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Simplezas radicales

Instalado el PSOE por segunda vez consecutiva en el ejecutivo español, es hora de que recapitulemos desde un prisma transformador y movilizatorio sobre cuáles han sido los ejes sobre los que ha girado su primer mandato y qué resquicios se nos avecinan en nuestros más inmediatos tiempos. Además de rentabilizar el realismo pacato que ha posibilitado la renovación de mandato socialista contemplado socialmente como mal menor, el Gobierno se ha beneficiado también de la falta de ambición de los sectores en oposición. Al PSOE, a diferencia de su primer ascenso municipal en 1979 o estatal en el ‘82, no le ha sido siquiera necesaria la cooptación de cuadros izquierdistas, puesto que la cultura política de “influenciar” se ha generalizado: ya no se aspira a intentar disputar la gobernabilidad sino únicamente a modificarla en mayor o menor grado.

Salvo la implementación de escasos lobbies en el nuevo Gobierno como ejemplo, los relacionados con la “nueva cultura del agua”, éste ha podido prescindir incluso de la vía de la integración. A esto se une que la retórica alrededor de la extensión del concepto de ciudadanía, como avance hacia una radicalización de la democracia, no se ha visto reflejada en ningún adelanto palpable, mientras que las ilegalizaciones de formaciones políticas y los cercenamientos de derechos despiadados sobre todo en lo penitenciario sí han sido un hecho en la pasada legislatura. Así el eslogan de “democracia participativa” se puede calificar ya como un aval a una socialdemocracia cautiva. Esta debacle ciudadanista se ve favorecida por su actual orfandad de alianzas, abandonados ya por la vieja izquierda revolucionaria que, nostálgica de modelos, aplaude el ciclo populista que se abre en gran parte de América Latina.

Por lo demás, y si durante estos años hemos podido caracterizar los esfuerzos de la izquierda social en dos ejes en principio contradictorios, el eje que se centraba en reivindicar una política de protección social ampliada apoyada en las garantías del Estado del bienestar salario universal…, frente a quienes practicaban una retórica de máximos centrados en derechos tan inmateriales como etéreos copyleft, deconstrucción queer de identidades, ambos ejes, aun valorando sus aportaciones, se han estancado en su propuesta e invalidado como alternativa de avance. En estos últimos cuatro años, algunos nuevos movimientos sociales han surgido como respuesta a las incumplidas promesas de calentón neorrepublicano, como el remozado eje de la memoria histórica, mientras que otros emergen como expresión directa del malestar general en este ciclo, como ha sido la marea por una vivienda digna, movimiento emblemático de este período que, no obstante, no ha conseguido engarzar con movimientos pretéritos como el de okupación ni ha sabido dotarse de objetivos inmediatos propios.

Tras una primera mirada benevolente, dos años después de aquella eclosión, contemplaremos el rosario de juicios a estos movimientos. En este sentido, la desobediencia civil, vía inmaculada aireada en cualquier propuesta posterior a los atentados del 11-M, ha sido reventada como tal tras las implacables condenas de la Audiencia Nacional en los sumarios contra los entornos militantes de la izquierda abertzale vasca que, junto con los procesamientos a los estallidos de la vivienda y otros surgidos a partir de 2006, cuestionan severamente las posibilidades de transformación social desde un empuje exclusivamente no violento. Y así, en esta política de explicitación de topes en lo movilizatorio, debemos constatar los frenazos institucionales y judiciales como el realizado al avance estatutario en Catalunya.

O el veto al referéndum sobre autodeterminación vasco. O la judicialización de las actividades que relativizaban la persistencia de la monarquía borbónica. … Para seguir hacia delante Frente a la falta de ambición de la izquierda y las insuficiencias propias de cada ensayo, los nuevos tiempos nos brindan nuevas ocasiones. Contando con que la persistencia de los viejos movimientos laboral, vecinal junto a los surgidos en pasadas décadas les llevará a seguir previsiblemente con una lógica defensiva que no por ello ha de pecar de modestia; para los viejos “nuevos movimientos” la tríada pacifismo, ecologismo y feminismo, tras haber pasado ya más de una década de aval ético institucional y haberse constatado internamente que esta lógica les ha desactivado como tales movimientos, se abre la posibilidad de incidir en sus propuestas fundacionales. Así el debate antinuclear fundacional del ecologismo puede ser uno de los ejes si se trabajara con el cuestionamiento de un modelo energético en débito con el presente modelo social. La represión antiabortista junto con la persistencia de los malos tratos y la actual y universal guerra imperialista coloca al feminismo y al pacifismo en iguales tesituras y les conmina a una severa autocrítica, pero también les brinda una oportunidad de actualización.

La llegada del enfriamiento del sector de la construcción supondrá agravar la situación de los sectores sociales más frágiles léase inmigrantes y que éstos carguen con las cuotas de desempleo mientras carecen de mecanismos de protección social. Así, el necesario paso del asistencialismo a una reivindicación anticapitalista que tenga en cuenta su situación económica y también represiva los CIE... por encima de una integración imposible, podría darse la mano con los nuevos ecologismos e internacionalismos que centran su actividad en revelar el papel de las transnacionales españolas y sus implicaciones en el modelo desarrollista en suelo patrio y en el colonizado. Por último, y frente a la desaceleración económica, las políticas públicas siempre dispuestas a poner en marcha un new deal al socorro de la iniciativa privada, supondrán un espaldarazo a la construcción de nuevas infraestructuras y modificarán las prioridades políticas ante los movimientos de rechazo a las mismas, como ocurrirá con la extensión de las líneas de Alta Velocidad ferroviaria en suelo vasco. No obstante, también este enfriamiento pesará cuando los rechazos públicos o los estragos nocturnos a estos planes infraestructurales tengan que ser valorados en los balances internos de las empresas privadas concesionarias de los citados proyectos.

En este presente de crisis energética que nos devuelve a nuestra materialidad más básica, cuando los agrocombustibles hay ya que cultivarlos en competencia con unos suministros básicos encarecidos, es el momento de volver a pensar y actuar desde lo más básico. Así el grano como suministro primario, junto con el agua como principio vital ahora en el corazón del debate entre sostenibilidad y supervivencia devuelve al debate a una simpleza radical. Ante tan básico dilema, propuestas que trencen la actividad política y la construcción personal, como aquellas que aspiran a construir un movimiento agroecológico, pueden generar cualitativamente movimientos de lo social, si saben constituirse como un desafío y huir de la tentación de ejercer de recambios de las rutinas movimentistas.

La vía radical sigue abierta: acorde con los tiempos, participar de los malestares sociales y profundizar en nuestra radical apuesta, sin atrincherarse en la superioridad de las vanguardias políticas ni acomodarse en el distanciamiento de la lírica insurreccional.

JUANTXO ESTEBARANZ

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  Anónimo

sábado, 10 mayo, 2008  

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