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Mucho ruido y pocas nueces |
La promocionada Cumbre del G-20, organizada por el presidente norteamericano George W. Bush, con el fin de buscar “soluciones” a la crisis financiera y la recesión económica que afecta al planeta, ocupó los titulares de la prensa este 15 de noviembre, cuando un reducido grupo de mandatarios, los representantes de las grandes potencias capitalistas y un pequeño contingente de los llamados “países emergentes”, debatieron acerca del impacto de la crisis y los posibles caminos a seguir.
Con diferencias de matices y enfoques, los reunidos en la capital norteamericana coincidieron en “salvar al capitalismo”, proponiendo para ello lanzar un salvavidas al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional, promotores de las políticas neoliberales que condujeron al mundo a la actual situación.
Lejos de desmontar esas estructuras, responsables de la desigualdad y el injusto orden económico que prima en las relaciones internacionales, la reunión de Washington buscó alternativas para enmendar el problema, pero sin buscar una solución radical y definitiva, la cual tiene que pasar por desechar los mecanismos capitalistas de desregulación del mercado, que tantos males está ocasionando a los pueblos.
Fiel a la doctrina del neoliberalismo más rancio, Bush lanzó una defensa a ultranza del libre mercado, desconociendo los sinsabores provocados por esa loca estrategia económica. Durante su intervención, el mandatario norteamericano hizo de nuevo hincapié en que el crecimiento económico es la ruta para solucionar los problemas y afirmó que "el camino más seguro es a través del capitalismo de libre mercado".
No conforme con esta tesis, Bush recalcó que el mundo debe "rechazar" el proteccionismo e instó a avanzar en la ronda de Doha a finales de diciembre, para después identificar a la Cumbre como un “éxito” porque según su apreciación los gobernantes se han mostrado de acuerdo en la necesidad de reformar las instituciones financieras, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y de mejorar la integridad de los mercados financieros.
Si bien algunas pocas voces señalaron desacuerdos en algunos enfoques, el espíritu de la reunión del G-20 en Washington se resume en las palabras de Bush en defensa del capitalismo, régimen económico social que esta conduciendo al planeta a un callejón sin salida, pero visto como “sacrosanto asunto” nadie se atrevió a proponer su total abolición y sustitución por un nuevo orden social más justo, equitativo y racional.
Incorporada ya a los libros de historia, la reunión del G-20 lejos de buscar la solución radical a los problemas del mundo, toco el asunto por la epidermis, dejando intacto el centro del tema que no es más que la existencia del sistema capitalista, al que tratan de enmendar ante las evidentes fisuras que lo aquejan.
De los asistentes al convite de Bush ha salido un programa de acciones, que tendrá su primera revisión en marzo del 2009, momento donde el hoy presidente norteamericano solo será un observador desde las gradas, recayendo en Barack Obama dar continuidad o torcer parte del rumbo trazado en la reunión del G-20.
Mientras los reunidos en la capital norteamericana buscaban “soluciones” para salvar al capitalismo, las calles de muchas ciudades del planeta eran testigos de marchas y protestas de miles de personas que reclaman verdaderos cambios y respuestas para los grandes problemas que aquejan a millones de seres humanos.
Fiel al ritual, los grandes medios de comunicación han seguido al detalle los sucesos de la reunión del G-20, mientras muy pocas líneas han registrado del reclamo de los millones de pobres y desposeídos de este mundo, los que no fueron invitados a la lujosa cena, la foto de ocasión y otros escenarios del encuentro que tuvo a Bush como anfitrión.
La crisis sigue su marcha, ante ella los ricos y poderosos ya han diseñado su estrategia, falta por ver que harán los pueblos, los que en definitiva son los que tienen la ultima palabra y hacen la historia.
(mas...)

Etiquetas: conocimiento, medios, monopolios, multitud, politica.
Probablemente el principal acuerdo fue posponer el debate sustancial para antes del próximo 30 de abril, seguramente en Gran Bretaña, cuyo presidente entonces ostentará la presidencia de la UE, y posteriormente, en julio, celebrar un tercer encuentro en Italia. En efecto, los miembros del G-20 no lograron unificar sus posturas en lo referente a la regularización de los mercados y la intervención estatal. George Bush, en la línea de lo manifestado el día anterior, advirtió de los peligros de comenzar a aplicar políticas proteccionistas. Georg Bush, el mismo presidente que ha nacionalizado entidades financieras e incluso ha perdonado casi en secreto miles de millones de dólares a los bancos.
Por lo demás, la medidas que tomaron se resumen en la transparencia en el funcionamiento de los mercados y en el control de los reguladores como las agencias de calificación. Medidas que habrán de aplicarse antes del 31 de marzo, pero que, en cualquier caso, era preciso tomar tanto con crisis como sin ella, por lo que resulta inevitable la pregunta de por qué no se tomaron antes. Estos han sido los acuerdos -porque algún acuerdo habían de presentar- de una cumbre que calificaron de éxito, por no reconocer que seguirán poniendo parches a una embarcación atravesada por una importante vía de agua.
Así pues, la «refundación del capitalismo» habrá de esperar. De lo que se trata es de sacar el sistema del bache para volver a las andadas. Es decir, a la especulación sin ningún tipo de control hasta que una nueva crisis haga necesaria la intervención pública para reflotar el sistema con el fin de evitar el desastre colectivo. La responsabilidad de los gobiernos es clara y grave por permitir los actos delictivos, aunque no tipificados como tal, de quienes con su afán de riqueza arrastran a la pobreza a millones de personas, precarizan aún más la situación de los trabajadores y, por si fuera poco, en tiempos de turbulencias financieras son rescatados con dinero público, como si esas turbulencias obedeciesen a impulsos incontrolables de la naturaleza.
En vez de «refundación», cambio estructural
Sin embargo, la solución a esos desmanes y a sus devastadoras consecuencias tampoco puede venir de «refundación» alguna del capitalismo, cuyas crisis no obedecen a la mala cabeza de los responsables de algunas compañías financieras, sino al propio sistema económico cuyo funcionamiento es precisamente el que ponen en práctica los causantes de las crisis, las cuales no se producen como consecuencia de un mal funcionamiento, sino todo lo contrario, toda vez que son una característica estructural de ese sistema. El cambio necesario, por tanto, ha de ser estructural.
Ese cambio exigieron ayer, también en Washington y mientras se celebraba la cumbre del G-20, activistas de todo EEUU, en la que denominaron «cumbre del pueblo». Esa cumbre, aunque apenas concitó la atención de los medios de comunicación mundiales, denunció el intento de la cumbre del G-20 de salvar el capitalismo «para los ricos y poderosos», y exigió, así mismo, medidas económicas que beneficien a los trabajadores en todo el mundo. Ciertamente, ésas medidas son las verdaderamente necesarias, aunque sean incompatibles con el sistema neoliberal, porque los trabajadores, las clases humildes son las más dura y trágicamente golpeadas por la crisis, por los despidos que conlleva y por la precarización económica y laboral. Pero, como también se pudo oír ayer en las calles de Washington, tras décadas de situación crítica de los trabajadores, cuando se hunde Wall Street se reúnen para tomar medidas. Así ha sido.
Los líderes del G-20 pasaron de puntillas sobre las discrepancias existentes para fortalecer la regulación de los mercados y trataron de cumplir con el acuerdo de dar un mayor peso en las instituciones financieras a los países emergentes y en desarrollo y la convocatoria de una nueva reunión antes del 30 de abril su anuncio de que la cita de Washington no sería sólo para hablar, sino una «reunión concluyente».
La Unión Europea propone que se endurezca la regulación, especialmente en cuanto al funcionamiento de los fondos de alto riesgo y a las indemnizaciones de los directivos, algo a lo que Estados Unidos se opone. Por ello, se deja en manos de cada estado la opción de elegir sus propias medidas, pero fijan como plazo máximo el 31 de marzo para que cada gobierno extienda la vigilancia de esos fondos y ejerza un mayor control sobre las firmas de calificación de riesgo.
La cumbre, presentada por algunos como un nuevo Bretton Woods, terminó casi tres cuartos de hora antes de lo previsto con una declaración oficial de Bush, tras que la que no admitieron preguntas.
El presidente interino de Estados Unidos y anfitrión de la cumbre dijo que la crisis económica y financiera actual podría haberse convertido en algo peor que la Gran Depresión de 1929 sin las medidas ya adoptadas en su país.
Aunque no las enumeró en detalle, aludió al plan de rescate financiero valorado en unos 700.000 millones de dólares y aprobado en octubre.
Agregó que la cumbre de las principales economías del mundo y de países emergentes ha representado «un éxito» y que los líderes mundiales se han comprometido a modernizar la regulación del sistema y acometer una reforma de los mercados financieros que descanse sobre los principios de una mayor transparencia y regulación. Acordaron, además, trabajar juntos para restaurar el crecimiento mundial y conseguir las reformas que necesita el sistema financiero, algo que debe estar delineado antes del 31 de marzo con el fin de «restablecer la confianza en el sistema financiero». Esos esfuerzos estarán guiados por la «fe compartida en los principios del libre mercado, el libre comercio y la regulación efectiva».
Comunicó que los gobernantes también se mostraron de acuerdo en la necesidad de reformar las instituciones financieras, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y de mejorar la integridad de los mercados financieros.
«Vamos a revisar de nuevo las normas sobre la regulación del mercado y el fraude», sostuvo.
La declaración final reconoce los «serios desafíos» a los que se enfrentan la economía mundial y los mercados financieros, y destaca la decisión de los líderes de «trabajar juntos» para restaurar el crecimiento económico. «Ante el deterioro de las condiciones económicas a escala mundial, estamos de acuerdo en la necesidad de una respuesta política más amplia, basada en una cooperación macroeconómica más estrecha para restaurar el crecimiento».
El único camino para ello, indican, es la reforma de los sistemas financieros, aspecto en el que existen discrepancias a un lado y otro del Atlántico, aunque el comunicado refleja sólo los puntos de consenso sobre los que debe descansar la reforma.
«Primera línea de defensa»
La declaración final indica que es «muy necesario» fortalecer la regulación, pero aclara que esto «debe ser la responsabilidad última» de cada estado, pues constituyen «la primera línea de defensa contra la inestabilidad de los mercados».
Los participantes en el encuentro instan a «intensificar la cooperación internacional entre los reguladores y a fortalecer los estándares internacionales».
El documento consensuado recoge que toda reforma adoptada por un estados debe descansar sobre cinco principios, entre ellos mejorar la transparencia de los mercados, especialmente en lo que se refiere a los productos financieros más sofisticados.
Además, debe intensificarse la vigilancia, y destaca sobre todo a las agencias de calificación de riesgo, que fallaron en la última crisis.
Otro de los puntos acordados es promover la integridad ética de los mercados financieros y proteger a los consumidores, evitando los conflictos de intereses y previniendo la manipulación ilegal, las actividades fraudulentas y los abusos.
Cada estado, según el acuerdo, deberá, además, poner su grano de arena para reforzar la cooperación internacional en materia de regulación y de vigilancia.
En la declaración final, los mandatarios reunidos en Washington alzan la voz en contra del proteccionismo comercial, e instan a una conclusión de la Ronda de Doha, de la Organización Mundial de Comercio (OMC), atascadas desde hace años. Además, piden que no se levanten barreras comerciales en los próximos doce meses.
Cerco policial
El servicio secreto y decenas de agencias policiales, federales y locales levantaron un cerco en torno al Museo Nacional de la Construcción, edificio del siglo XIX en el que se desarrolló la cumbre del G-20, e impidieron el paso de quien no estuviera acreditado.
Londres
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, propuso que la próxima cumbre del G-20 se celebre en Londres, con motivo de la presidencia de turno de Gran Bretaña de este grupo, integrado por países desarrollados y emergentes y la UE como bloque.
Histórico
El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, calificó de histórica la cumbre y consideró que representa un cambio en el panorama político mundial. «Sólo puedo decir que el día de hoy es histórico», indicó en unas breves declaraciones.
La «cumbre del pueblo» pide medidas para los trabajadores
De forma paralela a la cumbre del G-20, activistas de todo Estados Unidos celebraron en Washington la «cumbre del pueblo» para para exigir medidas económicas que beneficien a los trabajadores en todo el mundo. Los actos comenzaron el viernes, con un «banquete del pueblo» que ofrecieron a personas con pocos recursos frente a la Casa Blanca.
«Pedimos cambios estructurales reales que antepongan las necesidades del pueblo a las ganancias, en el contexto de una verdadera democracia», explicó David Thurston, de Casa de Maryland, uno de los organizadores de la protesta.
Agregó en un comunicado que exigen políticas que creen empleos para la clase trabajadora, tanto inmigrantes como nacidos en EEUU, y que ayuden a construir comunidades sostenibles en materia social y medio ambiental.
Esa exigencia se convirtió en el motor de la manifestación realizada ayer para «celebrar el fin de una economía global desigual». Acompañados de músicos que entonaban canciones protesta, los manifestantes denunciaron el «gran perjuicio» del sistema capitalista, que «permite la avaricia corporativa en detrimento de los países pobres».
«¡Un funeral para el capitalismo. Finalmente ha muerto!», rezaba una vistosa pancarta, adornada con dos calaveras en blanco y negro en ambos lados. «¿Para quién estás salvando al capitalismo? Para los ricos y los poderosos», indicaba otra. Algunos manifestantes gritaron consignas y portaron carteles con mensajes como «resistencia contra el imperio estadounidense» y «alto a la avaricia corporativa, trabajos con justicia!» y a favor de medidas para «la necesidad humana y no para la avaricia corporativa».
El «desfile fúnebre», encabezado por dos mujeres ataviadas con el sombrero emblemático del «Tío Sam», partió de un parque cercano a la sede del Fondo Monetario Internacional y marchó hacia una iglesia luterana, donde celebraron un foro popular. «Nuestro mensaje es que el sistema económico necesita un cambio fundamental. El fundamentalismo del libre mercado ha estado perjudicando a las familias trabajadoras durante décadas», dijo Ruth Castel Branco, del grupo Trabajos con Justicia. Bush «ha estado presionando por más desregulación y sus políticas han provocado la pérdida de miles de empleos», agregó la activista. Subrayó que los trabajadores han sido los más golpeados por la crisis, «pero sólo cuando se viene abajo Wall Street se pone atención».
Los actos de protesta desarrollados en Estados Unidos coincidieron con otros realizados en Europa. En Euskal Herria, LAB protagonizó una concentración a mediodía de ayer ante el BBVA en Bilbo. Denunció que las medidas adoptadas ante la crisis «generada por la especulación y el descontrol intrínseco que promueve el neoliberalismo» están suponiendo despidos y perjuicios para la clase trabajadora.
También hay quien dice que, hombre ambicioso donde los haya, el presi ha intentado en los últimos días mejorar su inglés a uña de caballo para, más allá del ya célebre in the last time of the government, every day bonsay con que en 2006 espetó a Schröder y Chirac, poder vender en Washington con la necesaria soltura de pico la maravilla de Banco de España (BdE) que tenemos, el mejor del mundo, gracias a cuyo buen hacer España puede presumir de tener el sistema financiero más sólido del mundo. Porque de eso iba fundamentalmente este viaje. En la antigua sede del Palacio del marqués de Alcañices ha sorprendido, por eso, que ZP no se haya llevado a Washington a Miguel Angel Fernández Ordóñez, de los Fernández Ordóñez de toda la vida, más conocido por MAFO, siendo así que se trataba de exportar la dureza y eficacia de los servicios de Inspección, la limitación de las titulizaciones, la obligación de acometer reservas genéricas, y tantas otras cosas que han convertido a nuestras Cajas y Bancos en una sólida isla que, cáspita, ya estamos tocando las narices, ha requerido un plan de salvamento equivalente al 15% del PIB español.
MAFO no ha viajado a Washington, y en algún rincón de la calle Velázquez de Madrid, en la sede de la Asociación Española de Banca (AEB) un hombre austero y discreto, duro como el pedernal, arisco incluso, honesto a carta cabal, andará estos días muerto de risa o a punto de romper en llanto constatando en su pellejo la gran mentira de la política, el gran teatro del mundo, la quimera del dime de qué presumes y te diré de qué careces. Porque, digámoslo por derecho: nada más tomar posesión, junio de 2006, el señor MAFO, con el aplauso de la gran banca, puso manos a la obra para cargarse esas provisiones genéricas de las que ahora tanto presume el banco y el Gobierno, y desde luego se cargó al hombre que las mantuvo contra viento y marea: el ex director general de Supervisión, Pedro Pablo Villasante.
Fue Raimundo Poveda, ex director general de Regulación, quien a finales de 1999 sacó a flote un nuevo tipo de provisión anticíclica capaz de incrementar las reservas de bancos y cajas en época de vacas gordas, de modo que, además de la provisión especifica obligada cuando se produce un impago, las entidades quedaron obligadas a dotar otra provisión genérica que en algún momento se denominó también actuarial, tomando prestado de la técnica aseguradora un término que, en definitiva, significa lo mismo que provisión estadística. De nuevo la parábola de la cigarra y la hormiga. Una cigarra travestida de banquero, a quien molesta sobremanera tener que dotar una provisión adicional que, al obligarle a hacer hucha, le impide gallear a gusto con los beneficios obtenidos.
En julio de 2000, el nuevo gobernador del BdE, Jaime Caruana, situó a Villasante al frente de la dirección general de Supervisión, cargo que él mismo venía desempeñando. Un tipo curioso este Pedro Pablo, trabajador infatigable y enemigo radical de la spanish componenda. Es natural que, con tales virtudes, el susodicho terminara enfrentado a la mayor parte del banco. Villasante, además, partía con un hándicap casi imposible de superar cuando del BdE se trata: no pertenecer a la cuadra que con su infinita sabiduría amamanta el ex gobernador Luis Angel Rojo (LAR), hoy acogido al momio del Banco Santander, un hombre venerado por los economistas de izquierda. Y es que el BdE es el solar donde reinan los chicos del profesor Rojo, todos, o casi, titulados del Servicio de Estudios, su verdadero fortín. Hay que asegura que en el BdE todavía hoy no se hace cambio o relevo de cierta importancia que no goce del visto bueno de Rojo.
De modo que a Villasante le toca pelear contra la presión de bancos y cajas, fundamentalmente de la gran banca, deseosos todos de dinamitar la norma. Una guerra tan constante como sorda, larvada, porque el ejército de inspectores que, siguiendo sus órdenes, desembarca con regularidad en las entidades causa muchos quebraderos de cabeza, son muy tocapelotas, preguntan por todas las operaciones raras, y exigen incluso que determinados beneficios “no me los lleves a Cuenta de Resultados, sino que me los vas a poner aparte, me los colocas en una hucha”, otra huchita, una más… En apoyo del argumentario de los banqueros vinieron las normas de Basilea II, que relajaban el nivel de exigencia en cuanto a reservas, así como la entrada en vigor de las nuevas Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF). La pelea subterránea era tan fuerte que tanto BBVA como Santander, cotizados en Wall Street, se atrevieron a poner en evidencia ante la SEC el insoportable celo del BdE.
MAFO trae la esperanza a los banqueros
Y en esto ocurrió que el PP perdió el poder en marzo de 2004. Los bancos redoblaron entonces sus presiones, aunque tendrían que esperar a que, en junio de 2006, MAFO tomara el relevo de Caruana al frente del BdE. Y la gran banca descorchó su mejor champaña, pensando que con él, economista competente y militante del PSOE, las cosas serían distintas. Una de las primeras iniciativas que tomó MAFO nada más llegar al caserón de Cibeles fue hacer saber que contaba con todos los hombres de Caruana (excepción hecha del vicepresidente, obligado también a abandonar su cargo), menos con Villasante, el tipo recto cual vara de fresno, negado para la apaño. Al abandonar la vicepresidencia que había ostentado con Caruana, Gonzalo Gil, pata negra del club de los poetas vivos de LAR, dejó escrito en su testamento que había que acabar con Villasante. Ahora es consejero del Banco Pastor, donde seguro no le faltará trabajo ni motivos para la preocupación. Otro tanto reclamó su amigo José María Roldán, eterno director general de Regulación y curioso caso de pepero experto en colocarse a la sombra del sol que más calienta.
Y Villasante se vio de pronto encerrado en un despacho y mano sobre mano, hasta que Miguel Martín, ex subgobernador y a la sazón máximo responsable de la AEB, se acordó de él y le reclamó, después de pedir el nihil obstat de Alfredo Sáenz, que es hoy quien manda, por delegación, en las cosas del BdE. Al frente de la dirección general de Inspección, clave del arco de todo el edificio del BdE, MAFO colocó a Francisco Javier Aríztegui, licenciado en Filosofía y Letras y Económicas, y último retoño de la escudería LAR (titulado del Servicio de Estudios), un hombre que todavía hoy sigue empeñado en llegar a poder interpretar un día unos estados contables. E inmediatamente se relaja la labor de inspección, para contento de bancos y no digamos de Cajas, que con MAFO han campado a su antojo por el empedrado inmobiliario español. No sólo se relaja, sino que surgen intensos debates en torno al modelo de valoración de activos y pasivos denominado fair value o valor razonable. Peor aún, el propio MAFO encabeza un movimiento dispuesto a cargarse la provisión genérica que todo el mundo parecía detestar en Cibeles y alrededores, y de hecho en el banco se inicia un proceso de revisión a fondo de toda la circular contable.
La impresión generalizada en el antiguo banco emisor es que MAFO se hubiera cepillado la provisión genérica –como ha querido cargarse las oposiciones al Cuerpo de Inspectores-, de no haber sido porque, a principios del 2007, los servicios de estudios más reputados, y obviamente el del propio BdE, empezaron a otear en el horizonte la negra nube de la crisis financiera mundial. La situación actual de la institución no puede ser más curiosa. “Penosa”, aseguran dentro. Un MAFO que no se fía ni de su sombra, solo preocupado por proteger al Gobierno y mitigar en lo posible los daños electorales que la crisis pueda producir al PSOE. Un nuevo subgobernador de impresionante currículo, José Viñals, pero volcado en su faceta internacional, tal vez para huir de una relación con MAFO manifiestamente mejorable. Un Ariztegui que está de chico de los recados, y que en febrero pasado, plena campaña electoral, criticaba al PP por “sembrar, sin ninguna base, una inquietud injustificada sobre la salud de las entidades financieras españolas, que están en una posición sólida para superar la actual coyuntura”. Y unos inspectores, en fin, divididos entre los que abrieron la mano en la inspección y los que siempre pensaron que Pedro Pablo Villasante tenía razón.
La resaca del G-20
En los principales mercados se está viviendo la resaca de un fin de semana en el que los líderes de las principales potencias del mundo apoyaron, finalmente, una rápida respuesta a la crisis al coincidir en la necesidad de medidas para apuntalar el crecimiento, mejorar la regulación de los mercados financieros y dar mayor voz a los países emergentes.
Además, se apostó por una modernización de las estructuras del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial.
Pero los mercados no han tomado la medida a estas medidas. Por el momento, los operadores han asimilado las maniobras gubernamentales, tomadas hasta el momento para aliviar la crisis global, como tiritas para una herida que no deja de supurar.
Una crisis que no sólo se ceba con el sector financiero.
Así, mientras que el mercado espera las cifras del dato de producción industrial y de la capacidad utilizada del mes de octubre, los futuros del Dow Jones se sitúan en 8.285 puntos al descender un 1,02%, los del Standard & Poor's 500 se dejan un 0,99% hasta los 852,90 puntos, mientras que los del tecnológico Nasdaq se apuntan un 0,90% a la baja hasta los 1.145 puntos.
La industria del motor se gripa
Y es que es difícil levantar cabeza cuando el escenario que dibuja esta crisis sigue dejando víctimas a las que rescatar. Las propuestas del G-20 parecen buenas sobre el papel, pero los inversores no se fían hasta que no se vean los resultados. Y mientras, tienen que asumir que la industria del motor está pasando por un mal momento.
El sector del motor llevaba mucho tiempo dando síntomas de agotamiento. Los gigantes de Detroit intentaron que sus voces de alarma sonaran fuerte, pero no ha sido hasta que se ha visto a General Motors al borde del precipicio cuando se han puesto manos sobre el asunto.
Esta semana el Congreso estadounidense estudiará un plan para aliviar la situación de este sector. Mientras, las acciones de General Motors reaccionan al alza al apuntarse casi un 8% en la preapertura y las de Ford se suman algo más de un 3%.
Otro sector al que hantocado los tentáculos de la crisis es el minero. Las compañías dedicadas a este negocio están cerrando operaciones y despidiendo a miles de trabajadores, mientras los precios de los metales continúan cayendo en medio de la desaceleración global.
Y entre sectores, un nombre propio. Intel hoy atrae las miradas puesto que desvelará uno de sus más importantes productos en varios años, la mejor señal de que los ciclos económicos crecen de forma indirectamente proporcional a los ciclos de negocio de las compañías tecnológicas. Sin embargo, esta señal no es aplaudida por el mercado, en el que los títulos de Intel se dejan casi un 9% en la preapertura.
Los inversores reciben con pesimismo las conclusiones extraídas de la cumbre celebrada en Washington el pasado fin de semana con los representantes de las economías más importantes del mundo. A pesar de que apenas se concretaron importantes reformas, si se concluyó la necesidad de medidas que ayuden a apuntalar el crecimiento, mejorar la regulación de los mercados financieros y dar mayor voz a los países emergentes.
Sin embargo, a declaración final de la cumbre deja claro que cada país tiene la responsabilidad de reforzar sus sistemas de supervisión y de regulación, así como de potenciar la coordinación con el resto de países.
Los mercados europeos más importantes también registran caídas en el día de hoy, aunque en el caso de EEUU la publicación de un rebote en la producción industrial en el mes de octubre ha dejado un buen sabor de boca en el parqué. En el último mes, este dato se incrementó un 1,3%, muy por encima del 0,2% y de la caída registrada en el mes de septiembre del 3,7%.
Este buen dato contrarresta la contracción del índice manufacturero del estado de Nueva York, que suele ser una buena referencia. La caída de pedidos y ventas lastraron al dato que cayó hasta los 25,43 puntos negativos, su peor dato desde que comenzó el índice en el año 2001.
Por su parte, el precio del petróleo Texas avanza ligeramente 7 centavos hasta los 57,08 dólares, después de que la OPEP haya pronosticado una disminución de la demanda mundial de crudo.
Macro recorte de empleos en Citigroup
El impacto de la crisis en Citigroup está superando hasta los peores augurios y ahora las cifras del recorte de empleos que Citigroup está planeando para reestructurar su negocio se disparan. Si la semana pasada eran 10.000, ahora la CNBC acaba de informar que podría ascender hasta los 50.000 puestos de trabajo a recortar.
Esta última información recoge que el banco ya ha recortado su plantilla en 23.000 empleados en lo que va de año, y que los nuevos recortes adicionales dejaría al grupo con 300.000 trabajadores. De momento, las acciones del banco se dejan cerca del 5% en el comienzo de la sesión por este motivo.
Bank of America también es protagonista en el comienzo de la jornada tras anunciar que ejercitará la opción de compra para elevar su participación en el banco chino China Construction Bank hasta el 19,1%. Su cotización recibe la noticia con una caída del 6%.
Cae el beneficio de Target
Otra de las noticias empresariales de referencia en el parqué han sido los resultados de la minorista Target que también ha notado en sus cuentas la fuerte caída del consumo en el último mes. De este modo, la compañía ha sufrido una caída de sus ganancias del 24% y ha decidido suspender temporalmente su plan de recompra de acciones propias. No obstante, sus títulos cotizan con una subida cercana al 2%.
En Europa, con el euro a 1,268 dólares, el índice Euro Stoxx 50 bajó el 3,8 por ciento; Milán, el 3,6 por ciento; París, el 3,34 por ciento; Fráncfort, el 3,25 por ciento, en tanto que Londres se dejó el 2,73 por ciento.
A pesar de las buenas intenciones del G-20 para reformar el sistema financiero, la caída del 3,8 por ciento de Wall Street el viernes afectó al comienzo de la sesión del mercado español.
La entrada de Japón en recesión -su PIB cayó el 0,4 por ciento en el tercer trimestre-, las pésimas previsiones de crecimiento para el último trimestre en Francia -su producción descenderá el 0,5 por ciento- y el mal comienzo de sesión del Banco Santander incrementaban las pérdidas de la bolsa.
Mientras el FMI calculaba que habría que rebajar los impuestos en 1,2 billones de dólares para salir de las crisis, además de rebajar tipos, se conocía que la balanza comercial de la zona euro había registrado un déficit de 5.600 millones en septiembre, lo que sujetaba la cotización del euro en 1,255 dólares.
Arrastrada por la banca y a pesar de la reducción de las previsiones de crecimiento de la demanda de crudo por la OPEP, que contribuía a que el petróleo Brent bajara a 53 dólares, la bolsa descendía al mediodía hacia 8.500 puntos.
La apertura a la baja del mercado neoyorquino, alrededor del 2 por ciento, y el empeoramiento de la actividad manufacturera en el estado de Nueva York, servían para que la bolsa española aumentara sus pérdidas y perdiera el nivel de 8.500 puntos.
La inesperada subida del 1,3 por ciento de la producción industrial estadounidense en octubre limitaba la caída del mercado neoyorquino y ayudaba a la subida del petróleo hasta 56 dólares, que a su vez tiraba del euro, que se revalorizaba a 1,27 dólares, lo que también redujo las pérdidas de la plaza española al final del día.
De las grandes compañías destacó la bajada de Banco Santander, el 6,89 por ciento, la segunda mayor del Ibex, mientras que BBVA cedió el 5,13 por ciento; Repsol, el 3,37 por ciento; Telefónica, el 2,98 por ciento e Iberdrola, el 2,76 por ciento.
Sacyr, que fue una de las pocas compañías que subió la semana pasada por la posible venta de sus participadas, lideró las pérdidas con una caída del 8,31 por ciento, seguida de Banco Santander, mientras que Mapfre bajó el 6,51 por ciento; Ferrovial, el 6,38 por ciento, tras pagar dividendo, y Banco Popular, el 6,23 por ciento.
Dos compañías del Ibex repitieron cotización, ACS e Iberia, mientras que las menores pérdidas correspondieron a Unión Fenosa, el 0,29 por ciento, y a Iberdrola Renovables, el 0,4 por ciento.
En el mercado continuo, después de los derechos de las ampliaciones de Mapfre y Banco Santander, que perdieron el 50 y el 24 por ciento, respectivamente, destacó la bajada del 9,7 por ciento de Exide, mientras que Gam registró el mayor ascenso, el 6,45 por ciento.
La rentabilidad de la deuda española a largo plazo subía dos centésimas y se situaba en el 4,15 por ciento al cierre bursátil, en tanto que el dinero negociado en el mercado continuo bajaba hasta 2.961 millones de euros.
Santander ha salpicado con su caída a otros valores financieros como BBVA, con pérdidas del 5,13% o Bankinter, con recortes del 3,36%. También a la baja han terminado las acciones de Banco Sabadell (-2,53%), Banco Popular (-6,23%) y Banesto (-4,58%). Otro de los sectores castigado hoy por los inversores ha sido el constructor, tras la suspensión de pagos dela inmobiliaria Tremón. "Esto nos recuerda que la crisis inmobiliaria está lejos de resolverse", dijo un operador de un 'broker' nacional para recordar que los bancos son los principales acreedores del negocio del ladrillo en España.
Sacyr Vallehermoso ha recortado un 7,06% y se ha situado en lo más bajo de la tabla mientras que Acciona se ha dejado un 4,59%. FCC un 3,25% y Ferrovial un 6,38% tras conocerse que el Tribunal Supremo de Reino Unido revisará la subida de tarifas en el aeropuerto londinense de Gatwick.
El resto de 'blue chips' también han ido perdiendo fuelle a medida que avanzaba la sesión. Telefónica giraba a la baja para terminar con una caída del 2,98%, mientras que Iberdrola se ha dejado un 2,76%. Repsol, por su parte, ha terminado un 3,37% abajo. Ni un solo valor ha terminado en terreno positivo. Eso sí, tanto ACS como Iberia se han librado de la sed vendedora y han finalizado la jornada totalmente planos.
La cumbre del G-20 no convence
En el resto de Europa, las bolsas europeas se han ido desinflando tras un rebote fugaz animado por las subidas en el el mercado de futuros estadounidense. El Dax giraba a la baja y registra un recorte del 3,58%. mientras que el Cac 40 y el FTSE 100 hacían lo propio para retroceder un 3,4% y un 2,7%, respectivamente. Los inversores percibían las conclusiones acordadas este fin de semana por el G-20 como un conjunto de buenas intenciones que deben transofrmase a partir de ahora en medidas concretas. Tampoco ayudan los datos 'macro' procedentes de Japón y la Eurozona.
"Esta cumbre, que ha suscitado gran expectación en Europa, y de la que no esperábamos más de lo que ha aportado: un comunicado lleno de buenas intenciones y la promesa de volverse a reunir en breve, no servirá para devolver la confianza a los mercados de valores", comentaban desde Link Securities. "De momento, tal como se esperaba, no ha salido ninguna medida concreta de la cumbre más allá de establecer un calendario de reuniones para ir discutiendo las reformas", dijo Banesto a Reuters, aunque agregó que valoraba positivamente la mención que hacían los líderes a la necesidad de evitar una excesiva regulación e intervencionismo.
Pendientes de los datos macroeconómicos
Los datos macroeconómicos y los últimos resultados empresariales marcarán esta semana la pauta de los mercados. Por lo pronto, Japón ha lanzado un jarro de agua fría al mercado al anunciar que su economía ha entrado en recesión después de dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo. Datos negativos también para la Eurozona. Tras conocerse la semana pasada la primera recesión en la historia de la zona euro, hoy se ha conocido que su balanza comercial de la zona euro acumuló un déficit de 5.600 millones en septiembre frente al superávit de 2007. Malas noticias también procedentes desde Francia y Reino Unido. El Banco de Francia prevé que la economía del país se contraiga un 0,5% durante el cuarto trimestre de 2008, mientras que en el Reino Unido, el PIB registrará su mayor recesión en casi tres décadas durante el próximo año.
La crisis financiera ha provocado pérdidas en las bolsas de todo el mundo de 30 billones de dólares, así como pérdidas y provisiones de 964.000 millones de dólares, en la que se ha convertido en la peor crisis financiera desde la Gran Depresión.
"La ampliación del Santander ha devuelto el miedo al mercado, que pensaba que los bancos españoles estaban más fuertes que los del resto de Europa", asegura un operador del mercado. Crédit Suisse sostiene en un informe que ni siquiera las provisiones genéricas salvarán a la banca española de realizar ampliaciones de capital o de recibir inyecciones de dinero público. "Hace dos semanas, el Santander se llevó a Brasil a un montón de analistas para asegurarles que no iba a necesitar ninguna de las dos cosas. Si todo está bien, entonces, ¿para qué necesita liquidez y elevar los ratios de capital? ¿Qué hay oculto en el Santander que no sabe el mercado?", se pregunta otro profesional.
Un analista hila más fino y sostiene que, a la vista de los malos datos económicos de EEUU, del colapso inmobiliario en Reino Unido y del deterioro de la situación en España, "el mercado cuestiona la recurrencia de los beneficios del Santander y, en consecuencia, el mantenimiento del pay-out (parte del beneficio que se reparte como dividendo), que es el principal atractivo de la ampliación de capital". Lo cual explicaría que los inversores no quieran acudir a la misma y, en definitiva, el batacazo del valor y el del derecho, que hoy pierde más del 20%.
Los bancos europeos pierden mucho más
Pero los expertos van más allá: "A la banca española le queda bastante por bajar todavía hasta igualarse con la del resto de Europa, que arrastra unas caídas muy superiores en 2008", advierten en otra firma. Contra esta previsión está el argumento de las valoraciones, es decir, de que como los bancos españoles todavía ganan dinero, el PER (cotización/beneficio) es igual o más bajo que el del resto del sector europeo pese a haber bajado menos. Pero ese argumento tiene muy poca validez en este entorno de mercado: "Ahora mismo, las valoraciones no tienen ninguna importancia; ¿sobre qué base haces ahora unas estimaciones de beneficio si no sabes qué va a pasar dentro de seis meses?", opina otro analista.
Por eso, el mercado se fija en las caídas absolutas, y ahí los bancos españoles salen claramente perdiendo. Con la caída de este lunes, el Santander pierde en torno al 53,23% en lo que va de año; BBVA se deja el 52,05%, Popular el 48,28%, Pastor el 44,02%, Bankinter el 35,57%, Banesto el 34,93% y Sabadell, el 31,6%. Parecen cifras muy contundentes, pero palidecen al lado de la hecatombe de la banca europea que, como saben, fue inyectada-rescatada-capitalizada por los diferentes Gobiernos en octubre.
Entre las grandes entidades, Fortis se lleva la palma con un descalabro del 95%, seguido por el Royal Bank of Scotland y el HBOS con un 89% cada uno. Más del 70% pierden cuatro entidades: UBS, Deutsche Bank, ING y Barclays. Y si el listón lo ponemos en el 60%, la lista se amplía con Lloyd's, Unicredito, Société Générale y Crédit Agricole (aparte de las aseguradoras Old Mutual, Aegon y Allianz).
Arbitraje entre las acciones y los derechos
Volviendo al Santander, el arbitraje entre las acciones viejas y los derechos ha igualado prácticamente el precio de entrar en el banco con acciones de la ampliación o con las ya existentes. Así, el banco cotiza en 6,08 euros, mientras que el derecho se encuentra en 0,38. Para comprar acciones nuevas hacen falta cuatro derechos (1,52 euros) más 4,5 euros en efectivo, lo que da 6,02 euros.
Esta igualación es habitual en estas operaciones, porque siempre hay arbitrajistas que se ponen alcistas en el derecho o la acción (el que salga más barato aplicando la fórmula para acudir a la ampliación) y bajistas en el otro, para ganar esa diferencia. Normalmente es escasa, pero se suele hacer con mucho apalancamiento -aunque ahora es difícil que los bancos presten dinero para esto-, lo que multiplica la ganancia.
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