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Advierten del peligro de atacar a Irán |
Un grupo de profesores universitarios y políticos relevantes de Estados Unidos ha publicado una carta abierta al candidato presidencial del Partido Demócrata norteamericano, Barack Obama, en la que le piden que no ataque Irán, para no repetir el trágico error de Irak.
La carta, publicada el viernes 25, reza: “Nosotros los abajo firmantes, tal vez tengamos distintas opiniones sobre la política exterior de Estados Unidos respecto a Irán. Sin embargo, todos estamos profundamente preocupados por lo que publica la prensa desde hace varias semanas en el sentido de que la administración Bush tal vez esté considerando un ataque militar contra Irán, o que podría dar luz verde a un tal ataque por Israel, o bien emprender otros actos de guerra como la imposición de un bloqueo contra Irán.
En 2002, celebramos su posición contra la guerra en Irak. Y sus afirmaciones al principio de la campaña, insistiendo en el recurso a la diplomacia en relación con Irán, nos infundieron ánimos. Hoy tiene usted una oportunidad de prevenir que se repita la trágica guerra de Iraq. Y esperamos que se sirva de esta oportunidad.
Coincidimos con las conclusiones de Mohamed ElBaradei, director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica en cuanto a que “un ataque militar sería lo peor de entre todo lo posible. Convertiría la región en un incendio caótico…”. Como afirma ElBaradei, “un ataque militar conllevaría que Irán, en caso de que no esté fabricando armas nucleares, lance una carrera en pos de la producción de estas armas apoyada por todos los iraníes, incluso los residentes en Occidente”.
Claro está que nosotros no sabemos si se está considerando realmente un ataque a Irán o si hay planes serios para iniciar otros actos de guerra, como un bloqueo de aquel país. Sería del todo inapropiado y antidemocrático que la administración Bush emprendiese tales acciones, o alentara a Israel a hacerlo, en los meses finales de su mandato.
Un ataque a Irán violaría la Carta de las Naciones Unidos, así como la autoridad del Congreso (de EE.UU.) a la hora de declarar la guerra.
Apoyamos sus alentadoras declaraciones pasadas en el sentido de que la administración Obama actuaría sobre la base de que la seguridad real requiere diálogo sin condiciones previas (algo ofrecido por Irán en varias ocasiones), y de que las amenazas y la acción militar son contraproducentes”.
Entre los firmantes de la carta, figuran: Michael Albert de Znet; Cathy Albisa, directora ejecutiva de Iniciativa Derechos Económicos y Sociales Nacionales; John Amidon, de Veteranos de EE.UU. por la Paz; Stanley Aronowitz, catedrático de sociología de la Universidad de Nueva York; Rosalyn Baxandall, profesora distinguida de la universidad de Italy en Nueva York; Noam Chomsky, catedrático retirado del MIT; Ray Close, especialista de Oriente Medio de la CIA, retirado; Nikki Keddie, historiador de Irán emérito de la Universidad de California y treinta nombres más.

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, mentiras, multitud, politica, violencia.
Faltando tres meses para las elecciones presidenciales, nada está decidido. Los sondeos, aunque dan ventaja al demócrata Barack Obama sobre el republicano John McCain, no son concluyentes. Pero el desánimo cunde en las filas conservadoras.
Tras el fracaso de la Presidencia de Bush, con la que pocos quieren identificarse ya, cada vez más voces piden reformular el mensaje y actualizar las ideas. Por ejemplo, acentuado los tonos sociales y medioambientales.
En un artículo reciente en el diario conservador The Wall Street Journal, la influyente Peggy Noonan, que trabajó en la Casa Blanca de Ronald Reagan, el apóstol del movimiento, lamentaba que los republicanos hubiese "dilapidado" cuatro décadas de liderazgo.
Crisis
"El Partido Republicano sufre una crisis de identidad, una explosión a la luz del día, además de una angustia existencial adolescente", ha escrito el estratega republicano Alex Castellanos en la National Review, órgano intelectual de los conservadores.
Al desastre de Irak y una economía al borde de la recesión se añaden cambios demográficos y sociales -entre otros, la inmigración y la pujanza del voto joven- que pueden alterar las mayorías estables de las últimas décadas. La guerra y el fenómeno Obama han servido a los demócratas para incrementar su base y arañar en la republicana.
En cambio, "desde el 2004, el Partido Republicano ha perdido terreno en casi todos los frentes demográficos y geográficos", constataban hace unos días, en un artículo, Ross Douthat y Reihan Salam, autores del libro "Cómo los republicanos pueden ganarse a la clase obrera y salvar el sueño americano".
Esta semana, en una librería cerca de la Universidad de Columbia, en Nueva York, un grupo de intelectuales vinculados a la revista Dissent -órgano, desde hace décadas, de la izquierda socialdemócrata estadounidense- debatieron sobre la era conservadora y su ocaso. "Íbamos a titular el coloquio El fin de la era conservadora, pero al final hemos añadido un interrogante. Hemos sufrido tantas derrotas y decepciones...", dijo al comenzar el veterano filósofo Michael Walzer, autor de "Guerras justas e injustas" y director de Dissent.
El nacimiento de la era conservadora va asociado a la lucha por los derechos civiles en los años sesenta y a las turbulencias de esa década. Los demócratas perdieron el sur blanco, que hasta entonces había sido un feudo demócrata inexpugnable, después de aprobar las leyes antisegregación. Al mismo tiempo, los disturbios raciales y estudiantiles alejaron a las clases trabajadoras blancas del Partido Demócrata, lo que sentó las bases para la hegemonía republicana.
Cambios
"A mediados de los sesenta el movimiento conservador pasó de ser un movimiento de elite a ser antielite", dijo, en el coloquio, el historiador Joshua Freeman. En su opinión, la era conservadora no empezó realmente hasta 1980, cuando Reagan llegó al poder y desmanteló el Estado del bienestar heredado del "New Deal" de Roosevelt.
"El movimiento conservador era una corriente social e intelectual. Que se acabe dependerá de que haya un movimiento social e intelectual progresista. Y creo que no tenemos ni uno ni otro", apuntó Walzer.
Lo cierto es que el movimiento conservador -una amalgama que incluye desde "neocons" hasta fundamentalistas cristianos, pasando por los conservadores tradicionales- ha transformado Estados Unidos, y, gane quien gane las elecciones de noviembre, en muchos de estos cambios no hay marcha atrás. "Nunca volveremos a tener el Estado del bienestar", lamentó el historiador David Greenberg, quien, sin embargo, cree que algunas ideas progresistas, como el matrimonio gay, cuentan hoy con un consenso social impensable hace unos años.
Dogmas conservadores -plenamente asumidos y desarrollados por los demócratas en los años noventa- como el libre mercado también se tambalean. En los últimos meses, el Gobierno de Estados Unidos y la Reserva Federal se han visto obligados a rescatar entidades financieras en dificultades. "Esto es socialismo", se ha quejado algún legislador republicano.
Tras años de desmadre en Wall Street, el debate para regular mejor los mercados está a la orden del día. Paralelamente, la crisis económica y los miedos a la globalización alimentan los discursos proteccionistas en materia comercial.
Si la era conservadora se asocia a las divisiones -políticas y culturales- que afloraron en los sesenta, su fin supondría también el fin de estas divisiones enconadas. Y, precisamente, el demócrata Obama se presenta como el candidato post-68, el único capaz de cerrar las heridas de los últimos cuarenta años y de reconciliar a las dos Américas.
De momento, los republicanos han dejado de ser un referente en Europa, según el conservador David Brooks, columnista del diario The New York Times.
Brooks menciona a los conservadores británicos de David Cameron, "que han superado el thatcherismo", y "no sólo hablan de la guerra y el crecimiento económico", sino también del medio ambiente. Pero podría referirse a los españoles. También éstos han dejado de tener en Bush un referente, y parecen mirar a otras latitudes.
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