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Peor que 1929 (segunda parte) |
La actual crisis en la economía de Estados Unidos será peor que la de 1929. Veamos tres parámetros de comparación.
Primero, la dimensión financiera. El ajuste en el mercado hipotecario está lejos de tocar fondo. El inventario de residencias no vendidas deprimirá más los precios de bienes raíces (hasta en 30 por ciento adicional). Eso tiene profundas ramificaciones en todo el sistema financiero, bancario y no bancario. El ajuste en cuentas de bancos ya alcanza los 300 mil millones de dólares (mmdd) pero tendrá que rebasar el billón y medio de dólares. La reducción de precios de casas implicará pérdidas patrimoniales de alrededor de 6.5 billones de dólares, lo que aumenta el riesgo de una crisis sistémica en el sector bancario estadounidense. Todo esto se acompañará de una fuerte contracción en el crédito para nuevas inversiones y consumo, lo que profundizará la recesión.
Si la recesión es profunda y larga, las pérdidas en la bolsa de valores alcanzarán dimensiones astronómicas. Típicamente, las pérdidas en Wall Street para una recesión de doce meses implicarán una caída de 30 por ciento en el valor de las acciones: en números absolutos, eso corresponde a borrar del mapa financiero otros 7 billones de dólares. Para una economía con un PIB de 14 billones de dólares, todo esto es catastrófico. Ese castigo no lo ha soportado la economía estadounidense desde 1929.
El segundo parámetro concierne la economía real. ¿Cómo afecta la crisis financiera a la economía real? Del total de 51 millones de familias con una residencia, 8 millones están retrasados en sus pagos hipotecarios y están perdiendo sus casas. Pero una reducción de precios de 30 por ciento en activos residenciales elevará a 21 millones el número de propietarios que caerán en insolvencia (¡el valor de sus casas será inferior al de su hipoteca!) El 40 por ciento de los propietarios en ese país estarán en problemas, algo inédito en una economía en la que el 65 por ciento de las familias son dueñas de su casa.
En Estados Unidos el consumo privado rebasa el 73 por ciento de la demanda total de bienes y servicios. Los precios altos de las casas mantuvieron el consumo durante los últimos 10 años mientras el ahorro estuvo en el piso. Hoy, la caída en los precios de activos residenciales recortará la demanda agregada y conducirá a un mayor desempleo (que ya alcanza niveles muy altos). El ajuste ya comenzó y está siendo doloroso: en este año la industria de la construcción ya acusa una caída del 50 por ciento. Estos números son suficientes para recordar la Gran Depresión con su secuela de quiebras, desempleo y destrucción patrimonial a una escala gigantesca.
Un problema grave es que el margen de maniobra es cada vez más estrecho. La Reserva federal ha relajado la política monetaria, recortando la tasa de interés líder (de 5.5 por ciento a 2.5por ciento) y todo indica que esta postura de gran flexibilidad se va a mantener. La oferta monetaria (incluyendo el agregado M3) sigue creciendo porque los bancos requieren liquidez. Pero mantener la oferta monetaria en los niveles actuales equivale a aplicar como medicina lo que originalmente hizo que el paciente se enfermara. El frenesí de política monetaria flexible de los años de Greenspan no puede continuar en las condiciones actuales.
Por su parte, la política fiscal tendrá que respirar hondo para diseñar un mecanismo de ayuda directa para los propietarios de casas que están en dificultades. Pero para unas finanzas públicas que acusan un déficit (real) cercano a los 600 mmdd, el nuevo paquete que implicaría absorber el costo de quitas significativas en el valor nominal de las hipotecas podría resultar difícil de deglutir.
El tercer parámetro de comparación con la crisis de 1929 tiene que ver con las relaciones económicas internacionales. Todo esto está sucediendo en una economía lastrada por los dos gigantescos déficit, en lo fiscal y en la cuenta corriente. La política cambiaria ha conducido a una pérdida en el valor del dólar, lo que ayuda al ajuste externo de EU pero afecta negativamente a las exportaciones del resto del mundo hacia Estados Unidos. Esto en el contexto de una sobre inversión en casi todas las ramas de las manufacturas a escala mundial, desde electrodomésticos y automóviles, no anuncia nada bueno.
La tendencia a utilizar otras divisas como unidad de reserva se ha intensificado, lo que explica la apreciación del euro, del yen y otras monedas. No cabe duda, para cuando pase la recesión que ya afecta a Estados Unidos, el rol del dólar en la economía global habrá cambiado para siempre. La debacle del dólar no es algo que se pueda evitar a estas alturas y las repercusiones globales serán profundas. Sólo habrá que ver si el proceso de des-dolarización relativa se hace con un mínimo de estabilidad, o si se produce en el marco de comportamientos de pánico y de manada. Definitivamente, la actual crisis no tiene paralelo en la historia económica de Estados Unidos.
Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, politica.
¡Ni la clepto-kakistocracia (el hurtador gobierno de los peores) del neoliberalismo bananero mexicano llegó tan lejos!
EEUU perdió la seriedad que le incumbe a una potencia que aspira al dominio global y, según The Financial Times (30.07.08), su Consejo de Estandarización Financiera Contable (FASB, por sus siglas en inglés) concedió un año más de gracia a los insolventes bancos para reportar sus pérdidas ocultas en el “Nivel 3” del orden de 5 millones de millones de dólares (trillones en anglosajón), que equivalen a 36 por ciento de su PIB y a más de 5 veces al de México.
Si se hicieran efectivas las reglas de transparencia que propuso el mismo FASB –hechas a la medida del tramposo sistema anglosajón, dizque para armonizar las reglas de los “principios de contabilidad generalmente aceptados” (GAAP, por sus siglas en inglés)–, pues emergería en forma diáfana la insolvencia financiera del neoliberalismo de EEUU.
En la plenitud de su poderío global, EEUU se dio el lujo de imponer unilateralmente su sistema de falsificación de datos económicos, como demuestra persuasivamente Kevin Phillips (KP) en su impactante libro Dinero sucio: finanzas implacables, política fracasada y la crisis global del capitalismo estadounidense, que revela el engaño de las estadísticas económicas y financieras pre y posneoliberales.
KP, anterior asesor de Richard Nixon y el promotor de su “estrategia sureña” que empujó al Partido Republicano a la extrema derecha populista, afirma que la corrupción de los datos económicos forman parte de las contradicciones profundas de EEUU con el capitalismo global: exigidos por la concupiscencia de su plutocracia que abandonó sus reformas sociales de más de tres décadas con el objetivo de embarcarse en una “guerra unilateral de clases”, que desembocó en una transferencia de riqueza sin precedente de la población laboral a una diminuta elite gobernante que opera el axioma parasitario de “privatización de las ganancias y socialización de las pérdidas”.
Con todo nuestro respeto a las lúcidas críticas de KP, nadie aborda que esta situación aberrante ha sido posible gracias al paraguas militar que deberá ser motivo tanto del mayor escrutinio ciudadano como de una creciente democratización interna de las fuerzas armadas ¿Qué sería de cualquier plutocracia, por más poderosa que fuere, sin su paraguas militar doméstico y foráneo?
La degeneración economicista y su falsificación de datos han hecho posible la perdurabilidad de la plutocracia, una de cuyas consecuencias ha sido la disminución en 70 por ciento del presupuesto del seguro social, según KP.
Las tasas artificialmente bajas del desempleo y la pobreza (ambas dos veces mayores en realidad) han ayudado a comprimir las condiciones sociales y los parámetros de vida decente que pone en tela de juicio la axiología del modelo anglosajón.
KP se centra en tres medidas: el índice de precios al consumidor (IPC), el PIB trimestral y la tasa de desempleo mensual.
Todos los datos provistos oficialmente y difundidos profusamente han sido pura ficción. El desempleo real en EEUU se ha ubicado entre 9 y 12 por ciento, y no el 5 por ciento proclamado. La inflación ha oscilado entre 7 y 10 por ciento, y no el 2 y 3 por ciento difundidos. El crecimiento económico real ha sido de un magro uno por ciento, y no 4 por ciento decretado.
Ahora KP ilustra que la corrupción de las estadísticas oficiales de EEUU datan de 50 años atrás.
John F. Kennedy inició los cambios en la medición del desempleo: los expulsados en la industria del acero y el sector automotriz cesaron de ser considerados como desempleados al ser insertados en la nueva categoría de “empleados desalentados (sic)”.
Para encubrir el creciente déficit presupuestal, Lyndon Johnson aplicó el concepto de “presupuesto unificado”, que combinaba el “seguro social” a otros gastos.
Con Nixon, Arthur Burns, gobernador de la Reserva Federal, inventó la “inflación básica” (“core inflation”) que excluye los alimentos y la energía considerados “volátiles” ¡Así nunca va a existir inflación!
Con Reagan se suprimió a la vivienda del IPC mediante la medición peregrina de la “renta equivalente del propietario” para disminuir en forma artificial el costo inmobiliario. Peor aún: Reagan incluyó al ejército como parte de la fuerza laboral, para abatir el desempleo.
Con Daddy Bush, su consejo de asesores económicos propuso el recálculo de la inflación mediante una mayor ponderación a los servicios y al menudeo, que implementó Clinton quien, con acrobacias contables “urbanas”, pretendió reducir el desempleo racial de los afroestadounidenses.
Durante dos generaciones, desde Kennedy hasta Baby Bush, los gobiernos y los economistas pre y posneoliberales intentaron combatir la inflación mediante triquiñuelas aritméticas. El problema no reside en la pertenencia partidista, sino en el sistema plutocrático consustancialmente corruptógeno.
El rebelde del Partido Republicano, KP, es muy severo con el gobierno Demócrata de Clinton, a quien critica sus tres otros “ajustes” al IPC: la “sustitución del producto” (v.gr la hamburguesa más barata sustituye al filete), la “ponderación geométrica” (los bienes y servicios que aumentan rápidamente sus costos son consumidos en menor cantidad, por lo que son ponderados a la baja), y el “ajuste hedónico” (la mejor calidad de algunos productos y servicios se traduce en una reducción de su costo efectivo).
Explaya que todas estas modificaciones manipuladas constituyen la Biblia de la Oficina de Estadísticas del Trabajo (BLS, por sus siglas en inglés).
Insatisfecho con la crítica demoledora de KP, Peters Daniels (PD) fustiga su ignorancia del crecimiento explosivo de la población carcelaria de EEUU en los recientes 30 años: 2.3 millones frente a una fuerza laboral de 153.1 millones, lo cual mantiene artificialmente baja la tasa de desempleo oficial; fulmina que el “ejercito y el sistema carcelario han reducido quizá (sic) al desempleo oficial en 2 por ciento” (WSWS; 2.06.08).
Queda así destrozado el mito de las asombrosas y “precisas” estadísticas del capitalismo anglosajón con las que nos engañaron durante medio siglo.
La cifra fue peor a la pronosticada por los analistas, que habían previsto una baja en torno a los 430.000.
Además, la cifra decepciona a Wall Street, donde el promedio industrial del Dow Jones bajó más de 121 puntos a 11.539,09 a la media hora de haber comenzado la contratación.
Con todo, los economistas resaltaron que las nuevas estadísticas quedaron distorsionadas por el nuevo programa que notifica a los trabajadores que podría recibir beneficios adicionales conforme a una nueva ley.
Cuando los cesados acuden a las oficinas estatales de empleo para solicitar la prolongación de sus beneficios, las autoridades descubrieron que algunos de ellos tenían derecho -aunque no los solicitaron- a sus beneficios iniciales de desempleo, según el analista del Departamento del Trabajo. Ello contribuyó en parte al aumento de la semana pasada.
Mientras tanto, el promedio mensual de cuatro semanas, que elimina las fluctuaciones semanales, aumentó a 419.500 la semana pasada, el mayor nivel desde mediados de julio del 2003.
El aumento de los gastos militares en el exterior, la tendencia del dólar a realizar nuevos inversiones externas, presentando un balance de capitales negativos. El aumento del valor de las importaciones, que los aranceles no pudieron frenar por el volumen de las mismas hacia un mercado cada vez más consumista dependiente de la compra a causa de la perdida de la capacidad de competencia de los EEUU, en el mercado mundial, debido a la inflación, a los salarios altos, los créditos hipotecarios y automotrices, los problemas inmobiliarios Son los menores de los problemas que aquejan a los estadounidenses.
Sus reservas son inferiores a sus deudas. La desconfianza generalizada, las naciones no afines cambian sus reservas por el euro, incluso el yen y el yuan. La mala voluntad del mundo entero hacia los Estados Unidos por su política de desborde de fronteras, aumentan constantemente los gastos militares en “época de paz” y acarrean el aumento del precio del petróleo. Ocasionan que los problemas sean también políticos y sociales, componentes generales de la crisis norteamericana. Un bumerang que afecta ya al mundo entero. Simultáneamente agravadas por los cambios climáticos y la necesidad de alinearse a los compromisos firmados para reducir la emisión de gases contaminantes de efecto invernadero a la atmósfera, la escasez y aumento de los precios de los alimentos y en este ultimo año por dedicarle enormes extensiones de tierra cultivada para los biocombustibles, el fracaso de los TLC y ALCA. La no programada extensión de las invasiones en Irak y Afganistán. El fracaso de los planes plan Colombia e Israel donde las FARC Y HEZBOLLA- HAMAS nunca pudieron ser derrotados. La imperiosa necesidad de invadir a Irán y Venezuela por frenar la nueva izquierda que amenaza abiertamente su hegemonía y por el petróleo de paso. La competencia de Rusia con armamento y tecnología militar de ultima generación afectan el monopolio de la industria bélica de los EEUU, considerada la tercera pata en su economía. La visualización de la intromisión estadounidense con su constante guerra sucia en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Argentina, Irán, India, naciones del África, Rusia pone entre la espada y la pared a la política exterior norteamericana y a su moneda que no puede estirarse más.
La manutención y la expansión de una economía de guerra significan un crecimiento sustancial de los gastos de gobierno. Estos gastos tienen que ser financiados con impuestos que en este momento han alcanzado una alta incidencia sobre las actividades económicas. Para lograr un estimulo a la inversión, la administración Bush utilizo la exención de impuestos sobre las rentas reinvertidas, lo que muestra el valor estratégico de la política tributaria en el crecimiento económico. Elemento económico que fue pasado por alto, desbordado, prácticamente no ayudo a controlar la devaluación del dólar.
La guerra es un mecanismo utilizado por los EEUU para impedir los recesos, hoy día ya no funciona, porque gran parte de los gastos militares repercuten fuertemente sobre la balanza de pagos norteamericana. La conservación de un enorme numero de bases militares norteamericanas y soldados en el exterior. La ayuda militar a varios países para ser sostenidos como satélites, Israel, Colombia, Alemania, Pakistán, Qatar, Japón, Sudáfrica, Nigeria, Corea del Sur y últimamente la India en su sistema nuclear. El Salvador, Honduras entre otros, son gastos realizados para la guerra que no son compensados directamente en la balanza de pagos. Los dólares salen y no retornan al gobierno. Varios sectores de la clase dominante llaman la atención sobre este hecho a los nuevos candidatos presidenciales, Obama y McCain quienes reconocen la crisis económica y política.
Los gastos militares en el exterior son los principales responsables del déficit de la balanza comercial arrastrada desde la crisis de 1970.Guardada en secreto en tanto los Estados Unidos disponían reservas de oro y de una moneda fuerte en el exterior. Tal déficit era un buen negocio o por lo menos no representaban un problema. La situación cambio radicalmente porque el dólar no resiste la presión inflacionaria en el interior y en el exterior de la economía. En este momento de gran sensibilidad financiera internacional es absolutamente imposible continuar con el déficit de la balanza de pagos norteamericana, manifiesta el propio FMI.
EEUU vive un grave conflicto interno. Estos conflictos son la acumulación de años de no encontrar una respuesta efectiva. Las guerras y el llamado complejo industrial militar encargado de fusionar las trasnacionales alimentarías, petroleras, biotecnológicas, automotrices, con sus similares europeas, se convierten en el centro de ellos. La pobreza de los emigrantes 12 millones de indocumentados, de los barrios negros, puertorriqueños, mexicanos por la falta de empleo. La misma clase media, por la suspensión de los créditos, la tasa de desempleo se sostiene, pero para un país como los EEUU es un fracaso, todo lo que sea estancamiento es un declive financiero. Las ultimas leyes contra los emigrantes y de escucha telefónica, afecta directamente la orientación militar en la economía norteamericana, sea desde el punto de vista político o desde el punto de vista económico, es ya un sistema fascista de exportación.
La crisis económica una vez mas atrajo la atención sobre lo absurdo e irracional de no disponer de fondos para enfrentar el problema de la pobreza y, al mismo tiempo disponer de un presupuesto militar tan grande. La guerra de Irak, Afganistán, el costo de las operaciones encubiertas a los países en la lista del eje del mal, las multimillonarias sumas de dinero entregadas a los medios de comunicación de naciones hostiles para alquilar sus equipos al servicio de CNN y practicar el terrorismo mediático. Son costos que no retornan y despiertan la oposición del pueblo que no le encuentra sentido al hecho de que sus jóvenes vayan a morir en tierras distantes, por petróleo cuando lo pueden sacar de sus costas, alternativa del candidato MacCain. Quien encontró una firme oposición a esa alternativa, ya que impediría la proyección de los gastos militares en tecnología nueva, para ser probados en la política exterior estadounidense en los próximos veinte años con las invasiones que preparan Mientras la hegemonía del petróleo se mantenga.
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