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Israel no logra arrodillar a Gaza |
El más reciente intento de Israel para asfixiar Gaza –impedir que entre cualquier suministro desde hace más de una semana- ha tenido unas consecuencias demoledoras e inmediatas para su millón y medio de habitantes.
La negativa a permitir la entrada de fuel ha obligado a cerrar la única central eléctrica de Gaza, creando un apagón que hizo que la pasada semana los palestinos salieran con velas a las calles para protestar. Se espera asimismo una crisis de los servicios relacionados con el agua y el tratamiento de residuos.
El miércoles de la pasada semana, Naciones Unidas anunció que había agotado todos los alimentos esenciales que suministra a 750.000 palestinos desesperadamente necesitados de la Franja. “Esto se ha convertido en un bloqueo contra las mismas Naciones Unidas”, dijo uno de sus portavoces.
En otro golpe más, el mayor banco de Israel, el Hapoalim, declaró que a finales de mes no efectuaría más transacciones con Gaza, imponiendo un eficaz bloqueo financiero sobre una economía que depende del shekel israelí. Otros bancos planean hacer lo mismo, arrinconados por la declaración israelí de septiembre de 2007 que etiquetaba Gaza como “entidad enemiga”.
Es probable que haya muy pocos testigos de la bajada de Gaza a un invierno de hambre y tinieblas. Ningún periodista pudo acceder a Gaza la pasada semana, lo mismo le ocurrió a un grupo de antiguos diplomáticos europeos. Días antes, docenas de académicos y doctores que debían asistir a una conferencia para valorar los daños sufridos por la salud mental de los habitantes de Gaza tuvieron también que volverse.
Israel ha culpado de las recientes restricciones de ayuda y fuel contra Gaza a la violación por Hamas del alto el fuego de cinco meses tras el lanzamiento de cohetes desde de la Franja. Pero Israel tuvo algo que ver en los hechos: mientras el mundo andaba distraído con las elecciones presidenciales estadounidenses, el ejército invadió Gaza, matando a seis palestinos y provocando el disparo de los cohetes.
La catástrofe humanitaria que asola Gaza no guarda relación alguna con los últimos enfrentamientos ojo por ojo y diente por diente entre Hamas e Israel. Hace casi un año, Karen Koning AbuZayd, comisionada general de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados [UNRWA], advirtió: “Gaza está al borde de convertirse en el primer territorio reducido intencionadamente a un estado de abyecta destitución”.
Culpó directamente a Israel de estrangular Gaza, pero también citó como cómplice a la comunidad internacional. Juntos empezaron a bloquear la ayuda a principios de 2006, tras las elecciones presidenciales a la Autoridad Palestina que dieron el triunfo a Hamas.
EEUU y Europa acordaron esas medidas pensando que obligarían al pueblo de Gaza a repensarse su apoyo a Hamas. La lógica era supuestamente similar a la que facilitó las sanciones que se aplicaron al Iraq de Saddam Hussein a lo largo de la década de 1990: si los civiles de Gaza sufren mucho, se levantarán contra Hamas e instalarán nuevos dirigentes que sean aceptables para Israel y Occidente.
Como la Sra. AbuZayd dijo, ese momento señaló el comienzo de la complicidad de la comunidad internacional con una política de castigo colectivo contra Gaza, a pesar del hecho de que la IV Convención de Ginebra clasifica como crimen de guerra ese trato a los civiles.
El bloqueo ha seguido inmisericorde desde entonces, a pesar de que los deseados resultados no se han conseguido en Gaza como en Iraq. En su lugar, Hamas reforzó su control y cimentó la separación física de la Franja de la Cisjordania controlada por Fatah.
Sin embargo, y en realidad, la creciente catástrofe desencadenada contra Gaza sólo tiene que ver indirectamente con la subida de Hamas al poder y con los ataques con cohetes.
Más preocupante para Israel es lo que cada uno de esos desarrollos representa: la negativa por parte de los habitantes de Gaza a abandonar su resistencia frente a la continuada ocupación de Israel. Ambos le proporcionan un pretexto para dejar de lado las protecciones que el derecho internacional ofrece a los civiles de Gaza en su intento de someterles.
Con una coordinación bochornosa, los medios israelíes revelaron el fin de semana que uno de los primeros actos de Ismail Haniyeh, el primer ministro de Hamas elegido en 2006, consistió en enviar un mensaje a la Casa Blanca de Bush ofreciendo una tregua a largo plazo a cambio de que se pusiera fin a la ocupación israelí. Ni siquiera se llegó a reconocer que hubiera hecho tal propuesta.
Muy al contrario, según el diario Jerusalem Post, los políticos israelíes han buscado reforzar la impresión de que “No tendría sentido que Israel derrocara a Hamas porque la población [de Gaza] es Hamas”. A partir de esa idea, se incrementan los castigos colectivos porque no hay verdaderos civiles en Gaza. Israel está en guerra con cada hombre, mujer y niño de Gaza.
Manifestando cuán ampliamente ese punto de vista es compartido, el gabinete discutió la pasada semana una nueva estrategia para arrasar los pueblos de Gaza en un intento de parar los lanzamientos de cohetes, haciéndose eco de las desacreditadas tácticas israelíes utilizadas en el Sur del Líbano en su guerra de 2006. Se avisaría a los habitantes antes de que empezaran los indiscriminados bombardeos.
En realidad, el deseo de Israel de bloquear Gaza y aterrorizar a su población civil es anterior a la victoria electoral de Hamas. Puede datar del desenganche de Ariel Sharon del verano de 2005, cuando era incuestionable el gobierno de Fatah sobre la Autoridad Palestina.
Un indicador del tipo de aislamiento que Sharon quería para Gaza se reveló poco después de su retirada, en diciembre de 2005, cuando sus oficiales propusieron por primera vez cortar la electricidad a la Franja.
La política no se llevó a cabo, los medios locales señalaron en aquel tiempo que se debió a dos razones, que los oficiales sospechaban que la violación del derecho internacional sería rechazada por otras naciones y que se temía que un movimiento de ese calibre podría dañar las posibilidades de Fatah de ganar las elecciones al mes siguiente.
Sin embargo, una vez celebradas las elecciones, Israel tuvo la excusa que necesitaba para empezar a olvidar sus responsabilidades hacia la población civil. Cambió su relación con Gaza de ocupante a parte hostil en guerra. Una política de castigo colectivo que a finales de 2005 era considerada inequívocamente ilegal, se ha convertido hoy en el procedimiento operativo habitual de Israel.
Con cada vez más estridentes declaraciones de sus autoridades, que culminaron en febrero pasado con un infamante comentario del ministro de defensa Matan Vilani sobre crear un “shoah” u Holocausto en Gaza, las medidas israelíes se han venido ajustando cada vez más a esas intenciones. El ejército bombardeó la central eléctrica de Gaza en junio de 2006 y, desde entonces, cada vez ha recortado más los suministros de fuel. En enero, el Sr. Vilnai sostuvo que Israel cortaría “cualquier tipo de responsabilidad” con Gaza y dos meses después Israel firmó un acuerdo con Egipto para construir una central eléctrica para Gaza en el Sinaí.
Todos esos movimientos están siguiendo un mismo propósito: persuadir al mundo de que la ocupación israelí de Gaza ha terminado y que Israel puede por tanto ignorar las leyes de la ocupación y utilizar una fuerza incesante contra Gaza.
Los ministros del gabinete han hecho cola a la hora de expresar esos mismos sentimientos. Ehud Olmert, por ejemplo, ha declarado que no se debería permitir que los habitantes de Gaza “tuvieran vidas normales”; Avi Dichter opina que se deben infligir todo tipo de castigos “sin importar el coste que supongan para los palestinos”; Meir Sheetrit ha instado a que Israel “se decida a arrasar pronto Gaza”; esa ha sido la política que han estado discutiendo los ministros israelíes esta última semana.
A la vez, Israel ha tratado de ignorar el creciente contrabando comercial hacia Egipto a través de los túneles de Gaza. La supervivencia de Gaza recae cada vez más sobre hombros egipcios.
La duda permanece: ¿qué respuesta espera Israel de los habitantes de Gaza ante su cada vez mayor miseria y mayor inseguridad frente a las represalias del ejército israelí?
Eyal Sharjah, director del Programa de Salud Mental de la comunidad de Gaza, dijo este año que el objetivo a largo plazo era obligar a Egipto a que eliminara sus controles a lo largo de su pequeña frontera con la Franja. Una vez que se abra la frontera, advirtió, “Adelante con el éxodo”.
(mas...)

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
Mouatassem Daana, un residente palestino de Hebrón, dijo que vio colonos reunidos cerca del edificio "escribiendo grafitis humillantes sobre la pared de la mezquita que insultaban al profeta Mahoma" y rompiendo ventanas.
Hebrón ha sido un punto clave en la violencia entre israelíes y palestinos. Unos 650 colonos viven en enclaves fortificados y custodiados por soldados israelíes en el corazón de una ciudad donde residen 180.000 palestinos.
Un portavoz del Ejército israelí dijo que los colonos también cometieron actos de vandalismo en un cementerio cercano a la mezquita. Agregó que agredieron a un soldado cuando le arrojaron un spray químico, mientras éste intentaba evitar el lanzamiento de piedras entre los residentes judíos y los palestinos.
Soldados israelíes estaban "trabajando para quitar los grafitis y reparar el daño" a la mezquita y el cementerio, dijo el portavoz.
"Tomamos este tipo de incidentes con seriedad", agregó.
Este reconocimiento del fracaso de la política de cerco económico, cuyo objetivo era aislar a la resistencia del apoyo del pueblo palestino esconde, además, la profunda frustación sionista ante la conversión del territorio de la Franja en una plaza fuerte inexpugnable que significa, y tanto ellos como sus aliados americanos y europeos lo saben perfectamente, el principio del fin del Estado racista de Israel al que, tal como ocurrió con la Sudáfrica del apartheid, sólo le queda el camino de la democratización y la transformación en un Estado laico multicultural para todos sus habitantes, sean judíos, musulmanes o cristianos.
El Gobierno israelí, la oposición y la prensa se desesperan y lanzan furibundas amenazas contra los “terroristas” que “secuestran soldados” y atacan a la “población civil”. Cuando ellos mantienen en sus prisiones a miles de palestinos, incluyendo a cientos de niños, y se han hecho ya un hueco en la Historia como ladrones de tierras, practicantes adelantados de la limpieza étnica y los castigos colectivos, terroristas y asesinos de civiles.
El análisis de su último intento de invasión del Líbano, les ha permitido comprobar que no existe solución militar para Gaza. En el norte sufrieron una derrota totalmente inesperada para ellos y ahora saben que sus bravatas de “reocupar” la Franja son pura fantasía.
En todo el territorio, después de la expulsión de los colonos judíos, cuyos poblados fueron sometidos al incesante fuego de mortero y de cohetes artesanales palestinos, y de librarse de la presencia de los agentes sionistas de Fatah, las milicias han construido una línea de defensa continua y escalonada en profundidad, tanto en la frontera con el Estado de Israel como en la costa y frente a Egipto.
Esta línea defensiva, similar a la que se encontraron los ejércitos israelíes en el Líbano, se sitúa a partir de una banda de quinientos metros de tierra de nadie y está conformada por puntos de resistencia camuflados en el terreno. Estos puntos fortificados están provistos, entro otro armamento, de los sofisticados misiles anticarro RPG-29 de guía láser, los mismos que destruyeron docenas de carros blindados israelíes Merkava, en la última guerra contra la milicia libanesa.
Situados de tal forma que permite el apoyo de fuego mutuo, conectados por campos de minas y comunicados a través de túneles subterráneos, estas instalaciones defensivas se extienden hacia retaguardia, en algunas zonas, hasta una profundidad de tres-cinco kilómetros.
Otras características del sistema defensivo palestino en Gaza sólo circulan en forma de rumores sin confirmar. Se dice, por ejemplo, que aprovechando los meses de la tregua que los sionistas se vieron obligados a concertar, se han introducido e instalado misiles antiaéreos y antibuque llegados desde Irán, al igual que los explosivos, las municiones y el dinero que permite a los habitantes de Gaza comprar casi todo lo que necesitan haciéndolo traer desde Egipto.
El Estado sionista ha intentado por todos los medios cortar esta vía de suministro de mercancías y abastecimientos civiles y militares a través de los cerca de quinientos túneles excavados en la frontera.
Pero el gobierno egipcio, a pesar de ser uno de los pocos países musulmanes que reconoce a Israel, y de sus buenas relaciones de aliado del imperialismo norteamericano, soporta fuertes presiones internas e internacionales en contra de su política de colaboración con los sionistas.
El régimen de El Cairo está obligado, ante la hostilidad de las masas populares egipcias, a un delicado equilibrio. Por eso mantiene cerrado el paso de Rafah al mismo tiempo que tolera el intenso tráfico subterráneo hacia la Franja. Y las amenazas de la extrema derecha israelí de cortar el suministro eléctrico a Gaza significaría, en caso de llevarse a cabo, no sólo la pérdida de una importante fuente de ingresos para las compañías eléctricas judías, sino también y sobretodo la ruptura del acuerdo que Ariel Sharon obligó, a través de las presiones de Washington, a aceptar a Egipto en el momento de la retirada israelí de Gaza.
Según ese acuerdo, en el que para su vergüenza participó también la Unión Europea, Israel está obligada a garantizar los suministros energéticos, sanitarios y de alimentos a la población de Gaza. Por lo que la situación de la frontera egipcio-palestina podría cambiar radicalmente.
La tregua firmada para un período de seis meses se ha mantenido a duras penas hasta ahora. Y es evidente que no se va a renovar. Por el contrario, Hamás se declara preparado para la guerra y considera que la renovación sólo beneficiaría a Israel. Y ha dejado clara su intención de responder adecuadamente a cada uno de los ataques del ejército y la aviación sionistas, haciendo uso de su cada vez más poderoso sistema de armas ofensivas que ha pasado de los primeros modelos de cohetes “Kassam”, fabricados en la propia Franja de Gaza, que apenas superaban cinco kilómetros, al tipo II y sobretodo al modelo III con casi veinte kilómetros de alcance.
Por otra parte, como demuestran los ataque contra la ciudad de Askhelón, las milicias palestinas disponen de cierta cantidad de misiles “Grad”, de fabricación rusa y mucho más potentes, capaces de alcanzar objetivos situados a treinta kilómetros del punto de disparo.
La llegada de activistas procedentes de todo el mundo, incluido israelíes, desafiando el bloqueo de la marina de guerra israelí, llevando hasta Gaza desde la isla de Chipre pequeñas cantidades de medicamentos y material sanitario, demuestra hasta qué punto el gobierno y la cúpula militar sionistas se encuentra en una situación de desconcierto, y cómo el problema de Gaza se ha convertido para ellos en un callejón sin salida.
Y deben considerar, además, que si desencadenan una nueva guerra contra la Franja de Gaza tendrán que enfrentarse, con toda probabilidad, a la ofensiva conjunta de los milicianos palestinos y de sus aliados libaneses. Escenario inimaginable para los arrogantes racistas israelíes que verían como la totalidad de su territorio sería sometido a un masivo bombardeo desde el norte y desde el sur.
Las críticas al bloqueo apenas afectan al Ejecutivo israelí. La alta comisionada para los Derechos Humanos de la onU, Navi Pillay, dijo desde Ginebra: "Un millón y medio de palestinos han sido privados de sus más básicos derechos humanos durante meses. El bloqueo es una violación de las leyes internacionales y humanitarias". Tel Aviv reaccionó: anunció el boicoteo a una conferencia contra el racismo en 2009.
El 4 de noviembre, Israel rompió la tregua de seis meses pactada con Hamás el 19 de junio. Los militares alegaron que los palestinos construían un túnel cerca de la frontera. El lanzamiento de cohetes sobre las comunidades israelíes se desató. Habían sido cuatro meses de calma total, en los que, sin embargo, la entrada de mercancías fue autorizada por Israel en cantidades nimias. Por eso, Ging cree que la clausura de pasos "obedece a motivos políticos y no está relacionada con la seguridad".
Medios palestinos indicaron que un misil tierra-tierra israelí impactó el sábado en la norteña localidad de Beit Hanoum, tras lo cual reaccionaron milicianos de Hamas con el disparo de tres cohetes contra las ciudades de Ashkelon y Sderot, en ambos casos sin víctimas.
El ejército israelí –cuyos ataques a Gaza provocaron 15 muertos en 16 días- admitió que sus tropas dispararon contra un grupo de palestinos que supuestamente había lanzado momentos antes un misil y se alistaba a disparar otros.
El líder de Hamas en Gaza, Ismail Haniyeh, afirmó que los grupos armados palestinos desean mantener la tregua pactada en junio pasado con los hebreos, pero sólo si éstos asumen una actitud recíproca, lo cual parece ahora muy improbable.
A raíz de esos enfrentamientos, el ministro judío de Defensa, Ehud Barak, ordenó mantener la medida tomada el 4 de noviembre último de clausurar todos los cruces hacia la franja e impedir el acceso de camiones con diversos tipos de suministros.
Pese a los llamados de la ONU, del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) y de otras instancias humanitarias, Tel Aviv niega la entrada de camiones con alimentos, medicinas, suministros médicos, combustible y otros artículos indispensables.
La ONU alertó que luego del permiso otorgado hace dos semanas a una treintena de camiones para que entregaran ayuda, la situación se deteriora debido a que la escasez de combustible obliga a cortes prolongados de energía eléctrica en hospitales y panaderías.
Unos 750 mil refugiados palestinos en Gaza están al borde de la crisis, mientras de una u otra forma el sitio israelí afecta a los 1,5 millones de residentes en la franja porque se agotan las reservas de alimentos, afirmaron a Prensa Latina fuentes del CICR.
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