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La libertad de expresión de la Ser |
¿Cómo reaccionaríamos si un medio de comunicación público obligase a abandonar el estudio a un invitado que criticase al gobierno? Es indudable que en un sistema democrático un comportamiento así desde un medio estatal sería intolerable.
Sin embargo, es lo que hizo la cadena Ser el pasado 25 de julio con el profesor de Filosofía Carlos Fernández Liria.
“Sí, se va, porque el señor Carlos Fernández Liria no quiere debatir sobre Venezuela y es para eso para lo que le hemos invitado y no para otra cosa”, le espetó la periodista en el programa La Ventana de la cadena Ser cuando este profesor criticó al grupo empresarial Prisa por el tratamiento informativo que otorga a Venezuela y la complicidad del diario El País con el golpe de Estado contra Hugo Chávez en abril del año 2002.
Ya anteriormente, la periodista calificó las opiniones de Fernández Liria sobre el grupo empresarial Prisa de “alusiones personales” y afirmó “yo trabajo en esta casa y no le voy a permitir esas alusiones”.
De forma que en ese programa pudimos comprobar que en un medio de comunicación del grupo empresarial Prisa se puede hablar en contra o a favor de Chávez, aunque sea en una proporción de cien a uno, o en contra o a favor de cualquier otro gobierno, pero lo que bajo ningún concepto se permite es hacerlo en contra de la empresa propietaria del medio.
Es curioso, pero con el comportamiento de la periodista de la Cadena Ser se le estaba dando la razón al razonamiento de Carlos Fernández Liria en su reciente artículo “Estatalizar la prensa”. En él, este profesor propone como mecanismo para fortalecer la libertad de expresión establecer “la independencia profesional del periodista, del mismo modo que los profesores tienen libertad de cátedra y los jueces tienen blindado el ejercicio libre de su función”. Según su tesis, el entorno público es el único que permite a un profesor o un juez ejercer libremente sin las presiones empresariales de su patrón, algo que no sucede con el periodista del medio de comunicación privado, quien, por razones laborales “puede ser despedido por no ceñirse a los dictados de la empresa que le contrató”, tal y como sucede con un profesor de la enseñanza privada.
Y eso precisamente es lo que demostró la Ser en ese programa, mediante una periodista que al escuchar críticas al grupo empresarial de su cadena de radio afirma “yo trabajo en esta casa y no le voy a permitir esas alusiones” y despidiéndole del estudio. Nunca se hubiera tolerado a un periodista de, por ejemplo, Radio Nacional de España o de Venezuela, argumentar “yo trabajo para este gobierno o esta administración y no le voy a permitir esas acusaciones”.
Ejemplos como éste deben hacernos ver la falacia de quienes denominan “medios independientes” a los privados y “oficiales” a los públicos. El control empresarial es tan férreo que, desde hace ya mucho tiempo, donde sólo se puede lograr la verdadera independencia es en un medio público no sometido al nepotismo de los accionistas y dueños de una empresa propietaria de un medio de comunicación.
www.pascualserrano.net

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, medios, mentiras, multitud, politica.
De tal suerte que eso que llaman “libertad de expresión” y de prensa en estos momentos no es otra cosa que un eufemismo con el que se enmascara el monopolio de todos los argumentos manipuladores de los opresores, accionados a través de sus amaestradas jaurías de periodistas, que no son sino sicarios del micrófono y las linotipos…, mercenarios de la guerra mediática en su mayoría.
Ese enorme poder de manipulación es lo que ha interesado desde siempre, pero ahora más que nunca a los explotadores a hacerse a los medios convirtiéndolos en verdaderas legiones de la desinformación, que son ubicadas en primera línea de fuego en el desenvolvimiento de esta guerra de cuarta generación que han desatado contra los explotados, apuntando de manera directa a sus conciencias y sus corazones.
En América Latina, el desarrollo ingente de estos medios, monopolizados claro está, con sus extensas redes, cadenas, filiales, satélites y todo tipo de tecnología entramada en un todo cuyos hilos principales acciona el imperialismo, es la herramienta fundamental para emprender y consolidar la colonización de las conciencias y la dominación. En ello consiste el papel y la preponderancia de la cadena estadounidense CNN (Cable News Network), por ejemplo, que emite por cable y por satélite, las 24 horas del día, noticias y reportajes “informativos” que trazan la línea ideológica subyugante para el resto de las redes que maneja su grey sumisa de oligarcas en cada país.
Especialmente para Estados Unidos, pero también para Europa, estos son los canales más propicios para difundir sus puntos de vista o sus matrices de opinión, haciendo primar los intereses de los sectores capitalistas a conveniencia de las transnacionales.
En este entramado, incluyen los famosos “sondeos de opinión” con los que a partir de muestras reales y falsas, pero en todo caso manipuladas, de población, absolutizan sus propios juicios de valor como si se tratara de un dictamen irrebatible frente a los temas y determinaciones que desean generalizar, arropándolos con la fabricada “aceptación” de la sociedad. Jugando con la estadística, las preguntas sesgadas, respuestas distorsionadas o fragmentadas…, se camuflan con la apariencia del análisis cuidadoso que finge tomar en cuenta matices, fidelidad del criterio, etc. para en el fondo influir burda o sutilmente en la definición del problema planteado, acomodando los veredictos a sus conveniencias.
He ahí el instrumento letal, el arma de destrucción masiva que contra la conciencia ciudadana utilizan para influirla; actúan sobre los sentimientos, en la opinión de las comunidades a partir de argumentos falseados, “verdades” que no son sino mentiras establecidas para crear un mundo artificial paralelo a la realidad real, pero que termina sustituyéndola en el imaginario colectivo. Dicha sustitución, como pretensión o concreción, apunta a animar o desanimar, impeliendo o no a los pueblos según el rumbo que convenga a quienes regentan el poder.
Monopolizando el aparato mediático, el imperialismo y sus oligarquías, en el presente más que en cualquier otra época, penetran la conciencia ciudadana para imponer su visión del mundo, cercenando por completo el libre pensamiento y la expresión verdaderamente democrática.
Con este instrumento pueden hacer de un personaje siniestro, alguien con personalidad carismática, popular, arrolladoramente admisible que como en el tema de Hitler, que es el caso de la utilización fascista perversa de los medios y de la propaganda, finalmente arrastran a la destrucción.
En Colombia podemos ver el ejemplo del Presidente Álvaro Uribe Vélez, el Führer de Salgar, el “doptor Varito” Corleone ['doptor' sería la forma en que el 'populacho' pronuncia la palabra doctor, y Varito por Alvarito], insuflado en su imagen por sus Joseph Goebbels, por la gran prensa…, por el conjunto de sus aparatos de propaganda falsa y engañosa que desarrollan la manipulación de las conciencias, aniquilando los sentimientos más sanos y de propia identidad y criterio del colectivo, en función del odio y la confrontación que fundamentalmente beneficia a los halcones de Washington.
En la gran prensa colombiana de hoy, enlazada con la prensa burguesa del continente y del orbe en general, tenemos instalados a los nuevos gauleiter [en la Alemania nazi, eran los líderes regionales del partido nacionalsocialista], dirigiendo la propaganda fascista de un régimen que ha sido destinado por el imperialismo para servir de punta de lanza de la recolonización y el saqueo del continente, promoviendo una campaña de odio irracional contra los opositores verdaderos y contra la protesta social que han convertido en terrorismo.
Como ministerio de la guerra mediática, de la desinformación, de la propaganda sucia contra la oposición real, vanagloriando al führer Uribe, ellos sobre todo, han contribuido a acrecentar su despotismo endiosándolo y presentándolo como el único ser capaz de gobernar a Colombia; pretendiendo crear en la mentalidad popular la idea de la necesidad de su segunda reelección y cimentando la guerra contra los vecinos. De tal manera que son estos medios tan culpables como el que más de tanto crimen y tanta impunidad.
En ratas inmundas como los Juan Gossain, Darío Arismendi, Néstor Morales, Salud Hernández…, o Claudia Gurisatti, entre otra cantidad de corresponsales de la muerte y del odio, está el encargo de ensalzar tanto al régimen de la nefanda doctrina fascista de la “Seguridad Democrática”, como al imperio. Son ellos los hitlerianos Joseph Goebbels del momento, fétidas heces de esa cloaca que es el mundo mediático de hoy, los facultados para peroratar la indecente teoría del “efecto teflón”, según la cual todo lo malo que hace el paramilitar de la Casa de Nariño lo catapulta hacia la cima de la aceptación popular y su tercer período presidencial.
Al tiempo que ocultan que es el cinismo y la perfidia lo que recubre al nefasto mandatario y a su séquito de gobierno; al tiempo que disimulan los crímenes y la impunidad que son esencia del régimen; al tiempo que recubren con un manto de silencio la crisis humanitaria y la miseria que se profundizan como consecuencia de la seguridad democrática…, los medios propagandizan la insulsa y quizás frívola invención del 80%, el 85%... y hasta más en la aceptación y “popularidad” del horrendo asesino. Semejante asquerosidad no puede ser menos que un agravio a la dignidad de los millones de colombianos que padecen el dolor, el luto y la zozobra generados por los millares y millares de muertos, desaparecidos, presos sin causa, lo mismo que los ya incontables desplazados y desterrados por el terrorismo de Estado que encabeza Uribe Vélez.
Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia
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