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Balance cumbre y contra cumbre G8 |
Curiosa paradoja, los presidentes de los países más ricos del mundo celebraron las conclusiones sobre la crisis alimentaria con un banquete en un hotel de lujo de la isla de Hokkaido. Sus anfitriones japoneses reclutaron a 25 chefs para ofrecer manjares dignos de los paladares más exquisitos.
Sobre el alto precio de los alimentos que atenaza a millones de personas, el G8 tan sólo se mostró «dispuesto a explorar posibles opciones» para garantizar la seguridad alimentaria.
Los líderes del G5 señalaron que la crisis alimentaria «no es un problema causado por los países en desarrollo», por lo que exigieron a la comunidad internacional una solución rápida del problema, que achacaron en parte a los subsidios agrícolas que conceden los países ricos, que «distorsionan el comercio y han obstaculizado el desarrollo de la capacidad de producción de alimentos en los países en desarrollo, reduciendo críticamente sus posibilidades de reacción frente a la crisis».
Los ocho países más industrializados del mundo se mostraron satisfechos por haber podido firmar un acuerdo en torno al calentamiento global, pese a que el objetivo que asumieron para reducir las emisiones de CO2 a la mitad se fijó la fecha de 2050 y no incluyó ninguna meta concreta a medio plazo, como demandaron los países emergentes. Igual de vago fue su planteamiento en torno a la crisis alimentaria mundial, pese a los apremios de la ONU.
El acuerdo fue calificado de «éxito» por Japón, la UE y EEUU, más por haber conseguido estampar sus firmas que por su contenido. En cambio, los países emergentes del G5 (Brasil, México, India, China y Sudáfrica) observaron la necesidad de una «responsabilidad compartida equitativa» contra el calentamiento global y que el G8 debe fijarse objetivos más cercanos, como recortar sus emisiones en 2020 entre un 25% y un 40% respecto a sus niveles de 1990.
Las ONG medioambientales criticaron que el presidente de EEUU, George W. Bush, había bloqueado todo avance sobre calentamiento global con la ayuda de Canadá. Greenpeace afirmó que el G8 tiene una actitud de «escasa responsabilidad» frente al reto del cambio climático, y que los acuerdos alcanzados al respecto evidencian que esos países dan «la espalda al mundo una vez más».
Por otro lado, cientos de personas se volvieron a manifestar en contra del G8 en Sapporo y en varias marchas iniciadas desde los tres campamentos que albergan a los activistas, que recorrieron unos 17 kilómetros con mensajes en los que clamaban que es «antidemocrático» que tan sólo los líderes de los ocho países más ricos del mundo decidan sobre lo que afecta a todos. Una de las manifestaciones fue disuelta y todas transcurrieron rodeadas por un apabullante contingente de policía, parte de los 20.000 agentes desplegados, que han extendido el miedo entre los activistas. «Un interrogatorio constante con intimidaciones durante 23 días es algo difícil de superar», indico Lisa Suzuta, una de las participantes.

Etiquetas: conocimiento, memoria, mentiras, multitud, politica.
En este escenario, la crisis financiera esta vez impactó al banco Lehman Brothers, cuya acción cayó 15%, y a dos gigantescos brokers de papeles hipotecarios, Fannie Mae y Freddie Mac, que se desplomaron entre el 14 y el 23% en Wall Street.
Fannie Mae y Freddie Mac han acumulado pérdidas del 70% en bolsa en un año por sus dificultades para dotarse de liquidez frente a la crisis y hay serias dudas de que las rescate.
El temor generalizado cundió entre los especuladores y a Wall Street no le convenció que ni el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, ni el secretario del Tesoro, Henry Paulson, aseguraran en el Congreso que las dos entidades cuentan con el capital suficiente.
El pánico a una escalada de nuevos derrumbes en cadena llevó a que el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro Henry Paulson, salieran el jueves a tranquilizar los ánimos antes del naufragio.
"Fannie Mae y Freddie están trabajando durante este difícil período", dijo Paulson ante el Congreso. Sus respectivos reguladores han dejado en claro que tiene suficiente capital.
No obstante, el ex presidente de la Reserva Federal del estado de St. Louis, William Poole, que conoce bien a ambas instituciones, salió a desmentir a Paulson.
Durante una entrevista el lunes con Bloomberg dijo que ambas firmas están al borde de la bancarrota. Se requiere al menos US$ 70 mil millones para rescatarlas. Y ese dinero no esta.
Según Bloomberg, Freddie debe 5.200 millones de dólares más del valor de todos sus activos, mientras que Fannie se está acercando a la misma situación.
El Congreso debería reconocer que estas instituciones son insolventes, dijo Poole, un gran crítico del apoyo que el Estado siempre le ha dado a Fannie y a Freddie a fin de que los estadounidenses puedan cumplir con el sueño de tener un casa propia.
En cuanto al banco banco de inversiones Lehman Brothers, ya perdió cerca de 50% desde el 17 de marzo, la fecha en la cual su rival BearStearns fue adquirido a precio de saldo por el banco JPMorgan Chase, para evitarle la quiebra. En Wall Street se interrogan si Lehman Brothers no va a sufrir igual suerte.
El respaldo brindado por la Reserva Federal a la adquisición de Bear Stearns por el banco comercial JPMorgan Chase fue criticado por los legisladores demócratas, que lo consideraron un rescate gubernamental que podría hacer peligrar miles de millones de dólares del erario.
El presidente la Reserva Federal, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson, dijeron el jueves al Congreso que son necesarios nuevos poderes reguladores para proteger la economía nacional de las consecuencias derivadas del colapso de cualquier entidad importante de Wall Street.
Sus recomendaciones forman parte de un debate más amplio ante la Comisión de Servicios Financieros de la Cámara sobre la reforma del anticuado sistema regulador de Estados Unidos, que data en su mayor parte de la Gran Depresión de los años 30.
El objetivo -señalan- es blindar el sistema para que pueda responder mejor a una crisis como la de la vivienda y la del crédito, muy nocivas para la economía.
Tanto Bernanke como Paulson respaldaron la creación de nuevos procedimientos para que el gobierno pueda liquidar ordenadamente un banco de inversiones quebrado, aislando con ello al sistema financiero y la economía en general.
Esos poderes y procedimientos, existentes en lo que a la banca comercial se refiere -señala el titular de la Reserva Federal- podría haber facilitado una disolución más ordenada de Bear Stearns.
Según expertos de Wall Street, los resultados trimestrales de los bancos estadounidenses que serán anunciados próximamente registrarán una nueva depreciación de los activos que podrían conducir a saldos negativos.
Los analistas dicen que, por su fuerte exposición en los créditos inmobiliarios, se espera por ejemplo que Citigroup y Washington Mutual registren una pérdida y que Merrill Lynch debería también quedar en negativo, por cuarto trimestre consecutivo. Wachovia, el cuarto banco estadounidense por sus activos, anunció que perderá un mínimo de US$ 2.600 a 2.800 millones en estos tres meses.
La crisis bancaria (como efecto de las "subprime") proyectada de EEUU a Europa tiene como protagonistas centrales a los líderes hegemónicos de la especulación financiera a escala global: Bear Stearns, Lehman Brothers, Merrill Lynch, Goldman Sachs, Citigroup y J.P. Morgan, entre otros.
Estas transnacionales del dinero capitalista "sin fronteras", ya pusieron en marcha recortes de personal y achicamiento de sus estructuras operativas.
Según la estimación de The Wall Street Journal, como efecto globalizado de la crisis subprime, las principales entidades financieras del mundo han recortado cerca de 90.000 puestos de trabajo desde que las hipotecas devaluadas infectaran a los mercados de crédito provocando cerca de 400.000 millones de dólares en pérdidas.
Los grandes bancos de inversión (incluidos los europeos) han tenido que hacer enormes provisiones para tapar los "agujeros" de las "subprime", depreciar sus activos y reducir drásticamente sus costos, lo que ha supuesto la caída de presidentes y consejeros delegados de esas entidades, acompañados por decenas de miles de trabajadores despedidos.
El pasado 17 de abril se supo que el banco suizo UBS y el estadounidense Merrill Lynch eliminarían hasta 1.300 empleos en las oficinas que mantienen en Londres debido a las turbulencias en los mercados financieros.
El banco suizo, una de las mayores víctimas europeas de la crisis "subprime" (obtuvo pérdidas de unos 23.200 millones de euros en el primer trimestre y 11.500 en el segundo), decidió suprimir un 10% de su plantilla en Londres y 5.500 en todo el mundo; por su parte, Merrill Lynch (a comienzos del año presentó pérdidas de 1.232 millones de euros) eliminó el 9% de sus asalariados.
Por otro lado, el 5 de mayo, el banco de inversión estadounidense Morgan Stanley planteó una ronda de despidos que afectarían a unos 1.500 trabajadores, alrededor del 5% de su plantilla.
El 23 de junio se conoció que otra entidad financiera, Citigroup, preparaba el despido de 6.500 empleados en su división de banca de inversión.
Este jueves Bernanke afirmó que "Ante el episodio de Bear Stearns, el Congreso debería considerar si son necesarios nuevos medios para lograr la liquidación sistemáticas de importantes firmas (de Wall Street) que se encuentren al borde de la bancarrota, junto con un procedimiento más oficial para decidir cuándo deber ser usados estos procedimientos".
El año pasado los expertos ya habían advertido que si la crisis seguía avanzando, el precio de las propiedades hipotecadas caerían por debajo del valor de los créditos hipotecarios, lo que podría precipitar un hundimiento financiero generalizado con quiebras bancarias, tal como está sucediendo en el presente
En la crisis bancaria que se proyecta desde USA y se expande por el planeta, se entrelazan dos factores: el alto costo del crédito y el retroceso del mercado inmobiliario, este último afectado por la sobreoferta de propiedades y por la incapacidad de numerosos deudores de continuar pagando las cuotas.
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