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USA, renuente a soltar la presa |
¿Habrá algo más convincente que el agotamiento de la economía y de las fuerzas armadas de la Unión, las pérdidas humanas causadas por la resistencia nacionalista, el consiguiente ánimo contrario a la guerra de la mayoría de los ciudadanos norteamericanos y el descrédito internacional del Gobierno de Washington?
No en balde hemos tomado la rotunda aseveración inicial de colegas como el español Alberto Piris. Eso indica que más de uno en este mundo del análisis y la previsión apuesta por un escenario de permanencia. Permanencia que sería otro gesto irreverente, otro ademán público del Imperio, ensoberbecido incluso en medio de una recesión que hace recordar el pataleo de los ahorcados. ¿Las señales? Decididamente ciego quien no las perciba. Por qué, si no, los gringos han comenzado a ocupar la gigantesca embajada levantada en la conocida Zona Verde bagdadí –búnker multiplicado en más de 40 hectáreas-, cuyo costo se estima en 736 millones de dólares y que acogerá a unos mil funcionarios, amén de numerosos vigilantes armados y personal contratado, de servicio y auxiliar de todo tipo. Alrededor de cuatro mil personas integrarán el staff de “la mayor representación diplomática de los Estados Unidos en todo el orbe”, la cual supondrá una erogación anual cercana a los mil 200 millones de dólares, conforme a fuentes senatoriales.
Y quien dude de la clasificación, sepa que ese “espacio de trabajo fortificado” dispone de 20 edificios, central eléctrica propia, suministro independiente de agua, campos de deportes, piscinas, centros comerciales y toda clase de establecimientos. Y claro que de un sistema autónomo de defensa antiaérea contra misiles… Lo que obliga a preguntarse: ¿estaría presto a irse definitivamente alguien que ha trasladado a ese sitio un confortable remedo de sus lares? Como sigue afirmando nuestra fuente, que cita a otras, vinculadas con el servicio exterior de Washington, no resulta lógico invertir tanto dinero y tantos esfuerzos en algo que se abandonará en un plazo relativamente breve.
Entonces, llevan razón aquellos que insisten en que, más que de una simple embajada en país extranjero, se trata de una desde la cual el Imperio intentará controlar todo el Oriente Medio, zona la mar de crítica para sus intereses. Y la legación de marras no está sola en grima, por supuesto. Recordemos que “las tropas de Estados Unidos han echado ya profundas raíces en territorio iraquí. Las cuatro grandes bases militares proyectadas inicialmente por las fuerzas armadas de EEUU han sido progresivamente reforzadas, lejos de los focos de los medios de comunicación”.
Repitamos: lejos de los medios de comunicación. Nada mejor que esto para pergeñar una “presencia militar sin límite definido”, como ha develado el británico The Guardian, entre otros, y con la intención denunciada de sustituir el mandato de Naciones Unidas por un acuerdo bilateral que autorice a USA a “efectuar operaciones militares en Iraq y detener a quien se considere necesario por motivos de seguridad”. A todas luces, la carta blanca ansiada por la Oficina Oval, que, eso sí, se baña pero deja la ropa a buen recaudo: la autorización se describe como temporal y contiene la salvedad tartufesca de que “no se desea mantener bases ni presencia militar permanentes”. Expresión que cae en el descrédito y la inoperancia por su propio peso, al no estar insertada en un contexto que suponga un programa para la partida. “Caramba, cuánto habrá que contemporizar con la maldita opinión pública”, se dirán los personeros de la Casa Blanca. Y los del Gobierno títere encabezado por Nuri al Maliki.
“Concesiones” frente a indignación
Títere, cipayo y más que cipayo, sí, porque de lo contrario este primer ministro impuesto no habría firmado un acuerdo secreto (otra vez The Guardian) de estancia indefinida de los cerca de 165 mil militares -160 mil de ellos, gringos- y 182 mil mercenarios que se pasean por Iraq, o por aquellas regiones de Iraq donde la resistencia les permite un poco de resuello, dejando como estela el caos social, político, militar y económico, en lugar de la libertad pregonada como divisa de la invasión.
Y, por favor, no vayamos a justificar al gabinete con la presión a que lo somete Washington secuestrando 50 mil millones de dólares iraquíes en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. Por si quedara alguna duda al respecto, la reseña del académico cubano Omar Rafael García Lazo nos sirve de tónico oftálmico: La ONU estima en cerca de cuatro millones la cantidad de desplazados iraquíes, de los cuales más de la mitad están refugiados en países vecinos y sufren serias limitaciones económicas y legales. La otra parte vaga por el país, huyendo de la violencia sectaria, de los abusos de los ocupantes, expertos en la violación, el saqueo, el tiro súbito y otras “artes” marciales.
Huyendo del hambre. Actualmente (según un estudio de Oxfam Internacional citado por García), el 43 por ciento de la población se encuentra en la extrema pobreza, cifra que sin duda aumentará, pues el Gobierno estipuló la eliminación total de la cartilla de racionamiento, que se entregaba desde 1991, bajo el mandato del “diabólico” Saddam Hussein, y que permitió a la población sobrevivir a las sanciones de la ONU y a la debacle acarreada por la ocupación.
La eliminación de la cartilla supondrá no más que una pretendida entrada de Iraq en la modernidad. Pretendida, porque provocará el incremento de las penurias en un país que –más que paradoja, parece un sarcasmo- dispone de las terceras reservas de petróleo en el planeta. Con un desempleo que oscila entre el 50 y el 70 por ciento de la población económicamente activa, se espera el aumento de la desnutrición infantil, ahora oficialmente en el orden del 50 por ciento, para mayor inri de un gabinete “nacional” y de unos colonialistas que causan una situación digna de figurar en la lista de los crímenes de lesa humanidad: el 11 por ciento de los niños iraquíes con edades de entre 11 y 14 años trabajan jornadas de diez horas, expuestos a abusos físicos y sexuales, sobre lo que alerta la Unicef, organización que asimismo denuncia hechos como el reclutamiento de numerosos pequeños por las milicias confesionales para realizar ataques armados, incluso suicidas, a cambio de dinero. La causa última de este entuerto ¿podrá ser otra que la invasión gringa?
Claro, no seamos tan ríspidos con los invasores y su cohorte de marionetas locales. Si es cierto que el 50 por ciento de los niños no asisten a las aulas primarias por el temor a ser presas de la violencia o por el cierre o la destrucción de las escuelas, y que el 40 por ciento no tiene acceso al agua potable… también es cierto que el Gobierno de Al Maliki y la Compañía C3, de Los Ángeles, no han dudado en un acto conjunto de suma filantropía: la construcción, en Bagdad, de un gran complejo recreativo al estilo de Disneylandia, “sobre las cenizas del antiguo parque infantil de esa ciudad, destruido colateralmente por alguna bomba también made in USA”. (Así que no tendrán escuelas, cobertura médica, los niños de Iraq, pero nadie les podrá quitar, señores, un parque a la gringa, con museo, teatro, zoológico, zona de equitación… y hasta unas prometidas 200 mil patinetas. A qué más, ¿no?)
Tan inteligible, desembozado resulta el panorama, que la furia del pueblo se ha disparado ante las exigencias estadounidenses de utilizar bases militares permanentes. Al extremo de que Washington se ha visto obligado a la finta, a la sabichosa táctica de hacer el tonto, y ha entrado en relativo toma y daca en las negociaciones. El salomónico George W. Bush se ha declarado dispuesto a modificar demandas, para que el gabinete de Al Maliki pueda blasonar de haberle arrancado concesiones significativas, y propiciar la firma de un acuerdo, el 31 de julio.
Por ejemplo, USA está bajando el número de bases de 58 a unas docenas, y pregona su decisión de transigir en el tema de la inmunidad legal para los contratistas extranjeros, conforme a una información filtrada al periodista Patrick Cockburn, quien la utiliza en un artículo aparecido en el digital CounterPounch. Y puede que verdaderamente disminuya la cifra de bases, pero ¿significaría esto que las que queden estarían menos reforzadas? No, a juzgar por la nueva embajada de Iraq, o del Oriente Medio…
Embajada que, acabemos de decirlo, entre otros fines “diplomáticos” se encargará de defender los intereses de socios como cuatro de las mayores compañías petroleras occidentales (BP, Exxon Mobil, Shell y Total), que conversan, plácidamente, con el ministerio del petróleo de Iraq desde que el vicepresidente yanqui, el inefable Dick Cheney, visitara ese país en marzo, cuando se dio el lujo de presionar al Gobierno con el fin de que éste, ni corto ni perezoso, reactivara sus esfuerzos para aprobar la ley de hidrocarburos, bloqueada por los diputados nacionalistas. Y mire usted: la firma de los contratos representará la privatización de una esfera que provee de cerca del 90 por ciento del presupuesto de ese Estado.
La contraparte
¿Recuerdan que la antigua guerra se libraba fundamentalmente entre la comunidad sunita y un gobierno dominado por los chiitas en alianza con los kurdos, dizque preteridos en tiempos del sunita Saddam? Bueno, al parecer la situación está sufriendo los vaivenes de la dialéctica, se está sumiendo en un cambio que algunos previeron. Hoy las filas de la resistencia cuentan entre los combatientes más decididos, más relevantes, al clérigo radical Muqtada al Sadr, representante por antonomasia de las masas chiitas empobrecidas. Según cálculos confiables, unos diez millones de chiitas –son chiitas entre el 30 y el 40 por ciento de los 27 millones de iraquíes- apoyan al barbado hombre de negro cuyos seguidores se enzarzaban una vez más en unos al parecer inacabables combates con los gringos cuando se redactaban estas líneas.
Pero si fueran solo los conmilitones de Al Sadr, exultantes estarían los yanquis. Conforme a un despacho de Jim Lobe, corresponsal de IPS en Washington, “pese a la reducción de la violencia en los últimos meses, Estados Unidos corre el riesgo de quedar empantanado en Iraq por un largo tiempo, con serias consecuencias para sus intereses en otras partes del mundo”.
Lobe sabe al dedillo lo que dice. No en balde cita a expertos que en 2006 asesoraron al Congreso. Expertos cuyo informe subraya que los menores niveles de violencia han reportado muy limitados progresos hacia la reconciliación nacional y que los avances en materia de seguridad son “frágiles y están sujetos a la presencia de las fuerzas estadounidenses”, que no se encuentran “más cerca de abandonar Iraq que hace un año atrás”.
Ello se debe a que “los progresos en el terreno político son tan lentos, vacilantes y superficiales, la fragmentación social tan marcada” (…) que “alcanzar un desarrollo político duradero puede tomar de cinco a diez años de un completo e incondicional compromiso con Estados Unidos”.
Y los resultados podrían no justificar el costo. Algo en lo que coinciden muchos analistas, ante una resistencia que, aun atrapada mediáticamente entre los atentados masivos e indiscriminados de la opaca red Al Qaeda y la violencia sectaria –al decir del colega Carlos Varea, en la digital Hoja de Ruta-, influye con pasión irreprimible en que USA pierda diariamente, como media, dos soldados, y se gaste al mes 12 mil millones de dólares, tres veces más que en 2003. Lo cual, en fin, impele a pensar que, aunque los gringos quieran quedarse, la fuerza de cataclismo proveniente del pueblo iraquí podría ponerlos en abierta estampida.
Eduardo Montes de Oca

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, mentiras, multitud, politica, violencia.
"Hablamos de una retirada total de las tropas extranjeras. Es muy difícil definir una fecha precisa para la partida de estas fuerzas", añadió Rubaie en una conferencia de prensa en Nayaf (centro), tras reunirse con la mayor autoridad religiosa chiita del país, Ali Sistani.
"El gobierno iraquí habla de una fecha, y la parte estadounidense se refiere a su propia fecha. A día de hoy, no hemos conseguido llegar a un acuerdo sobre este problema", destacó el consejero del gobierno iraquí.
El primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, pidió el lunes, por primera vez, que Estados Unidos entregara un calendario de retirada de sus tropas en Irak.
Estados Unidos rechazó este martes la petición iraquí y supeditó su retirada a la situación sobre el terreno.
"El gobierno estadounidense y el gobierno iraquí están de acuerdo sobre el hecho de que nosotros, Estados Unidos, queremos retirarnos y nos retiraremos. Pero esta decisión se tomará en función de las condiciones sobre el terreno", declaró un portavoz del departamento de Estado, Gonzalo Gallegos.
El presidente estadounidense George W. Bush se opone a la fijación de una fecha y se decanta más bien por adaptar la táctica a las circunstancias para evitar que sus tropas se vean delimitadas.
El martes, el Departamento de Estado indicó que Estados Unidos no divulgaría informaciones sobre las negociaciones que se están llevando a cabo.
En Irak, el movimiento radical chiita de Moqtada Sadr, el gran enemigo de Washington, anunció que apoyaba a su gobierno en esta iniciativa. Antes había calificado el futuro acuerdo de seguridad como un instrumento de "esclavitud eterna" de Irak.
El debate sobre la retirada de las tropas de la coalición resurge cuando Washington y Bagdad negocian un acuerdo estratégico para solucionar el espinoso tema de la presencia estadounidense en el país después de 2008.
Se trata de encontrar un marco legal para mantener las tropas de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, tras la fecha de expiración de su mandato establecido por el Consejo de Seguridad de la ONU, el 31 de diciembre de 2008.
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