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Que un café se lo puede permitir cualquiera, no era hasta ahora cuestionable. Pero la alarma de que lo peor está por venir salta cuando la principal cadena de cafeterías del mundo Starbucks pone de patitas en la calle a 12.000 de sus trabajadores, el 7% de su plantilla, y echa el cierre a 600 de sus 16.000 cafeterías.

No es una cadena de restauración de lujo la que toma que tomar medidas tan traumáticas, si no una empresa cuyo producto estrella más caro ronda los 3 euros, más barato al cambio en dólares. Un detalle que revela que la crisis es más dura de lo que nos cuentan y que ha penetrado muy fuerte en los estamentos de a pie de calle.

Si bien sus cafés son de media más caros que los de otros competidores, no le ha valido de nada su iniciativa de vender tazas –en este caso, vasos de plástico- a un dólar. Realmente ha llegado tarde y la crisis le ha ganado por mano.

Y ya sabemos que cuando en EE UU meten la tijera de esta manera, no es ni más ni menos del anticipo de lo que nos espera en Europa. Las familias españolas ya han dejado desde hace tiempo de lado los gastos superfluos. Se rebaja la factura en los restaurantes, se tira menos del móvil y el gimnasio se ha convertido en un local de lujo.

Las firmas textiles también lo están notando en sus propias carnes. Llegan las rebajas con el carrito lleno de mercancías y anuncian que son las peores en mucho tiempo. Hasta las que más bajo precio ofrecen, como Inditex, empiezan a notarlo en sus carnes.

La última es la británica Marks & Spencer, cuyas ventas han caído un 5,3%, lo que se ha traducido en un desplome de la acción de más del 20%, hasta el nivel más bajo en siete años. Lo más duro es que la división de alimentos ha registrado un descenso del 4,5%, lo cual indica que el ciudadano de a pié se ha apretado el cinturón hasta para llenar la nevera

Pese a los regates lingüísticos de Zapatero, para muchos no es una cuestión opinable si hay o no crisis. Lo están viviendo en sus carnes. Comer en casa cuesta más, llenar el depósito del coche es un 20% más caro, la luz nos la sube el Gobierno para alegrar a las eléctricas y la hipoteca se ha encarecido en un año más de 900 euros. Lo único bueno es que las rebajas son de un porcentaje nunca visto. El problema es que no hay dinero para comprar y con el paro creciendo a velocidad galopante habrá menos.

Concha Rubio

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