Varios cientos de soldados paquistaníes recibieron una sorpresa poco grata cuando, respaldados por fuerzas paramilitares, lanzaron el viernes una operación contra guerrilleros.
Fue en Bajaur, en las áreas tribales bajo administración federal de Pakistán en la frontera con Afganistán.
Noticias sobre la ofensiva, que resultó ser la más sangrienta de este año en Pakistán, habían sido filtradas a los talibanes paquistaníes por simpatizantes en las fuerzas de seguridad, y el ejército cayó bajo una verdadera lluvia de balas.
Contactos familiarizados con los guerrilleros informaron a Asia Times Online que sobre cada cerro había vigías cuando los primeros convoyes militares entraron a Bajaur –el principal corredor que lleva a las provincias afganas de Kunar, Nuristan, Kapisa y la capital Kabul– y que fueron certeramente atacados.
65 soldados resultaron muertos, 25 fueron apresados y muchos más heridos en las primeras horas. Con ayuda de cobertura aérea, los soldados consiguieron retirarse, dejando atrás cinco vehículos y un tanque, que ahora forman parte del arsenal de los talibanes.
El martes, le tocó su turno a la Fuerza Aérea de Pakistán, cuyo poder aéreo jugó un papel central en la operación en Bajaur. Una vez más, sobre la base de información precisa, ocho aviadores murieron en un ataque suicida cerca de Peshawar, capital de la Provincia de la Frontera Noroeste (NWFP).
Combates limitados continuaron el miércoles. El gobierno dijo que 200 guerrilleros habían sido muertos, pero un portavoz talibán confirmó sólo ocho muertos. El resto, dijo, eran civiles muertos durante bombardeos aéreos.
La encarnizada reacción de los combatientes contra el ejército que está bajo considerable presión de EE.UU. para que se muestre más activo, estuvo bajo el comando unificado del líder talibán paquistaní Baitullah Mehsud, cuya base está en el área tribal de Waziristán del Sur.
Baitullah, de la línea combativa, no cree en la “guerra limitada” – su objetivo es una guerra a fondo en todo el país. Bajaur podría ser el punto de partida.
El portavoz paquistaní de los talibanes, Moulvi Omar, publicó una declaración reivindicando la responsabilidad por el ataque en Peshawar y advirtió de más ataques en todo el país como reacción a la ofensiva en Bajaur.
Si embargo, las actuales tácticas de los combatientes son diferentes de las de los años anteriores cuando reaccionaban dentro de unas pocas horas o días. Ahora, pasan más tiempo a la espera de información sobre su “imponente enemigo,” las fuerzas de seguridad y el gobierno paquistaníes, para poder decidir sobre sus objetivos y causar el máximo daño. Gran parte de esta información proviene de informantes en las fuerzas de seguridad.
Estos neotalibanes tampoco olvidan. El miércoles por la mañana, Haji Namdar, jefe de la organización “Vicio y virtud” en Khyber, una región tribal en la frontera afgana, fue abatido a tiros en su oficina por los hombres de Baitullah.
Aunque Namdar apoyó la insurgencia dirigida por los talibanes en Afganistán, sirvió de apoyo estratégico a las agencias paquistaníes que tratan de eliminar a elementos radicales influenciados por los neotalibanes.
En abril, traicionó a los talibanes después de que inicialmente aceptó ayudarles a atacar las líneas de suministro de la OTAN que pasan por Khyber. Namdar había sobrevivido a un anterior ataque suicida en el que murieron unas 30 personas.
La muerte de Namdar deja a las agencias de seguridad y al gobierno paquistaníes con sólo un “precioso apoyo” – Haji Nazeer en Waziristán del Sur. Fuera de su persona, no tienen otra alternativa que tratar con el rostro radical de Baitullah.
Caos económico y político
Aparte del Valle de Peshawar, toda la región dominada por pastunes de la NWFP está efectivamente bajo el control de los talibanes y de sus aliados. El estado caótico de la economía les hace el juego ya que la gente está cada vez más descontenta.
La inflación se acerca al 25% anual, la bolsa de cambio de Karachi ha perdido un 35% de su valor desde abril, hay frecuentes cortes de electricidad y las reservas de divisas extranjeras han caído de 17.000 millones de dólares el año pasado a 9.000 millones, apenas suficientes para cubrir las importaciones durante tres meses.
Estas preocupaciones económicas son complicadas por una continua crisis política. Zawahiri ha emitido un mensaje de audio en el que critica al presidente Pervez Musharraf, quien está bajo presión para renunciar o enfrentar la recusación.
Un destacado combatiente del área de Swat, Muslim Khan, publicó una declaración de que cualquiera que apoye a Musharraf durante un proceso de recusación se convertiría en enemigo de los talibanes. Musharraf es el hombre clave de EE.UU. en el teatro de la “guerra contra el terror” en el Sur de Asia.
El enfrentamiento en Bajaur encaja en este escenario. Los militares paquistaníes se retirarán, como lo han hecho en todas las demás operaciones en las áreas tribales durante los últimos años. Se intercambiarán prisioneros y se acordará un cese al fuego insustancial, respaldado por incentivos en dinero para los combatientes y más ayuda militar de EE.UU. para Pakistán
La batalla recomenzará. Mientras tanto, los talibanes aumentarán su fuerza y sus fronteras.
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