israel. Está exactamente en el mismo lugar que Clinton (Hillary), quizá de forma más firme. Es un pensador más claro”. (Chicago Jewish News, 24 de octubre de 2008).
Durante el tiempo que Obama sirvió en el Senado de Illinois, compartió despacho con un judío ortodoxo y fanático de “Ante todo Israel”, Ira Silverstein, que alardea de su papel en la “educación” de Obama sobre la ortodoxia judía y, lo que es más importante, “compartía los sentimientos a favor de Israel” hasta el punto que… “cuando Silverstein patrocinó numerosas resoluciones condenando las bombas de la OLP, Obama firmó con entusiasmo como co-patrocinador”. (ibid)
Completamente empotrado ya en la Configuración del Poder Sionista, Obama fue aconsejado por Axelrods, Klutznicks y otros estrategas importantes para que hiciera el obligatorio peregrinaje ritual a Israel y prometiera obediencia a sus dirigentes en el curso de su campaña para el Senado.
Dos años después, en 2006, durante su viaje a Israel, Obama fue acompañado y guiado por el vicepresidente ejecutivo de la Federación Judía del Chicago Metropolitano.
Bajo la orientación sionista, Obama “conectó” con el estado israelí, totalmente ignorante de la situación de las palestinos que estaban siendo salvajemente reprimidos por el ejército israelí y atacados a diario por los colonos sionistas-fascistas. Obama regresó comprometido y convertido a fondo en un político afro-americano sionista.
Con el certificado de aprobación israelí-ZPC, la base financiera de apoyo a Obama se amplió hasta incluir a algunos de los más ricos judíos estadounidenses pro-Israel en el Medio Oeste, incluido Lester Crown, cuyo hijo, James Crown encabezó la campaña financiera de Obama in Illinois.
Según Crown [padre]: “Desde el momento en que me encontré con él, las veces que hablamos sobre Israel, y lo hicimos en varias ocasiones, siempre fue un ardiente patrocinador de la posición defensiva de Israel (sic), de la posición de Israel en relación a la seguridad”. (Ibid)
A esos fascistas sionistas que piden que Israel se anexione toda Palestina y expulse a los “árabes” y que se sintieron molestos por la referencia de pasada de Obama a la solución de los dos estados, Crown les aseguró que la propuesta de Obama se apoyaba en exigencias tan desorbitadas de concesiones a los palestinos, que sus palabras no eran más que las hojas que el viento se lleva.
No todos los judíos aceptan esta visión de un Obama empotrado con los sionistas: Algunos racistas le rechazan como negro incompetente y poco digno de confianza debido a su “muy íntima relación” con el Reverendo Jeremiah Wright.
Los medios de comunicación de masas influidos por el sionismo tomaron el consejo de la extrema derecha y orquestaron una campaña de odio contra el Reverendo Wright y sus lazos con Obama.
Los “sionistas liberales” que llevaron la estrategia y dirigieron la campaña presidencial de Obama, convencieron fácilmente a Obama para que se disociara públicamente de su ex ministro y mentor de los ochenta. Y Obama cumplió.
Sin embargo, la alianza de la derecha republicana y los fascistas sionistas pidieron a Obama que hiciera una denuncia pública del Reverendo. Los sionistas liberales prepararon el guión, que Obama recitó, emitiendo una feroz condena del Rev. Wright y tildando de crimen la defensa hecha por Wright de la soberanía y autodeterminación de los palestinos”.
Obama había cruzado ya el Río Jordán. Su capitulación ante los fascistas sionistas fue la consecuencia inevitable de sus largos e íntimos lazos con sus promotores liberal-sionistas. La purga y pública flagelación de un renombrado teólogo cristiano afro-americano de los oprimidos fue sólo el comienzo del maquillaje sionista de Obama como primer Presidente judío (o mejor dicho, sionista) de los Estados Unidos.
Fue seguido de una serie de purgas de cualquier asesor “centrista” o “realista” del establishment que pudiera haber pronunciado en cualquier momento del pasado hasta la más leve de las críticas sobre las políticas de Israel o incluso haber alabado o haberse asociado con algún otro crítico de Israel o del lobby judío en EEUU. Pasaba a ser considerado “culpable por asociación”.
Los fascistas sionistas intensificaron pronto su campaña para obligar a los sionistas liberales de Obama a purgar a Zbigniew Brzezinski, el frío guerrero y Asesor de Seguridad Nacional del ex Presidente Jimmy Carter, a Samantha Power, autora y profesora universitaria en el Escuela Kennedy de Gobierno en la Universidad Harvard y a Robert Malley, un ex asesor de Clinton, por la percepción de sus crímenes contra el sionismo.
Brzezinski fue acusado de defender lo que él llamaba “una política imparcial hacia Oriente Medio”, algo claramente “antisemita” a los ojos de los incondicionales seguidores de Israel que dominan las Presidencias de las Organizaciones Judías Americanas Más Importantes (PMAJO, por sus siglas en inglés). Peor aún, había alabado el crítico libro de Walt-Mearsheimer sobre el lobby de Israel, una ofensa capital a los ojos de la mayor parte del espectro político judío. Power y Malley también habían transgredido la línea de “Ante todo, Israel”.
Aunque Brzezinski se retractó después de sus elogios al estudio de los Profesores Walt y Mearsheimer, él y los otros miembros de los “tres ofensivos” especialistas de política exterior se vieron marginados y excluidos de poder hacer alguna aportación en las cuestiones políticas relacionadas con el Oriente Medio.
El control de la política de Oriente Medio de Obama fue asumido por Dennis Ross, un virulento sionista partidario de las políticas ultra-militaristas de Israel, que postula también un ataque armado preventivo contra las instalaciones nucleares y militares iraníes. Ross es un seguidor incondicional del aniquilador asedio israelí por hambre de los 1,5 millones de habitantes de la Franja de Gaza y apoyó totalmente los salvajes ataques aéreos de Israel contra objetivos civiles en el Líbano.
El nombramiento de Ross por Obama es la garantía más clara para todos los sionistas, liberales, ortodoxos o fascistas, de que la política de EEUU en Oriente Medio continuará estando subordinada a los intereses del Estado de Israel y a su ejército.
La purga llevada a cabo por Obama de todas y cada una de las voces moderadas de la política hacia Oriente Medio, su alineamiento junto a los fanáticos de “Ante todo, Israel” en la mayoría de las posiciones importantes aparecidas en su campaña y nueva Administración, reflejan su profunda y larga inmersión en la Configuración del Poder Sionista.
El resultado es un “Presidente judío” en el sentido de que la mayor parte de los nombramientos más importantes para la Casa Blanca, así como en el campo económico y de la seguridad, reflejan la influencia del poder sionista anterior a las elecciones en la creación, adoctrinamiento y contenidos de la candidatura de Obama.
La configuración del “Presidente judío”
Uno de los partidarios más antiguos de Obama, el rabino Arnold Jacob Wolf, proporciona una pista de la afinidad de Obama con sus nombramientos sionistas. Según el rabino Wolf, “Obama está empotrado en el mundo judío”. Aunque el rabino se muestra presuntuoso a la hora de asumir que todos los judíos suscriben sus propios puntos de vista de “Ante todo, Israel”, tiene absolutamente razón cuando se refiere al mundo judío-sionista.
Nada mejor explica la selección de Obama de manifiestos fracasados economistas y funcionarios de la seguridad que sus vínculos a gran escala y largo plazo con la ZPC.
Obama empezó con los nombramientos de dos ciudadanos de doble nacionalidad israelo-estadounidense, el congresista por Illinois Rahm Emmanuel y el sionista David Axelrod para altos puestos en la Casa Blanca, así como el de Lawrence Summers (un aliado en Harvard desde hace mucho tiempo del judeo-fascista y defensor de la tortura Alan Dershowitz) como asesor económico jefe de la Casa Blanca.
Summers es un partidario de siempre de “Ante todo, Israel”, que utilizó su presidencia en la Universidad de Harvard como púlpito amenazador para atacar a un grupo de estudiantes de la facultad críticos de las políticas israelíes en los Territorios Ocupados. Al igual que el ex Secretario del Tesoro bajo el régimen de Clinton, fue el arquitecto clave del sistema financiero dominado por la especulación que está pasando actualmente por un colapso total.
En línea con la “Presidencia judía”, Obama nombró a uno de los más importantes e incondicionales partidarios de “Ante todo, Israel” para que fuera su político clave respecto a Oriente Medio: Dennis Ross, un importante ideólogo sionista y coautor de un manifiesto presidencial en el que se postulaba la guerra preventiva contra Irán.
Ross es el personaje sionista crucial en el entorno de Obama y su nombramiento es la garantía con que cuentan los 52 Presidentes de las Organizaciones Judías Americanas Más Importantes (PMAJO) de que el régimen de Obama seguirá y apoyará con armas estadounidenses y con dinero de los contribuyentes estadounidenses todos los crímenes de guerra, ataques o invasiones israelíes contra sus vecinos regionales árabes o de lengua farsi.
Ross, Axelrod, Summers, Emmanuel y sus cobardes seguidores en el Congreso, junto con el AIPAC y toda la red sionista de base comunitaria se asegurarán que Obama está inextricablemente “empotrado” en su agenda. No permitirán la publicación ni apoyo de cualquier investigación de inteligencia, judicial o informe de Naciones Unidas que cuestione la ocupación israelí de Palestina y la promoción de la guerra preventiva con Irán basada en la fabricación de datos sobre su supuesta amenaza nuclear.
Todos y cada uno de los sionistas recientemente nombrados ha condenado los informes de las Naciones Unidas y de la Agencia de la Energía Atómica Internacional invalidando las falsas afirmaciones de Israel acerca de un programa de armas nucleares iraní. Se asegurarán de que el recién nombrado Asesor de la Seguridad Nacional, el General James Jones, nunca planteará o hará público su muy crítico informe interno, basado en su investigación in situ, de los crímenes de Israel contra la población civil palestina en los Territorios Ocupados.
La Secretaria de Estado Hillary Clinton, el Presidente Obama y el Secretario de Defensa Gates están tan profundamente “empotrados” en la red sionista y tan intensamente imbuidos de la ideología de “Ante todo, Israel” que no se va a necesitar en absoluto que la ZPC presione.
Los tres son, en efecto, zombis sionizados, ansiosos de halagar y servir, hasta extremos grotescos, en cada guiño y gesto, señalando folletos militares, vetos de Naciones Unidas y los repetidos actos provocativos de guerra contra Irán. Han superado incluso al Presidente Bush en su ansiedad por complacer a sus mentores sionistas reconociendo a Jerusalén como capital “indivisible” de los judíos, negando rotundamente los derechos de los habitantes palestinos.
Nada habla tanto del dominio de la ZPC de la vida política estadounidense –interior y exterior- como la elección de su meticulosamente preparado primer “Presidente judío” y la subsiguiente toma de poder de los puestos estratégicos en los niveles económico y de seguridad en su administración.
Conclusión
El ascenso de una minoría de ambiciosos operarios políticos manejados para hacerse con el poder, que actúan ante todo para una potencia colonial militarista en una región estratégica de la economía mundial, representa la mayor amenaza para la paz mundial y para los valores democráticos estadounidenses de la historia reciente.
Piensen en ello: No sólo los sionistas y sus clones empotrados gobiernan la Casa Blanca, tienen también el aparato político (izquierda, liberal, centro y derecha) para silenciar, insultar, emprender caza de brujas y aislar cualquier crítica a su agenda, a sus organizaciones y al Estado de Israel. Cuando tengan que enfrentar una crítica, el aparato entero se pondrá a rebuznar al unísono sobre “anti-semitismo”, poniendo en marcha severas sanciones civiles.
Como ilustra la carrera de Obama bajo sus manipuladores sionistas, son capaces de lanzar denuncias repulsivas contra su antiguo mentor y consejero espiritual afro-americano, el Reverendo Wright; capaces de humillar públicamente, desechando a un antiguo Presidente y partidario de Obama , Jimmy Carter; capaces de aislar y “desinfectar” a antiguos e importantes políticos extranjeros de anteriores administraciones demócratas, como Brzezinski, sencillamente por señalar los crímenes israelíes contra la humanidad (aunque esas observaciones se hagan a diario en la prensa y en los círculos políticos europeos).
El aparato combina la zanahoria (empotrando y promoviendo a Obama) y el palo (estigmatizando a Carter). Todo depende de si un individuo, político, académico, escritor o periodista es “útil” (i.e. un partidario incondicional) o “nocivo” (i.e. crítico) para el Estado de Israel.
La experiencia de Obama ilustra cómo una pequeña minoría, unida, bien organizada y bien financiada, actuando a través de puestos profesionales prestigiosos y poderosas empresas económicas, puede penetrar en las principales instituciones políticas, captar a políticos ambiciosos y “convertirles” en cómplices voluntariosos para promover guerras en nombre de una potencia militarista colonial extranjera.
Si en el pasado hemos sufrido que la matonería sionista atraque nuestra libertad de expresión en la sociedad civil, piensen en lo que nos espera cuando esos matones hayan completado el control de la Casa Blanca.
¡En efecto, el “primer Presidente judío” de los Estados Unidos!
¿Dónde van a ir a parar el pueblo estadounidense, sus derechos, sus intereses y la política exterior independiente de su país?
Epílogo
A primeros de diciembre de 2008, el partido derechista de Israel, Likud, bajo el liderazgo de “Bibi” Netanyahu, reunió y proclamó su lista de candidatos para las próximas elecciones nacionales (12 de febrero de 2009).
La mayoría de los candidatos proclamados representa lo que la gran parte de los periodistas israelíes denominan como “derecha dura”, lo que podría describirse con exactitud como fascismo sionista. La mayoría del Partido Likud está a favor de la expulsión de todos los palestinos (i.e. no judíos) del Gran Israel, la captura militar de Gaza, el fin de cualquier pretensión de negociaciones de paz y el bombardeo inmediato de Irán.
Actualmente, el Likud y sus fascistas cuentan con el apoyo de una mayoría de judíos israelíes. Si ganan, hay una total certeza de que recibirán el apoyo automático de todas las respetables organizaciones judías pro-Israel en EEUU, quienes siguen siempre la siguiente máxima: “No es una cuestión nuestra cuestionar a quién votan los israelíes para el poder. Nuestro deber es apoyar al Estado de Israel”.
La elección de un régimen israelí fascista subiría el listón en Washington.
¿Incluiría entonces el empotramiento de Obama en el aparato sionista el apoyo al fascismo judío, a la limpieza étnica total de Palestina y a su decisión unilateral de “destruir con armas nucleares” Irán? A las tres semanas de su presidencia, Obama tendrá que enfrentarse a su mayor desafío en Oriente Medio, que servirá para definir la naturaleza de la política estadounidense en la región.
Obama ha sugerido recientemente que Washington debería destruir Irán para proteger a Israel (que no ha firmado nunca un tratado con EEUU), a lo cual la Administración Bush contestó despectivamente que sería muy difícil convencer a los padres estadounidenses en Kansas de que sus hijos se arriesguen a perecer por incineración nuclear en honor de un pequeño país en Oriente Medio. No hay duda de que Obama es un belicista aún mayor que Bush en las cuestiones que implican a Israel: Eso ocurre cuando se es un “Presidente judío”.
Traducido para Rebelión por Sinfo Fernández
James Petras

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, multitud, politica.
“Creo que los Tres Grandes constructores de vehículos de los EEUU han cometido errores estratégicos en repetidas ocasiones. No hay gestionado dicha industria de la forma en que deberían. (…) Lo que debemos hacer es proporcionarles ayuda, pero esa ayuda está condicionada a que lleven a cabo ajustes significativos. Van a tener que reestructurarse, y todos quienes participan en ello van a tener también que asumir esa reestructuración. Los trabajadores, la dirección, los accionistas, los acreedores – todo el mundo va a tener que reconocer que en estos momentos no tienen un modelo de negocio viable. Y si esperan que los contribuyentes ayuden a ese proceso de ajuste, no pueden seguir posponiendo un tipo de cambios que, francamente, deberían haber hecho hace 20 o 30 años”.
Y más adelante en la misma entrevista, mantuvo su postura:
“… cuando se trata del dinero de los contribuyentes (…) queremos estar seguros de que esté condicionado a que después del proceso emerja una industria del automóvil realmente viable, que funcione de verdad. (…) Pero también me preocupa que no demos a una determinada industria 10, 20, 30 o los miles de millones de dólares que sea y luego, seis meses o un año después, vuelvan con una mano delante y otra detrás diciendo “dadnos más”. Me parece que los contribuyentes están ya hartos”.
Está bien. ¿Pero no es exactamente esto lo que está pidiendo Wall Street? ¿No acaban de volver pidiendo los restantes 350 mil millones de dólares del plan del Tesoro aprobado por el Congreso en octubre y que quedaron sin asignación (refrendado además por el propio presidente electo Obama), y ello mientras la Reserva Federal sigue proveyendo de “efectivo a cambio de basura” a los bancos y las compañías de seguros hasta un montante que se aproxima ya a los 2 billones de dólares?
Uno podría preguntarse porqué los mayores culpables de Wall Street –Hank Greenberg de A.I.G., Charles Prince de Citibank– fueron rescatados como si salvarles a ellos fuese salvar “la economía” en si misma, mientras a los únicos que se les pide que no se asignen esos salarios y pluses exorbitantes es a los ejecutivos de las empresas automovilísticas. Si la industria del automóvil tiene un problema de “mal diseño” del que se les hace responsables, ¿porqué los bancos, A.I.G., y quienes les nutren –los hedge funds que están al otro lado de esos tratos que los chico listos cierran y los chicos despreocupados les dejan cerrar– no son sometidos a similares exigencias?
La explicación parece ser que los altos ejecutivos de la industria del automóvil no tienen a un alto funcionario del gobierno como el Secretario Paulson que trabaje para ellos para presentar sus intereses particulares como el interés del conjunto de la economía. Por si mismos, no estaban en una posición que les permitiese llevarse por delante toda la economía si no se les daba lo que pedían. Sólo Wall Street puede hacer naufragar la economía, llevándola a la bancarrota. Es este poder lo que le permite presentar sus intereses como los de toda la economía, y por lo tanto gozando de una protección que no recibe ningún otro sector y ni mucho menos los trabajadores.
Lo que es importante entender es que el problema de los préstamos basura se concentra en las capas altas (aproximadamente el 15 más rico de los bancos), los grandes conglomerados de Wall Street que se crearon después de que la administración Clinton conspirase con los republicanos para revocar la ley Glass-Steagall y permitir que los bancos formasen conglomerados de otro tipo de empresas. Pero el rescate no termina en estos bancos o en A.I.G., sino en los acreedores que hay del lado ganador de las apuestas que se hicieron contra estos bancos y contra A.I.G., y que ahora quieren cobrar de instituciones financieras que no pueden pagar. Como jugadores en un casino en bancarrota, pidiendo al gobierno que les ayude o “el sistema” colapsará.
¿Y cuál es este sistema que el Congreso y el señor Obama se afanan tan vigorosamente en rescatar? Básicamente, los banqueros y los vendedores de seguros de A.I.G. se comportan como gerentes de un casino a los que no les importan las pérdidas mientras sigan recibiendo un cheque que les permita vivir muy, muy bien.
Pero no todos los casinos se arruinaron, y la vasta mayoría de bancos y compañías de seguros norteamericanas evitaron hacer grandes apuestas. El plan de rescate tiene pues poco que ver con ellos. Y por supuesto tiene poco que ver con “el conjunto de la economía”. Tiene que ver con gestores de hipotecas deshonestos que trabajaban para bancos deshonestos que corrompieron el proceso político mediante sus donaciones a las campañas, y que llevaron a cabo malas apuestas contra inversores financieros muy espabilados que les pidieron prestadas enormes sumas de dinero para cubrir dichas apuestas, y que permitió que los banqueros de inversión y de los bancos comerciales se convirtiesen en los individuos mejor pagados de la historia. ¿Pero debería uno decir que este episodio único en la historia de la humanidad es realmente “la economía”? ¿O es un excremento? ¿No estaría mejor la economía SIN que esas deudas de los bancos y de A.I.G. sean “saneadas”?
El señor Obama explicó que la solución de su administración al problema de los malos préstamos es que ante el Gobierno de los EEUU los bancos “hallen su camino para salir de la deuda” cargando a los propietarios de viviendas, a los hogares y a la industria americana con mucha MÁS deuda hasta que los intereses que genere permitan reconstruir los balances de los bancos. En breve, lo que los bancos nos venden es deuda. Esto puede tacharse de polución financiera. Los bancos se van a dedicar a ganar dinero llenando de polución financiera la economía.
¿No es ser hipócrita por parte del señor Obama el que critique a las empresas automovilísticas por producir trastos que engullen litros y litros de gasolina y contaminan el medio ambiente, sin criticar los grandes de Wall Street que financian las campañas políticas para hacer lo mismo al medio económico? “Mi equipo ha llevado a cabo conversaciones con esta gente para ver como podemos hacer que los fabricantes de coches se pongan a trabajar en los cambios que es necesario hacer”, explicó el señor Obama a Tom Brokaw:
“Alguna gente ha dicho que sencillamente les dejemos que quiebren. Bien, en tiempos normales una empresa incluso tan grande como General Motors puede efectivamente ser capaz de pasar por un proceso estándar de bancarrota (según capítulo 11), reestructurarse y aún así seguir operando en el sector. Cuando observas este tipo de colapsos al mismo tiempo que tienes al sistema financiero tan débil como está ahora, eso significa que tendremos que encontrar maneras de ejercer presión en el mismo sentido que lo haría un tribunal de cuentas, pidiendo responsabilidades, exigiendo cambios profundos”.
El señor Obama terminó diciendo:
“Tenemos que poner punto y final a esta actitud de esconder la cabeza bajo el ala y seguir como si nada… Y lo que todavía estamos viendo son bonificaciones salariales para los ejecutivos de la industria del automóvil que están fuera de lugar respecto a las de sus competidores”, añadiendo que “no es algo exclusivo del sector del automóvil. Lo hemos visto en todos lados. Sin duda, lo hemos visto en Wall Street”.
Pero no parece que entienda cuál es el problema. Hablando explícitamente de la crisis financiera, Obama dijo:
“Había una enorme cantidad de deuda, una enorme cantidad de dinero de otra gente que se prestaba, y la especulación giraba en torno a esas hipotecas. Y si podemos reforzar esos activos, entonces eso reforzará al sistema financiero en su conjunto”.
¿Qué no encaja en esta fotografía? En primer lugar, los bancos NO estaban prestando “el dinero de otra gente”. Esto es un mito promovido por el lobby académico de Wall Street, la escuela “monetarista” de la Universidad de Chicago. Los bancos crean crédito – es decir, deuda a devolver con interés – libremente, tan pronto como dan con un prestatario dispuesto a firmar un pagaré. El préstamo genera un depósito (“ahorrándose el dinero de otra gente”). Esa es la realidad financiera. La banca es un monopolio público capaz de crear y monetizar el crédito. Este monopolio se garantiza para así poder tener un sistema financiero que se supone que financia la inversión de capitales para el crecimiento económico.
Pero si los bancos se hubiesen limitado a hacer esto, no habrían tenido el problema de las deudas de mala calidad provocado por apostar con las acciones y por préstamos hipotecarios fraudulentos llevados a cabo por sus enormemente rentables filiales que gestionan activos hipotecarios, y sus rapaces secciones legales extremadamente bien pagadas y encargadas de redactar contratos de hipotecas más sangrantes aún. La inversión en capital es financiada hoy en día por las mismas empresas industriales con parte de sus beneficios – si son capaces de retener alguno después de pagar a los tenedores de bonos basura que han pedido prestado dinero a los bancos para acabar haciéndose con el control de la empresa y trocearla, no para aumentar su inversión a largo plazo en capital, investigación y desarrollo.
Lo que hace falta es reestructurar el sistema financiero para que realmente haga lo que sus defensores y sus cómplices de la academia sostienen que hace: promover el crecimiento económico en lugar de simplemente ahogar la economía con deuda como medio de obtener beneficios con los intereses.
La segunda parte de la frase del señor Obama donde recomienda hacer reformas propone de hecho lo contrario. Ha dado todo su apoyo al Secretario del Tesoro Henry Paulson, al sugerir que la forma de reactivar la economía y los bancos es volver a hinchar una burbuja inmobiliaria alimentada por la deuda. Se espera que los posibles compradores de inmuebles vayan aún más lejos en su endeudamiento para así proveer a los bancos con suficientes ingresos por intereses para ser solventes de nuevo (su pasivo es tan desproporcionado como el de aquellos que tienen una hipoteca subprime y han sido explotados por esos mismos bancos). El señor Obama habla de “reforzar esos activos”, es decir, casas y edificios de oficinas, “para así reforzar el sistema financiero en su conjunto”.
Pero eso va a debilitar la economía, dejándola aún más endeudada.
Michael Hudson es ex economista de Wall Street especializado en balanza de pagos y bienes inmobiliarios en el Chase Manhattan Bank (ahora JPMorgan Chase & Co.), Arthur Anderson y después en el Hudson Institute.
El presidente de EEUU ha anunciado hoy ayudas para el sector automovilístico por valor de 17.400 millones de dólares que servirán para evitar el colapso de una industria maltratada por la crisis que amenaza con incrementar los niveles de paro de la primera potencia del mundo hasta cotas insospechadas. La Casa Blanca es plenamente consciente de que abandonar a los tres de Detroit a su suerte es «una irresponsabilidad», por eso ha accedido a rescatarlas, a pesar de la oposición de los senadores republicanos.
El Gobierno estadounidense ha acordado hoy inyectar en la industria del motor la nada despreciable cifra de 17.400 millones de dólares, eso sí, con una serie de condiciones. En primer lugar, GM, Ford y Chrysler deberán presentar de nuevo un plan de viabilidad que demuestre que su negocio será rentable en el futuro. Bush ya lo avisó semanas atrás, «no gastaremos el dinero de los contribuyentes en empresas que no demuestren ser rentables a medio plazo». Un requisito refrendado por el Tesoro que será indispensable para poder acceder a las ayudas anunciadas hoy por la Casa Blanca.
Préstamos inmediatos
Según ha explicado el presidente estadounidense, las ayudas acordadas hoy para el sector automovilístico consisten en préstamos inmediatos por valor de 13.400 millones de dólares, más 4.000 millones adicionales a los que los tres grandes de Detroit tendrán acceso si cumplen con sus respectivos planes de viabilidad en los próximos dos meses.
Como se venía anunciando en los últimos días, los 17.400 millones procederán de los 700.000 millones del rescate bancario que el Congreso y el Senado aprobaron hace unos meses. La negativa de los senadores republicanos a aprobar el plan de rescate del sector automovilístico a mediados de noviembre ha obligado a Bush a utilizar parte del dinero destinado a reflotar al sector financiero para inyectar liquidez en los fabricantes de coches.
La delicada situación por la que atraviesan GM y Chrysler ha llevado al Gobierno estadounidenses a darles preferencia. De este modo, según han confirmado fuentes de la Casa Blanca, estas dos compañía podrán acceder de forma inmediata a los 13.400 millones habilitados por la Administración para conceder préstamos al motor. En cuanto a Ford, el grupo ha anunciado que de momento dispone de liquidez suficiente para mantener sus operaciones a corto plazo sin necesidad de recibir préstamos del Estado.
EEUU no permitirá una quiebra controlada
En cuanto a la posibilidad de permitir una quiebra controlada de GM y Chrysler, Bush ha desechado hoy esta idea porque supondría prolongar la recesión en la que se encuentra actualmente la economía estadounidense y "dejaría al próximo presidente enfrentándose a la muerte de una industria vital".
"La opción más recomendable es que se organicen fuera de la quiebra", ha asegurado el presidente estadounidense, quien no obstante ha destacado que los fabricantes tendrán tres meses para presentar sus planes de reorganización y convertirse en empresas "viables". "Si no se puede cumplir, entonces sí se prepararán para acogerse al capítulo 11 de la Ley de quiebras", ha advertido Bush.
El mandatario también ha apuntado que "para evitar el colapso, el Ejecutivo debe intervenir". "El pueblo y yo queremos que los fabricantes salgan adelante (...). Las automotrices deben demostrar cómo se convertirán en empresas viables, devolver los préstamos y demostrar que pueden ser rentables".
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