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Ocaso de la economía global |
El fenómeno de la globalización económica ha conseguido que todos los elementos racionales de la economía estén interrelacionados entre sí debido a la consolidación de los oligopolios, la convergencia tecnológica y los acuerdos tácitos corporativos por lo que una crisis económica en estos momentos será global y vinculante.
Para llegar a dicha crisis, cuyos primeros bocetos ya están perfilados y que terminará de dibujarse en el próximo quinquenio, han contribuido los siguientes elementos:
1- Sustitución de la doctrina económica de Equilibrio presupuestario de los Estados por la del Déficit endémico, práctica que por mimetismo adoptarán las economías domésticas y las empresas y organismos públicos y privados, contribuyendo a la desaparición de la cultura del ahorro, endeudamiento crónico y excesiva dependencia de la Financiación Exterior.
2.- Instauración del consumismo compulsivo en los países desarrollados, favorecido por el bombardeo incesante de la publicidad, el uso irracional de las tarjetas de plástico, la concesión de créditos instantáneos con sangrantes intereses y la invasión de una marea de productos manufacturados de calidad dudosa y precios sin competencia provenientes de los países emergentes, fruto de la implantación del libre comercio mundial mediante la supresión de aranceles a las importaciones.
3.- Política suicida de las principales entidades bancarias mundiales en la concesión de créditos e hipotecas de alto riesgo: Inmersos en la vorágine expansiva de la economía mundial del último quinquenio y en aras de optimizar su cuenta de resultados, actuarán obviando las más elementales normas de prudencia crediticia convirtiéndose en meros lobbys especulativos y descuidando las dotaciones a los Fondos de Provisión e Insolvencia lo que aunado con la falta de supervisión por parte de las autoridades monetarias de los índices de solvencia de las entidades bancarias originará la crisis de las subprime de EEUU, seguida de un goteo incesante de insolvencias bancarias, una severa contracción de los préstamos bancarios y una alarmante falta de liquidez monetaria y de confianza en las instituciones financieras.
4.- Obsesión paranoica de las multinacionales apátridas o corporaciones transnacionales por maximizar los beneficios debido al apetito insaciable de sus accionistas al exigir incrementos constantes en los dividendos; no dudando en endeudarse peligrosamente en aras del gigantismo mediante OPAS hostiles e intensificando la política de deslocalización de empresas a países emergentes en aras de reducir los costes de producción (dado el enorme diferencial en salarios y la ausencia de derechos laborales de los trabajadores) con un severo impacto en los sectores del calzado y marroquinería, textil, equipamiento deportivo, electrodomésticos de baja y media gama e industria auxiliar del automóvil de los países desarrollados, consiguiente inanición laboral y aumento de las tasa de paro.
5.- Brutal incremento del consumo de materias primas y productos elaborados por parte de los países emergentes debido a sus espectaculares crecimientos de los PIB anuales y Galopante subida del precio del crudo (superando holgadamente los 120 dólares el barril), condicionado por las incertidumbres geopolíticas; el hundimiento de los valores bursátiles y subsiguiente desvío de inversiones especulativas al mercado del crudo, la severa depreciación del dólar y la consiguiente merma de ingresos de los países productores así como la psicosis de desabastecimiento ante previsibles futuros recortes de producción por parte de la OPEP, todo lo cual conllevará una espiral de aumentos de precios que en los próximos años serán inasumibles por las economías del Primer Mundo al no poder revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes de producción con la consecuente pérdida de competitividad, estancamiento de sus exportaciones, aumento de los Déficits por Cuenta Corriente y Deuda Externa y regreso a escenarios ya olvidados de proteccionismo económico con el consiguiente finiquito a la globalización económica.
Germán Gorraiz López

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, monopolios, multitud, politica.
Se desconoce, pues, la verdadera dimensión del problema y quienes son los afectados de lo que algunos expertos denominan ya como “la gran estafa”.
Lo que sí se sabe es que las autoridades financieras y las agencias encargadas del control de todo el proceso desatado a raíz de la puesta en marcha de las subprime tienen una gran responsabilidad sobre lo ocurrido.
Las hipotecas ‘ninja’
Pero, vayamos al principio. ¿Cómo empezó todo este enmarañado asunto?
Con el último cambio de siglo se produjo en Estados Unidos un descenso espectacular del precio del dinero, propiciado por la Reserva Federal. Durante casi una década, los tipos de interés fueron excepcionalmente bajos y el precio real de las viviendas prácticamente se duplicó.
En este contexto de boom inmobiliario, los bancos, conscientes de que el incremento de préstamos a bajo interés hacía decrecer su margen de intermediación, decidieron aumentar el número de operaciones y conceder préstamos hipotecarios más arriesgados, por los que podrían obtener más intereses.
Surgen de esta manera un nuevo tipo de hipotecas dirigidas a clientes con pocos recursos, los llamados ‘ninja’, (no income, no job, no assets), o sea, personas sin ingresos fijos, sin empleo, sin propiedades.
Así, en contraposición a las hipotecas prime, que son aquéllas con poco riesgo de impago, nacen las hipotecas subprime, con altas dosis de posibilidades de acabar impagadas.
Durante algunos años, este planteamiento de hipotecas subprime funcionó bien. Los ‘ninja’ iban pagando más o menos los plazos de sus hipotecas y los bancos se beneficiaban de unos intereses más elevados.
El origen, la ‘titulación’
Sin embargo, a medida que los bancos estadounidenses concedían cada vez más préstamos se les acababa el dinero. La solución, pedir dinero prestado a bancos en el extranjero. De esta manera, el dinero de bancos solventes iba a parar a las manos de bancos con una cierta insolvencia.
Además, para intentar normalizar el desajuste que estas operaciones causan en el porcentaje de Capital sobre el Activo del banco, las entidades financieras estadounidenses inventan lo que será el origen del actual problema: la ‘titulación’.
Se trata de ‘empaquetar’ juntas hipotecas prime y subprime en ‘MBS’ (Mortgage Backed Securities), es decir, ‘Obligaciones garantizadas por hipotecas’. Son paquetes de hipotecas entre las cuales hay algunas con riesgo de ser impagadas.
Pero, ¿quién compra esos paquetes de hipotecas? La respuesta viene de la mano de los ‘conduits’, creados por los mismos bancos de EE.UU.
Los conduits no funcionan como sociedades, sino que son trusts o fondos, financiados principalmente por bancos de inversión, y también mediante créditos de otros bancos.
Los ‘ninjas’, en casa
A su vez, los bancos de inversión colocan esos paquetes de hipotecas o MBS en Fondos de Inversión, Sociedades de Capital de Riesgo, Financieras o Aseguradoras, entre otros posibles destinos.
De esta manera, el problema se acerca a las familias de medio mundo. Es decir, los ‘ninjas’ se nos pueden colar en casa, ya que el dinero que invertimos en determinados Fondos de Inversión bien podría ir a parar a esos bancos de inversión que financian los MBS que, a su vez, contienen hipotecas concedidas a ‘ninjas’.
Se supone que en todo este asunto las inversiones están protegidas por lo que debería de ser un buen sistema de control. Nos referimos a las agencias de rating, que son las encargadas de calificar los conduits o MBS en diferentes grupos en función de su solvencia.
Los más seguros son los Investment grade, aquellos grupos que contienen hipotecas prime. A partir de esta calificación el riesgo aumenta, con las Mezanine o intermedias; y sobre todo con las Equity, las subprime con mayor probabilidad de ser impagadas y, por tanto, más difíciles de vender.
Los ‘tranches’, rizar el rizo
Así las cosas, los bancos de inversión se plantean cómo colocar ahora las Equity sin que se note excesivamente que hay riesgo de impago.
Rizando el rizo, algunos bancos de inversión consiguen que las agencias de Rating hagan una recalificación, una especie de re-rating, mediante la cual se puede estructurar en tramos o tranches esos paquetes de hipotecas de riesgo, ordenándolas de mayor a menor probabilidad de impago.
De esta manera nos encontramos con MBS que contienen hipotecas relativamente buenas, muy regulares y abiertamente malas.
Por si la cosa no estaba suficientemente liada, a estos MBS compuestos de tranches se les rebautizó con las iniciales ‘CDO’ (Collateralized Debt Obligations), o sea ‘Obligaciones de Deuda Colateralizada’. Y aún fueron a más, creando los ‘CDS’ (Credit Default Swaps), que cuando eran adquiridos por un comprador éste asumía un riesgo de impago a cambio de cobrar más intereses.
El ‘ninja’ deja de pagar
Toda esta gran bola de cambalaches con hipotecas subprime está basada en dos premisas: que el ‘ninja’ acabará pagando su hipoteca y que el mercado inmobiliario continuará boyante.
Sin embargo, en los inicios de 2007 los precios de las hipotecas caen en picado y los ‘ninjas’ dejan de pagar sus hipotecas por unas casas que ahora consideran excesivamente caras.
A partir de ese momento, todo el mundo se desentiende de los MBS, los CDO o los CDS, con lo que la crisis está servida para muchas entidades financieras. Al mismo tiempo, el dinero de alguna que otra familia corre el riesgo de volar.
Por otra parte, los bancos empiezan a desconfiar unos de otros y nadie sabe dónde ha ido a parar su dinero. Las entidades financieras o no se prestan efectivo o, si lo hacen, sólo se lo prestan caro.
De esta manera, los bancos se quedan sin dinero y, por esta razón, prácticamente no conceden créditos ni hipotecas, con lo que el problema se refleja, no sólo en unas posibles pérdidas inversoras, sino también en el consumo en general.
Y la bola de nieve sigue creciendo y descendiendo por una pendiente de inestabilidad económica preocupante. ¿Hasta cuándo? Esta es una pregunta que, como decíamos, tampoco tiene respuesta.
No me negaréis que la declaración no es cojonuda: hay decenas de millones de personas a punto de morir de hambre porque no tienen posibilidad de comprar los alimentos que tradicionalmente han constituido la base, cuando no la totalidad, de su dieta y al Banco Mundial sólo le preocupa el estado del mercado que ha salido “intacto de la crisis”.
Como si los mercados nacieran, vivieran –y, para vivir, comieran- y murieran; como si fueran como esos niños famélicos de vientre hinchado que son los que van a morir de hambre porque no pueden acceder a alimentos, no porque no existan sino porque se han encarecido; como si esos niños pudieran esperar dos o tres años a que el mercado se ajuste.
Sí, el mercado arregla estos desajustes por sí sólo. Es cierto, señor Daboud, pero a expensas de un mayor precio para todos y decenas de millones de muertos en el camino que no pueden permitirse pagar ese precio ni esperar ese tiempo.
Ahora bien, cuando Daboud ya lleva el cinismo a extremos vergonzosos es cuando afirma que el Banco Mundial no piensa intervenir en los mercados porque “es mejor tener un mercado imperfecto que un perfecto burócrata decidiendo por otros”.
¡Y lo dice él! ¡Un funcionario de una institución, el Banco Mundial, que si por algo se caracteriza es por dedicarse a imponer sobre los otros su forma de entender la economía y la sociedad a base del chantaje financiero!
Lo dice alguien que dedica su tiempo a presionar a los dirigentes políticos de los países pobres para que reduzcan la presencia del Estado en la economía; para que privaticen sus empresas públicas; para que desmantelen sus frágiles redes de protección social; para que abran sus mercados a la competencia internacional; para que sigan atendiendo religiosamente una deuda externa cuyo monto ya han pagado varias veces; para que, en definitiva, se preocupen más por la estabilidad presupuestaria y la inflación que por las personas.
Lo dice un “perfecto” burócrata.
¡Vivir para ver!
Alberto Montero
Pero su situación no es única.
De hecho, varios economistas han advertido que los problemas de Vallejo se repiten a lo largo y ancho del país y su drástica acción podría darse en otros lugares.
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