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Cambio total en la misión afgana |
Los costes directos de los siete años de la “guerra contra el terror”, que incluye operaciones en Iraq y Afganistán, han llegado a 752.000 millones de dólares, si se considera la apropiación de 188.000 millones de dólares de este año, según la no partidaria Oficina Presupuestaria del Congreso de EE.UU.
Ante una situación en Afganistán que está más lejos que nunca de ser resuelta, la reacción de EE.UU., igual que en el caso de la crisis financiera, es arrojar más dinero y recursos hacia el problema.
El general estadounidense David McKiernan, quien comanda las fuerzas de la OTAN en Afganistán, dijo esta semana después de una reunión en Afganistán con el Secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, que necesitaban un aumento permanente de la cantidad de tropas y de otros recursos, como aviones de reconocimiento.
Aunque el presidente George W Bush ha dicho que enviará una brigada adicional (entre 4.000 y 5.000 soldados) McKiernan dijo que necesita tres brigadas más “para contrarrestar la creciente violencia y acelerar el progreso en la guerra”. Actualmente hay unos 33.000 soldados de EE.UU. en el país y si McKiernan se sale con la suya, podrían agregarse más de 20.000 soldados si se cuentan las unidades de apoyo.
Gates dijo que el gobierno de George W Bush estaba considerando posibles cambios en su estrategia de guerra en Afganistán, sin entrar en detalles. El Independent de Londres informa que EE.UU. presiona por cambios radicales en la estructura del comando militar en Afganistán, para que el jefe de las fuerzas internacionales dependa directamente del Comando Central de EE.UU. (CENTCOM) en lugar de la OTAN.
El periódico informó que una posibilidad bajo consideración era que la OTAN siguiera a cargo de la logística, protección de fuerzas y relaciones públicas, mientras las operaciones directas de contrainsurgencia serían dirigidas desde CENTCOM por el general David Petraeus, quien ahora supervisa las operaciones de EE.UU. en Iraq y Afganistán.
Desde la perspectiva de EE.UU., siete años después de la invasión que derrocó a los talibanes, ciertamente necesitan progreso y velocidad en esa guerra extremadamente costosa.
Think-tanks occidentales independientes presentan un cuadro en el que los talibanes mantienen una presencia en más de un 54% del país, incluyendo todas las ciudades importantes alrededor de la capital Kabul.
Senlis Council, el influyente think-tank de política internacional, informó recientemente que: “Investigación realizada durante este verano muestra que más de la mitad de la provincia Wardak –vecina a la provincia Logar, a sólo 45 minutos de Kabul por carretera– está bajo control talibán, según afganos locales. Esta información fue obtenida por investigadores de Senlis Council en junio de 2008, y es prueba de la resurgencia talibán dentro y alrededor de la capital, así como en sus centros del sur y del este”.
Asia Times Online ha informado sobre preparativos de los talibanes de llegar a Kabul y sus alrededores. (“Taliban have Kabul in their sights” 27 de febrero de 2008).
Las actividades talibanes en Wardak fueron registradas en un vídeo presentado recientemente por el órgano mediático talibán recientemente formado, al-Samood. Las secuencias muestran a combatientes talibanes camuflados en la carretera principal hacia la capital, atacando un convoy de suministro de la OTAN, conduciendo vehículos capturados de la policía afgana, transportando municiones y haciendo preparativos para una incursión.
Ni el portavoz militar de la OTAN en Kabul ni el vocero presidencial afgano respondieron a pedidos de comentario de Asia Times Online sobre el vídeo y la situación de la seguridad alrededor de la capital.
Expanden la zona de guerra
Ante la falta de progreso en Afganistán, EE.UU. lleva activamente la guerra a Pakistán, donde los talibanes tienen refugios en sectores de las áreas tribales al otro lado de la frontera.
El almirante Mike Mullen, en su quinta visita a Pakistán desde que llegó a ser jefe del estado mayor conjunto de EE.UU. hace un año, trató el martes de tranquilizar a Islamabad diciendo que EE.UU. respetaría la soberanía de Pakistán. Pero el día siguiente hubo otro ataque con misiles de un avión teledirigido Predator en Waziristán del Sur en el que según informes habían acertado en una cantidad de cohetes de los talibanes. Esto sucede después de varias misiones con aviones teledirigidos durante las últimas semanas y una operación de las fuerzas especiales de EE.UU. que mataron a unas 15 personas.
El Pentágono dice que los militares y el gobierno civil de Pakistán están de acuerdo con los ataques con misiles, una afirmación rechazada por Pakistán.
De un modo o de otro, las incursiones de EE.UU. han generado una unidad sin precedentes entre los miembros de las tribus locales, los talibanes y los soldados rasos de las fuerzas de seguridad paquistaníes desplegadas en las regiones fronterizas. Fuentes tribales dijeron a Asia Times Online que la próxima vez en que fuerzas terrestres de EE.UU. se aventuren en Pakistán enfrentarán una dura oposición de esas fuerzas combinadas.
Etiquetas: conocimiento, memoria, mentiras, multitud, politica, violencia.
Sus efectos sobre Pakistán podrían ser catastróficos, creando una grave crisis en el interior del ejército y en el país en general. La abrumadora mayoría de los pakistaníes se oponen a la presencia estadounidense en la región y la consideran como la más seria amenaza para la paz.
¿Por qué, entonces, EEUU ha decidido ponerse a desestabilizar a un aliado fundamental?
Desde Pakistán, algunos analistas sostienen que este es un movimiento cuidadosamente coordinado para debilitar aún más al Estado pakistaní creando una crisis que se extienda más allá de los áridos territorios fronterizos con Afganistán. Su objetivo último, afirman, sería arrancarle a Pakistán los colmillos nucleares de que dispone su ejército. Si este fuera el caso, eso supondría que Washington esté en efecto resuelto a deshacer el estado pakistaní porque, sencillamente, el país no podría sobrevivir a un desastre de tal alcance.
En mi opinión, sin embargo, la expansión de la guerra tiene más que ver con la desastrosa ocupación de Afganistán llevada a cabo por la administración Bush. No es un secreto para nadie que el régimen del Presidente Hamid Karzai está más aislado cada día que pasa y que las guerrillas de los talibanes están cada vez más cerca de Kabul.
En caso de duda, la escalada en la guerra no es sino un viejo lema imperial. Los ataques contra Pakistán representan –al igual que las decisiones en su día del Presidente Richard Nixon y de su Asesor de Seguridad Nacional, Henry Kissinguer, de bombardear y después invadir Camboya (unas actuaciones que acabaron llevando al poder a Pol Pot y a sus monstruos)- un intento desesperado por salvar una guerra que nunca fue bien, pero que ahora va cada vez peor.
Es verdad que quienes resisten la ocupación de la OTAN cruzan la frontera afgano-pakistaní con facilidad. Sin embargo, EEUU se ha embarcado a menudo en negociaciones tranquilas con ellos. En Pakistán, se ha sondeado en varias ocasiones a los talibanes y los expertos de los servicios de inteligencia estadounidense se han registrado con regularidad en el Hotel Serena, en Swat, para discutir acontecimientos con el Mullah Fazlullah, un dirigente local pro-talibán. Lo mismo ocurre dentro de Afganistán.
Después de la invasión de Afganistán en 2001, un estrato del liderazgo talibán de nivel medio cruzó la frontera hacia Pakistán para reagruparse y planear cómo seguir adelante. En 2003, sus facciones guerrilleras estaban empezando ya a hostigar a las fuerzas ocupantes en Afganistán y, durante 2004, empezaron a unírseles una nueva generación de reclutas locales, que en modo alguno eran yihadistas sino personas que se habían ido radicalizando como consecuencia de la invasión.
Aunque en el mundo de los medios de comunicación occidentales se refleja siempre a los talibanes como completamente involucrados con Al Qaida, en realidad, la mayoría de sus seguidores se sienten motivados por preocupaciones locales. Si la OTAN y EEUU se van de Afganistán, su evolución política podría ser paralela a la de los domesticados islamistas de Pakistán.
Los neo-talibanes controlan ahora al menos veinte distritos afganos en las provincias de Kandahar, Helmand y Uruzgan. Apenas es un secreto que muchos de los funcionarios en esas zonas son calladamente partidarios de los combatientes de la guerrilla. A pesar de aparecer con frecuencia como revueltas campesinas, han conseguido importantes apoyos en las ciudades del sur e incluso dirigieron una ofensiva estilo Tet en Kandahar en 2006. Además, los mullah que inicialmente habían apoyado a los aliados del Presidente Karzai están ahora totalmente en contra de los extranjeros y del gobierno de Kabul. Por primera vez, los llamamientos a la yihad contra la ocupación están escuchándose hasta en las provincias fronterizas del noreste de Tajar y Badajshan, donde no hay pastunes.
Los neo-talibanes han dicho que no se unirán a gobierno alguno hasta que “los extranjeros” hayan salido del país, lo que plantea la cuestión de los objetivos estratégicos de Estados Unidos, ¿es por eso que el Secretario General de la OTAN Jaap de Hoop Scheffer sugirió a una audiencia en la Institución Brookings, a principios de año, que la guerra en Afganistán tiene poco que ver con la extensión del buen gobierno en Afganistán y ni siquiera con la destrucción de los efectivos que queden de Al Qaida? ¿Es parte de un plan maestro, como perfiló un estratega en la Revista de la OTAN en el número de invierno de 2005, para ampliar el centro de la OTAN desde la zona euro-atlántica porque “en el siglo XXI la OTAN debe convertirse en una alianza diseñada para proyectar estabilidad sistémica más allá de sus fronteras”?
Y ese estratega continuaba escribiendo:
“El centro de gravedad del poder en este planeta se mueve inexorablemente hacia el este. De la misma manera, la naturaleza del poder mismo está cambiando. La región de Asia-Pacífico aporta muchos elementos dinámicos y positivos a este mundo, pero allí todavía esos rápidos cambios no son estables ni están incardinados en instituciones estables. Hasta que eso se consiga, ir por delante es la responsabilidad estratégica de europeos y norteamericanos, así como de las instituciones que han erigido. La eficacia de la seguridad en un mundo tal es imposible sin legitimidad ni capacidad”.
Ese tipo de estrategia implica una presencia militar permanente en las fronteras tanto de China como de Irán. Considerando que eso es inaceptable para la mayoría de los pakistaníes y afganos, sólo servirá para crear un estado de caos permanente en la región, produciendo más violencia y más terror, así como el aumento del apoyo al extremismo yihadista, lo que, a su vez, no hará sino forzar más aún un imperio demasiado expandido ya.
Los partidarios de la globalización se expresan a menudo como si la hegemonía estadounidense y la difusión del capitalismo fueran la misma cosa. Así ocurrió realmente durante la Guerra Fría, pero los dos objetivos de antaño están ahora algo más cerca de una relación inversa. De cierta forma, es la gran expansión del capitalismo la que está gradualmente erosionando la hegemonía estadounidense en el mundo. El triunfo del Primer Ministro ruso Vladimir Putin en Georgia fue una señal espectacular de ese hecho. El empuje estadounidense por el Gran Oriente Medio de años recientes, diseñado para mostrar la supremacía de Washington sobre las potencias euroasiáticas, ha declinado hasta sumergirse en un caos total, necesitando del apoyo de los propios poderes a los que parecía estar poniendo sobre aviso.
El nuevo Presidente de Pakistán, Asif Zardari, elegido de forma indirecta, marido de la asesinada Benazir Bhutto y “padrino” pakistaní de primer orden, manifestó su apoyo a la estrategia estadounidense al invitar a Hamid Karzai de Afganistán a asistir a su toma de posesión, el único dirigente extranjero que estuvo presente. Al hermanarse él mismo con el sátrapa desacreditado de Kabul puede que haya logrado impresionar a algunos en Washington pero, en su propio país, el viudo de Bhutto sólo ha conseguido que disminuyan aún más los apoyos con que contaba.
La clave en Pakistán, como siempre, es el ejército. Si los incrementados ataques estadounidenses dentro del país siguen en marcha, la muy aclamada unidad del Alto Mando del Ejército pudiera verse sometida a auténticas presiones. En una reunión de comandantes de cuerpo en Rawalpindi el 12 de septiembre, el Jefe del Estado Mayor pakistaní, el General Ashfaq Kayani, recibió un apoyo unánime por su relativamente suave denuncia en público de los recientes ataques estadounidenses en el interior de Pakistán, en la que dijo que se iban a defender, “a toda costa”, las fronteras y la soberanía del país.
Sin embargo, decir que el ejército salvaguardará la soberanía del país es muy diferente de hacerlo en la práctica. Ese es el meollo de la contradicción. Quizá los ataques cesen el 4 de noviembre. Quizá los cerdos vuelen (con o sin pintalabios). Lo que realmente se necesita en la región es una estrategia de salida de la OTAN/EEUU de Afganistán, que supondría una solución regional que afectaría a Pakistán, Irán, India y Rusia. Estos cuatro Estados podrían garantizar un gobierno nacional y una reconstrucción social masiva en ese país. Ocurra lo que ocurra, la OTAN y los estadounidenses han fracasado absolutamente.
Tariq Ali es escritor, periodista y cineasta. Colabora habitualmente con una amplia gama de publicaciones, incluido el Guardian, The Nation, y el London Review of Books. Su libro más reciente, que acaba de publicarse, es “The Duel: Pakistan on the Flight Path of American Power” (Scribner, 2008). En un vídeo en dos partes, publicado por Tomdispatch.com, ofrece una serie de comentarios críticos sobre los planes de Barack Obama para Afganistán y Pakistán, así como sobre la complicada relación estadounidense-pakistaní.
'Estados Unidos apoyará al gobierno elegido democráticamente en Pakistán a hacer frente a este desafío', agregó Johndroe.
Bush fue informado del atentado por su asesor de Seguridad Nacional, Stephen Hadley, y emitirá una declaración escrita a lo largo de la jornada de hoy, indicó Johndroe.
El candidato presidencial demócrata, Barack Obama, también condenó el atentado y en un comunicado dijo que ello 'demuestra la grave y urgente amenaza que Al Qaeda y sus socios suponen para EEUU, Pakistán y para la seguridad de todas las naciones'.
Recordó que, al igual que el atentado contra la embajada estadounidense en Yemen esta semana, 'la amenaza terrorista no conoce fronteras, y los terroristas amenazan a inocentes de todas las religiones y regiones'.
'Ahora es el momento de centrar nuestros esfuerzos en derrotar a Al Qaeda y proteger al pueblo estadounidense', afirmó Obama.
Asimismo, insistió en fortalecer las relaciones con Pakistán y otras naciones para vencer al terrorismo y destacó que EEUU 'debe liderar un verdadero esfuerzo global para imponerse a Al Qaeda y su ideología llena de odio'.
► domingo, 21 septiembre, 2008
El Gobierno chino condenó hoy el atentado terrorista perpetrado la víspera con un camión-bomba contra el hotel Marriott de Islamabad, informó la agencia oficial de noticias Xinhua.'Como país vecino amigo, China continuará apoyando los incesantes esfuerzos del gobierno y el pueblo paquistaníes para mantener la estabilidad', agregó.
La portavoz china también expresó la solidaridad de su gobierno a los familiares de todas las víctimas.
El atentado suicida causó al menos 53 muertos y 250 heridos, veintiuno de ellos extranjeros.
El número de ataques con misiles realizados por la fuerza aérea estadounidense en estas remotas áreas se ha multiplicado en las últimas semanas.
Los helicópteros violaron el límite fronterizo en el área de Lowara Mandi, 40 km al oeste de Miranshah, principal ciudad de la región tribal de Waziristán Norte, a las 9 p.m. del domingo, dijo el responsable, que habló bajo condición de anonimato.
No hubo confirmación oficial.
"No tenemos ninguna información sobre la violación fronteriza por parte de helicópteros estadounidenses", dijo el alcalde Murad Jan, portavoz del Ejército.
Los residentes dijeron que los helicópteros habían volado durante la noche y a primeras horas del lunes sobre Miranshah pero no atacaron.
"Realmente es muy aterrador, no podemos dormir cuando los escuchamos volar", dijo Zia-ur-Rehman, residente del pueblo de Hamzoni, cerca de Miranshah.
Las relaciones se han vuelto tensas entre los aliados en la guerra contra el terrorismo después de que comandos estadounidenses irrumpieran en una localidad fronteriza de Waziristán Sur y mataran a 20 personas, entre ellos mujeres y niños, el 3 de septiembre.
Los paquistaníes se sintieron agredidos por esta acción y el Gobierno emitió una protesta diplomática.
Es la primera incursión patente de tropas de tierra estadounidense en territorio paquistaní, aunque el Ejército ha realizado numerosos ataques con misiles contra Al Qaeda y objetivos talibanes en territorio tribal de Pakistán.
La acción estadounidense llevó al general Ashfaq Kayani a emitir un comunicado diciendo que los soldados extranjeros no podrían entrar en suelo paquistaní y que la integridad y soberanía de Pakistán serían defendidas a toda costa.
El presidente de Pakistán, Asif Ali Zardari, tiene previsto reunirse con el presidente George W. Bush el martes en Estados Unidos, y también asistirá a la Asamblea General de la ONU.
El apoyo de Pakistán es considerado crucial para el éxito de las fuerzas extranjeras en la estabilización de Afganistán, y en la lucha contra Al Qaeda.
Un grupo de 30 marines, supuestamente parte de un equipo de seguridad por la visita de esta semana a Islamabad del Almirante Mike Mullen, Jefe del Estado Mayor Conjunto de EEUU, podrían haber sido los objetivos del propósito del ataque de la camioneta-bomba que le quitó la vida a 53 personas en el hotel e hirió a 266 personas.
Testigos dijeron que los marines descargaron un camión con cajas de acero de la embajada de EEUU y las llevaron dentro del hotel Marriott el miércoles, la misma noche que el Almirante Mullen se encontró con el Primer Ministro Yousuf Raza Gilani y otras personas en Islamabad. Fue una operación de máxima seguridad llevada a cabo con las dos puertas principales del hotel cerradas.
Solo los marines podían acercarse al camión para descargar las cajas de acero y llevarlas dentro del hotel.
Fuentes del hotel afirman que las cajas no pasaron por los scanners instalados en la entrada del lobby y fueron llevadas al cuarto y quinto piso del Marriott.
Entre las varias personas que presenciaron todo, se encuentra el parlamentario del PPP, Mumtaz Alam Gilani y dos amigos, Sajjad Chaudhry, un líder del PPP y Bashir Nadeem. El diario líder en idioma inglés, The News, dijo que Alam Gilani y sus amigos estaban saliendo a media noche del Restaurant Nadia, en el hotel Marriott, cuando encontraron un camión blanco de la embajada norteamericana estacionado justo al frente de la entrada principal del hotel y casi una docena de marines bien fornidos fatigados, descargando las cajas de acero y llevándolas al hotel sin pasarlas por los scanners.
Un tercer amigo de Gilani, quien esperaba a que se abrieran las puertas principales para entrar con su auto, fue informado al preguntar que las cajas eran llevadas al cuarto y quinto piso. Gilani estaba furioso por tener que esperar y también por la falta de seguridad que estaba presenciando. El protestó pero los marines lo ignoraron y los vigilantes de seguridad a quienes se acercó estaban indefensos.
Amigos de Gilani le escucharon decir que él nunca más visitará el hotel. También amenazó con llevar el asunto al parlamento.
► viernes, 26 septiembre, 2008
El 21 de septiembre de 2008, un atentado de violencia sin precedentes en ese país devastó el hotel Marriott de Islamabad. Un camión lleno de explosivos, cuya potencia se estima en al menos 600 kilogramos de TNT, dejó un enorme cráter, más de 60 muertos y por lo menos 226 heridos. Al comentar el hecho por televisión, el redactor jefe de Daily Times declaró: «Es el 11 de septiembre de Pakistán». Las agencias de prensa occidentales han retomado la frase. Aunque ninguna organización ha reclamado su autoría, las autoridades han atribuido el atentado a la nebulosa Al Qaeda. Como reacción, el presidente Zardari anunció que no dimitirá y que intensificará su lucha contra el terrorismo.Al analizarlos en su contexto, estos hechos no tienen, por desgracia, nada de sorprendente.
Aprovechando el derrumbe de la Unión Soviética y la independencia de los Estados de Asia central, las grandes compañías petroleras occidentales intensificaron los planes de explotación de los yacimientos de hidrocarburos de la cuenca del Mar Caspio. La firma californiana UNOCAL lanzó dos grandes proyectos. El primero (llamado BTC) consistía en conectar la cuenca del Caspio con la región del Mar Negro pasando por Azerbaiyán, Georgia y Turquía, esencialmente con la ayuda de la compañía británica BP. El segundo proyecto debía conectar la región del Mar Caspio con el Océano Índico pasando por Turkmenistán, Afganistán y Pakistán, con la ayuda de la empresa saudita Delta Oil.
Si el BTC se construyó sin muchas dificultades no ha pasado lo mismo con el oleoducto transafgano. UNOCAL tuvo que enfrentar el caos reinante en Afganistán y recurrió a la Casa Blanca para obtener la estabilización de la región. La compañía contrató como consultante a Henry Kissinger y confió la dirección del proyecto a los embajadores John J. Maresca y Robert B. Oakley y a dos expertos: Zalmay Khalilzad y Hamid Karzai. Washington compró la ayuda de los talibanes, que controlaban la mayor parte del país. Para ello, el Departamento de Estados les otorgó una subvención de 43 millones de dólares en mayo de 2001. Con el asentimiento del G8 (en la cumbre Génova, del 20 al 22 de julio de 2001), se abrió en Berlín una ronda de negociaciones multilaterales con el Emirato islámico, que ni siquiera contaba con el reconocimiento de la comunidad internacional. Pero los talibanes presentaron nuevas exigencias y las conversaciones fracasaron.
Estados Unidos y Gran Bretaña planificaron entonces la invasión de Afganistán. A fines de agosto del 2001, ambas potencias concentraron sus fuerzas navales en el mar de Omán y enviaron 40 000 hombres a Egipto. El 9 de septiembre de 2001 fue asesinado el líder tayiko Shah Massoud, pero la noticia se mantuvo en secreto. El 11 de septiembre de 2001, el presidente Bush acusó a los talibanes de estar implicados en los atentados que acababan de producirse en Nueva York y Washington y les lanzó un ultimátum. Después, los anglosajones derrocaron a los talibanes y tomaron el control del país durante la operación «Libertad inmutable».
Siete años más tarde, el oleoducto siguen sin construirse y el país sigue siendo presa del caos. Chevron absorbió a UNOCAL, con la bendición de Condoleezza Rice; John J. Maresca se convirtió en el jefe del Business Humanitarian Forum que se ocupa activamente del cultivo de la amapola en Afganistán con fines medicinales (sic); Robert B. Oakley está encargado de proponer un plan de reorganización de las instituciones militares; Zalmay Khalilzad se convirtió en embajador de Estados Unidos en la ONU; y Hamid Karzai utilizó su doble nacionalidad para convertirse en presidente de Afganistán, país transformado en un narco-Estado.
El Pentágono, que se hunde en el pantano iraquí, delegó ampliamente la ocupación militar de Afganistán en sus aliados de la OTAN. Para poder aprovisionar a sus tropas, la alianza atlántica firmó un protocolo con la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (durante la cumbre de Bucarest, el 4 de abril de 2008). La logística llega entonces a través de Rusia, Uzbekistán y Tayikistán. Al comentar esta extraña concesión a la OTAN, el ministro ruso de la Relaciones Exteriores Serguei Lavrov recordó la importancia de la cooperación internacional contra el terrorismo. Más directo, el embajador Zamil Kabulov declaró a Vremya Novostei que era de interés de Moscú que los occidentales se atascaran en Afganistán y que murieran allí.
Sin embargo, el 8 de agosto de 2008 Estados Unidos e Israel lanzaron a las tropas georgianas contra la población rusa de Osetia del Sur. En respuesta, el ejército ruso bombardeó los dos aeropuertos militares israelíes en Georgia y el oleoducto BTC. Luego, el presidente Medvedev reunió a la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva y esta derogó el protocolo que la ligaba a la OTAN. Finalmente, los medios públicos rusos comenzaron de pronto a poner en duda el supuesto vínculo entre los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la colonización de Afganistán por la OTAN.
Este cambio en la situación es especialmente grave para la OTAN, que ha venido sufriendo una derrota tras otra. El 54% del territorio afgano está en manos de los insurgentes. Para hacerles frente, el general David McKiernan exige el envío de 3 brigadas más (unos 15 000 hombres que saldrían del contingente que se encuentra en Irak). Pero nadie piensa mandarle refuerzos cuando los 47 600 hombres que ya se encuentran en Afganistán no están recibiendo avituallamiento y se encuentran por lo tanto en grave peligro.
Para lograr restablecer su cadena logística, la alianza atlántica tiene que encontrar urgentemente cómo encaminarla. Y no hay una solución satisfactoria que puede implementarse en poco tiempo. En sus esfuerzos por salvar en primer lugar a los militares estadounidenses atrapados en Afganistán, el secretario de Defensa Robert Gates se explayó en enfáticas consideraciones sobre la falta de coordinación entre el ISAF, las Fuerzas Especiales estadounidenses y el ejército afgano para acabar proponiendo una modificación de la cadena de mando. Todas las tropas, incluyendo las de los aliados, estarían bajo las órdenes directas del CENTCOM. En otras palabras, los aliados no tendrán el menor derecho a expresar sus opiniones y el Pentágono pudiera limitarse a aprovisionar a las tropas anglosajonas (Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia) y que los soldados de los demás países (Alemania, Francia, Italia, holanda, etc.) se las arreglen como puedan.
Una elevada barrera montañosa cierra el este de Afganistán, así que el único corredor de aprovisionamiento viable es el paso de Khyber, en territorio pakistaní. Anteriormente el paso se utilizaba sólo para el abastecimiento en combustible. Durante el largo fin de semana de celebración del nacimiento del Profeta (el 23 de abril de 2008), unos 60 camiones cisterna se acumularon en el puesto fronterizo de Torkham. Los insurgentes lanzaron un RPG contra el camión que se encontraba en el medio y todos se incendiaron formando una gigantesca antorcha. Desde aquel momento, los convoyes únicamente se mueven bajo fuerte escolta.
Para garantizar la seguridad en el paso de Khyber, el 3 de septiembre el Pentágono bombardeó blancos sospechosos en territorio pakistaní. El 5 de septiembre, el ultra proestadounidense Ali Asif Zardari fue electo presidente de Pakistán. El 15 de septiembre, el jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense, el almirante Mike Mullen, llegó por sorpresa a Pakistán. Exigió que Pakistán cediera a Estados Unidos el control del paso de Khyber.
El 21 de septiembre, el presidente Zardari pronunció su discurso de investidura ante el Parlamento. Se comprometió a apoyar los esfuerzos del Pentágono contra los «terroristas» afganos. Después de la ceremonia, los miembros del gobierno y los diputados fueron invitados al iftar (ruptura del ayuno del ramadán) en la residencia del primer ministro. La mayoría estaban furiosos, a la vez porque el nuevo presidente no había confirmado su compromiso de reintegrar a los jueces de la Corte Suprema y porque había dado a entender que iba a renunciar a la soberanía sobre el paso de Khyber. Durante la recepción un camión lleno de explosivos se estrelló contra el hotel Marriott, donde el iftar estaba previsto inicialmente. Los diputados sólo podían interpretar el atentado como una advertencia de que la OTAN no vacilaría en eliminarlos si se oponían a sus planes. En el plano mediático, el atentado justifica que Estados Unidos tome el control de una parte del territorio pakistaní, de la misma forma en que los atentados del 11 de septiembre sirvieron para justificar la invasión de Afganistán.
Najam Sethi, el redactor jefe del diario liberal Daily Times, exclamó en la televisión: «Es el 11 de septiembre de Pakistán». El señor Sethi es un periodista conocido por su alineamiento con Washington y ha apoyado todas las incoherencias estadounidenses. En 1999, Najam Sethi aprobó el golpe de Estado militar del general Musharraf, en nombre del «orden», y hoy defiende al nuevo peón estadounidense, Ali Asif Zardari, esta vez en nombre de la «democracia». Cuando fundó el Daily Times, a principios de 2002, lo hizo con capitales estadounidenses.
Como quiera que sea, con este atentado la guerra de Afganistán se extiende a Pakistán y pone en peligro el equilibrio regional.
Thierry Meyssan
El añadió que el gobierno dirigido por el PPP, quiere unir a todos los partidos políticos en torno al “tema de la soberanía nacional”, reportó Geo.
Gilani hizo estos comentarios luego que ocho personas fueron asesinadas en un ataque imprevisible de EEUU a una casa en la región noroeste del país. El incidente tuvo lugar alrededor de la medianoche el martes, cerca de la ciudad de Mir Ali, al norte de Wasiristán.
El mes pasado, las fuerzas de EEUU han llevado a cabo siete ataques con misiles a través de naves a control remoto (sin piloto) y un comando de asalto en el lado fronterizo pakistaní.
Los recientes ataques unilaterales de Washington dentro de Pakistán, han provocado debates sobre la soberanía en los corredores del parlamento en Islamabad.
Líderes de Pakistán, incluyendo al presidente y primer ministro, han arremetido verbalmente contra los EEUU por la violación del espacio aéreo y terrestre pakistaní, asesinando a civiles inocentes.
Analistas políticos creen que aunque todavía no halla ninguna guerra entre los EEUU y Pakistán, recientes intercambios de fuego que involucran fuerzas de EEUU y de Pakistán, están sonando como fusibles explotando cada vez más cortos.
Hoy mismo, un avión estadounidense no pilotado disparó dos misiles contra una vivienda situada en el noroeste de Pakistán, lo que causó la muerte de cinco personas, según indicaron fuentes de los servicios de inteligencia paquistaníes.
Este tipo de ataques, y en particular el que llevaron a cabo los soldados de infantería, han disgustado al Ejecutivo paquistaní, que considera que violan la soberanía del país.
Varios comandantes del Ejército estadounidense han hablado de respetar la soberanía de Pakistán, pero, al mismo tiempo, han sugerido que no dejarán de cometer ataques transfronterizos -sus tropas están desplegadas en Afganistán- contra los milicianos talibán y de Al Qaeda.
Por otro lado, Gilani urgió a la nación -con motivo de la celebración de Eid ul Fitr, que marca el fin del mes del Ramadán- a mantenerse unida en todos los asuntos importantes y a apoyar los esfuerzos del Gobierno, elegido democráticamente, por lograr la prosperidad del país.
"Podemos demostrar al mundo nuestra valía como una nación viva, que tiene una determinación y una unidad plenas", subrayó.
Por su parte, el presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, destacó en su discurso de Eid ul Fitr la importancia de combatir a quienes apoyan el terrorismo y el sectarismo en la sociedad e hizo un llamamiento a fomentar la armonía, según informa la agencia de noticias paquistaní APP.
En su opinión, el sectarismo, el terrorismo y las actividades milicianas constituyen actos crueles basados en la ignorancia y se oponen radicalmente al espíritu de las enseñanzas del Islam.
Por ello, instó a "luchar contra la propaganda de los elementos negativos promoviendo lógicamente las grandes enseñanzas del Islam".
"Un misil impactó la casa de Daud Jan", dijo uno de los funcionarios, quien habló en condición de anonimato debido a lo delicado del tema.
El portavoz militar pakistaní y general Athar Abbas afirmó que no tenía información sobre el tema.
Un funcionario de inteligencia indicó que nueve personas murieron, incluyendo extranjeros. Fuentes talibanes en el área señalaron luego a Reuters que ocho personas perdieron la vida y siete se encontraban heridas.
El canal de televisión Dawn News informó que 21 personas habían muerto, incluyendo 16 extranjeros.
Frustradas por una fortalecida insurgencia de talibanes en Afganistán, las fuerzas estadounidenses han perpetrado durante el último mes ocho ataques con misiles con aviones automáticos y un asalto de comando sobre la frontera pakistaní.
Los ataques estadounidenses en Pakistán, particularmente el asalto realizado por tropas en tierra el 3 de septiembre, han molestado a Pakistán y provocado tensiones entre ambos países aliados en la llamada "guerra contra el terrorismo".
Temprano el viernes, los funcionarios de inteligencia pakistaní reportaron otro ataque aéreo estadounidense en el poblado de Datta Khel, ubicado en Waziristán del Norte, cerca de la frontera afgana.
Abbas contradijo esa versión, diciendo que el ataque aéreo fue llevado a cabo por la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad liderada por la OTAN (ISAF, por su sigla en inglés), en un blanco ubicado frente a la frontera con Afganistán.
"La ISAF nos informó cerca de las 16.00 hora local (1000 GMT), que estaban realizando una operación en Afganistán, al frente de Waziristán del norte", indicó Abbas.
"No hubo violación, incursión ni intromisión de nuestra parte", agregó.
Personal de inteligencia de la región dijo a Reuters que un avión de guerra estadounidense bombardeó dos casas en Datta Khel, distante 60 kilómetros al oeste de Miranshah.
(Reporte de Haji Mujtaba, Alamgir Bitani y Zeeshan Haider; escrito por Simon Cameron-Moore; Editado en español por Marion Giraldo)
Los misiles fueron lanzados en ataques a poblaciones del norte de Pakistán, en la región de Waziristán del Norte, cerca de la frontera con Afganistán, según indicaron funcionarios de inteligencia paquistaníes.
Algunos informes aseguraron que los ataques comenzaron en la noche. Sin embargo hay desconcierto sobre posibles ataques matutinos según señalaron otros informes.
El ejército de EE.UU. no confirmó de manera inmediata estos ataques.
La ofensiva nocturna mató al menos a 20 personas, anunciaron fuentes de seguridad anónimas y el canal de televisión Dawn News.
Los ataques aéreos matutinos, según reportó la agencia de noticias Reuters, causaron la muerte de un niño y dos mujeres en el norte de Waziristán, en la población Datta Khel.
Sin embargo, más tarde la agencia citó a Maj-Gen Athar Abbas, vocero del ejército paquistaní, quien negó que hubiera existido intrusión alguna en el territorio de Pakistán y dijo que se había comenzado una operación internacional en el lado afgano de la frontera entre ambos países.
"No vamos a ganar esta guerra. Se trata de reducirla a un nivel razonable de insurgencia que no sea una amenaza estratégica y que pueda ser controlada por el Ejército afgano", afirmó.
Carleton-Smith dijo que sus fuerzas han eliminado la capacidad de hacer daño de los talibanes en el 2008, pero que las tropas podrían dejar Afganistán mientras aún exista un nivel bajo de insurgencia.
Comandantes y diplomáticos de la OTAN han estado diciendo desde hace un tiempo que la insurgencia de los talibanes no puede ser derrotada sólo por medios militares y que las negociaciones con los milicianos serán necesarias al final para poner fin al conflicto.
"Si los talibanes están preparados para sentarse a un lado de la mesa y hablar sobre un acuerdo político, entonces ese es precisamente el tipo de progreso que pone fin a insurgencias como esta", dijo Carleton-Smith. "Eso no debería incomodar a la gente", agregó.
La violencia en Afganistán ha aumentado a su peor nivel desde el 2001, cuando las fuerzas estadounidenses derrocaron a los talibanes del Gobierno después de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos.
Un comandante talibán de alto rango rechazó el viernes la reconciliación con el que llamó el Gobierno afgano "marioneta".
El mulá Brother, quien sirvió como un alto comandante militar cuando los talibanes estaban en el poder, reiteró que el objetivo de los talibanes es luchar hasta que los más de 70.000 soldados de Estados Unidos y la OTAN sean expulsados del país.
El dijo que los insurgentes no negociarán mientras aún haya fuerzas extranjeras en suelo afgano.
El presidente afgano, Hamid Karzai, dijo la semana pasada que había pedido al Rey de Arabia Saudita que medie en las negociaciones con los insurgentes y solicitó al líder talibán mulá Omar que regrese a su tierra para hacer la paz.
Su lucha por alimentar a su familia se ve reflejada en todo el país y podría socavar la campaña de reconstrucción de "corazones y mentes", impulsada por el Gobierno del presidente Hamid Karzai a fin de conquistar a los afganos.
Paralelamente, el Gobierno busca con esta iniciativa ganar adeptos en medio de su lucha para derrocar a los islámicos talibanes.
"No veo ningún avance desde que llegaron los estadounidenses", dijo Nabi, quien dice tener unos 35 años. El hombre se encontraba parado junto a la carretilla que a duras penas le permitía ganarse la vida transportando productos por el barrio viejo de la capital.
"Yo voté por Karzai pero fue una pérdida de tiempo", afirmó Nabi, que mantiene a una familia de nueve personas ganando alrededor de 2 dólares al día. "Tengo hambre ahora", sostuvo.
Mientras se acerca el invierno boreal, Afganistán está por enfrentarse a su peor escasez de alimentos en años, con un aumento del 60 por ciento en los precios del trigo en la primera mitad del año después de que Pakistán impusiera vedas a las exportaciones, una mala cosecha y ante la sequía.
El aumento de precios está afectando a uno de los países más pobres del mundo, donde más de la mitad de la población vive por debajo de la línea de pobreza.
Los hogares que dependen de un trabajo asalariado pueden acceder a comprar un cuarto del trigo que compraban en el 2007, según el Programa Mundial de Alimentos.
Afganistán es un país en el que la mayor parte de los sueldos de los hogares son gastados en alimentos básicos como cereales.
La crisis se ha sumado a los problemas del presidente Karzai, quien ya enfrenta fortalecimiento de la insurgencia de los talibanes en el sur y el este. Su Gobierno es criticado en muchas partes por estar plagado de funcionarios corruptos, de los cuales depende para sacar adelante la administración.
"Se ven secuestros a lo largo de la autopista (que conecta Kabul con el sur)", aseveró Ahmad Wali Karzai, hermano del presidente y director del consejo provincial de Kandahar, la principal ciudad del sur de Afganistán.
"Los ataques ocurren regularmente. Las razones son la falta de puestos de trabajo, la mala economía y los altos precios de los alimentos", añadió Wali Karzai.
Por todo el país, los altos precios de los alimentos han resultado ser sólo un golpe más para los afganos, quienes ya se sienten frustrados por lo que ven como un bajo ritmo de desarrollo desde la invasión encabezada por Estados Unidos en el 2001 que derrocó a los talibanes.
Las frustraciones de la gente con respecto al Gobierno de Karzai están en aumento", sostuvo María Kuusisto del grupo de consultoría de riesgo Eurasia.
"Los talibanes están tratando de capitalizar esta frustración, especialmente en zonas donde no son fuertes militarmente", añadió.
Dependientes de las importaciones de alimentos y de ayuda internacionales, el aumento mundial de los precios de los alimentos ha golpeado más a Afganistán que a otros países.
La reducción de exportaciones por parte de Pakistán, su principal fuente de alimentos importados, ha elevado los precios a pesar de cierta estabilidad en los últimos dos meses.
"Hay cinco personas en mi familia, pero no podemos acceder a una comida completa ni siquiera una vez al día", dijo Mohammad Ghani, de 33 años, residente de la provincia de Herat al oeste del país, donde ha estado viviendo durante tres años a su regreso de Irán como refugiado.
"Pienso que para mi supervivencia, recurriría a cualquier cosa, a robar, a secuestrar e incluso a unirme a los talibanes", aseveró.
La ONU sostiene que un pedido de emergencia de 400 millones de dólares para alimentos debería permitir a la mayoría de los afganos pasar el invierno, una temporada en que cientos de aldeas pueden quedar aisladas del mundo exterior.
Pero los altos precios subyacentes de los artículos básicos no desaparecerán.
"Lamentablemente, las expectativas para lo que resta del año no son prometedoras", indicó en su informe semestral el Programa Mundial de Alimentos.
"Se espera que los precios de los alimentos permanezcan en niveles muy superiores a los de los últimos años, mientras el país se vuelve a enfrentar a una muy mala cosecha de cereales", agregó el informe.
Ataques y extorsiones
En Bagh-e-Qazi, el principal mercado mayorista de Kabul, los comerciantes culpan a la policía y funcionarios corruptos por elevar los costos del transporte en camiones que llegan desde el sur.
"Todo el mundo obtiene dinero por medio de extorsiones", dijo Mohammad Hassan, un mayorista. "Simplemente no hay seguridad", agregó Hassan.
La insurgencia ya ha provocado temores de que gran parte del sur y este del país puedan tornarse ingobernables.
Y si bien la mayoría de los aldeanos no morirá de inanición gracias a la ayuda en alimentos, las penurias podrían empujarlos a oponerse al Gobierno.
En la ciudad de Kandahar, al sur, los talibanes están usando los precios de los alimentos y la falta de empleos para persuadir a la gente de que se una a su movimiento, según cuentan los habitantes.
"Los talibanes se aprovecharán de la falta de comida", señaló Wadir Safi, un profesor de ciencia política de la Universidad de Kabul y ex ministro de gabinete.
"Ellos nos miran, nos analizan, piensan en formas de aprovecharse de nuestros problemas. Si llega el invierno y falta comida, les resultará mucho más fácil reclutar gente", añadió.
El mismo Karzai manifestó su preocupación en la cumbre del sur de Asia hace dos meses de que los precios de los alimentos eran un problema clave.
"Los altos precios de los alimentos están poniendo las reformas, las estrategias de crecimiento y más que nada las vidas en peligro", dijo Karzai.
Incluso en distritos de clase media en Kabul se puede escuchar el enojo ante los precios de los alimentos. Algunas personas manifiestan nostalgia por la vida después de la invasión soviética de 1979, a pesar de odiar la ocupación misma.
"Los soldados estadounidenses están aquí pero no hay comida ni paz", señaló Jan Agha, quien acude a una piscina de natación construida por los rusos que todavía funciona. "Cuando los rusos estaban aquí, la comida era más barata", agregó.
A otros afganos les preocupa cuánto podrán resistir.
"Realmente se está volviendo más y más duro a medida que pasan los días. La gente tiene hambre y está enfadada y puede hacer cualquier cosa", dijo el comerciante Abdul Mateen en la provincia noroeste de Badakhshan.
"La gente está perdiendo la esperanza en el Gobierno y en los extranjeros. No sé qué pasará, pero no luce bien", sentenció Mateen.
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