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Afganistán: operación desastre duradero |
Afganistán ha estado en guerra permanente a lo largo de 30 años, más tiempo que el que sumaron juntas las dos guerras mundiales y la guerra con Vietnam. Cada ocupación del país ha imitado a su predecesora. Un corto intervalo entre guerras vio la imposición de un maligno orden social, el de los talibanes, con la ayuda de los militares paquistaníes y la difunta Benazir Bhutto, la primera ministra que dio el visto bueno a la toma del poder talibán en Kabul.
A lo largo de los últimos dos años, la ocupación EEUU-OTAN del país se ha encarado con serios problemas militares. Con una severa crisis económica mundial y la elección de un nuevo presidente de EEUU —un hombre muy distinto de su predecesor por estilo, intelecto y temperamento— la posibilidad de una discusión seria sobre una estrategia de retirada del desastre afgano planea en el horizonte. El aprieto en que EEUU y sus aliados se han embarrado no es ineludible, pero un cambio en la política, si tiene que ser efectivo, no puede ser solamente de tipo cosmético.
Los halcones de Washington argumentarán que, aunque mala, la situación militar es de hecho aún asumible. Posición que puede ser técnicamente precisa, pero puede requerir el bombardeo por saturación del Afganistán meridional y de algunas zonas del Paquistán, la destrucción de algunas poblaciones y pequeñas aldeas, el asesinato de una multitud de pashtuns y el envío a la región de al menos 200.000 soldados más con el equipo que ello comporta, así como el correspondiente apoyo logístico y aéreo. Las consecuencias políticas de tal opción son tan terribles que incluso Dick Cheney, lo más parecido al Dr. Strangelove que Washington ha producido hasta el momento, resulta inusitadamente circunspecto cuando se aviene a sugerir una solución militar al conflicto.
Resulta obvio para el Pentágono que Hamid Karzai, el presidente afgano, y su familia no pueden dar lo que se precisa, y ya es probablemente demasiado tarde para reemplazarlo por el embajador de la ONU Zalmay Khalilzad. Por su parte, luchando por su política (y probablemente física) existencia, Karzai continúa protegiendo a su hermano Ahmad Wali Karzai, acusado de implicación en el prodigioso comercio de drogas en su país, pero ha echado por corrupción tardíamente a Hamidullah Qadri, su ministro de transportes. Qadri aceptó sobornos masivos de una compañía aérea que transportaba peregrinos a la Meca. ¿Es que no hay nada sagrado?
Una situación que se deteriora
Por supuesto que suprimir a un ministro es como silbar al viento, dados los niveles de corrupción del gobierno de Karzai que, por otra parte, controla sólo una porción pequeña del país. El presidente afgano elude las estocadas de Washington culpando a los militares de EEUU de asesinar a demasiados civiles por medio de ataques aéreos. El bombardeo del pueblo de Azizabad en la provincia de Herat el pasado mes de agosto, que causó la muerte de 91 civiles, de los que 60 eran niños, fue solamente el más grave de los recientes sucesos de este tipo. Los hombres de Karzai, apresuradamente enviados a distribuir dulces y suministros a los supervivientes, fueron apedreados por los enfurecidos lugareños.
Ya que miles de afganos han sido asesinados en años recientes, no sorprende que el apoyo a los neotalibanes siga en aumento, incluso en las zonas no pashtun del país. Muchos afganos hostiles a los antiguos talibanes apoyan sin embargo a la resistencia simplemente para dejar claro que están contra los helicópteros y misiles aéreos no tripulados que destruyen casas, y contra el “gran papi” (Big Daddy) que arrasa los pueblos, y contra las llamas que devoran a los niños.
El pasado febrero, el director de la inteligencia nacional Michael McConnell presentó un desolador estudio de la situación en la House Permanent Select Committee on Intelligence:
“Los líderes afganos deben hacer frente a la corrupción endémica, el cultivo por doquiera de opio, así como el tráfico de drogas. En última instancia, la derrota de la insurgencia dependerá en gran parte de la habilidad del gobierno para mejorar la seguridad, ofrecer servicios y expandir el desarrollo para las oportunidades económicas.
Aunque las fuerzas internacionales y el ejército nacional afgano continúan logrando victorias tácticas sobre los talibanes, la situación de seguridad se ha deteriorado en algunas zonas del sur y las fuerzas talibanes han aumentado sus operaciones dentro de áreas anteriormente pacíficas del oeste y de los alrededores de Kabul. La insurgencia talibán se ha expandido en amplitud a pesar de los trastornos causados por las fuerzas de la OTAN y de las maniobras de la Operación Libertad Duradera [Operation Enduring Freedom es el nombre dado por los EEUU a sus invasiones y operaciones militares después del 11-S. T.]. La muerte o captura de tres líderes talibanes el año pasado —su primera pérdida de alto nivel— no parece haber interrumpido significativamente las operaciones insurgentes.”
Desde entonces la situación se ha deteriorado aún más , y ha transitado por los llamamientos a enviar aún más tropas de la OTAN y de EEUU —y también ha creado divisiones más profundas dentro de la misma OTAN. En los últimos meses, Sir Sherard Cowper-Coles, el embajador británico en Kabul, escribió a su colega francés (en una nota filtrada ) que la guerra estaba perdida y que la solución no era que vinieran más tropas, un punto de vista reiterado recientemente por el mariscal del aire Sir Jock Stirrup, el jefe británico de defensa, que se declaró públicamente contrario a retirar las tropas de Irak para enviarlas una por una a Afganistán. Expuso en este sentido:
“Creo que les costará persuadirnos de que debería haber un mayor contingente británico allí… Nosotros también tenemos que volver a encontrar un equilibrio; es importante que reduzcamos el ritmo operacional para nuestras fuerzas armadas, así que no puede ser, incluso si la situación lo pidiese, que saquemos las tropas de Irak para enviarlas una por una a Afganistán. Tenemos que reducir este ritmo.”
El gobierno español está considerando una retirada del Afganistán, y existe una seria discrepancia dentro de las elites de la política exterior de Alemania y Noruega. El ministro de exteriores canadiense ya ha anunciado que su país no prorrogará su compromiso con Afganistán más allá de 2011. E incluso si los debates en el Pentágono no han sido aireados públicamente, es cada vez más obvio que también en Washington algunos ven la guerra como imposible de ganar.
Y ahora entra como protagonista en el escenario el último comandante en jefe en Irak, el general David Petraeus, como el nuevo comandante CentCom. Desde el “éxito” de “la oleada” que él supervisó en Irak (un proceso designado para crear una estabilidad temporal en esta tierra devastada mediante el soborno de la oposición y, entre otras cosas, el uso selectivo de escuadrones de la muerte), Petraeus se parece, y se comporta, cada vez más a un Lázaro resucitado, y eso antes de que su cuerpo pudiera ser inspeccionado de cerca.
La situación en Irak era tan terrible que incluso una modesta reducción de víctimas fue vista como un masivo salto adelante. Con crecientes estallidos de violencia en Bagdad y en otros sitios de Irak, sin embargo, la cháchara del éxito suena hueca. Lanzar una nueva “oleada” en Afganistán ahora mediante el envío de más tropas no funcionará, ni tan sólo como un triunfo de las relaciones públicas. Quizás algunos de los 100 consejeros que el general Petraeus ha nombrado recientemente le señalarán esto con enérgicos términos.
Volar camino al desastre
Obama sería un bobo si imaginara que Petraeus puede hacer una cura milagrosa en Afganistán. El cáncer se ha extendido demasiado y está afectando también a las tropas de EEUU. Si los medios de comunicación se tomaran la molestia de entrevistar a los soldados activos por obligación en Afganistán (bajo promesa de anonimato), tendrían una fotografía más concisa de lo que está ocurriendo allí en el seno del ejército de EEUU.
Aprendí mucho de Jules, un veterano soldado de 20 años de los EEUU con quien coincidí recientemente en Canadá. Estaba tan desencantado de la guerra que decidió ser un “ausente sin permiso” [AWOL, por sus siglas en inglés. T] mostrando de esta forma, al menos a sí mismo, que la situación de Afganistán no era un atolladero inevitable. Muchos de sus compañeros, declaró, se sentían de forma parecida, y odiaban una guerra que les deshumanizaba tanto a ellos como a los afganos. “No podemos aceptar que bombardear a los afganos no es diferente que bombardear el paisaje” fue la forma en que resumió la situación.
La moral en el seno del ejército es baja, me dijo. La agresión desembridada contra los civiles afganos a menudo esconde una profunda depresión. Jules no anima, sin embargo, a otros a seguir sus pasos. Tal como lo ve, cada soldado debe tomar su propia decisión, aceptando con ello la responsabilidad de que declararse “ausente sin permiso” de forma permanente comporta. Estaba convencido, sin embargo, de que la guerra no podía ser ganada, y de que no quería ver morir a ninguno más de sus amigos. Por eso vestía una camiseta con un “Obama fuera de Afganistán”.
Antes de que revelase su identidad, confundí a este joven soldado, un estadounidense de origen filipino nacido en la sureña California, con un afgano. Sus rasgos me recordaron a la tribu de los Hazara que él se debió encontrar en Kabul. Entrenado como disparador de mortero y paracaidista en Fort Benning, Georgia, fue asignado últimamente a la 82 Aerotransportable de Fort Bragg. Aquí transcribo una parte de lo que me explicó:
“Me desplegué en el sudeste de Afganistán en enero de 2007. Nosotros controlamos toda la zona desde Jalalabad hasta las zonas del extremo norte de la región de Kandahar en el Mando Regional del Este. Mi unidad tenía la misión de pacificar la insurgencia en las provincias de Paktika, Paktia y Khost, áreas que no recibieron ayuda, pero que fueron asoladas durante la invasión inicial. La Operación Anaconda (en 2002) supuestamente había evaporado a los talibanes. Esta jactancia de los líderes militares era ridiculizada por cualquiera que tuviera un cerebro.”
Me habló también de lo imposible que le resultó tener que tratar a los afganos como subhumanos:
“Juro que no podía ni por un segundo ver a esta gente como otra cosa que humanos. La mejor manera de formar a un joven con la polla dura como yo mismo (juego de palabras: “dick” es un acrónimo de “asesino dedicado a la infantería de combate”, pero también significa verga. T] es simple y consta de mucho adoctrinamiento racista. Arrancas un armazón humano vacío de las calles de Los Angeles o de Brooklyn, o quizá de un pueblucho perdido de Tennessee… y hay muchos así en EEUU hoy en día… Yo mismo era uno de estos niños menesterosos del Estado de Bienestar.
De todos modos, tomas este recipiente vacío y le clavas un susto de muerte, lo reduces a nada, cultivas una fraternidad y camaradería con sus compañeros de sufrimiento, y llenas su cabeza con sinsentidos racistas como que todos los árabes, iraquíes, afganos son Hajj [en árabe quiere decir peregrinación y también designa el trato de quien ha realizado al peregrinación a La Meca. T.]. Los Hajj te odian. Los Hajj quieren herir a tu familia. Los niños Hajj son los peores porque mendigan siempre. Una muestra de la más ridícula e hiriente propaganda, pero es asombroso lo eficazmente que ha sido acogida por mi generación de soldados.”
Tal como este joven me habló, sentí que debería testificar ante el Comité del Senado para Asuntos Exteriores. El efecto de la guerra sobre aquellos que llevan a cabo las órdenes es dejar unas cicatrices tan profundas como las huellas de las guerras imperiales previas. El cambio en el que queremos creer debe incluir el fin de todo ello, que significa, entre otras cosas, la retirada de Afganistán.
En mi último libro, The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power , escribí sobre la necesidad de involucrar a los vecinos de Afganistán en una solución política que diera fin a la guerra, preservara la paz y reconstruyera el país. Irán, Rusia, India y China, así como Paquistán, han de comprometerse en la búsqueda de una solución política que pueda mantener un gobierno nacional genuino durante una década después de la retirada de los EEUU, la OTAN y su régimen colaboracionista. Sin embargo, una solución de este tipo no es posible dentro del contexto de los planes propuestos tanto por el actual Secretario de Defensa, Robert Gates, como por el recientemente elegido nuevo Presidente Barack Obama, que centran su atención en una nueva oleada de las tropas de EEUU contra Afganistán.
La principal tarea a mano debería ser la creación de una infraestructura social y así preservar la paz, algo en lo que Occidente y sus hordas de ONGs han fracasado. Edificios escolares construidos, a menudo con escandalosas sumas de dinero, por compañías extranjeras, que carecen de muebles, maestros y niños forman parte de la surrealista presencia de Occidente, que no puede durar.
Tanto si es usted un encargado de hacer política en la próxima administración como un “ausente sin permiso” de la guerra afgana que reside en el Canadá, la Operación Libertad Duradera de 2001 se ha convertido de forma bien visible en la Operación Desastre Duradero. Menos claro es si una administración Obama puede verdaderamente romper con la política anterior o creará todavía más complementos militares. Solamente una ruptura total con la catástrofe que George W. Bush, Dick Cheney y Donald Rumsfeld crearon en Afganistán ofrecerá caminos para un futuro viable.
Para que esto suceda, será necesario hacer tanto presiones nacionales como exteriores. China es conocida por oponerse completamente a la presencia de la OTAN en, o cerca de, sus fronteras, pero mientras Beijing ha probado de ejercer presión económica para forzar cambios políticos en Washington, como hizo cuando el Banco de China “acabó con el riesgo de las deudas de las instituciones [de EEUU] el verano pasado”, dejando al secretario del Tesoro Paulson con la casi única opción de nacionalizar funcionalmente los gigantes de la hipoteca —aún no ha recurrido a su músculo diplomático en la región.
Pero no cabe pensar que esta situación durará para siempre. ¿Por qué esperar tanto? Otra presión externa ciertamente resultará ser la de los evidentes efectos desestabilizadores de la guerra de Afganistán sobre el vecino Paquistán, un país en un estado económico precario, con un ejército que debe hacer frente a tensiones internas en aumento.
La presión doméstica en EEUU para retirarse de Afganistán permanece débil, pero podría crecer rápidamente cuando el alcance del desastre se vuelva más evidente y los aliados de la OTAN rechacen suministrar las tropas de choque para la oleada futura.
Mientras tanto, se prevé una hambruna en Afganistán este invierno.

Etiquetas: conocimiento, memoria, multitud, politica, violencia.
► miércoles, 26 noviembre, 2008
El futuro presidente estadounidense, Barack Obama, ha asegurado que la lucha contra el terrorismo en Afganistán será una cuestión prioritaria para su Gobierno, según un comunicado difundido por la Presidencia afgana. Obama telefoneó anoche al presidente afgano, Hamid Karzai, para garantizarle el compromiso de EE UU con "la paz y la seguridad" tanto en el país asiático como en el conjunto de la región.El presidente electo de EEUU también ha prometido a Karzai que las ayudas económicas para la reconstrucción aumentarán durante su Administración. El líder demócrata también ha asegurado que su Gobierno prestará asistencia tanto al Ejecutivo como al pueblo afganos.
El pasado mes de julio, Obama viajó por sorpresa a Afganistán para visitar a las tropas estadounidenses desplegadas en el país y reunirse con Karzai, con quien intercambió opiniones sobre la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico en Afganistán.
De los casi 53.000 militares que integran la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad, bajo mando de la OTAN, en Afganistán, cerca de la mitad son estadounidenses. Además, el Ejército estadounidense mantiene a otros 12.000 soldados bajo mando directo de Washington.
Por otra parte, el general retirado James Jones, ex comandante del Cuerpo de Marines y líder de las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN en Europa, sería nombrado asesor de seguridad nacional y responsable del Consejo de Seguridad Nacional.
En tanto, James Steinberg, que ocupó el cargo de asesor adjunto de seguridad nacional durante la Administración de Bill Clinton, será el secretario de Estado adjunto.
Por eso, la historia siguiente es la típica por la que atraviesan tantas familias pastunes de los pueblos afganos martirizados por los indiscriminados bombardeos estadounidenses que tienen que pagar con sus vidas antes de poder llegar a la supuesta seguridad de Kabul. Gran cantidad de familias de la provincia de Hellmand se embarcaron en un viaje hasta las inmediaciones de Kabul tras perder a muchos familiares en los bombardeos estadounidenses sobre sus respectivos pueblos. Utilizaron sus magros recursos para poder pagar el viaje y adquirir alguna lona gruesa y plásticos que les sirvieran de tiendas de campaña improvisadas. Una vez que llegaron y se situaron en campo abierto sin posesión alguna, sin agua para beber y nada que pudiera calentarles, se encontraron con el desastre en la primera noche que pasaron en su nuevo enclave. Durante la noche, cinco niños de edades comprendidas entre los dos y los cinco años perdieron la vida a causa del frío y del hambre. Los niños llevaban dos días sin comer. Cuando el intenso frío se añadió a su desesperada situación, los niños sucumbieron ante las inhóspitas condiciones del lugar.
Esa pauta de hambre y miseria continuó inmisericorde una vez que ese campamento provisional se convirtió en una tumba para los niños más pequeños. Durante el invierno, la falta de ropas, zapatos y mantas provoca la muerte de niños y ancianos. Como los niños no tienen zapatos, las madres utilizan los tejidos que les han sobrado para envolverles los pies. Sin embargo, cuando el frío se agudiza, los niños se congelan. Al no disponer de atención sanitaria alguna, se enfrentan a diario con la muerte y la miseria. Es un espanto que sus niños tengan que pagar con sus vidas por la empresa criminal de Washington DC.
Esas familias disponían en sus pueblos de medios sencillos de supervivencia pero sus niños no morían de frío y hambre. Sin embargo, gracias a los bombardeos indiscriminados del ejército de Estados Unidos y de la OTAN, esas familias corren un riesgo inminente de morir por inanición; el frío extremo y las antihigiénicas condiciones de vida están acabando cada día con sus niños y ancianos.
Anhelo poder sacar a todas esas familias de la zona helada y llevarlas a una región más cálida del país y proporcionarles tiendas de campañas y otros útiles necesarios para la supervivencia.
Si alguno de Vds. está interesado en salvar la vida de un niño afgano, por favor, entren en el siguiente enlace:
www.Afghasnitanafterdemocracy.com
Si lo desean, pueden contactar conmigo en el siguiente correo:mdmiraki@ameritech.net
Sinceramente, Mohammed Daud Miraki.
Nota de la Traducción: El Dr. Miraki es un científico social de ámbito generalista con experiencia en políticas públicas, planificación urbana, desarrollo internacional, ciencias políticas y estudios sobre Oriente Medio. Escribió su tesis sobre los factores del subdesarrollo en Afganistán. No sólo es un experto en el país, Afganistán es también su pasión. Confía en conseguir fondos suficientes con la venta de su libro, para construir un hospital para mujeres y un centro de investigación sobre las consecuencias del lanzamiento de uranio empobrecido sobre el país tras la invasión de estadounidense. En próximos días se ofrecerá en rebelión.org información ampliada sobre dicho proyecto.
Si queda demostrada su culpa, el error podría costarles entre 40 y 50 mil dólares, dado que el precio de una oveja en Afganistán oscila entre US$200 y US$300 en función del tamaño.
Pero en privado confirmaron a periodistas occidentales que es un ataque muy severo y que afecta a su estrategia inmediata.
La audacia del ataque y su vasta destrucción, acrecentaron los temores de que los milicianos hayan estrechado el cerco en torno a Peshawar a fin de bloquear la ruta de abastecimientos a través del famoso Paso de Kyber.
Alrededor del 75% de los suministros para las fuerzas occidentales en ese país deben de pasar por Pakistán, luego de haber sido descargados de barcos en el puerto de Karachi, en el Mar Arábigo.
En el asalto de ayer, según detallaron responsables de las fuerzas de seguridad a la prensa local, el grupo que atacó la terminal con suministros de la OTAN estaba compuesto por cerca de 200 insurgentes.
Los agentes se enzarzaron en un largo tiroteo con ellos pero acabaron desistiendo tras sufrir varias bajas. Posteriormente, los insurgentes prendieron fuego a decenas de camiones con proyectiles y granadas, según esta versión.
Fuentes del Ministerio de Interior no contemplaron la posibilidad de tomar medidas de seguridad adicionales tras estos ataques en Peshawar, que se suman a otros en estaciones o en ruta contra los suministros de las fuerzas ocupantes de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF).
Las tropas de la OTAN destacadas en Afganistán tienen en Pakistán, a través del paso fronterizo de Torkham, en la demarcación tribal de Khyber, su principal ruta de abastecimiento.
"EEUU está perdido en Afganistán si se interrumpe el transporte de suministros por Pakistán, pues la vía de los países centroasiáticos aún es complicada. Hasta el agua que beben pasa por nuestras carreteras", detalló una fuente militar paquistaní.
"Es grave, pero no tanto como parece. Ataques contra los camiones de la OTAN ha habido muchos, aunque éstos suponen una escalada. Pero mientras el combustible llegue, y está llegando, no habrá problema", explicó a Efe una fuente de inteligencia occidental, que matizó que "el Gobierno tendrá que garantizar que los camiones puedan continuar haciendo esta ruta", a pesar de que "muchas zonas de la NWFP están ya fuera de su control. Los insurgentes están cada vez más cerca, están a diez kilómetros de Peshawar".
En los últimos meses, el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP) ha intensificado su actividad en la Provincia de la Frontera del Noroeste, sobre todo en su capital, que ha sido escenario del asesinato de un cooperante estadounidense, el secuestro de un diplomático iraní y tiroteos contra periodistas extranjeros.
Peshawar ha sufrido recientemente varios atentados, el último de ellos el pasado viernes, que se cobró la vida de 34 personas.
"No diría que el Gobierno haya perdido el control de Peshawar, pero, desde luego, se está volviendo un lugar muy difícil. Los talibanes tienen muchos tentáculos dentro de la sociedad ya, y están implantados en áreas urbanas, no sólo en las zonas tribales", declaró el director del rotativo "The News", Salim Bakhari.
Ese medio indicó que, sin embargo, no se reportaron bajas humanas en el ataque acontecido la noche del domingo, el tercero contra caravanas de suministros de Estados Unidos y la OTAN.
Por su parte, el diario The Post señala que la acción ocurrió pese a un masivo despliegue de seguridad en el área, incluidos comandos y agentes policiales.
El superintendente de la Policía de Peshawar, Kashif Alam, negó a Geo News que haya sido un ataque con cohetes, como otros medios reportaron, y sospechan que los agresores provocaron el fuego en la base de operaciones logísticas lanzando objetos incendiarios.
Sin embargo, en las imágenes se ven vehículos destrozados, mellas que solo pueden ser provocadas por impactos de proyectiles potentes, cohetes o explosiones.
Alam confirmó que los camiones ya estaban cargados de materiales para las fuerzas que lidera Estados Unidos en Afganistán, lo cual resulta un duro golpe.
The Post reporta que los atacantes lanzaron una docena de cohetes que desataron un infierno en la terminal, donde resultaron destruidos 150 vehículos y pereció un guardia.
Ese periódico basa su información en declaraciones de testigos, quienes afirmaron que los agresores armados con lanzacohetes y municiones asaltaron la Terminal de Al Faisal y dispararon contra los camiones en su interior.
El diario agrega que fuerzas de seguridad intercambiaron fuego con los atacantes.
Esos efectivos acordonaron el área, mientras unidades de policía y paramilitares emprendieron una operación de búsqueda, pero hasta el momento no se reportan arrestos.
Farahi añadió que otros 13 policías están heridos y que un civil también perdió la vida en ese suceso.
El portavoz del mando estadounidense, coronel Jerry O'Hara, admitió la muerte de los seis policías y un civil, confirmó que hay 13 heridos e indicó que esa operación se dirigía contra insurgentes afganos.
O´Hara señaló en su comunicado entregado a la prensa que los informes iniciales indican que se trató de un trágico caso de identificación errónea por ambas partes, y, como es usual, lamentó profundamente el incidente.
Debido al denominado "fuego amigo", decenas de policías y soldados afganos perdieron la vida en ataques de Estados Unidos o de la OTAN.
En octubre último murieron nueve soldados en un bombardeo aéreo en la provincia sudeste de Khost.
Las autoridades afganas advirtieron que el creciente número de estos hechos puede afectar las relaciones entre los aliados en su lucha contra los rebeldes.
Más de cinco mil personas, incluidas más de dos mil civiles, fallecieron desde enero a consecuencia del conflicto, en su mayoría a causa de los ataques de las tropas ocupantes y aviación de Estados Unidos y la OTAN en Afganistán.
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