La ciudadanía viene viviendo con una camisa de fuerza puesta, aunque algunos no la noten porque duermen...
Ni siquiera una consulta orientativa promovida por el gobierno vasco tiene cabida en esta foraleza llamao Estado español, donse se atrincheran los ganadores de la segunda parte de la guerra civil: la Transición. Aquí sólo encajan parches, enmiendas de tres al cuarto , remiendo... para que todo siga igual. Aunque estén secas las raíces del nuevo Estado después de Franco, vale que la monarquía, la constitución rígida, la unidad patria y los afanes soberanistas a menudo den muestras de que se tambalean... Se hicieron en la Transición pactos estatutarios que no se cumplen, y no se hacen transferencias importantes desde el Estado a las Autonomías "históricas". Este país sigue siendo un deudo de la política exterior de las grandes potencias y se esclerotiza siempre en los temas de política interior e interterritorial...
Miren ustedes, señores dueños del coto de caza nacional:
Estamos dispuestos a ser comprensivos con el pasado y con la dificultosa reconstrucción política, social y moral de este país después del franquismo.
Comprendemos que no se tomarar represalias contra los que más menos ancianos sobrevivieron a Franco y tenían papeles de altura, como es el caso del Fraga jamás depurado.
Comprendemos que, ante el temor de una reacción severa del ejército postfranquista se hiciesen las cosas dando un paso adelante pero mirando con prudencia atrás para comprobar que detrás no nos seguían los falangistas y los torturadores para obligarnos a volver sobre nuestros pasos.
Comprendemos que en 1975, momentos históricos de aturdimiento, de tensión y de desorientacióon en las grandes masas de población, los Padres de la Patria, abusando de la coyuntura, se ciñesen al legado de Franco que consistía en introducir con fórceps la monarquía.
Comprendemos que de prisa y corriendo y por las razones de urgencia señaladas se sometiene a referéndumm el modelo de Estado y de Gobierno a una nación aún asustada y temblorosa por las reacciones que cabían temerse de los que seguían siendo los dueños militares, económicos, clericales y empresariales del país.
Comprendemos que se aprobase por abrumadora mayoría la monarquía que llevaba el mismo sello de todo lo que aprobaba cuando Franco lo proponía...
Comprendemos que los Padres de la Patria muñeran la Constitución sobre esas bases, y que la burguesía y los tecn ócratas se alzase victoriosos saliendo de tan delicada coyuntura.
Comprendimos todo eso entonces, aunque relativamente, y lo comprendemos treinta años después. En aquellas condiciones no veíamos más que la manera de salir de empalizadas o barrotes. La Constitución de urgencia y la monarquía que con ella se colaba, eran el mal menor...
Pero lo que no se comprende después de estos treinta años, tras las tensiones sociales que no cesan a causa de las diversas sensibilidades que existen en un vasto territorio que se pasa su historia navegando a contracorriente, a trompicones y a bandazos es que no se decida una revisión a fondo y en un marco ya de absoluta libertad del marco todo del Estado.
Monarquía o república; Estado único o Estado Federal. Estado laico sin componendas o Estado clerigalizado. Estado neoliberal o intervencionista o mixto son las preguntas que una naciónque presume de madura democráticamente tieneel imperioso deber de hacer tres décadas después de la crisis transicional.
Millones de ciudadanos seguirmos con la impresión de estar bajo una tiranía de baja intensidad que arropa el capitalismo extremo. Democracia y capitalismo en los que millones de sanguijuelas le extraen la sangre, mimetizados para servir al modelo de Estado y de gobierno que esté.
Revisar a fondo y dar un vuelco a la Constitución, enfrontar a a¡la monarquía frente a la República, distribuir territorialmente según nuevos patrones, después de tanto tiempo, haciéndolo sin presiones ni fantasmas del franquismo es una obligación moral de los patricios y una decisión inteligente de todos los españoles para sanear la reconstrucción del edificio plítico construído con materiales de derribo y que por eso mismo amenaza derrumbamiento aunque estén preparadas para ello legiones de gendarmes. Sanénense los cimientos, y tendremos la nación plural para siglos, los siglos que llevan tranquilas las viejas democracias.
Jaime Richart
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conocimiento, inteligencia, memoria, monopolios, multitud, politica.
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