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Caos en Afganistán |
¿Puede alguien decir exactamente por qué están luchando las tropas extranjeras en Afganistán? ¿Cuál es la finalidad colectiva, la misión específica, el objetivo último de los 60.000 soldados que están ahí? Lo pregunto porque mientras escribo estas líneas, el número total de muertos estadounidenses en Afganistán “y la zona” es de más de 450, y han llegado noticias de la muerte de más soldados británicos y estadounidenses. Y me pregunto para qué han muerto todos ellos.
Existen tres diferentes organizaciones militares extranjeras en Afganistán y llevan a cabo operaciones de manera completamente diferenciada. La Fuerza Internacional de Seguridad y Asistencia, los contingentes militares de los países de la OTAN y las fuerzas estadounidenses independientes no tienen un sólo cuartel general en común; tienen Normas de Combate que no están en absoluto relacionadas entre sí (una situación absurda y casi increíble); y no tienen un comunicado de misión conjunto. Si a un capitán joven de cualquier academia militar del mundo se le dijera que hiciera una planificación de la dirección de operaciones militares en un país extranjero y presentara semejante disparate, se reirían de él y lo echarían.
La situación en Afganistán va de mal en peor, pero antes de esbozar la historia del fracaso militar extranjero en este duro y brutal país, habría que indicar que su vecino oriental, Pakistan, sigue acogiendo al mayor número de refugiados existente en ningún otro país de nuestro horrible mundo. Ninguna otra nación ha aceptado tantas personas desplazadas durante tanto tiempo, o ha recibido menos gratitud internacional por su generosidad con los exiliados extranjeros. Por supuesto, ha habido una atenta asistencia por parte del santo Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, cuyo personal en todo el mundo raramente recibe el reconocimiento que merecen. Pero Pakistán tampoco ha recibido reconocimiento alguno por acoger a millones de afganos, algunos de los cuales están decididos a destrozar el país que les ha dado refugio.
En Pakistán permanecen más de un millón y medio de afganos que tienen el estatuto de refugiados (más unos 400.000 que han sido absorbidos, de manera legal o de otras maneras, en la sociedad pakistaní). Independientemente de cuánto deseen hacerlo, no pueden volver a su país porque sigue estando en una situación de caos gracias a la extranjeros ineptos, malvados fanáticos, políticos corruptos en fase terminal y despiadados matones tribales a los que el gobierno y las fuerzas de ocupación permiten dirigir sus feudos sin consideración algunas por las leyes de Dios o del hombre.
La Oficina General de Auditoría del gobierno estadounidense dejó claro la semana pasada que no habría más fondos para adiestrar al ejército afgano porque no existe un “plan detallado y coordinado” para su futuro (tras cinco años de ocupación militar en el país). ¿Recuerdan las caóticas escenas en Kabul el pasado mes de abril cuando el presidente Karzai huyó para salvar su vida y unos soldados afganos huyeron igual de rápido del escenario de un tiroteo contra un desfile militar? Esta comedia negra resumía la patética falta de eficacia del ejército afgano. Y la situación en Afganistán sería para desternillarse de risa debido al toque patoso y aficionado de tantas naciones occidentales, si no fuera porque la mayoría de sus ciudadanos están en un estado pobreza, miedo y abatimiento aún mayor que el que había cuando los raros, fanáticos, ignorantes y psicóticos talibán estaban en el poder.
Después de tres guerras afganas de Gran Bretaña en los siglos XIX y XX, la Unión Soviética decidió en un ataque de locura del Kremlin (ya que resultó ser un error descomunal) que ellos iban a tener éxito ahí donde los británicos habían fracasado, así que en 1979 invadió un país que había estado funcionando bastante bien hasta que un golpe de Estado depuso a unos dirigentes que realmente trataban de ser avanzados socialmente y de mejorar la vida de los afganos de a pie. En el curso de la Cuarta Guerra Afgana el país fue destruido y los brutales “luchadores por la libertad” muyaidines prosperaron a consecuencia de los generosos subsidios estadounidenses. Su brutalidad fue promovida por belicosos extranjeros cortos de miras cuyos egos sólo se correspondían al tamaño de sus carteras.
Cuando la Unión Soviética se retiró de Afganistán se esperaba que las potencias occidentales se iba a juntar y ayudar al país en su momento de gran necesidad. Eran absolutamente imperativos la reconstrucción, la buena gobernanza y el restablecimiento del imperio de la ley. No hubo ni un ápice de ninguno de ellos. En Afganistán no hay petróleo. Aparte de la heroína, no produce grandes cantidades de nada comercializable, así que había ninguna trama deseable que urdir. No se fomentó la democracia; ni se pensó en apoyar a los pocos dirigentes afganos progresistas que querían aportar al menos un atisbo de mejora social y de igualdad al país sumido en la ignorancia y en un estado de anarquía. Así que los imbéciles de los talibán llegaron al poder y empujaron a Afganistán aún más hacia la Edad Media.
Pero debido a que los aviones suicidas saudíes del 11 de septiembre en Estados Unidos estaban pilotados por un lunático asesino saudí que vivía en Afganistán, el lugar se convirtió en una prioridad. No para el desarrollo, por supuesto, porque esto era la última cosa en las estrechas mentes de George Bush y su demente equipo: su prioridad era la venganza. Los ataques aéreos estadounidense destruyeron innumerables pueblos y mataron a un número indefinido de afganos. Un ataque a la zona en la que se suponía que estaba escondido Ben Laden fue ridículamente infructuoso y todavía está por contar lo que pasó realmente en aquel extraño y militarmente nada profesional ataque (en mi próximo libro doy algunos detalles, pero me encuentro limitado por haber firmado hace muchos años la Ley de Secretos Oficiales que, como contaba la maravillosa serie BBC TV ‘Yes Minister,’ “no está para proteger secretos. Está para proteger altos cargos”. Con todo, he aquí algunos puntos interesantes).
Los brutos afganos a los que los medios de comunicación occidentales dignifican con el término “señores de la guerra” (ya que la palabra tiene algo de aventurero que atrae a los escritorzuelos y escritores de titulares) pero que no son más que mugrientos gánsteres tuvieron sus momentos de gloria por cortesía de la CIA y del MI6. Asesinaron a cientos de sus enemigos más cercanos y se estuvieron riendo durante todo el camino hasta llegar a sus bancos suizos, mientras que Ben Laden desaparecía. En otra parte los tiempos fueron aún más vengativos y lucrativos para los matones de la droga. La Quinta Guerra Afgana ha sido buena para algunos, especialmente las decenas de corruptos miembros del actual gobierno de Kabul que han prosperado considerablemente (sus nombres son bien conocidos por las naciones occidentales implicadas en Afganistán. En mi última visita a Kabul obtuve descripciones detalladas de nombres, lugares y cuentas bancarias).
Pero la semana pasada el inútil presidente de Afganistán, Karzai, afirmó que el ejército afgano cruzaría la frontera hacia Pakistan para perseguir y matar a cualquiera que hubiera estado luchando contra fuerzas afganas o de la “coalición”. Esta seria una declaración muy grave si no fuera por el hecho de que la Oficina General de Auditoría estadounidense ha observado que “sólo dos de las 105 unidades del ejército afgano se consideran [operativamente] capaces” y una tercera parte de ellas capaces de actuar “sólo con apoyo internacional rutinario” (hay que entender por ello bombardeos masivos de Estados Unidos como el que mató al mayor Akbar del ejército paquistaní y a diez de sus guardias de frontera el pasado 11 de junio).
Afganistán es una zona de desastre. Las vidas de cientos de soldados extranjeros han sido sacrificadas por sus gobiernos. El ejército de Pakistán ha sufrido miles de muertos y heridos. ¿Para qué? La sabiduría colectiva del condescendiente occidente no ha producido otra cosa que caos, muerte, corrupción, odio y florecientes exportaciones de heroína.
¿Se puede pensar con algo de optimismo que los próximos cinco años de la Quinta Guerra Afgana van a ser algo mejores que los últimos si se aplican las actuales políticas?
Ya es hora de que el sentido común llegue a Afganistán de la mano de todos los inteligentes extranjeros que creen que saben cómo se debería gobernar el país.
¿Cree alguien que esto ocurrirá?
Etiquetas: conocimiento, medios, mentiras, multitud, politica, violencia.
La transición entre la primavera y el verano, estaciones habituales para la guerra en la montañosa Afganistán, marca el inicio de las grandes operaciones militares, tanto para las fuerzas ocupantes y sus aliados nativos como, de forma creciente de año en año, para la resistencia talibán.
Una ofensiva de primavera que, hasta la fecha, ha tenido su momento álgido con el asalto a la principal prisión de Kandahar y la liberación de un millar de prisioneros, coincidiendo además con una conferencia internacional de donantes en París que prometió 20.000 millones de dólares de ayuda a la reconstrucción del país.
Días después, un millar de soldados afganos con cobertura aérea extranjera lanzaron una operación contra el distrito estratégico de Argandab. Las fuerzas talibán se habían para entonces disuelto en el aire.
70.000 soldados
Alrededor de 70.000 soldados extranjeros están desplegados en Afganistán, de ellos 53.000 en el seno de la ISAF, que comprende contingentes de 40 países. El resto están encuadrados en la coalición Libertad Duradera, bajo mandato de EEUU.
El general Carlos Branco, portavoz de la ISAF, trata de relativizar estas cifras de bajas y las pone en relación con los contingentes en el país. Así, señala que teniendo en cuenta el imparable refuerzo de tropas en Afganistán, «el ratio de muertos por cada 1.000 soldados sigue siendo prácticamente el mismo». Insiste además en el hecho de que la ISAF se ha desplegado en nuevas regiones.
Matices que no pueden ocultar una preocupante realidad: Afganistán está igualando e incluso sobrepasando a Irak como el campo de batalla más peligroso de la llamada «guerra global al terrorismo».
31 soldados extranjeros murieron en junio en Irak frente a los 51 en Afganistán. Y eso que los soldados extranjeros destinados en el país centroasiático representan menos de la mitad que el contingente en Irak.
Con todo, las pérdidas en Afganistán siguen siendo mucho menores que las sufridas por el Ejército Rojo en la invasión soviética. En casi siete años, Occidente ha perdido 900 soldados. La URSS, que envió a 100.000 efectivos, perdió entre 1979 y 1989 a 15.000 soldados.
La «nueva Rusia» vuelve con tiento al viejo tablero afgano
En un momento en el que EEUU no oculta su preocupación por los crecientes reveses en Afganistán y muestra públicamente su impaciencia ante el escaso entusiasmo de sus aliados por implicarse de lleno en una batalla en aquel indómito país, Rusia ha decidido mover sus piezas y ha arrancado a Washington un compromiso por el que Moscú suministrará armamento a las milicias que tratan de apuntalar el Gobierno títere de Kabul.
Como señala M.K Bhadrakumar, experto en Afganistán en un artículo en «Asia Times» recogido por la web de Rebelión, ello no quiere decir que EEUU esté dispuesto a permitir un desembarco ruso en Afganistán. Un diario polaco difundió en marzo una noticia sobre un eventual despliegue de tropas rusas, lo que provocó protestas en las calles afganas. Todo apunta a que la «filtración» provino de servicios secretos occidentales y tenía como objetivo agitar viejos fantasmas y tratar de legitimar la actual presencia de la OTAN en el país.
Tampoco es que Rusia esté por la labor. Y es que no olvida la grave derrota que le infligieron los «mujahidin» afganos, con el apoyo, eso sí, de EEUU, Arabia Saudí y Pakistán.
Sin embargo, el poder ruso tiene interiorizada la tesis de que fue el recorte en los suministros soviéticos al régimen títere de Mohamed Nayibullah lo que provocó su definitiva caída.
En todo caso, una mayor implicación rusa en Afganistán, incluso de la mano del desembarco de los cuadros militares de la era de Nayibullah, precisaría el placet de EEUU. Lo que no quiere decir que Rusia no siga jugando sus cartas en Asia Central.
Otras tres personas de una casa adyacente resultaron heridas en el ataque.
Todavía se desconocen las razones del bombardeo aéreo sobre la casa, cuyo propietario fue identificado como Ahmed Zaidan, según las fuentes, que añadieron que se dedicaba a la agricultura.
El Ejército estadounidense todavía no ha ofrecido su versión sobre los hechos.
Por otro lado, fuentes policiales iraquíes informaron a Efe de que dos personas, entre ellas un menor, murieron y otras 60 sufrieron heridas anoche por el estallido de un coche lleno de explosivos frente a una comisaría de policía en Mosul, capital de la provincia meridional de Nínive.
Mientras, la televisión de noticias qatarí 'Al Yazira' mostró hoy las imágenes de ocho cadáveres mutilados en Mazra, en la provincia de Salahedín.
Según 'Al Yazira', los cuerpos pertenecen a una misma familia, pero no ofreció más información sobre las circunstancias de las muertes ni de sus autores.
Desde febrero del pasado año, las fuerzas norteamericanas y las tropas nacionales cambiaron la táctica para enfrentar la resistencia, lo cual derivó en el incremento de campañas ofensivas en el centro y norte iraquíes, zonas supuestamente ya bajo control.
Con los meses, esas operaciones se extendieron hacia el sur, donde el control del escenario permanecía en manos de grupos armados de la comunidad chiíta, a los cuales el gobierno califica de enemigos, pese a su coincidencia confesional.
Ahora con una decena más de muertos, el mes de junio pone fin al mito de un Iraq recobrando la seguridad para, primero, extender la autoridad gubernamental, y, segundo, permitir que los soldados estadounidenses pasen a los cuarteles.
Pero junio no sólo fue mortífero para los norteamericanos en Iraq, sino también en Afganistán donde perecieron 27 soldados, la cifra más alta desde octubre de 2001.
A partir de los balances de medio año dados a conocer por medios de prensa, se concluye que una gran cantidad de informaciones sobre lo que ocurre en este país del Golfo Pérsico es escamoteada al público bajo clasificaciones de diverso tipo, sea confidencial o de secreto de estado.
Según icasualties.org, hasta abril de este año la cifra de reportes de norteamericanos heridos en Iraq ascendió a 29 mil 778.
En tres semanas que se contaron en mayo de este año hubo 150 casos registrados y en dos del mes de junio, 58.
Todo eso suma 29 mil 986 reportes de lesionados -se estima que superan los 30 mil- muchos de los cuales no retornaron al teatro de la guerra y se desconoce cuál fue su destino, si murieron o quedaron inútiles para el resto de sus vidas.
Las estadísticas cambian cuando el herido abandona Iraq y no retorna a combate en las 72 horas siguientes, como lo contemplan las estadísticas de icasualties.org, basadas en las informaciones y comunicados de la Secretaria de Defensa norteamericana y del Comando Central.
Además de ese mecanismo para camuflar las pérdidas, las tropas de ocupación también retardan las informaciones sobre los caídos, generalmente, ninguna baja mortal se notifica el mismo día del hecho.
El mando de esa fuerza tampoco identifica a las víctimas, con el argumento de que la familia debe conocer primero la pérdida, para lo cual el Pentágono le envía un comunicado.
Lo anterior deja espacios libres a la manipulación informativa, que posibilita crear un perfil de artificio, mientras se esconde la realidad letal de una guerra que sus soldados no pueden ganar.
Pero Bush dijo que también fue un mes difícil para los combatientes del Talibán. Las ex gobernantes milicias islámicas han repuntado con una fuerza mortal desde su derrocamiento hace seis años y medio por las tropas aliadas encabezadas por Estados Unidos.
En los últimos dos meses, han muerto más soldados norteamericanos y de otros países de la OTAN en Afganistán que en Irak, pese a que en ese país hay tres veces más tropas de Estados Unidos y sus fuerzas aliadas.
En junio, murieron 28 estadounidenses en Afganistán. Fue el total mensual más alto de la guerra, que empezó en octubre de 2001.
Para toda la coalición invasora presidida por Estados Unidos en Afganistán, la cifra de muertos fue de 46, también la más alta desde el comienzo.
Bush habló con los reporteros durante una reunión en el Rosedal de la Casa Blanca. El presidente usó el evento para promover sus ideas para la próxima reunión en Japón del Grupo de los Ocho Países más industrializados de occidente. También habló sobre Irán, el cambio climático y los precios de la gasolina.
El Pentágono predijo que es probable que suba el ritmo de ataques de la insurgencia en Afganistán este año, a pesar de los esfuerzos estadounidenses por capturar a los líderes más importantes.
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