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El mayor negocio del mundo |
Desde el comienzo de su explotación masiva, el petróleo se ha convertido en pieza central del capitalismo y causante de innumerables guerras para garantizar su control.
El petróleo constituye una importante arma geoestratégica, de poder y de dominio tanto por parte de las empresas como de los Gobiernos. Esta realidad viene apoyada en el modelo de crecimiento que caracteriza nuestra sociedad capitalista: el mito de un crecimiento sin límites y altamente consumidor de recursos energéticos, basado en la concentración de la riqueza en unos pocos países, y asentado en la depredación, el consumismo y el despilfarro de los recursos naturales del planeta.
El petróleo es y ha sido a lo largo de los últimos 150 años el mayor negocio del mundo o, en todo caso, uno de los mayores. En la actualidad consumimos al día más de 85 millones de barriles que al precio actual (junio de 2008) de 130 dólares el barril suponen en origen más de 11.050 millones de dólares de ventas al día y cuatro billones de dólares al año. Esta cifra representa cerca del 10% del PIB mundial.
La historia del desarrollo capitalista más reciente, así como la situación hegemónica de EE UU en el sistemamundo no puede pensarse sin el petróleo. Rockefeller, la Standard Oil, y las empresas de su entorno (Texaco, Mobil, Gulf), simbolizaron durante décadas la concentración del poder económico y político, no sólo en EE UU, sino también en el ámbito mundial, y las empresas petroleras han estado, desde su origen, en la génesis de la fase actual del neoliberalismo económico capitalista.
En efecto, las empresas petroleras, apoyadas en otros sectores, se han erigido en actores estratégicos impulsores del proceso de globalización. En el caso del petróleo ello ha sido posible no sólo por su influencia directa en la esfera económica (organización de la producción, del consumo y de los mercados), sino también por el protagonismo ejercido y la acción política directa de defensa de los intereses del capitalismo dominante en el mundo globalizado. Durante décadas fueron las llamadas ‘Siete Hermanas’ las que dominaron la escena, tanto en la explotación de yacimientos, como en el mercado del crudo: la Standard Oil (Nueva Yersey), Royal Dutch Shell (Holanda/Gran Bretaña), Texaco, Gulf, Mobil, Standard Oil of California y British Petroleum. Cinco de estas empresas eran norteamericanas y dos europeas.
En torno a este conglomerado han aparecido nuevos actores y se han ido produciendo procesos de concentración, de compra de activos y de reagrupación accionarial, que han consolidado un potente sector privado que incluye también la presencia de grupos petroleros de origen europeo. Junto con estos grupos privados hay que destacar la presencia de empresas nacionales, o de dominio estatal, creadas en los principales países de recursos petroleros, cuyo objetivo primario era el de generar e internalizar las rentas del petróleo, pero también con vocación de intervenir en el panorama mundial.
El negocio actual del petróleo está dominado por ocho grandes corporaciones, cuatro de ellas privadas (British Petroleum, Shell, Exxon-Texaco-Mobil, Total-Fina-Elf) y cuatro nacionales (Arabia Saudí, Irán, PDVSA y PEMEX). Detrás de ellas se sitúan empresas como Chevron (EE UU), Conoco-Philips (EE UU), ENI (Italia), Repsol YPF (España), Petronas (Malasia) o Statoil (Noruega).
El conflicto Norte-Sur
En el mundo existe un tremendo desequilibrio entre el consumo, la producción y las reservas de petróleo y gas. Mientras el consumo de petróleo se concentra masivamente en los países ‘centrales’ del sistema, la producción y las reservas se localizan básicamente en los países del Sur o fuera del mundo conocido como ‘desarrollado’. Los países desarrollados consumen más de la mitad de la producción mundial de petróleo y gas y sólo representan una cuarta parte de la producción, lo que les empuja a intervenir permanentemente, ya sea de forma forzada o negociada, en los países productores. Es así como, con el pretexto del petróleo, estos países dominantes extienden su largo brazo militar, o de presión política y económica, influyendo en todos los ámbitos posibles de actuación. Puede ser por la intervención directa militar o vía negociaciones comerciales bilaterales o multilaterales que se llevan a cabo en el marco de la OMC; a través de los acuerdos económico-financieros de partenariado (EPA) con terceros países; en las mesas de la deuda o a través de los programas de la llamada “ayuda al desarrollo”. También directamente a través de las actuaciones de las corporaciones petroleras, a las que sin ningún tipo de reservas apoyan los Gobiernos, como ha ocurrido y ocurre con España en el caso de Repsol en Argentina, Bolivia o Venezuela, por citar sólo algunos casos.
Sin embargo, esta situación está abocada a cambiar muy rápidamente desde el punto de vista geoestratégico y de las relaciones económicas y de poder. La voracidad de consumo de los países desarrollados está terminando con los recursos propios, que se vienen agotando a un ritmo medio más de diez veces superior al de las economías en desarrollo y en transición. Ello significa que los países industrializados dependerán cada vez más del petróleo y del gas importados de las economías en desarrollo y en transición, en algunos de cuyos países la demanda está creciendo de forma vertiginosa. Este conflicto de intereses nos sitúa en el fin de una etapa del petróleo barato, que viene encarecido no sólo por el aumento de la demanda ‘globalizada’, sino también por la especulación sin freno del capitalismo financiero, en cuyo ‘casino global’ se juega cada día con el precio del barril de crudo. Por un lado en el propio sector estamos viendo cómo se está reduciendo el margen de maniobra y de negociación de las corporaciones petroleras tradicionales de los países desarrollados en el extranjero, así como la propia competencia entre petroleras. Con precios del crudo que superan los 130 dólares por barril, los países productores quieren utilizar este aumento de la demanda y de los precios como una oportunidad de oro para aumentar sus rentas. Por otro lado, las multinacionales se están enfrentando a una competencia cada vez mayor con las empresas nacionales de los países del Sur.
Este panorama está creando una situación inestable e insostenible desde el punto de vista económico y también social ; no sólo por lo que representa el horizonte irreversible del agotamiento de las reservas petroleras, sino por la demanda social cada vez más amplia decidida a apoyar un desarrollo sostenible del planeta y a hacer frente a las consecuencias inmediatas del cambio climático.
Etiquetas: conocimiento, inteligencia, monopolios, multitud, politica.
Desde 1981, el Congreso mantiene la prohibición de construir plataformas petrolíferas en las aguas estadounidenses en alta mar. Para el jefe del ejecutivo de EEUU, la restricción “está anticuada y es contraproducente”. Por eso, Bush ha pedido que se levante las restricciones.
No obstante, Bush no lo tendrá fácil a pesar de mostrar sus quejas ya que incluso cuando tanto el Congreso y el Senado estuvieron controladas por la mayoría republicana, no logró el visto bueno para la extracción de crudo en dicha zona. El presidente estadounidense se ha quejado de que hasta el momento los demócratas han rechazado “toda propuesta” para aumentar el bombeo de crudo y “ahora los estadounidenses están pagando el precio en las gasolineras”.
Sin embargo, el líder de los demócratas en el Senado Harry Reid, considera que aún permitiendo la extracción de petróleo de los yacimientos puestos en cuestión, no se lograría abaratar los precios de la gasolina.
McCain también es partidario
El candidato por el partido republicano John McCain a la Casa Blanca también se ha mostrado favorable a la supresión de esta restricción, tras ofrecer previsiones más optimistas en cuanto a las existencias de crudo en las reservas de alta mar de EEUU. Alrededor de 21.000 millones de barriles son las cifras que maneja el senador, según se manifestó en un mítin en Texas.
Un "sí, quiero" que resuena en todos los rincones de las organizaciones de ideología verde y recupera los plantemientos de futuro acerca de los objetivos que hay que cumplir de cara a Europa. La ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa, hizo hoy explícita su "apuesta clara" por las energías renovables frente a la energía nuclear ya que -según los cálculos de la ministra- las primeras, podrán suministrar hasta un 40% de la demanda energética del país para el año 2020. Durante la clausura del Encuentro 2008 de Medio Ambiente, organizado por Nueva Economía Fórum celebrada hoy en Madrid bajo el lema "Políticas y estrategias ante los retos del cambio climático y el agua", la ministra señaló que la energía nuclear no alcanzaría el 20% del suministro para ese año.
Las matemáticas de la ministra le llevaron a concluir que la capacidad de las energías renovables para suministrar energía doblaría la recomendación que recoge el paquete de medidas energéticas de la UE, cuyo objetivo es elevar el uso de energías limpias hasta el 20% del consumo energético total para 2020. España debe hacer "una apuesta clara por las renovables y por su impacto favorable en la lucha contra el cambio climático".
Durante su discurso, la ministra se refirió al cambio climático parafraseando al economista y académico Nicholas Stern, autor del informe sobre cambio climático que lleva su nombre, definiendo este fenómeno como un "fallo generalizado que interactúa con otros factores del mercado". En este sentido, anunció que el Gobierno "completará en breve" el plan aprobado en 2007 para luchar contra el cambio climático, que contenía 198 medidas concretas para avanzar en este terreno.
Desarrollar la Ley de Calidad del Aire con medidas para mejorar la salud de la población y reaccionar "rápidamente" ante episodios de contaminación elevada en ciudades; mejorar la gestión de los residuos e impulsar la función de los bosques como sumideros de CO2 gracias el proyecto con que el Gobierno plantará 45 millones de árboles, serán otras de sus estrategias.
Residuos forestales
El Ejecutivo está trabajando también con las comunidades autónomas en la elaboración de una estrategia para el aprovechamiento energético de la biomasa residual forestal. De esta manera, dijo Espinosa, "se prevendrán incendios y se utilizarán los bosques como fuentes de energías renovables".
Para colaborar con las comunidades autónomas en la lucha contra los incendios, el Gobierno "ha redistribuido ya" en "lugares estratégicos" del país 71 medios de extinción de fuegos, para prevenir o paliar los siniestros que se puedan producir este verano.
7.000 nuevos puestos de trabajo
Los efectos totales sobre el PIB de este plan de construcción nuclear se situarían en torno al 0,04% anual y se crearían un total de 7.000 puestos de trabajo. De forma acumulada para todo el periodo, el informe estima que se superarían los 9.000 millones de euros de PIB y los 145.000 trabajadores por año.
Además, el estudio señala que la nueva construcción nuclear contribuiría a un ahorro en los gastos por emisiones de CO2 para el periodo 2018-2030, que oscilaría entre los 3.500 y 21.000 millones de euros, según el precio de las emisiones y la tecnología que fuera sustituida.
En rueda de prensa, la presidenta del Foro Nuclear, María Teresa Domínguez, ha señalado que para controlar el precio de la energía es necesario usar una fuente energética "que dependa poco de productos que tengas que importar". En este sentido, ha destacado que la nuclear es la tecnología cuyos costes de generación dependen en menor medida (12%) del combustible, mientras que en el gas, el petróleo y el carbón, ese porcentaje asciende hasta el 75%, 67% y 50%, respectivamente.
Preguntada por las declaraciones del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en las que descartaba la energía nuclear por la escasez de agua, la presidenta del Foro Nuclear ha explicado que el uso de este recurso no es algo "único" de las centrales nucleares, sino que se usa en cualquier tecnología que emplee turbinas y solo con el fin de refrigerarlas.
"Clara" posición del Gobierno
Por su parte, la ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino, Elena Espinosa, ha asegurado hoy que el 40% de la energía podría ser renovable en el año 2020 y ha opinado que España debe realizar una "apuesta clara" por este tipo de energía.
En el turno de preguntas tras su intervención en el Foro Nueva Economía, Espinosa ha explicado que la postura del Gobierno respecto a la energía nuclear era "clara" y que, en comparación con las energías renovables, "las nucleares no suministrarían ni el 20%".
Por otro lado, Espinosa se ha referido al Pacto del Agua y ha indicado que "no es cierto" que haya un retraso en sus obras de infraestructuras.
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