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Se acabó la fiesta |
El 96% de los créditos hipotecarios españoles están contratados a interés variable (en EEUU, sólo el 12%). Durante años, la especulación inmobiliaria fue el deporte popular de millones de españoles; ahora, un millón de viviendas están vacías. El volumen de la deuda empresarial española representa el 106% del PIB (en Alemania, sólo el 58%).
Cuatro países de la eurozona se hallan sin disputa aguas abajo, económicamente hablando: Italia, Francia, Irlanda y España. En Gran Bretaña y Dinamarca se palpa ya también la crisis; Bélgica y Holanda están estancadas. La máquina exportadora alemana depende, para su salida, de esos y otros vecinos europeos en casi un 70%.
No son sólo síntomas, son los indicios clásicos de una recesión que, en el caso español, se traduce desde comienzos de año en cifras. La tasa de crecimiento cayó desde un promedio del 3,9% antes de fin de año al 0,8% en el primer trimestre de 2008 y al 0,1% en el segundo. El desencadenante principal ha sido el fin de un boom inmobiliario aparentemente sin fin.
Desde diciembre vienen cayendo las acciones de las empresas inmobiliarias y constructoras; algunas jornadas, la bolsa de Madrid ha perdido más del 4%. En julio, el número uno del sector inmobiliario, la constructora Martinsa-Fadesa, anunció insolvencia. Tras pérdidas de más del 15%, la cotización de sus acciones fue suspendida. Más de 170.000 viviendas y cerca de 29 millones de metros cuadrados de terreno edificable –que llegaron a valer diez mil millones de euros— pertenecen a la empresa.
Cuando estalló la burbuja y se esfumaron miles de millones, el mundo bancario español dejó caer a esta empresa, endeudada por 5,2 mil millones de euros, con resuelta impavidez. Todo un indicio, según habría de verse a no tardar: poco después, las acciones de las grandes empresas constructoras Ferrovial y Sacyr Vallehermosa quedaban tocadas, y enseguida vinieron las pérdidas de todos los principales bancos acreedores de Martinsa-Fadesa.
España ha vivido diez años de boom, siendo el motor de sus tasas de crecimiento anual, superiores al 3% en promedio, el sector inmobiliario y de la construcción. Se construía vivienda a un ritmo enloquecido: más de 5 millones sólo desde 2003, algo más que todo lo construido en ese tiempo en Alemania, Francia y Gran Bretaña tomadas de consuno. El producto de ese sector creció, entre 1996 y 2006, un 190%. Lo que ingresaba en el mercado inmobiliario, tenía salida fácil. El grueso de los españoles no quiere vivir de alquiler y prefiere la propiedad de casas, apartamentos y segundas residencias veraniegas. Extranjeros adinerados de los países de la UE pusieron de su parte invirtiendo en segundas residencias o en vivienda para la jubilación, proporcionando a su vez a la construcción en España un fuerte impulso.
Lo mismo que en los EEUU y en Gran Bretaña, tampoco para los empresarios y gestores inmobiliarios en España parecía haber freno alguno, tanto más cuanto que los intereses nominales cayeron a un nivel inauditamente bajo. De modo que los españoles compraron inmuebles como posesos, y como posesos se endeudaron. Bancos y cajas de ahorros otorgaron regularmente créditos hipotecarios a la gente, la mayoría de los cuales, empero, no conforme a los precios de mercado del momento, sino fundados en estimaciones de todo punto sobrevaloradas realizadas por peritos (es decir, por agentes de la propiedad inmobiliaria). Muchos españoles se hicieron con casas y apartamentos a crédito, para, poco después, venderlos con beneficio. La especulación inmobiliaria se convirtió en un deporte popular, estimulando, de pasada, una fiebre consumista. En el sector inmobiliario se podía hacer una fortuna: todos esperaban precios cada vez más altos.
La otra cara de la medalla de la euforia: las empresas inmobiliarias llegaron a acumular, en sus negocios especulativos con edificios viejos y nuevos, unos 300 mil millones de euros de deuda. También las empresas ajenas al sector querían participar, y se libraron a la compra de inmuebles. Por consecuencia de lo cual, las deudas de las empresas españolas se dispararon hasta alcanzar la cifra de un 106% del PIB (en Alemania, ese valor es del 58%). En total, en los años del boom, un buen billón de euros fluyó en forma de créditos a los inversores, a los compradores de vivienda y a los empresarios de la construcción.
Desde comienzos de 2008, la Fiesta terminó para siempre. La crisis financiera internacional, la política de intereses altos del Banco Central Europeo (BCE) y el celo ahorrador, inducido por la crisis, de los bancos españoles gravitan pesadamente sobre los hipotecados. Nada menos que el 96% de la deuda por ellos contraída lo fue a interés variable (en los EEUU, sólo el 12%), de modo que habrá revisiones anuales de los intereses. Desde enero pasado, así pues, las cargas reales para millones de propietarios de vivienda españoles se han más que doblado. La morosidad y el volumen de impagados se disparan, lo que pone en aprietos, además de a la banca mediana, a las cajas de ahorros, las cuales, confiadas en una ventajosa evolución de los precios inmobiliarios, facilitaron créditos hipotecarios sin preguntar por la liquidez de sus deudores.
Apenas si puede sorprender que el número de permisos de construcción haya bajado desde enero en un 40%. Más de un millón de pisos y casas están vacíos, aparentemente invendibles o inalquilables, lo que representa un 4% de toda la vivienda en España. En varias zonas de un emporio del boom como fue Cataluña, más de la mitad de los inmuebles están a la venta, de modo que los precios de las casas, más que caer, se desploman. De promedio, el propietario de vivienda español tiene ahora una deuda de 140.000 euros.
Se está en puertas de un difícil, por no decir accidentado, aterrizaje de un sector de la construcción que había llegado a significar el 18% del PIB y que empleaba al 13% de la población activa. Cuando se haga balance a finales de 2008, dicen los expertos, se habrán perdido 85.000 empleos. Beneficiarios del auge de una década como los agentes autónomos de la propiedad inmobiliaria se sienten también gravemente amenazados: en 2007 tuvieron que echar el cierre 700 agencias inmobiliarias, y este año el número será sin duda mayor.
No es casualidad que la cifra oficial de desempleo, con un 10,5%, sea la mayor de la UE. Para 2009, algunos pronósticos llegan a dar incluso la cifra del 13%, lo que significaría 3 millones de españoles sin puesto de trabajo, un resultado que golpeará, sobre todo, a los 600.000 inmigrantes norteafricanos, que serán los primeros despedidos.
Michael R. Krätke
Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, monopolios, politica.
En términos interanuales, el paro siguió ascendiendo en agosto. Así, en el último año, el paro acumula un repunte de 501.705 personas (+24,7%), de los que 362.406 son varones, con un incremento interanual del 45,3%, y 139.299 mujeres, con una subida respecto a agosto del año pasado del 11,3%.
La secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, reconoció en un comunicado que estos datos reflejan un "empeoramiento de la situación", aunque insistió en que la coyuntura actual es muy diferente a crisis anteriores, donde la tasa de paro llegó a escalar hasta el 22%, frente al 10,5% actual.
Para Rojo, esta crisis requiere "nuevas respuestas", ya que puede generar "nuevas oportunidades" y utilizarse para la mejora profesional personal y colectiva de los desempleados. En su opinión, ha llegado "quizá" ha llegado el momento de reimpulsar la estrategia de Lisboa y reforzar la colaboración y coordinación entre los países afectados por la crisis.
Los datos de agosto vuelven a reflejar el ajuste que está atravesando la construcción. Este sector registró el mes pasado un incremento del paro de 38.531 personas, con una subida relativa del 9,9%, la más alta de todos los sectores.
Los servicios experimentaron el mayor aumento del desempleo en términos absolutos, con 46.344 parados más (+3,3%), mientras que la industria ganó 15.881 desempleados (+5,2%), la agricultura registró un aumento de 1.826 parados (+2,2%) y el colectivo sin empleo anterior experimentó un repunte del paro de 503 desempleados (+0,2%).
Por sexos, la subida del desempleo afectó más a los hombres, con 76.089 desempleados más (+7%) que en julio, en tanto que el paro femenino registró un ascenso de 26.996 mujeres (+2%).
En cuanto a la contratación, en agosto se registraron en el Inem un total de 1.049.939 contratos, cifra que supone un descenso de 237.096 contratos (-18,4%) respecto a igual mes de 2007. Del total de contratos, el 9,3%, el equivalente a 97.584, eran indefinidos, con una caída del 23,5% respecto a agosto del año pasado.
En toda la serie histórica comparable, que comienza en 1996, el paro ha subido en agosto en ocho ocasiones, aunque nunca tanto como este año.
Fuerte aumento en la construcción
Los datos de agosto vuelven a reflejar el ajuste que está atravesando la construcción. Este sector registró el mes pasado un incremento del paro de 38.531 personas, con una subida del 9,9%, la más alta de todos los sectores.
Los servicios experimentaron el mayor aumento del desempleo en términos absolutos, con 46.344 parados más (+3,3%), mientras que la industria ganó 15.881 desempleados (+5,2%) y la agricultura registró un aumento de 1.826 parados (+2,2%).
En términos interanuales, la construcción también es el sector donde más ha subido el paro en valores relativos, con un aumento en su número de parados del 71%, equivalente a 178.177 desempleados más.
Asimismo, la desaceleración de la construcción está pasando factura a los extranjeros, que en agosto experimentaron un incremento del 5,2% en su cifra de parados, con 13.840 desempleados más.
El paro seguirá subiendo
La secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, ha reconocido que estos datos reflejan un "empeoramiento de la situación", aunque insistió en que la coyuntura actual es muy diferente a crisis anteriores, como la de 1993, cuando la tasa de paro llegó a escalar hasta el 22%, frente al 10,5% actual.
El ministro de Trabajo e Inmigración, Celestino Corbacho, ya afirmó la pasada noche que el paro seguirá subiendo y alcanzará al 12,4% en 2009 -actualmente se encuentra en el 11%-.
El ministro de Trabajo explicó que el paro continuará afectando principalmente al sector de la construcción porque "la vivienda ha caído en picado".
En ese momento de negación de la crisis, el Gobierno circunscribía el deterioro laboral al perímetro de la construcción como consecuencia del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el presidente Zapatero aún aseguraba que la industria tomaría el relevo como motor de la economía y absorbería una buena parte de los excedentes de la construcción, e incluso vaticinaba el pleno empleo en un horizonte inmediato. Eso es ya agua pasada.
El Gobierno asume que el paro irá a peor y la creciente dimensión de la crisis ha extendido sus tentáculos a todos los sectores de actividad. En la industria se perdieron casi 16.000 empleos en agosto, y en los servicios, el sector más castigado, más de 46.000, lo que pone de manifiesto que la crisis ha tocado también de lleno al turismo.
El ritmo interanual de aumento del paro se ha acelerado al 24,7%, superando el medio millón de parados. La destrucción de empleo es alarmante, como revela que el mes pasado se perdieran 244.666 afiliaciones a la Seguridad Social. Como se ve, se necesita algo más que un “plan singular para la construcción” si se pretende evitar a corto plazo una tasa de paro del 15%, como temen los analistas. Pero la solución no vendrá ni por intervencionismos como la creación de empleos virtuales con la contratación de cien mil parados para tareas de “interés colectivo” prevista por el ministro Corbacho, ni, como José Blanco, por insistir en la demagogia de “que los españoles viven mejor que nunca” o que el Gobierno nunca pondrá en marcha la recetas del PP para “caminar hacia el despido libre y hacer recortes sociales”.
La rebaja de Sociedades y de las cotizaciones estimularía la competitividad empresarial y la contratación; pero si España destruye empleo más rápido que otros países industrializados en cuanto se ralentiza el crecimiento es porque existe un mercado laboral muy rígido, asunto sobradamente diagnosticado y que requiere más flexibilidad en la contratación, menos intervencionismo en el despido, una reforma de la negociación colectiva que estimule la productividad y aparcar, por ejemplo, gestos electoralistas, como la subida del salario mínimo, que en nada favorecen la competitividad empresarial.
Además de la mejora de los servicios públicos de empleo y de la formación profesional, el auténtico nudo gordiano del mercado laboral, su rigidez, no debería estar ausente de la reunión que hoy mantendrá el ministro Corbacho con patronal y sindicatos para reanudar el diálogo social.
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